El sacrificio de mi hermana 1

Mi hermana lo hizo por mí, pero continuó por su placer...

-Blancanieves, levanta tus garras es hora de regresar a casa- Dijo mi celador mientras golpeaba la puerta de mi celda.

Miles de pensamientos pasaban mientras esperaba mi llamado. Había caído hace 7 años en la cárcel y había prohibido a mi familia visitarme. Durante ese periodo mi padre había fallecido y ni siquiera tuve oportunidad de despedirme, mi estupidez lo mató. Mi hermana menor vivía sola desde hace un año cuando el viejo nos dejó.

Maldita sea, se escuchaba tan fácil, solo era conducir y llevar unas maletas a la capital del país, cobrar y regresar. Nunca iba a imaginar que esas maletas contuvieran un arsenal completo.

El saber que mi padre vendiera algunas propiedades y 2 taxis que el rentaba para poder pagar mi abogado, y el desconocer el cómo mi hermana habría terminado de pagar al abogado en el último año me estaban matando, estaba eternamente agradecido con ellos, y ahora ya no estaba el viejo para agradecerle.

El pasillo era largo, varios colegas que hice en prisión me despedían y otros solo me insultaban.

El celador se desvío un poco y me llevó a la celda del verdadero jefe de prisión, un jefe del narco de la ciudad que “cumplía sentencia” en su lujosa celda. Él se acercó a mí y me abrazó.

-No olviden su deuda conmigo- dijo amenazante mientras me soltaba y metía un fajo de billetes en mi bolsillo.

-Que no lo revisen- dijo al guardia mientras el asentía.

Claro que estaba en deuda con él, los primeros meses fue un infierno. Recibí varias golpiza tratando de evitar violaciones hasta que la gente de “El 40” me rescató. Las únicas 3 veces que mi hermana acudió a visitarme fue en el primer año cuando me internaron en enfermería para curar mis heridas. Desde que el me aceptó en su gente los años siguientes fueron más fáciles, solo me dedicaba a hacer algunos encargos para él y hacer ejercicio todo el día.

Iba caminando como zombie perdiéndome entre la culpa y el remordimiento hasta que la luz del sol me regresó a la realidad.

-Blancanieves, ya no eres nuestro problema, pórtate bien y trata de no regresar ¿Quieres? – Dijo el guardia que me escoltaba.

Recordé el dinero que me había dado el patrón, eran 10 mil pesos en efectivo y un celular desechable de prepago, me hubiera preguntado que hace un reo con tanto dinero dentro, pero así es mi México. Sabía lo que significaba y estaría en espera de alguna llamada.

Tome un taxi para ir a la central de autobuses norte de la CDMX y volver a mi Culiacán querido. Eran las 2 de la tarde y mi autobús salía a las 11 pm, me esperaban casi 20 horas de camino.

Rente una habitación de un hotel decente y cercano para tomar un baño descansar un poco. Al entrar en la habitación lo primero que hice fue llamar a mi hermana.

-bueno? Clara?- dije con nostalgia.

-Carlo?? Eres tu?- dijo con un nudo en la garganta.

-Si flaca… hoy salí- intentaba no llorar.

Se escuchó un silencio y sollozos.

-Salgo para allá a las 11 de la noche- No pude retener más las lágrimas y las deje rodar por mi rostro.

-Si… Aquí te espero hermano. Te vienes para la casa de los papás- dijo emocionada pero sin dejar de llorar.

-Sale, te veo ahí.

Me desplome en la cama para ahogar mi llanto en el colchón. Así estuve hasta que sin darme cuenta me quede dormido.

Un llamado a la puerta me despertó como a las 6 pm y al abrir me di cuenta que era una bella y exuberante mujer.

-wow… Carlo Felix?- se escuchó un acento ruso.

-Si… quien eres?- dije titubeando.

-Me puedes llamar Alicha – dijo mientras entraba en mi habitación sin permiso.

Tenía un acento un tanto ruso o de algún país de aquel lado. Y su apariencia verdaderamente lo confirmaba. Era una prominente mujer rubia y pálida, y su palidez resaltaba aún más en ese ajustadísimo vestido plateado; esa ceñida prenda dejaba notar unas piernas trabajadas con muslos gruesos y un culo de infarto que pretendía reventar el vestido; su pecho se formaba apretado y orgulloso en su escote; ojos azules como hacía tiempo no veía y unos labios gruesos.

