El repartidor a domicilio II

Vuelvo a quedar con el repartidor para jugar con nuestros suspensorios. De activo y de pasivo para una noche llena de pasión y de lefa.

Después de la follada con el repartidor, me quedé saciado de sexo. Pero a los pocos días ya tenía ganas otra vez. Ver el suspensorio que me había comprado y había estrenado ese mismo día con el chico, era un recordatorio del gran polvo que fue. Con ganas de follar, abrí una app para quedar con chicos pero solo conseguí calentarme más. No encontraba a nadie ideal, así que como me había dado el número de teléfono, decidí abrir al repartidor. Héctor, así se llamaba, no me contestó hasta al cabo de unas cuantas horas. La conversación fue bastante subida de tono ya que él tenía ganas de volver a quedar también. Sin que se algara mucho me invitó a su casa después del trabajo al día siguiente.

Obviamente me puse mi suspensorio y llegué muy puntual a su casa. Llamé al timbre y no respondió nadie. Dejé pasar unos minutos antes de volver a llamar, consiguiendo la misma respuesta anterior. Me decidí por llamarle al móvil y no me contestó tampoco. Me estaba preocupando un poco cuando apareció Héctor con el uniforme y la bici.

H: Perdona tio, se me ha hecho un poco tarde en el curro.

Y: No pasa nada, acabo de llegar.

El chico bajó de la bici y me invitó a pasar. Dejó el casco al entrar y pude ver que estaba sudado. Se había afeitado y tenía un aspecto muy juvenil, casi adolescente. Con su peinado rapado de los lados y afeitado, podría parecer un adolescente de instituto. Después de ver lo bueno que estaba se lo dije:

Y: Estás muy guapo

H: Gracias hahaha, tú también. Estoy un poco sudado del trabajo, me esperas mientras me ducho?

Y: Bueno, y si hacemos algo mejor? Y no te duchas por ejemplo? Me mola que estés sudado

Me miró con una sonrisa de pillo y se me abalanzó a comerme la boca. Besaba muy bien, con muchas ganas y deseo. Jugábamos con nuestros labios y nuestras lenguas mientras gemíamos y nos tocábamos todo el cuerpo. Nos fuimos quitando la ropa poco a poco sin dejar de besarnos. Me llevó al sofá y me dejo solo con el suspensorio. “Te queda genial” me soltó antes de quitarse los pantalones y quedarse con su ropa interior. Se había puesto un suspensorio blanco con unas letras negras. “Pfffff….” Fue mi respuesta sonora al verlo con esa ropa. Nos fundimos en más besos mientras con las manos nos sobábamos el culo. No había probado su culo la vez anterior y tenía ganas. Le di la vuelta y lo tumbé al sofá. Me lancé a por su ano con ansiedad. Le quería meter toda mi lengua en su interior pero era imposible. Le masajeaba las nalgas con mis manos mientras recorría su ano con mi lengua. Me gustaba darle besos en la entrada de su culo y escupirle. Era un placer ese culito moreno sin ningún pelo. Estaba muy limpio pero sudado. El sabor de su sudor solo me ponía más. A juzgar por sus gemidos le estaba gustando el beso negro que le daba.

Fui bajando por su culo hasta dar la vuelta y llegar a la parte delantera del suspensorio. Lo volteé y liberé su polla. Esos 15cm, podían parecer poco, pero era muy gruesa y bonita. Estaba circuncidado y ya tenía algunos pelos en la base del pelo que le deban un toque precioso. Antes de llevarme esa polla a la boca, olí sus genitales. Ese olor a sudado era una maravilla y su sabor fue aun mejor. Era agrio pero adictivo. Nada pudo evitar que le diera una buena mamada durante un rato largo. Le dejé la polla y los huevos llenos de saliva después de tragarme todo su rabo. Héctor no dejaba de gemir y la verdad es que yo también lo disfruté muchísimo. Estaba muy cachondo y aprovechando que su pene estaba tan empapado de saliva, no dudé en el siguiente paso. Como me tomaba algún medicamento profiláctico, me atreví a sentarme en esa polla a pelo. Estaba tan húmeda que entró a la primera de un golpe. Héctor estaba sorprendido con mi decisión pero no me paró. Al sentarme y notar todo su pene dentro de mi culo, solté un gemido y me relajé al instante. Eso dio paso a unos minutos de pasión descontrolada en los que yo botaba en su pene. Me encanta cabalgar y la verdad es que se me da muy bien, así que Héctor no tenía que hacer nada. Mi culo tragaba su pene con facilidad mientras él me daba algún azote y acariciaba mis abdominales.

A pesar de estar disfrutando quería probar su culo, así que después de sentarme en su polla, me levanté y me quité el suspensorio para poder escupirme en mi polla de 19cm totalmente erecta. Él lo entendió, se puso bien el suspensorio y se puso a 4 patas al sofá. Antes de girarse para ofrecer su culo me dijo que fuera con cuidado que hacía meses que no hacía de pasivo. “La vas a querer toda entera” le dije yo. “Dámela a pelo” fue su último deseo antes de poner mi polla en su culo. La apoyé y jugué con su entrada ya un poco dilatada. Después de un par de escupitajos más, empecé a metérsela. Había un poco de resistencia y Héctor gemía de dolor con cada centímetro que le metía. La tuve que sacar un par o tres de veces para poner más saliva antes de poder metérsela toda. Cuando mis huevos  tocaron su culo, él gimió y gritó que la quitara. Retiré un poco mi pene pero se la metí de golpe otra vez mientras le daba un azote. “Te voy a follar bien” fue mi comentario mientras él gritaba. Dejé mi pollón clavado en su culo que se iba relajando para que yo pudiera empezar a sacarla y meterla. Empecé poco a poco para que no sufriera mucho y terminó siendo él quién me pidió que le diera más duro. Me gusta esperar a que me pidan que les dé caña para poder petarles el culo bien. Esa ocasión no fue una excepción y le destrocé el culo con mis 19cm. Los dos gemíamos con las entradas y salidas de mi polla. Podía ver como su culo se abría al sacar mi pene, antes de volver a entrar en su interior de un solo golpe. Le daba algún azote y terminé subiendo mis pies al sofá para follármelo más vertical. Héctor iba cediendo y termino tumbado por completo en el sofá. En esa posición, estaba totalmente a mi merced y lo aproveché para darle aun más duro. Estaba desatado y él me pidió que no parara hasta correrme. Aumenté más el ritmo y mi polla no necesito mucho más para empezar a soltar semen. Me voy a correr le dije, a lo que respondió: “todo tuyo, préñame”. Grité al llegar al orgasmo y mi polla reaccionó soltando 6 trallazos de lefa en su interior. Me quedé agotado tumbado encima suyo aun con mi pene en su culo. Se liberó de mí para darme un beso mientras su culo soltaba alguna gota de mi semen. Me quedé bocarriba y Héctor se me puso encima. Mi polla aun estaba morcillona y él quería volver a metérsela dentro. Consiguió a duras penas meterla un poco mientras él se masturbaba a un palmo de mi cara. Le tocaba su culo y su cuerpo, y no tardó en correrse. Sin avisarme, noté como temblaba su cuerpo, antes de ver como brollaba semen de su culo. Fue excitante cerrar los ojos y notar su líquido caliente en mi cara. Me llenó la cara y el pelo de lefa antes de besarme con delicadeza. Nos quedamos un rato los dos pegados, sudados y llenos de semen por dentro y por fuera del cuerpo.

Me invitó a ducharme antes de irme pero preferí lavarme un poco la cara y ya está. Después de un último beso me fui para mi casa con la ilusión de volverlo a ver.