El Salvaje - 8
- Mi tía II - Mis Primas me pillaron con lo de Trini, y Tía me cazó en todos, absolutamente todos mis líos. Joanna parecía ir por libre y Tía Inés guau que pedazo de mujer
El Salvaje – 8
- Mi tía II -
Tía Inés se quedó con los brazos cruzados y una cara de lo más seria, reconozco que todos los demás estábamos mirándola un poco acojonados, más por ella y su forma de taladrarnos con los ojos que por lo que hubiésemos hecho o dicho en su presencia. Cuando empezó a hablar, fue en primer lugar para mandar a las chicas fuera de allí, concretamente al salón principal. Cuando Trini paso por su lado le dijo que con ella hablaría largo y tendido, vi como esta se ponía un poco pálida y respondía con un sucinto sí. Cuando hubieron salido me soltó en tono seco que la esperase allí para hablar los dos y que no se me ocurriese moverme ni medio metro, luego se dio media vuelta marchándose tras las chicas.
Creo que…, bueno, más correcto sería decir que no sé qué es lo que hablaría con ellas, sin embargo, si sé que mis primas fueron las primeras en desfilar hacia sus habitaciones. Luego que Trini se marchó sola, y que por lo tanto, con Joanna debió de estar hablando como unos cuarenta y cinco minutos en privado, quien por cierto, se volvió hacia donde yo me encontraba asomado, mandándome un guiño de ojo además de despedirse con una sonrisa saludándome con la mano, a lo que respondí a mi vez. Estaba en ello cuando a mi espalda escuche a mi tía…
- Y ahora hablemos tu y yo, “Don Juan”, ¿sabes quién era ese, no? –dijo mi tía a mi espalda con voz de no estar nada contenta.
- Si claro, tía, tú dirás… -repliqué con mi mejor sonrisa-.
- Aurora y Esperanza, por orden cronológico de sucesos, de eso quiero que hablemos… -me miró con ojos fríos y los brazos cruzados.
- ¿De tus dos amigas? –contesté, tratando de ganar tiempo para poder pensar.
- No, de tus dos amantes más bien…, aunque no solo de ellas, porque de Trini, ya lo haremos después…
- ¡Oh!, vaya… -fue lo único que pude decir.
- Sí, eso mismo, ¡Oh vaya…!, bueno… ¿me vas a dar una explicación o no?
- ¿Sobre qué? –estaba en blanco-.
- Mira Iván, te aseguro que hacerte el tonto no te pega, entiendo cada vez más lo diferentes que son las cosas para ti, por eso te lo voy a poner muy facilito. Sé que has estado acostándote tanto con Esperanza, como con Aurora, también sé que primero ha sido con esta y después con Esperanza.
- ¿Y tú como sabes eso? –no pude evitar preguntar, admitiéndolo sin darme cuenta con ello.
- Pues porque hablan Iván, porque las mujeres también queremos presumir ante las amigas cuando podemos. Porque si bien a mí ni me lo van a decir, ni me lo han dicho, sí que lo han hecho con otras. Lo cual al final, ha llegado a mis oídos, donde por según qué cosas que han contado, no me ha resultado muy complicado saber de quién estaban hablando, más aun cuando ya sospechaba algo tuyo con alguna de ellas.
- Dime entonces Tía, ¿quieres saber algo en concreto sobre lo que hice con tus amigas?
- No, sobre eso nada, creo que ya me he enterado incluso de más cosas vuestras de las que quería… Lo cierto si te digo la verdad, es que pese a enfadarme cuando comprendí que hablaban de ti, no pude evitar sentir una punzada de orgullo, ¿sabes?
- ¿Orgullo?, no entiendo…
- Si, orgullo, te pusieron muy bien como hombre en muchos aspectos, no solo el sexual, de hecho por las nubes, y créeme que más de una quiso conocer más sobre ti, pero por lo que ha llegado hasta mí, no han soltado prenda… perdón, no han dicho de quien se trataba el “yogurin”…
- ¿Yogurin?... no… -si tía me cortó suspirando.