-Pero que pasa?... Ah es cierto, hace algún tiempo no vez a una mujer ¿Verdad?- Dijo mientras se sentaba en la cama.

-Al menos, no a una como tú ¿Cómo sabes de dónde vengo?- tragaba saliva algo excitado.

-Alguien me dijo que acabas de salir y ¿Pues adivina qué? Yo soy tu recompensa- Dijo recostándose en la cama.

-¿Quién te mando? Yo no tengo dinero, no al menos para pagarle a alguien como tú.

-No te preocupes guapo, yo ya estoy pagada solo me pidieron recordarte que no olvidar la deuda con el- Dijo burlona.

Al haber escuchado eso, de cierta manera me relaje. El patrón estaba siendo demasiado bueno. Me parece que el favor siguiente seria enorme.

-¿Qué pasa? ¿Se te olvido que tienes que hacer con una mujer como yo? – dijo retadora.

Se sentó en la orilla de la cama mientras separaba sus piernas mostrándome unas bragas negras en encaje y se bajaba la parte superior del vestido mostrando un sostén negro e igual con encaje. Ese color resaltaba aún más su piel blanquecina. Yo inconscientemente ya me tocaba mi miembro por encima de mi pantalón.

Ella se subió a la cama de rodillas y comenzó una especia de danza mientras se recorría el cuerpo y bajaba su sostén mostrando un pecho enorme con unos pezones rosados. No es que tuviera miedo, solo estaba dejando que mis ganas llegaran a su máximo. Ella seguía masajeando sus senos mientas me miraba sin quitarme la mirada de los ojos e incitándome a ir por ella. Ella inclinó la cabeza ordenándome a cercarme mientras se chupaba un dedo, y así lo hice, me acerque a ella y parado en la orilla de la cama la acerque hacía mí y enseguida comenzó a comerme el cuello, no resistí más y la pegue a mí aún más tomándola de una nalga y ella me rodeo con sus brazos mientras seguía lamiendo mi cuello y subía por mi cara.

Ooh… esa sensación, esa piel suave y perfumada aún la recuerdo. Veía como mis dedos dejaban su rastro en esa blanca piel cuando la recorría y estrujaba con fuerza. Ella volvió a inclinar su cabeza exponiendo su cuello y ahora era yo quien lo devoraba.

-aaaaah… vaya que no lo has olvidado

Sin probar aún su boca me pase directo a su seno y sentí con mi lengua su pezón endurecido el cual succionaba con un poco de fuerza y ansias.

-aaaaaaahh… mexicano, calma - dijo guiándome y con un poco de dolor.

Ella me tomó del brazo y me jaló hacia la cama haciéndome caer de espaldas. Se colocó encima de mí y se inclinó para alcanzar sus pies y retirarse esos enormes tacones negros. Una vez retirados, se colocó a ahorcajadas sobre mi miembro y pude sentir su sexo sobre mi dura verga mientras ella se movía para rosarlos.

-vamos a hacerlo despacio mexicano, me tienes hasta la hora que tú quieras- dijo mientras me retiraba mi playera.

Ya sin playera empezó a masajear y recorrer mi torso y mi endurecido abdomen.

-vaya mexicano… sí que has aprovechado bien el tiempo libre – dijo sin dejar de tocarme.

La tomé por las nalgas y la guie llevando su pubis a mi rostro para empezar a lamerlo y probas su sexo por encima de ese tanga negro que ya me dejaba sentir el aroma a mujer. Ella me besó en los labios y empezó a bajar por mi cuello, mi pecho y mi abdomen, se entretuvo un tanto en mi abdomen mientras desabrochaba mi pantalón.

Bajó mi pantalón hasta mis rodillas y sin mediar palabra le dio un largo y lento lengüetazo desde la base hasta la punta y poco a poco empezó e engullir el glande sintiendo como lo rodeaba con su lengua. Eso me hizo dar un leve suspiro y casi me hace eyacular.

-Que sorpresa mexicano… que polla tan gorda se estaba desperdiciando –dijo un tanto sorprendida.

