El repartidor de pizza 3.0 Venganza frustrada

Mauricio trata de vengarse de Álex pero el tiro le sale por la culata (¿o por el culo?) y su hombría termina siendo humillada una vez mas, mientras en su mente cada vez duda más de sus propias convicciones sexuales

Venganza frustrada

Durante los siguientes días al encuentro con el grupo sexual de Álex y compañía, Mauricio trató de retomar su vida como si nada hubiera pasado. Afortunadamente, luego de que el primer día sintiera cierta molestia en el culo (que ni siquiera llegaba a dolor), a la mañana de día siguiente parecía como si jamás le hubieran metido verga alguna, como si aún siguiera teniendo intacta su virginidad anal y su hombría. Y desafortunadamente, él no lo pensaba así. A pesar de sus esfuerzos constantes por olvidar, Mauricio no podía ignorar el hecho de que había sido objeto sexual de una banda de pervertidos, y peor aún, que había disfrutado hasta cierto grado. Cada noche tenía sueños extraños en los cuales los más inverosímiles objetos (animados e inanimados) terminaban insertados en su culo. Por alguna razón, se había hecho al hábito de cargar consigo todo el tiempo el DVD que contenía la orgía en la que había sido obligado a participar. Lo llevaba a la escuela, a su trabajo, incluso cuando iba a nadar o cuando salía con sus amigos. Lo sensato hubiera sido destruirlo, pero algo había despertado en Mauricio que le hacía poner el DVD y reproducirlo de vez en cuando.

Un día, varias semanas después, cuando ya los extraños sueños empezaban a desvanecerse de sus noche y el vello púbico ya casi había crecido tanto como antes de su aventura orgiástica, Mauricio se dirigía a la universidad (sólo curraba en la pizzería los fines de semana), cuando un poster colgado en las pizarras de anuncios del campus llamó su atención: Era un póster del equipo de futbol. Anunciaba el inicio del próximo torneo intercolegial. Lo que le llamó la atención no fue eso, sino la fotografía del equipo. Ahí, en primera fila, arrodillado y rodeado de sus compañeros, estaba el mismo rubio que lo había cogido esa noche, el muchacho de ojos azules que tan ansiosamente lo había penetrado mientras él estaba indefenso. Álex.

A Mauricio no le costó trabajo averiguar que Álex, cuyo verdadero nombre era Alfredo, era ni más ni menos que el capitán del equipo de fútbol. Ya que a Mauricio no le interesaba ese deporte, nunca había prestado atención a sus integrantes pero ahora que hacía memoria, podía recordar haber visto a Álex en pósters similares y quizá hasta caminando por el campus. Siguió investigando y pronto pudo saber más sobre el horario del chico. Una tarde, lo encontró, acompañado de otros estudiantes, andando divertidamente. Mauricio lo miraba desde lejos, con la rabia en su interior. ¿Cómo podía ser que ese imbécil pudiera estar así tan feliz y en cambio él se sentía tan humillado? A partir de ese momento, Mauricio decidió vengarse de Álex y juró no descansar hasta humillarlo como Álex lo había humillado a él. Empezó a espiar a Álex, buscando puntos débiles, juntando información sobre cómo atacarlo. Lo primero que supo que podía serle útil era que Álex, o Alfredo, era considerado heterosexual por todo mundo. Hasta donde supo, nadie había sabido o imaginado que Alfredo pudiera ser gay, ya que había tenido novias y de hecho era considerado uno de los galancillos del campus. A Mauricio eso le cayó de maravilla, ya que imaginaba lo que supondría para Álex ser exhibido como el puto que era. Ahora sólo tenía que encontrar una forma de usar eso para chantajearlo.

Tres días después, esa forma vino por sí sola. Era de tarde, viernes. El campus estaba semivacío pues las clases más abarrotadas ya habían acabado y eran menos los estudiantes que preferían tomar cursos los viernes, por obvias razones. Mauricio había seguido a Álex, quien estaba en la parada de autobús frente a la puerta del colegio. Mauricio se encontraba en un café en la acera de enfrente, desde donde podía ver sin ser visto. Ya había pagado la cuenta, de forma que estaba dispuesto a seguir al rubio en cuanto este se moviera. Y sin embargo, Álex no tomó el siguiente autobús. En cambio, alguien más bajó. Mauricio saltó en su asiento: Era Fabio, el moreno que inicialmente había metido a Mauricio en la trampa. Él no lo había penetrado pero si era de los que le habían obligado a tragar el semen (el suyo incluido) en la pizza. Vio como los dos muchachos se saludaban con una palmada y entraban al campus. Los siguió. Los tres se dirigieron a un edificio de aulas, que para entonces debería estar cerrado. Sin embargo, Álex sacó una llave y entró, seguido de Fabio. Mauricio los siguió, pero descubrió que habían cerrado la puerta. Rodeo el edificio buscando otra entrada. Ya se disponía a rendirse cuando encontró una ventana a medio cerrar. Se metió por ella. Dentro, no se escuchaba nada. La luz de ocaso se filtraba por las ventanas, proyectando largas sobras en un fondo anaranjado. Mauricio recorrió los pasillos con cautela, escuchando, rastreando. Subió al segundo piso. Entonces pudo escuchar un murmullo. Era apenas un lejano resuello pero se intensificó al acercarse a la puerta de una de las aulas. Con precaución, miró a través de la ventana de la puerta.

