El Sacrificio Azteca

Lo que nunca se ha contado sobre los sacrificios de virgenes aztecas.

"Yo no creo en la historia, porque la historia la escriben los hombres" (Maximiliano H. Martinez)

EL SACRIFICIO AZTECA

El pecho desnudo y libre de vellos del gran sacerdote Tecuntle brillaba con su sudor. Sus tetillas negras estaban paradas por la excitacion en la que se encontraba. Contrario al resto de los hombres que estaban en la sala, Tecuntle tenia puesto una capa blanca adornada por diminutos dibujos de aves en todo su borde. El resto de hombres estaban cubiertos solamente por un taparrabos.

El sol candente del mediodia habia cedido a aquel que predecia el ocaso sobre la piramide y el resto del lago Tetzcoco. La piramide dedicada a Quetzalcoatl se asentaba en una isla sobre aquel lago (centurias despues seria la Ciudad de Mexico).

Tecuntle, con su mirada penetrante que hacia que sus achinados ojos negros se movieran de un lado a otro del lugar, caminaba enmedio de la docena de hombres que estaba alli. Todos habian sido escogidos personalmente por el gran sacerdote de los aztecas y todos sabian que el elegiria solamente a uno de ellos.

Al sacerdote no le tomo mucho tiempo decidir. Acercandose a un muchacho con una gran melena negra que le llegaba hasta la cintura, se detuvo, lo observo y tomando su menton con su mano le pregunto:

"Hueles a humo"- le dijo con su voz sonora que reboto en las paredes de piedra de la piramide.

"Es seguramente el humo del incienso"- le contesto el muchacho que no llegaria a sus 20 sin levantar la vista.

Tecuntle observo que el muchacho tenia brazos fuertes y un pecho bien formado. Sus pezones eran grandes, redondos, prietos. Una leve linea de vellos bajaba desde su torax hasta donde el taparrabos comenzaba. Las piernas eran fuertes y los pies protegidos por una especie de sandalias eran grandes y tostados por el sol.

"Como te llamas?"- le pregunto Tecuntle mientras su mano libidinosa tocaba levemente los brazos del muchacho.

"Qaltal"- le contesto mientras sus vellos sentian el roce del hombre que tenia frente a el y que lo observaba como si fuera a comerselo.

"Ave en movimiento"- dijo casi en susurros el sacerdote pensando en el significado del nombre -"Sabes que si te escogo esta noche sera inolvidable para ti, verdad?"

"Lo se"- le contesto Qaltal levantando la vista. Su mirada denotaba un escondido deseo, algo de lo que nunca habia hablado con nadie, algo que el sacerdote en su vasto conocimiento supo de inmediato.

"Entonces, te escogo a ti"- le respondio mientras le dirigia su profunda mirada.

Los dos guerreros apostados en la puerta despidieron rapidamente al resto de los hombres semi desnudos. Al mismo tiempo cuatro sacerdotes, tres flacos y uno gordo, entraron al lugar corriendo mientras el sumo sacerdote era despojado del manto largo que llevaba puesto. Uno de los sacerdotes, el gordo, se llevo apresuradamente al muchacho a otra habitacion mientras Tecuntle era desnudado para meterse en una suntuosa tina que permanecia detras de una cortina. Los sacerdotes, con miradas picaras entre si, lavaron cada parte del cuerpo del sumo sacerdote. Mientras tanto, el otro hacia lo mismo con el joven Qaltal. Luego de un extenso lavamiento fue vestido con un taparrabos color verde y una tunica blanca con bordes igualmente verdes.

Luego de mas de dos horas de preparacion con unguentos, perfumes, aceites y pocimas, Qaltal fue llevado hasta la cuspide de la piramide. El sol del atardecer pegaba de frente en la estructura monolitica mientras el pueblo regresaba de sus labores y se concentraban en la cena ceremonial que les esperaba en sus casas. Pero al momento mismo en que la esfera solar desapareciera en el horizonte, Quetzalcoatl, el dios de la fertilidad, bajaria para reclamar su sacrificio mensual. Aquella noche era luna llena, y el ritual debia ser llevado a cabo por el sumo sacerdote con un joven virgen. El resto de los dias, 27 del calendario lunar, mujeres virgenes eran sacrificadas para el dios que prometia fertilidad si era satisfecho su deseo de sangre. Pero cuando la luna estaba llena, como aquella noche, un hombre virgen participaba de un ritual secreto con el sumo sacerdote. Y era el quien decidia al final si el joven era sacrificado o perdonado por el dios Quetzalcoatl.