Siguió chupando y el pene no entraba en su boca ni a la mitad. Sin embargo su lengua hacia un trabajo fenomenal. Cuando su boca lo liberaba recorría alrededor de mi glande con su lengua y daba unos pequeños golpecitos. Ella terminó de retirarme los pantalones, y ya sin ellos me gire y la recosté en la cama de espaldas para colocarme entre sus piernas sobre ella. Inicie besando su oreja, para pasarme a su cuello, de ahí me dirigí a sus senos donde me entretuve en sus pezones. Baje por su abdomen y con la boca le retiré el tanga negro. El aroma al fin se liberó y se apodero de mis sentidos y sin mediar palabra comencé a comer su concha lo que provocó un inminente gemido.

-Aaaaaahh… si mexicano… esa boca pedía concha ¿Verdad ?- dijo extasiada.

Mi  lengua recorría esa húmeda vagina de arriba abajo hasta que llegaba al clítoris provocando que se retorciera en la cama. Ella movía sus caderas para provocar ese rose. La lengua ya se concentraba en ese clítoris, y de pronto se levantó y me recostó en la cama para dar unas últimas mamadas a mi pene y dejarlo a tope. Cuando lo sintió listo, colocó un condón y se puso a horcajadas de nuevo sobre mí. Tomó mi pene y dirigiéndolo a su vagina se lo fue introduciendo hasta que todo entró.

-aaaaah… mex…. Mexicano, hace tiempo no tenía una polla así- dijo mientras me comía la boca.

Ella siguió subiendo y bajando penetrándose con mi verga mientras yo jugaba con sus senos. Esta vez era yo quien le miraba a los ojos y veía como su cara disfrutaba cada entrada y salida de verga. Los gemidos ya eran un tanto sonoros en la habitación. Para ahogarlos comenzamos a comernos la boca, ahora su lengua trataba a la mía como a mi glande hace un rato. Mis manos ya se posaban en sus nalgas y sentía que me vendría, pero se detuvo. Se bajó de mí y se colocó en 4 inclinándose y dejándome su cola al aire. Guie de nuevo mi pene a su vagina y esta vez con menos resistencia se hundió en ella. Vi como tomó una almohada y la llevó a su boca para morderla mientras mis embestidas iban en aumento. El ruido de mi pelvis chocando con sus nalgas retumbaba en esa barata habitación. Le tome de los senos y le hice erguirse un poco, yo ya tomándola por su pecho acelere las embestidas hasta que no aguante más y me vine con libertan en ese condón. Los dos caímos tendidos en la cama mientras ella me daba la espalda y se recuperaba de su orgasmo. Le veía como las piernas le temblaban.

En la cárcel tuve sexo con presas de la penitenciaria femenil, que cada cierto tiempo nos dejaban meter. Ahí adentro los que tiene dinero tienen muchos privilegios. Pero de mi última relación habrían pasado alrededor de 10 meses. Por lo que “Alicha” recibió gran furia.  Esa tarde en cuanto recuperábamos energía lo hacíamos, me arrepiento de no haber tomado toda la noche y partir al día siguiente, pero realmente quería ver a mi hermana. “Alicha” se retiró como a las 10, no sin antes un último encuentro. Un auto lujoso fue a recogerla y partió sin más. Yo por mi parte me duche y me aliste para salir.

Tome mi asiento que en el autobús, no era temporada vacacional por lo que me toco viajar solo. Prendí la pantalla correspondiente a mi asiento, conecte los audífonos baratos que me dieron al subir y puse cualquier cosa que me arrullara.

No me fue difícil conciliar el sueño debido al tarde de sexo que me regaló Alicha. A la media hora de haber iniciado la película me quede dormido.

De pronto el vibrar y sonido de ese celular barato me despertó. Vi que eran como las 3 AM, y en la pantalla del celular decía “40”. Como pude alcance a llegar a la cabina que encierra los baños del autobús.

-Diga

-Blancanieves ¿Qué tal tu día? –Dijo la voz al otro lado del teléfono.

-¿Quién es? –Dije algo agobiado.

-Que rápido olvidas a los amigos. Soy El Ojos –contestó burlón.

