El renacimiento de Julia. Capítulo 3. La formación

Julia descubre nuevas experiencias sexuales. Este capítulo contiene enema, sexo anal, DP, DAP y dominación.

Cuando me levante el lunes, vi el mundo de color de rosa. Tenia un amante joven, atractivo, bien dotado con el que habia descubierto lo bueno que el sexo podia llegar a ser y ademas , gracias a el y a sus locas ideas, habia recuperado a mi marido.

El fin de semana no podía haber ido mejor. El objetivo de que Miguel penetrara mi culito se había alcanzado. Y no se había alcanzado una vez, sino varias. Se podria decir que ahora estaba bastante “abierta” al sexo anal. Pero además de eso, había recuperado la atención de mi marido. Él se había comportado como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Habia sido cariñoso, habia estado pendiente de mi y habiamos practicado mucho sexo.

La verdad es que yo no había alcanzado el orgasmo en todo el fin de semana, porque solo me había penetrado por el culo y eso no había sido suficiente para mi. Podía haberme acariciado el clítoris o haberle pedido a Miguel que lo hiciera, pero eso hubiera sido desobedecer a David y me producía una morbosa satisfacción el obedecerle en todo. Seguro que mi joven amante me lo compensaria en cuanto nos volvieramos a ver.

Incluso Claudia estuvo más agradable y habladora cuando llegó el domingo. Supongo que se contagió al ver el buen ambiente que reinaba en la casa entre Miguel y yo. Definitivamente, la infidelidad a mi marido en lugar de causarme problemas me estaba arreglando la vida

Había quedado con David a las 10 de la mañana para informarle de cómo había ido el fin de semana, así que me duché y me dispuse a vestirme. Se me ocurrió una idea, ¿y si me ponía el dilatador?. Él no había dicho nada pero sí que me había dicho que le gustaban las mujeres sexys y que supieran provocar. Decidí que me presentaría en su casa tal y como me fui de ella, con el culito taponado.

Me puse un conjunto de tanga y sujetador, medias con liguero, unos tacones vertiginosos, la falda más corta que tenía y una blusa que me venía un poco estrecha y que mis pechos parecían querer hacer estallar. Me desabroche tres botones, para que se viera bien mi canalillo y me admire en el espejo. Si, estaba vestida para matar.

A las diez en punto estaba entrando al apartamento de David, que me recibió con un beso apasionado.

--Estas preciosa -- dijo

--Gracias

--¿Has desayunado?

--No, no he tomado nada, bueno, un café.

--El desayuno es la comida más importante del día. Voy a preparar algo.

Se dirigió a la cocina y empezó a preparar algo para los dos.

--¿Estás libre todo el día? - preguntó.

--Sī. Miguel no volverá a casa hasta las 9 de la noche y Claudia más o menos también. Con estar para la cena es suficiente.

--Genial. ¿Como tienes el culo?

--Míralo tú mismo -- dije al tiempo que me levantaba la falda y agachaba el cuerpo mientras abría las piernas.

--Vaya, veo que vienes preparada y dispuesta.

Me alegro ver que había acertado al ponerme el dilatador y un escalofrío de satisfacción me recorrió el cuerpo. Me incorporé y me acerqué a él.

-Cuéntame  cómo fue el fin de semana.

-Pues la verdad es que estuvo genial. Follamos como conejos. Hacía mucho tiempo que no lo hacíamos tanto en un fin de semana, ni me acuerdo de cuando.

--¿Cuántas  veces…

--¿Me follo el culo? Cuatro.

--¿Estás dolorida?

--Un poco, pero estoy bien.

--¿Te gusto?¿Te  corriste?

--Hum, sí que me gusto, pero no me corri.

--Hoy te correras, te lo prometo, pero tendrás que pedirlo.

--Lo haré, lo haré.

Sirvió lo que había preparado sobre la barra de la cocina y lo tomamos sentados en un taburete. Cuando acabamos, preparo dos cafés y nos sentamos en un sofá del salón a tomarlo y seguir charlando.

--Es normal que tu primera o primeras veces no puedas correrte solo con la penetración  anal. El dolor, los nervios, las dudas, en fin, un poco todo. Hay mujeres que no lo consiguen nunca pero no hay motivo para ello. La buena predisposición es importante. Hoy antes de sodomizarte te voy a aplicar un enema y desde hoy antes de salir  de casa te aplicaras siempre uno. Así estarás siempre preparada y correctamente predispuesta.

--¿Todos los días?