- Se refiere a un hombre muy joven con respecto a una mujer madura como yo o mis amigas. Iván, no te voy a decir que dejes de verlas o tratar de imponértelo, porque me empiezo a dar cuenta de que sería contraproducente hacerlo así, ya que no entenderías el motivo de ello, aunque creo que si eres consciente del hecho de que Aurora está casada. Pero si me gustaría pedirte, que por favor, tratases de centrarte en chicas de tu edad…
- Evitando a las amigas de mis primas como Trini por ejemplo, ¿no?
- Si, a ser posible si, pero únicamente en chicas de tu edad, lo de Trini ha sido una pésima idea, casi peor aún que la de Aurora. Eso solo será foco de fricciones y tensiones con tus primas, tanto para ti como para ellas, e incluso podrías llegar a afectar la amistad dentro del grupo. Ahí el tema sexo es bastante complejo porque se mezcla mucho con las relaciones personales, y no necesariamente solo las de pareja o las de amor, para que me entiendas…
- Vaya… no sabía yo… -dije un poco confundido.
- No, supongo que no. Sabes Iván… cada vez me doy más cuenta de cómo eres de diferente, de hasta qué punto tu educación es distinta en según qué cosas, y en el asunto de las relaciones “amorosas” con las sexuales, más que en ningún otro… -me puso una mano en el muslo al decírmelo y luego lo apretó con cariño.
- Si, bueno, de eso también yo me he dado cuenta, no entiendo la mitad de las cosas que ocurren a mi alrededor –dije desviando la mirada-.
- Bueno, eso tendría fácil arreglo si quisieses, puedes acudir a mi cuando lo desees para que hablemos, prometo no juzgarte y tan solo darte consejos. Me estoy dando cuenta también de que eres bastante maduro para la edad que tienes, mucho más que cualquiera de las cabras locas de tus primas o sus amigos, con alguna excepción quizá…
- ¿Te refieres a Joanna? –pregunté, más que nada dejándome llevar por mi “sexto sentido”. Mi tía se quedó mirándome fijamente.
- Sí, me refería a Joanna y a Julián. Sé también que eres consciente de lo que pasa realmente entre los dos, y aunque no lo sé de cierto, por la conversación que he tenido antes con ella, me imagino que entre ambos ha ocurrido alguna cosa…
- Tía, te aseguro que no hemos engañado a nadie… -alzo la mano para que me callase.
- No he dicho eso, doy por supuesto que Julián conoce lo que haya ocurrido, no sé qué problema tendría Joanna para esconderse en ese chico, pero está claro que ya no existe…
- No entiendo… -repliqué sorprendido por el comentario.
- Iván, cuando crezcas, quizá logres comprender a las mujeres y lo que decimos muchas veces sin llegar a hablarlo, o puede que nunca lo consigas, pero te aseguro que en esos minutos que he hablado con ella, me ha dicho mucho más de lo que pretendía…
- Te refieres a decir sin decirlo, ¿justo como tú ahora?
- ¿Cómo yo?, no entiendo
- Si, que me estás hablando de todo esto de las relaciones y lo que es o no aconsejable en los demás, pero que sin embargo, te mueres de ganas por estar conmigo como estuve con Aurora y Esperanza… -al ver su reacción me defendí al instante-. Bueno, eso es lo que me está indicando tu cuerpo y la forma de moverte o gesticular… -y al ver la cara que poco a poco empezaba a poner, reculé-, perdona no quise ofenderte tía, lo siento, no… creo que no se ni lo que digo, disculpa….
Se sobresaltó en un principio, pero cuando me “expliqué”, de inmediato su cara se transfiguró en una mueca de enojo, de mala leche concentrada… Sus dedos parecieron tamborilear sobre la mesa mientras sus labios se endurecían y sus ojos se clavaban en los míos como dos lanzas chisporroteando fuego, que fue cuando trate de recular como pude y lo más rápidamente posible. No obstante, sí que note una especie de leve vacilación en ella cuando me escuchó, algo nada acorde con su reacción posterior, cuando dije aquello sobre estar conmigo. Obvio que era muy aventurado pensar que de verdad quisiese algo sabiendo cómo se veían esas cosas por allí, pero esa sensación perduro pese al más que obvio cabreo de su parte, era como si su cuerpo estuviese tratando de decírmelo entre todos aquellos síntomas de su evidente enfado por lo que acababa de decirle.