“El Ojos” era el hombre de confianza del patrón. Él se encargaba de reclutar a la gente del jefe dentro y fuera del penal. Lo sabía todo. Tenía información anticipada (que incluso el mismo director del penal no podría conseguir). Si algún operativo se llevaría a cabo “El Ojos” lo sabía semanas antes, si algún capo de renombre entraría al penal “El Ojos” ya lo sabía, si iban a trasladar a alguien no solo ya lo sabía, si era necesario él lo evitaba, lo adelantaba o elegía a donde lo mandarían.

-Que tal wey ¿Cómo va todo ahí dentro?

-¿No escuchas? lo de siempre- dijo mientras se le escuchaba pedir una cerveza.

Durante la llamada se escuchaba que una fiesta con música regional, mujeres y parecía que lo pasaban bien.

-Te estamos festejando. Por cierto, Alicha nos dijo que la trataste muy bien

-Dale las gracias al jefe por eso

-No te preocupes, lo agradecerás despues.

-¿Qué quieres decir?

-Escucha, el 4 (viernes) a las 22 (10 am) pasas a la escuela (uno de los puteros que maneja el jefe) y repórtate con el español. Tú moverás a las chicas del jefe y tendrás que encargarte de su bienestar.

-Suena fácil ¿Es todo? –dije un poco aliviado.

-Por el momento si, el jefe quiere que descanses un poco, estés con tu hermana y le lleves flores al panteón a tu jefecito.

-Está bien, yo me encargo.

-Hecho, diviértase güero y disfrute los aires –dijo mientras colgaba.

Solo era transportar a las chicas y cuidarlas de los clientes, eso no me asustaba. Culiacán completo es territorio del jefe y podríamos andar libres.

Aproveche que el baño estaba cerca, y me retire a mi asiento. Esta vez quise dormir un poco, pero no pude. Nuevamente la culpa me abordaba. Pese a que estaba afuera me sentía algo raro. Además aunque entendía que mi hermana era feliz sabiéndome libre, no sé cómo me recibiría.

No lo niego, solloce un poco. Volví a poner música y al tono de Julio Preciado me fui quedando dormido. El viaje fue bastante largo, pero tuve tiempo para confrontarme y lograr dominar la mente. Por momentos dormía o simplemente ponía la misma música una y otra vez.

Alrededor de las 6 de la tarde el chofer anunciaba nuestra llegada a la central de autobuses de Culiacán. Baje directamente entrando a la central y justo cuando me decidía ir a tomar un taxi una chica llamó mi atención.

Una hermosa flaca paliducha de cabello rizado y naranja presumía sus largas y blancas piernas en unos shorts de mezclilla azules. Llevaba consigo una blusa color mostaza de tirantes que exponía sus descoloridos brazos y hombros levemente enrojecidos por el sol. Esa blusa ajustada dibujaba un par de escasos senos, pero una sensual y delicada cintura de una fémina que recién dejaba la adolescencia. Un piercing brillaba en su fina y picuda nariz, y sus expansiones en las orejas aseguraban su rebeldía. Sus mejillas rosadas hacían juego con una ligera salpicadura de pecas. El rosado natural de sus labios brillaba en su rostro. Habían pasado 6 años sin verle (solo a través de una u otra foto), sin embargo un escalofrió me despertó del asombro y me hizo reconocer que esa blanca jovencita era mi hermana, mi flaca.

Tome camino hacia ella. Clara volteo como sintiendo que alguien le miraba y en cuanto me vio salió corriendo hacia mí y se colgó a mi cuerpo.

No había palabras, solo sollozos y deseos de no soltarlos nunca. Su frágil cuerpo se estremecía pegado al mío, en ese momento no había excitación, solo el amor fraterno que nos poseía. Solo después de algunos minutos algo pudo despertarme de ese amor de hermanos, un inolvidable olor a perfume dulce se apoderó de mi olfato. Abrí los ojos y solo podía ver y oler su cabello anaranjado que se enredaba en mi rostro.

Suspiros hacían estremecer a mi hermana y la podía sentir pegada a mí. No hubo necesidad de decir palabra alguna, no fue necesario hacer reclamos, esos minutos me demostraban que me amaba pese a lo que hice.

