El rescate en la isla
Siguen las aventuras de la vuelta al mundo de José y Gloria.
PARA ENTENDERLO MEJOR, DEBERIAIS LEEROS ANTES:
Dando la vuelta al mundo con Sofía
Con Sofía y Paz en un barco en Los Angeles
Averiados en una isla abandonada
Llegando a Japón en nuestra vuelta al mundo
AUNQUE SE PUEDE VIVIR SIN ELLO.
Navegamos por toda la costa de Japón. Fue una etapa del viaje maravillosa. Íbamos parando en pequeños puertos y recibiendo el calor de sus habitantes. Queríamos dirigirnos hacía Corea del Sur que justo quedaba en la otra cara del archipiélago nipón al que nos encontramos.
Personalmente quería pasar una noche enfrente del Santuario Itsukushima y su famoso Tori. Me había encantado desde tierra y quería verlo libremente desde el mar. Parece un poco tontería, pero cuando tienes tiempo el viajar una semana para volver a ver algo es de lo más normal.
José hubiera preferido poner rumbo directamente a Vietnam pero yo quería ver Corea. Desde que se folló a Paz delante de mi jeta, no me negaba nada.
Llegamos a Horishima a última hora del día. La idea era dejar el barco en una marina y cenar en algún sitio mono. Al día siguiente iríamos hasta Itskushima donde pasaríamos el día y pasaríamos la noche fondeados enfrente del famoso Tori.
José llegó con ganas de mambo de la cena, pero quería llevar yo las riendas y le convencí que me dolía la cabeza y quería reservarme para el Tori.
Efectivamente, salimos de Hiroshima después de comer y en tres horas estábamos fondeando nuestro barco a escasos 200 metros de Tori en cuestión.
José bajó al pueblo en la zodiac a comprar la cena. Yo me puse a tomar el sol con un microbikini.
Los japoneses que visitaban el Tori me miraban con los ojos como platos, no estaba prohibido pero ningún japo se hubiera puesto a tomar el sol enfrente de un lugar tan sagrado. Los visitantes extranjeros si se lo tomaban con más coña y gritaba cosas en distintos idiomas.
José llegó con cerveza fría y sushi. Abrimos unas latas y metimos el resto en la nevera. Empezaba a hacer frio y me puse algo. El sitio era maravilloso. Vimos como el sol se ponía a nuestras espalda. Ya a oscuras José me folló con rudeza en la oscuridad de la noche, solo mis gemidos de placer rompían el hechizo del silencio en la bahía.
Cuando desperté ya navegábamos en alta mar. Tuvimos que fondear cuando llegamos al canal de Kyusho. El paso era complicado y además José quería ver la arquitectura alrededor de la lengua de agua mientras pasábamos, y de noche no veríamos nada.
Realmente valió la pena la espera pues el cambio entre el Pacifico y el mar de Japón fue sinceramente maravilloso.
Dejamos a nuestra popa Japón para adentrarnos en Korea. Sinceramente no me gustó nada. La gente muy seca, poco amigable, en fin. No eran ni mucho menos como los nipones. Nos quedamos los mínimo para decir que habíamos estado.
Cogimos rumbo sur y después de un par de días de continua navegación llegamos a Shanghái. Impresionante navegar por el canal que cruza la ciudad. Había estado una vez antes, pero esa ciudad cada año cambia.
Después de dejar el barco en una marina, salimos a cenar y de copas. Discutimos si deberíamos visitar Nankim o no. Gané yo con mi propuesta de visitar el mercado de falsificaciones. Creo que a José no le hacía gracia, pero me quería tener contenta.
Cogimos un taxi en la marina y nos llevó directamente a la dirección solicitada. El mercado era más grande cada año. Tardé poco en deshacerme de José, se aburrió de ir de puesto en puesto y se fue a dar una vuelta.
Estaba discutiendo en un puesto de bolsos sobre el precio de uno de ellos cuando una chica rubia intercedió por mi y empezó a regatear medio en chino medio en ingles. La chica de la tienda no daba mucho más de si ante dos occidentales dándole caña a la vez. Se me iluminó la cara cuando la china aceptó el precio que yo pedía, un 80% más barato de lo que decía.