Durante el resto de la semana, y toda la siguiente, incluyendo los sábados de ambos fines de semana que salí por ahí con mis primas y sus amigos, la situación en casa o con alguna gente se volvió de lo más extraña. Por un lado, tanto Aurora como Esperanza empezaron a tratar de evitarme, cuando coincidíamos en algún sitio, saludaban con cariño, pero de repente parecían recordar que importantísimos asuntos las reclamaban en otro lugar, y a ser posible, cuanto más lejos de mí, mejor. También pasó igual con Trini, que más o menos me vino a decir el primer día que me acerque a saludarla como siempre, que lo nuestro estuvo muy bien, pero que solo fue sexo sin compromiso. No os digo como me quedé con todo eso, cuando yo tan solo me había acercado a decirle un buenas noches, ya que era el primer día que nos juntamos ambos tras lo de mi tía.
En esos fines de semana, concretamente el segundo que salí con todos, el domingo mí Tía y mis primas se fueron a centro de compras a unos grandes almacenes, yo preferí quedarme en casa. Ese día tuve el tercer encontronazo y definitivo con el imbécil de mi tío, sin embargo en esta ocasión tuvo mala suerte al elegir el momento de hacer su entrada estelar en la casa. Yo estaba sentado en la cocina, apoyado en la isla, usando una pequeña piedra de amolar que me traje de Madagascar y que usaba para mantener adecuadamente afilado mi cuchillo en todo momento. Eso era algo que hacia cuando estaba cabreado, en cierto modo el sonido del metal contra la piedra parecía calmarme, y mi tía me dijo desde el primer día que lo hiciese únicamente en la cocina.
Si tengo que decir la verdad, no sé exactamente como fue todo porque lo cierto es que no pensé, únicamente reaccione. Basicamente, mi tío entró, volvió a insultarme, y sin mediar respuesta por mi parte directamente le pegue una patada en el estómago, provocando que se cayese redondo al suelo bocabajo con las manos sujetándose las tripas. Antes de que pudiese reaccionar ya me tenía sentado sobre su espalda, me vi con una de mis manos tirando de su pelo hacia arriba para obligarle a exponer el cuello, y mi otra mano manteniendo mi cuchillo con su punta contra el suelo ante sus ojos, con el filo situado en su dirección.
- Mira Tío, te lo voy a poner muy facilito para que lo entiendas de una vez. Como siempre que me ves bien dices, soy un Salvaje, de modo que no creo sorprenderte si te digo que no tengo el menor problema en cortarle el cuello a un hombre… Por eso mismo, te sugiero que cuando pises esta casa; primero llames a la puerta, segundo pidas permiso para entrar y tercero, no le faltes el respeto a nadie… Si vuelves a saltarte una de esas tres premisas, voy a degollarte tal y como lo haría con un cerdo o un antílope antes de despellejarle para asarlo… ¿He sido lo bastante claro y especifico con lo que te voy a hacer?
- Si… si… si… ya me voy… -vi meridianamente claro que en cuanto se marchase haría alguna estupidez, por lo que decidí aclararle más aun los términos de nuestro “acuerdo”.
- Por cierto Tío, esto nunca ha ocurrido, no le dirás nada a nadie, porque solo sería tu palabra contra la mía. Hazte a la idea de que dado como tú te comportas habitualmente, y como lo hago yo, es muy fácil que a quien crean de los dos sea a mí. Pero si pese a todo, por ello me causas problemas, me ocupare de que nunca más lo hagas, te cortaría la lengua a la primera oportunidad de cogerte a solas. Así no volverás a decir nada sobre mi… ¿Lo tienes claro también?