--Si -- dijo tajante.

--Lo que tu digas.

--Así me gusta. Es una rutina  de higiene diaria, como lavarse los dientes. Y hablando de rutinas quiero que hagas diariamente una rutina de gimnasia y algo de ejercicio aeróbico. Te modelará un poco el cuerpo y perderás dos o tres kilitos. Te sentará bien.

--Me gusta hacer ejercicio -- conteste.

--Excelente. Vamos a por tu enema -- dijo mirando el reloj.

Me llevó al cuarto de baño y me hizo desnudar. Sacó una especie de jarra de la que salía un tubo de plástico que acababa en una cánula. No había que ser muy lista para entender cómo funcionaba aquello y donde había que insertar la cánula. Preparo todo y me dijo:

--Inclínate y apoya las manos en la bañera. Eso es, abre más las piernas, bien.

Tomando el extremo del dilatador lo extrajo con facilidad. Apenas noté ninguna tensión, ni siquiera cuando la parte más gruesa rebasó mi esfínter.

--Veo que Miguel se lo ha currado y que tu tienes un esfínter muy elástico. Te va a venir bien. ¿Preparada? Te voy a meter un litro de líquido y tendrás que retenerlo unos minutos para que haga bien su efecto. Cuando lo expulses te meteré un poco más de líquido para enjuagar los restos que puedan quedar. Después te lubricare bien. Hoy vas a tener que trabajar duro.

Todas esas cosas que me decía me estaban preocupando un poco pero reconozco que esa manera suya de tratarme, como si yo fuera algún tipo de animal sexual, me ponían a mil. Me hacía sentir deseada.

--Ahora te inserto la cánula, eso es, voy a abrir la llave de paso y enseguida notarás cómo fluye el líquido, no te preocupes, está tibio.

Noté como el líquido fluía y no me pareció desagradable, pero al rato comenzó a incomodarme la cantidad y empecé a notar tensión y pequeños calambres.

--Me duele un poco y me dan calambres.

--Es normal, es tu primera vez. Ya casi está. Ya. Voy a sacar la cánula. Aprieta ligeramente para que no se escape nada. Eso es, muy bien. Ya está.¿puedes retenerlo?

--Sí, creo que sí.

--Aguanta unos minutos.

De repente sonó una campanilla, tardé unos segundos en darme cuenta de que era el timbre de la puerta.

--Espera un poco, voy a abrir.

--¿Que? ¿Me vas a dejar así?

--Tranquila, aguanta un poco. No te muevas pase lo que pase.

Esto era surrealista. Me había metido un litro de líquido en las tripas y se había ido a abrir la puerta. ¡Como si tal cosa!. Ahora sí que estaba nerviosa y mis tripas habían cobrado vida propia. Notaba como el líquido se movía y los calambres se hacían más fuertes. Si esto se prolongaba mucho iba a sufrir un accidente que no había tenido en los últimos 38 años. Me estaba volviendo loca y estaba ya a punto de desobedecer y sentarme en la taza, cuando volvió a entrar. Pero no venía solo, detrás de él entró un hombre de unos cincuenta años seguido de una joven de unos veinticinco.

No era surrealista, me había quedado corta, esta situación era un sueño de Dalí después de haber bebido hasta caer redondo. Si no hubiera sido por el miedo que tenía a dejar escapar todo el contenido de mi vientre hubiera salido corriendo, pero estaba tan al límite que lo único que pude hacer es quedarme quieta, enrojecer como la grana y apartar la mirada. Aunque tengo que reconocer que mi clítoris latía como un pequeño corazón.

--Julia, te presento a mi padre, Samuel, y a mi madrastra, Susana. Esta es Julia.

La cosa se ponía peor por momentos. Estaba desnuda, con el vientre lleno de líquido que pugnaba por salir, en presencia de una pareja de desconocidos que para mayor humillación eran el padre y la madrastra de mi joven amante.

--Tenias razon, es una preciosidad. Encantado de conocerte, Julia -- dijo Samuel

Era como uno de esos sueños en los que vas desnuda por la calle y te mueres de vergüenza, pero en realidad nadie parece darse cuenta de que estás desnuda y todos te tratan tan normal.

--¿No dices nada? -- preguntó David.

--No seas malo -- dijo Samuel --. Parece que no puede más. Os dejamos solos para que puedas atenderla como se merece.

Y sin más, salieron del cuarto de baño. Yo estaba realmente a punto de explotar, los retortijones de dolor no me permitían ni hablar ni moverme. David se acercó a mí.

