El Salvaje - 4
- El grupo de mis primas I - Y ahora, os contaré como me fue con el grupito de amistades de mis primas, que también tuvo su tela Empecé a tratarme más con ellos, porque con sus amigas, Tía Inés empezó a parecer un perro de presa, rondando a todas horas a mí alrededor.
El Salvaje – 4
- El grupo de mis primas I -
Como ya dije, si las amigas de mi Tía me resultaron un tanto difíciles de entender en algunos aspectos, el grupito de amistades de mis primas eran él no va más, aunque siempre había excepciones, en este caso, esas aun los o las convertían en mucho más difíciles de entender ya de por sí. Por poner un ejemplo, y quizá además el que más problemas me causaba, era el de la pareja perfecta a ojos de todos, Julián y Joanna. Esos dos parecían una cosa, pero mandaban señales de otra muy distinta y además, extremadamente confusas en muchos aspectos, al punto que me tenían loco cuando estaban delante. No os hacéis una idea de cómo me perdían, no se parecían a nada que nunca antes hubiese visto, el observarles era algo superior a mis fuerzas, me costaba desprenderme de ellos cuando les miraba, por lo que aunque procuraba estar pendiente con esas cosas, como también quería pasar completamente desapercibido para todos ellos, me las veía y deseaba para poder “seguirles”.
Aquí en este caso, si puedo decir que ninguna de sus amigas estaba interesada por mi más allá del hecho de saludarme por educación cuando coincidía con ellas en casa de mi tía, o por ejemplo en el centro comercial. En la Universidad era diferente, ya que por un lado el campus era enorme, y por otro, nuestras respectivas facultades, estaban bastante distantes unas de otras. También se daba el hecho de que a ninguna de ellas se les hubiese perdido nada por mi edificio, por ello excepto en casos muy puntuales, nuestro roce se circunscribía a cuando quedaban fuera de la universidad o de casa de mi tía y coincidíamos. Tanto mis primas como mi tía, solían quedar en su casa con sus amigas por lo mismo, porque Matilde y Kini, su sobrina, solo estaban hasta medio día, por lo que la casa no tenía oídos extraños desde esa hora. Ojo, que en este caso no digo que ellas lo fueran, que no, eran de lo más discretas, yo personalmente me llevaba muy bien con ambas, porque me fue muy fácil "calarlas" desde el principio de llegar, lo que fue un alivio para mí.
Al igual que al principio con mi tía y sus amigas no tenían problema alguno en que estuviese con ellas, el grupito de mis primas tampoco. Pero especialmente desde que le conté aquello a mi prima Sofía sobre su novio, y lo que no era de su novio, pues ella cuando yo estaba presente y ellos se iban a quedar allí, por sistema, siempre se sentaba a mi lado. Y no, no sabría decir si era para asegurarse de que no pudiese decir nada "inapropiado" o como muestra de apoyo. Debo de aclarar que otra complicación mas en el grupo de amistades de mis primas, es que vi diversos grados de esta. Por un lado existia como si dijésemos un núcleo "duro" formado por ellas dos, seis chicas más y cuatro chicos, todos ellos de la urbanización, mas luego los demás, incluyendo en estos a los novios, novias, amigos de estos, etc. Las chicas eran Joanna, Auri, Silvia, Nuria, Trini y Edurne, los chicos por su parte, eran Julián, Pedro, José y Pablo, obviamente con mis primas. Uno de los que no volvió a aparecer más, fue el novio de mi prima Sofía, pues esta por lo que contaron entre risas, le dejó, pero como novia y en ridículo, las dos cosas a la vez.
En este tiempo, aclaro que algún día había salido con el grupo de mis primas por ahí, hasta que hable con Sofía sobre su novio, lo hice francamente poco, si fueron dos veces sería un milagro, pues estaba claro que el “llevarme” era por compromiso, aunque pienso que también posiblemente por "exigencia" de mi tía a mis primas. Pero tras lo de Sofía, las invitaciones aumentaron en número para salir con ellos si quería, estas en su mayoría procedían de mi prima Sofía. Creedme que en este caso si se veía sinceridad por su parte en ella, y no eran por compromiso. Begoña en cambio seguía igual, aunque también tras eso, que sin duda debió de contárselo su hermana, o al menos parte de ello, su trato también mejoro y se hizo más "amable", por lo que pude estar más tiempo en presencia del grupo con su apoyo e ir observando y tomando nota de todos.