El sacrificio de aquella tarde permanecio de pie junto a una alfombra circular hecha con plumas de aves. Paso su pie, ahora limpio y suave, por aquella superficie y le produjo deseos de acostarse sobre ella. Pero la luz proveniente del astro rey lo invito a acercarse a la puerta abierta en lo mas alto de la piramide. Sus ojos contemplaron todo el valle, con el agua de la laguna brillando como un tornasol. Era hermoso.

"Estas en la cumbre del mundo"- la voz de Tecuntle, fuerte, varonil, ronca, resono a sus espaldas -"No te des vueltas, sigue contemplando la ciudad a tus pies"- le ordeno mientras se acercaba lentamente.

"Esto es lo que tu miras todos los dias?"

"Esto es lo que el gran dios Quetzalcoatl hace producir todos los meses...esta es la razon de los sacrificios..."

El sumo sacerdote puso ambas manos alrededor de la cintura del joven.

"Ahora ya no tienes olor a humo"- le dijo Tecuntle mientras ponia sus labios en el hombro del muchacho -"Te ves, y hueles, como un hijo de los dioses".

"Y que se supone que debo hacer?"- pregunto Qaltal mientras sentia como las manos del sumo sacerdote apretaban su cintura y bajaban hacia sus partes nobles.

"No te preocupes, ya todo esta arreglado...simplemente dejate llevar por tus sensaciones...por tus sentidos...el ritual ha comenzado desde que te pusieron el agua sagrada y los aceites..."- el sumo sacerdote habia ahora puesto ambas manos en la polla caliente de Qaltal. La masajeo lentamente mientras bajaba a los huevos colgantes del muchacho quien se estiro instintivamente recostandose en el dintel de la puerta cerrando sus ojos ante aquella sensacion desconocida para el. Sintio la mano suave del sacerdote que le ponia todos sus vellos al maximo mientras los dedos se enredaban en ellos.

"Ahh...que...que es esto?"

"Es el placer"- le dijo Tecuntle al oido mientras el muchacho sentia como se acercaba a el, y como un bulto macizo como el hierro se le topaba en sus nalgas.

"Ahh..."

"El placer de servirle a Quetzalcoatl"- agrego Tecuntle mientras sus manos continuaban enderezando la verga de Qaltal.

"Ahh...le sirvo...le sirvo..."- dijo el muchacho mientras una de sus manos se dirigia a aquel bulto que sentia en su trasero. Cuando lo palpo supo inmediatemente de lo que se trataba, pero lejos de rehuirse se detuvo a pajearlo. El mismo se sorprendio pues nunca antes habia estado con un hombre.

"Y le estas sirviendo muy bien...sigue..."- le dijo el sacerdote mientras le bajaba la tunica dejando ver uno de los hombros morenos del joven. El cabello lacio y negro caia libremente por la espalda -"Eres un hombre guapo...muchas mujeres deben querer desposarte...pero ahora eres de Quetzalcoatl...estas destinado a ser uno con el..."- la voz del sacerdote resonaba en los oidos del muchacho mientras sentia como su tunica caia rapidamente al suelo.

"Si...ahh...esto es el placer de estar con..."- Qaltal no pudo terminar la frase pues el sacerdote comenzo a pasar su lengua humeda por su cuello para luego bajar por el espinazo. Sintio que su cuerpo se estremecia por aquella sensacion que no sabia guardaba en su interior. Tecuntle bajo lentamente por toda la espalda del muchacho hasta llegar al taparrabos.

"No te muevas"- le dijo mientras el muchacho escuchaba a sus espaldas un ruido agudo. Por el reflejo del sol naranja que se habia ocultado ya, vio que el sacerdote tenia una daja en su mano. Quiso darse media vuelta, pero penso que no era lo conveniente. La estocada vino de pronto, rapidamente, pero no sintio ningun dolor.

