El runrún de mi sofá de Sky

Era tan bello, tan tierno. Estaba obligado a dejarme llevar, y me dejé llevar.

Fue una soleada tarde de mayo cuando un sms llegó a mi celular. Andrea aburrida quería salir a dar un paseo por lo que yo sin tener nada que hacer quede con ella aceptando su petición.

Guapisima como siempre apareció doblando la esquina. Vestía minifalda baquera y una camisetilla a rallas horizontales, rojas, y bancas. Mirándome con una gran sonrisa me acerqué a ella para darle un beso en la megilla y saludarla.

Pasamos media tarde caminando, contandonos nuestras cosas. Hacía mucho tiempo que no nos veiamos. Parecía incluso, que ni nos conocíamos. Me ablaba con su joven y suave voz; mirándome con unos grandes ojos color marron claro que me transmitían una tranquilidad que me obligaba a escucharla constantemente. Ni una palabra salio de mi boca en largo tiempo, me encantaba escucharla.

Fué más tarde cuando ya cansada de caminar pidió ir a mi nuevo piso. Ella no lo había visto e insistía y yo sin darle más importancia accedí gustoso a llevarla.

Ya en el ascensor sonrriendome me dijo graciosa señalando a el boton para abrir las puertas- Si le doy ¿Se para?- y yo sin pensarlo contesté -Para saberlo hay que probar- y acto seguido lo pulse. No ocurrio nada, no sé si de lo viejo que el ascensor era... No obstante mirándonos sin expresión alguna comenzamos a reirnos a carcajadas -Jajajajaja-, fué un buen momento.

Fuí a meter la llave para abrir la puerta cuano la miré

  • ¿Seguro que quieres entrar?

¿Y por qué no? -dijo con un brillo especial en sus ojos.

Acompañandome habitación por habitación iva enseñandole el piso, ablando a la vez de el, de lo que le gustaba, de lo que no. Y una vez terminé y como dueño del sitio me ofrecí a servirle algo de beber. Un vaso de agua le llevé al salón. Ella estaba sentada en el negro sofá de sky que había, esperándome. Mirába todos aquellos cuadros que mi hermano pintaba cuando dejé el vaso sobre la mesa del salón. Me senté al lado suya, me miraba fijamente mordiéndose (no sé si dandose cuenta) el labio inferior de esa boquita que ella tenía.

¿Sabes? Me gusta tu piso -dijo dulcemente acercándose poco a poco a mi boca-. Pero tú me gustas más

Nuestros labios se unieron tiernamente, despacio movía aquella suave lengua impidiéndome pensar absolutamente en nada. Era tan bello, tan tierno. Estaba obligado a dejarme llevar, y me dejé llevar.

Ella posó su mano sobre mi nuca, y lentamente me fue empujando hacia ella al mismo tiempo que se recostaba en aquel sofá de sky. Quedamos tumbados el uno encima del otro todabía besándonos apasionadamente, acariciándonos lentamente. No sé cuanto tiempo pasaríamos así, pero para cuando me quise dar cuenta no había ningún botón abrochado ya en mi camisa. Me besaba, sí, parecía que nunca me cansaría de ello.

Así, agarré con una mano la parte baja de su camisetilla, y, como leyendome el pensamiento se reincorporó un poco para quitársela, y dejar así a la vista; su fantástica talla noventa de pecho.

Se volvió a recostar y fué cuando por completo me desice de mi camisa para seguidamete volver a besarla, y acariciar su suave piel, sus perféctos pechos. Notaba como endurecían sus pezones, algo que me excitaba muchísimo.

Me encantaban sus pechos, su piel era tan suave que daban ganas de comérselos. Lo pensé y lo hice, daba pequeños restregones a sus ya duros pezones con mi lengua. Sus senos eran un vicio pero ella me volvía loco y yo quería más. Mi mano dirigida por la lujuria se coló por debajo de su faldita para acariciarla todabía por encima de sus suaves y lindas braguitas. Eso le gustó, y sus besos locos eran insaciables. Movía su pelvis, quería más y de su mano lo consiguió.