--Tranquila, tú puedes. Yo te ayudo a sentarte en la taza.

Con su ayuda llegue al W.C. y nada más sentarme, un torrente de agua tibia y restos fecales surgió de mi interior, acompañado de ventosidades. Hacía muchos años que yo no había evacuado delante de nadie y además de esa manera tan estruendosa. Me moría de vergüenza.En cuanto me sentí un poco mejor dije.

--¡Sal de aquí! Voy a vestirme y no me vas a volver en la vida -- grite.

--Perdona, no tendría que haber sido así, perdóname.

--¿Estás loco? ¿Cómo metes aquí dentro a tu padre y su esposa?

--Verás, es que ellos no han venido por casualidad. He sido yo el que los ha llamado.

La cosa era cada vez más incomprensible. ¿Él los había llamado?

--Veras, han venido para ayudarme con tu formación.

--¿Mi formación?

--Sí, claro. Aun tienes mucho que aprender sobre sexo y yo solo no puedo enseñartelo todo. Han venido para ayudarme y también para conocerte.

La cabeza me daba vueltas. David pretendia enseñarme el maravilloso mundo del sexo con la ayuda de su padre y su madrastra. A todo esto yo seguía sentada en la taza y mi clítoris volvía a latir, el muy traidor.

--A ver, para que yo lo tenga claro, ¿vais a follarme entre tu padre y tu?

--Si. Bueno, te vamos a follar entre los tres.

El pequeño traidor seguía latiendo y los pezones se me estaban endureciendo y no, no era por el frío.

--Hasta ahora no te ha ido mal. Has sido infiel a tu marido y tú misma reconoces que eso os ha vuelto a unir. Confia en mi. Te voy a hacer tocar el cielo -- dijo David.

Eso había que reconocerlo, las cosas habían ido muy bien. Hasta ahora David no me había decepcionado. ¡Que diablos!, no soy ninguna niña mojigata, tengo cuarenta años y tengo que aprovechar las oportunidades que me brinda la vida.

--Voy a confiar en ti. Antes me he asustado un poco y además me ha dado mucha vergüenza, pero estoy dispuesta a probar lo que me ofreces.

--Perfecto. Vamos a asearte y prepararte. Limpiate con papel, haz correr el agua y voy a meterte un poco mas de liquido para enjuagarte. No te preocupes, será poco y no tendrás que retenerlo. Entra en la bañera.

Una vez en la bañera, me hizo inclinarme y me volvió a introducir la cánula, abri la llave y dejó que una pequeña cantidad de líquido fluyera hacia mi interior. Saco la cánula y yo apreté para que el líquido no escapara. La verdad es que notaba mi esfínter un poco suelto, como relajado. Me hizo incorporarme y dar unos pasos por dentro de la bañera y cuando le pareció me dijo:

--Abre las piernas y dejalo salir. No tengas vergüenza.

--Vale.

Relaje mi esfínter y puje para expulsar el líquido que salio completamente limpio.

--Vuelve a inclinarte y te lubricare bien.

Tomó una especie de jeringa enorme de plástico, me insertó la boquilla en el ano y me introdujo una buena cantidad del gel que contenía. La verdad es que ahora me sentía bien y notaba una sensación suave y cálida en mi recto.

--Perfecto. Duchate y saldremos para que conozcas a mi familia.

Para que los conozca en sentido bíblico, pensé yo. Me duché y David me ayudó a secarme. Cuando iba a vestirme me dijo:

--No te vistas, no hace falta. Ponte solo las medias, el liguero y los tacones.

Vaya, tenía que salir desnuda a charlar con tres personas vestidas y además, dos de ellas desconocidas.

--Espera, te voy a poner esto -- dijo mientras lubricaba un tapon anal de goma color rojo, de un diametro mucho mayor que el dilatador que habia traido puesto.

--Es muy grande, no me va a caber.

--Si mujer, es de goma blanda y tiene la forma adecuada. Después lo agradecerás.

Me hizo inclinar y con un poco de esfuerzo por parte de los dos, lo inserto hasta el fondo.

--Vamos

Salimos al salón y estaban tomando un refresco sentados en el sofá. Ambos se levantaron para recibirnos. Él era un hombre alto y fuerte como su hijo, de hecho se parecían bastante. Tenía algunas canas que le daban ese encanto de los hombres maduros pero conservaba el pelo. Iba vestido muy elegante, con unos pantalones de vestir, camisa blanca y una americana de muy buen corte. Pero en realidad la que me causó más impresión fue ella.

