El repartidor a domicilio III

Vuelvo a quedar con Héctor, el repartidor, para una noche de sexo de versátiles. El chico me espera con una sorpresa para un sexo desenfrenado.

Habían pasado unos cuantos días des de la última vez que follé con Héctor; el repartidor. No sé muy bien el porqué pero no quería ser yo el que propusiera quedar otra vez. Los días pasaban y ya perdía la esperanza de recibir algún mensaje suyo. El debate era si escribirle yo o asumir que no volvería a quedar con ese chico. Lo primero se me estaba haciendo difícil pero lo segundo era quizás peor. Me entendía muy bien en la cama con él, era guapo, alto, joven y tenía una polla que estaba bien. Por suerte, terminó abriéndome él:

H: Hey, qué pasa tio? Te has olvidado ya de mi?

Y: Que va, no lo olvido hahaha. Qué tal tú?

H: Muy bien. He estado currando mucho y no te he podido hablar antes.

Y: No pasa nada tio.

H: Te molaría quedar otra vez?

Y: Claro,  ya la tengo dura solo con pensarlo hahahaha.

H: Guaay, pues tengo un regalo que quiero estrenar contigo.

Y: Qué es?

H: Si lo quieres saber, ven este viernes por la noche a mi casa.

Y: Vale, pero no me lo vas a decir?

H: No, es mejor verlo en persona.

Por mucho que insistiera no me quiso decir nada; ni siquiera darme una pista. Al final llegó el viernes y puede descubrir el regalo.

Llegue justo a la hora acordada y Héctor abrió la puerta en seguida. Me recibió con un pantalón corto de fútbol como vestimenta. Estaba guapísimo con esa barbita de pocos días. Ni un pelo en el pecho pero con unos cuantos por el obligo que guiaban el camino hacia su paquete.

Y: Joder tio, vaya recibimiento.

H: Así hay que quitarse menos ropa hahaha.

Me lancé a comerle la boca en la entrada. Cerró la puerta mientras nos comíamos la boca y empezaba a tocarle ese cuerpo. Pasé a comerle el cuello y soltó los primero gemidos de la noche mientras luchaba por quitarme el cinturón. Después de conseguirlo me bajó los pantalones. “Que bien te queda” me dijo, refiriéndose al suspensorio rojo que ya conocía de la otra vez. Me sobaba el culo mientras nuestras lenguas seguían jugando entre ellas. Sus besos eran muy buenos y estuvimos un buen rato. Al final nos separamos y me invitó a pasar. Mientras andábamos hacía el sofá puede ver que no llevaba nada debajo del pantalón. Su erección ya era completa y hasta había dejado algo de precum en esos pantalones azules. Se sentó en el sofá pero yo preferí quedarme de pie.

H: Que cuerpazo tienes.

Y: Te gusta mi camiseta? (me había puesto una camiseta ajustada que marcaba mis pectorales y mi bíceps).

H: Se te marca todo. Me encanta! Y combina bien con tu ropa interior hahahaha

Y: Gracias, pero y el regalo?

H: Quítate la camiseta y te lo enseño.

Obedecí y me quedé solo con el suspensorio puesto. Me había depilado el día anterior así que mi pecho y mis abdominales no tenían ni un pelo. Héctor sonrió mientras me miraba y se levantó. Salió del salón para volver con una bolsa de tela. Cuando me la dio, no sabía muy bien qué esperar. Dentro había un paquete de un SexShop. Abrí la caja y apareció un dildo. Era uno de esos realistas, con forma de pene y de 20cm según decía el fabricante. Me quedé bastante sorprendido imaginándome eso en el culo.

H: Lo quieres probar?

Y: Pffff… me molaría mucho.

