El repulsivo novio de mi tía

Ana no acaba de entender la increíble atracción que ejerce sobre ella un hombre que no soporta y que además es la pareja de su tía favorita.

Le había prometido a mi tía Laura que iría a visitarla. Hacía dos años que se había mudado a un pueblo La Mancha con su nuevo novio y yo todavía no conocía su nueva casa. Habíamos quedado en que iría a buscarme a la estación de tren, pero cuando llegué no había nadie esperando. La llamé y me dijo que le había surgido algo en el trabajo y que Juan, su novio, ya venía de camino para recogerme. Genial, con lo mal que me cae este tío, pensé.

Había conocido a Juan las navidades pasadas en un evento familiar y no me había causado muy buena impresión. No me gustó su forma de ser y para colmo intentó ligar conmigo descaradamente. Se las arreglaba para quedarse a solas conmigo y me preguntaba sobre mis gustos sexuales. Me llamaba rubita y me susurraba lo mucho que yo le gustaba al oído. Total, que salí de allí espantada y enfadada conmigo misma porque la verdad es que, a pesar de todo, aquel hombre me atraía.

Al rato le vi aparecer en la estación, coloqué mi sonrisa más cordial y le saludé. El tío me plantó un abrazo de oso y me preguntó si no iba demasiado abrigada para estar en junio. Sí, la verdad es que tenía calor, en el tren hacía frío y no me había quitado la cazadora todavía. Me ayudó a quitármela y vi como se fijaba en mis tetas. Llevaba una simple camiseta de algodón sin sujetador. Me estaba cabreando. Me dio mal rollo sólo de pensar en tener que darle conversación durante la media hora de viaje que nos quedaba por delante. Una vez en el coche se empeñó en ponerme el cinturón y me rozó la cintura como sin querer. Me dio un escalofrío que me recorrió de arriba a abajo. Comenzamos a hablar de cosas superficiales y me fijé en sus manos. Eran preciosas. Me imaginé lo que podrían hacer esas manos con mi cuerpo... Enseguida intenté pensar en otra cosa. ¡Era el novio de mi tía! Cómo podía estar poniéndome cachonda pensando en él. Yo estaba enamorada de Ángel, mi novio... Además, nunca me había gustado un tío mayor... Me concentré en la carretera y en aportar frases coherentes a la conversación.

En esas estaba, admirando el paisaje, cuando noté su mano derecha sobre mis tetas. No reaccioné, miré hacia abajo y vi como las acariciaba suavemente sobre la camiseta. No aparté su mano y sólo alcancé a decir:

-Oye, ¿qué...?

Juan retiró la mano rápidamente y suplicó:

-Perdona, por favor, no he podido evitarlo, lo siento. Pégame si quieres, me lo merezco...

-No, si me estaba gustando- murmuré.

Juan me miraba con los ojos como platos y su cara de sorpresa se transformó enseguida en una mueca perversa. Yo no podía creer que aquellas palabras hubieran salido de mi boca...

-Entonces, ¿te gusto... un poquito?

-Sí, me gustas...

¿Quieres que siga tocándote las tetas?

-Si, por favor.

Juan volvió a tocarme como antes, con delicadeza. Lo hacía muy bien.

-Desabróchate el pantalón, por favor- me dijo

Yo obedecí como una niña buena. Desabroché el botón y bajé la cremallera despacio.

-Me encantan tus bragas, apártalas un poco para que pueda ver tu pubis...- continuó.

Y así lo hice... Aquello me estaba poniendo a mil.

-Mmm, que bonito, es rubio también.-

Metió la mano dentro de mi braguita y acarició la vulva...

-Qué suave, veo que llevas el resto depilado, ¡estás empapada!. Uf, mira cómo me has puesto...-

Cogió mi mano y la puso sobre el bulto de su pantalón.

-Quiero verla- dije totalmente fuera de mi.

-Mira- dijo abriéndose el pantalón y sacando aquella maravilla.

Era la polla más bonita que había visto: circuncidada, tan grande, tan rosa...

Esto no está bien, pensaba yo, pero mi cuerpo...

La acaricié con la punta de los dedos mientras me acercaba a besarle en el cuello. Sugirió con un gesto que bajara la cabeza para chupársela y yo obedecí. Mi lengua resbaló por el glande y luego intenté meterme aquello en la boca, pero apenas conseguía abarcar la mitad. Con la otra mano le acariciaba los huevos. Él no dejaba de comentar lo mucho que le estaba gustando y yo me excitaba cada vez más al escucharle. Enseguida me dijo que deberíamos parar si no queríamos matarnos. Estábamos en una carretera en pleno campo, me dijo que tenía una manta sobre la que podríamos echarnos bajo un árbol, alejándonos un poco de la carretera. Nos metimos por un camino y paró el coche. Se bajó y yo me quedé inmóvil en mi asiento. Vino a abrirme la puerta y entonces se inclinó sobre mi y me besó. Un beso increíble. Me quitó las zapatillas, el vaquero y las braguitas deleitándose con cada prenda y hundió su cabeza entre mis piernas. Uf, me estaba volviendo loca. Al mismo tiempo, le oía masturbarse. Cuando estaba a punto de correrme le pedí que me follara. Me puso las zapatillas, me ayudó a levantarme (lo cual agradecí porque me temblaban las piernas) y me llevó de la mano hasta un árbol acogedor. Pensé que nunca había deseado tanto a nadie. Le desnudé, él me quitó la camiseta y me acarició las tetas con la lengua. Se tumbó sobre la manta y yo me senté a horcajadas sobre él. Mientras nos besábamos me deslicé sobre su polla hasta que entró hasta dentro. Me pongo fatal, ahora mientras escribo, sólo de recordar aquella sensación. Qué gozada. Mientras me movía, el masajeaba mi culo con una mano y acariciaba el clítoris con la otra. No tardé en correrme. Luego cambiamos de postura: los dos sobre el costado izquierdo. Entonces, me metió un dedo en la boca y con la saliva comenzó acariciar el agujero de mi culo. A mi no me gustaba el sexo anal pero estaba tan excitada que notar su dedo en mi culo resulto bastante agradable. No sé si era la manera de moverse, el ritmo lento o el tamaño, pero nunca había disfrutado tanto de la penetración en mi vida. Tuve un orgasmo muy intenso, cuanto notó que me calmaba la sacó y se corrió fuera, sobre mi culo llenándolo de semen.

Tuvimos que contarle a mi tía que se nos había pinchado una rueda para justificar nuestro retraso.

Juan y yo seguimos viéndonos en secreto muy de vez en cuando. El deseo es más fuerte que el sentimiento de culpa. Sigue cayéndome mal, ¿será por eso que me pone tan cachonda?