El renacer de los deluyrei (09)

Tras su aplastante derrota a manos de Óscar, la matriarca oscura comienza a pagar por sus incontables crímenes... al igual que sus secuaces.

Para la completa comprensión de la presente entrega, es imprescindible leer las anteriores

La tensión resultó excesiva para ambos, y se les quebró por completo el don teletransportador. Las alas de la neharai se arrugaron y ennegrecieron, cayéndose a pedazos. A Óscar le ocurrió lo mismo, pero, cuando los últimos jirones se le iban a desprender de la espalda, ocurrió algo completamente inesperado: revitalizándose, comenzaron a crecer, y conforme lo hacían se alisaron, robustecieron y aclararon. Aquellos mustios vestigios dieron lugar a dos alas completamente nuevas... y mucho mayores, siendo ahora más grandes, incluso, que sus alas de vuelo. Además del dibujo de sus nervios, que ahora eran bastante más numerosos, contaban con un vistoso e insólito trazado curvilíneo que se encontraba en constante cambio.

Cuando a un deluyrei se le quiebra por completo un poder, la única forma que tiene de recuperarlo es por mediación de Afrodita, ya sea directamente o a través de una de sus sacerdotisas ( al menos, eso fue lo que le explicaron ). Algo le decía que la diosa no había intervenido, de hecho Sarigza estaba convencida de ello ( y su criterio, siendo una de sus clérigos, era por completo de fiar ), así que todo parecía indicar que se encontraban ante un nuevo y sorprendente milagro.

Pero eso no fue todo. Lo que quiera que le estuviese pasando al patriarca se propagó a las demás deluyrei, expandiéndose también sus alas-T y llenándose de los mismos trazos, por cierto cada vez más intrincados ( según acababa de captar de sus mentes, a veces, para referirse abreviadamente a una de sus parejas de alas, lo hacían con la inicial de su poder, habiendo por tanto alas-V, alas-L y alas-T ).

Óscar estaba seguro de haber visto aquel tipo de dibujos antes, y estuvo a punto de recordar por sus propios medios dónde, pero Hedelia se le adelantó: ¡ eran idénticos a los que acostumbran a producirse en las cámaras de burbujas ! ¿ Estarían teniendo lugar dentro de ellas colisiones de alta energía, con sus consiguientes apariciones de pares partícula-antipartícula ? ¿ O acaso el mismo espacio se estaba desplegando, de ahí tanta filigrana helicoide ?

Fuera como fuese, era evidente que su poder se había incrementado prodigiosamente. Estaba convencido de que ahora podría trasladar, de un solo salto, masas de millones de toneladas a distancias astronómicas ( el volumen que ahora podía intercambiar era inmenso, y también lo era la energía que era capaz de aportar, o absorber, para mantener el equilibrio del sistema ).

Cuando la matriarca oscura logró hacerse una idea de lo que había ocurrido, odió aún más si cabe a Óscar: ¡ no sólo había quebrado su don teletransportador, si no que el suyo, y el de todas las deluyrei renacidas en él, se había beneficiado de sustanciales mejoras ! Khali, con la que aún permanecía en contacto, le sugirió una estratagema de la que valerse para preservar su integridad ( una a la que ella, de no haber estado tan alterada, ya habría recurrido ).

  • ¡ Repugnante macho, como oses tocarme un solo pelo convertiré en pulpa a todos los presentes por medio de mi poder vibratorio ! - le amenazó a Óscar ( lo hizo precisamente por medio del mismo, pues seguía por completo paralizada, siéndole imposible valerse de la boca para hablar ).

  • ¿ Qué cojones quieres, psicópata de mierda ? - le preguntó él, haciendo como que no le entendía ( la neharai se había expresado en su idioma natal ) - Mi don de lenguas está inconcluso, como no me hables en español lo llevas claro.

  • Te está amenazando con matar a todos usando su poder vibratorio - le tradujo Ciríe ( era evidente que Óscar quería inducir a la neharai a hablar en castellano: el motivo por el momento se le escapaba, pero decidió seguirle la corriente ).

  • ¿ De veras ? - se hizo el sorprendido Óscar, mirando con cierto escepticismo a la matriarca - ¿ También a tus amantísimas y abnegadas siervas ?

