El retiro (2)

¿habra valido la pena meter el dinero del coche para esto?

-¡no me lo puedo creer! ¡He gastado lo ahorrado en un año para comprar ese coche en ese retiro! ¡Encima con condiciones! – me dije a mi mismo.

Las condiciones eran simples, desnudo, con zapatos deportivos y túnica como las de los monjes y para mas inri, ir en bicicleta, ¡cincuenta kilómetros en bicicleta! ¡¿Están locos o que?!

El sol me está friendo de lo lindo, no me siento cómodo desnudo, llevo diez kilómetros y me estoy agotando ¿por qué no me compraría el puto coche?

-¿usted también vas al retiro? ¡Hagamos el viaje juntos! – decía una voz juvenil.

Al girarme, me di cuenta de que era una chica joven, entre dieciocho y veinte años, se puso al lado mío, joder, que bien olía, esos cabellos rubios con mechas ceniza ondeando por el viento, esas hermosas piernas de amazona, ese cuerpo que apenas podía ocultar su túnica, ese.... ¡ese pedazo de hostion que me he metido contra el árbol.

-pobre ¿estas bien? ¿Te has hecho daño? – me decía la chica socorriéndome.

Yo me levanté y le dije gracias.

-ya veo que estas bien - me decía viendo mi erección.

Me tapé avergonzado y me subí en la bicicleta, ella me siguió y me dijo.

-de longitud mmmm normal, pero el grosor es excelente – decía la chica guiñándome un ojo.

Casi me daba otro hostion, me presenté, ella se presentó como Amanda, una profesora de aerobic.

La compañía femenina es siempre agradable ¿no? Como me equivocaba, Amanda era una parlanchina, durante el resto del viaje me hablaba de todo, desde cosas aburridas como las enseñanzas de Confucio, hasta las más asquerosas como cuando asistió al parto de su hermana mayor, me estaban dando ganas de llevarla a un descampado y obligarla a hacerme una felación solo para que se calle.

Cuando llegamos al fin, ella se quedó prendada del sitio, era un monasterio bastante nuevo, llevaba los símbolos del pan y del vino, no había cruces, Amanda, como si me leyera el pensamiento, me dijo.

-creo que no usan la cruz porque simboliza sufrimiento y que el pan y el vino simbolizan las enseñanzas y el tiempo que Cristo estuvo con nosotros.

La verdad es que nunca lo había pensado así, vi una fila de personas con la misma pinta que nosotros, nos pusimos en fila, pude ver que la mayoría eran chicas, no vi a mis compañeros o amigos ¡les había dicho que este retiro era genial! ¿Dónde cojones estaban?

En la casa de un amigo.

-Pobre hombre, se ve que lo han captado en una secta y nos querían meter a nosotros.

-pues si, ¿qué se nos ha perdido en ese retiro espiritual que solo son ejercicios de meditación y no se que chorradas que sirven para que te saquen dinero?

-¡tíos! ¡Que dan el partido! ¡Poned la tele!

En cuanto se pusieron la tele, los tres se quedaron paralizados, una ligera baba caía por sus labios demostrando una vez más, que la tele tiene una pajita invisible que te sorbe el cerebro, y con una tele de 30.000 canales, se garantiza sorbimiento de cerebros durante las 24 horas del día, después gastaran hasta lo que no tienen en bufandas de su equipo y trastos de teletienda.

Este mensaje ha sido patrocinado por la ISC (Internacional Sorbe-Cerebros)

Cerebrosssss ñam ñam, para la ISC.

De vuelta al retiro (comprobad vuestras cabezas ¿tenéis una pajita metida?)

El cura bajito me dio una caja de preservativos mientras decía "en el cuerpo de Cristo"

-amen – dije inconscientemente.

Nos reunimos en el patio, allí estaba el obispo, empezando un discurso.

-bienvenidos hermanos, estamos aquí para liberarnos, liberarnos de las falsas ataduras que gobiernan la mente y de tener un corto periodo de reposo lejos de los coches, del humo, de la rabia, del sofá y la tele, puede que en un principio os parezca una tontería, pero al final disfrutareis de este estilo de vida donde cultivamos nuestros alimentos, leemos palabras sabias y nos conocemos más a fondo.

El obispo tomó aire y dijo.

-Os parecerá curioso que os demos preservativos, sois libres de usarlos, puede que nuestro papa diga que son malos y que no curan el sida, tiene razón, no lo cura, pero al menos no va a más ¿verdad?

Todos rieron salvo una que agachaba la cabeza, el obispo siguió.

Bueno, durante las tres comidas cada uno cocinará su propio plato, eso ejercita la creatividad, Sor Milagros os ayudará si tenéis alguna dificultad, haréis turnos para cuidar el huerto, nuestro único medio de sustento y también haréis turnos de cuatro horas para hacer bici estática, que es nuestra única fuente de energía, en cuanto a vuestros compañeros, sed respetuosos y seréis respetados y si vuestro compañero os ama y vosotros le correspondéis hay unas habitaciones especiales para estar más íntimos.

Me estaban dando ganas de estrangular al obispo, ¡mas bici!

-Los turnos los encontrareis en la pared de anuncios, ahora, despojaos de vuestras ropas, ya que todos estamos desnudos ante el señor.

Todos nos quitamos las túnicas, unas se tapaban avergonzadas, lo que les daba un atractivo inocente, otras se despojaban como si se quitasen un peso de encima.