Álex y Fabio estaban completamente desnudos. El rubio estaba recostado sobre el gran escritorio del profesor, con las piernas bien en alto, exponiendo su culo a las embestidas de la larga verga de Fabio. Los ruidos eran la mezcla de los bufido de macho en celo que Fabio bufaba por la nariz acompañados de los gemidos de éxtasis de Álex, cuya expresión facial denotaba claramente lo bien que su culo disfrutaba ser trabajado. Mauricio no pudo menos que sonreír. Llevaba una videocámara portátil pues estaba esperando poder incriminar a Álex. Esto que veía era más de lo que hubiera deseado. Empezó a grabar la escena, ajustando el zoom para mostrar a ambos o bien acercando la toma en momentos en los que Álex gemía particularmente con fruición. Luego de un rato de estar cogiendo así, cambiaron de posición. Fabio se tendió boca arriba y Álex se le fue encima, montándolo y cabalgando literalmente ensartado por la verga del moreno quien a su vez lo incitaba todavía más sujetándole su propio miembro con una mano y frotándole salvajemente el glande con la otra. Al hacerlo Álex exhaló un sonido quejumbroso que reflejó el doloroso placer que las manos de Fabio le daban a su falo.

“No, espera, ya es demasiado” se quejó Álex débilmente, pero Fabio no le dio tregua y no sólo aceleró la frotación sino que levantó la cadera para ensartar más al rubio, quien sólo atinó a gemir como animal en celo. Sus bufidos se hicieron más intensos, su respiración agitada y su cuerpo, ya cubierto de sudor, brillaba bajo la lente de la cámara de Mauricio, quien seguía atento a todo. Finalmente, fue Fabio, quien ya se había quedado callado un rato, quien lanzó el gemido más fuerte, mientras levantaba tanto la cadera que casi obliga a Álex a ponerse de pie. Bajó la  cadera, sacando su falo del culo de Álex. Un gran hilo de semen viscoso brotó del ano recién penetrado, quedando por unos instantes colgando entre este y la verga de Fabio, tras lo cual se separó, cubriendo el abdomen de moreno. AL mismo tiempo, Álex eyaculó, enviando un disparo potente de semen directo al rostro de Fabio, quien apenas tuvo tiempo de abrir la boca para recibir semejante manjar. Álex se apresuró a bajar del escritorio y acercó la cara, bebiendo el semen de Fabio y luego el suyo propio con enorme voracidad y terminando con su boca en los labios de su amante. Al terminar, Álex se acercó a un pupitre y así desnudo como estaba se derrumbó. Como una tempestad que acaba, los dos chicos se quedaron inmóviles, respirando agitadamente. Al cabo de un rato, como si nada, empezaron a conversar de esto y de aquello. Eso, sin embargo, ya no fue registrado en la cinta de Mauricio, quien ya se había retirado, ahora que tenía lo que quería.

A los dos días siguientes, Mauricio se encaminó hacia el estadio de fútbol. Llevaba una mochila al hombro y lentes oscuros. Observó la práctica del equipo y al acabar esta, siguió con la mirada al joven capitán mientras se dirigía con sus compañeros a los vestidores. Él también se levantó de las gradas y se encaminó allá. Esperó a la salida. Cuando finalmente ya casi todos habían salido, interceptó al rubio

“Hey, amigo, tienes un momento” dijo, acercándose. Álex se detuvo ya que no esperaba que le hablaran. Vio a Mauricio distraídamente y le dijo que estaba ocupado.

“Vamos por favor, ¿Qué no te acuerdas? Te estaba esperando en la cafetería.” Dijo Mauricio con espontaneidad.

En esta ocasión, Álex sintió que algo iba mal.

“No, te equivocas, yo a ti no te conozco. Me confundes”

“Claro que me conoces, y yo te conozco a ti, Álex” dijo Mauricio en voz baja, acercándose al rubio para que este pudiera oír la última frase, y quitándose los lentes oscuros. “Creo que nos conocemos bastante bien, tu y yo. Así que ahora tu y yo vamos a hablar un rato, ¿de acuerdo?” Añadió con un tono de amenaza.

