El salido de mi hermano

Me llevé a mi hermano de acampada porque era adolescente y siempre la tenía dura.

¡Hola!

Tengo 31 años y me he casado con un hombre de 50 años. He de decir que estoy muy enamorada y que me encuentro muy satisfecha de compartir mi vida con él. A pesar de todo me he visto arrastrada a situaciones que ni yo misma quería aceptar. En este caso fue el tema de mi hermano. Es bastante más joven que yo. Es adolescente. Y me apasiona. Me he fijado que su pene está prácticamente erecto todo el día. En cambio el de mi marido sólo está punto en los momentos requeridos.

Bueno, lo que estoy tratando de decir es que tengo muchísima necesidad de sexo. Se supone que esto es sólo cosa de hombres. Pero a algunas mujeres también nos pasa.

Así que no siendo dueña de mis actos como en tantas ocasiones me llevé este último verano a mi hermano de acampada. Nos fuimos los dos en una tienda de campaña. En realidad iba a ir mi marido también pero al final le convencí para que no fuese. Así que Richard, mi hermano estaba engañado porque creía que no íbamos a estar los dos solos allí perdidos en el campo.

Se que Richard tiene la necesidad de masturbarse unas cinco veces al día. Pero yo era tan mala que no le dejaba. Siempre estaba a su lado. Así estuvimos unos seis días.

Soy bastante atractiva, tengo buenos pechos y buen cuerpo. Me paseaba por allí y por allá con poquita ropa, es decir con bikini pero para estimular más a mi hermano por las noches me quedaba en lencería.

La provocación total llegó el día en que dejé mis pechos desnudos tostándose al sol. Me di cuenta de que mi hermano estaba crispado, muy enfadado, me gritaba con frecuencia. Yo sonreía. Sabía lo que le pasaba. Hasta que no pudo más y se tiró a por mí. Disimulando como si de una lucha se tratase. Un juego. Su polla estaba a punto de explotar. Me metió el dedo en la boca. Mi corazón se acelero y él de él también. Le tembló un poco la mano cuando me tocó uno de los pechos. Yo suspiré. Del pezón fue otra vez a mi boca y yo me comía su dedo.

Mi hermano perdió el control y nervioso me bajo la bragueta de los pantalones cortos y me los quitó empujando con fuerza. No llevaba bragas. Se puso a acariciarme el clítoris muy rápidamente. Así que me corrí. Y con la otra mano me metía los dedos en la boca. Me metió un dedo en mi empapadísima vagina y me mordisqueaba los senos. Luego el guarro se tiro a por mi culo y me metió dos dedos que me estremecieron. Y seguía lamiéndome las tetas.

Se puso a besarme en la boca, comiéndome la lengua. Me encantaba su aliento y babeábamos.

Me abrió de piernas y yo me esperaba que me la metiese de golpe pero no hizo eso sino que frotaba su polla durísima en mi clítoris. ¡Me hizo correrme el cabrón!. Y luego volvía a chuparme las tetas. Seguía frotándose hasta que se tiró a lamerme el clítoris. Yo tuve un espasmo. Y a continuación seguía frotándose. Y luego pasaba su lengua por toda la vagina. Y yo gritaba.

Me metía un dedo y lo agitaba allí dentro.

Se puso a lamerme el culo metiéndome toda su lengua en mi orificio todo sucio, sin parar de meterme sus dedos en el coño.

Y el chaval no pudo aguantar más. Quería follarme pero yo no le dejaba por temor al embarazo así que le dejé que me la metiese con fuerza por la boca. Se la chupé y él eyaculó un líquido ardiente que casi me quemaba al tragármelo.

Años después me llamó para decirme que seguía traumatizado por lo que sucedió entre nosotros dos.