Parecía que todas las lágrimas que debía haber soltado en el funeral del viejo se las guardo para derramarlas conmigo. No sé cuánto habrá sido el tiempo que duramos así pegados, pero el sudor en mis ropas me indicaba que había sido mucho.

-Bien… bienvenido, hermano – dijo entre suspiros.

Besó mi mejilla, me tomó de la mano y partimos en un taxi para casa. Mientras el taxi se acercaba a casa, las ganas de llorar volvían a mí. Las casas eran las mismas, las calles, la tienda de don Gerardo, la vieja cancha de futbol, sin embargo la gente ya no era la misma. Pude resistir y con el sentimiento a flor de piel entre a casa.

Ese día mi hermana y volvimos a llorar mientras nos actualizábamos la información. Sin embargo me puso en shock cuando me confesó como habían podido sobrevivir a la enfermedad de mi padre y su muerte.

-Quiero pedirte perdón flaca. Perdón por dejarte sola con la muerte del viejo – Dije sin poder mirar a su rostro.

-No Carlo, sabes que así es nuestra familia. Sé que tu hubieras hecho cualquier cosa si mi papá o yo te hubiéramos necesitado – Dijo mientras comenzaba a llorar.

Un silencio se apoderó de nuestro comedor, solo se escuchaba al fondo la cafetera cumpliendo su función.

-Quiero que sepas que eres bienvenido, esta es y siempre será tu casa. Sin embargo tengo que confesarte algo – Dijo mientras agachaba su cabeza.

-El dinero para pagar tu abogada se terminaba, así como las cosas que vender para conseguirlo – un largo suspiro y sollozo le interrumpió - Nuestro padre cayó en el hospital, y acudí con la única persona que nos ayudó en todo tu proceso –Se volvió a derrumbar mientras me daba una tarjeta con un teléfono y el logo del putero del jefe.

-Clara… No… - Dije imaginando lo que vendría.

Sabía que el jefe fue quien apoyó en mi caso, y sabía que otro de los negocios fuertes del jefe era la prostitución.

Clara no dijo nada más, y no tenía que decir nada más.

Sin decir nada más subí a mi cuarto lleno de odio a mí mismo. La cabeza me daba vueltas llena de culpa y remordimiento. Lloraba de coraje puro y así estuve hasta que darme dormido. No supe más de mí. Solo un delicioso sueño que se convirtió en pesadilla me despertó.

En el sueño estaba yo en la habitación de aquel hotel barato en la Ciudad de México. Estaba penetrando a Alicha desde atrás mientras ella estaba en cuatro sobre la cama. Le daba una nalgada y ella volteaba y su rostro era el de mi hermana. El sobre salto me despertó, pero no pudo  detener mi erección. Cuando me di cuenta, sobre mi había una cobija que yo no había tomado, por lo que supuse que mi hermana entró y me cubrió.

Yo aún vestía la ropa con la que llegue. Saqué el celular de mi bolsillo y anunciaban las 3 de la mañana. No quería salir de mi cuarto. Tenía mucha vergüenza, culpa y coraje. Ninguno era dirigido a mi hermana, sabía que mi estupidez no le había dejado opción. Más vergüenza me dio cuando entendí que mi comportamiento ayer debió dejar con culpa a mi hermana.

Desde que desperté no pude volver a dormir. Pase el resto de la madrugada tratando de animarme e ir a hablar con Clara y disculparme. A la mañana siguiente me levante dispuesto a buscar opciones. Prepare el desayuno y le fui a hablar a mi hermana.

Al abrir la puerta el dulce aroma de mi hermana me inundó de nuevo, me di cuenta que mi hermana seguía dormida. Aparté las cortinas y al entrar la luz del sol a la habitación, mi hermana se mostraba cobijada hasta la cintura. Una playera holgada en color blanco casi transparente marcaba unos senos pequeños y unos pezones endurecidos por el frío del aire acondicionado. Su ombligo se mostraba y un destello evidenciaba otro piercing en el. No era mucho lo que mostraba, pero la escena me resultaba extrañamente excitante.

-¿Qué pasa? –dijo somnolienta.

-Perdón Clara, solo venía a decirte que prepare el desayuno

Temía que mi hermana se incomodara por su escasa ropa y yo ahí.