La tela del taparrabo cayo al suelo dejando al muchacho completamente desnudo. Su verga gruesa y erecta salto de inmediato hacia adelante. El sacerdote, poniendo el cuchillo a un lado lo contemplo de pies a cabeza. Sin duda alguna era uno de los mejores ejemplares que habia conseguido en mucho tiempo. Viendolo alli con los ultimos destellos del sol le parecia realmente que algun dios bajaria a saludarlos y participar de aquella sesion sexual. La cabellera negra de Qaltal hacia juego con la cintura angosta y los amplios hombros morenos, asimismo las piernas fuertes culminaban en un par de nalgas redondas pobladas solo por algunos vellos que parecian una pera dura.

"Me siento raro"- le dijo mientras se daba media vuelta dejando ver al sacerdote su cuerpo de frente.

"Es lo que tomaste"- le explico Tecuntle acercandose al muchacho. Su mano se poso en el pecho de Qaltal mientras con la otra agarraba la verga excitada que le apuntaba.

"Quiero que Quetzalcoatl...me haga suyo..."- las palabras brotaron enmedio del trance en el que el muchacho habia entrado ya.

El sumo sacerdote lo observo una vez mas a los ojos.

"Yo te hare suyo"- le contesto mientras bajaba su mirada hacia la verga que tenia en su mano. Se acerco aun mas y le dijo al oido -"hazme feliz, y te perdonare la vida. Hazme gozar y te dare la vida".

"Soy tuyo...soy tuyo"- le dijo esta vez tomando la iniciativa y poniendo sus manos en el pecho aun cubierto del sacerdote. Este sonrio de satisfaccion y bajo rapidamente hasta poner sus ojos a la altura de la verga del muchacho.

"Es una hermosura"- le dijo viendola mientras el glande en forma de fresa silvestre se expandia y dejaba ver una raya coronada por una gota de liquido preseminal que se habia escapado de lo huevos peludos del muchacho. Acerco sus labios mientras cerraba los ojos y se la trago golosamente.

Ahora Qaltal comenzaba a saber lo que era estar en las manos de un dios como Quetzalcoatl y de su siervo, el sumo sacerdote. Sintio los labios carnosos de Tecuntle que tragaban magistralmente su miembro duro y se sintio en el paraiso, alla de donde llegaba su dios cada mes. El sacerdote puso sus manos en cada una de las entrepiernas del muchacho abriendolo como a una de las tenazas que le servian para sacar los corazones de las virgenes que ocasionalmente sacrificaba en el altar de afuera. Metio su menton enmedio de ellas y saco su lengua para lamer los dos huevos de Qaltal. Este se estremecio con aquella sensacion hasta ese momento desconocida. Cerro sus ojos y apreto sus labios mientras se abria mas para permitir que Tecuntle continuara ensalivandolo. El sacerdote metio su cabeza mas alla llegando hasta el culo del muchacho, tomo sus nalgas con las manos y las abrio para permitirle entrar con su lengua en el esfinter virgen de Qaltal. Tecuntle permanecia acostado de espaldas sobre el piso mientras el muchacho abria sus piernas y se dejaba follar por aquella lengua diestramente caliente.

"Ahora"- le dijo Tecuntle mientras sacaba su cabeza de enmedio de las piernas de Qaltal -"vamonos aqui, a la alfombra sagrada donde debo terminar el rito".

Qaltal hubiera preferido no interrumpir aquel momento de placer, pero quiza en la alfombra sagrada su placer incrementaria. El sacerdote se paro en el centro del alfombra y con su mano le indico a el que se parara frente a el. Comenzo a recitar algun conjuro desconocido para la poblacion azteca y con el cuchillo en la mano se abrio su propia tunica dejando ver su pecho amplio, libre de vello, y con su abdomen suavizado por los aceites sagrados. Su verga estaba parada al maximo, era larga, gruesa y circuncidada, contrario a la mayoria de sus paisanos.

"Ahora estas listos para el sacrificio"- le dijo soltando el cuchillo y quitandose por completo la rasgada tunica.

"Que quieres que haga?"- le pregunto el muchacho que no comprendia lo que le sucedia, pero que disfrutaba de cada segundo de aquel sacrificio sensual.

