El repartidor de pizza 2.0 El DVD

La banda de Álex le ha dejado a Maurico un interesante recuerdo de su noche de sexo y desenfreno. Ahora es su decisión elegir qué camino tomar.

El DVD

El parque se perdía entre sombras, pero poco a poco, conforme el sol salía, sus siluetas se iban perfilando. Aquí un árbol, otro allá, el kiosko, las fuentes. Las bancas. En una de ellas, tendido cuan largo era, estaba Mauricio. La brisa de la mañana soplaba sobre su rostro, que asomaba cansancio y cierta tensión, reflejo de lo que soñaba en esos momentos.

Soñaba con un río. Un río de agua límpida, que corría entre montes escarpados. La atmósfera saturada de humedad, del fresco aroma del agua, de las piedras mojadas y del musgo que las cubría. Era un perfecto escenario para acampar en las orillas y pescar. Pero Mauricio no podía hacerlo: Ahí, en medio de la corriente del río, había 4 postes de madera y él estaba atado de pies y manos a cada uno. Estaba desnudo y su trasero se sumergía en el agua fría, donde una anguila viscosa y larga se afanaba en entrar a su culo. El animal metía su cabeza y la sacaba o bien entraba casi hasta el fondo y se revolvía en sus entrañas. Mauricio gemía, forcejeaba tratando de librarse de sus ataduras. Movía la cabeza buscando ayuda pero no había nadie. Al mirar hacia sus piernas, sin embargo, podía ver su verga bien parada, disparando hacia arriba descargas de semen muy blanco cada vez que la anguila lo penetraba…

El ruido de un carro que pasaba junto al parque lo despertó. Mauricio se incorporó, todavía con la respiración ajetreada. Tardo un poco en darse cuenta de donde estaba. A unos pasos estaba estacionada la motocicleta con la que repartía pizzas. Él estaba ahí solo. Miró su reloj. Eran las 6 de la mañana. El cuerpo le dolía, estaba entumido por haber dormido en la dura banca. ¿Cómo había llegado ahí?... La respuesta le vino luego de un momento, cuando recordó parte de los sucesos de la noche anterior. Recordó que iba a entregar una pizza, que un muchacho moreno lo recibía y luego era asaltado por él y por sus compañeros. Recordó que lo habían desnudado y atado. Al recordar que lo habían obligado a chupar una verga, no pudo evitar pasar la lengua por los labios, como buscando algún resquicio de sabor, tratando de comprobar que no había sido un sueño. Por supuesto, también recordó la penetración… y el éxtasis en el momento en que uno de sus captores introdujo su falo en su interior por primera vez. Movió la cabeza para tratar de ignorar esa imagen. Los sucesos posteriores se iban haciendo cada vez más difusos, hasta que desaparecían. No tenía idea cuando se había quedado dormido ni cómo había llegado al parque. Por supuesto, estaba vestido y al revisar su cartera comprobó que no le faltaba dinero. También tenía las llaves de la moto. Lo primero que se le ocurrió fue ir a la estación de policía más cercana. Pero lo pensó un poco más. ¿Le creerían que había sido violado? Además, le daba bastante vergüenza. De cualquier modo, se acercó a la moto y al hacerlo encontró que en la caja donde guardaba las pizzas había un DVD y una nota:  “Un recuerdo de nosotros”

Al leer esto, Mauricio se quedó atónito, pensando en qué podía contener ese DVD. Por el momento, sin embargo, lo importante era llamar a casa. Sus padres estarían molestos por no haber dado aviso de no llegar a dormir. Sin embargo, al revisar su teléfono, encontró un mensaje de su madre que decía “Esta bien. Nos vemos mañana. Saludos a Rodolfo” Al revisar la lista de mensajes enviados, encontró uno que decía “Mamá, me quedo en casa de Rodolfo esta noche, ¿ok?”. El mensaje había sido enviado a las 11:00 de la noche, justo cuando él estaba en manos de esos 4 machos lujuriosos. Obviamente, ellos habían mandado el mensaje. De hecho, el texto era el que él mismo había escrito innumerables veces, de forma que ellos sólo habían tenido que copiarlo y mandarlo para que sus padres no sospecharan nada. Este descubrimiento le hizo sentir algo de alivio, ya que al menos se evitaría problemas con sus padres pero también le daba rabia darse cuenta que sus agresores habían tomado precauciones para no ser delatados.