-¿Es enserio? –se escuchaba entusiasmada.

Ella se descobijó completamente y me di cuenta que solo traía unas bragas azules. Mi hermana sin pudor se levantó y partimos al comedor. Ella me tomó de la mano y me arrastró para ir a desayunar. Yo iba detrás de ella y le podía ver completamente. Su playera de dormir apenas cubría sus nalgas, incluso podía ver sus bragas azules que dejaba más de la mitad de su trasero al aire. Ella iba descalza y sus largas y delgadas piernas desbordaban sensualidad.

Su actitud me sorprendió un poco. En primer lugar no le afectaba de ningún modo mostrarse así ante mí. Segundo, actuaba como si nada hubiera pasado. Y lo que me confesó después…

-Clara, lamento haberme comportado así. Sé que los deje solos y ustedes no tienen la culpa de nada.

Clara solo dibujo una pequeña sonrisa como si supiera lo que estuviera a punto de decirle.

-Ahora que ya estoy afuera, vas a dejar lo que haces, te juro que hablare con el jefe y me ofre….

-Carlo… -dijo mi hermana sin dejarme terminar- Las cosas ya no son como antes, nuestra situación ya no es lo de antes y yo ya no soy la de antes.

La firmeza de su interrupción y una mirada llena experiencia me intimidaron. Definitivamente eso me dijo que ella ya no era la misma hermanita de 14 años que deje cuando caí en la cárcel.

-No te niego que cuando inicie en esto lo hice con miedo. Pero el amor que te tengo a ti fue más grande. Te amo hermano, y lo volvería a hacer sin problemas. Pero ahora ya no lo hago solo por ti, ahora disfruto lo que hago y disfruto las remuneraciones que me deja.

No solo sus palabras me dejaron helado, la firmeza con lo que lo dijo me dominó completamente y me dejo mudo.

-Perdón hermano, ahora necesito que comprendas.

Se levantó de la mesa, me beso en la comisura de los labios y se marchó a su habitación. Su delgada figura se alejaba mientras yo me quedaba en la mesa tratando de pensar lo que había pasado.

No les niego, no me fue fácil asimilarlo. Se llegó el día y me presente con “El español”. Era un tipo de Valencia que por asares del destino, dinero y drogas terminó aquí. El me hizo algunos encargos y me explico el trabajo.

Poco a poco lo fui asimilando. Sin embargo eso conllevó a que de verdad dejara de mirar a mi hermana como aquella hermana menor que conocía. Obviamente la sangre llamaba y mi sentimiento fraterno existía, pero el instinto iba en incrementó, ahora cada vez más la veía como a una mujer.

Los días, las semanas y los meses pasaron y me fui adaptando a la rutina. El hecho de imaginarme a mi hermana siendo follada por diferentes hombres convirtió la sensación de culpa en excitación. La mayoría de las pajas que me hacía eran en honor a esas visiones. Durante ese tiempo tuve algunas parejas sexuales y en todas imaginaba que era mi hermana la que estaba debajo o encima de mí.

Poco a poco me daba cuenta de lo inteligente que era mi hermana y de lo que amaba el follar y el dinero. Así es como la culpa se alejaba de mí.

Un día de tantos mi hermana de confesó que hacia algunos trabajos por su cuenta y que no reportaba con “El español”.

-Carlo, necesito un favor –dijo con un poco de dudas.

-Claro flaca, el que quieras –tengo que ir con un cliente.

-Me salió un cliente y quería ver si me puedes llevar.

-¿Y porque no le dices al español para que mande a alguien por ti?

-Ya lo hice, pero es una mandado del jefe y pidió que fueras tu quien me lleve. Al parecer es socio importante del jefe y nos ha pedido este favor a mí y a ti especialmente.

-Si es así vamos.

-Tienes que llevar el traje que usas en Quantum y tendrás que esperarme abajo.

-¿Y qué se supone que hare en ese tiempo?

-Puedes estar en el bar de los guardias, te gustará te lo aseguro. Hay billar y puedes hacer apuestas con ellos.

-Está bien, ve cámbiate.

-Ya estoy lista

-¿Qué? ¿Así?

