El ricachón del Sr Juan

El ricachón del Sr Juan vivía en una mansión en mi misma calle y un día tuve la oportunidad de entrar.

El ricachón del Sr Juan

Los sábados que trabajaba,  hacia los repartos  a domicilio de las reparaciones de mi taller de electrodomésticos y de un par de  tiendas  asociadas a mi negocio. Sólo si había mucha punta de trabajo me ponía el mono de trabajo, si podía delegaba el trabajo a otro,  a mí los sábados me gustaba tenerlos festivos y dedicarlos a mis hobbies, al descanso y a mis vicios jeje. Pero todo ésto requería dinero y no estaba la cosa muy bien, así que me tocaba pringar más días de los deseados.

Ese sábado aunque no había muchas entregas tuve que trabajar, así que salí de casa con las llaves en mano de mi furgón, lo aparcaba fuera en la calle, era demasiado grande para entrarlo en el garage y muy viejo pero aún me daba buen rendimiento, todo y que le había hecho varias reparaciones, se me daba bien la mecánica.  En la calle me fijé en un cartel colgado en un poste de teléfonos con la foto de un Pastor Alemán  ponía se busca perdido en la zona, se ofrece recompensa a quien lo encuentre. Ese perro yo sabía de quién era.

Era de Juan, mejor dicho del Sr Juan un ricachón gordote de 58 años que vivía al final de mi calle con su madre ya muy mayor, en una casa de alto standing, un búnker, con gran extensión de terreno todo con una gran muralla que no dejaba ver nada de su interior, pues yo tuve la oportunidad de entrar a la mansión por haber encontrado su querido perro de nombre Trasto, que se había escapado. Andaba desaparecido hacia cuatro días.

Ese día de reparto con mi furgoneta, lo encontré a 2km, rondando a las afueras del pueblo, cuando ya regresaba a casa. Suerte que era cariñoso y se dejó atrapar, lo recogí  para llevarlo con su dueño.

Llame al timbre y por un interfón de video llamada me contestó una voz que me resultaba familiar.

  • Si diga.

  • Soy Angel un vecino 4 casas abajo y traigo a Trasto.

  • Ahora voy Sr.

Al abrirse la puerta Trasto salió disparado hacia la casa a toda velocidad y mi sorpresa fué ver quién la había abierto, era José el entrenador, vestido de sirviente, un pingüino bien elegante hasta con guantes blancos, con su planta de 1'80 le quedaba bien ese disfraz.

  • José. Le exclamé medio escapando la risa por verlo así vestido.

  • Angel, para, no digas nada, tu no me conoces, no me arruines esto.

José  con sus 68 años estaba jubilado pero su pensión era muy baja y ese "empleo" le suponía un buen salario extra.

  • vale, vale Jose, yo no te conozco.

  • Gracias, sino mi amo me echaría.

Mi amo!, pensé yo, a dicho mi amo!

Entonces una voz grito desde la casa.

  • Adolfo, Adolfo está aquí Trasto. Quien lo ha traído?

  • Si, si, si Sr Juan, lo ha traído un Sr.

  • Ya se ha ido ese Sr.?

  • No aún está aquí

  • Subir, hazlo subir.

  • Adolfo? Le dije

  • Si aquí soy Adolfo queda mejor ese nombre como sirviente. Tu ni palabra, me dijo frunciendo su cara con ese bigote espeso de pelo canoso.

Al llegar al salón estaba el Sr Juan con una toalla  pasada por sus hombros a pecho, descubierto se podían ver parte de su grande pectoral y sentado en una silla que parecía más un trono de la edad media su barrigota tomaba una forma esférica perfecta desde sus pechos hasta los muslos,  esas barrigas que se desean tocar de un lado a otro y con movimientos circulares, acariciando las, pero ahora estaba ocupado achuchando y besando a su perro y diciéndole:

  • Que alegría volver a tener te! Has sido un poco malo, seguro que has ido a buscar una perrita, estos días de juerga, eh Trasto!

  • Sr Juan. Este Sr es quien encontró a Trasto

El Sr Juan levantó la mirada y pude verle su enorme bigote negro, me gustan los bigotones solo de pensar sentir esos pelos en contacto mío me entran escalofríos quizás es también porque sé que debajo de esos pelos hay un elemento esencial como una boquita y dentro una lengua juguetona.

