El Salvaje - 5
- El grupo de mis primas II Ayudo a Joanna a superar su problema, sin ser consciente en esos instantes de lo que esta acción me iba a suponer a largo plazo
El Salvaje – 5
- El grupo de mis primas II -
Joanna y yo nos fuimos directos a la habitación, empezamos a desnudarnos, o más bien yo, ella simplemente se quitó el tanga y los botines, para luego tumbarse en la cama sin quitarme ojo. Lo primero que libere fueron los pantalones, luego calcetines y bóxer, dejando mi polla libre y ya completamente erecta. No tengo ningún señor pollón, es más bien normalita, pero sí bastante gruesa, al dejarla visible quería que se acostumbrase a verla, y sinceramente, por la cara que puso, solo le faltó decir que las había visto mucho más grandes o que no era gran cosa… Menos mal que eso es algo que por fortuna a mí no me afecta pues me las han hecho pasar peores, pero que con cualquier otro podía haber terminado ahí mismo con todo.
Cuando terminé de desnudarme y ella se “preparó” para recibirme, fue cuando realmente me di cuenta de lo complicado que lo tenía con Joanna. Se había tendido en la cama de espaldas, había doblado la almohada para poder tener en alto la cabeza y mirar con cierta comodidad hacia abajo para ver que hacia yo; pero eso no era lo peor, sino que se había limitado a abrirse de piernas para esperar que empezase, como si fuese una especie de mago, brujo o no sabría cómo definirlo. Una especie de “venga, que aquí tienes mi coño, empieza a trabajar para darme placer…”. Me prepare para comenzar, empezando por recordar todo lo que me habían enseñado, y creedme que tarde poco en saber que jamás me había encontrado en una semejante…
Me tumbé desnudo a su lado, lo primero que quise comprobar era como reaccionaria ante mí, y me lo dejo de lo más clarito. Acaricie el interior de uno de sus muslos cerca del vértice de su entrepierna, y ambas se cerraron como si fuesen un cepo sobre mi mano, atrapándomela. No dije ni media palabra, únicamente me quede mirándola fijamente, sonrojada me pidió disculpas y poco a poco, con apreciable esfuerzo por su parte, volvió a abrirlas de nuevo. Tomándola por sorpresa, le di un suave beso en los labios, susurrándole luego al oído que estuviese tranquila, que no haría nada que ella no estuviese dispuesta a hacer… cuando me retiré me miraba sorprendida, y olvidándose de pronto de donde estábamos o en qué situación…
- ¿Qué es eso de que no me harás nada que yo no quiera? Creía que… -la silencie con un dedo sobre sus labios.
- Te aseguro que cuando los dos follemos, será porque tú misma me lo pidas… pero deseándolo de verdad, con ganas de ello sinceras… Lo único, es que me tendrás que permitir jugar contigo y que trates de dejarte llevar en cuento sientas que algo te gusta… ¿lo intentaras Joy?
- ¿Joy? –me sonrió-.
- Eso es, Joy… Joanna es muy largo… Joy es más cortito… más cariñoso… más juguetón… más pícaro… -le empecé a besar los hombros mientras se lo decía.
