El renacimiento de Julia. Capítulo 10.

Asuntos de familia. Por fin Julia descubre toda la verdad. Contiene dominación, sexo en grupo y filial.

Asuntos de familia

Cuando abrí los ojos estaba en la cama y el sol entraba por la ventana. Mi Amo estaba sentado junto a mi cama y me miraba con una mezcla de orgullo y preocupación.

— Tranquila, todo está bien.¿Cómo te encuentras? — preguntó.

— Me encuentro bien, muy cansada pero bastante bien.

— El médico te ha dado algo para el dolor. Se enfadó mucho cuando te vio, pero le calmamos y cuando te atendió dijo que no era nada grave. Tus constantes eran normales y solo estabas un poco deshidratada. En cuanto a tu piel, no hay daños graves, solo muchas zonas en carne viva. Te ha puesto una pomada por todo el cuerpo y ha cubierto algunas zonas con apósitos. Según dice, en quince días estarás recuperada.

— Quince días...Y mi familia, Amo,¿los han avisado?. Me esperaban anoche.

— No te preocupes, tu marido está en un avión rumbo a Estados Unidos. Está muy preocupado porque no ha podido avisarte. Y tu hija se va a ir unos días con una amiga. Todo está arreglado. Te llamó y como no lo cogiste te dejo un mensaje en el móvil. Cuando aterrice tu marido, te llamará y hablarás con él como si estuvieras en casa.

— ¿ Pero cómo es que se ha ido a América?

— Su empresa se lo ha pedido. Una crisis inesperada. Durará el tiempo que haga falta. Resulta que su empresa es propiedad de un holding controlado por Waleed.

— Entiendo.

Estaba intentando recordar lo sucedido ayer pero no conseguía juntar las piezas. En mi cabeza todo estaba en una niebla que no podía disipar.

— ¿Qué pasó ayer? ¿Cómo acabó todo?

— Pues no paso nada. Se cumplió el plazo y terminó el castigo sin que te rindieras. Venciste a la correa tal y como venciste a los cocodrilos. Jamás hubiera creído que un ser humano pudiera resistir ese castigo.

— Entonces,¿me azotaron durante 24 horas sin interrupción?

— Si, es increíble.

— ¿Cuantos azotes recibí?

— En las primeras horas recibiste muchísimos, pero conforme pasó el tiempo, mis hijos y Waleed se fueron cansando y el ritmo bajó mucho. Abdullah dijo que te había azotado en el clítoris 15 veces, 8 por delante y 7 desde atrás. Cómo solo le tocaba el clítoris una de cada 6 veces, eso quiere decir que hubo 80 turnos. Es decir, que recibiste aproximadamente 8000 azotes. Debe ser el récord Guiness.

— Ufffff! Ocho mil azotes! La lástima es que las últimas horas me las perdí. La próxima vez tiene que dejar que coma.

— ¿La próxima vez? Estas enferma.

— Si usted lo ordena recibiré 100.000.

— Pues habrá que buscar un equipo de verdugos porque mis hijos y Waleed están agotados. De hecho creo que están más cansados que tú.

— ¿Y Susana?

— Susana estuvo a tu lado todo el tiempo y no quería irse bajo ningún concepto. Tuvo que venir Samuel a llevársela y yo tuve que jurar que te cuidariamos bien. Es una buena amiga.

— Si, si que lo es. Mejor amiga que yo.

— Bien. Ahora tengo que dejarte.

— ¿Dejarme?

— Ya te dije que tengo que volver a mi país. Tendré que quedarme allí unas tres o cuatro semanas. Pero te prometo que volveré a buscarte y entonces decidiremos qué hacer. No te preocupes, después de tu demostración no nos vamos a alejar mucho el uno del otro. A menos que tú lo quieras, claro.

— Yo solo quiero estar con vos.

— Todo está arreglado. Waleed cuidara de ti hasta que te hayas recuperado. Una vez estés bien volverás a tu vida normal y  seguirás colaborando con Samuel. Muy pronto volveré a buscarte.

— Como vos dispongáis.