- Sí, no diré nada, te lo prometo… pero déjame marchar… no… no diré nada…
Tras esto no dije nada más, me levante de su espalda apartándome con cuidado de él, siempre sin darle la espalda y sin dejar de juguetear con el cuchillo. Se levantó con cuidado de no hacer movimientos bruscos, vi que tenía toda su entrepierna mojada y que en el lugar en que estaba había un charco de orines. Cuando abrió la corredera del jardín echo a correr en dirección a la salida sin volver ni una sola vez la cabeza hacia atrás. Debo de reseñar que no dijo nada a nadie y que a mi tío lo he visto en ocasiones contadas después de esto, incluso me sobrarían dedos en una mano para contarlas. No pondré mi mano en el fuego, pero creo que me evita como si tuviese algún tipo de enfermedad contagiosa o algo así. A veces incluso pienso que me tiene miedo.
Otro caso muy diferente entre las amigas de mis primas era Joanna, que contra lo que ocurria con las demás, especialmente Trini, no solo no me evitaba, sino que parecía complacerse en acompañarme a donde fuese cuando nos encontrábamos, y que contra mas parecía joder eso a mis primas, más insistía ella. Recuerdo el segundo sábado en uno de los locales a los que entramos esa noche a divertirnos, cuando Joanna se colgó de mi brazo mientras me contaba una anécdota de su clase y como nos reíamos los dos juntos juntando las cabezas en plan cómplices. Fue entonces cuando llego a nuestra altura Begoña y soltó una de las suyas con toda la mala baba del mundo. Yo la verdad es que no cogí lo que mi prima dijo, pero supongo que será bastante malo por como contesto Joanna, su cara, su expresión corporal, su tono de voz, su... todo en general. Verla me recordó a una leona enfadada, defendiéndose de una intrusa, soltando un zarpazo, con visos de ser letal si alcanza el blanco. Es mas, creo que fue la primera vez que vi replegar velas a mi prima Begoña.
Sofía podía ser más tratable con los demás cuando estaba enfadada o encabronada por o con algo, pero Bego no, ni de coña. Bego en ese estado era como un tanque, arrasándolo todo a su paso, pasando por encima de quien fuese... excepto en esta ocasión, en que como digo la vi replegar velas ante Joanna. Si con sus amigas se comportaban como centinelas, procurando que no estuviesen mucho tiempo a mi lado o que tontearan conmigo, a mí me tenían bajo una más que severa vigilancia por parte de ambas. Quizá si no hubiese estado completamente centrado en la situación con mi tía, que ya os contare en un momento, me habría dado cuenta también de las sutiles maniobras de cerco que llevaban a cabo mis dos adorables parientes sobre mí y que Joanna parecía tener un especial interés en pasarse por las narices.
Para terminar la semana de locura, mi tía Inés, aquí sí que reconozco mi inoperancia total en todos los sentidos que alguien se pudiese imaginar siquiera. Si bien para mí era como una especie de libro abierto, por el contrario no había quien pareciese entender el galimatías de señales entrecruzadas que enviaba en cuanto me tenía a la vista en casa. Por un lado tenía meridianamente claro que aún no se le había olvidado ni un poquito tan solo de lo mío con sus dos amigas, cada vez que ponía sus ojos sobre mí fruncía el ceño y apretaba los labios con un claro gesto de enfado. Pero por contra a ese cabreo, también podía divisar en su comportamiento un cierto comportamiento malsano tanto en gestos como en ciertas miradas hacia mí, por decirlo suavemente. Estaba muy claro que me deseaba aunque tratara de reprimirlo, el problema definitivo con ello, es que por mi parte, me encontré deseándola también a ella con la misma intensidad, me empezaba a empalmar con solo mirarla... y todas esas señales entrecruzadas de su parte, no ayudaban en nada.
Ese último domingo, justo después de cenar, decidí darme una ducha, yo siempre usaba el servicio que había junto a mi dormitorio, había terminado y estaba secándome la cabeza ante el espejo del armarito, completamente desnudo, con la polla totalmente morcillona. En el espejo pude ver algo que "me caló", mi tía me estaba observando por la puerta levemente entreabierta, en su cara, en sus ojos, en su misma expresión pude observar algo que ya había visto antes, pero únicamente aquí, en las personas de Esperanza, Aurora y Trini. Mi tía me estaba mirando con deseo, con un gesto de absoluta lascivia en su cara... mi polla reacciono casi al instante de observar eso, poniéndose completamente erecta, después de eso, tía Inés empezó a morderse el labio inferior y a enturbiársele los ojos, marchándose tan solo segundos después, justo en el momento en que hice intención de retirar la toalla de mi cabeza.