Mauricio condujo hasta su casa, donde su madre le sirvió el desayuno. Él apenas tomó bocado. Tenía más prisa en darse un buen regaderazo, le dijo. La verdad es que desde hacía rato había sentido algo extraño fluir desde su interior. Como no tenía ropa interior, temía que fuera a manchar su pantalón, de forma que se apresuró a su cuarto. Al desnudarse, se tocó con la mano y confirmó lo que ya sabía: Un líquido blanco y espeso que salía de su ano. Se metió en la ducha inmediatamente, procurando lavarse perfectamente. Le había dado mucho asco pero al final aceptó que tenía que meter sus dedos un poco en su culo para limpiarlo bien. Metió el dedo índice, conteniendo la respiración. Para su sorpresa, no sintió dolor. Lo dejó ir hasta el fondo y no sintió más que una leve presión. Todavía ensayando, lo movió en su interior. Nada. Ninguna sensación. Al mover un poco más, pudo sentir una cierta sensación de cosquilleo. Casi por reflejo, empezó a frotar. El cosquilleo creció, no siendo incómodo ni doloroso sino hasta agradable, pensó. En ese instante, sin embargo, se detuvo. ¿Cómo podía haber él pensado eso? ¿Frotarse con un dedo en el culo es agradable? NO! No lo es, se dijo a sí mismo, retirando la mano inmediatamente. De nuevo, sintió ira contra esos putos que lo habían emboscado.

Al salir de la ducha, Mauricio observó el DVD que estaba sobre su cama. Todavía con la toalla puesta en torno a su cintura, lo puso en su computadora. No sabía muy bien qué esperar. Pero casi se le cae la quijada al ver lo que el video contenía: Era la misma casa que había visitado anoche. El mismo sofá. Y ahí estaba él, hablando con el muchacho llamado Fabio. Vio cómo Raúl llegaba por detrás, cómo lo sujetaba y cómo empezaba todo… Los muy cabrones no se habían contentado con ultrajarlo, sino que lo habían grabado. Pasmado, observó cómo se desarrollaban los acontecimientos hasta la parte que recordaba, hasta cuando Takeo le insertaba su delgado pero largo miembro mientras Raúl se cogía a Fabio y este a Álex. Pero la cinta seguía después. Como hipnotizado, dominado por el morbo, siguió viendo la cinta, sin darse cuenta que bajo la toalla, su propio pene estaba ya erguido, prueba indudable de que le gustaba lo que veía.


Después de un rato de estar disfrutando el recién desvirgado culito de Mauricio a cuatro patas, Takeo decidió cambiar de juego. Sacó su apéndice de las entrañas del joven repartidor y se acercó a Raúl para decirle su plan. Este todavía penetraba a Fabio, quien no paraba de bufar pero al escuchar el plan de Takeo, decidió que era divertido.

Hicieron que Fabio, Álex y Mauricio, los tres jóvenes, se pusieran a cuatro patas, recargados en el sofá. Takeo salió un momento de la habitación y regresó con tres rosarios de bolas anales.  Eran esos una serie de esferas unidas entre sí por un resistente hilo, formando una cadenas. Para Fabio y Álex, cuyos culos voraces ya estaban más que acostumbrados a tragarse buenos calibres, preparó un rosario con 4 esferas de 3cm. Para Mauricio, que no mucho antes había probado su primera verga en el culo, le había traído uno con bolas de sólo 1.5 cm pero para compensar, eran 8 esferas. Raúl se encargó de colocar esa cadena a Mauricio, mientras Takeo hacía lo mismo con Fabio y luego con Álex. Mauricio estaba demasiado sedado para darse cuenta pero entretanto, Fabio y Álex se divertían lamiéndose mutuamente el rostro, como el par de animalitos que eran. Cada vez que Raúl introducía una cuenta, Mauricio emitía algo entre quejido y jadeo. Sentía su vientre llenarse cada vez más, sin poder hacer nada. Al terminar de insertarles las bolas a los tres, los dos adultos los hicieron acercarse lo suficiente y ataron los tres extremos de cada cadena entre sí. Hicieron que Mauricio se quedara apoyado al sofá, mientras que los otros estaba a gatas en el suelo.

