El Rescate (IV)
Ya no es un examen médico ni una situación casual: ambas hermanas se sinceran en cuerpo y espíritu alcanzando un climax de amor y sexo.
Permanecí con mi boca apegada a su vulva durante un tiempo que me fue imposible apreciar. Sentí los latidos de su bajo vientre hasta que estos se fueron aquietando en forma paulatina lo mismo que los pequeños gritos ahogados que el feroz orgasmo había producido en Haydee. Yo aun latía en forma intensa y me agitaba tratando de contener una energía que me había invadido en medio de la pasión. Luego me quede muy quieta escuchando los latidos de mi corazón alborotado.
No me atrevía a levantar el rostro y mirarla. Estaba volviendo al mundo real allí en ese inmenso edificio en el centro de la gran ciudad
De pronto, como obedeciendo a un impulso interno poderoso, me puse de pie y abandone la sala sin decir nada a Haydee que permanecía inmóvil en la camilla, con las piernas separadas y su hermoso sexo expuesto impúdicamente.
Con una calma que en realidad no tenia, ordenaba mi escritorio y luego de unos minutos mi secretaria me dijo que Haydee se había marchado.
En mi interior pensaba que el realizar mis habituales tareas podría aliviar la tremenda carga tensional que lo vivido con mi hermana había depositado en mi cerebro, y de alguna manera poder encuadrar eso como un suceso temporal o pasajero sin repercusiones posteriores. Era algo que deseaba realmente, porque me daba cuenta que el asumir lo que habíamos vivido no sería fácil para ninguna de las dos.
Haydee debería tomar el avión de esa noche y luego la distancia se encargaría de ir dándole a lo pasado una aureola de situación especial, intensa y erótica pero sin mayor trascendencia que lo puramente anecdótico.
Esa manera de pensar me dejaba tranquila. Las dos éramos mujeres modernas, actuales, inteligentes, profesionales y las emotividades exageradas eran situaciones que estaban fuera de nuestra forma de ser siempre bajo control.
Así, seguramente alguna vez, en el futuro, cualquiera de las dos , en alguna conversación tocaría tangencialmente el tema y una sonrisa entre ambas, sin decir palabra, daría cuenta de que la situación no había sido sino una experiencia interesante, pero sumamente personal.
Con todas estas reflexiones, que yo cuidaba con esmero en mi mente a cada momento, terminé el día convencida que todo había quedado en ese plano. Una tibia ducha termino por dejar mi cuerpo tranquilo y perfumado y a las nueve de la noche entraba en mi departamento dispuesta a ir a dejar en pocos minutos a Haydee en el aeropuerto.
Sin embargo cuando entré en la sala de mi apartamento, mi hermana estaba de pie junto a la ventana esplendorosamente vestida, casi como para una fiesta y volviéndose hacia mi me dijo con su amplia sonrisa, que no se marcharía, que había cambiado su pasaje y se quedaría unos días más, porque tenia planes. Acto seguido se acercó a la nevera, sacó desde ahí una botella de champán y lleno ágilmente dos copas que estaban en la mesa junto a varias bandejas de canapés.
Yo estaba deslumbrada y sorprendida, sin embargo pensé que ella celebraba algo, quizás Raúl había llamado diciendo que llegaría esa noche y esa perspectiva me alegró porque de ese modo las cosas volverían a un cause normal y una noche de amor para Haydee seria lo mas apropiado para romper cualquier otro camino imaginable.
Pero ella llenó las dos copas y pasándome la mía me dijo.
- Por el amor-
Ya sabia yo que eso era lo que ella tenía en mente y estaba a punto de preguntarle a que horas llegaría Raúl, cuando ella dejando su copa sobre la mesa me miró fijamente, cogió la copa desde mi mano para dejarla junto a la suya y abrazándome me besó.
Me besó en al boca, presionando con su lengua sobre mis labios. Yo sentí su beso como un latigazo erótico irresistible. Toda mi elucubración del día se me vino al suelo estrepitosamente, mi cuerpo entero vibró y separé mis labios para responder a su beso de una forma plena .
