El secretario (3)

Dudas, indecisiones y un conjunto de condiciones...

Pasé todo el fin leyendo y releyendo la única línea de tres frases que componía su mail de respuesta, analizando cada frase "No acepto tu renuncia", no me pidió que lo reconsiderara ni me ofreció otra oportunidad, sencillamente ignoró mi decisión "Nos vemos el lunes a primera hora", además daba completamente por sentado que su negativa bastaba para impedir mi partida, y la que más me daba vueltas en la cabeza "Una cosa más... ella no es mi amante, es mi mejor amiga", tan corta pero que decía tantas cosas, por un lado que sabía, que siempre supo qué me tenía con ese estado de ánimo, sabía de mis celos y por ende estaba claro en mi atracción hacia él y la dimensión que ésta alcanzaba, y no sólo eso, sino que para qué cerró diciéndome eso? que significaba?, sólo quería dejarme claro que él sabía el motivo de mi comportamiento y por eso decidió no despedirme?, cómo siendo tan heterosexual como era me decía algo como eso?, acaso no le importaba que su homosexual y adolescente secretario se estuviera babeando por él?, o le gustaba tanto mi trabajo que le importaba poco lo que yo quisiera imaginar o fantasear?, pero había algo en ese "Una cosa más..." en esos puntos suspensivos que cumplían tan bien su función gramatical de dejar en suspenso, porqué me estaba aclarando eso?, porque necesitaba aclararme nada a mi? darme explicaciones?, todas eran preguntas que se aventuraban a mi razonamiento con miles de respuestas, desde las más optimistas, que confirmarían que no era completamente ajeno a eso que yo sentía que se tendía entre los dos, hasta las más pesimistas, en las que sólo quería dejarme aún más claro el absurdo escándalo que había formado por una situación que ni siquiera era real.

Mis sentimientos no podían ser más contradictorios, se alternaban por minutos marcando variados ritmos con los latidos de mi corazón a medida que caminaba hacia la oficina en esa fría y como siempre tediosa mañana de lunes, aunque para mi pocas mañanas de lunes podrían ser tan emocionantes como esa, sea lo que sea que pasara lo que menos habría en mi sería tranquilidad y sosiego, por un lado me sentía feliz, no sólo de que no me hubiera dejado renunciar, demostrando que le importaba, y lo suficiente como para no pedirme reconsiderar, simplemente dejarme claro que no me autorizaba a hacerlo, y a la vez algo suspicaz, siempre por esa dichosa aclaración, quitándome el peso de la incógnita de encima, liberándome de los celos que me estaban ahorcando, pero abriendo también una nueva puerta a la incertidumbre. Será que se había dado cuenta que ya me había hecho sufrir demasiado viéndome celoso y decidió por fin dejarme descansar tranquilo?, será que todo, desde el ordenarme hacer su plan de viaje formaban parte de su peculiar manera de llevarme al límite?, de sacar su as de la manga para dejar sentado que había asimetría entre nosotros?, que no éramos dos hombres con cierta química entre ellos, sino un hombre y un adolescente, y en tanto no podría yo esperar que aquello se convirtiese en un melodrama de colegiales, en un toma y dame de niños confundidos e indecisos, sería que me llevó hasta el lugar donde quería tenerme? desesperado, angustiado, confundido, hasta hacerme actuar incluso de una forma tan desorganizada como lo hice? dejándole a la vista de la forma más vergonzosa todo lo que tanto me preocupé en disimular?, para finalmente terminar regresando como lo estaba haciendo en ese momento, sintiéndome ya no triste o furioso (como infantilmente me sentí antes) sino regocijado, porque ese hombre que antes me sentí habilitado para odiar ahora me recibía de nuevo, comprensivo en su madurez, como el padre que abraza a su nene que vuelve llorando luego de creerse capaz de bajar las escaleras solo y se topa de frente con el miedo de la vertiginosa realidad.