"Ya te lo dije, lo que Quetzalcoatl te diga hacer, hazlo"- Tecuntle lo miro una vez mas a los ojos y luego bajo su mirada a su propia verga parada.

El muchacho no lo penso dos veces, se puso de rodillas delante del cuerpo desnudo y con ambas manos agarro la verga gruesa de su sacerdote. La beso casi con dulzura, como disfrutando de una fruta dulcisima. Paso sus labios por el hermoso glande haciendo que las venitas que llegaban hasta alli bombearan con mas rapidez. Luego su boca comenzo el dificil trabajo de tragarse aquellos 18 cms de carne pura, suave al tacto pero dura como una roca. Las pocimas, sin lugar a dudas, estaban dando resultado, pues Qaltal se trago aquella verga en solo un par de minutos.

"Oh...asi...asi...mi dulce sacrificio...asi...que rico...ahhh"- Tecuntle se balanceaba al ritmo de la mamada que estaba recibiendo mientras afuera el sol ya no irradiaba ninguna luz. En el horizonte, al otro lado de la piramide, una luna que parecia una naranja recien cortada comenzaba a salir en el horizonte.

Qaltal, siguiendo el ejemplo del sacerdote, bajo hasta los huevos de este y comenzo a lamerlos mientras su mano subia hacia el pene y lo masturbaba lentamente.

"Ponte aqui, como un perro"- le dijo Tecuntle mientras le indicaba el lugar a un lado suyo. Qaltal se acomodo en cuatro patas dejando al descubierto su culo virgen.

"Hazme tuyo oh gran Quetzalcoatl"- dijo mientras todos sus sentidos se embriagaban con la sensacion de sensualidad que le embargaba.

Tecuntle se puso de rodillas detras de el muchacho mientras tomaba un instrumento color verde esmeralda.

"Este es el falo sagrado de Quetzalcoatl"- le informo mientras se lo mostraba: era como una verga cabezona hecha de jade de unos 16 cms de largo con agarradero y de unos 3cms de diametro -"ahora te poseera y llegaras a ser el sacrificio para el".

"Hazlo, hazlo..."- Qaltal sentia que su esfinter se abria y cerraba ritmicamente mientras esperaba con ansias el falo de su dios.

Tecuntle comenzo a decir otra plegaria mientras ponia la punta del falo sagrado en el esfinter del muchacho. El aceite que le habia sido untado con anterioridad hacia que aquel orificio estuviera lo suficientemente lubricado asi que cuando finalmente comenzo a empujarlo entro con mucha facilidad.

"Alli te va Quetzalcoatl"- le dijo el sacerdote mientras el se tomaba su verga con la mano que le quedaba libre y se la masturbaba.

"Ay...ay...que rico...ay...que rico..."- dijo Qaltal mientras sentia como su orto era abierto por primera vez por aquel objeto frio que le perforaba su culo -"Ahh...ahhh..."

"Asi, asi, asi"- ahora el sacerdote tambien habia caido en el extasis que solo un sacrificio con otro hombre le proporcionaba. Le metio el falo sagrado una y otra vez sin compasion. Pero para el joven sacrificado ademas de ser un honor, era tambien una causa de inmenso placer, como nunca antes lo habia sentido y como nunca lo habia imaginado.

"Ay...ay...que rico...ay..."

"Ahora vas a sentir una verga caliente...Quetzalcoatl es generoso y me ha permitido penetrarte"- le dijo Tecuntle mientras sacaba el falo sagrado del culo del joven y ponia su verga en aquel orificio recien desvirgado. Sintio como estaba ya dilatado y sin ninguna complicacion introdujo su miembro. Las nalgas llenas de vellitos de Qaltal lo enloquecieron, y sentir aquellos vellos humedos de la raja del muchacho lo llevaron al extasis mismo. Lo penetro por varios minutos en un vaiven salvaje mientras lo tomaba del largo cabello negro levantandolo y poniendo su pecho contra la espalda de Qaltal tomandole con la otra mano la verga prieta del muchacho y moviendosela al mismo tiempo que lo penetraba.

"Ah...que delicia...ah...que rico..."- decia el muchacho mientras abria sus piernas y se dejaba coger por el sacerdote.