“Muy bien, mozalbetes” dijo Takeo “A la cuenta de tres, se ponen a gatear y no se detienen hasta que no se saquen todas las bolas”.

Mauricio escuchó estas indicaciones sin entender nada pues estaba demasiado aturdido. “¿Sacar las bolas? ¿de dónde? ¿de qué habla?” se preguntaba. Lo único que veía era un hilo blanco saliendo de su culo, atado a otros 3 hilos que a su vez salían del culo de los otros dos chicos. A la cuenta del oriental, el moreno y el rubio empezaron a gatear, tensando los hilos. Fue entonces cuando Mauricio sintió un  bullicio en su interior. Las cuentas, aunque pequeñas, eran demasiadas, por lo que presionaban puntos en su sensible interior y al moverse, frotaban dichos puntos clave. Por ser las más pequeñas, las esferas del ano de Mauricio empezaron a salir primero. Una a una, acompañadas de los suspiros del muchacho, arrobado de placer.  Raúl llevaba la cuenta, Mauricio gemía. Los muchachos también gemían. Takeo se masturbaba, disfrutando la escena.

“Una”

“Ugh..” suspiró Mauricio

“Dos… tres”

“Ahhhh… ahhh” volvió a gemir.

“Cuatro…cinco… seis”

“Ah.. ahh. ahh… ahh” gemía Mauricio como bestia en celo.

“Siete… y finalmente…ocho”

“Ahhh… ahhh.. ahhh” jadeaba el muchacho.

A sus pies, su rosario había salido completamente. No así el de sus compañeros: Fabio sólo había sacado 1 esfera y Álex, dos. Takeo se acercó para inspeccionar.

“Muy mal, no lo consiguieron” dijo con gesto crítico. “Deben jalar más rápido o de lo contrario no podrán sacar sus bolas antes que el nuevo. Vamos a tener que repetirlo, ¿no crees, Raúl?”

“Definitivo” acordó este. “ lo repetiremos hasta que lo hagan bien. Es la única manera en la que van a aprender”

Otra vez, los muchachos regresaron a su posición y les metieron las bolas de nuevo. Mauricio podía ver el cuerpo sólido de Raúl sobre él mientras le introducía nuevamente el rosario. Lo miró a los ojos. Raúl esbozó una sonrisa amigable.

“¿Verdad que es divertido?” le dijo y luego se le acercó, para darle un beso. Mauricio sintió sus labios juntarse y una lengua invadir su boca al mismo tiempo que las bolas invadían su culo nuevamente.

Terminados los preparativos, Álex y Fabio se pusieron en sus marcas. Esta vez Mauricio sabía lo que pasaría. Todavía con temor pero ahora con expectativa, dirigió su mirada hacia su entrepierna, que se veía diferente ahora que estaba rasurado. Por detrás de sus huevos y de su verga (la cual estaba dura como el hierro) podía ver el hilo blanco. Takeo inició la cuenta regresiva. Uno… dos… tres… Los muchachos se movieron más rápido esta vez, jalando consigo los rosarios. Las cuentas salieron más rápido esta vez, generando una cascada de dilatación en el orificio anal de Mauricio que le hizo vibrar. ¿Porqué le estaba gustando? Se preguntaba, culpablemente.

