El salón de un piso

MisterP da una masterclass de dominación a dos gemelas. Contiene dominación femenina, lesb, incesto

El salón de un piso.

Una mesa de comedor redonda.

Cinco sillas

Cuatro personas expectantes:

Valeria

: En realidad Ernesto. Sissy de closet y marido/sumisa de Sara desde hace años. Encerrada 24/7 en su jaula de castidad. Practicante activa de cuckold.

Silvia

: Sentada a su derecha, es la nueva Ama de Valeria. Divorciada. Despechada por años de infidelidades y con un gran desprecio por los hombres. Bastante cruel, pero en el fondo sabe que lo que necesita es ser amada de verdad.

Sara

: Esposa de Ernesto y Mistress de Valeria, sentada a la derecha de Silvia, su gemela y confidente. A pesar de tener un nuevo novio/amante del que está enamorada, no puede evitar sentirse adicta a su condicón de Ama, por lo que nunca renunciará a Valeria. La comparte con Silvia. Tomó esa decisión para que, tanto Silvia como Valeria no estén solas las semanas que pasa en casa de Jorge.

Jorge

: La pareja de Sara, se sienta a su derecha. Amor correspondido a pesar de ser mucho más joven que ella. Respeta la relación que tiene con su marido/sumisa. Nunca se interpondrá, pues es una de las condiciones impuestas por Sara para estar juntos. Y, aunque no lo admite, la situación le provoca gran excitación.

Entre Valeria y Jorge se encuentra la última silla a ocupar.

Suena el portero automático y los corazones de los cuatro habitantes se acelera.

Valeria ha contactado con un Amo experimentado que esconde su verdadero nombre bajo el pseudónimo de MisterP. De hecho, hace años que hablaba con él a través de internet debido a su curiosidad sumisa. Es su confidente. Pero esta vez es diferente. Por fín se iban a conocer en persona.

-          Vé a abrir. – Ordena Sara a su sumisa.

-          Claro mi amor.

El sonido del ascensor, que se confunde con el de la respiración agitada de los allí presentes, se hace eterno.

Sonido de besos, charla y risas en la entrada. Acto seguido aparece Valeria roja como un tomate acompañada de un sonriente hombre. Realmente no es como se esperaban. Más bien parece un tipo del montón, vistiendo ropa normal y corriente, y un corte de pelo austero. De esas personas que te cruzas a miles por la calle y no reparas en ellas. Pero tiene algo diferente a todos. Quizá un brillo especial en la mirada. Es difícil de decir.

Las tres personas que aún quedan sentadas se levantan de sus asientos a saludar.

-          Hola Sara. Por fin nos conocemos. He de decir que has hecho un gran trabajo con Valeria y por ello te considero mi igual. – Dice a la mujer mientras la besa en ambas mejillas.

-          Encantada. – Sólo consigue a contestar. No sabe por qué, pero está abrumada.

-          Tú debes de ser Silvia. – Se presenta y besa a la otra mujer.

-          Si, así es. – A pesar de ser la gemela de Sara no son idénticas y se pueden distinguir perfectamente.

-          Hola Jorge, me alegra conocerte también. – Aunque en el círculo de amistades de MisterP los hombres también se besan, prefiere estrecharle la mano para evitar malentendidos.

-          Por favor, vamos a sentarnos mientras Valeria nos trae algo de beber. – Indica el Amo que no ha parado de mostrar su sonrisa en todo momento.

No es su casa, y es la primera vez que ve a esas personas, pero todos tienen la sensación de que lleva las riendas. Con un carisma especial. Como si pudiese pedirle amablemente al sol que se apagase y conseguir que acto seguido sea de noche.

Como un autómata Valeria obedece y trae una botella de vino. La abre y sirve cuatro copas a los allí presentes.

-          Sírvete una también, corazón. Y siéntate con nosotros. – Le dice con esa sonrisa capaz de derretir el hielo.

Valeria agradece el considerado gesto del Amo devolviéndole la sonrisa y sentándose a su lado derecho.

Sara debería estar un tanto molesta, pensando “¿por qué tiene que dar órdenes a mi Valeria?”. Pero no lo estaba, ni una pizca.

MisterP está ahí porque precisamente Sara se lo había pedido a su sumisa, después de que ésta le confesara que se escribía con el Amo. A pesar de llevar años dominando a Valeria, siente que no está lo suficientemente preparada para afrontar lo que está por venir, con Silvia siendo su “embajadora” en casa.

-          Bueno, pues ya que nadie habla lo haré yo. – Comienza MisterP después de un incómodo silencio. – Sé por qué me habéis llamado. Queréis que os cuente cual es mi método para llegar a ser el mejor de los Amos. La verdad es que no creo serlo, pero sí he aprendido mucho con los años.

-          Gracias por venir. – Consigue articular Sara. – Queremos que nos enseñes a ser unas buenas Amas para Valeria. Yo la quiero y quiero que Silvia y ella estén juntas mientras yo empiezo una nueva vida con Jorge. Pero tengo miedo de que se le vaya la mano a mi hermana.