Haydee no dijo ni una sola palabra más. No era necesario, su lengua me buscó y la mía encontró la suya. Su boca se me brindó en forma franca y abierta, caliente y movediza. Ella me besaba con ansias incontenibles y a mí me gustaba que me besara así. Yo recordé en ese momento otros besos que había recibido o dado a algunos hombres y establecía una diferencia substancial. Yo en este momento me sentía libre para besar y quería ser besada, quería ser conocida y que Haydee me reconociera, quería que entrara en mi boca y yo quería entrar en la suya.
Nos apartamos un momento y ella volvió a llenar las copas, bebimos mirándonos en silencio, yo nunca me había fijado en la extraña luz que irradiaban los ojos de Haydee , no supe si siempre la había tenido o era algo nuevo ,porque jamás la había mirado como la estaba mirando ahora, ella parecía mirarme el cuerpo y descubrírmelo de tal modo que me sentía traspasada.
Me entregó la copa y bebimos mientras ella me tomaba de la mano y nos acercamos a la ventana. La noche había invadido la ciudad y el panorama desde el décimo piso era hermoso cuando sentí sus manos acariciando mis pechos por sobre mi tenue blusa. Ella me abrazaba por detrás y sentía su cuerpo muy pegado al mío, ella vestía una falda muy diáfana que yo misma le aconsejé comprar, de modo que podía sentir su vientre firme presionando sobre mis nalgas y sus manos apretando suavemente mis pechos.
Había un silencio profundo y grato y Haydee tarareaba muy bajito una canción de moda, mientras abría en forma experta el broche de mi falda que se escurrió sin dificultad por mis piernas cayendo a mis pies. Lo que sentí, en seguida, fue lo mas excitante que mi cuerpo había experimentado hasta ese momento. Las manos de Haydee recorrían mis muslos con una suavidad perturbadora y yo me sentí tocada en mi propio centro y deseé que ella me recorriera entera.
Ella, como adivinando mi pensamiento introdujo una de sus manos bajo mis bragas y acaricio mis nalgas vírgenes a toda caricia hasta ese momento y yo sentí que mis rodillas flaqueaban y estaban a punto de doblarse. Entonces me volví y abrazándola, comencé a besarla.
Ahora mis besos reflejaban con plena libertad lo que todo mi cuerpo estaba sintiendo y me di cuenta, al introducir mi lengua en su boca, que mi mente estaba también plenamente entregada a lo que estábamos haciendo. La besaba con pasión y la besaba con deseo, quería entregarme plenamente, y quería que ella se me entregara en cuerpo y alma , quería tenerla en mis brazos en mis manos y en mi boca , como la había tenido Raúl tantas veces y quería que fuéramos felices como nunca habían sido ellos dos, quería rescatarla para mi. Mis manos presurosas pero seguras sacaron su falda y su blusa sin dejar de besarnos, facilitándonos ambas los movimientos hasta quedar desnudas.
Separamos nuestros cuerpos sin soltarnos de las manos y por primera vez pudimos contemplarnos desnudas la una a la otra. Fue un momento de tal carga erótica que creo que no pudimos soportarlo por mas de unos segundos y casi con violencia nos precipitamos la una en los brazos de la otra y yo sentí mis pechos entre los suyos y nuestros pezones encendidos buscándose en medio del abrazo mientras nos besábamos ahora con furia, mordiéndonos los labios casi hasta producirnos dolor.
Nuestros muslos calientes se entrecruzaban y su pierna entraba entre las mías para rozar mi vulva humedecida y latiente que yo le ofrecía sin resistencia alguna y fue en ese momento que yo la abracé por sus nalgas uniéndola con fuerza hacia mí.
No olvidare fácilmente el impacto de tener sus nalgas entre mis manos, esa consistencia sensual y ardiente y la intimidad prohibida que significaba acariciar suavemente su hendidura relajada a mis caricias, separándolas para tenerla mas cerca y más íntimamente mientras ella acariciaba mi monte de Venus con caricias circulares ante las cuales yo no podía ni quería disimular mis deseos de que me hiciera cuanto ella deseara.
Haydee ahora me acariciaba el cabello mientras lentamente me impulsaba a que camináramos hacia el sofá como en una especie de baile embriagador y prohibido.
Nos tendimos allí abrazadas y ardientes. Yo le acariciaba las mejillas y la llenaba de besos y mis manos buscaron entre sus piernas ese sendero que ya conocía. La intimidad de nuestra sala y la suavidad del sofá multiplicaban en mí el deseo de penetrarla, sin prisas, sin premuras, con la calma suficiente para disfrutarla plenamente y ahora con su aceptación plena, sabiéndonos hermanas y amantes.
