El renacimiento de Julia. Capítulo 6.
Las prácticas. Comienza la carrera profesional de Julia con un grupo de clientes árabes. Contiene voyeurismo, sexo anal, sexo en grupo, creampie.
Las prácticas
Cuando Susana me dijo que Samuel y David podían ser muy exigentes no lo había dicho en balde. Cuando te follaban, te usaban como si fueras una bestia a su servicio y sacaban de ti todo lo que tenias dentro. Pero me hacían gozar como nunca lo había hecho y yo estaba dispuesta a entregar todo mi ser a esos maravillosos sementales, costara lo que costara.
Cuando llegue a casa estaba molida y las piernas las sentía como de mantequilla. Pero no tenía mucho tiempo antes de que volvieran a casa mi hija y mi marido, así que sin perder tiempo me cambié y me puse a preparar la cena.
Cuando llegaron a casa, con poca diferencia de tiempo, yo ya tenía la cena preparada y mientras se cambiaban puse la mesa y cenamos en familia. Les conté a los dos que me habían ofrecido un trabajo en una inmobiliaria de lujo y que como tenía mucho tiempo libre había decidido aceptar. Mi marido se sorprendió bastante y me hizo algunas preguntas que conteste lo mejor que pude, pero mi hija no pareció sorprenderse mucho y se limitó a felicitarme y darme dos besos. Me sorprendió su comportamiento pero lo achaqué a la mejoría general que había sufrido su actitud últimamente.
Los siguientes días me dedique a cumplimentar las tareas iniciales que me había comentado David. Me hice unos análisis de venéreas y acudí a una sesión de fotos en la que me hicieron toda clase de fotografías. Me fotografiaron vestida y desnuda, de frente y de espalda. Me hicieron primeros planos de pechos, culo y vulva. Me vistieron con lencería sexy, con prendas de cuero, con prendas de látex, con un arnés de cuero y cadenas, en fin, no dejaron nada en el tintero.
También me llevaron de compras. Nunca me había probado tantas cosas. Me compraron un montón de ropa, toda muy sexy y también lencería y zapatos. No olvidaron tampoco los cosméticos y alguna joya. Era mejor que la Navidad.
Por último me llevaron a un centro de belleza en el que me sometieron a un tratamiento completo, incluyendo la depilación láser en todo el cuerpo. Yo ya me había depilado anteriormente con láser, pero había dejado algo de pelo en la zona del pubis, que me recortaba con esmero. Pero Samuel, que era quien me acompañaba a todos los sitios, dijo que la depilación debia ser completa, así que ya tenía otra cosa que explicar a mi marido.
A todo esto, había pasado la semana y el viernes por la mañana Samuel me dijo que había surgido una buena oportunidad para hacer unas "prácticas". Susana estaba contratada para el fin de semana completo por un cliente habitual. Como era un cliente con el que tenían confianza le habían sugerido incluir en el lote a una chica nueva sin cargo alguno. Al cliente le había parecido muy bien así que habían cerrado el trato.
Era un hombre de negocios árabe que había cerrado un importante contrato y quería celebrarlo y al mismo tiempo agasajar a sus nuevos socios, también hombres de negocios de la zona del Golfo Pérsico. Debíamos presentarnos el sábado a las nueve de la mañana en casa del cliente y debíamos permanecer allí hasta el domingo a las nueve de la noche, es decir, un total de 36 horas.
— ¿Y qué le diré a mi marido?
— Tienes que decirle que te vas a un seminario de formación de tu empresa en Ávila. Tu móvil nos lo quedaremos nosotros y le enviaremos unas fotos para que esté tranquilo. Tu procura darle una buena sesion de sexo esta noche.
— Vale, como mi hija se irá a pasar el fin de semana con sus amigas, no habrá ningún problema. ¿Qué equipaje tengo que llevar?
— Coge lo que necesitarias para un seminario de fin de semana. En realidad, acudirás al piso de David, allí te estará esperando Susana, te cambiaras de ropa y un coche os recogerá y os llevará a casa del cliente.
— Perfecto.
Por la noche, durante la cena les conté a mi marido y a mi hija que tenía que ir de viaje a Ávila por un seminario de formación de mi nueva empresa. A mi hija le pareció maravilloso y se alegró por mi. En cuanto a mi marido, note que se sentía un poco decepcionado en ese momento, pero cuando se fue mi hija a reunirse con sus amigas, le di argumentos para superar la decepción. Se puede decir que lo deje seco.
A la mañana siguiente, me ayudó a hacer la maleta y me llevó hasta el coche para despedirme. Me disponía a engañar a mi marido y a iniciar mi carrera de meretriz y encima me llevaba la maleta y me despedía con un beso. Y aun dicen que el crimen no paga.