Debido principalmente a esto fue que me llevé cada sorpresa al poder observarlos tan de cerca y con comodidad. Pero la mayor parte de estas fue la de la pareja de Julián y Joanna, os aseguro que no sabía a qué carta quedarme con esos dos, todo en ellos era de un raro, rarísimo que me desconcertaba cada día más. Se podría decir que eran perfectos en todo según todo el mundo, aunque como digo, yo eso no lo veía por ningún sitio. Bueno, miento, en el físico si, en eso sí que parecían ambos perfectos, si Julián con su metro ochenta y seis, pelo rubio ceniza, musculado por practicar natación y pareciendo un modelo de pasarela, era espectacular como hombre, Joanna no le iba a la zaga ni muchísimo menos. Morena, pelo negro, ojos negros, metro setenta, de madre brasileña, habiendo heredado el cuerpo de escándalo de esta. Con un culo duro, prieto, firme, con unos pechos poderosos, desafiantes con la ley de la gravedad pese a su tamaño y una cara exótica que no hacía sino aumentar aún más la belleza, sensualidad y sexualidad del conjunto.
Tras mi "practica" con Aurora y Esperanza, tuve que modificar un tanto mis hábitos, especialmente porque mi tía parecía ser omnipresente. En cuanto me tropezaba con alguna de sus amigas, por un sitio o por otro, terminaba por aparecer mi tía estropeando un plan tras otro para follarme a más de ellas. Una nueva dificultad con la que me encontré, es que tras estas dos experiencias, empecé a ver el sexo de un modo totalmente diferente a como lo veía antes. Para que me entendáis, digamos que antes para mí el sexo tenía una finalidad, así pues el hacerlo siempre era por algún motivo, que era como yo lo había aprendido. Sin embargo, en esos momentos, ya empezaba a verlo también como simple y llano placer, sin necesidad de nada más que el pasar un buen rato con otra persona, un buen polvo, disfrutar y a otra cosa.
Del grupito de mis primas, con quienes más hablaba yo era con Pablo, con Edurne y especialmente con Joanna, que parecía sentir también a su vez algún tipo de extraño interés en mí, e incluso hubiese jurado que a su vez, ella también me observaba detenidamente. No digo con esto que con los demás no lo hiciese, que no hablase, sino que con estos tres parecimos tomarnos mucha más confianza que con los demás. Por ejemplo con alguien que tenía poco trato en esos inicios era con Julián, pese a que no me caía nada mal, pero supongo que teníamos poco en común.
Esta cercanía con Joanna y los otros dos me permitió hablar muchísimo con ellos, ese era también uno de los motivos evidentes de mi incomprensión de la pareja. Esa “confianza” con Joanna me permitió ver muchas cosas que no me casaban con nada, y a la vez, empezar a hacerme una idea de cuál podría ser en realidad el motivo de ello generándome únicamente mas confusión. Mi problema con ella, fue precisamente que tome confianza, al igual que hice con las amigas de mi tía, y cierto día que estábamos todos juntos en casa, se sentó a mi lado, o más bien, en una butaca junto a la que yo oía muy suave la música de mi Mp3 como si fuese sonido de fondo, mientras ellos estaban a sus royos y yo les escuchaba. Volviéndose hacia mí, en plan de coña, me quito un auricular haciéndome una pregunta en voz baja riéndose, que le conteste; entonces la risa se le cortó en seco y se quedó mirándome con fijeza. Después de eso, simplemente me dijo que ya quedaríamos para hablar los dos, y no volvió a prestarme más atención ese día.
Os aseguro que más sorprendido no podía estar, el caso es que por lo que entendí al escuchar de que hablaban, una compañera de clase de ellas había salido con una amiga, esta había ligado y a ella le tocó el “amigo”, fuese lo que fuese lo que le tocase, a todos les hizo mucha gracia según deduje, pero bueno, a lo que iba. La cosa es que hizo un esfuerzo por tratar de encontrar agradable al chaval, pero por lo que dijeron no hubo forma, y para rematarlo, la amiga tras las primeras caricias torpes del chico perdió todo el interés. Según contó, se fueron como habían ido, porque no hubo forma de animar aquello. De modo que lo que inicialmente se prometía como un magnifico polvo, termino en un desastre completito, completito, riéndose explicó también como de cabreada estaba la amiga por el chasco con tanta “falsa” apariencia.