Invité a la chica a tomar un café. Resultó ser una sobrecargo de Lufthansa que hacía la ruta Munich – Shanghái, por lo visto Brigitta, que así se llamaba la teutona tenía con una amiga una tienda de bolsos en Alemania, y ella en sus viaje mensuales realizaba las compras que literalmente les quitaban de las manos. Se quedó alucinada cuando le conté que yo también era azafata y que estaba en un año off, dando la vuelta al mundo en barco.
La verdad es que pasé con Brigitta toda la tarde de compras y cervezas. Para cuando se acercaba la hora de ver a José ambas estábamos cargadas de bolsas y de alcohol.
- pues tienes suerte que mi compañero de viaje no te ha visto, con lo mona que eres te hubiese invitado al barco para follarte – le dije entre risas y ya con confianza suficiente.
- ¿Y tu no te celas de esas invitaciones?
- En el barco lo compartimos todo. Y si puede sonar un poco chocante, pero piensa en los días y días que lo tengo sola para mi en alta mar.
La cosa quedó ahí, pero justo en ese momento llegó José y después de ambos echarse un visual se dieron dos besos a la española. La escena era más que lógica, por un lado lo mucho que le gustan a José las tías de buen ver, y por otro toda la información que le había pasado a la teutona durante nuestras rondas de cervezas. De acuerdo que a lo mejor habló un poco de más, pero bueno, en realidad es a gente que nunca más tenemos que ver.
Tomamos un par de cervezas más y nos despedimos. Un poco siguiendo el protocolo le dije que si quería pasarse por el barco, que adelante. Sinceramente, no la esperábamos, y esperamos menos que llegase con una botella de tequila y un vestido con algodón en el que se le marcaban todos los pezones.
- os he tomado la palabra y aquí estoy – ambos que ya nos preparábamos para ir a la cama nos quedamos de piedra.
- Ah, si. ¿Cómo encontraste el barco?.
- Unos cuantos reminbis a tiempo la caballero de la garita de seguridad hacen milagros, bueno eso y hablar un poco de chino.
- ¿Una copa? – dijo José mientras le dejaba sitio para que se sentase.
- Bueno en realidad no he venido a tomar muchas copas – los dos la miramos sorprendidos.
- He venido a vengarme de mi novio.
- ¿Perdona?
- Si, se desde hace meses que mi novio en Múnich cuando yo no estoy se folla a una amiga mía. Al principio me negué a creerlo, pero con el tiempo, prueba tras prueba, me di cuenta que si.
- ¿Y?
- Pues eso quiero que José me monté. No pretendo dejarle pues es el amor de mi vida y esta en una época tonta, pero las cosas no se pueden dejar así como así
- ¿Y no te puedes vengar con un chino?, ¿ o un turista?, ¿o con alguien de la tripulación?
- Bueno, de joven antes de tener pareja probé con un par de chinos y la verdad es que con mingas tan pequeñas es una perdida de tiempo. Turistas solo veo o a gente emparejada o mocosos mochileros que me atraen poco. ¿La tripulación?, en nuestra compañía aérea eso esta prohibido.
Brigitta día dos pasos agarró las dos tiras del cinturón de su vestido y tiro de ellas abriéndose este y dejando a la vista un espectacular cuerpo coronado con increíbles tetas y un coño rubio peludo.
- si no os importa, os espero dentro – y sonriendo entró en la cabina como si la conociese de toda la vida.
Cuando José y yo entramos nos la encontramos a cuatro patas esperando lo inevitable, la tía estaba buena y se sabía irresistible.
José no se lo pensó dos veces, de su short sacó su dura polla y de un estacazo de la clavó hasta los huevos. La azafata dio un respingo y con sus manos abrió un poco más sus glúteos para que ambos pudiésemos admirar un ojete más oscuro que el resto de su cuerpo.
José empezó a bombear mientras el agarraba con fuerza las tetas, nuestra invitada dejó el ingles a un lado y empezó a gemir en alemán. Yo estaba a mil mientras con mi mano derecha dentro de mi pantalón me acariciaba el clítoris y con la izquierda me había sacado las tetas y pellizcaba mis pezones.
- ponle el coño en la boca – me dijo José.