Era la propia Afrodita hecha mujer, una verdadera diosa. Muy alta, al menos un metro ochenta, pero muy proporcionada, con unas piernas largas y torneadas. Tenía unos pechos grandes y plenos, una cintura muy estrecha, unas caderas amplias y un trasero redondo y respingón. Tenía los ojos verdes y el pelo castaño bastante corto. Llevaba un minivestido con estampado de leopardo muy, muy corto con manga larga y un escote en V que bajaba casi hasta su ombligo dejando ver su canalillo y un precioso sujetador negro. Completaba su atuendo con unos zapatos de tacón con plataforma y unos discretos pendientes y un colgante que reposaba en el centro del canalillo.

La envidia estaba a punto de devorarme. A su lado me sentía como una piltrafa. Además era insultantemente joven. Y encima yo estaba desnuda. Pero la verdad es que fueron encantadores. Me preguntaron muchas cosas sobre mi y sobre mi familia y contestaron con naturalidad cuando yo me interesé por su vida. Samuel me contó que trabajaba como una especie de consultor y que Susana era su ayudante.

--¿Y qué tal se porta David contigo?¿Te cuida bien? -- me pregunto Samuel.

--Si. No me quejo No me he aburrido.

--Me alegro. Cuando me llamó y me dijo que había conocido a una mujer maravillosa fui un poco escéptico porque el suele pecar de exceso de entusiasmo, pero ahora que te conozco debo decir que tenía toda la razón. Eres maravillosa y además muy bella.

--Muchas gracias.

--¿Has practicado alnuna vez sexo en grupo? -- preguntó como si tal cosa.

--No, no. -- dije enrojeciendo.

--Te va a encantar. Además, aunque estas roja como una amapola, veo que tu pepitilla quiere salir a tomar el fresco.

El pequeño traidor había vuelto a hacerlo. Se había puesto como una piedra y latía como loco.

--¿Y con una mujer?¿Lo has hecho alguna vez con otra mujer? -- volvió a preguntar.

--No, nunca -- conteste mientras mis pezones se unían a la fiesta de manera seguramente visible para todos.

--Susana es una mujer muy bella y muy apasionada. Además, pese a su juventud es muy experta, ya lo veras. Te va a volver loca.

--¿Vamos al dormitorio? --pregunto Samuel mirando a David.

--Si,vamos.

Nos trasladamos al dormitorio y Samuel tomó la iniciativa rápidamente. Le dijo a Susana que desnudara a David y me indico a mi que lo desnudara a el. Era muy excitante ver a Susana dirigirse sumisamente hacia David y empezar a desnudarlo con mucho cariño. Era muy morboso pensar que al fin y al cabo era su madrastra. Yo hice lo mismo que ella y sin rechistar empecé a desnudar a Samuel.

Estaba en muy buena forma. Tenia espaldas anchas, fuertes músculos, no tenía tripa ni michelines. Podía pasar por un hombre mucho más joven. Cuando le bajé el boxer vi que no tenía nada que envidiar a su hijo. Sonreí pensando en que ahora estaba viendo la “versión original”. A pesar de estar aún en reposo se veía que tenía un tamaño enorme y al igual que su hijo iba completamente depilado.

Susana había acabado de desnudar a David y rápidamente se quitó el minivestido, el sujetador y el tanga. Desnuda era aún más espectacular. Su piel no tenía ni una sola imperfección, iba completamente depilada y en el pubis tenía un pequeño tatuaje. También tenía un tatuaje etnico en los riñones. Llevaba dos aros dorados en los pezones, que eran gruesos a juego con sus grandes pechos y otro aro con una bolita en el clítoris. Era una diosa.

Susana se puso en cuclillas aprovechando los tacones y se puso a chupar la polla de David que ya estaba erecta. Yo la imité y empecé a atender a la de Samuel que estaba solo semierecta. Pronto respondió a mis atenciones y adquirio un tamaño, grosor y dureza mayores aun que los de su hijo. Eso no era un pene, era un ariete, capaz de derribar cualquier fortaleza. Y sospechaba que esa fortaleza iba a ser yo, o mejor dicho una parte de mi que ahora estaba ocupada. Ahora estaba verdaderamente preocupada, pues estaba segura de que ese coloso me iba a desgarrar.