El caso es que Joanna medio riéndose y en voz bajita, me dijo que debía de recordar que aquí no todo era siempre como podía aparentar ser o algo muy parecido, añadiendo para terminar, que de cualquier lado podía surgir una sorpresa de esas. Mi respuesta fue que lo suponía, para luego explicarle que eso que paso era un poco como lo de su relación con Julián, tras decir eso seguí a lo mío. Fue entonces cuando se puso muy seria y me dijo aquello de que ya hablaríamos los dos, dejándome perplejo pues no entendía que teníamos que hablar. Tras esto apagué mi Mp3, y luego presté toda mi atención a lo que hablaban para ver si era capaz de sacar en claro porque Joanna se había puesto tan seria de repente. Lo cierto es que como no escuche nada que “entendiese”, subí el volumen de la música y me perdí en ella por completo, dejando de prestarles atención a todos ellos.
Cuando esa noche llegué a mi habitación, tras dejar el Mp3 en su sitio, lo primero en que me fije, fue en mi teléfono móvil, que no estaba como yo lo había dejado, de hecho no se encontraba ni próximo a donde yo lo situé por la mañana. Evidentemente lo primero que hice fue cogerle y ver si alguien lo había estado manipulando, nada más encender la pantalla y desbloquearlo vi el aviso de una llamada a un móvil que ya estaba disponible, y la recepción de un Whatssap, llevándome una sorpresa con ambos.
La llamada era a un número de teléfono que resulto estar en mi agenda, ya que ponía “Joanna”, lo curioso es que yo no había apuntado en ella a nadie de ese nombre y tras ver el mensaje del Whatssap procedente de la misma persona citándome en una cafetería del centro comercial cercano en un par de días por la tarde para poder hablar los dos a solas de lo que dije ese dia, me quedo clarísimo de quien era. No me hizo falta pensar mucho para suponer que en algún momento tras nuestra "charla", se despisto del grupo y entró en mi cuarto, colocando su número en la agenda de mi teléfono, luego la llamada supongo que fue para dejar un mensaje de que había estado allí, además de para obtener de ese modo también mi número y lo supiese... o eso suponía yo. Si os digo la verdad, lo cierto es que tampoco entendía tanto misterio, pensaba que con habérmelo dicho por la tarde le hubiese bastado, incluso podríamos habernos ido ambos a otro lugar de la casa para hablar más tranquilos.
Quedamos el viernes, por cierto, que acudí a la cita unos quince minutos tarde, pues Aurora se empeñó en que teníamos los dos que "jugar" un ratito y el "apagarla" me llevo más de lo que había calculado, eso sí, cuando me marchaba de su habitación, ronroneaba como una gata satisfecha. Cuando llegué a la cafetería ya estaba Joanna esperándome, fui primero a saludarla y después, a por un cafecito mientras sentía sus ojos clavados fijamente en mi espalda. El motivo de no pedir nada para ella, era porque como digo ya tenía uno a medio tomar, lo que si hice fue pagar ambos a modo de disculpa por llegar con retraso. Cuando me senté tras los dos besos de rigor que se solían dar en el grupo cuando se encontraban, le pregunté directamente para qué me quería ver...
- Primero creo que quizá debas de limpiarte bien la marca de carmín que llevas en el cuello -dijo señalándomela.
- Oh, vaya perdona, no me había dado cuenta...
- Ya, ya veo el motivo que te ha entretenido y por el que has llegado tarde, dime, ¿te lo has pasado bien, has disfrutado? -preguntó irónica. Ironía que por cierto, no capté.
- Pues sí, muchas gracias, me lo he pasado muy bien, y sí, he disfrutado mucho. Era ardiente, muy fiera y estaba muy excitada, lo que me ha evitado tener que calentarla, a diferencia de las mujeres de donde me crie, que había que trabajarlas mucho antes para que sus sexos estuviesen listos para mí.
- Pues sí que… -replicó repentinamente poniéndose algo colorada.