Paró de besarme para ordenarme que me apartara:

¡Déjame!- dijo estasiada.

Me incorporé y se desabrochó la falda, se la quitó; y besándome me empujó para tumbarse encima mía. Ver sus pechos me volvía loco y ella estaba decidida a excitarme aún más. Se restregaba con mi pierna, Oohhh sí, me tocaba, me besaba el cuello mientras ella sola metía su mano derecha dentro de sus braguitas. Se masageaba, se tocaba y cada vez estaba mas activa, más loca de su propio placer.

Me besaba rápidamente cuando respirando profundamente, cansada de la excitación se bajó a la cremallera para quitarme los pantalones. Lo hizo con aparente tranquilidad pero sus manos querían ir rápido, así, hizo lo mismo con los calzoncillos. Me llamó la atención que despojándome de ellos me miraba fíjamente a los ojos. Y ya desnudo me reincorporé de nuevo para con las dos manos destapar aquello que le hacía ser mujer. Suave le quité sus braguitas para dejarlas caer en el suelo. Sin duda alguna era una gran mujer.

Me heche encima suyo definitivamente, a besé y sin pensármelo hice lo que ella esperaba. Meterme en su interiror era muy especial, presionaba ella mi falo de forma intermitente. En un principio el ritmo lo puse muy lento, quería saborearla y ella ya gozaba, cada vez que penetraba hasta el fondo de esa bonita cueva ella respiraba lenta y profundamente, una y otra vez. Con los ojos cerrados se retorcía. Seguimos asi varios minutos hasta que mirándome puso la mano en mi trasero, apretándolo contra si, agilicé el ritmo y nuestras respiraciones se enfurecían. El sky sonaba a cada “va y ven” nuestro, era algo que se me metía en la cabeza y me incitaba aún más.

Ella metió su mano en medio para masagearse al mismo tiempo. Sí, tocaba y restregaba con la mano aquel maravilloso botoncito que solo las muejres sienten, dandose más placer, queriéndo vivir a tope poco tiempo pasó para que empezará a gemir. Pequeños y rápidos suspiritos eran los que daba continuamente. Le gustaba a ella lo que tenía pero respecto ami, estaba al borde de mis limites.

Verla asi, su bonito rostro arrugándose de placer bajo mi cuerpo. Todo ello contribuia a que me siguiera excitando mas y más.

Aguantaría poco más de ese modo pero ya loca de placer cogio aire y -Aaahhh Uuhhhf- reventó orgásmicamente. Pensé que duraría yo menos pero aún así ella sin preocuparse de nada sacó mi parato de su chochito para terminarlo a mano. Con gran rapidez y destreza acabó conmigo en un instante. Mientras que me corria de su placer me miraba de forma maliciosa. Nos limpiamos un poco y permanecimos saboreandonos largo rato mas, desnudos. No la olvidaré en mi vida.

Nos vestimos de nuevo y la acompañe a su casa, contenta ella en su puerta me miraba y me daba pequeños besos -tenía ganas de ti, y me gustó- dijo sincera. Lo sabíamos los dos, eramos amigos, y seguiríamos siendo amigos, pero cada vez que nos vemos en público es imposible mirarla fíjamente y no advertir como se le escapa siempre una sonrisa cómplice recardándome lo que sucedió aquel dia. Y ya cada vez que vuelvo a mi casa y veo mi sofá recuerdo perfectamente como si fuera hoy aquel sonido que se me metía en la cabeza. Recuerdo perfectamente el runrún de mi sofá de Sky.

FIN

Dedicado a todos aquellos a quien les gusto mi tímida obra,

a mi lectora preferida (nere), y a mi gran sofá de Sky.

Un cuento por:

Sergio Cabello Pacha