— Hasta pronto — se despidió —  Cuidate.

— Sí Amo. Hasta pronto.

Me quedé sola y me estire en la cama. Estaba feliz y satisfecha, sin ninguna preocupación. Había sufrido mucho pero también había descubierto placeres que no podía ni soñar hace un mes. Mi cuerpo estaba muy magullado, lleno de moretones y supongo que las zonas cubiertas estaban mucho peor, pero no sentía mucho dolor, supongo que por qué me habían inyectado algún analgésico.

Waleed cuido muy bien de mi durante los días que estuve en su casa. Era un hombre atractivo,  encantador y muy, muy rico. El médico vino todos los días a visitarme y a cuidar mis heridas. El primer día que levantó mis apósitos y pude ver mis pezones y mi clítoris quede impactada por el aspecto dantesco que ofrecían. Estaban completamente inflamados y de un color morado que se iba oscureciendo. Temía que nunca volverían a ser lo que fueron pero el médico me tranquilizó y me dijo que no estaban tan mal y que los daños no eran permanentes.

Me aplicó una pomada sobre todas las zonas dañadas y me preguntó que me había sucedido exactamente. Yo disfruté mucho explicándole con pelos y señales cómo había sufrido los daños en mi clítoris. Contarle cómo había sido azotada en el clítoris hasta el orgasmo mientras él lo frotaba suavemente con las yemas de su dedos me excitaba mucho y me di cuenta de que a él también, pues el bulto en su pantalón le delataba.

Los días se sucedieron  y mis heridas mejoraron con lentitud pero sin complicaciones. A los 15 días no tenía prácticamente ninguna señal en mi cuerpo de lo que había sucedido. Eso sí, mis pezones parecían un poco más grandes y estaban más sensibles y mi clítoris también.

Decidí que ya era hora de volver a casa y Waleed no puso inconveniente, así que me despedí de él y un coche me llevó a mi casa. Me alegré mucho de volver a casa y lo primero que hice fue llamar a Claudia. Ella se alegró mucho de que ya estuviera en casa y me dijo que  en un rato estaría de vuelta.

Yo aproveché para comprobar si mi coche lo habían traído del parking de David y en efecto estaba en mi garaje. Subí a mi dormitorio a ponerme cómoda y cuando llegó Claudia se lanzó a mis brazos y me abrazó como hacía años que no lo hacía. Se la veía muy contenta y lo único que me extrañó es que no me hizo ninguna pregunta. Yo tenía preparada una historia pero ella no mostró ningún atisbo de curiosidad así que yo no saqué el tema.

Decidimos salir a comer algo y después fuimos de compras. Yo descubrí que en la cuenta que me había hecho abrir Samuel había aparecido una enorme cantidad de dinero, procedente de una transferencia de un banco de Gibraltar. Suponía que era cosa de Waleed o quizá de mi Amo.

La vida realmente me sonreía. Hicimos un montón de compras, fuimos a un salón de belleza, después fuimos a cenar e incluso tomamos una copa en un local de moda. Lo pasamos muy bien.

Al día siguiente ella se fue a la universidad y yo hice un rato de ejercicio. Hice una tabla de gimnasia y después salí a correr un rato. Pensé en hacer la comida pero después decidí que saldríamos nuevamente a un restaurante. Después de todo, tenía un montón de dinero en mi cuenta.

Así fue pasando la semana hasta que el viernes por la mañana me llamó Samuel. Me pregunto cómo estaba, se interesó por cómo me iba, me preguntó si había recibido la transferencia de Waleed y si estaba contenta. Yo le respondí a todas sus preguntas y tras la charla, entró en materia y me dijo que David tenía una chica nueva y que necesitaba ayuda para su "formación". Sería como cuando  él y Susana habían ayudado a David conmigo.

Yo le dije que sí y quedamos en que yo acudiría a casa de David el sábado a las 10 de la mañana. Me preocupaba que Claudia se molestara cuando le dijera que el sábado no podía pasarlo con ella, pero cuando se lo dije no puso ninguna objeción e incluso pareció alegrarse. Me dijo que ella pasaría el fin de semana en casa de una amiga.