Este pensamiento me encendió de tal forma teniéndola entre mis brazos y mis piernas que me moví de tal modo de tenerla sobre mí. Quería sentir el peso de su cuerpo sobre el mío y quería tener con ella la mayor superficie de contacto que fuera posible y sentí entonces como mis muslos se humedecían por el liquido denso y caliente que salía de su vulva.
Haydee luego, me acarició las mejillas y deslizó mi cuerpo hasta ponerme de espalda ubicándose ella de rodillas junto al sofá. En esa posición se introdujo uno a uno mis pezones en su boca maravillosa y yo no podía sino emitir unos quejidos profundos por las descargas sensibles que sus caricias me producían. Ella cogía con ambas manos uno de mis pechos y me lo mamaba con una pasión casi desenfrenada mientras yo trataba de calmar las contracciones de mi propia vagina ardiente.
Inclinada sobre mi sus pechos hermosos oscilaban en el aire sobre mi rostro bajando y subiendo y su forma prolongaba sus pezones hasta cerca de mis labios. Esto me producía una excitación adicional muy grande y ella seguía este juego rozando mis labios con sus pezones dejando que yo los humedeciera con mi lengua de moda que los hacia crecer y estaba duros y calientes. Esos globos me tenían enardecida y ella lo sabía.
Haydee bajó su boca ahora hasta mi vientre y me besaba mis vellos humedecidos empapándolos con su saliva que yo percibía suave y tibia. Cuando ella acomodó su cabeza entre mis piernas y me besó francamente en la vulva, quede casi paralizada por la intensidad de la descarga. Su boca estaba besando mis labios mayores ya separados y mi tajo le ofrecía la suavidad húmeda de todos mis repliegues que, hasta ese momento, solamente habían conocido las caricias de mis propias manos en mis solitarias noches de pasión.
Ella se apoderó de mi centro y percibía con deleite inusitado la consistencia de mi himen intacto sobre el cual su lengua hacía maravillas presionándolo de tal manera que me encendía hasta el extremo. Yo tenía mis manos sobre su cabeza, le acariciaba el cabello y ejercía sobre ella una suave presión para retenerla allí
Mi excitación estaba a tal grado que separaba y juntaba mis muslos para sentir su cabeza entre mis piernas y me ofrecía completa ya sin control alguno.
Haydee había separado mis labios mayores con sus manos ardientes y yo me sentía abierta y separada pero anhelante y ansiosa de más sensaciones. Todo allí estaba tan mojado que los dedos de Haydee podían moverse o resbalar y ella lo hacía en pequeños círculos sobre el orificio de mi himen que yo sentía latir como dilatándose y contrayéndose. Ella me estaba enloqueciendo con sus caricias que parecían rebotar en mi cerebro y yo no hacía sino gemir de placer deseando que no dejara nunca de hacer lo que estaba haciendo y en ese momento sentí que la presión de su mano sobre mi himen aumentaba y yo sabia lo que iba a pasar y tenia temor y deseo y quería ser mía y ser suya y sentía su respiración anhelante y unas palabras que ella decía que no podía escuchar bien y entonces me escuché decir... - - Por favor Haydee... ahora... ya. - Y en ese momento presionó sus dedos y me sentí desgarrada y sentí su presencia en mi secreto interior, invadida, por fin, abierta y un grito salió de mi garganta, de dolor y de felicidad y un placer inaudito me invadió cuando ella avanzó sin problema y sin resistencia dentro de mí y yo me fui descubriendo a medida que ella me penetraba y sentí sus dedos, su mano buscándome con ternura infinita y me fui ofreciendo ahora con calma y con deleite, así como ella se me había ofrecido y abría y cerraba mis piernas para sentirla mejor para ofrecerme mejor porque quería ser suya para siempre y quería que ella me marcara con su marca de amor y se quedara allí donde nadie había estado y quería hacerla mucho mas feliz de lo que jamás Raúl la había hecho y quería latir siempre como estaba latiendo, ahora que ella retiraba su mano y un río liquido ardiente brotaba de mi cráter reciente y las dos cruzamos ese río mientras ahora nos volvíamos a besar en un paroxismo de amor que ya no querríamos abandonar.