Y eso hice. Me subí en la cama, me acomodé abierta de piernas en el cabecero de la cama y cogiendo de la cabeza a la walkiria la hice meter esa boca que se babeaba en mi conejo.
Era alucinante pero la tía era capaz de lamer, gemir y no perder el compas con las embestidas de José que seguía como poseso tomando a la chica.
Estaba como loco, parecía que llevase semanas sin follar y no horas.
Nos hizo cambiar de posición, sinceramente me las veía muy felices pensando que iba a poder sentar mi raja sobre la cara de la chica, pero ante mi decepción José me pidió que no, que quería verla correrse.
Me hice a un lado con una pizca de envidia y empecé a masturbarme. Brigitta movía su cadera, arañaba la espalda de mi acompañante, se sobaba las tetas como una loca. Tenia la cara desencajada de placer.
Se corrió dejándolo todo perdido. Rogué a dios que José no la acompañase pues yo también necesitaba aquella polla en mi derretido coño.
Le pedí a la germana que se apartase, me puse en su lugar y pasando un dedo desde mi ano a mi clítoris, le pedí a José que me diese duro.
Aquella polla me desgarró por dentro cuanto entro, la azafata nos miraba aún relamiéndose del orgasmo recién recibido. Estaba gozándolo mucho, me ponía tener al lado a tan poderosa rival y disfrutaba cada milímetro de polla que entraba en mis entrañas.
Brigitta no se pudo estar quieta masturbándose en un lado. Sin encomendarse ni a dios ni al diablo, se subió a la cama y embutió su raja y culo en mi cara.
Mamé como buenamente pude. José seguía follándome con dureza, sin miramientos y mi coño lo agradecía. Brigitta y José se besaban con la lengua encima mía.
Me corrí antes que ellos, mi cuerpo se tensó y tuve que dejar de chupar pues mis gritos de placer me impedían seguir.
José solo paró de bombear cuando la alemana se separó de mi boca y se puso con el culo en pompa contra los tableros del armario de la habitación como esperando una reordenación de las situación en aquella cama.
José sacó la polla de mi encharcado coño y se la endiñó a la alemana que empezaba caerme gorda por momentos. No tenía ni fuerzas ni ganas de unirme a la pareja por lo que les observé desde mi posición pasando un dedo delicadamente por mi coño.
José se la folló durante 10 minutos más hasta que se la sacó del coño, la hizo arrodillarse y le duchó la cara de lefa agitándose su polla ante ella.
No recuerdo cuando Birgitta salió del barco, estaba dormida. Me desperté cuando ya salíamos de la marina rumbo a Malasia pasando por Filipinas.
La salida de la ciudad china fue tan impresionante como la llegada. Pasaron muchas horas antes de coger mar abierto con poco trafico, pues entre mercantes y barcos pesqueros, la zona de Shangay en imposible.
Llevábamos cuatro días de navegación cuando vimos la primera isla perteneciente al país famoso por sus mantones.
Bordeamos la isla de Luzón hasta llegar a Manila donde nos esperaban unos días de descanso a todo tren en un hotel de cinco estrellas. José me hizo el amor cada noche de una manera tierna y sensual, como queriendo resarcirme por las atenciones otorgadas a la alemana.
Durante diez días después de salir de Manila fuimos navegando de isla en isla y disfrutando de sus maravillosas playas y de sus gentes.
Era un lugar de ensueño con muy pocos turistas.
Nos dirigimos hacía Palau en Indonesia a visitar sus magníficos templos con la idea de luego volver sobre nuestros pasos y visitar Brunei y Malasia, donde Sandokan, me decía mi acompañante.
Nos encontrábamos fondeados en una cala en la isla de Sibihing. Habíamos cenado con un rico vino y un magnifico pescado por obra de mi “Chanquete” particular. En ese momento yo cabalgaba despacio sobre la polla enhiesta de José que con sus manos en mis pechos controlaba mi velocidad de penetración.
Fue muy extraño, empezamos a oír ruidos en cubierta y para cuando nos quisimos dar cuenta tres filipinos con muy mala pinta entraban en la cabina con un AK47 cada uno.
No se si me corrí de miedo ahí mismo, si me desmayé o que pasó pero el caso es que para cuando me di cuenta estaba desnuda y atada en la cubierta del barco. A mi lado José con la misma vestimenta que yo luchaba por soltarse de sus ataduras.