-          Es normal que pienses así. Un diamante como Valeria no se encuentra todos los días y, aunque es su naturaleza obedecer todo lo que se le pide, hay que saber cuidar de ella, castigarla cuando necesite una corrección y premiarla cuando sea oportuno.

Silvia, que no está acostumbrada a morderse tanto la lengua, alterna miradas hacia su hermana y hacia el extraño, pensando que no necesita lecciones. Pero el ayer le prometió a su hermana que le escucharía lo que MisterP tuviese que decir.

-          Bueno, ¿nos enseñarás tu método?

-          Para eso he venido. – Comenta el invitado mientras saca algo de su bolsillo.

El objeto no es más que un papel cuidadosamente doblado que deposita encima de la mesa, delante de las mujeres.

Como si de un tesoro se tratase, ambas, raudas, desdoblan el papel con mimo.

En el documento se puede leer:

| 1º Inducir la idea: El sumiso querrá realizar algo que pensó que nunca desearía hacer.

2º Que piense que ha sido idea suya.

3º Que le guste tanto que al final quiera repetir. |

-          ¿Y éste es tu método? – Pregunta irónica Silvia. – Pues vaya. No tiene nada de especial. Es mejor ordenar algo y que Valeria lo cumpla.

MisterP, consciente del que se sabe dueño de la situación, le contesta a Silvia sin dejar de mostrar su perenne sonrisa.

-          Más que método lo considero un arte. Sí, es muy fácil para un Amo ordenar y que esas órdenes se cumplan. Pero eso a la larga crea insatisfacción. Te lo digo por experiencia.

-          Mmmm, no se, no estoy segura. – Replica Silvia.

-          Te lo voy a demostrar.

-          Adelante. – Se apresura a decir Sara.

Mirando a ambas hermanas MisterP deja que un breve silencio inunde el salón. Mientras, recoge el papel, saca su pluma del bolsillo y empieza a escribir algo sin dejar que los demás lo vean.

Dobla el papel de vuelta a su estado original y lo deja en el centro de la mesa, justo antes de empezar su disertación:

-          Lo primero que debéis conseguir las dos es ser conscientes de vuestro poder. Aunque no me gusta admitirlo, los hombres somos más simples que las mujeres en cuanto a estímulos.

Las mujeres soléis necesitar de varios sentidos para estar excitadas: sonidos, olores, caricias, … Mientras que los hombres somos más de estímulos visuales.

Voy a poner un ejemplo práctico.

En ese preciso instante desvía su mirada a Jorge, que hasta ahora seguía observando la escena callado, y no puede evitar dar un respingo en la silla.

-          Jorge. – continúa. – que harías si una persona asaltara a tu amada Sara, la agarrara de la cintura, pegase su cuerpo contra el suyo y la besara apasionadamente.

-          Buf. – Resopla el aludido. – Pues le partiría la cara.

-          Claro. Es normal esa reacción primitiva. – continua el Amo. – ¿Qué hombre que se precie no reaccionaría así? Pero… ¿y si te digo que estás equivocado? ¿Y si te digo que puede pasar? Que besasen a Sara, que seguro ya lo has imaginado, y que sin duda querrías que esa situación se repitiese.

-          No se a qué te puedes referir. – replica un poco molesto Jorge.

-          ¿Es que no hay nadie, pero nadie, con quien quisieras ver a Sara enrollarse? – insiste.

Entonces es cuando, de una manera subconsciente, la mirada de Jorge se posa sobre la figura de Silvia.

-          Eso es. – continúa triunfal Misterp. – ¿Qué hombre no ha visualizado nunca en su mente el tabú del incesto entre dos gemelas?

-          Joder Jorge… - Espeta Sara a su Amante.

-          Tranquila. – Interrumpe el maestro. – Es culpa mía. He inducido una idea a Jorge para demostraros el poder que tenéis, del que os he hablado. Como está escrito en el papel. Pero permíteme acabar. Quiero que todos abráis vuestras mentes y aprendáis de lo que viene a continuación.

Valeria, que desde hace unos segundos experimenta un conato de erección dentro de su jaula por la imagen evocada de las dos hermanas juntas, recibe ahora la mirada y la atención de MisterP.

-          Valeria, cariño. ¿Qué sientes ahora mismo? – Pregunta el Amo.

-          Buf, estoy muy excitada. – Responde sumisa.

-          Me dijiste que nunca habías experimentado un orgasmo sin tocar tu pequeño clitty, tu diminuto pene de chica.

-          Así es Señor.

-          ¿Crees que habría algo que te pusiera tan cachonda que no tendrías más remedio que explotar dentro de tu prisión?

-          Pues seguro que lo que acabáis de decir. Si viese a mis dos Amas besarse con lujuria creo que mearía ríos semen. – dice, con la idea inducida ya en su mente.