Samuel me hizo levantar y tumbarme en la cama, con el culo en el borde. Me hizo abrir las piernas y con cuidado me extrajo el tapón. Podía notar el aire fresco en el interior de mi recto, pues mi ano había quedado completamente abierto y temí que a partir de entonces iba a necesitar pañales. Con tranquilidad, subió mis piernas apoyandolas en sus hombros, apuntó con su glande y apoyándolo en mi ya no tan pequeño agujero presiono y sobrepaso mi esfínter. Recibí una pequeña punzada de dolor. pero menos de lo que esperaba. El se quedo quieto esperando a que me acomodara a su tamaño. Yo había superado el temor y estaba deseando que me atravesara y se lo demostraba con pequeños movimientos de mis caderas. Él sonrió y avanzó dentro de mí , lento pero inflexible, hasta introducirme toda su herramienta.

Me sentía muy llena, mucho más que cuando me había sodomizado mi marido, pero curiosamente esta vez había sufrido menos dolor. Supongo que la sesión de enemas y el gran tapón habían obrado su magia en mi esfínter. Con mi esposo no había conseguido llegar al orgasmo pero David me había prometido que hoy lo iba a lograr.

Samuel empezó a moverse con ese vaivén lento que parecía ser la marca de la familia. Era mucha polla la que se frotaba en las paredes de mi recto y agradecí la buena lubricación que me había proporcionado David y la dilatación que había ocasionado el tapón. Empecé a notar algo que nunca había sentido, era parecido a la acumulacion de tension que sentia cuando empezaba a formarse en mi un orgasmo, pero diferente. Esto era más, más...repartido, no se explicarlo  mejor. Era otra sensación. Pero estaba ahí y era potente. Las sensaciones iban en aumento, mi respiración se agitaba y supe que si, que iba a llegar a un orgasmo en breves momentos.

--Samuel, por favor, ¿puedo correrme? -- dije con voz suplicante.

--No, espera un poco. David ven.

Y tras decir esto se salió de mi y bajando mis piernas de sus hombros me ayudó a levantarme. David se tumbó  en la cama y me dijo:

--Ven Julia. Siéntate encima de mi polla.

Obedecí sin preguntar y David guió su glande hasta la entrada de mi vagina y me hizo bajar sobre su polla para que me empalara yo misma. Una vez la tuve dentro, me atrajo hacia él, haciendo que me apoyara en su pecho y me susurro:

--Ahora tranquila, relajate.

Sabía lo que iba a pasar. Me iban a penetrar los dos a la vez. Iba a ser empalada por mis dos orificios y no por dos penes normalitos, no. Los que me iban a empalar eran dos monstruos de la naturaleza, que hace 72 horas no hubiera creído posible tomar ni siquiera de uno en uno. Samuel volvió a apoyar su glande en mi ano y apretó con decisión. Superó el esfínter, pero había poco espacio disponible en mi interior con el pene de David ocupando mi vagina por completo. De un modo u otro, el poderoso ariete de Samuel se fue abriendo paso en mi interior hasta que penetró por completo. Me sentía llena, muy llena y zorra, muy zorra. Yo había fantaseado alguna vez con una doble penetración pero esto era mucho más de lo que yo había imaginado.

Me dieron un minuto para que me adaptara a esta brutal invasión de mis entrañas y de repente empezaron a moverse de forma conjuntada. Se notaba que lo habían hecho antes,estaban perfectamente coordinados. Cuando uno entraba el otro salía. Yo sentía los dos penes separados por una fina pared entre mi vagina y mi ano.

Ahora si que me iba a correr. La tensión sexual se me hacía ya insoportable y las piernas me temblaban. De repente, cambiaron su táctica y empezaron a moverse los dos a la vez, es decir, los dos entraban al mismo tiempo y también salían  a la vez. Esto ponía mucha más tensión en mis cavidades.  Eran unos maestros en el arte de follar a una mujer hasta hacerla enloquecer.

--Os lo suplico,ahora si que no puedo más, dejad que me corra.

--Espera un poco, ahora viene lo más difícil y es mejor que estés muy caliente -- dijo David

¿Lo más difícil?¿No se referiría a…? No, no podía ser. David se salió de mi vagina y Samuel se quedó quieto como esperando. Y note como David guiaba su glande hasta apoyarlo en la parte inferior de mi dilatado ano. Definitivamente, querían hacerme una doble penetracion anal.  El miedo me hizo perder la serenidad y empecé a debatirme y a gritar:

--No, dejadme.¡ Me vais a desgarrar!