Los filipinos parlamentaban en voz baja entre ellos. Nos mantuvieron en esa posición unas horas. Ellos iban y venían del barco. Fue interminable.
- te vamos a liberar para que gestiones el pago de su rescate – dijo el que llevaba la voz cantante dirigiéndose a mi y señalando a José.
- ¿Pero? – contesté.
- Te vamos a dejar con el barco y nos lo llevamos. Avisa por la emisora y en unas horas vendrán a buscarte. Comunícate con nosotros en este móvil – y me dio un numero de teléfono. - Queremos diez millones de euros al contado. A la vista de este barco, no le será difícil conseguirlos
Y diciendo esto cogieron a José desnudo como estaba por los hombros y lo bajaron a su zodiac. Me desataron y se alejaron de nuestro barco.
Allí estaba yo desnuda, temblorosa y sin saber que hacer. Les vi alejarse en el horizonte. Las ultimas palabras de José fueron.
- mira donde los mapas – no tenía ni idea que quería decir con ello.
Me encendí un cigarro, me puse un wiskey a pelo y una vez acabado con ambos me puse a enredar en la radio. Nunca la había usado pero había visto usarla a José.
- meiday, meiday – gritaba por la emisora. Pasaron 5 minutos cuentos en un perfecto ingles alguien me contestó. Le intenté explicar mi situación y en menos de media hora en esa misma emisora se puso en contacto conmigo al armada filipina.
Cuatro horas después un guardacostas se aproximo a mi babor y después de asegurar mi barco. Me pasaron hacía el suyo. Les explique brevemente lo que había pasado y después de hacer algunas llamadas pusimos rumbo hacía Zamboanga, única ciudad importante en ese lado del país.
obviamente no tenía ni idea de donde estaba José, las autoridades locales me interrogaron durante más de ocho horas para conseguir que les informase de cualquier pequeño detalle que hubiera podido olvidar. Vi miles de fotos, me enseñaron miles de tatuajes, pero nada.
El viaje en la zodiac no duró más de una hora. Llegamos a una isla paradisiaca donde desde el barco solo se veía una playa.
Desembarcamos y nos dirigimos hacía el interior, la verdad es que me temía lo peor, pero lo cierto es que el trato iba siendo muy digno.
Llegamos a una aldea bastante cuidada, esperaba que me encerrasen en alguna de las cabañas, pero contra mi idea, me alojaron en una cabaña para mi solo y me explicaron que podría moverme a mi antojo por la isla. No era muy grande y ellos eran los únicos moradores. Según me explicaron lo único que tenía prohibido era hacer señales en caso de ver desde la costa algún barco. Esa zona tenía miles de islas como la nuestra e iba a ser muy difícil que alguien llegase hasta nosotros sino era por accidente.
Pasé mi primera noche solo en mi cabaña después de una cena a base de un rico caldo realizado por las mujeres de la comunidad.
Me levanté tarde, salí de mi cabaña y uno de los piratas me indico donde podía desayunar. A falta de nada mejor que hacer me fui a darme un paseo. La verdad es que allí nadie trabajaba, todo lo que necesitaban lo obtenían de la tierra o de los barcos que asaltaban
Comí con un grupo de hombre, entre ellos dos de los que me habían secuestrado. No tenía ni idea que habría sido de mi compañera de viaje, pero yo no me podía quejar.
Al finalizar la jornada me di cuenta que la comunidad no tenía a más de 20 personas, unos 8 hombres y 12 mujeres.
Me quedé de piedra cuando recién metido en la cama noté como algo tocaba mi tapada polla, la verdad es que no lo hacía mal, miré simplemente por la curiosidad de saber si era un hombre o una mujer quien lo hacía. Para mi alegría quien me tocaba la polla era una de las chicas más guapa del pueblo.
Simplemente le dejé hacer, después de las tensiones vividas necesitaba sin duda una buena corrida. La chica subía y bajaba su mano por mi tronco, lo cierto es que sabía menear una polla, de eso no cabía duda.
Estaba a punto de correrme cuando la chica paró de golpe. Se levantó de la postura de cuclillas que había mantenido y sin dejar de mirarme se soltó su falda y se deshizo de su camiseta de propaganda.