Mi hermana iba vestida como si fuera a pasar el día en casa.  Llevaba una blusa gris con el logo de Vans que dejaban ver su vientre; unos short de mezclilla muy cortos que dejaban ver sus muslos y unos tenis blancos.

-Es petición de Don Cesar –dijo mientras mostraba una sonrisa pícara.

Partimos sin más. Llegamos a una hacienda enorme donde pasábamos 3 controles de seguridad. Llegamos a la casa principal y entramos seguidos por los guardias de Don Cesar. Una sirvienta se llevó a mi hermana mientras ella me decía a dios con la mano, y un guardia me llevó a una sala de juegos que más bien parecía un bar extremadamente bien equipado. En el lugar no solo había guardias, si no que había soldados que escoltaban a un general que acudió a la reunión que había en casa de Don Cesar.

Pasamos alrededor de una hora bebiendo y jugando hasta que el jefe de seguridad fue por mí.

-¿Carlo?

-Sí, soy yo.

-Acompáñame.

De inmediato me alarmé. Iba escoltado por 3 guardias. Subimos unas escaleras y después otras. Llegamos a una habitación con 2 puertas enormes cuidadas por otros 2 guardias. Había guardias por doquier. El guardia que fue por mi hizo una seña a los otros dos y abrieron las puertas. Me hicieron ingresar. De frente en la habitación había un sofá-cama donde mi hermana ya hacía sentada de piernas cruzadas y sin zapatos. Ella se miraba sonriente y mi presencia le parecía entusiasmar ya que me lanzó una sonrisa en cuanto me vio.

En una esquina de la habitación había 2 sillones con una persona elegantemente trajeada en cada uno y guardias detrás de ellos. En la otra esquina estaban otros dos sillones e igual había una persona vestida con traje de gala del ejército en cada uno de ellos con 2 militares detrás.

Las puertas se cerraron detrás de mío. A mi lado permaneció únicamente el jefe de seguridad. Uno de los generales hizo una seña con su mano y enseguida uno de los militares detrás de ellos caminó hacia donde estaba mi hermana. El militar se paró frente al sofá-cama donde estaba mi hermana. Se empezó a quitar su equipamiento mientras mi hermana le veía un tanto alegre y excitada. Él militar se retiró la camisa camuflajeada y su playera interior.

El militar se veía joven, tal vez unos 22 o 23 años; era delgado pero tenía un torso marcado; su color de piel contrastaba al de mi hermana ya que era moreno. El niño se veía que lo estaba disfrutando.

Mi hermana juguetona estiro su mano y jugueteo con el elástico del bóxer del soldado. El militar se sentó a lado de mi hermana mientras ella le veía deseosa. El joven soldado se acercó e inmediatamente comenzó a besarle en la boca. Mi hermana mucho más desinhibida paso su boca al cuello del chico y empezó a lamerlo y comerlo. Después bajo un poco a su pectoral. Mi hermana le hizo recostarse sobre la cama y empezó a lamer el marcado abdomen del soldado, pasaba su lengua desde el ombligo hasta el pecho. Después empezó a sobar el miembro del soldado, ví que mi hermana le dijo algo al oído por lo que ambos se pusieron de pie.

El militar se retiró las botas y bajo sus pantalones dejando al aire una erecta y gran polla. Esa gorda verga contrastaba con el delgado cuerpo del militar. Mientras mi hermana bajo sus shorts y retiro su blusa.

Mi hermana de nuevo controlando la situación hizo sentar al joven militar en la orilla de la cama. Su verga quedó apuntando hacia arriba y mi hermana comenzó lamiendo el muslo del soldado y lentamente dirigió su lengua hasta la polla del militar. Al llegar a los testículos mi hermana dio una larga lengüetada desde la base hasta la punta del pene. Eso no inmuto al joven, pero todo cambio cuando mi hermana de una engulló el pene hasta meterlo todo en su boca. Esto provocó que el militar echara la cabeza hacia atrás y arqueara su columna.

Quedaba evidente que mi hermana era una experta en el tema. Bajaba y subía haciendo que su cabeza devorando por completo el miembro. El militar cariñosamente apartó el cabello de mi hermana para permitirnos a todos ver la increíble mamada que le daba. Mi hermana parecía disfrutar su trabajo (como lo había dicho).