Llegué, después de unos segundos parado frente a la puerta sin decidirme a girar el pomo o tocar, opté por tocar, su voz grave me respondió "Adelante", una leve sonrisa iluminó su cara al verme, pero más pronunciada aún que en sus labios parecía sonreir con la mirada, diciendo algo como a medio camino entre "Ya sabía que vendrías" y "Menos mal que decidiste venir", yo sonreí también un poco, estaba un poco cabizbajo pero seguía viéndole a los ojos, yo no sabía como empezar, si bien agradecía infinitamente estar allí en ese momento, y no acostado en mi cama deprimido y sabiéndome fuera de "La Empresa" y de su vida, igual seguía avergonzado, no sólo por lo que pasó el viernes, también por mi mail y por su respuesta, en la que yo más que él, pero ambos, alcanzamos unos niveles de intimidad que hubieran sido imposibles imaginar quizás el jueves, me quedé callado, no sé si querría hablar sobre eso, al parecer no, pero me dió la sensación que no en ese momento, pero de que había que hablar algo serio entre los dos lo había, por fin rompió su silencio, de nuevo organizando unos papeles sobre su escritorio me dijo "Que bueno que llegaste puntual, hoy a las 2:00 p.m. es la primera ronda de negociación con los brasileños, llama a las gerencias subalternas para que les confirmes la programación, también necesito 15 portafolios individuales con todos los documentos de nuestra propuesta, todo en español, portugués e inglés, ya desde ayer quedó la solicitud en reproducciones, asegúrate que todos estén en orden y envíalos con el mensajero a la sala de reuniones, y luego, si no te molesta puedes hacer uno de esos de tus cafés, que creo que hoy nos van a hacer falta", sonreí, aunque me ordenó muchas cosas y bien concretas por su tono era como si me agradeciera por haber regresado, y de nuevo con sus generalidades sobre "esos cafés" que si estaba seguro que significaba "ese café que me haces que me gusta tanto", aún con todos mis pensamientos arremolinados en mi cabeza me sentía gozoso y realicé todas mis tareas a tiempo y a la perfección, el se iba a la ronda de negociación en el piso de Presidencia, justo cuando pasó por mi escritorio le lancé un tímido "Éxito!", sólo volteó y me picó un ojo, eso fue suficiente para mi.

Salió más o menos a las 8 de la noche, me enteré de los resultados de la primera ronda por uno de los vicepresidentes que lo traía abrazado por los hombros mientras lo felicitaba por su estrategia de último momento para superar la oferta de los competidores, era raro como esos tipos ejecutivos con toda su sobriedad y elegancia cuando se trata de negocios parecen hinchas futboleros, hay que ver que la masculinidad y la adrenalina que alborota la competitividad viril por el poder es la misma en todos los estratos y en todas las instituciones, interrumpí mi incipiente análisis politológico cuando vino hacia mí sonriente "Todo salió perfecto, firmamos 3 de los 5 acuerdos y todo apunta a que en las otras rondas va a pasar lo mismo", lo felicité, le dije que me había quedado por si de casualidad faltaba algo o necesitaba algo más, pero que viendo que todo estaba en orden ya me iba, estaba recogiendo mis cosas cuando me dijo "Sí, en efecto todavía falta algo, vamos, pasa a mi oficina", haciéndome temblar no se si de ansiedad o de alegría, pero sin duda sería en ese momento cuando hablaríamos de lo que en realidad nos ocupaba mucho más que las negociaciones.

  • "Yo, lo siento, siento muchas cosas de las que hice, el viernes... bueno, hace varios días que vengo actuando de una forma inadecuada, entorpeciendo nuestro trabajo, y yo sé que la empresa..." comencé diciendo algo para romper el hielo, tratando de justificarme, pero él de nuevo sin esperar su turno a la palabra me interrumpió
  • "Qué te hizo pensar que era mi amante?"
  • "Disculpa... qué?"- dije sin esperarme que iría al grano de esa forma, o no por lo menos lanzándome esa pregunta
  • "Me escuchaste, porqué creíste que ella era mi amante?"
  • "Yo, yo.. Yo, creer que? sobre quién? no sé a qué te refieres..."- de nuevo me descolocó dejándome como un tonto gagueando y sin poder responder
  • "Vamos a ver si me explico bien, hace unas semanas una mujer comenzó a llamarme, a medida que las llamadas se hicieron más frecuentes tu estado de ánimo comenzó a cambiar, no sólo hacia esas llamadas, sino hacia mí, parecía que me estabas reclamando algo"- dijo muy tranquilo como quien redacta una crónica, yo sólo permanecía callado, nada de lo que dijera podía ir por otro camino que no fuera el declararle completamente que estaba loco de celos, y que por ende, me estaba enamorando de él
  • "En verdad no sé qué me pasó, he estado muy estresado estos días"- dije conservando la esperanza de retardar el momento en el que me haría confesarme ante él
  • "Yo creo saber qué te pasó, y quiero que tu me ayudes a saber si tengo razón"- siguió con su parsimonia que me estaba matando- "Tengo la sospecha, que de un tiempo para acá, la cercanía de nuestra relación ha empezado a hacerte sentir cosas, no sé, cosas con respecto a mí, quizás eso tenga que ver con lo nervioso que te notabas cuando me acercaba mucho físicamente, con la forma en que te cohibías en determinados momentos mientras hablábamos, como temiendo no poder contenerte"