Por la tarde se fue a pasar la noche con su amiga y aproveché para cenar pronto y acostarme pues quería estar bien descansada para el día siguiente. Me levanté a las ocho, me aplique un enema, me duche, me perfume y me vestí muy sexy pero elegante. Tacones negros de 10 centímetros, falda negra muy corta y una blusa blanca muy escotada. Debajo, un conjunto negro de sujetador y tanga muy bonito.

Saqué mi coche del garaje y fui hasta el piso de David. Entre en el parking subterráneo y subí directamente hasta su apartamento. Me abrió David y me recibió con un fuerte abrazo y un beso. Samuel ya estaba en el salón y también me abrazó y me beso.

David me preguntó si quería algo y yo le dije que me apetecía un café. Charlamos un rato mientras me tomaba el café y cuando lo terminé, pregunté por la chica nueva. David me dijo que estaba en el dormitorio, que estaba con él desde anoche y que habían estado jugando bastante.

Nos levantamos y fuimos al dormitorio y allí estaba la nueva. Era todo un espectáculo, pues estaba "vestida" con una capucha de látex negra con orejas de gata que solo dejaba libres la nariz y la boca. La boca la tenía ocupada con una gran mordaza de bola de color rojo y un hilo de saliva le colgaba de la comisura de sus labios. Llevaba un bonito arnés de tiras de cuero que enmarcaba sus pechos, no muy grandes pero redondos y bellos y su pubis, completamente depilado. Era alta y esbelta y parecía muy joven, incluso más que Susana pero era difícil de decir con la capucha y la mordaza. Estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y los brazos en cruz debido a que sus muñecas estaban atadas a ambos lados del mismo.

Se oía un zumbido y me di cuenta de que provenía de entre sus piernas, suponía que de algún vibrador que llevaba insertado en la vagina. Era una chica realmente preciosa y muy, muy sexy. Mi entrepierna estaba empezando a mojarse con la anticipación de lo que iba a suceder.

Samuel y David empezaron a desnudarse y yo me acerque a la chica. Le acaricié los pezones con las yemas de mis dedos y la chica se estremeció con el contacto. Baje mi mano por su vientre hasta llegar a su pubis. Tenía las piernas cerradas porque una correa a la altura de sus muslos las mantenía juntas.

— ¿Puedo soltar sus piernas? — pregunté.

— Claro, adelante — contestó David.

La correa estaba sujeta con una hebilla así que la desabroché y libere sus piernas. Ella las abrió inmediatamente y pude ver que de su vagina asomaba un vibrador que parecía llevar un buen rato en marcha, pues había una gran mancha de humedad en las sábanas.

— ¿Lleva mucho rato así? — pregunté.

— Si, al menos dos horas.

— Pues debe tener el coño como una caldera. — bromee.

Samuel y David se rieron de buena gana de mi ocurrencia y me invitaron a comprobarlo. Le extraje el vibrador tirando suavemente del extremo y la muchacha pareció quedarse más relajada. Sin duda, dos horas de vibrador producen bastante estrés.

Yo aproveché para introducir dos dedos en su vagina que entraron con toda facilidad pues estaba tremendamente lubricada y muy, muy dilatada.

— Está muy abierta — dije.

— Si, anoche nos tuvo a los dos en la vagina — me contestó David —. Varias veces, en realidad. Le gusta mucho.

Aproveché para introducirle dos dedos más y los acepto sin dar más muestra de incomodidad que un pequeño gemido ahogado por la mordaza. Apoye la palma sobre su clítoris y lo masajee en círculo mientras metía y sacaba mis dedos. La muchacha gimió tras la mordaza y se retorció de placer.

— Parece que le gusta — dije.

— Cuando la conocí tenía una relación lésbica con una mujer mayor — me explicó David — . Una relación de dominación lésbica sería más aproximado. Cuando me conoció parece que decidió que las pollas le gustaban más y abandonó a su amante, pero claro, la cabra siempre tira al monte.

— ¿Mayor?¿Qué edad tenía? —  pregunté.