  • ¡ Por supuesto ! - exclamó la neharai, ahora en español - ¡ Ellas tan sólo son los instrumentos de los que me he estado valiendo para rehacer este insignificante mundo a mi antojo y al de mi Señora ! ¡ Mírales, son tan cobardes que algunas se han meado de miedo ! ¡ Me dan asco, no merecen vivir ! - Óscar comenzó a reírse con ganas, y ella le espetó - ¿ Qué tiene tanta gracia, saco de esperma infecto ?

  • Estaba planteándome cómo podría convencerles de que han sido engañadas, ¡ oh, inmenso menstruo purulento !, y tú lo acabas de hacer por mí. Gracias por demostrarles lo traicioneras, rastreras, impías e inicuas que sois todas las hembras...

  • ¿ Cómo osas mancillar al género supremo ?

  • ¿ Género supremo ? - se burló él - Entérate bien, las mujeres sólo tenéis dos razones de ser: darnos placer a los hombres y servir de incubadoras. Lamentablemente, sois tan inútiles que a menudo no hacéis bien ni lo uno ni lo otro. No me extraña que a veces, en un intento desesperado por sacar algún provecho de vosotras, se os asignen las labores más pesadas y aburridas, aunque estoy convencido de que un perro, o incluso una rata de cloaca, las haría mejor. Sois una subespecie a extinguir, una forma de vida parasitaria, un error de la naturaleza...

  • ¡ Blasfemo ! - rugió ella, concentrando todo su poder vibratorio sobre Óscar.

Un deluyrei no puede usar su poder vibratorio contra otro, limitación que también ha de aplicarse a las neharai, pero la matriarca estaba tan enojada que ni se lo planteó. Como era de esperar, las brutales oscilaciones que intentó inducir en Óscar, suficientemente intensas como para reducir a escombros toda la mansión, no tuvieron lugar... dándole ocasión a teletransportarse con ella fuera de allí. Se materializaron en el exterior, a más de cuatrocientos metros de la imponente mansión ( seguían dentro de la propiedad, pues era enorme, aunque se encontraban bastante cerca de uno de los muros que la delimitaban ).

  • ¡ Me has teletransportado sin mi permiso ! - se asombró ella.

  • Eso parece - le quitó importancia él.

  • Pero, ¡ eso es de todo punto imposible ! ¡ Un deluyrei no puede ser teletransportado en contra de su voluntad, y con las neharai ocurre lo mismo !

  • Si un deluyrei es inmune a los poderes de otro, o a los de una neharai ( y viceversa ), se debe a que él también cuenta con ellos - le explicó Óscar - Cuando se nos quiebra alguno, perdemos la inmunidad que nos otorga.

  • Lo ignoraba - reconoció la matriarca.

  • Yo también, Ciríe me lo acaba de comunicar telepáticamente ( es toda una experta en el tema ).

  • No creas que he olvidado le que dijiste antes - cambió de tema ella - Lamentarás no haber frenado tu lengua.

  • ¿ Realmente piensas que hablaba en serio ? ¡ Lo que dije tan sólo es aplicable a tiparracas como tú ! Metiéndome con las mujeres en general sólo buscaba tu ira, y tú, pardilla, has caído en la trampa.

  • ¡ Era una distracción ! - comprendió ella, lamentando haber perdido el control.

  • Por supuesto, y ahora ya no podrás usar a nadie como rehén

  • le dijo él, escupiéndole en la cara ( aquello, de algún modo supo, le dolería mucho más que pateársela ).

  • ¿ Necesitas ayuda, Óscar ? - le preguntó Ciríe, apareciendo ante ambos ( Sarigza y Hepente también lo hicieron: las demás se habían quedado atendiendo a los heridos ).

  • En absoluto - le aseguró él, enviándole telepáticamente una serie de instrucciones, y recomendaciones, que la neharai no fue capaz de captar ( error que tanto ella como Khali pagarían muy caro ).

  • Entendido, amor mío... y dale duro - le dijo Ciríe, haciendo un gesto a sus hermanas para que le siguiesen a la casa.

  • Tu compasión me enferma - refunfuñó la matriarca no bien las deluyrei se fueron - En vez de haberles mandado a atender a esos humanos, deberías haberles pedido que se quedasen contigo para ayudarte a derrotarme.