Ya la situación me parecía surrealista, que relatara todos esos pequeños detalles que yo creí que jamás notaba me avergonzaba un poco, me hacía sentir algo estúpido, pero a la vez me fascinaba que lo supiera todo, y aunque hasta ese momento nada me daba indicios de que me correspondía por lo menos tampoco nada indicaba que me rechazara.

  • "Quizás, sólo es una sospecha, que también tenga que ver con la forma en que me mirabas, fijamente, a veces a mi cara, a veces a mis labios, y algunas veces... al bulto de mi pantalón, dime, tengo razón en eso?"- decía al sentirse vencedor por ponerme en una posición donde no podía hacer otra cosa que aceptarme descubierto, me estaba retando y despertando el niño orgulloso y altanero en mí
  • "Pues, sí, eureka! descubriste que soy gay, no esperarás que te den un premio al gaydar del año por eso o sí?"- dije algo desafiante ya con los brazos cruzados y un ligero puchero en mis labios
  • "Ja ja ja, no sé muy bien qué premio sería adecuado para un descubrimiento como ese... ni quién tendría que entregármelo..."- dijo sin cortarse nada
  • "Yo tampoco sé, ni me interesa, pero lo que sí me gustaría saber, para decidir quedarme o irme de una buena vez..."- dejándole entrever que mi permanencia aún estaba condicionada- ".. es si, como supongo, me embarqué en una nave hacia ningún rumbo, si mis hormonas alborotadas de adolescente me hicieron la mala pasada de engancharme a un imposible, a un hombre maduro, casado, con hijos, mi jefe y heterosexual"- solté en un arrebato de aplomo que incluso a mi me sorprendió, y a él también pareció sorprenderle pues en un solo hit había lanzado la pelota dentro de su campo
  • "Tienes razón en que tus hormonas te engancharon a un hombre maduro, casado, con hijos, heterosexual y que también es tu jefe, lo que podríamos poner en duda es que ese navío no tenga ningún destino, pero como en todo viaje tienes que comprar un boleto, y para eso hay unas condiciones..."- dijo oscureciendo más que aclarándome el panorama, ante mi cara de no entender continuó
  • "Contigo me pasan muchas cosas... cosas que nunca me habían pasado antes... y que ya adulto no pensé que me pasarían, cosas que sentí, que me confundieron, que no supe identificar a tiempo y que me hicieron colocarte en esta posición tan... peligrosa, para mí"
  • "Estás diciendo que incluso antes de contratarme, pero si nos vimos solo..."- dije algo confundido, dudoso de haberme perdido de una parte del relato
  • "Sí, solo esa vez, cuando llevaste el documento que me salvó el pellejo, pero fue suficiente.. tus ojos, fueron tus ojos, fue lo primero que ví de ti"
  • "Pero entonces..."
  • "Eso fue, por eso te contraté automáticamente, sin ni siquiera yo saber conscientemente porqué, quería tenerte cerca, ver esos ojitos más seguido"- aquello si me parecía irreal, simplemente no podía creer lo que estaba escuchando, todo ese tiempo, desde el mismo inicio estuvo tan atraído por mi como yo por él- "pero no fue fácil para mi, como te dije no me había pasado antes, tengo mucha experiencia en el sexo, y te mentiría si te dijera que no he tenido sexo con hombres, sí que lo he tenido, e incluso algunas veces con trasvestis o transexuales"
  • "Creo que no necesito saber tantos detalles..."- una punzadita de celos me empujó a decirlo
  • "A lo que voy es que siempre fueron relaciones sexuales, esporádicas, más por morbo, por borrachera o por no tener una mujer cerca que por otra cosa, pero contigo fue distinto, nunca me imaginé que yo, un hombre de 38 años casado, padre de dos hijos de 16 y 14 años y que incluso podría ser el tuyo también, se me pusiera dura sólo con ver los ojitos cristalinos y pestañudos de un adolescente"- al oirlo decir eso a quien se le puso dura fue a mí- "no me imaginé tener que hacerme la paja cada noche en nombre de tu carita de niño inocente"- ok, seguía colaborando a mi endurecimiento
  • "Ehm... bue... entiendo, creo... pero aún no me respondes, porqué me dijiste que no me enamoré solo?, qué condiciones son esas que mencionaste?"