Empezó a reírse con mis besos, en realidad se los di de forma que provocaran eso precisamente, con ellos no quería excitarla, sino hacerla cosquillas, provocar que se riese, que se olvidase un poco, que entrase en mi juego. Mientras hacia todo esto, no paraba de tratar de recordar que me dijo el anciano sobre esta situación, porque estaba seguro que algo me contó, pero no terminaba de capturarlo, era como por aquí se dice, tenerlo en la punta de la lengua pero sin lograr alcanzarlo…
Me centré en besarla, lamerla, acariciarla, repase casi todo su cuerpo por completo con mi lengua. Si no se hubiese duchado desde luego la hubiese limpiado yo, incluso los dedos de sus pies tuvieron también su ración de atención, sus gemelos, sus muslos, las corvas de sus rodillas, los brazos, codos, muñecas, cuello, orejas, nariz, frente, mejillas… Por supuesto también sus pechos, estomago, sexo e incluso le lamí con gusto el culito, profundizando un poco con mi lengua, y nada de nada, Joanna seguía tan “seca” como al inicio de empezar, y durante todo este tiempo, mientras la lamia, no dejaba de tratar de recordar lo que me dijo el dichoso anciano. Lo recordé de golpe cuando ya estaba casi decidido a tratar de usar algo más drástico que las caricias, le pegué a Joanna un suave mordisquito en el cuello y después otro en la barbilla, emitió un leve gemido de placer al sentirlos… El primer buen síntoma fue ese gemido, el segundo sus pezones, que sin endurecerse completamente, sí que mostraron un pequeño cambio, pero muy significativo…
Lo que el anciano me dijo y acababa de recordar, es que toda mujer tiene siempre un punto débil al cual no puede resistirse, pero que cada una tiene el suyo propio. Me explico que esa es precisamente la una puerta de entrada segura a conseguir que empezase a reaccionar, después simplemente había que hacerla disfrutar y daba igual como fuese, solo importaba que lo disfrutase, obviamente, he “traducido” lo que me dijo. Sustituí los besos y las caricias de mi lengua por leves mordisquitos, fui probando como reaccionaba recorriendo su cuerpo dándole los suaves mordisquitos. Descubrí que si bien era vulnerable a ellos en el cuello, mentón y hombros…, justo en la zona donde está la unión del cuello y el hombro, cuando la mordisqueabas se estremecía de placer, pero si a la vez que aprisionabas con los dientes, usabas la lengua, entonces se volvía completamente loca. En cuestión de treinta segundos de trabajarme esos puntos, había conseguido que gimiese y que sus pezones pareciesen dos pequeños puñales por lo duros que estaban. Desde ese mismo instante, también se convirtieron en zonas que atacar con la lengua pues al probar otra vez, observe que en esta ocasión mandaban sensaciones placenteras que le gustaban y estremecían... Su sexo estaba empezando a reaccionar poco a poco, pero ni con mucho estaba aún lista…
Aun tarde cuarenta minutos de caricias en poder bajarme a su coñito para usar mi lengua, durante los casi diez minutos anteriores estuve ocupado con su estómago y la cara interior de sus muslos, haciéndola disfrutar de mis caricias, pero sin acercarme a su sexo ni una sola vez hasta que considere que era el momento. Cuando lo hice fue cuando empezó a estar de verdad completamente lubricado y su clítoris reaccionando, de hecho, fue sobre este directamente sobre lo que me centré desde el primer instante… A los veinte segundos de estar ocupado con mi lengua sobre su pepitilla, sus manos se cerraron sobre mi cabeza, sus caderas trataron de alzarse contra mí y de su boca salió un grito…
- Siiiii… sigueeeee… no pareesssss joderrrrr… no paresssss por diooooossssss… no paressssssss…
- Ahhhhh… me vas a matar cabronnnnnnnn… me vas a matarrrrr…
- Uhhhhhmmmmmm… me muerooooooo… me mmuuuuu… eroooooo… esto es incr… eibleeeeeeee… -termino entre dientes mientras gemía desesperada ante el orgasmo.
Joanna acababa de correrse como una burra quedando desmadejada. Al alcanzarla su cuerpo se había tensado, se había medio incorporado cuando empezaba sujetándose a mí, cuando el orgasmo alcanzó su cenit tuvo que soltarme al provocar que se arquease hacia atrás, cayendo a plomo sobre la cama cuando este pasó por fin, quedando allí, jadeante, derrengada… Me incorpore un poco con toda mi cara manchada de flujos, en otra ocasión me habría pasado la lengua por los labios y limpiado tras tomarme todo lo que había expulsado, pero creí que sería mejor que me viese de ese modo. Me acerque lentamente a besarla, espiando su cara, cada gesto, para saber si me lo aceptaría estando manchado de sus jugos como estaba, pero para mi sorpresa, no solo acepto, sino que se tiró sobre mi como una loba en celo para besarme.
- ¿Qué tal? –le pregunté.
- De muerte, ha sido de muerte –replico riéndose-, de hecho creí que me matabas…
- Bueno, me alegro que te haya gustado mi… trabajito –la bese en los labios, me aceptó en el acto.