  • Contra ti no necesito ayuda, y ese no es el único motivo por el que he preferido que se queden, como en su momento descubrirás.

  • Eres un engreído - le dijo la neharai, expandiendo súbitamente las uñas ( que se convirtieron en temibles cuchillas ), y lanzándose sobre él. Cayó en el suelo, que para su sorpresa dejó de estar cubierto de hierba, tornándose arenoso. Más aún, ya no era de noche, y el clima era muy cálido.

  • Por si no te has dado cuenta, descerebrada, estamos en Australia, concretamente en uno de sus desiertos ( quizá más tarde me moleste en consultar un mapa para determinar cuál de todos ) - le dijo Óscar, a sus espaldas - Aquí no pondremos en peligro a nadie mientras te machaco.

  • ¡ Nos has trasladado a la otra punta del mundo de un solo salto ! - se asombró ella no bien sus aguzados sentidos le confirmaron que el patriarca decía la verdad.

  • En efecto, y eso no es todo, pues acabo de darme cuenta de que ni siquiera he tenido que molestarme en localizar el lugar. Parece ser que ahora puedo teletransportarme de una forma totalmente intuitiva, no necesitando realizar ninguna comprobación astral previa. Si quiero ir a algún sitio que cumpla con ciertos requisitos, simplemente apareceré en él, y para colmo en la posición más favorable.

Más aún, ahora ni siquiera tenía necesidad de implicarse personalmente en las teletransportaciones, pudiendo permanecer en el mismo lugar mientras teletransportaba a placer lo que se le antojase. Estuvo tentado de decírselo, pero algo le dijo que sería contraproducente, de modo que se contuvo. Su intuición había demostrado ser virtualmente infalible, y no le costaba nada atenerse a sus dictados: ocultaría a su enemiga aquella mejora hasta que averiguase por qué tenía que hacerlo... o hasta que sintiese que el peligro, fuese cual fuere éste, había pasado.

  • ¿ Y qué se supone que ocurriría si hay más de uno, listillo ?

  • Que aparecería en el más apropiado de todos ellos, claro está: de no haber ninguno, la teletransportación no tendrá lugar. No me preguntes cómo sé que es así, pero lo sé. Es una mejora que me resultará muy útil, estoy tentado de darte las gracias por haberme ayudado a desarrollarla... aunque, ahora que lo pienso, ya estamos en paz.

  • ¿ De qué demonios hablas ?

  • ¿ Acaso crees que esa diosecilla de mierda a la que sirves podría haber anulado los efectos de mi fluido paralizante sin mi permiso ?

  • ¡ Tú no has tenido nada que ver ! - gritó la matriarca, lanzándose de nuevo a por él ( y volviendo a errar ) - ¡ No te teletransportes, cobarde, y enfréntate a mí !

  • Me teletransportaré cuantas veces quiera, y te repito que tu diosa bien poco tiene que ver con que puedas moverte - le siguió picando él, volviendo a esquivar otro de sus golpes - A fin de cuentas, la puerca de Khali es tan cutre que ni siquiera tiene presupuesto para vestir a sus so-cerdotas , de ahí que tuvieses que oficiar el sacrificio en pelota picada.

  • ¡ No necesito más vestidura que mi inigualable belleza !

  • ¿ Inigualable belleza ? - repitió socarrón él, evaluando por vez primera su aspecto.

Rondaría el metro ochenta y cinco de altura, tenía un pelo rubio platino muy liso ( le llegaba hasta las caderas ), piel extremadamente clara y sin mácula alguna, ojos de córneas negras e iris azules oscuro ( le quedaban realmente extraños, aunque no carecían de cierto encanto ), curvas contundentes pero sin un gramo de grasa de más, piernas inacabables, cara sugerente, labios apetitosos... muy a su pesar, tuvo que reconocer que estaba buenísima. Le llamó especial atención el sutil tono sonrosado de sus aureolas, bastante grandes, así como la presencia de himen ( parecía estar reservando su virgo para algo ). Físicamente rivalizaba incluso con Ciríe, pero su aura, repleta de maldad, era sencillamente abominable. La sola idea de darle un tiento le provocó nauseas, pero entonces se le imaginó convertida en su esclava sexual, una esclava a la que rebajaría y martirizaría sin cesar, y la cosa cambió radicalmente.