Silvia, casi saltando de la silla, con una gran sonrisa de diabla, no puede esperar a decir lo siguente:

-          ¡Hagámoslo!

-          ¿Qué? – Pregunta Sara leyendo la mente de todos los presentes.

-          ¡Si! Vamos a besarnos. Quiero ver como esta perra se corre sin tocarse.

-          ¿Estás loca? ¿De verdad me besarías por ver como se corre?

-          Piénsalo hermanita. Si lo conseguimos tendríamos la excusa perfecta para dejarla enjaulada de por vida. No tendríamos que quitarle el chastity nunca.

La jaula de Valeria aprieta cada vez más. Igual que los pantalones de Jorge y MisterP. Aunque éste último por razones diferentes.

-          Buf, no sé… - indecisa Sara está barruntando la idea de besar a su propia hermana.

-          ¡Que siiii! Porfaaaaaa…

La mueca maquiavélica de Silvia se ha convertido en la más angelical de las caras de cordero degollado que jamás había puesto alguien.

A Sara lo único que le falta para claudicar es la imagen de su amante Jorge con la mano posada sobre el gran bulto que crece en su pantalón. Mentalmente reconoce que está excitada. Todo el mundo en la sala lo está. Además, esto no va a salir de estas cuatro paredes, eso lo sabe.

-          Está bien, está bien. – termina por razonar Sara. – Pero con una condición. Valeria y Jorge deben desnudarse.

A los dos nombrados les falta tiempo para desprenderse de su ropa. Mientras la inexperta Ama sonríe y da las gracias a su hermana.

Está todo listo. Valeria de pie, desnuda salvo por el chastity, con las manos detrás de la espalda, a la derecha de MisterP, que se encuentra sentado en su silla. Jorge, a la izquierda, desnudo también y con una colosal erección ya ha empezado a masturbarse lentamente. Las dos gemelas delante del resto, una frente a la otra, mirándose a los ojos.

Sus preciosas naricitas chocan…, sonrien traviesas. Vuelven a intentarlo. Esta vez ambas giran un poco la cabeza a la derecha. Sus labios se tocan en un tierno beso.

Otro.

Otro un poco más largo. Pellizcando los labios de una con los de la otra.

Otro.

Sus bocas se abren acompasadas. Chocan las lenguas.

Retroceden. Se miran. Un hilo de saliva une los dos rostros.

Y entonces es cuando la vorágine se produce. Las dos gemelas se enzarzan en una lucha de pasión. Sus bocas se sellan y lo que ocurre dentro sólo ellas lo saben. Sus manos recorren el cuerpo de la otra. Explorando cada lugar, cada recoveco. Un magreo digno de un recluso recién salido de prisión.

En la instancia no se oye otra cosa que a las dos hermanas amándose la una a la otra durante unos interminables dos minutos. Hasta que lo inevitable ocurre.

Ambos penes explotan casi a la vez. Jorge masturbándose furioso, y la bondadosa Valeria hace lo propio sin tocarse a través de su jaula.

-          Chicas. – Llama MisterP a las gemelas. - ¡Chicas! – Insiste.

Sara y Silvia vuelven a la realidad. Sus cabellos revueltos, su sudor y su respiración son testigos de la pasión vivida por ambas.

Todos se arreglan y se visten. Se sientan. Se sonríen.

MisterP comienza una charla banal para calmar a los presentes.

Pasa media hora hasta que el experto comenta que es hora de irse.

-          Bueno, ha sido una gran experiencia. – Comenta levantándose del asiento. – Me alegra haber compartido este momento con vosotros.

-          A nosotros también MisterP. – Responde Sara. – Hemos descubierto muchas cosas.

-          Como lo guarrilla que te pones cuando besas a tu hermana, jajaja. – Dice burlona Silvia.

-          Como que a ti no te ha gustado. – Replica su hermana.

-          Pues la verdad es que me he mojado mucho. Más de lo que pensaba. Además, ya sabemos lo que tenemos que hacer para que nuestra putita se corra, y si además lo disfrutamos, pues mejor.

-          Sí, la verdad es que habrá que repetirlo, jejeje. – Dice Sara mientras a Jorge y a Valeria les recorre una gota de sudor por la espalda.

MisterP, se despide de todos de la misma manera que les había saludado. Y se marcha triunfal de ese piso.

Sara, se da cuenta de que el papel todavía sigue encima de la mesa, así que va a llamar al Amo, pero ya es tarde. El ascensor ya está descendiendo.

Sin poder evitar ser curiosa despliega los dobleces del papel y lee perpleja su contenido:

| 1º Inducir la idea: El sumiso querrá realizar algo que pensó que nunca desearía hacer.

Las gemelas querrán besarse apasionadamente

2º Que piense que ha sido idea suya.

Creerán que lo hacen por provocar la reacción de V y J.

3º Que le guste tanto que al final quiera repetir.

Lo harán |