Esta era justo de las cosas que no lograba entender bien, no alcanzaba a comprender esta dualidad de comportamientos tan extremos, pasar en segundos del enfado y el escándalo, al deseo más desenfrenado por esa mismo persona. Pero especialmente, como cuando en este caso era mi tía Inés, alguien muy cercana y de la familia, quien además me imponía todo lo contrario a lo que yo veía en ella. En mis primas casi podía intuir algo semejante, pero en Tía Inés, ese día, el del baño, me exploto en la cara como algo casi doloroso por su parte, y francamente, me dejo muy desconcertado, especialmente, porque ya sabía por mí, que si quería, yo no tendría el menor problema en estar íntimamente con ella. Entended mi desconcierto, por un lado mi madre me había "explicado detenidamente" que esto entre familiares por aquí estaba muy mal visto, pero por otro, me había criado viéndolo prácticamente en todos los lugares donde había crecido, pequeñas aldeas muy aisladas donde por la endogamia generada por la escasa población, las relaciones entre familiares estaba muy arraigada. Entendía que mi madre tuviese razón, pero no el motivo, cuando tenía muy claro en ese momento que ambos lo deseábamos como era el caso mío y de mi tía, especialmente con todos los medios a nuestro alcance para evitar los principales “peligros” que según ellos existían en este tipo de relaciones, embarazos, hijos no sanos, problemas de consanguineidad, etc...
Digamos que la sensación que tenía era como de una señal indicándome un mismo destino en dos direcciones opuestas, mientras este se encontraba frente a mí, ante mis mismos ojos... no entendía absolutamente nada de nada. En circunstancias normales, o como suelo decir, al principio de llegar, quizá hubiese recurrido a mis padres al sentirme tan desconcertado como estaba. Pero en esta situación concreta, a todo el tiempo que ya llevaba aquí, además se daba el hecho de que el "no" a las relaciones sexuales familiares que me dijo mi madre, fue uno de esos que ni mi padre se atrevía siquiera a cuestionar, no digamos ya a tratar de discutirlo, eran esos "no" que con mi madre solo quedaba obedecer por la cuenta que te traía, porque como te enganchase haciendo caso omiso… temblabas. Quizá fuese así si preguntaba, o quizá no, pero era un riesgo que no estaba dispuesto a correr de ninguna forma conociéndola como la conocía... La solución que veía quizá como más factible para mi forma de ser, era hablarlo directamente con mi tía Inés a las claras y preguntarle a ella, pero eso sí, también tenía clarísimo gracias a todo lo que llevaba observado en este tiempo, que algo semejante debía de ser hecho a solas, sin la presencia de nadie por lo que pudiese pasar... bueno, o malo.
Mientras esperaba con ganas esta conversación con mi tía, y que se produjo ese mismo miércoles, las cosas con mis primas empezaban a tomar también un cariz peliagudo, y esta vez, por causa de la buena de Joanna, a la que veía como una buena amiga con la que había follado por echarle una mano con un problema, o eso me gustaba creerme a mí. El caso es que el lunes cuando me "acompañó" en ese par de horas entre clases, me dio la noticia de que rompería con Alberto en breve. Según me contó, este había logrado que para el siguiente semestre sus padres le dejasen ir a la universidad en Galicia, donde también estaría el chico con el que en secreto y cubierto por Joanna, estaba saliendo desde hacía, según ella, unos meses.