  • Deja de mirarme tanto, un vulgar macho como tú no merece disfrutar de mi espectacular figura: como dicen por aquí, no está hecha la miel para la boca del asno.

  • En eso último tienes toda la razón - le dijo él, desapareciendo una vez más.

Óscar quería una bolsa bien grande llena de excrementos, cuanto más malolientes mejor. Muchos eran los sitios de donde podría obtenerla, pero no le apetecía ponerse a buscar uno, así que sencillamente se dejó guiar por su instinto. Se materializó justo enfrente de uno de los operarios de una granja. Era una mujer joven ( no llegaría a los veinte ), y se disponía a verter las deposiciones que los animales habían producido a lo largo de la jornada en un nutrido montón. Se encontraba en algún lugar de la India, uno muy pobre, y le dio lástima quitarle sin más el saco por medio del que estaba acarreándolas, pues para ella eran muy valiosas, y no sólo como fertilizante. Por tanto, salió en busca de algo con lo que pagarle el estiércol.

Poco después, volvía con un lingote de plata que encontró en un barco británico hundido no muy lejos de las costas de ese país. El preciado metal, que databa de la época colonial ( aunque a su entender aquello poco tuvo de colonización, siendo más bien una invasión ), aún no había sido localizado: le pareció justo devolver parte de él al país del que se obtuvo ( no es que se extrajera de él, pero los bienes por medio de los que se adquirió sí ). Encontrarse repentinamente a varios cientos de metros de profundidad le ocasionó un leve malestar, y la descompresión también, pero las molestias enseguida se disiparon.

Tendiéndole el lingote a la mujer, que aún no se había movido del sitio donde se encontró con ella ( no todos los días aparece por arte de magia un tipo desnudo ante ti, y menos con alas ), cogió el saco ( que se le había caído de la impresión ), le lanzó un pícaro beso, y partió de nuevo.

En esta ocasión, apareció al lado de unos individuos que estaban haciendo un vertido ilegal en un río, tirando bidones llenos de residuos industriales altamente tóxicos... y oleosos, que era precisamente la cualidad que estaba buscando ( cosas como aquella, por desgracia, ocurren a diario en todas partes: aquel vertido en concreto se estaba realizando en algún punto del sur de Brasil ). Lo hacían desde una fueraborda, y Óscar, no contento con coger uno de los bidones ( él le daría un uso menos contaminante ), destrozó el motor de la pequeña embarcación de una patada.

Finalizada aquella breve gestión ( sólo le llevó un instante ), apareció nuevamente ante la neharai, reventando el bidón sobre su cabeza y repartiendo por su piel, gracias a su don de control de fluidos, el pegajoso contenido. Para cuando la matriarca reaccionó, ya había estampado en ella el saco, que se rompió... con el resultado que era de prever.

  • Para que veas que soy todo un caballero, ahí tienes una vestidura digna de ti y de tu diosa. Como bien dijiste, la miel no está hecha para los asnos, así que supongo que os tendréis que conformar con un poco de mielda .

  • ¡ Te voy a aplastar ! - le amenazó la neharai, aumentando su talla ( al hacerlo, todos aquellos excrementos se desprendieron de su piel, pero ya habían cumplido con su cometido, que no era si no enojarle aún más ).

  • Oh, así que ya toca eso - le quitó importancia él, imitándole.

Segundos después, ambos se habían transformado en colosos de algo más de veinte metros de altura, y sus pieles comenzaron a recubrirse de gruesas escamas que se calcificaron, dando lugar a un blindaje que ningún arma en la Tierra podría atravesar ( las córneas de sus ojos también se reforzaron, al igual que los párpados, y Óscar retrajo su hombría, haciendo ella lo propio con sus pechos ). El primer golpe lo asestó la neharai ( fue la primera en terminar de reestructurarse ), pero Óscar lo encajó sin daños dignos de mención en su exoesqueleto.

  • ¡ Te mataré, maldito ! - le amenazó ella, atizándole con rabia. Su voz se había tornado grave, era como un trueno, pero aún así continuaba siendo perfectamente inteligible - ¡ Juro por mi Señora que te arrancaré los dos corazones !