Tenía muy pocas tetas, un poco de cadera y una gran mata de pelo de coño negro como el tizón.
Sin decir una palabra cogió mi polla y se la metió de golpe en su húmedo chocho. De cuclillas la chica botaba sobre mi nabo. Una de mis manos abarcaba la totalidad de sus dos pechos. La chica gemía a gritos lo cual me preocupaba pues no sabía si la chica tendría pareja, sería la hija de alguien o cual podía ser la situación
Estaba a cien cuando noté como una lengua empezó a mamar mis pelotas desde detrás de la primera visitante. ¿otra mujer? Por lo menos otra lengua. Mis dudas se disolvieron cuando vi como la lengua abandonaba mis pelotas y otra de las bellezas locales se sentaba sobre mi boca. Era excitantisimo notar como ambas se besaban encima mía y como sus sexos juagaba con mi lengua y polla.
Decidí hacerlas cambiar de postura cuando ambas se corrieron. LA primera de las chicas me esperaba a cuatro patas con su coño encharcado y su ano mirándome desafiante. Ni lo dudé, dirigí mi polla a su ojete y la clavé hasta el fondo de su ser. Ella grito de dolor hasta que su amiga le puso su coño en su boca y la dirigió en la mamada.
Nos corrimos varias veces los tres antes de dar por acabado nuestra sesión de sexo. Cuando se fueron ya de madrugada nos habíamos corrido los tres como bestias.
He de reconocer que pasé uno de los mejores meses de mi vida. La vida era fácil y relajada y los piratas en ningún caso me presionaron o metieron miedo por el tema del rescate. Ellos no tenían prisa, yo tampoco.
Cada noche me follába a Evertlin y Rachel. No daba crédito cuando me enteré que ambas era hermanas. Iban poco al continente y su vida sexual se limitaba a sus polvos con los habitantes de la isla, los cuales disfrutaban de una muy acomodada existencia sin dar palo al agua, por lo que les daba mucho de si su tiempo para follar con las dos hermanas, pero claro, la novedad siempre es la novedad. En general todos eran buena gente y sinceramente dudaba que pudiesen hacerme algo en caso de no llegar el dinero a la isla.
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Había pasado un mes y parecía que las pesquisas de la policía no iban a buen ritmo, me habían prohibido pagar el rescate, pero por otro lado tampoco tenía dinero para pagar.
Me martilleaba en la cabeza la última frase que oí de la boca de José “mira donde los mapas”.
Dormía en nuestro barco anclado en una base de la marina filipina, me había aconsejado no salir de allí pues Manila no era una ciudad segura.
El mundo se me caía encima y no sabía que hacer, desde luego la policía no iba a ser de gran ayuda.
Estaba durmiendo cuando la frase volvió a mi cabeza, me desperté a eso de las cuatro de la mañana y volví a mirar en el cajón donde guardábamos los mapas del barco. Como de costumbre solo vi los mapas.
Volví a la cama y después de dar un par de vueltas una luz se me encendió. Me levanté corriendo y con una linterna salí al exterior. En realidad ni me preocupé en vestirme y salí desnuda a la noche de la bahía.
Me metí en el compartimento donde guardábamos las velas y busqué una caja donde guardábamos un GPS de reserva en una caja. Me quedé de piedra cuando vi que en la caja además del aparato un sobre sobresalía.
Abrí el junto a 100.000 euros había una nota.
“Si algún día pasa algo, utiliza este dinero para solucionarlo”
Me quedé pensativa.
Estuve dándole vueltas a la cabeza el resto de la noche. Cuando me levanté tenía las cosas claras.
Salí a la ciudad y me metí en un internet café y me puse a buscar detectives privados en Manila. Vi un centenar de paginas hasta que di con una empresa que se presentaba como “maritime private detectives”, ósea detectives privados marítimos.
Mi curiosidad pudo más que mis precauciones y para cuando me di cuenta me encontraba en el peor barrio de la ciudad entrando en una oficina de mierda atendida por un hombre bajito.
Oyó mi problema sin decir palabra. Me hizo un par de preguntas y se quedó pensando.
- 10.000 euros por localizarlo.
- Me parece bien.
- 200.000 euros por la operación de rescate.