El problema es que Joanna se mostró muy cariñosa, en plan amiga según ella, confieso que a mí no me extraño, pues también era muy de abrazar a los del grupo. El problema por lo que deduje del mosqueo de mis primas, es que por lo visto, a ninguna de las dos cuando nos vieron, les pareció precisamente un abrazo de colegas. Debo de señalar que yo, en todo momento lo hice con Joanna con la misma intensidad y energía con que ella me abrazaba a mí. Bego y Sofía llegaron al galope exigiendo que nos separásemos, por toda respuesta Joanna se limitó a hacerlo aún más fuerte, pero si antes estábamos solo tomados por la cintura mientras ella apoyaba su cabeza sobre mi pecho, ahora se movió para subirse sobre mis piernas, sentarse, frotar su mejilla contra mí como si fuese una gatita y pegarse a mi como una lapa.
Pero lo más grave no fue eso, os juro por lo que queráis que yo no me excite tan solo por el mero hecho de tener a una tía buenísima, con un culo de infarto y que hubiera colocado este justo sobre mi polla, que no, no fue así. El problema vino porque ella empezó a moverse, frotarse o algo parecido, y mi polla despertó por su cuenta… Joanna soltó un gemidito al sentirla y en voz alta en los mismos morros de mis primas, me dijo con todo el morro “que era esa cosa tan dura que se sentía la barra que le había colocado en el culo”… Incluso yo que no me enteraba de nada habitualmente la cogí a la primera, poniéndome algo pálido ante las caritas de Bego y Sofía, pero antes de que explotaran las dos, Joanna se levantó, me dio un piquito en los labios y nos soltó un “chao” haciendo a la vez un gesto de despedida con la mano, dejándome allí solo con esas dos energúmenas con cara de querer matarme.
El caso es que la situación con ambas se volvió de lo más tensa, aunque para mi sorpresa y más en su estado, no me dijeron nada de nada. Considere que en bastantes líos me estaba metiendo ya, por lo que opte en los siguientes días por salir de clases y en cuanto pudiese irme a toda prisa a casa para esquivarlas a todas ellas. Antes de eso, solía darme una vuelta con la moto, me gustaba conducirla por la carretera sin un rumbo fijo, solo por el placer de hacer kilómetros. Ahora sin embargo, preferí "enclaustrarme" en casa, no quería problemas o preguntas malintencionadas de mis primas o con mi tía sobre ese tiempo en que “desaparecía”. El caso es que esta decisión sin yo saberlo, resultaría decisiva para mí, ya que el miércoles cuando llegué, me cambie y apenas terminar de hacerlo entro mi tía en casa, marchándose directa a su habitación, dejando el coche en la entrada junto a la puerta, ni siquiera lo había acercado al garaje. Confieso que apenas cinco o seis minutos después de que mi tía entrase, al asomarme a la ventana y ver allí el coche aparcado aun, me preocupo un poco.
No dude un instante en buscarla por toda la casa, pero en mi caso se dio una particularidad que sin duda también ayudo a mi favor, en contra de las costumbre que por lo visto aquí es habitual, de buscar a alguien a voces, yo lo hice en completo silencio y como aquel que dice, sin hacer el mas mínimo ruido, creo que lo hice casi como un cazador tras su presa. Me la encontré tumbada sobre la cama bocabajo, en bragas y sostén como única ropa, y con lo que me pareció una pequeña toalla mojada sobre su hombro izquierdo. Me moví nuevamente sin hacer el menor ruido y gracias a eso pude ver su cara, estaba con los ojos cerrados, con un rictus de dolor cruzando su cara mientras con su mano apretaba la toalla. Me senté a su lado sobresaltándola un poco, mientras con cuidado sujetaba su mano con una de las mías y con la otra, retiraba el paño a la vez que la interpelaba...
- ¿Tía, que te pasa en el hombro? ¿Te duele mucho?
- No Iván, estoy bien, y por favor, vete a tu cuarto para que me pueda vestir, que estoy casi desnuda.... ¡¡venga, vete!!
- No tía, no me voy a ir, está claro que te duele, déjame ver un momento... -pase con suavidad las yemas de mis dedos sobre su hombro.
- Vale, deja ya de tocarme y vete -dijo con voz enojada tratando de levantarse mientras con una mano la mantenía quieta mientras "tocaba" con la otra.
- ¡¡Ahhh!!, ya se, vale... espera un segundo... -puse ambas manos sobre su hombro en una posición determinada, después hice presión sonando un chasquido en su articulación y un grito de dolor escapando de sus labios-. Eso es, ahora... ¿mejor tía?.