— Unos 50 años, pero muy bien llevados. Era toda una “mistress” y parece que la enseño bien. Tenía un fetiche con las inserciones de grandes objetos en la vagina.

— Se nota — repliqué.

Extraje mis dedos de su interior y empecé a desnudarme. Mientras, David y

Samuel y David le desataron las manos y la hicieron tumbar boca arriba, atravesada en la cama y con el culo pegado al borde y los pies en el suelo.

— Bueno, vamos a lo que has venido. Queremos ver cómo se come un coño — me dijo Samuel.

— Claro, será un placer —  contesté.

Me arrodille sobre la cara de la muchacha y le quite la mordaza. Bajé mi coño contra su cara y empezó a lamerlo con ganas. Lamía toda mi vulva, desde la abertura vaginal hasta el clítoris, recorriendo los pliegues de mis labios menores. Después empezó a jugar con la punta de su lengua en mi meato urinario y en la entrada de mi vagina.

— ¿Que tal lo hace? — preguntó David.

— Lo hace muy bien —  conteste —.Es una campeona.

— Ya te había dicho que su “mistress” la enseño bien.

— Si que lo hizo.

Samuel se puso ante las piernas de la chica y levantándolas las apoyó en sus hombros y la penetró de una estocada. Ella gimió de placer y me introdujo profundamente su lengua en la vagina.

— Es como una yegua. Le entra todo — comentó Samuel.

Y empezó a follarla con fuertes golpes de riñón. La muchacha pareció enloquecer y movió su lengua en mi vagina como si de una serpiente se tratara. La follada de Samuel era muy intensa y pensé que quería correrse pronto pero de repente saco su polla y  dirigiendo su glande al ano comentó:

— Sin embargo, el culo no debía interesar a su "mistress" porque lo tiene muy cerradito.

Presionó con calma y le introdujo el glande. Ella gimió de dolor pero siguió trabajando en mi vagina. Samuel espero a que ella se acomodara a su tamaño y después inició la penetración hasta que se la introdujo por completo. Ella pareció enloquecer porque gimió como una bestia herida y sacando su lengua de mi vagina la deslizó en mi ano y lo trabajo con furia.

Sin duda tenía una lengua muy habilidosa y además era muy fogosa. Yo estaba disfrutando realmente y parecía que ella también lo hacía. Samuel la follo durante mucho rato y ella no paró ni un segundo de comerme el culo. Era muy placentero y hace un mes me hubiera abocado al orgasmo pero ahora podía controlarlo perfectamente. Me sentí orgullosa de mi misma y pensé que a la joven que tenía entre mis piernas tendría que enseñarle esas habilidades.

Finalmente Samuel se corrió en su recto y se quedó inmóvil mientras se recuperaba. La joven no se había corrido, no sé si porque no estaba muy acostumbrada al sexo anal o porque nadie la había autorizado a hacerlo y seguía trabajando en mi ano con su larga lengua.

— Bien, ¿qué te ha parecido? — dijo Samuel mientras salía de la muchacha.

— Es maravillosa. Me ha comido el coño y el culo como un ángel. De hecho, sigue haciéndolo.

— Para ya — dijo Samuel dándole una palmadita en el muslo.

Le bajó las piernas de sus hombros y le apoyó los pies en el suelo. La ayudó a levantarse y cuando estuvo en pie le quitó la capucha.

El ángel que me había estado comiendo el coño y el culo mientras Samuel la follaba era mi pequeña, mi Claudia.

El horror me dominaba, salté de la cama y me abalancé a coger mi ropa y a cubrirme con ella.

— ¿Qué habéis hecho? — grité —. ¡Sois unos monstruos!.

— ¡Mamá, no te hagas la Santa!. Yo estuve allí y lo vi todo, vi lo que te hicieron. Lo que tú les pediste que te hicieran — me gritó mi hija.

_ ¿Qué?¿Qué dices?

— Sí mamá, estuve allí, en el salón de Waleed y vi lo que te hicieron. Estuve allí las últimas horas, cuando tú ya no sabías lo que pasaba pero aún murmurabas pidiendo más. Estuve durante horas viendo cómo unos desconocidos te azotaban sin cesar y como tú te negabas a detenerlo cada vez que te preguntaban.