Así sin más ya sentado frente a mi, al otro lado del escritorio como quién cierra un negocio, pusó sobre la mesa los términos de su contrato, que podría ser nuestro si yo aceptaba, me dijo que algo como lo que él sentía por mi, que contrariaba tantas cosas que creía de sí mismo no podía ser algo de un día para otro, era algo en lo que comprometerse o mejor no tener nada, me dijo que él arriesgaba muchas cosas, no sólo su reputación y el respeto de "La Empresa" si se enteraban que se encamaba con su joven secretario, sino su familia, que si bien no era la mejor del mundo, era la que tenía y la que no abandonaría bajo ninguna condición, no solo por cuestiones afectivas sino también patrimoniales, pues parte de su fortuna provenía de su conveniente matrimonio. Que él era un hombre y yo un adolescente y eso marcaba una diferencia, estábamos en dos momentos distintos de nuestras vidas y así como él no me pediría comportarme como un adulto yo no podría tratarlo como a un igual, él era mayor, más maduro, con más experiencia y eso merecía respeto y obediencia, así como él estaba obligado a proveerme protección, ternura y educación, enseñarme a tener una relación con un hombre de verdad, cosa que yo ignoraba por completo, y que ese compromiso implicaba renunciar a unas cosas para ganar otras. No sé si me estaba saturando de información y emociones en esa casi una hora que llevábamos allí dentro, así que en fin él decidió resumir las condiciones necesarias para que pudiéramos tener algo.

  • Uno. Si decides dejar que tengamos algo no será algo de una noche o de una semana, será una relación de verdad, durará lo que tenga que durar, pero ambos la viviremos al máximo, tratando de disfrutarla la mayor parte del tiempo.

  • Dos. Eso implica respeto y aceptación del otro, con sus condiciones, yo tengo las mías: una mujer, una casa, unos hijos, una imagen que cuidar, tú no, y por tanto tú no podrás interferir en nada de esto, ni exigirme de forma alguna que rompa mis condiciones de vida, mis obligaciones y mis horarios, mi vida fuera de nuestra relación no será de tu incumbencia y no tendrás potestad para opinar ni reclamar nada. Sin embargo yo sí podré intervenir en la tuya, dado que la empiezas a construir conmigo, sin pasado, y eso me habilita para poner condiciones, como éstas que te estoy diciendo ahora.

  • Tres. Como dije, estamos en momentos diferentes de la vida, yo no estoy para tener una relación adolescente, yo pasé esa etapa hace muchos años, tú no, estás justo en medio de ella, y por tanto mi experiencia debe servirte de guía y orientación, y por tanto debes obedecerme y respetarme como el hombre que soy.

  • Cuatro. Para tener una relación de verdad debe haber disponibilidad, no puedo ir a buscarte a tu casa para salir al cine, comernos un perrocaliente y regresarte antes de las 12. Deberás vivir en mi apartamento, mi apartamento de soltero, que desde ese momento será de los dos y para los dos, únicamente, en mi ausencia nadie sin mi autorización deberá entrar en él, será nuestra casa y en tanto deberás mantenerlo con todas las labores propias para mantener un hogar.