A juzgar por su expresión, era claro que Álex ya sabía de quien se trataba. De forma que se le siguió el juego.

“Ahh, claro, disculpa. OK. Aguanta un momento.” Álex se dirigió a sus amigos y se despidió de ellos. “Ya está”

“A los vestidores” ordenó Mauricio escuetamente. Los dos entraron a los vestidores, que ya estaban vacíos.

“Bueno, ya estamos solos. ¿Qué quieres?” dijo Álex.

“Quería mostrarte esto, Álex” contestó Mauricio con mucha calma. Cerró la puerta y le echó cerrojo. Sacó de su mochila la cámara de video. La encendió y le mostró a Álex la escena entre él y Fabio. Ahí, a todo color y con volumen, Álex pudo escuchar sus propios aullidos de bestia en celo, azuzado por la verga de Fabio moviéndose en su interior. Álex se puso pálido y volteó a ver a Mauricio, quien sólo sonreía.

“¿Cómo conseguiste eso?”

“No importa, el hecho es que lo tengo. Ahora todo el colegio sabrá que su admirado capitán de fútbol es un marica que goza y bastante con un buen fierro en el culo. Voy a divulgar esto para hacerte pagar por lo que me hicieron tú y tus amigos”

Álex estaba ciertamente nervioso y asustado con la amenaza. Sin embargo, una mirada a la entrepierna de Mauricio, que llevaba puestos unos pantalones de deporte, le reveló que él se había excitado al ver la escena entre Álex y Fabio. En ese momento, Álex pensó que quizá pudiera mover la situación a su favor y pasar un buen rato.

“¿Y a que vienes a decírmelo?” replicó con voz confiada. Mauricio se extrañó, ya que hubiera esperado algo de miedo. Álex reconoció su expresión y continuo. “Si en verdad hubieras querido humillarme, habrías mostrado ese video a la escuela y ya. No era necesario que me advirtieras… a menos… que tú estuvieras buscando algo a cambio… ¿Es eso? ¿buscas algo a cambio?”

Mauricio se quedó perplejo, ya que no sabía qué hacer. Él sólo tenía en mente asustar a Álex y disfrutar de su miedo pero el plan había fracasado. Álex aprovechó ese momento de turbación. Dio un paso hasta ponerse frente a Mauricio y le tomó la entrepierna con una mano. Mauricio retrocedió inmediatamente.

“Veo que también a ti te interesó mi video. Quizá es eso lo que quieres, no? ¿Acaso quieres hacerme lo que me hizo mi amigo?”

“¿Qué dices?, no seas estúpido… No, ¿Qué haces?...”

Álex se quitó la camiseta, dejando su torso, blanco y sin vello, descubierto. Luego, los tenis y los calcetines.

“No, detente, yo no quiero nada de ti” dijo Mauricio, pero no hizo nada por detener a Álex, quien ya se había quitado los pantalones. Se puso de espaldas a Mauricio, volteó a verlo y, sensualmente, se bajó la trusa, enseñando su firme trasero de futbolista.

“¿Estás seguro que no quieres nada de mi? Es una pena, porque yo si quiero algo de ti. Tienes razón, soy sólo un puto. Un puto muy, muy caliente… muy muy ansioso de verga. Mírame bien, ¿no te gusta mi culo?” dijo, usando ambos manos para separar sus nalgas, exhibiendo su pequeño orificio rosado, que se abría y cerraba, invitando a ser usado y abusado. “Soy muy estrecho, sabes? En verdad estoy muy ansioso de verga, dentro de mi… ¿no me ayudas?... por favor…” siguió, incitando a Mauricio, quien por su parte sólo miraba boquiabierto al muchacho desnudo frente a él. Su entrepierna había cobrado vida y le era imposible ocultar su enorme erección.

Álex se incorporó y se acercó a Mauricio, quien seguía viéndolo idiotizado.

“Ya he visto tu cuerpo. Eres fuerte” dijo, tocándole el pecho. “y tienes un gran pedazo de carne que seguramente podría destrozarme. ¿No es eso lo que querías? ¿Humillarme? ¿Romperme? ¿Porqué no lo haces clavándome esta cosa” dijo, metiendo la mano dentro del pantalón de Mauricio y tomando de nuevo su verga. “Vamos, párteme el culo, hazme más puto, tu puto”

Mauricio por fin reaccionó. Es cierto, pensó. Si lo cojo, si lo penetro, estaré cobrándome lo que me hizo. Además, el puto es él, no yo…En un nivel más subconsciente, además, también pensaba lo deseable del culo de Álex, que se veía tan suave y apretado.