  • ¡ Silencio, perjura ! - le regañó él, con voz aún más grave y potente, dándole una patada que le envió casi cien metros hacia atrás - ¡ Mide bien tus palabras, o serás tú la que se quede sin corazones !

La matriarca se levantó con sorprendente agilidad y volvió a lanzarse contra él. De sus antebrazos había extraído dos amenazantes filos, de unos cinco metros de longitud y veinte centímetros de anchura, con los que habría podido cortar de un solo tajo un camión. No hirió a Óscar, pues él le imitó, y las dos parejas de cuchillas entrechocaron con fuerza.

Cada uno de ellos cerró su mente al otro, evitando así que pudiese anticiparse a sus movimientos, y pelearon con ganas. Óscar era más grande que su enemiga, siendo su masa corporal del orden de un cuarenta por ciento superior, y para colmo era proporcionalmente más fuerte. En contrapartida, se movía con menos soltura, pues maniobrar con aquel inmenso cuerpo no era nada sencillo ( la diferencia de altura, no obstante, era mínima, por lo que ella se veía bastante más estilizada que él ).

Aparentemente estaban muy igualados, pero en realidad Óscar estaba jugando con la neharai, pues ni de lejos era tan torpe como le hizo creer. La muy estúpida no se dio cuenta de que estaba haciendo tiempo, dando ocasión a las deluyrei de acometer las tareas que a través de Ciríe les había encomendado.

Cansada de tanto golpe infructuoso, la neharai manifestó las alas de vuelo y se alzó, agarrando a Óscar. Su intención, intuyó acertadamente él, era elevarse lo máximo posible para a continuación precipitarse hacia el suelo, arreglándoselas, gracias a su superior agilidad, para que fuese él quien encajase el golpe ( si supiese hasta qué punto había subestimado la destreza de Óscar, ni se le habría pasado por la cabeza hacer algo así ).

Aquella burda maniobra le hizo sonreírse al patriarca ( bastaba con que se teletransportase en el último instante para que el golpe lo recibiese ella, posibilidad que su atolondrada enemiga no parecía haber tenido en cuenta ), pero su expresión no se vio alterada, pues el blindaje facial ocultaba sus gestos.

Manifestando sus propias alas-V, se atrajo hacia el suelo, deteniendo la ascensión cuando ésta apenas había comenzado. Por desgracia para la neharai, aquella no fue su única maniobra: valiéndose de las mismas fuerzas con las que se estaba anclando, creó un velocísimo vórtice de arena, imprimiéndola un potente movimiento rotatorio. Lo hizo justo detrás de la matriarca... que no tuvo tiempo de tomar medidas, sintiendo cómo su nuca se desgarraba cuando Óscar hundió en ella aquel imbatible taladro, no sin antes reducir notablemente su diámetro ( logró conservar su momento angular, de modo que la velocidad de giro, que no era precisamente poca, aumentó considerablemente ).

Las partículas de arena sin duda se estaban moviendo a velocidades supersónicas. Eran mucho menos resistentes que el blindaje corporal de la neharai, de no haber rotado con tal rapidez no habrían hecho apenas mella en él, pero Óscar había calculado muy bien su jugada y, para cuando la neharai logró aminorar la velocidad de aquella especie de barreno virtual ( lo hizo por medio de sus propias alas-V, claro ), sus vértebras cervicales estaban al descubierto.

El poder de sus alas-V había entrado en conflicto, y Óscar se esforzó en mantener girando la arena, no quedándole más remedio a la neharai que aceptar el desafío. Un nuevo duelo de poderes había comenzado, y una vez más los dos se esforzaron al máximo... con el mismo resultado que antes.

Cuando renacieron de sus jirones, las alas-V de Óscar se hicieron más grandes, alcanzando la misma talla que sus alas-T ( crecieron en menor proporción que las otras, pues originariamente eran bastante mayores ). Los sinuosos trazos de antes también aparecieron, y a Óscar no le cupo duda de que las extraordinarias mejoras que sentía en ellas se habían propagado a las de las demás deluyrei.