- Me ha encantado, pero ahora, te toca a ti disfrutar un poco… déjame, veras lo que se hacer… -fue a incorporarse con intenciones obvias pero se lo impedí.
- De eso nada, todo esto es para ayudarte a ti… por mí no te preocupes por ahora… para eso tendremos tiempo, ya me lo devolverás hoy u otro día… -me sonrió.
- Pues entonces, quiero que me folles… porque quiero hacerlo y te lo estoy pidiendo de verdad -me pasó los brazos por el cuello para acercarme nuevamente a sus labios.
- Pues mira, podemos hacer dos cosas, una que ahora mismo te folle como quieres y deseas, o bien, que confíes todavía más en mi… Si te penetro en estos instantes te aseguro que disfrutaras, pero si me dejas… te haré enloquecer… Así que dime que prefieres “sufrir” conmigo, ¿placer, o locura? –la mire con mis ojos cargados de malicia y haciendo que ella se diese perfecta cuenta de ello.
- Vuélveme loca… confío ciegamente en ti… -sus labios se cerraron sobre los míos.
- Pues prepárate… Joy… -continúe con el beso mientras la sentía estremecer.
Una vez roto el dique que parecía bloquearla, decidí tratarla como a cualquier otra mujer que tuviese que conseguir “activar”, pese a que su sexo permanecía perfectamente lubricado, de hecho realmente podría haberla penetrado en ese mismo momento y estaba convencido que lo disfrutaría, pero sabía que eso solo sería un parche, en estos momentos por mucho que lo pidiese, solo estaría aceptándolo, pero realmente, no deseándolo con todas sus ganas, que era de lo que se trataba.
Pese a tener su sexo mojadito, me centre nuevamente en su cuello y hombros, atacando su punto débil, tardo dos mordisquitos en encontrar el sitio preciso y hacerla dar los primeros gemidos, en ese instante mis manos atacaron sus pechos, ombligo y estómago, acariciándola, arrancándole un número cada vez mayor de jadeos, gemidos o ruiditos “graciosos” al tratar de respirar con tanta sensación que en cierto modo, la ahogaba en su propio placer. Cuando por fin me centre en su coño, nuevamente Joanna se entretenía en tratar de meter mi cabeza en su interior a base de apretarla contra ella mientras trataba de no retorcerse por el placer… Casi cuatro minutos después de estar usando la lengua en su clítoris y coño, introduje mi primer dedo, el corazón, tres minutos después el anular le acompaño, pero no antes de que al corazón hubiese localizado con precisión su punto G.
Cuando empezó a alcanzar el orgasmo por causa de mi lengua sobre su clítoris, abandone este por completo pasando a usar las dos uñas sobre su punto G en el interior de su coño. El preciso movimiento de ambos dedos, usando sus uñas sobre el lugar preciso en contra dirección para evitarle raspaduras, desencadeno un auténtico caos de placer en el cuerpo de Joanna, al extremo de que si no llego a retirar corriendo mis dedos, puede que en alguno de sus culetazos me hubiese roto uno o incluso ambos. Si el anterior orgasmo le resultó alucinante pese a dejarla baldada, este desde luego para ella fue muchísimo peor, más placer y mucho más dolor al moverse cuando por fin pasó de largo. Pese a todo y como ya suponía más que nada por su cara de arrobada felicidad, Joanna sin duda, firmaría en ese mismo momento porque ese orgasmo se repitiese más veces…
- Joder que bueno tío… que bueno… creía que… -la interrumpí besándola.
- Lo sé, que te morías…
- No, para nada –replicó riéndose-, lo que creía era que me derretía viva, que me deshacía por el coño… lo sentía inundando…
No dije nada, solo sonreí, porque la verdad es que había eyaculado un buen chorro de flujo casi, casi que a presión. Sabiendo lo que ahora más que posiblemente ya querría si o si, mientras no paraba de mordisquearla nuevamente…
- Y ahora, prepárate para un nuevo ataque de mi boquita…
- De eso nada… confió… en ti… pero… no más lengua… fóllame… por favor… lo necesito de verdad… -me dijo entre jadeos por mis mordiscos.