Se me acercó y me besó. Nos fundimos en unos besos largos durante minutos. Bajé mi mano hacia su paquete y me gustó notarlo ya húmedo de precum. Estaba a tope el chico. Bajé por su cuerpo sin dejarle de besar su torso antes de quitarle los pantalones. Su pene salió directo a mi cara, golpeándome suavemente. 15cm me esperaban. Contemplé ese pene circuncidado tan bonito que tenía, perfectamente depilado y con todas esas venas resaltando el grosor de su polla, antes de llevármelo a la boca. Le di algunos besos a la punta y empecé a lamerle todo el pene para saborear ese precum. Héctor gemía hasta que me cogió del cuello y me obligó a tragármela. Él guiaba la mamada con habilidad y yo solo tenía que abrir la boca hasta que su punta golpeaba mi cuello. Le gustaba meterla toda entera y pude aguantar un rato. Me liberé de su mano para comerle el pene con libertad y eso no le disgustó. Lo intercambiaba con ratos de masturbación y comerle los huevos, mientras él estaba tumbado en el sofá con varias caras de placer. Seguí así un rato hasta que se incorporó y me levantó del suelo. Cogió el dildo y un bote de lubricante antes de tumbarse bocarriba en el sofá. “Ponte encima para un 69” me dijo. Ya intuía lo que quería y me molaba la idea. Me puse encima de él y seguí disfrutando de su polla. Antes del dildo me comió el culo un rato hasta llenármelo de saliva. Me cogía de las cintas del suspensorio mientras me metía los primeros dedos. Primero me metió el pulgar para después meterme un par de dedos. Me daba mucho placer y me hacía temblar todo el cuerpo con esos juegos. A penas podía seguir con la mamada cuando entraban y salían sus dedos de mi culo. Al final los sacó y untó de lubricante el dildo. Mi culo se abría y cerraba con expectación ante ese juguete. Metió solo la punta y poco a poco iba empujando para meterlo en mi interior. Con todo el lubricante que había puesto y lo bien que me había dilatado el culo, no costó. Cuando me acostumbré a las entradas y salidas, puede seguir con la mamada que le estaba dando. Era un 69 distinto a lo que había hecho antes, pero me daba mucho morbo y placer. Por los gemidos y comentarios de Héctor, disfrutaba mucho, no solo con mi mamada, sino también de ver como ese juguete entraba y salía de mi culo. Solo cuando lo metía hasta el fondo me hacía gritar un poco.

Después de un rato con el 69, cambiamos de postura. Me tumbé bocarriba en el sofá y levanté las piernas. Le ofrecí mi culo y no tardó en clavarme ese dildo. Me lo metía con ganas y rapidez mientras me besaba. Abandonó mis labios para liberar mi pene de mi suspensorio húmedo. Me lo bajó un poco para que mis 19cm estuvieran libres y empezó a  mamármela. Era mucho placer y temía por correrme así que le dije que parara. Me subió el suspensorio otra vez y se echó para atrás. Dejó el dildo en mi culo mientras se echaba lubricante en su pene. Quitó el juguete de mi interior y lo intercambió por su pene. La tenía más pequeña que el dildo por lo que no llegaba tan al fondo, pero al ser su polla más gruesa me abría el culo mucho más. Yo solo podía gemir ante esas embestidas. Con bastante habilidad el chico sacaba su pene de mi interior para meterme el dildo, y los volvía a intercambiar al poco rato. Era como si dos pollas se turnaran para petarme el culo. Saqué un poco mi pene del suspensorio para masturbarme y poder soportar mejor la follada. Al final, dejó el juguete en mi culo y me quitó la prenda por completo para que pudiera masturbarme bien. “Me correré pronto si sigues así” le solté en medio de esas embestidas.

Paró en seco después de mi comentario y sacó la polla de mi culo. Se echó un poco de lubricante en la mano. Me masturbó un poco con ese líquido antes de echarse un poco en el culo. Con el dildo en mi culo, se sentó en mi polla de un solo golpe. Gritó al metérsela entera y pude comprobar que la situación era tanto o más morbosa para él que para mí. El chico me cabalgaba con fuerza mientras mi culo era follado por ese dildo. Era demasiado placer; como hacer un trio. “Me voy a correr” le dije. “Acaba dentro” soltó aumentando el ritmo de sus cabalgadas. Temblé de placer mientras mi polla le llenaba el culo de semen. Se sentó por completo en mi pene para recibir mi lefa y contemplar mi orgasmo. Después de quedarse inmóvil durante un rato, sacó el juguete de mi culo y se puso de pie. Con ese movimiento, algunas gotas de mi semen cayeron de su culo al suelo. “Quiero que me hagas correr” me dijo dándome el dildo. Se tumbó al sofá bocarriba y se abrió de piernas mientras se masturbaba. Podía ver su culo abierto con mi lefa en la entrada. Esa imagen de Héctor en ese sofá  la quería guardar durante mucho tiempo. Después de contemplarlo como una obra de arte, le metí el dilo en su interior. Entró muy fácil con todo el lubricante y semen que tenía dentro. Al cabo de poco tiempo, mientras yo jugaba con su ano empezó a gemir y a decir que se corría. Me incliné hacía delante y abría la boca para recibir su lefa. Me atraganté con sus 7 trallazos, que estaban calientes y con una lefa muy espesa.  Me cayó por su abdomen pero la mayoría la puede aguantar en mi boca, antes de tragármela y poder degustar su semen. Héctor recogió lo que había caído por su cuerpo con sus dedos y se los llevó a la boca para probarlo. La situación era morbosa y me acerqué a sus labios para fundirnos en un beso con sabor a su lefa. Me tumbé encima de él mientras nos besábamos y su culo expulsaba el dildo lentamente.

Estuvimos un rato tumbados, intercambiando besos, antes de levantarme e ir al baño a limpiarme un poco. Nos despedimos con más besos después de vestirme para salir de su casa.