  • Gracias, mil gracias no sabe lo feliz que me ha hecho.

  • De nada a sido también para mi un orgullo encontrar al Trasto.

  • Ven siéntese aquí y cuénteme dónde estaba este Trasto. Adolfo sirve un par de whiskys.

Me senté enfrente del Sr Juan en un sillón más bajo, Trasto había ido detrás de Adolfo dejándome plena visión de los buenos muslos del dueño que relucian, llevaba unos pantalones blancos cortos muy holgueros, mi

mirada intentaba penetrar por la pernera pero no llegaba a penetrar todo lo que quería ver.

  • Está cómodo?

  • Si Sr Juan, pero no me trate de usted por favor, mi nombre es Angel.

  • Me será difícil Angel. Este perro es lo que más quiero, es uno más de la familia, casi tan obedediente como Adolfo! Dijo esto mirando a Adolfo mientras esté dejaba los whiskys en la mesa.

Cuando sonó el interfón precisamente Adolfo me estaba dando un masaje. Verdad Adolfo?

  • Si mi amo.

Ese mi amo! Y ese masaje me recordó lo sucedido hacia unos meses en el del vestuario de fútbol con José.

Allí sentados tomando un whisky le conté dónde había encontrado a Trasto pero el Sr Juan empezó a interrogarme con mil preguntas más personales, parecia una entrevista de trabajo, que es lo que hacía, aficiones, amigos, le hablé del fútbol, partidas de poker, de mecánica, de mi trabajo, familia y tras una media hora hablando y hacer un último sorbo al whisky se levantó y me dijo:

  • Acompáñame Ángel te voy a mostrar una de mis aficiones.

Pude contemplar por primera vez a ese ricachón de pie era de mi estatura 175 pero hacia dos más de ancho que yo y esa pequeña charla había creado un grato clima de complicidad y más lo noté cuando el puso su mano en mi hombro y me dirigió por la casa hasta la cochera. Sentí deseos de ponerle  mi brazo por detrás su espalda y tocar ese embutido cuerpo pero sabía que no debía tomar ninguna iniciativa y esperar que intenciones tenía ese   ricachón.

Al llegar a la cochera me quedé alucinado el Sr Juan puso la otra mano en mi otro hombro y mee dijo:

  • Esto es mi afición.

  • Guaaauuu! Que maravilla! Cuántos hay?

  • Tengo 9 coches antiguos de colección.

Y dejando desliizar suave su mano desde mi hombro por mi espalda se acercó a uno y se dobló para darle un beso en el capo de un Ford Mustang. Uffff mi vista se perdía entre tanto coche y ahora ver al Sr Juan en pompa besando ese coche, su pantalón blanco insinuaba un buen culo, dos buenas nalgas que estaba ansioso de abrir.

  • Estos también son de la familia, lástima que hay algunos averiados.

  • Yo les puedo meter mano.

En qué estaría yo pensando, quizás esa expresión fuera un poco vulgar para el Sr Juan.

  • A los coches no?

  • Si claro, si. Dije rápido.

  • jeje. Vamos al salón.

De nuevo en el salón sentados con un nuevo whisky escocés me ofreció un gran puro cohiba que rechaze pero el se encendió uno y me dijo:

  • Ángel querrás la recompensa por Trasto!

  • Para nada Juan. Lo hice por altruismo. No pienso en la recompensa.

  • Pero soy yo quien decido y te quiero ofrecer lo estipulado. Adolfo trae el talonario!

No sé si ofrecía 1000 euros. La verdad que no me irían nada mal ese dinero extra.

Ya nos estábamos tuteando. Y le dije:

  • Juan me conformo en venir unas tardes y reparar el Ford Mustang que tiene en la cochera.

  • Eso está concedido cuando quieras. Pero es otro favor que recibira yo. Pide algo para ti o coge esto. Ofreciendo me el talón.

  • No Juan de verdad. A mi me gustan mucho los perros y lo hice por buena voluntad.

Entonces Juan dejo caer el talón en mis pies. Y dijo:

  • Adolfo sit down!