- Pero podría enloquecerte más aún.. mira… -puse mi muslo contra su sexo aprovechando que el clítoris estaba inflamado, frotándolo.
- Arghhhhhh… cabrón… no… fóllame que no puedo más… por favor… fóllame…
- Pero si aún me quedan trucos… -dije poniéndome sobre ella, con sus piernas abiertas a cada lado mío.
- Fóllame… tan solo fóllame… por dios…
- Pero… -estaba pasando mi glande por sus labios haciéndola enloquecer, sus uñas estaban casi enterradas en mi espalda.
- Clávamela ya hijo de puta… clávamela…
Fue el instante preciso, se la metí despacio, abriéndola lentamente, encontrándome que estaba muy cerrada, estaba claro que había tenido muy poco sexo, aunque virgen desde luego no era. Confieso que me preocupo cuando lo sentí, pues con los dedos no me había dado cuenta de ello, había sido un error garrafal por mi parte, pero por fortuna en lugar de un problema, para Joanna fue toda una delicia de sensaciones el sentir como mi polla avanzaba en su interior hasta quedar por completo dentro de ella. Besándola y mordisqueándola le dije que me movería cuando me indicase, lo que fue lo que tarde en callarme, de modo que empecé a cumplir sus órdenes con suavidad. Me fue guiando por sus gemidos y jadeos para ir poco a poco aumentando el ritmo, hasta llegar al punto que considere como máximo para esta primera vez. Conseguí que se corriese, me prepare para hacerlo yo y salirme de su interior, pero cerrando sus piernas sobre mis caderas me pidió que lo hiciese dentro, que se cuidada y no había problema, que fue justo lo que hice. Mis chorros de esperma golpeándola profundamente desencadenaron un nuevo pequeño orgasmo.
Os aseguro que por mi habríamos seguido más tiempo, pero por Joanna no, con esto había tenido más que suficiente por el momento, y lo cierto es que tenía que reconocer al mirarla, que la pobre ya no podía más. No es que no quisiese, es que ese día ya no daba más de sí. Nos duchamos juntos, aproveche para masajearla un poco la espalda y lumbares mientras la enjabonaba usando mis manos… arrancándome una leve sonrisita al escucharla gemir y llamarme “malo” por volver a calentarla. Cuando la deje en su coche para marcharse…
- Gracias Iván… no creo que sepas bien lo importante que es para mí lo que has hecho hoy…
- O te preocupes, no pasa nada, créeme que yo también lo he disfrutado…
- Lo sé, pero sabes que no ha sido reciproco… tendría que… -la interrumpí mientras le sonreía.
- Por eso ya te dije que no te preocupases, que la importante hoy eras tú…
- No creas que esto queda aquí, eso que has hecho por mí, te lo debo, y me gusta pagar mis deudas… -me sonrió también.
- Por eso no te preocupes, eres una amiga, y las cosas no se hacen por interés… -sonreí, pero se me congelo cuando vi la cara que puso-.
- No, sabes que no soy tu amiga, de hecho que nunca lo he sido, y si te he tolerado es por tus primas, que si son mis amigas. Aunque si admito que luego me llamaste la atención… pero solo eso…
- Ya… -solo dije eso, luego permanecí callado a la espera de que terminase.
- He acudido a ti desesperada simplemente por probar, sin tener realmente confianza en que me sirviese de algo, sin embargo tú lo has dado todo por mí. Sé que eres consciente que ningún tío hubiese aguantado tanto tiempo sin mandarme a la mierda o sin tratar de follarme sin importarles en absoluto lo que yo sintiese. Tu no, te has tirado los minutos muertos tratando de que reaccionase, sin parar en ningún momento hasta que lo has conseguido… -me sonrió ante mi cara de relativa sorpresa-. Si Iván, sí, me di cuenta de lo que tratabas de hacer, cuanto te estaba costando y la paciencia que le has echado…
- Vaya, no pensé que te hubieses percatado…
- Pues pensaste mal. Mira, no sabes la vergüenza que me da reconocerte todo esto tras lo que has hecho por mí, pero te juro, que desde este momento tienes una amiga de las de verdad, no de las de boquilla. Y ten por seguro, que cuando digo que esto no ha terminado aún, porque quedas tú por disfrutar, es porque lo pienso de verdad y porque tengo toda la intención de arreglarlo contigo.