En esta ocasión, el resultado fue mejor. Álex había conseguido sacarse 3 de las 4 esferas, mientras que Fabio logró 2. Pero aún no conseguían la marca perfecta y, a juzgar por sus expresiones de gozo cada vez que las esferas salían de sus apretados culos, no parecía que tuvieran intenciones de lograrlo.

El experimento se repitió una vez, dos veces, tres veces más. En cada ocasión, los chicos se movían lo suficientemente lento para evitar que todas sus esferas salieran. El único al que invariablemente le salían todas las cuentas era a Mauricio. Su interior ya estaba sobrecalentado, de forma que para la última vez, las bolas no salieron solas sino que su estimulada próstata se vació, liberando un gran chorro de semen casi transparente. En esa ocasión, los muchachos tampoco habían conseguido zafarse las esferas totalmente pero Raúl y Takeo decidieron terminar el juego, pues se daban cuenta que Mauricio estaba al límite.

“¿Qué hacemos entonces?” preguntó Álex, un tanto molesto, pues le encantaba ese juego. Le resultaba un fastidio tener que detenerse por culpa de un primerizo. Lejos estaba de recordar aquellos tiempos hace unos meses, cuando él no podía meterse bolas de más de 2 cm sin evitar sacar algún chillido de dolor.

“Bueno, el chico trajo una pizza, ¿porqué no la comemos mientras descansamos?” sugirió Raúl.

Todos se sentaron en el suelo a comer la pizza gigante que Mauricio inadvertidamente les había llevado. A él lo habían recostado en el sofá. Muy lentamente, la consciencia parecía estar regresando a su mente.  Ahora ya podía enfocar a sus agresores. Veía la nariz recta y la barba de Raúl, la sonrisa blanca de Fabio, los ojos azules de Álex y los labios suaves del japonés. Su mirada se paseo por sus cuerpos, fijándose en los grandes pezones de Raúl, que casi no se notaban debido a su vello y que contrastaban con los de Álex y Takeo, que apenas tenían un par de botoncitos duros y erectos en el pecho. Luego miró las vergas, primero la de Takeo, quien lo había desflorado hacía poco. Ahora no estaba erecta pero era larga aún así. La de Álex era similar, delgada y blanca, coronada por un glande rosado y lustroso por culpa del precum que salía de su punta. La de Raúl era la más gruesa, surcada por una gran vena, que se perdía entre la mata de pelo que salía en su entrepierna. Pero la más impresionante era la de Fabio, que no era tan grande como la de Raúl pero destacaba por su gran glande, que le daba un aspecto como de champiñón. Como Raúl lo sorprendiera viendo la verga del moreno, dijo:

“Vaya, parece que a nuestro huésped le gusta el falo de Fabio. ¿Por qué no se lo das un rato para que lo disfrute?”

Fabio sonrió y no se hizo esperar. Todavía comiendo una rebanada de pizza, se acercó a Mauricio, tomó su verga con una mano y empezó a pasearla por su rostro. Mauricio trato de mover la cabeza pero no pudo evitar mancharse con el precum del moreno. Aspiró. Dado que antes había estado cogiendo a Álex, tenía un aroma fuerte, un aroma a macho. Ya bien erecta, Fabio obligó a Mauricio a abrir la boca y a tragarse el champiñón marrón que le ofrecía. Los otros continuaron comiendo y masturbándose mientras contemplaban la escena. Fabio movía rítmicamente la cadera.  Álex volteó a ver el culo del muchacho. Mauricio tenía unas nalgas de tamaño decente pero muy firmes. Su culo, depilado y desflorado, se abría y cerraba deliciosamente con el vaivén de la mamada.

“¿Te gusta, verdad?” dijo Raúl. “¿Por qué no te lo tiras?”

“¿En serio puedo?” preguntó Álex. Por ser el más nuevo en el grupo, las ocasiones en que lo dejaban penetrar todavía no eran muchas. En los meses que había pasado con sus amigos se había convertido en un viciosillo del sexo anal y no dejaba pasar oportunidad para disfrutar un buen falo en el culo pero aún así todavía anhelaba ser activo.

