El ritual
La Logia de las Hijas de Lilith recibe a Celeste y en su iniciación experimenta una forma de placer nunca antes imaginada.
A la hora prevista la joven Celeste se encontraba de rodillas frente a nosotras, desnuda y con la venda puesta sobre los ojos. A mi lado y rodeándola en un círculo perfecto, el resto de las Hijas de Lilith esperaban de pie, cubiertas con sus túnicas purpúreas y portando las mascaras de rigor. Aguardábamos en silencio la campanada del reloj de cuerda que nos indicaría el momento exacto en que llegaba la media noche. Habíamos cumplido con toda la ceremonia al pie de la letra y ahora todas estábamos expectantes a que se pudiese cumplir el anhelado ritual.
Mientras esperaba enfocaba mi mente en contraer mis bandas, esos músculos del suelo pélvico que se activan cuando uno aprieta el ano y trata de sumir el ombligo hacia la espalda. Años de practica me habían permitido “contenerme” gracias aquella poderosa técnica, me habían dado la capacidad de “sujetar” mi interior. Contenerse es una acción sagrada, ya casi nadie lo entiende pero es así. Quién es capaz de contenerse se preserva para su propia esencia, es decir, se mantiene puro y la pureza permite que la vida fluya en el mejor cause posible. Pero para aprender a contenerse primero hay que conocer su opuesto, primero hay que estar en el bando contrario; pues sucede con esa materia lo mismo que con la libertad, que para entender lo que es ser libre primero hay que ser esclavo. El contenerse, el sujetarse, el tener la capacidad de mantener su atención tan enfocada que se es capaz de resistir cualquier impulso de la mente o del cuerpo, esa es la verdadera libertad.
Una campanada anunció que faltaban diez minutos para la media noche, así que todas nos aprestamos a la ejecución del ritual. Al unísono abrimos los ojos y nos dedicamos a contemplar el cuerpo juvenil de Celeste. Allí estaba ella como una criatura indefensa, inocente, pura, perfectamente hermosa, con el aura virginal que tiene una fruta fresca. En el momento exacto la plataforma circular sobre la que Celeste se encontraba arrodillada comenzó a girar de la manera tantas veces ensayada. Entonces Celeste comenzó a rotar con un suave movimiento. Tal como la habíamos instruido, se quitó enseguida la venda de los ojos y pudo ver la luz.
Entonces en un movimiento coordinado, las hijas de Lilith dejaron caer sus túnicas el suelo y quedaron completamente desnudas, expuestas a los ojos de la joven Celeste. Allí estábamos todas, lado a lado, desnudas, exponiendo nuestro cuerpo a la visión de nuestra candidata. Celeste iba girando mientras observaba una a una las vaginas de cada hija. Aquellos coños peludos se alternaban ante los ojos de Celeste que intentaba retener para sí aquella particularidad que los hacia únicos y exquisitos. Rizos castaños, algunos mas oscuros, algunos coños bien delineados y otros con vellos sutiles que se extendían hacia la ingle y los muslos. Algunas vulvas cerradas como una almeja misteriosa y otras con labios protuberantes cuya carnosidad hacia agua la boca.
De acuerdo a lo ensayado la joven celeste apoyó la mano izquierda en el suelo y equilibró sobre aquel brazo el resto de su hermoso cuerpo, al tiempo que dirigió la derecha directo hacia su vulva. Comenzó a acariciarla como tantas veces lo había practicado, siguiendo las instrucciones precisas que había aprendido en los rituales anteriores.
En los grados anteriores Celeste había sido entrenada para estimular su vulva de una manera tan precisa que pudiese alcanzar un orgasmo en un momento exacto. Ahora debía poner a prueba esa capacidad procurando un orgasmo en el preciso instante en que el reloj anunciase la medianoche.
Por nuestra parte, debíamos estar preparadas para ofrecerle a Celeste un obsequio que jamás imaginaria. Con la imagen de Celeste dándose placer frente a nosotras, era nuestra responsabilidad alcanzar un nivel de excitación cuidadosamente controlada que nos permitiese alcanzar el orgasmo de la manera adecuada. Entonces todas retrocedimos un poco y nos tumbamos en los sillones que cada una tenia dispuesto a sus espaldas desde el inicio del ritual. Inmediatamente estuvimos todas abiertas de piernas exponiendo nuestras vulvas al rostro de Celeste quien aun permanecía girando sobre la plataforma. Súbitamente la atmósfera de la habitación quedó impregnada con la mezcla de olores que salían de nuestro coños peludos, olores penetrantes que permanecen en ese estrecho subjetivo en que un aroma deja de ser placentero para comenzar a ser insoportable.