- No hace falta, en serio, por mí no te preocupes… no hace falta que de devuelvas nada, si como dices ahora somos amigos, ya te dije que eso no cuenta entre nosotros.
- Créeme que lo haría como dices pues opino como tú, excepto porque tengo verdaderas ganas de repetir contigo y me apetece de verdad, así que, no trates de escabullirte, eso no te va a servir de nada… “amigo”. Ya ahora, chao… que me están esperando en casa… y no quiero seguir esta conversación, porque creo que me vas a tratar de convencer para no repetir…
Tras esto arranco dejándome allí, y si, ella tenía razón, pensaba haber tratado de convencerla para dejarlo estar así, pues no había tenido otra intención que ayudarla, y para mi educación el que resultase satisfecha era lo más importante. El caso es que ahora mismo no me sentía cómodo con lo que ella había dicho, una cosa que aprendí desde pequeño con cada vez que nos mudábamos, era a tener cuidado con los regalos que se hacían, pues estos generaban una “deuda” en muchas culturas, y ahora mismo temía que eso mismo me hubiese sucedido con Joanna… Si esto hubiese pasado tan solo un par de meses antes, hubiese consultado con mi tía, mis primas o incluso mi madre o mi padre cuando llamasen, pero en esos instantes, ya sabía lo suficiente de este “mundo” como para saber que eso sería una idea pésima de entre las peores que podría tener. Mi única opción era esperar acontecimientos…
La siguiente semana, el viernes y sábado, mis primas y sus amigos salieron de marcha, mi tía también salió con sus amigas en ambas ocasiones, yo por mi parte me quede en casa, pese a que para sorpresa de todos, Joanna y Julián trataron de que les acompañase, era la primera vez, que la oferta no partía de mis primas, y pronto algunos más se unieron a ella. Decliné la oferta con un extenso agradecimiento a todos ellos por su interés, pero alegue que estaba muy cansado y prefería quedarme, aunque al final quien me salvo de hacerlo fue mi tía con un recado. Pude ver una leve sonrisita en la cara de Joanna cuando empezaron a lloverme las peticiones de acompañarles, y un leve golpecito con el codo de Julián para que se reprimiese un poco. Cuando todos ellos se marcharon dejándome solo, mi preocupación con Joanna aumentó, pero no por la invitación, incluso era algo que podría haberme esperado, o que lo hubiese hablado con Julián esa misma tarde… pero sin embargo la sonrisita y el posterior golpe con el codo de su “novio”… me dio que pensar.
Estábamos en noviembre, bueno, más bien a medio mes ya. El caso es que desde que empezamos la universidad a principios de septiembre había “visto” a mis primas o a alguna de sus amigas por mi zona creo poder decir que dos veces y de pasada, pues bien, en esa semana, la segunda después de ayudarla, “hablé” con Joanna en tres de los cinco días de clases. No digo que no fuese agradable en su conversación, o que me desagradase que estuviese por allí, que no, ni mucho menos, pero encontré que aquello, era ya mucho “vernos” y siguiendo mi “educación” tan particular, el ultimo día, el viernes, directamente le pregunte…
- ¿Qué ocurre para que vengas tanto por aquí Joanna?
- Pues que quiero verte, creo que debería ya de ser evidente a estas alturas, ¿no?
- Sí, eso es evidente, ¿pero porque?
- ¿Debería de tener algún motivo ajeno al que me guste que hablemos los dos?
- No, no tendría… pero creo que si lo hay… ¿o me equivoco? –sus ojos me miraron especulativos.
- No, no te equivocas, la verdad es que me gustaría conocerte un poco más, por eso vengo cuando tengo un par de horas libres entre clases, más cuando he averiguado que tú también tienes ese tiempo, pero únicamente se trata de eso.