— ¡Dios mío!,¿Qué te he hecho? — sollocé desesperada.

— No me has hecho nada, la culpa ha sido mía. Soy yo la que te debería pedir perdón. Yo empecé esto al liarme con David. Si no me hubiera prendado de David nada de esto hubiera pasado.

— No, no, todo es culpa mía.

— Aún no lo entiendes, no te has enterado de nada…

— Tranquilizaos, dejadme hablar a mi un rato — intervino Samuel —. Todo esto empezó hace tiempo. Hace unos años intentamos reclutar a una madre y a una hija como esclavas personales de un hombre muy rico pero salió mal. Las mujeres que intentamos reclutar eran Susana y su madre. Pero no salió bien. La madre de Susana era aún más bella que su hija, una mujer increíble y ardiente como el mismo fuego, pero no pudo superar el tabú del incesto y nos abandono. Pero el millonario en cuestión no se rindió, aún deseaba disponer de una madre y una hija a su servicio y nos ordenó seguir buscando. Cuando David conoció a Claudia y está le hablo de su madre vimos que erais unas buenas candidatas y el resto más o menos ya lo sabes. Habrás adivinado que el multimillonario es el príncipe Talal.

— No, no, no puede ser. Eso es una locura. No puede ser cierto.

— Todo es cierto. Y ahora estás atrapada, si te niegas a aceptar el incesto perderás a tu Amo y todos los placeres que el te proporciona y que tanto te gustan.

— Pero, yo tendré que...— balbucee.

— Julia, ya sabes que harás todo lo que te ordene Talal.

— Es verdad — reconocí.

—  Si aceptas, el príncipe vendrá mañana mismo y cerraremos vuestro acuerdo con él. Es un hombre duro e incluso puede llegar a ser cruel, pero es que su país es así. Pero os aseguro que es un hombre noble y que es digno de confianza. Nunca rompe su palabra.

La idea de volver a ver a mi Amo me pareció muy tentadora pero tenía muchas cosas en la cabeza y no podía casi ni pensar. Necesitaba aclarar mis ideas.

— ¿Me podéis dejar a solas con Claudia? — pregunté.

— Por supuesto, tomate el tiempo que quieras — contestó Samuel —. Estaremos en el salón.

Casi no me atrevía a mirar a mi hija después de lo sucedido hoy y después de todo lo que había visto.

— ¿Desde cuándo lo sabes tú? — pregunté.

— Casi desde el principio. Le hablé a David de ti y él se apuntó a tu grupo de teatro para conocerte. Cuando se dio cuenta de que eras una buena candidata, me lo contó todo y me convirtió en su cómplice para reclutarte.

— Por eso tú comportamiento mejoró y se te veía más feliz — dije —. Pero hay algo que no entiendo, yo no quiero perder a un Amo, a alguien que me ha hecho descubrir un mundo de placer que me enloquece y al que no me veo capaz de renunciar, pero, ¿que te impulsa a ti?

— Aún no lo has entendido. He estado durante meses con una dominatrix lesbiana porque me recordaba a ti. Yo estoy en esto porque te deseo a ti.

— ¡Dios! ¿Fue algo que hice?¿Algo que dije?

—  No mamá, esto no va de ti, esto va de mi. Yo soy así. Tu no has tenido la culpa.

— Todo esto es muy difícil para mí,¿sabes?

— No te engañes, mamá, cuando el príncipe te lo ordene te arrastraras ante él y harás todo lo que él quiera. Las dos lo sabemos. Cuanto antes lo asumas y dejes de engañarte,mejor para todos.

— Hija, eres muy dura conmigo.

— Hay una cosa que aún no sabes. El príncipe desea que yo sea tu "mistress", tú vas a ser mi sumisa a partir de mañana. Vas a ser mi perra.

Me quedé en shock, pero el pequeño traidor que llevaba semanas dormido empezó a latir y supe que todo estaba decidido.