- ¿Qué pasa? –le pregunté sorprendido por su reacción.
- Bueno, al grano... -dejo de lado la otra charla repentinamente apurada-, ¿qué es lo que sabes exactamente de Julián y mío, di? ¿qué has visto?
- No he visto nada -respondí sorprendido-, y únicamente se lo que he ido observando de vosotros...
- Y que crees que has observado de nosotros, dime...
- Pues que no sois como las demás parejas y que vosotros dos no mantenéis sexo. Sé que a Julián lo que le gustan son los chicos y no las chicas, por tu parte sé que evitas tener contacto con chicos, ya sean amigos o desconocidos, pero también creo que las chicas no te atraen. Lo que no entiendo es el motivo de que estéis juntos los dos, salvo el que posiblemente seáis mutuamente vuestros mejores amigos personales... pero más allá de eso... me desconcertáis mucho ambos como relación, no os entiendo -me encogí de hombros.
- ¿Has hablado de esto con tus primas o alguien? -preguntó tensa.
- No, no lo he hablado con nadie, ¿porque iba a hacerlo?, esto es cosa vuestra –me sorprendí con la pregunta.
- ¿Podrías por favor guardarnos el secreto y no decírselo a nadie?
- Si claro, pero de verdad que no entiendo, Julián es un tío majísimo, no creo que le faltasen pretendientes de su mismo sexo, y en tu caso... Bueno, que no dudo que podrías encontrar a alguien que te atrajese si dejases que se acercasen a ti...
- No conoces a los padres de Julián, si supiesen lo que es... Son muy religiosos, y para ellos ser eso que él es... -se calló meneando la cabeza-. No, no puede salir ahora del armario, tiene que seguir aguantando hasta conseguir sus estudios y encontrar un provenir... hasta entonces lo cubriré... Y yo… bueno, yo soy yo y punto.
Sinceramente, lo de que sus padres por ser muy religioso le fuesen a echar de sus vidas no lo entendí y me sorprendió mucho cuando me lo dijo, pues estaba claro que Joanna sí que lo creía de verdad. Y no, lo del armario no lo entendí, al extremo de que no pude evitar preguntarme qué coño pintaba en todo aquello un armario, pero no me atreví a indagar visto el sesgo tan serio de la conversación. Tampoco es que entendiese eso del yo soy yo, pues por supuesto que ella era ella, no veía donde narices estaba tanto misterio en eso… Decidí dejar de tratar de razonarlo para evitar que me doliese la cabeza, de modo que tire por un camino más trillado, mas “normal”…
- Pero si haces eso, tú no podrás tratar de a tu vez encontrar a alguien... –objeté.
- Pero es que no quiero encontrar a alguien. Aunque si me alegro de que tu tengas mucha más suerte que yo, según he visto cuando llegaste. Entonces, dime una cosa, ¿son tan fogosas las de aquí como las de fuera? -preguntó nuevamente, esta vez con voz divertida y cambiando de tema, algo de lo que si me di cuenta.
- Bueno, no es que tenga mucha experiencia, aquí solo lo he hecho completo tres veces -se mostró sorprendida-, pero de momento si, en los pueblos donde vivíamos, no sé si era por ser yo y no sus "hombres", estaban muy poco receptivas, me costaba lo mío conseguir que sus sexo se humedecieran para no hacerlas daño. Aquí es otro mundo, es al contrario, las mujeres parecéis estar muy dispuestas con quien os gusta -vi perfectamente como Joanna puso un gesto aún más extraño que el anterior cuando hablamos de esto al escucharme.
Para mi sorpresa no dijimos más nada ni me preguntó sobre ningún otro aspecto de lo que aquel día se habló entre ellos o conmigo. Después de esto para mi mayor perplejidad aun, me dijo de irnos ambos a dar una vuelta... lo que confieso que no me esperaba. Estuvimos haciéndolo como un par de horas, hablando de muchas cosas y todas mezcladas. No entendía para nada donde quería ir a parar Joanna con todo aquello, pues desde música al gobierno, creo que no nos dejamos ningún tema entre medias por tratar. Volvimos a sentarnos en otra cafetería, pidiendo de nuevo algo de beber, esta vez un refresco. Joanna se pasaba el vaso por entre sus manos visiblemente nerviosa, y confieso que empezando a ponerme también a mí del mismo modo, especialmente porque en sus ojos me parecía ver multitud de dudas. Llegado un punto, sus manos se cerraron sobre el vaso y fijo sus ojos en los míos, para mi sorpresa, allí solo se veía ahora decisión, sin vacilaciones de ningún tipo, y su primera pregunta me pilló absolutamente a contra pie por no esperármela ni por casualidad..., posiblemente lo único que no podía ni imaginarme que fuese a decirme.