La neharai intentó desesperadamente regenerar aquel boquete, pero Óscar, que ya había perdido el control sobre el vórtice ( que se deshizo inofensivamente ), creó otro y volvió a aplicarlo en el mismo lugar. La médula espinal de la matriarca fue seccionada, quedándose tetrapléjica y cayendo al suelo ( el fragor que produjo se le antojó a Óscar muy similar al del derribo de un edificio ). Considerando la velocidad a la que sanaba, aquel estado sería transitorio, pero le dejaría a su merced durante un buen rato.

  • Pobrecita, se ha quedado paralítica - se burló Óscar, agachándose para plantar sus manos sobre el pecho de la matriarca, que presionó con brusquedad repetidas veces.

Entre su estrepitosa caída, el minúsculo pero terrorífico tornado que había desatado, y la pelea previa, el aire estaba cargado de arena. La neharai había estado controlando su respiración, pero ya no le era posible, y sus pulmones comenzaron a llenarse de partículas debido a aquel tratamiento. Cuando Óscar creyó que ya estaban lo suficientemente llenos, le cerró la boca con fuerza y le dijo:

  • Quizá seas inmune a mi poder vibratorio, pero eso no es aplicable a la arena que te hecho tragar, así que voy a menearla dentro de tus pulmones y estómago. Te voy a licuar por dentro, zorra. Eres una lacra para la Tierra, y tierra es lo que estoy usando contra ti ( digamos que me siento un tanto lírico ).

La neharai se apresuró a neutralizar las vibraciones que Óscar indujo en sus entrañas a través de la arena, dando así comienzo a un nuevo duelo de poderes. No le llevó mucho quebrar su don vibratorio ( lo hizo a costa del suyo propio, pero poco importaba, pues también se le regeneró, aún más intenso y eficaz que antes ). Tras su nueva victoria, el deluyrei terminó de triturar los pulmones y estómago de su enemiga, que se vio obligada a valerse únicamente de la respiración cutánea ( ignoraba cómo era posible que le doliese, teniendo la médula espinal destrozada, pero le dolía: quizá se lo preguntase más tarde a Hedelia ).

  • No te muevas de ahí, que voy a por una cosita - le dijo él, expandiendo sus manos y dejándole sola.

Volvió enseguida, llevando en su gigantesca mano derecha varias toneladas de minerales varios. Manifestando sus alas-L, generó un poderoso haz de luz que hizo incidir en el dorso de su mano izquierda ( no era coherente, por lo que no desencadenó un canal de invisibilidad, comenzando a calentarla ).

  • Verás, me he pasado por un yacimiento de cinabrio, otro de galena y otro de pechblenda - le explicó jovialmente Óscar, sin dejar de calentar su improvisada cazuela - Como deberías saber, de ellos se extraen, respectivamente, mercurio, plomo y uranio. Tengo entendido que los elementos pesados no te sientan bien, y esos lo son. Voy a calentar mi mano tanto como me sea posible, y entonces iré vertiendo en ella el mineral, por supuesto bien triturado. Imagino que sublimará, y al no pasar por el estado líquido no te será posible manipularlo. Dará lugar a unos vapores compuestos, entre otras cosas, por los elementos en cuestión.

Dicho aquello, comenzó a apretujar el mineral con la otra mano, reduciéndolo a polvo, mientras la temperatura de la otra iba subiendo sin cesar gracias a su improvisado, pero eficaz, fogón . Como era de suponer, cuando la matriarca comprendió las implicaciones de todo aquello manifestó presurosa sus alas-L ( al hacerse con el poder de su mente, la parálisis que sufría no era impedimento ). Hizo todo lo posible por neutralizar la luz que estaba generando Óscar, pero no bastó, y su poder lumínico también se quebró ( hacer invisible la mano de Óscar para que la luz la atravesase sin calentarla no le fue posible, pues el poder de invisibilidad de un deluyrei no puede afectar a otro sin su consentimiento, limitación aplicable también a los neharai ).

  • Oh, mira qué alas lumínicas más majas se me han puesto - le dijo Óscar cuando le renacieron, tan grandes como los otros dos pares y orladas de la misma forma - No me extrañaría que ahora pudiese generar tanta luz como para alumbrar todo un país de noche, y no uno pequeño. Quizá al principio no sea capaz de dosificar correctamente su poder, y no quisiera quemarme la manita , así que creo que te echaré el mineral por encima y lo calentaré al bañomatriarquilla .