Mi tía fue a decir algo enfadada, pero al reincorporarse cuando deje de sujetarla contra la cama, se quedó parada a medio camino de levantarse, de pronto se llevó una mano al hombro dolorido, empezando a moverlo con cierta precaución, como asombrada con algo...
- Vaya, noto algunas molestias y todavía duele un poco al moverlo, pero... Buffff, esto es casi la gloria... aunque lo que hiciste me dolió. Tú y yo tenemos que hablar con más calma -dijo, dejando claro que ella era quien mandaba allí-. ¿Se puede saber qué es lo que me has hecho? -me pregunto interesada.
- Un pequeño truco que aprendí en propia piel con mi propio hombro una vez que me lo disloqué... aunque tú no habías llegado aún a ese extremo -dije estremeciéndome, recordando cuando me lo enseñaron, lo serio que se puso todo y lo que me costó aprenderlo.
- ¿Qué fue, en alguna de esas tribus, algún curandero o algo así supongo, no?
- Pues no tía, en realidad fue mi padre quien me enseñó tras colocarme el hombro de una dislocación. Mi madre tenía un par de contracturas o algo así que se le reproducían cada dos por tres en el hombro, y me toco aprender para atenderla cuando papa estaba fuera.
- Vaya, no me lo hubiese imaginado… tu padre…
- Sí, mi padre es un experto en, como él dice, colocar los músculos o tendones en su sitio… -me reí-. Especialmente porque mama se pone de mal humor cuando la duelen, y ahora tía, si sigues tumbada podría continuar con esto, aunque te dolerá un poco, que te conste… Eso sí, te dejare como nueva.
Mi tía se volvió a recostar otra vez, aunque la notaba bastante reacia a esto. Supongo que en su decisión lo que al final la hizo aceptar mi oferta, fue que en ese momento ya podía mover con cierta libertad su hombro sin que le doliese, aunque mantuviese un poco las molestias en él. El caso es que me senté sobre sus muslos, centrándome por completo en su hombro y espalda, pero pese a ello, no pude evitar que mi polla se empalmase con la situación, pues reconozco que por algún motivo, no podía evitar el desear a mi tía al verla en el modo en que estaría para mí. Tampoco me ayudó mucho el hecho de que a los cinco minutos mi tía lanzase algún que otro gemidito por el masaje, sin contar con que en su braguita podía empezar a distinguir si me fijaba un poco, como comenzaba a marcarse cierta humedad en cantidades preocupantes sin duda para la interesada. Vamos, que mi tía estaba cachonda conmigo o puede que incluso ya de antes, y todo ese masaje le había hecho subir la libido por completo. Considere que quizá, ese fuese un buen momento para la "conversación"...
Durante el masaje reconocí por casualidad algo que el anciano que me adiestro en el sexo me dijo, y es que todo el mundo tiene al menos un punto concreto en que las caricias provocan que si están tratando de resistirse cedan a la mínima presión sobre ellos o ellas cuando tienen ganas. En el caso de mi tía, ese punto, por lo que pude descubrir en la masaje, se encontraba de seguro en su nuca, justo en el punto de nacimiento del pelo en la misma. Un par de caricias en esa zona le procuraron a mi tía el que de su boca escapasen un par de gemiditos que trato velozmente de reprimir y que la piel se le erizase. Fue entonces cuando aproveche el momento para tratar de hablar
- Tía, ¿te importa que te haga algunas preguntas?
- No claro, adelante -contesto soltando un nuevo suspiro por mis continuas caricias sobre su nuca.
- Veras, es sobre todo lo que ha pasado últimamente.
- Sigue...
- Veras, por lo que he visto, por aquí, la gente en general no le suele contar según que cosas, y sobre otras suele mentir directamente, ya sabes a que me refiero...
- Sí, eso te lo admito y ahora explícate de una vez.
- Veras se trata de esto de ahora tía, yo me muero de ganas de tenerte, mientras que a ti te pasa exactamente igual conmigo, ambos tenemos ganas, sin embargo aquí estamos, negándolo.