  • Cinco. Deberás guardarme fidelidad absoluta, yo tengo una vida previa, a la que no voy a renunciar, así que no puedo retribuirte de la misma forma, pero tú no tienes excusa, si algún día te quieres largar con otro, estás en todo tu derecho, pero saliendo inmediatamente de mi casa, de mi trabajo y sin volver a verme jamás. Como acotación, te digo que a tu "amiguito" besucón puedes irte olvidando de volver a dirigirle la palabra, nunca más, bajo ningún concepto, en mi presencia o en mi ausencia. Está claro?.

Ya desde que desestimó mi renuncia noté en él una nueva faceta directiva y algo dominante que no conocía, pero ésto era demasiado, por un lado era un sueño la idea de tener una relación "formal" con él, como su amante según me estaba haciendo ver, no solo un revolcón de una noche, pero la discrecionalidad de él sobre mi vida y la falta de retribución al contrario me indignaba, también la oferta de irme de mi casa... cómo? con qué excusa?, qué le diría a mis padres para irme a vivir a otro apartamento en la misma ciudad?, sin pagar nada?, de quién les diría que era?, a cuenta de qué me estaba yendo para allá?, además ese cierto viso de domesticación que dejaba ver en relación a las labores del hogar, si se trataba de limpiar yo podría hacerlo en cualquier sitio donde viviera, pero si quería que le lavara la ropa? o le cocinara?, yo no sabía si estaba dispuesto a hacer cosas así para otro hombre, pero algo en su forma de plantear las cosas me daba la impresión que no estaba negociando conmigo, yo sólo tenía que aceptar el paquete completo o abandonarlo, y en verdad no me sentía con fuerzas para eso, por lo menos no sin haberlo probado antes, aún sabiendo lo difícil que sería cumplir con todas sus condiciones, sometiéndome a su autoridad, viviendo incluso en su propiedad, donde ni eso me sería propio, doblegar mi orgullo para dejarle "educarme" sin tener idea de lo que eso significaba, pero a la par que me contrariaba y a momentos me angustiaba, me sentía tan excitado como nunca antes, parecía ponerme en bandeja de plata y de una sola vez todo lo que en todos estos meses en mayor o menor medida, con mayor o menor nivel de fantasía, me imaginé sobre él, sobre mí y sobre un posible "nosotros".

Siguió hablándome y detallando los vericuetos de estas condiciones, poco a poco en su forma de plantearlos me hacía encontrarles cierta lógica, es decir, no parecía un loco de esos que quería encerrarme y aislarme de mi familia y mis amigos o hacerme renunciar a la universidad y el trabajo, simplemente estaba poniendo los puntos sobre las ies que cualquier hombre maduro pondría en una relación pretendidamente "formal" con un adolescente, así fuera en términos de amantes, para asegurar que todo marchara correctamente y no terminar enredado en uno de estos dramas novelescos que tanto exprimen en la televisión, en el fondo solo pedía de mí obediencia, respeto, fidelidad, disponibilidad y entrega, nada muy distinto a lo que cualquier persona en cualquier pareja exigiría, sin embargo considerando nuestras condiciones, su madurez y mi adolescencia, me parecía razonable que los límites de estos preceptos se corrieran un poco más hacia su lado, para permitirle tener algo más de control e impedir, que con el ímpetu propio de mi juventud, y la ingenuidad y la inocencia que sin duda tenía en muchos aspectos de la vida, pudiera generar situaciones que terminarían lastimándonos o incomodándonos de alguna manera.

Iba cobrando más sentido para mí conforme avanzaba su explicación, él tampoco se mostraba muy interesado en forzarme a aceptar, pero siempre dejando bien claro que los puntos no eran negociables, ninguno de ellos, y que debería aceptarlos todos o ninguno, ante mi curiosa pregunta de "Y qué pasaría si no acepto?, entregarme de esa forma, digo, me echarías?", a lo que salomónicamente me respondió "Claro que no, te aprecio mucho como persona y como secretario como para hacerte algo así, esta es una decisión absolutamente tuya, nada más, pero sin duda ya pasadas tantas cosas y hablados tantos temas algunos cambios deberían hacerse, para nuestro bien, creo que lo más razonable sería pasar a ese estado que te propuse el viernes en la tarde, una sana relación jefe-empleado, laboral, profesional, sin ningún tipo de elemento que pudiera ser malinterpretado, pues alguno de los dos podría acusar al otro por acoso, no es cierto?, respetuosa y colaboradora pero sin espacio de ningún tipo para nada más, nunca más", aunque pretendía calmarme aquella opción me pareció ahora mucho más terrorífica que aquella vez que salí corriendo y llorando de su oficina, sería capaz de aceptar cualquier cosa antes que eso, lo tenía por seguro.