- ¿Yo te gusto Iván, te parezco guapa?
- Vaya pregunta, pues si claro, por supuesto que me gustas y por supuesto que eres guapa. Eres una mujer preciosa Joanna, pero eso es algo que tú sabes también como yo o como cualquier otro a quien se lo preguntes –le repliqué, más curioso que otra cosa.
- Si, tienes razón, la pregunta era tonta del todo -se mordió el labio-. Me puedes explicar aquello que me dijiste sobre las mujeres de donde te criaste, ¿por favor?
- ¿Te refieres a que con ellas tenía que trabajar más para poder follar con ellas?
- Sí, no tan brusco, pero sí, eso mismo es lo que te he preguntado... -puso una sonrisa forzada-. Es que me ha llamado la atención sabes, y no entendí bien a que te referías con ello o con eso de que siempre tenías que humedecerlas...
Me quede un instante pensativo mirándola fijamente, y me gusto lo que vi, ya que no me perdió los ojos ni un solo momento, aunque no fue capaz de discernir nada sobre ella, no entendía ese repentino interés a que venía. Lo que si me pareció fue como necesitada, como si para ella fuese tremendamente importante conocer aquella respuesta, pero recordaba que eso mismo hice con las amigas de mi tía con el resultado de que no me dejase ni a sol ni a sombra estando ellas por medio, aunque el lado bueno es que había podido follar con dos maravillosas mujeres y aquí no estaban mis primas para escucharnos y ponerse como se puso mi Tía.
Decidí contestarla, ya que en cierto modo, Joanna me daba cierta confianza, pero confieso que si llega a ser alguna otra, no hubiese sido tan explícito como en esta ocasión lo fui con ella... Estuve hablando largo y tendido durante al menos una hora, haciéndome ella alguna pregunta muy de vez en cuando mientras me miraba con los ojos tremendamente abiertos ante lo que escuchaba. Aunque no diré que fue sencillo, ya que de vez en cuando se me escapaban vocablos tribales que tenía luego que tratar de explicar, y eso algunas veces creedme que es más fácil decirlo que hacerlo. El caso es que tras la charla se quedó unos segundos pensativa..., luego sonriéndome dijo que podíamos ir al cine si quería y luego a cenar, ya por aprovechar el día, cosa que acepté, pasando una velada la mar de agradable y divertida con ella.
Cuando llegué a casa y tras ducharme, me dirigí directo a acostarme, no llevaría ni diez minutos en la cama cuando recibí un Whatssap de Joanna, preguntándome si quería quedar al día siguiente sobre las doce en su casa para acompañarla al centro a un recado, y de paso, así poder seguir hablando conmigo. Evidentemente acepté, recordando lo bien que me lo había pasado con ella, pero pese a eso, no podía dejar de preguntarme, que era lo que en realidad quería de mí, porque ni por un solo instante me había tragado que todo este quedar juntos tan repentino fuese simplemente por sus ganas de conversar conmigo, no, definitivamente, eso no colaba. En cierto modo me empecé a preocupar con ello…
Al día siguiente acudí a la cita, estuvimos por el centro haciendo unas compras, cuando terminamos comimos en un italiano y después, me pidió que la acompañase a un pequeño apartamento que tenía su familia allí cerca, pues las cosas eran para dejarlas allí. Lo cierto es que si bien reconozco que llegué un poco mosca a su casa por la mañana, a lo largo del tiempo se me fue pasando, pues Joanna no hizo nada “raro”, se mostró como la chica jovial y divertida que era, mucho más de lo que yo pensaba, entendiendo que cuando estaba con el resto del grupo y su novio, se cortaba de mostrarse de ese modo que me estaba enseñando a mí. Cuando entramos al apartamento, yo me quede en el salón mientras ella entraba en la habitación para según me dijo, dejar las cosas.