"Eres nuestro...eres mio...ay..."- decia Tecuntle mientras apretaba sus dientes en un loco movimiento de placer que le inundaba cada una de las celulas de su cuerpo -"ahora...para que seas completamente nuestro...date la vuelta..."- le indico mientras lo soltaba y se acomodaba con las manos y rodillas sobre la alfombra.

"Que...quieres que haga...?"- le pregunto Qaltal mientras observaba como su verga palpitaba por el placer obtenido y mientras observaba al sacerdote tirado como un perro delante de el.

"Tomame"- le dijo el mientras abria las piernas para que el muchacho lograra ver el orto purpureo que se abria delante de el.

Qaltal no pregunto y simplemente se puso detras del sacerdote.

"Besame el culo...dame tu saliva...que entre en mi cuerpo..."- la voz de Tecuntle jadeaba a medida que pronunciaba las palabras.

Qaltal se arrodillo y puso su boca en las nalgas limpias y perfumadas de Tecuntle. El olor a nardos era un afrodisiaco en si mismo y a medida que besaba la carne del sacerdote su verga se hinchaba mas dejando ver gotas que le cubrian el glande en un preambulo del extasis que llegaria pronto. Su lengua ahora humedecia el esfinter del sacerdote abriendolo rapidamente. Con seguridad aquel culo habia sido cogido ya varias veces pues se dilato con una facilidad increible.

"Entra...dame tu verga...poseeme...hagamonos uno..."

Qaltal se agarro su verga con las manos y la puso en la entrada de aquel orificio sagrado. Con un leve empujon estaba adentro, sintiendo ahora otra sensacion insospechada para el hacia solo unas horas.

La luna estaba ahora tomando un color blanquizo y alumbraba las piramides, las casas, las chozas y la selva que rodeaba el lago. Seguramente Quetzalcoatl estaba disfrutando del sacrificio pues hasta la luna alumbraba con fuerza aquella noche.

El muchacho sabia que el sacrificio estaba siendo aceptado, pues el sacerdote ahora pugia de placer.

"Ahh...ahh...que vergota...ahh...que ricooooo"

"Que delicia!"- dijo Qaltal mientras sentia como su verga entraba y salia de aquel culo que se expandia para recibirla pero que permanecia socado ante la embestida. Los huevos rebotaban en las nalgas morenas mientras el sacerdote se mantenia gritando -casi llorando de placer.

"Ahh...dale...ahh...que verga mas rica...ah...."

En un instante, Qaltal se puso rigido, tenso, el climax habia llegado y podia ver como el sacerdote expulsaba chorros de semen que quedaban impregnados en la alfombra. Su propia verga se habia hinchado tanto que la sintio explotar dentro del culo. Sus ojos se desorbitaron por la sensacion mientras todo su cuerpo se ponia sobre el cuerpo de Tecuntle expulsando todo su semen en los intestinos del sacerdote.

"Oh...gran Quetzalcoatl...acepta este sacrificio...aceptalo..."- la voz del sacerdote, aun entrecortada y jadeante, retumbo en las paredes de piedra de la piramide.

Aquel momento parecia suspendido en el tiempo. Sin duda, todos los dioses estaban masturbandose en ese instante.

Qaltal se separo instintivamente del sacerdote levantandose y poniendose su bata.

"Eres el mejor de todos los sacrificios que he tenido en varias lunas"- le dijo Tecuntle parandose -"A partir de ahora, viviras aqui...como uno de mis sacerdotes..."

El muchacho abrio sus ojos achinados que reflejaban la luz de los candiles que titilaban en el lugar.

"Quiere decir que no voy a morir?"

"Por supuesto que no...alguien como tu merece vivir...y vivir conmigo...a mi lado...mientras podamos cogernos...lo vamos a hacer...una y otra vez..."

La suerte de aquel joven azteca estaba echada. Y mientras el pueblo en silenciosa meditacion esperaba que el dios aceptara el sacrificio, Qaltal era llevado a su nueva habitacion...de donde seria llamado cada vez que el sumo sacerdote Tecuntle se le antojora un culo...o una verga...

Por supuesto, la historia del Imperio Azteca jamas incluyo este capitulo tan...sabroso.

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