Cuando llegue al piso de David, dejé el coche en el parking del sótano y subí con mi maleta. Susana ya estaba esperándome y me dio una ropa para que me cambiara. El conjunto estaba formado por una minifalda, una blusa y unos tacones de vértigo. Me dijo que me lo pusiera sin ropa interior. Ella estaba vestida del mismo modo. Completamos el look con unos pendientes de aro y un colgante sencillo que reposaba al inicio del canalillo. Un toque de perfume y estábamos listas para salir.
— Estamos preciosas. Coge el móvil, no necesitamos nada más. Así que, vámonos — dijo Susana.
Bajamos al parking donde nos recogio un lujoso sedan negro. Nos acomodamos las dos detrás y yo miré hacia el conductor pensando que sería Samuel o quizás David, pero un hombre desconocido. Dándose cuenta, Susana me lo presentó.
— Te presento a Juan, es nuestro conductor y nuestro ángel de la guarda. Juan, esta es Julia.
— Mucho gusto, Juan.
— Encantado de conocerte Julia.
Juan subió una mampara de seguridad para que tuviéramos privacidad y pudiéramos charlar tranquilas.
— ¿Conoces al cliente? — pregunté.
— Si, lo conozco desde hace tiempo. Es un cliente fijo. Ya he participado en sus fiestecitas antes.
—¿Cómo va a ser esto?
— Pues por un lado va a ser fácil pero por otro va a haber que trabajar duro. No vamos a parar de chupar y follar. Serán bastantes hombres, cinco o seis y normalmente vienen con ganas y seguramente se ayudan con algo de química. Pero yo suelo disfrutarlo bastante.
— Entonces, ¿te ibas a ocupar tú sola de cinco hombres o más?
—Si, ya lo he hecho antes. Además, aunque seamos dos, seguro que ellos nos usarán a turnos, no a la vez. Ya sabes, todos para una.
— Entiendo.
—Por cierto, debemos dirigirnos a ellos como "mi señor" y no les mires a los ojos directamente a menos que te lo ordenen. Procura mantener la mirada baja.
— Ok, lo recordaré.
En ese momento llegamos a casa del cliente. Paramos ante una verja metálica y cuando se abrió, entramos al parque que rodeaba la casa. Era un chalet de diseño moderno, con piscina y jardines alrededor. Se veía un grupo de jardineros trabajando y un hombre limpiando la piscina. Juan aparcó el coche en la parte de atrás y bajó a abrirnos las puertas y a acompañarnos a la puerta de atrás de la casa.
Nos abrió una joven, vestida con uniforme de doncella, que nos hizo pasar hasta el salón donde nos esperaba nuestro cliente en compañía de otros cinco hombres, todos vestidos a la usanza árabe. Estaban sentados en sofás alrededor de una mesa baja donde había un servicio de té. El cliente hizo las presentaciones, usando solo los nombres.
El dijo llamarse Waleed y era un hombre de unos 50 años, alto, delgado y bien parecido. En cuanto a sus socios, el mayor debía tener al menos 60 años, era de estatura media y lucía una prominente barriga. Lo presentó como Talal y lo trataba con evidente respeto. En cuanto al resto, tres de ellos rondaban los 40 y se llamaban Khaled, Mohamed y Abdullah. Por último, el más joven debía tener solo unos 20 años y se llamaba Salman.
Entre ellos hablaban en árabe pero todos hablaban bien en inglés y tenían nociones de castellano. Waleed hablaba muy bien en castellano, con un acento árabe muy musical y seductor. Nos dijo que estaban hablando de negocios y que fuéramos a la piscina a nadar y tomar un poco el sol.
Se podía acceder a la piscina directamente desde el salón, atravesando unas puertas de cristal. Yo iba a preguntarle a Susana que íbamos a hacer ya que no habíamos traído bikini, pero me mordí la lengua a tiempo. Con total tranquilidad, Susana se acercó a una mesa auxiliar que estaba junto a las tumbonas y sin tener en cuenta al grupo de jardineros que estaban trabajando por los alrededores, se quitó los zapatos, la falda y la blusa quedando tal y como vino al mundo. Eso sí, más crecidita y muy, muy desarrollada.
Desnuda era un espectáculo magnífico, una maravilla de la naturaleza. Producía el mismo efecto que un hermoso paisaje, o un gran felino en movimiento. A su lado te sentías como un ser insignificante y parecía como si el mundo entero girara alrededor de ella. Desde luego los jardineros habían dejado de trabajar y no podían apartar los ojos del espléndido espectáculo que se les ofrecía. Llegué a pensar que se iban a lanzar sobre ella pero el capataz se rehizo de la sorpresa y les llamó la atención para que siguieran con su trabajo.