Estaba cómodamente sentado mirándolo todo con curiosidad cuando Joanna salió del dormitorio atrayendo de inmediato mi atención sobre ella, no porque fuese vestida de modo diferente, sino por su actitud. Vestía como antes, con un vestidito corto, cuya faldita le llegaba por medio muslo y cerrado por arriba, que mostraba la contundencia de sus pechos, pero sin enseñar prácticamente piel… sin embargo, cuando salió, con su actitud, fue como si el vestido hubiese cambiado por completo, especialmente cuando este con un leve contoneo de sus caderas, no sé como, pero este cayó al suelo, quedándose únicamente con un tanga, el sostén y sus botines… Después, y mientras la miraba con los ojos tan abiertos como mi boca por la sorpresa, se desabrocho el sostén quedándose solo con el tanguita, mientras con cara de lujuria reconcentrada…
- Prepárate porque de aquí no sales hoy sin que te caté, dime… ¿te gusta lo que ves? –sonrió lasciva.
- No, no me gusta en absoluto… -repliqué en tono seco.
La cara que se le quedó a Joanna cuando escuchó mi respuesta fue para enmarcarla, especialmente porque yo había respondido muy serio y de verdad, tal como ella se dio cuenta en el acto. Se agachó con rapidez recogiendo del suelo su vestido, luego se lo llevo hacia sus pechos y se lo puso antes ello tapándolos, sujetándolo con sus antebrazos contra el cuerpo, su posición paso de agresivamente sexual, a totalmente defensiva en solo un segundo.
- ¿Cómo dices? Pero si me dijiste que yo si te gustaba…, como es que ahora… -tartamudeo sorprendida.
- Joanna, tú me gustas, y mucho. Por si te sirve de algo, te diré que posiblemente seas la mujer más bella que me he encontrado desde que llegue a este país en junio, de eso no tengas la menor duda. Digo que no me gusta lo que planteas, porque no es la verdad…
- ¿Es que crees que lo de follar es una broma?, porque te aseguro que no, pienso muy en serio que follemos – claramente con mi explicación se recuperó un tanto.
- Ni por un momento he dudado tampoco que no hablases en serio sobre follar los dos, tengo muy claro que no es ninguna broma.
- ¿Entonces? No lo entiendo…
- El problema es que tu realmente no quieres hacerlo pese a estar totalmente decidida a ello, porque tengo claro que si me acerco a ti no te echaras atrás por mucho que te cueste… No entiendo lo que pasa, pero en realidad tienes miedo de que acepte…
Por un instante os juro que creí que se caía redonda al suelo, le dio como una especie de mareo que provoco que soltase el vestido. Me levante a toda velocidad sujetándola por la cintura y atrayéndola contra mí, evitando de este modo que se desplomase, luego la lleve al sofá donde la hice sentarse. Estuve un par de minutos acariciándole la mejilla preguntándole que tal estaba mientras mis ojos se centraban en los suyos, evitando cuidadosamente mirar su cuerpo casi desnudo a mi lado. Justo cuando se recuperó, fue donde me di cuenta que ese “desmayo” también era una especie de truco suyo y que realmente se encontraba perfectamente bien. Para mi sorpresa ella también fue consciente de que la había descubierto, se sentó cruzada de piernas, pidiéndome perdón por ello antes de empezar a hablar conmigo…
- Perdona por esta última estupidez, no te la merecías… Creo que ningún otro chico hubiese sido capaz de no mirarme tal y como estoy, pero tú sigues con tus ojos clavados en los míos. Te confieso que si bien me siento muy tranquila al ver esto, por otro lado me fastidia e incluso puede que me vea un poco humillada al no ser capaz de romper tu control… -sonrió con tristeza.
- ¿Por qué todo esto?
- Antes dime una cosa, ¿cómo te diste cuenta de que realmente no quería tener sexo contigo?
- Primero tu cuerpo, lo más evidente era el estado de tus pezones. Después pese a forzarte no pudiste evitar adoptar cierta postura defensiva al exhibirte, me recordaste en mucho a las mujeres con las que te conté que tenía que esmerarme. Y lo último y definitivo, tus ojos… ellos fueron en realidad los que me confirmaron todo lo anterior.