--Tranquila, tú puedes tomarnos a los dos, lo sé -- dijo Samuel -- .Además vas a gozar como nunca.

Sus palabras me tranquilizaron bastante. La verdad es que la cosa tenía mucho morbo. Me iban a penetrar el culo a la vez un padre y su hijo. Además, yo quería mi orgasmo y me lo habían prometido.

--Esta bien cabrones, reventadme si queréis pero dejad que me corra.

--Desde el momento en que te penetremos los dos tienes permiso para correrte  cuanto quieras

--Si,si. Folladme.

David empezó a presionar contra mi esfínter y contra la polla de su padre. Parecía imposible que lo consiguiera y yo sentía como si mi carne se desgarrara. El dolor que me producía la brutal distensión de mi ano era insoportable.

--Ahhhhhhhh! ¡Me estáis destrozando! . ¡Me  duele mucho!

--Tranquila, ya entra, todo va bien, pronto pasará -- me consoló David.

Notaba como su pene se abría paso junto al de su padre y el dolor que me producía su avance era lacerante, peor que el del parto de Claudia. Pude notar cada centímetro que me introdujo y eran muchos. Cuando por fin ya no pudo avanzar más dentro de mi se quedo quieto, dándome tiempo a que mi ano y mi recto se dilataran. Me sentí muy poderosa e inconscientemente miré hacia Susana de forma retadora, como diciendo, ves como a pesar de tu belleza y juventud los machos me atienden a mi. Ella me devolvió una mirada llena de empatía y me di cuenta de que ella había pasado antes por lo mismo.

Cuando empezaron a moverse fue como tener dentro de mí un molino de esos que trituran las piedras en las canteras. El dolor era terrible y me hacía contraerme con lo cual solo hacía que aumentar. Mi ano me enviaba ondas de un dolor pulsante que me hacían pensar que pronto iba a desgarrarse. Me sentía completamente dominada entre los dos poderosos cuerpos de mi amante y su padre.

--Ahhhhh! ¡Por Diossss! Me estáis triturando.

--Chisssss! Relájate pequeña -- me susurró Samuel en el oído.

Intenté relajarme y dejar de resistirme inútilmente y poco a poco fui sintiendo que mi ano dejaba de enviarme esas dolorosas pulsaciones, que fueron sustituidas por una sensación de calor que se extendía desde el esfínter hacia el interior de mi recto. Ellos también debieron notar que mis sensaciones estaban cambiando pues empezaron a moverse con más amplitud. Profundizaban más  y hacían como palanca entre ellos para ensancharme aun más. Me imaginaba que mi ano iba a acabar con el diámetro  de una Coca-Cola de 2 litros. Pero a pesar de estos pensamientos había empezado a disfrutar y el pequeño traidor, que había estado encogido en su caperuza de piel, estaba volviendo a ponerse firme y a sacar la cabeza.

--Sí, sí, folladme, seguid, si. ¡Mmmmmm!

Ellos seguían penetrandome, ajenos a mis palabras sin variar su ritmo. Yo notaba que en mi interior se estaba acumulando la energía y que pronto me llegaría el orgasmo liberador. Estaba a punto de abandonarme al placer, me habían dado permiso, pero pensé que les gustaría que pidiera permiso y reconozco que a mi me daba morbo pedirlo. Me hacía sentir muy entregada y me producía una misteriosa satisfacción.

--David, por favor, ¿me das permiso para correrme? -- pedí en tono sumiso.

--Tienes mi permiso -- contestó.

--Samuel, te lo suplico, ¿me autorizas tú también? -- suplique.

--Si, eres libre para correrte.

Me había sentido muy suya y las sensaciones se multiplicaban en mi interior. Y entonces me corrí, de una manera animal, de una manera insaciable, quería más y más placer.

--Dadme fuerte, más fuerte. ¡Siiiiiiiii! Destrozadmeee!

Una cadena sin fin de orgasmos me sacudía, mis piernas y mis brazos temblaban sin control y si mi cuerpo no lo hacía era porque estaba empotrado entre los dos colosos que me horadaban. Pero a diferencia de otras veces, no quería parar, no quería que esa catarata de sensaciones se detuviera. Quería apurarla hasta el final.

--Mmmmm! Seguid,seguid,sí,sí.

Estaba empezando a sentir que mi cuerpo se quedaba sin fuerzas y de repente sentí como mis partenaires se vaciaban dentro de mi, uno detrás del otro, inundandome de su caliente semen y entonces me desmaye.