Esa mamada se interrumpió solo para que el militar se pusiera de pie y ayudando a mí hermana a que se sentara en la orilla de la cama de tal manera que quedaron de costa hacía nosotros. El comenzó a besar su justo pecho y fue bajando por su abdomen hasta llegar a su pelvis. El retiro la braga blanca de mi hermana dejando a la vista una pequeña y estéticamente recortada mata de pelo naranja en su pubis. Sin mediar palabra el militar fue por esa mata y comenzó a comer la concha de mi hermana. Pasó y pasó y pasó su lengua en la vagina de Clara mientras estiraba su mano para pellizcar su pezón derecho. Mi hermana marcaba su sonrisa llena de placer. Mi hermana se desplomó en la cama y llevó una mano a su boca para morderla y ahogar algún grito. El chico siguió comiendo la vagina de Clara y ella lanzó una mirada picara hacía mí y llevó su lengua al labio superior.

El soldado se levantó y tomó un condón que había en una mesa a lado del sofá-cama. Lo colocó en su miembro y tomo un sobre que abrió y derramó su contenido esparciéndolo en el condón. Se dirigió hacia mi hermana y se colocó entre sus piernas. Lentamente fue introduciendo su miembro en ella. Mi hermana sintió el trayecto de ese trozo de carne penetrándole lo que le hizo recostarse por completo en la cama. El chico se puso casi sobre ella y Clara enredo sus piernas sobre la cintura del militar. El militar comenzó a acelerar sus embestidas y sin piedad sacaba y metía su pene en mi hermana.

Debó admitir que el espectáculo para nada me hacía sentirme celoso o incómodo. Realmente lo estaba disfrutando como los demás en la sala.

El joven soldado se irguió un poco y tomó de las rodillas a mi hermana dándole agarre por lo que empezó a envestirle de manera brutal. Al sentirlo mi hermana levantó su cara, su mirada y sin vergüenza dejo escapar desmedidos pero excitantes gemidos hasta que mi empezó a convulsionar debajo del militar por lo que él tuvo que parar. Mi hermana tardó unos minutos en recuperarse y dirigió su mirada de nuevo hacia mí.

Mi hermana se levantó y arrojó al militar de espaldas en la cama. Ella se puso a horcajadas sobre el miembro del soldado. Dirigió el pene a su vagina y de un sentón lo introdujo dentro de ella. Ella empezó a hacer sensuales movimientos de cadera provocando que ese pene saliera y entrara de su delgado cuerpo. El militar lo estaba disfrutando, pareciera como si mi hermana quisiera vengar su orgasmo provocando uno al chico. El militar tomó a mi hermana de las caderas tratando de tomar control de Clara. De pronto mi hermana dejó de moverse, pero solo para permitir al militar que fuera el quien le embistiera. El sin pudor dio paso a frenéticas embestidas provocando de nuevo los gritos de mi hermana.

El militar se detuvo y bajó a mi hermana de la cama poniéndola de pie en la orilla. Él hizo que mi hermana colocara sus manos en la cama dejando expuesto su culo. El militar intentó metiendo el pene en el culo de mi hermana, pero costaba un poco de trabajo. Mi hermana esta vez si tenía una pequeña mueca de dolor. El militar volvió a intentar y ahora si ese culo fue penetrado. El militar comenzó lento y mi hermana cada vez parecía que disfrutaba ese “dolor”. Mi hermana volteo a verme con su boca totalmente abierta y sonriendo cerro sus ojos expresándome su gusto. El soldado empezó nuevamente a envestir sin compasión lo que provocaron los gritos de mi hermana. El piercing de mi hermana colgaba debido a la postura en la que estaba se zangoloteaba de un lado a otro como badajo de campana. La cara del militar indicaba que no aguantaría más por lo que se sacó el miembro, se retiró el condón y eyaculo en la espalda de Clara. Por otra parte a mi hermanita le temblaban un poco las piernas. Ella levantó su cara de nuevo y me sonrió.

Una sirvienta vino por mi hermana y se la llevó junto con sus ropas…

Ahora mi hermana no se había dejado de ser más que una fantasía, ahora se había vuelto una obsesión… CONTINUARA!!!