De pronto Adolfo y Trasto se sentaron mirando a su amo.

  • Has visto que bien enseñados tengo a mis dos perros?. No dices que te gustan mucho? Te presto a mi perro Adolfo una hora. Eso sí tengo de estar yo presente y ver si obedece sino lo tendré de regañar.

Yo estaba alucinando, esa mansión y yo como el dueño de todo. Y dije:

  • Adolfo las zapatillas!

Adolfo se acercó a 4 patas, me saco las zapatillas y calcetines, empezó a olfatear y lamer mis pies. Sin haberle dicho nada.

-Este perro, ya lo a hecho más de una vez, que ya va embalado, le dije a Juan. Este soltó una carcajada mientras tenía una mano urgando bajo su panza y la otra sujetando su puro.

  • Adolfo sit! Dije

Y José, ui! No, Adolfo se sentó entre mis piernas y le metí un dedo en la boca, lo lamía y lo chupaba y yo con la otra mano lo acariciaba.

  • Buen perro, buen perro. Te mereces un premio.

Le cogí la cabeza y lo amorre a mi entrapierna, restregaba su cara en mi paquete! Mientras Juan ya se había bajado los pantalones y se estaba pajeando.. Abrí mi bragueta y saque mi polla:

  • Adolfo tu premio.

Adolfo se metió mi rabo en su boca y la chupaba de vicio que ricas mamadas me hacia, su bigotazo lo incaba hasta mi pubis, me puso la polla dura con tres mamadas, también me ayudó al ver al Sr  Juan de pie encima de Adolfo, se pajeaba cada vez con más impetu su minúscula polla, tenía una ridícula polla que se la meneaba con tres dedos pero a mí me ponía muy cachondo ese gordo. Jadeaba cada vez más fuerte y yo igual mmm

  • Vamos Adolfo demuestra lo bien adiestrado que estás!

Y Adolfo me lamía los huevos y pasaba su lengua desde el tronco de mi polla hasta la cabeza que con sus movimientos circulares me ponía toda mi sangre en la punta de mi rabo

  • Ahora es tu amo Adolfo chupa bien esa polla obedece!

Yo solo jadeaba y disfrutaba viendo a esos bigotones gozando, uno el dueño que hasta entonces me pareció un tipo muy agradable pero en el sexo ya mostraba un carácter de soberbia, de poder, arrogante. Y Adolfo mi amigo José que obedecía encantado en mamar mi polla, seguro que lo había deseado muchas veces y ahora por coincidencia la tenía en su boca.

El Sr Juan empezó a jadear cada vez más fuerte su panza se balanceaba frenéticamente, no paraba de menearsela su mano no me dejaba ver esa pollita.

ví que estaba a punto de echar la leche y dije:

  • Adolfo tu amo Juan.

Adolfo dejó mi rabo y se puso la pollita de Juan en su boca, solo en notar los labios de Adolfo, Juan se estremeció y se corrió en su boca  soltando un escandaloso gruñido.

  • Joder que montón de leche te he dado eh??

  • Si mi amo, litros! Que buena! Le decia Adolfo mientras le lamía ahora los pies.

El Sr Juan le dió una pipadda a su puro y me dijo:

  • Ahora tu, suelta la leche!

La visión de ese tipo fumando y el otro de rodillas me acaloro mucho y me puse de pie agarrando mi polla y me estuve pajeando con ansias para complacer al dueño. Este me incitaba.

  • Venga macho, suelta tu leche, cabron!

Mi polla estaba que ardía y la verdad que no deseaba correrme tan pronto pero lo mejor es terminar compenetrados, y complacer al Sr. Juan.

Empezé a jadear con ganas, mi paja aceleró y el ruido de mis huevos se escuchaba perfectamente como golpeaban  una y otra vez.

Tenía a Adolfo de rodillas y saco su lengua a la vez que yo solté un buen chorro de leche a presión que fue a parar parte en la cara de Adolfo y parte en el cuerpo de Juan.

  • Adolfo lame. Le dije señalando los chorretones que le dejé a Juan.

Juan me miró con orgullo y alargó su mano que puso en mis huevos y me dijo:

  • Ángel los tienes bien puestos.