Tener el coño peludo es un compromiso que cada una de las Hijas de Lilith tiene que respetar con devoción, pues no es simplemente un dogma de nuestra institución que se correspondía a un caprichoso simbólico o ideológico, sino que en realidad el vello púbico es una herramienta crucial en el mecanismo de seducción que heredamos de Lilith. El vello púbico no solo cumple una función anatómica de proteger la vagina impidiendo la entrada de patógenos y amortiguando el impacto y reduciendo la fricción durante el coito; sino que nuestro vello, ese hermoso don que ahora algunas profanas le hacen la guerra, nos fue dado para impregnarse con las secreciones de nuestra vagina, con los fluidos que emanan de nuestro coños, para atrapar en él toda la esencia de nuestra sensualidad. El vello de nuestra vulva concentra en él la esencia animal de nuestra dimensión de hembras y cuando expide ese olor -que ahora pudiese resultar desagradable para algunos de esos hombres que Babilonia ha feminizado-, en un macho verdadero resulta ser un estímulo tan poderoso que muy pocos logran dominar y por el que la mayoría termina cediendo hasta su libertad y su voluntad. Cuando aprendemos a dominar a través del deseo, entendemos lo importante que es para nuestros objetivos el poder mantener vivo ese olor que atrae a los machos y los hacer claudicar de deseo. Por eso es que en nuestra orden el vello púbico es un honor concedido solo a aquellas que han logrado dominar a Adan.
En ese momento las pupilas de Celeste se dilataron ante el placer que le produjo ver aquellas vaginas húmedas, hermosamente cubiertas de vello, excretando flujos exquisitos y llenando la habitación con su esencia animal. Temí entonces que Celeste no pudiese contenerse y estropeara todo el trabajo adelantando su orgasmo; pero aunque sus gemidos delataban una excitación en aumento, note las pequeñas contracciones en su abdomen que daban señales de que estaba aplicando las técnicas de control que le habíamos enseñado. Por mi parte estaba lista, me encontraba concentrada en la señal esperada para bendecir a Celeste con nuestro obsequio.
Respiré profundamente y me tumbé sobre el sillón recostando mi espalda con sutileza mientras las demás hijas copiaban mi movimiento. Entonces extendí los bazos sobre los apoyos del sillón y me encontré con las manos de las hermanas que estaban a mi lado. Todas hicieron lo mismo, nos tomamos de las manos, de manera que en ese instante el círculo quedó perfectamente sellado y nuestros cuerpos se ajustaron para que los coños se proyectasen prominentemente hacia el rostro expectante de nuestra Celeste; esa pequeña criatura jadeante y arrobada de placer, que ahora gemía en el medio de nosotras.
Como si estuviésemos dirigidas por un director de orquesta, súbitamente comenzamos a recitar los versos que correspondían a la ocasión mientras cada una enfocaba su mente en recrear nuestro orgasmo de iniciación. Me relaje por completo mientras recitaba y de pronto quedé completamente abstraída con el sonido de mi voz pronunciando esos versos. Entonces no existió nada más en mi mente que el recuerdo intacto de cuando fui yo la que estuvo ahí sentada durante mi iniciación. Estaba recreando ese instante en mi conciencia y de pronto pude viajar en el tiempo. Ahora estaba ahí, era yo la que se arrodillaba en ese instante frente a mis hermanas. Como yo, las demás hijas de Lilith estaban teniendo exactamente la misma experiencia. Todas estaban completamente abstraídas en la recitación de los versos y con sus mentes tan silenciadas y conscientes que habían logrado recrear en sus conciencias la vez que ellas alcanzaron el sagrado orgasmo en sus iniciaciones. En aquel momento en esa habitación habían doce hijas de Lilith recreando en sus consciencias el mismo suceso que ahora estaba experimentando la hermosa Celeste. De manera que cuando todo estuvo increíblemente coordinado y llegó el momento en que la campanada anunció la entrada de la media noche, aquellas trece mujeres experimentaron de manera simultánea el orgasmo sagrado.
A las 12 en punto de aquella noche sucedió algo asombroso. Trece mujeres acabaron de forma simultánea descargando por sus uretras todo el liquido contenido en sus vejigas en doce hermosas cascadas de orina que impactaron simultáneamente en el rostro de Celeste.
No tengo idea de cuánto pudo durar en el mundo corriente de los profanos, pero en nuestra dimensión duro lo suficiente como para que cada una de nosotras pudiese sentir el orgasmo que estaba experimentando su hermana. Una a una, incluyendo también a Celeste, que ahora estaba conectada a nosotras gracias a la bendición del Orgasmo Sagrado de Lilith.
A Celeste le tomo unos segundo entender lo que había sucedido. Ella estaba ahora experimentando de forma simultánea un orgasmo que podía, a su vez, experimentar en cada una de las 12 mujeres que estaban con ella. Aquella era una comunión absoluta y así le dábamos la bienvenida a la Logia de las Hijas de Lilith.