Veía pocos hombres, calculaba la proporción cinco chicas por varón, unos eran unos cerdos, la mayoría eran unos tímidos, otros ¿¿¡¡!!?? ¿¡Me miraban a mí!?, fui al tablón de anuncios y me tocaba ir al huerto y después ¿cuidar de los conejos? ¿No era el huerto el único sustento?.

-se lo que piensas, no, los conejos no son para comer, son para cuidarlos y acariciarlos, darles amor – decía Sor Desiré que estaba a mi lado.

¿Tengo que hacer esa ñoñería?, me gustan los animales, pero no muestro mi amor delante de todos.

Aún no entiendo como lo hacen los agricultores, el huerto era enorme y muy difícil trabajarlo, pero Amanda parecía sonreír, no paraba de hablar de los distintos tipos de hortalizas y frutas que cultivábamos y los beneficios que tenían, me empezaba a doler la cabeza cuando de repente Amanda dejó de hablar para secarse el sudor de la frente con un pañuelo, luego se lo pasó por los pechos con dulzura, tenia un buen pecho con unos pezones pequeños, Salí de mi distracción cuando oí las risas de dos treintañeras que me miraban, entonces vi mi erección y me tapé avergonzado.

-¿te cuesta caminar con eso? – preguntaba Amanda con una sonrisa.

-pues si – dije yo.

Amanda se acercó a mí y me susurró al oído.

-Podríamos cultivar mandrágora, tú y yo iríamos a un sitio secreto y te haría echar las semillas en ese lugar y en cuanto creciera, crear una poción de amor.

Mientras decía eso, no paraba de morderme la oreja y frotar sus pechos en el mío, oí que la mandrágora crecía bajo los que murieron por ahorcamiento, el cuerpo, al morir, llega al orgasmo y deja el semen en el suelo, un alimento perfecto para la mandrágora, pero no estaba seguro si eso era verdad.

A medida que me acariciaba, me fijé en la chica cabizbaja, era morenita, de piel pálida y ojos verdes, se concentraba en el trabajo, tenía una mirada triste, seguimos trabajando después del "acercamiento"

Después del turno de cuidar el huerto, me tocó hacer dos horas de bici estática, con Amanda a mi lado, dos horas esforzándome mientras ella me hablaba, cuando terminamos, decidí entrar en la biblioteca, vi libros que no tenían mucho que ver con el cristianismo.

Aparte de la vida de Jesús, habían otros libros como referencias al Corán, budismo, Confucianismo, Tao, kamasutra, ¿un libro sobre las tigresas blancas?, también habían libros sobre Freud.

Ojee el libro de las tigresas blancas, cuando de repente Amanda me mordió el hombro, mi talón de Aquiles, no pude evitar estremecerme de placer, entonces ella me dijo al oído.

-vamos a cultivar nuestra poción de amor.

Yo la seguí, la verdad es que tenía un culo divino, caminamos en la oscuridad hasta que ella encontró un rincón de tierra blanda, se tumbó sobre ella, la olía y la pasaba por sus pechos.

-este lugar es perfecto ¿has traído protección? – preguntaba Amanda.

Le enseñe el preservativo, ella me lo quitó y se lo puso en la boca, se arrodilló ante mi y colocó el preservativo usando los labios.

Tenía una boca divina, sentía como me succionaba con ganas, haciendo que la tenga más y más dura, acaricie sus cabellos con dulzura mientras ella me la endurecía.

En ese momento paró, se tumbó sobre la tierra y se abrió las piernas, tenia el vello rapado y sus dulces ojos marrones me decían que viniera.

Me coloque sobre ella, besé sus labios mientras la penetraba con suavidad.

-mmmmmm, un poco más despacio, por favor – decía Amanda con un ligero gesto de dolor.

Yo obedecí y bombee más despacio acomodando su cálido útero, miré los ojos de mi amante, me miraba sonriente, no dudé en besarla en la boca.

Mientras seguía dentro de ella, mi lengua bailó con la suya dentro de nuestras bocas, sentía su generoso y suave pecho aplastado por el mío, en cuanto nuestras bocas se separaron, le mordisquee el cuello, aumentaba las envestidas a medida que su interior empezaba a adaptarse a mi, me levanté y me senté al suelo, ella se puso de rodillas frente a mi y hundió mi verga dentro de ella, estábamos de frente, solo tenia un deseo.

Saborear esos pechos tan apetecibles.

Empecé a succionarlos, ella reaccionó abrazándome con fuerza, temblando de gusto, muchas chicas llegan al orgasmo solo con la manipulación de sus pechos, los besaba, los lamia, los succionaba, ella me correspondía moviendo las caderas para darme más placer.

Pero al final se quedó quieta, me abrazó con fuerza y ahogaba un intenso orgasmo.

El olor de su sudor me excitaba, la bombee con una fuerza animal, la puse a cuatro patas y la penetre con brutalidad, agarrándola de las caderas, ella sentía dolor, pero lo aguantaba, no tardé en irme dentro de ella.

Me tumbé para recobrar el aliento, ella mi quitó el preservativo y tiró la simiente en la tierra de una forma ceremoniosa, me miró a los ojos con una sonrisa y me besó en los labios, para acercarse a mi oído y decir.

-gracias.

Después ella se fue, yo me fui a mi habitación, para descansar un poco, mañana me tocaba la bici.

¡La bici de los cojones!