- De eso se encargará la policía.
- De eso nada. Nosotros hacemos todo el trabajo.
- ¿Y si me niego?
- Lo busca usted.
Me fui hecha una furia pero después de darle vueltas por la tarde estaba de vuelta en la oficina
- que garantías me da.
- Cobramos 3000 euros por levantar el culo de esta silla. A partir de ahí nos pagaran los 7000 euros.
- Ok. Cuando lo localicen hablamos.
Y esperé durante más de dos semanas en el barco, esperando una noticia o de la policía o del detective.
Un sms entró en mi móvil.
“lo tenemos localizado” y volando cogí los 7000 euros que faltaban y salí como alma que lleva el diablo a la oficina de Chan, el detective.
- ¿el dinero? – me dijo a bocajarro según entre en la oficina.
- ¿dónde esta?
- Primero el dinero – se lo di.
- Bueno ¿donde esta?
- Antes hablemos de la operación de rescate.
- No tengo 200.000 euros.
- Si no tiene 200 no tiene rescate.
- Si, pero yo he pagado por saber donde esta.
- Si, pero sabiendo que todo iba unido.
- ¿Y como piensa rescatarlo?, si se puede saber.
- Su chico esta recluido en un islote a un par de horas de navegación del lugar donde fueron rescatados.
- ¿ Y la policía por que no le han encontrado?
- Principalmente porque no lo han buscado, segundo porque hay miles de islas iguales.
- ¿Y como lo han localizado?
- No sabe usted de todo lo que se llegan a enterar dos oídos con ganas en los bares de marinos de los puertos.
- ¿Son muchos?
- No más de 20 en total. Gente ociosa y mal preparada, no será complicado.
- El único problema que tengo es que solo dispongo de 90.000 euros.
- Pues son 200.000 menos de lo que acordamos.
- Lo sé, pero confiaba…
- ¿Confiaba en que zorra blanca? – me dijo gritándome.
- Confiaba en que pudiésemos llegar a un acuerdo.
- ¿y que acuerdo propones?
- La persona a rescatar es una persona de mucho dinero. El resto del dinero se te será entregada cuando acabé el rescate. Lo garantizo por escrito y pongo el barco como garantía.
- Lo pensaré. Te diré algo. Por ahora vete.
Esperé dos largos días sin salir del barco. Chan entró en el mismo la mañana del tercero como quien entra en su casa.
- Lo haremos, jamás actuamos sin tener el dinero en nuestra mano. Los chicos no estaba muy contentos, pero he logrado convencerlos. He tenido que ofrecerles algo a los chicos, pero no creo que eso sea un problema para ti.
- ¿Y que es ese algo?
- Tu culo.
- ¿Mi culo?
- Tu culo, los chicos desean tomar un culo de una hembra como tu, y lo tomas o lo dejas.
- ¿Cómo que mi culo?
- Si, tienes que dejarte sodomizar por los 10 chicos que me acompañaran en la misión. Yo me conformaré con que me la chupes. Piénsatelo – y salió del barco.
No me lo creía, a esos hijos de puta no les llegaba con el dineral que cobraban, sino que además se querían aprovechar de la situación. Que remedió me quedaba. Mandé un sms y esperé en el barco pacientemente hasta que llegó Chan con su gente.
Los chicos se sirvieron en la bien surtida nevera, antes si quiera de ponerme a cuatro patas en el camarote principal ya estaban poniéndose copas y abriendo latas de cerveza.
Hice de tripas corazón y esperé a que llegase el primero. Ni le miré, simplemente apuntaba mi culo hacía él. Intenté relajar mi esfínter y esperar la primera envestida. Aquello fue como si me metieran un dedo, el cabrón del mercenario no tuvo ni pizca de cuidado, pero viendo el calibre que trabajaba la verdad fue más incomodo tenerle 15 minutos clavándome los dedos en la cadera que su minipolla en el ano.
Me llevó varias horas follarme a los 10. Me dieron por el culo, si, pero nada comparado con una sesión de sexo con José, no tenía ninguno una polla de catalogo para ser sincera. Cuando se fueron me podía sentar perfectamente y solo me jodía el reguero de lefa que iba dejando por el barco.