Yo la imité y me desnudé a mi vez y debo decir que también recibía las miraditas de los jardineros, que seguían con su labor pero no dejaban de lanzar miradas en nuestra dirección. Era bastante excitante el estar desnuda y expuesta al escrutinio de todos esos hombres. Era una situación que apenas una semana antes no hubiera creído posible pero que ahora me resultaba incluso agradable.
Susana se dirigió a un baúl que estaba junto a la pared y extrajo un bote de protector solar y dos toallas. Se dirigió hacia mí y me dijo:
— Vamos a dar un buen espectáculo. Túmbate boca arriba y pon las manos en la nuca.
Yo me tendí en la tumbona y adopte la postura que me había dicho. Parecía la maja desnuda de Goya. Susana se aplicó loción solar en las manos y sentándose a mi lado empezó a frotarmela por todo el cuerpo, haciendo especial hincapié en mis pechos, mi vientre y mi pubis. Los rostros de los jardineros eran un poema, algunos parecían al borde de sufrir un infarto. Susana me hizo dar la vuelta y me aplicó loción por la parte de atrás, especialmente en la espalda y en las nalgas.
Cuando terminó conmigo se tumbó a su vez y yo le devolví el favor frotando todo su cuerpo con la loción, por delante y por detrás. Cuando acabé estaba espléndida, con su belleza resaltada por el brillo de la loción sobre su piel.
— ¿Te apetece nadar o nos tumbamos a tomar el sol y hacemos posturitas? — me preguntó.
— La verdad es que no me apetece mucho nadar. Hagamos posturitas.
Nos tumbamos y nos dedicamos a ir cambiando de postura cada pocos minutos. Nos estirabamos sensualmente y adoptabamos poses sugerentes en honor a nuestros admiradores, que cada vez tenían más dificultades para seguir con su trabajo.
Al cabo de aproximadamente una hora, nosotras habíamos dejado ya de exhibirnos tan descaradamente y nuestros admiradores ya eran capaces de trabajar otra vez, dedicándonos solo algunas miraditas ocasionales. A todo se acostumbra uno.
— ¿Crees que los socios de Waleed son familia? — le pregunté a Susana.
— Casi seguro. Lo que no sabría decirte es que relación tienen entre ellos. Tienen familias muy numerosas, con varias esposas y muchos hijos. Podrían ser padre, hijos y nieto o podrían ser todos hermanos. A saber.
Acabábamos de hablar cuando aparecieron Khaled, Mohamed, Abdullah y Salman y se acercaron a nuestras tumbonas. Sin mediar palabra se despojaron de sus suriyah y sus kafiyyeh y quedaron con sus penes al viento. Eran hombres musculosos y bronceados y todos eran atractivos, pero destacaba sobre el resto el joven Salman que era un Adonis. Además, era el mejor dotado de los cuatro.
— Come on bitches, it's time to work. Suck our cocks till they're rock hard — dijo Abdullah.
Khaled y Salman se acercaron a mí mientras Mohamed y Abdullah se dirigían hacia Susana. Nosotras nos sentamos en las tumbonas y pusimos "manos a la obra". Yo con la mano derecha meneaba el miembro de Salman mientras con la izquierda sujetaba la de Khaled y le lamía el glande como una gatita. Susana había engullido la polla de Mohamed y acariciaba con su mano los testículos de Abdullah.
Yo engullí a mi vez la de Khaled e inicie un movimiento de succión que parecía gustarle mucho. No descuidaba a Salman y su miembro había crecido de tal modo que mi mano no lo rodeaba. Susana había cambiado de cliente y ahora se había incrustado el miembro de Abdullah hasta las amígdalas mientras acariciaba con su mano el pene de Mohamed.
Los jardineros habían dejado el trabajo y asistían silenciosos al espectáculo que estábamos dando. A mi me excitaba el sentirme observada por tantos hombres y me hacía poner más ardor en mi trabajo.
— It's enough. Let's start with Susana — dijo Abdullah, que parecía llevar la voz cantante.
Abdullah se tendió en la tumbona y le indicó a Susana que se empalara en su miembro. Susana subió a horcajadas sobre Khaled y se introdujo su polla en la vagina. Una vez la tuvo toda en su interior, se inclinó sobre el pecho de Khaled y ofreció su culo a Mohamed. Este apoyo su glande en su ano y presionó introduciendo su miembro con facilidad a través del flexible esfínter de Susana.
Khaled se acercó a Susana y está, incorporándose un poco, engulló su miembro y lo succionó con fuerza y profundidad. Era una imagen muy erótica el ver a la frágil Susana entre tres machos, cada uno de los cuales la duplicaba en tamaño. Pero Susana no tenía problemas en atenderlos a todos y yo admiraba su desenvoltura y su capacidad.