Álex le bajó el pantalón y los interiores, dejando libre su verga, que por cierto era un buen instrumento de 18 cm, circuncidado y de una cabeza con forma de capullo, muy lubricada con precum. Álex sacó la lengua y golosamente lamió esa secreción transparente y dulce, haciendo que Mauricio soltara un suspiro de placer culpable.

“No… no quiero…” alcanzó a decir débilmente, mientras Álex engullía toda su verga. Podía sentir la punta de su falo frotar contra la suave mucosa de la garganta del rubio. Era demasiado intenso para resistirse. Sintiendo que las piernas le temblaban, se sentó en un banco, lo cual ayudó a Álex, ya que lo podía mamar mejor así. Mauricio sudaba de nervios mientras veía a Álex mover afanosamente la cabeza. Una parte de sí le decía que debía detenerlo pero la otra lo obligaba a quedarse ahí, inmóvil, sometido a la boca insaciable del otro muchacho.

Aprovechando ese estado de semi-docilidad, Álex fue empujando a Mauricio levemente, hasta obligarlo a recostarse cuan largo era sobre el banco. Se montó sobre él, todavía lamiéndolo, encorvado. Ya en esa postura, Álex se incorporó rápidamente y sin dar tiempo, se montó y clavó la verga del atormentado Mauricio en su propio culo. Mauricio gritó esta vez, al sentir su falo estrangulado por las entrañas de Álex, frotado y excitado. Álex movía las caderas con ritmo, saliendo y ensartándose nuevamente en su montura fálica, apretándola como una celda a su prisionero, sin darle un respiro de descanso ni libertad. Mauricio gemía, atrapado como estaba, no sólo su verga, también su mente era presa de lo que Álex le hacía. No debo disfrutar… trataba de pensar… esto está mal… él es hombre… estoy cogiendo a un hombre… mi verga está en un culo… ahh… es tan estrecho… un culo tan estrecho… me excita tanto… debo resistir… debo resistirme a este culo… tan rico… Mauricio estaba librando (y perdiendo) la batalla. Álex se aseguró de que Mauricio no tuviera ni un instante para escapar, usando su culo como arma sexual para dominarlo.

Finalmente, Álex sintió que la victoria estaba cerca. La verga de Mauricio, como un ser con vida propia, se contorsionó y al momento siguiente empezó a escupir su carga seminal. Álex dejó de moverse, con el falo de Mauricio apenas insertado en su culo, todavía escupiendo. Cuando sintió que ya el fierro perdía firmeza, el rubio apretó hábilmente su esfínter, expulsando la verga y sellando en su interior el semen recién ordeñado

Mauricio respiraba agitadamente, sintiéndose débil y algo mareado. De forma que no pudo reaccionar al ver que Álex se recorría hasta que tuvo su entrepierna justo sobre su rostro. Pudo ver desde abajo los huevos, limpios de vello, todavía cargados de leche. Un poco más allá, el culo, recién trabajado, se aparecía como un botón rosado. De pronto, ese botón, como un capullo de flor, se abrió y una cascada de líquido, mezcla de su propio semen y de los fluidos internos de Álex (quien se había colocado un enema esa misma mañana y por tanto estaba húmedo por dentro) cayó directamente sobre su rostro. Mauricio exclamó y trató de mover la cabeza, con lo que logró únicamente que dicha mezcla se le metiera en la boca y los ojos. Como por arte de magia, recuperó las fuerzas perdidas, levantándose y arrojando a Álex. Se incorporó, cegado por el semen, escupiendo un líquido blanco y tratando vanamente de que la cosa no manchara su ropa. Buscó a tientas su mochila, de donde tomó pañuelos para limpiarse. Cuando por fin pudo limpiarse y ver a su alrededor, se encontraba solo. Álex no estaba. Más aún, su cámara de video, con la grabación incriminatoria de la cópula entre Álex y Fabio, se había ido también.

Mauricio maldijo, mientras se seguía secando… Había sido burlado una vez más. Y había sido humillado todavía peor. ¿Cómo haría ahora para poder vengarse? Había terminado de limpiarse y se había lavado la cara, para retirar los rastros de su propia leche. Ya se iba, se disponía a tirar los pañuelos empapados cuando, haciendo una pausa, se los acercó al rostro. Olisqueó. Sacó la lengua y, muy lentamente, la metió en un grumo particularmente denso. Recogió un poco. Lo saboreó. Luego, cerró los ojos y movió la cabeza violentamente. Arrojó la bola de pañuelos y salió casi corriendo del lugar.

Espero que les haya gustado esta continuación. Comentarios y sugerencias a rauttha@hotmail.com No olviden indicar en el asunto del mensaje que lo leyeron en todorelatos.com, para que yo no lo elimine. Para los que leen este relato por primera vez, les recomiendo busque las dos partes previas así como la serie de El hospital (la primera entrega, publicada en 20 de mayo de 2011, para conocer toda la historia.