La operación estaba preparada para dos días después. Le firme a Chan un contrato con cero validez legal por la que ponía el barco en garantía en caso de que José no pagase su propio rescate. Era del todo no valido, pero si algo estaba claro es que el Filipino se quedaría con el barco si no recibía su pasta.
Insistí en acompañarles en el barco de apoyo.
Volamos en hidroavión hasta una isla oscura. Los hombre pasaron del humor más barriobajero a una seriedad absoluta cuando subieron el equipo a un barco pesquero hasta los topes de equipo. Era otra gente cuando ante mi se desnudaron y se fueron poniendo sus trajes de camuflaje.
Cuando divisamos la isla los mercenarios empezaron a cargar sus armas, aplicar los silenciadores, hinchar las zodiacs y bajar estas al mar.
Había pasado una mañana muy agradable después de ganarle al ajedrez al jefe de la isla y de haber recibido un masaje de una de las lugareñas.
No hice realmente nada en todo el día. Justo cuando me iba a levantar de la playa vi pasar a Evertlin que me saludo con una sonrisa y avanzando hacía el mar fue quitándose la ropa para meterse el ultimo baño del día.
Mi polla se puso como un mástil. Estaba buenísima, sinceramente un culo como aquel había visto pocos. Su hermana estaba muy buena, pero nada como esta.
Esperé a que se bañase y la esperé con una toalla abierta, pues refrescaba. Ella se abrazó a mi.
Le propuse que me visitase esa noche y me dijo que le alegraría hacerlo.
Como todas las noches comimos opíparamente, bebimos y cuando la mayoría de la gente se fue a fornicar, Evertlin me cogió de la mano y me llevó hasta mi cabaña.
Me tumbó en mi catre y me fue desnudando poco a poco. Me tapó los ojos y me ató mis manos y pies a las patas del jergón. Mi polla y mi cuerpo quedaba a su disposición. Evertlin era así, a veces una bestia follando, a veces como hoy una ninfa del amor.
Recorrió con sus manos llenas en aceite de mi cuerpo desnudo. Maravilloso de verdad. Recorría cada uno de mis musculo y los masajeaba con esmero. Cuando todo mi cuerpo estuvo masajeado, agachó su cabeza y empezó a pasar la punta de la lengua por mis pelotas y mi duro nabo. Yo estaba loco de excitación., hubiese matado por tener mis manos libres para poder estrujar ese cuerpo.
Evertlin cogía mis huevos con una mano mientras con la otra agarraba mi tallo y se la iba metiendo en la boca poco a poco.
Chupó hasta que vio peligro de eyaculación. Paró en seco y me besó en los labios.
Se puso en cuclillas sobre mi y rodeó mi polla con su híper dilatado coño. Me quitó la venda de los ojos y pude ver como polla empezaba a entrar en su peludo coño. Evertlin tan pronto apoyaba sus manos en mi pecho como se tocaba los suyos. Conociéndola iba a darme caña poco a poco para aguantar mi orgasmo.
No me desató y me estuvo manteniendo al borde del orgasmo durante casi una hora, la hija de puta era una experta en eso de hacer sufrir a los hombres.
Empezó a moverse con fuerza, Evertlin se había decidido a llegar al orgasmo y a mi con ella. Empezó a gemir como loca, saltaba como una desgraciada buscando el anhelado placer, apretaba su coño y soltaba mi polla según se movía dándome un gusto pocas veces recibido antes.
Ambos estábamos a punto de corrernos cuando oí un zumbido. El coño de Evertlin se tensó aplastando mi polla, me corrí como un crio tensando mi cuerpo con los últimos movimientos desde abajo que yo le daba. Miré hacía arriba y vi como el cuello de la chica estaba abierto de par en par, a su lado un filipino vestido de Rambo y con un cuchillo en su mano empezaba a cortar mis ataduras. Empujó a la chica de encima mía y tirando de mi me hizo levantar. Desnudo como estaba me empujó fuera de la cabaña dejando a Evertlin tirada en el suelo entre un charco de sangre que iba creciendo. Nuestro recorrido hasta la playa era un reguero de cadáveres de los habitantes de la isla pirata. Estaba totalmente desorientado.
Tras 20 minutos de navegación pude ver a bordo de un barco pesquero la silueta de Sofía.