Salman me mantenía de rodillas y me hacía chuparle el pene y lamerle los testículos mientras aguardaba su turno con Susana. Mohamed seguía sodomizando a Susana con energía hasta que en un momento dado comenzó a gruñir y notamos cómo se vaciaba en el interior del recto. Extrajo su miembro del cuerpo de Susan y cedió el puesto a Khaled. Khaled penetró el culo de Susana y Salman reclamó las atenciones de su boca.
Mohamed se dejó caer en la otra tumbona y con un gesto me ordenó que me acercara y le limpiará la polla. Yo me situé entre sus piernas y empecé a lamer sus genitales. Su pene aún conservaba bastante de su rigidez anterior y puede saborear en él su semen y el culo de Susana. Ésto, en lugar de desagradarme, me excito al máximo, pues me sentía como una verdadera perra, obligada a realizar esa tarea humillante y además ante las miradas del equipo de jardineros que fingían seguir con su trabajo pero que no quitaban ojo al espectáculo que estábamos ofreciendo. Tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para contenerme y no llevar mi mano hasta mi clítoris. El pequeño traidor latía con fuerza y se asomaba, bien erguido, entre los pliegues de su capuchón.
Susana seguía penetrada por todos sus orificios y no entiendo cómo era capaz de mantener la concentración suficiente para realizar una felación impecable al enorme pene de Salman. Lo introducía completamente en su boca y lo extraía casi por completo para volver a introducirlo hasta el fondo, con un ritmo constante e imperturbable a las acometidas que recibía por parte de Khaled y de Abdullah.
Muy pronto, Khaled empezó a dar muestras de no poder aguantar más la tensión a la que sometia su pene el bien entrenado recto de Susana y comenzó a propinar violentos empellones mientras gemía de placer y se vaciaba en el interior de Susana.
Saliéndose de Susana, Khaled se acercó a mí y me hizo incorporar para que le hiciera el mismo servicio que le acababa de prestar a Mohamed. Yo obedecí sin rechistar y sentándome en la tumbona me lance a devorar los restos de semen que tenía en su miembro, lamiendo como una gatita golosa.
Salman, por su parte se dirigió hacia la parte posterior de la tumbona y dijo:
— Where one fits, two also fit.
Empuñando su miembro, que mostraba un enorme tamaño y una rigidez máxima, lo apoyó junto al de Abdullah y apretó hasta que el glande se abrió paso en la vagina de Susana, que tan solo emitió un pequeño gemido.
— What do you think, bitch? Can you handle two?
—Yes, my lord. This bitch is here to serve you.
Salman sonrió y presionó hasta que todo su miembro estuvo dentro de la vagina de Susana. Una vez estuvo bien ensartada, los dos hombres empezaron a moverse al unísono, saliendo y entrando los dos al mismo tiempo. Debían haberlo hecho muchas veces antes pues se movían de una forma muy acompasada, como un equipo. Abdullah tomo de la cabeza a Susana y la hizo mirarle frente a frente.
— Don't even think about cumming, bitch — dijo Abdullah.
— No, my lord. This bitch only thinks about the pleasure of her masters — contesto Susana.
Siguieron follandola un buen rato hasta que finalmente Salman dijo:
— Yeah, fucking incredible…
Y los dos se corrieron prácticamente a la vez entre gemidos y gruñidos de placer. Cuando se recuperaron un poco, Salman dijo:
— Don’t drop anything. It's all for your friend.
Salieron de ella y se dirigieron hacia mi. Al igual que habían hecho antes Mohamed y Khaled me obligaron a limpiar bien sus miembros y después me hicieron ir hasta Susana que permanecía a cuatro patas sobre la tumbona. me hicieron tumbar debajo de Susana con mi cara bajo su pubis. La incorporaron de manera que quedó de rodillas sobre mi y Abdullah dijo:
— Take it all out.
Susana empezó a pujar y a dejar caer las cuatro cargas de semen que habían depositado en sus dos orificios. Yo tragaba el semen tan rápido como podía y tan solo podía pensar en todos los hombres que me miraban mientras me degradaba de aquella manera. Mi total sumisión hacia aquellos hombres me enloquecía de deseo y de pasión. Hubo un momento en que mi excitación era tanta que pensé que me iba a correr.
Cuando dejó de caer, la hicieron sentar sobre mi cara y tuve que usar mi lengua para sacar los últimos restos de sus dos orificios. Notaba que Susana estaba muy excitada pero no podía refrenar mi lengua y esperaba que ella tuviera más presencia de ánimo que yo y no se corriera, desobedeciendo las órdenes recibidas.