Continué explorando las dimensiones de esa rara especie de contrato que me estaba planteando "Y si aceptara, hipotéticamente claro, cómo se ejecutarían las cosas, sabes que algunas no son tan fáciles, como irme de mi casa, algo tendría que inventar para que mis padres no se preocupen", asentía serenamente con la mirada fija en mis ojos, aún hablando de otros temas no podía olvidar esas dos breves referencias, aunque bastante explícitas, sobre las cosas que se hacía pensando en mi ojos o en mi cara, lo que aún me tenía algo duro en el pantalón, "Entiendo, no te pediría que todo fuera de un día para otro, sería absurdo, después del pacto inicial, todo iría desarrollándose progresivamente, obviamente lo de la mudanza sería lo último, pero en ningún caso debería pasar de los tres meses", algo ansioso por la respuesta que podría obtener pregunté "Eso, del pacto, el pacto inicial, no lo habías mencionado, en qué consiste?", me explicó que todas las relaciones cuando se "formalizan", es decir cuando incorporan un conjunto de normas que dan forma a ese vínculo entre dos personas (o tres en algunos casos), hay un momento inicial, donde el tratado entra en vigencia, algunos más conservadores lo llaman compromiso, pero a él le parecía cursi e innecesario considerando la naturaleza de nuestra relación (que seríamos amantes, a secas, así no lo mencionara), así que dijo lo del pacto por ponerle un nombre, pero no representa nada más que eso, la entrada en vigencia de estas nuevas normas y el inicio de los plazos para que la última condición se concretase, mi mudanza definitiva al que ya entonces sería "nuestro" apartamento, según me decía.

Con toda esta palabrería algo importante estaba quedando por fuera, coño!, si estábamos metidos en todo esto única y exclusivamente porque teníamos unas ganas locas de cojernos, que ahora ya estaba reconfirmado que eran mutuas, y de repente había un montón de normas y plazos por todos lados, yo sabía que lo sexual no se le podía haber pasado por debajo de la mesa, y menos con esas pequeñas perlitas que me lanzó refiriéndose a qué nivel se excitaba pensando en mí, pero realmente con tanta información y sobre todo tanta indecisión me sentí incapaz de preguntarle lo que seguro sería la parte más densa, él pareció notar mi embotamiento, me dijo que por favor me fuera a mi casa a descansar, que no tenía que darle una respuesta inmediatamente pero que el viernes a la hora de salida del trabajo ya debía darle un respuesta, pues no sería adecuado mantener esa especie de "limbo" vincular en el que estábamos, haciendo alusión a mis dos opciones: entrega total o desapego total, ambas posibilidades torturándome y angustiándome a diferentes intensidades y por motivos distintos. También me dijo que a partir de ese momento la única norma que entraba en vigencia (independientemente de que aceptara o no su propuesta), por lo que la tomé más como una orden jerárquica, era la de la completa exclusión del que él llamó mi "amigo besucón" de mi registro relacional, simplemente debía hacer como si no existiera para mí, como si se lo hubiera tragado la tierra, lo que me parecía un poco difícil por lo menos si se me acercaba para saludar o para conversar, pero el tono de mi jefe en este particular me hacía sentir que era la más estricta de todas las reglas, la más inviolable, sin duda le había molestado mucho haber presenciado lo que presenció, por leve, repentino y apresurado que haya sido ese beso.