- Está bien… en ese caso me lo podías haber dicho y hubiésemos quedado…
- Pero si hubiese echo eso no habría podido verte en tu salsa y observarte sin que te dieses cuenta… -al ver mi cara con un gesto me impidió hablar-. Confieso que estuve espiándote la semana pasada para ver qué era lo que hacías con todo ese tiempo libre, y me sorprendió verlo, la verdad…
- ¿Y eso porque?
- Pues porque pensé que estarías como cuando nos juntamos en casa de tus primas, con tu Mp3 puesto escuchando música sin prestar atención a nadie, pero sin embargo siempre andas rodeado de gente, y hablando con ella –me dijo muy seria.
La verdad es que me costó un poco integrarme en la universidad, pero al mes o por ahí, empecé a hablar más con mis compañeros y otros alumnos de cursos más avanzados de la carrera. En esos espacios entre clases que decía Joanna se formaba algunos grupitos para charlar un rato y matar el tiempo, pese a mi reticencia y confieso que para mi sorpresa, cuando me acerque los primeros días la cosa se me dio mejor de lo que pensaba y poco a poco pese a soltar alguna que otra cosa extraña, fui integrándome con ellos, además como no, observando y aprendiendo. Sin embargo, y pese a parecer inocente o casi porque la referencia a cuando estaba con ellos estaba clara, me pareció que la pregunta de Joanna por algún motivo, tenía trampa, y no con eso precisamente…
- Sí, es verdad, me costó un poco pero me integre bien con mi clase, y las conversaciones son muy interesantes…
- Claro y las nuestras no, ¿verdad? –dijo en tono un poco picado.
- Joanna, no quiero discutir contigo, que te considero mi amiga, pero sabes que no me dais baza normalmente, solo soy el primo raro de Sofía y Begoña al que tenéis que aguantar porque os reunís habitualmente en su casa. Pablo, Edurne y tú, pero especialmente tú, alguna vez lo intentasteis, pero en cuanto respondía o decía algo que no tenía sentido para vosotros, volvíais a dejarme de lado… ¿o miento?
- No, desgraciadamente no, no mientes, y lo siento mucho… Pero quizá podías haber insistido como con tus amigos de aquí.
- La diferencia es que aquí se rieron, me contestaron e indagaron en saber porque había dicho eso, haciéndome integrarme en sus conversaciones o con ellos. Vosotros no, únicamente me disteis de lado…
- Eres un poco duro juzgándonos, ¿no crees?
- Te equivocas, no os juzgo, no me atrevería, pero los hechos son los hechos y aunque esa no es la forma en que yo lo veo, si es el modo en que vosotros veis lo que hicisteis conmigo cuando trate de contestaros. Me limito a usar vuestra propia apreciación de las cosas…
- Y según tu…
- Según mi forma de verlo, simplemente no teníamos en esos instantes nada en común o de que hablar pues está claro que no nos entendíamos. Cuando yo entre aquí, ya tenía una serie de nociones gracias a escucharos a vosotros, por ello pude defenderme mejor con todo esto… Cuando os conocí al llegar, me erais tan extraños en todo como yo para vosotros, estuve aplicando lo que sabía y he hecho toda mi vida, callarme, observar y aprender… Simplemente la situación fue diferente en ambos casos, no tiene sentido seguir con esto, no son situaciones idénticas. Además, por otro lado, tu eres también quien más se ha acercado a mí, ¿o no?
- Una de las que más se han acercado a ti –repitió pensativa-, si, en eso estoy de acuerdo, sin duda soy una de ellas.
Y no, en esos instantes no me di cuenta tampoco del verdadero significado de esas palabras, en cierto modo, los dobles sentidos de las frases al hablar se me escapaban casi continuamente. No así sin embargo las expresiones o los gestos, y en ellos si me di cuenta que Joanna con aquello pretendía decir más que lo que yo escuchaba o entendía, pero no era capaz de discernir que podía ser, pues lo que se dice “amiga” real que yo supiese, solo era ella, ya que mis primas o tía no contaban por ser mi familia. Claro que me quedaba otra opción a tener en cuenta, pero si era a eso a lo que se referia, desde luego por mi parte no había sido….
CONTINUARA