- ¿Y que se supone que deberíamos de hacer según tú? -me replicó mi tía sobresaltada mientras se medió erguía sujetándose el sostén con una mano para mirarme.
- Pues creo que aceptar, al menos entre nosotros, que nos deseamos mutuamente.
- No sabes lo que dices... -se volvió con intención de levantarse, pero la convencí no se bien ni como, de que me permitiese seguir con el masaje, solo que esta vez, yo no estaba dispuesto a que se terminase de este modo.
Cuando mi tía se volvió a tumbar tras convencerla de ello, note que volvía a estar nuevamente un poco tensa y sobretodo, alerta conmigo. Recupere el ritmo del masaje de nuevo, solo que esta vez aproveche todo lo que estaba a mi favor para modificar levemente mis masajes, abusar un poco más de su nuca y calentarla gracias al contacto de nuestros cuerpos a la vez que trataba que se adormilase un poco, puse en juego todo lo que me enseñaron para “forzar” a una “hembra” a despertarles el desear tener sexo. Me llevó casi quince minutos volver a relajarla de nuevo, poco a poco fui avanzando más y más con ella haciendo en parte un verdadero masaje. Mientras que mis manos estaban trabajándole los músculos, a cada vez que pasaba acariciándole la nuca, mi polla estaba tallándola cada vez más descaradamente entre los cachetes de su culito. Lo cierto es que cuando empecé con esto último hizo aun dos amagos de intento de cancelar nuestra "reunión", pero su propio cuerpo la dejo sin fuerzas ante las caricias cada vez más descaradas, especialmente cuando sobre su nuca, su punto débil, empezó a entrar en acción mi lengua...
En un momento dado, cuando lo considere oportuno, sustituí mis manos en su nuca por mi lengua y mis labios, usando estas para empezar a quitarme mi ropa, mientras de boca de mi tía al sentir el cambio, escapo un tenue "nooo, por favor, no sigas, noooo auhhhhh" seguido de un suave gemido de placer. En esos instantes mi tía únicamente contaba como toda protección contra mí con su braguita, la cual estaba completamente empapada sobre su sexo, dejando claro de ese modo a que grado de excitación se estaba viendo sometida por mis maniobras. Su último error ese día fue tratar de darse la vuelta para intentar de ese modo frenar lo que ya era imparable para ninguno de los dos. Para lograr hacerlo, uso sus piernas como palancas con el fin de echarme hacia atrás por la fuerza, luego trató de girar su cuerpo completo mientras que con al menos uno de sus brazos se intentaba tapar los pechos con el sostén desabrochado. Aprovechando su giro de cintura y el que me empujaba hacia sus pies alzándose a la vez, use su propio movimiento de defensa para deshacerme de sus braguitas. Cosa que conseguí, o al menos, logré que una de las dos piernas saliese de ellas, dejándolas enganchadas en la pantorrilla de la otra, con el paso franco hacia su coñito.
Otro efecto de su movimiento fue el que cuando por fin me hecho hacia abajo usando la fuerza de sus piernas, sin darse cuenta me permitió situarme entre estas y meter mis hombros bajo ellas. Creo que pensó que simplemente trataba de aprovechar para intentar follármela, especialmente cuando sus bragas dejaron de ser una barrera eficaz para su coño. El punto del caso es que continuo tratando de que me bajase hacia abajo más todavía para evitar ese peligro, pero sin darse cuenta, quedo expuesta a mi "efectividad" oral como ya había empezado a denominar lo que podía hacer con mi boca y manos. La primera noticia de su error la tuvo cuando mis brazos rodearon sus muslos atrapándolos contra mis hombros, obligándola a permanecer abiertos ante mi cara. En cuanto mis labios y mi lengua estuvieron en plena posesión de hacer lo que quisiese con su coño, los puse de inmediato en marcha. Ahí fue cuando empezó a retorcerse de placer en cuestión de pocos segundos… Tía Inés estaba muy, muy caliente y en unos pocos segundos quedo completamente en mis manos... o en mi lengua… como mejor veais…
CONTINUARA