- ¿Mis ojos? –se sorprendió.
- Si, tu cara mostraba lujuria, calentura, deseo, con tu cuerpo trataste de imitarlo sin lograrlo plenamente… pero tus ojos solo mostraban miedo… y mucho Joanna, dejaban ver que si por ti fuese habrías salido corriendo de aquí en ese mismo instante. ¿Dime por favor, que es todo esto, que pasa? –me puse serio.
- Sexo… eso me pasa… no puedo disfrutarlo… no sé cómo… -se sonrojo, y lo que era peor, vi en sus ojos las ganas de romper a llorar.
- Vale, ahora lo entiendo, todo esto entonces es por lo que hablamos y te conté sobre excitar a las mujeres para poder tener sexo en los pueblos en los que estuve. Quienes a pesar de estar poco receptivas terminaron por disfrutarlo… ¿no? –solo asintió con la cabeza-.
- Por mí no habría problema en tratar de ayudarte si es lo que quieres, pero tienes pareja, Julián, y por lo que he observado hablando contigo, pese a no ser real, es alguien muy importante para ti. No sé si esto a la larga no te pesase hacerlo… me plantea muchas dudas Joanna, lo siento, pero es la verdad, no te miento.
- Julián lo sabe, sabía que iba a intentar aquí… lo hablé ayer con él… y me dijo que adelante… -desvió la mirada.
- Por tu gesto supongo que no estuvo realmente de acuerdo, pero te dio su apoyo al verte decidida, ¿o me equivoco? –le tomé las manos, y empecé más a acariciárselas, a frotárselas suavemente, como si tratase de que entrasen en calor.
- No, no te equivocas, no lo vio una buena idea, pensó que no te conocemos bien, no sabemos cómo eres… y que quizá contases que habíamos tenido algo los dos juntos… -me miró algo más tranquila.
- Lo que se traduce en que no le dijiste que deduje sus verdaderas preferencias sexuales, que según dijiste le podían meter en un serio lio, y sin embargo no le he dicho nada a nadie, ¿no?
- No, no le quise preocupar con eso, pese a que te creo de confianza y que no dirás nada, se intranquilizaría de todos modos… -me quedé pensativo-.
- Está bien Joanna, me parece bien, vamos a hacerlo, y veremos qué pasa entre los dos… Eso sí, tienes que confiar mínimamente en mí y dejarme jugar contigo… No necesito que hagas esfuerzos por complacerme, sino solamente, que no te opongas… que te mantengas a la expectativa, abierta de mente a lo que yo haga… ¿comprendes lo que trato de explicarte?
- Creo que si… que esté tranquila básicamente…
- Bueno, sí, es un modo de verlo, aunque sé que será difícil…
- Sí, creo que mucho… Bueno, ¿qué hacemos ahora entonces?
- Pues creo que lo ideal sería usar una cama y estar los dos desnudos, porque en la calle y abrigados no sería lo ideal, ¿no crees?
Se echó a reír sin poderlo evitar, mi pequeña broma había servido para distender un poco el tenso ambiente, incluso cuando se levantó guiándome a la habitación, no pude evitar darle una nalgadita muy suave, para después pedirla perdón por no haber “sabido” evitar la tentación, provocándole nuevas risas y que me llamase tonto con vocecita de niña. Mientras íbamos hacia la cama no creeros, no estaba nada seguro de que iba a hacer con ella allí, esta era una situación completamente nueva para mí pese a lo que hayáis podido pensar. Es cierto que hice sexo con mujeres que no “lubricaban” conmigo por lo general y tenía que conseguir que lo hiciesen antes de follar, pero también era cierto que ellas ni tenían miedo, ni tenían problemas para ello. Ahora se, que simplemente el problema es que no les gustaba yo o se veían forzadas a tenerlo conmigo sin estar de acuerdo, por lo que estaban enfadadas y muy poco dispuestas cuando empezábamos…
También debo señalar, que alguna vez repetí con alguna de las más “complicadas” y la siguiente vez, no hubo el menor contratiempo, aunque lo de complacientes refiriéndome a ellas desde luego no era nada comparado con lo visto con Esperanza y Aurora… Ahora también se, que esa es la diferencia entre un “ya no me importa si follamos” y “te deseo como una perra en celo”.
CONTINUARA