“Claro, te lo mereces” replicó Takeo sonriendo “Sólo asegúrate de ser amable con nuestro huésped y darle un buen recuerdo de su visita”.

Álex se apresuró a colocarse detrás de Mauricio. Introdujo su verga en el dilatado culo, haciéndole exhalar un bufido. No se prolongó mucho. La larga inactividad sexual no le daba lugar a ser paciente. Agarró a Mauricio por las caderas y empezó a cabalgarlo rápidamente. Al cabo de unos minutos, anunció que se venía arrojando un fuerte alarido. Se vació dentro de Mauricio, impregnándolo con semen juvenil y fresco. Al retirar la verga, una porción del semen le quedó colgando de la punta. Al verlo, Raúl se apresuró a tomar la última rebanada de pizza y colocándola debajo, recibió los restos de la abundante eyaculación de Álex.

Por su parte, Fabio también estaba a punto de venirse. A una indicación de Raúl, Fabio sacó su verga de la boca de Mauricio y se vino directamente sobre la pizza, cubriéndola con su secreción lechosa. Raúl empezó a masturbarse y Takeo lo imitó, sabiendo a donde iba el juego.  Ambos eyacularon casi al mismo tiempo. El japonés depositó una sola carga, que cayó fluidamente sobre la pizza, ya repleta de semen, mientras que Raúl fue más explosivo. Aunque trató de venirse sobre la pizza, su semen salió algo disparado, directamente contra la cara de Mauricio, de donde goteo a borbotones. Lo siguiente fue obvio: Tomaron a Mauricio y le obligaron a comerse la rebanada de pizza con la leche de todos ellos.

Tras esto, el grupo decidió terminar la fiesta. Álex y Fabio desaparecieron de escena y mientras Takeo aplicaba a Mauricio una inyección que lo puso a dormir, Raúl se acercó a la cámara y dijo:

“Hola, chico. Espero que te haya gustado nuestra fiesta. No trates de denunciarnos o las escenas más morbosas de tu culo siendo penetrado saldrán a la luz en la ciudad y en todo internet. Ahora que si quieres repetir, ya sabes donde encontrarnos".


El video terminaba ahí.

De forma que así había sido. Luego de violarlo y usarlo, simplemente le habían colocado la ropa nuevamente y lo habían trasladado a un parque cercano, dejándolo como un juguete usado. ¿Cómo se atrevían? ¿Cómo habían podido abusar de él y luego abandonarlo sin más?, pensó Mauricio. Sin embargo, una sensación de humedad lo sacó de sus reflexiones. Se miró y halló su entrepierna completamente mojada de precum que le había salido sin querer mientras veía el video. Era un líquido transparente y viscoso. Mauricio tomó un poco entre los dedos y lo miró. Lenta, muy lentamente, lo acercó a su rostro. Lo olfateo. Luego, en un súbito movimiento, se metió los dedos a la boca y lamió su propia secreción. Era mitad dulce mitad salado. ¿Porqué lo había hecho? No estaba seguro. Ya no estaba seguro de nada… Meditó en la advertencia de Raúl. Definitivamente no podía denunciarlos, no podía hacer nada más que pretender que nada había pasado o se convertiría en objeto de burla de sus amigos y compañeros y pondría en ridículo a su familia. ¿Comer una pizza llena de semen? Entrecerró los ojos, tratando de recordar el sabor. Si, era un sabor salado, algo amargo… quizá… tampoco estaba seguro.

Se vistió y se preparó para ir a clases. Afortunadamente ese día sólo tenía un par de clases la universidad. Tendría que ir a su trabajo en la pizzería en la tarde. Repartiría lo que hubiera que repartir (a la dirección correcta) y procuraría olvidar todo ese episodio…

Si les gustó esta historia, manden sus comentarios a la direcciónrauttha@hotmail.com(pongan como asunto “Relatos” o algo así pero por favor, no lo dejen sin asunto o será eliminado automáticamente). Les recomiendo lean mi relato anterior "El hospital" para poder conocer más sobre Álex y sus amigos.