El resto de la semana pasó en una tensa calma extrañamente productiva, trabajamos mucho y eficientemente aún cuando era más que obvio que ninguno de los dos dejaba de pensar en nuestra charla del lunes, nunca más hizo referencia a eso y obviamente yo tampoco, pero si tuve que cumplir esa primera regla que me había impuesto en contra de mi voluntad, y fue más sencillo de lo que creí, cuando coincidí con mi nuevo objeto de evitación en la sala de café, aún sintiendo mucha pena por mi comportamiento no hice más que mirar hacia otro lado y no saludarlo, él tampoco lo intentó, supongo que supuso que estaba molesto con él por lo del viernes, aunque eso no tendría sentido, pero así me lo haría más fácil, sin embargo si notaba algo de decepción en su expresión, lo que me hacía sentirme un poco culpable, y por primera vez sentir en carne propia una emoción producida directamente por la ejecución de una, la más leve si se quiere, de este combo de "condiciones" que cada vez me sentía más inclinado a aceptar, aunque evité pensar en eso concienzudamente, para no torturarme tanto, prefería que llegara el viernes y cuando ya no tuviera escapatoria decir lo que saliera en ese momento de presión, lo cual seguramente sería la verdad y mi deseo real con respecto a todo eso.

Y así pasó, llegó el día y la hora indicada, aún sin tener una respuesta concientemente tomada el corto trayecto hasta su oficina me sentí tal como un cordero en fila hacia el matadero, aunque tenía dos opciones, algo en mi me decía que ya sabía que iba a hacer, no había posibilidad que eligiera lo otro, no pasaba por mi razonamiento o mi lógica, simplemente debía, necesitaba ceder, lo había deseado tanto y de tantas formas que ya no era algo voluntario, sería ingenuo pensar que sí.

  • "Hola"
  • "Hola"
  • "Ya llegó la hora"
  • "Sí lo sé. Entonces. Te escucho."
  • "Pues... yo, lo pensé mucho, sabes y si bien por un lado es extraño todo este formalismo de las reglas y eso, me he dado cuenta que en el fondo tienen sentido, no me estás exigiendo más que lo que cualquier otra persona le exigiría a su... bueno.. su.. pareja o algo así..."
  • "Amante, ese sería el término apropiado"
  • "Amante, sí amante.. entonces creo que decido aceptar"
  • "Crees que decides aceptar o decides aceptar?"
  • "Cierto, perdón, decido aceptar, acepto, acepto las condiciones que me pusiste, pero lo que más me preocupa es lo de mi casa, yo vivo solo con mi mamá, aún no sé cómo podría irme así, a vivir a otro lado, sobre todo aquí mismo en la ciudad, sin darle explicaciones..."
  • "Eres un chico inteligente, algo se te ocurrirá"- dijo sin hacer mucho caso de mis ansiedades- "Pues, debes saber que esto sólo da paso al pacto inicial, que es la verdadera aceptación, sólo me autoriza para organizarlo, estás de acuerdo?"
  • "Eh... sí claro, pero aún no entiendo bien lo del pacto, en qué consiste?"- dije aún inocentemente
  • "En tu desvirgamiento"- dijo como si nada
  • "Cómo???"
  • "Sí, en tu desvirgamiento, te voy a desvirgar el culo, no es tan complejo"
  • "Pe.. pero.. pero yo.. yo no..."- comenzó a tomarme ese nerviosismo que me hacía gaguear ante él
  • "Vamos a ser amantes cierto?, por una sola razón, porque nos gustamos, porque desde que nos vimos aquel primer día nos las pusimos duras mutuamente, y bueno, así es, el tiempo pasó, se aclaró lo que se tenía que aclarar, se habló lo que se tenía que hablar, y qué mejor forma para sellar un pacto que con la ruptura de tu virginidad?, algo que será trascendental para tí, te lo aseguro, y sin duda lo será también para mí"

Claro lo decía tan tranquilo porque no sería su culo el desvirgado, por supuesto que deseaba ese momento, más que a nada en mi vida, pero el verlo allí, hablando sobre eso primero de una forma tan plana, como si fuera cualquier cosa, aunque sin duda el deseo que se colaba en su voz con cada palabra estaba claro, pero a la vez de una forma tan unilateral, él había decidido que me desvirgaría, y ya, sin consultarme, sin pedirme permiso, al parecer iba a tener que ir acostumbrándome a esa poco democrática y mucho menos participativa forma de tomar decisiones en mi vida de ahora en adelante, ahí si ya me sentí como el pequeño corderito en las fauces del lobo y sólo se me ocurrió preguntar:

  • "Puedo saber... cuando será?"
  • "Este domingo. 7:00 p.m. en nuestro nuevo apartamento"