Óscar agitó enérgicamente la mano para enfriarla. Se había calentado tanto que irradiaba un fulgor blanco, pese a lo cual aún no le dolía ( si bien le comenzaba a molestar ). La luz que de ella se desprendía tenía un tono muy similar a la del sol, y eso significaba que estaba a unos seis mil grados ( que es la temperatura de su superficie ). Hedelia le había dicho que un deluyrei normal sólo aguanta cuatrocientos, por lo que todo parecía indicar que el factor en el que les superaba en ese aspecto era cuanto menos de quince, y no de diez. Mucho antes de alcanzar aquella tremenda temperatura el agua que había en sus tejidos debería haber hervido, aunque para entonces la mayor parte de sus proteínas deberían haberse desnaturalizado. Que un ser vivo resistiese temperaturas tan extremas desafiaba toda lógica.

Sobreponiéndose a su pasmo, se valió de la otra mano para depositar el mineral sobre el cuerpo de la neharai. Cuando terminó, encogió las dos, dejándolas como antes, y le cubrió con un deslumbrante fulgor. Tal y como había previsto, su enemiga, a la que ya no le era posible manipular la luz en sí, tuvo que conformarse con hacer invisible el mineral, además de su propio cuerpo. Óscar no podría opacar a la propia neharai, pero poco importaba aquello, pues su auténtico objetivo era el mineral.

  • Tienes mala pinta, pequeñuela, te vendrán bien unos vahitos
  • le dijo en tono paternal, tras lo que le gritó, haciéndose el enojado - ¡ Vamos, deja de tocarme las narices y vuelve visibles esas piedras ! ¡ Si no lo haces, lo haré yo mismo !

A la matriarca oscura no le quedó más remedio que comenzar un nuevo duelo, quedándose enseguida sin su don de invisibilidad ( Óscar también lo perdió, pero como de costumbre sólo para renacerle, y mucho más intenso ). Al recibir nuevamente toda la luz, el mineral comenzó a emitir densos vapores. A Óscar no le hicieron ningún daño, pero a la neharai, cuya respiración cutánea estaba al máximo rendimiento para suplir en la medida de lo posible a la pulmonar, no le sentaron precisamente bien.

  • Ha sido delicioso, ¿ no crees ? - le dijo al poco él, dejando de caldear el mineral. Buena parte de él se había convertido en una especie de lava ( la neharai podría haberla apartado de su cuerpo por medio de su poder sobre los fluidos, pero el inmenso dolor que sentía le impidió concentrarse, y además Óscar se habría opuesto a aquella maniobra, entablándose así un nuevo duelo que probablemente hubiese tenido el mismo desenlace que los otros ) - Ha sido muy divertido ver cómo tu propia piel te traicionaba al introducir en tu cuerpo, junto al aire que tan desesperadamente necesitabas, algo que para ti es como el peor de los venenos.

De una inesperada patada en un costado, Óscar le apartó del humeante lugar donde había yacido y, corriendo hacia ella, volvió a darle otra: ¡ cómo estaba disfrutando con todo aquello ! Le desplazó cerca de tres kilómetros a base de patadas, y entonces se arrodilló ante ella, acariciándole la cabeza con falsa ternura mientras decía:

  • Pobre alimañita, debes estar sedienta. Mira qué de humo echas por todos los lados, parece que hayas tomado el sol durante horas sin ponerte protector solar. Creo que traeré un poquito de agua con la que refrescarte...

Se teletransportó a un helado y solitario lago de Canadá, alzando cientos de metros cúbicos de agua de su superficie y retornando ante su enemiga. Los mantuvo levitando, dándoles forma de esfera, y roció el sobrecalentado cuerpo de ésta con un buen chorro. Debido al contraste térmico, la diamantina piel se resquebrajó, levantándose una nueva nube de vapor. El dolor que le estaba produciendo rivalizaba con el que sintió cuando se intoxicó.

La neharai terminó quedándose en carne viva, y Óscar, que aún no había gastado ni la tercera parte del agua, preservando en todo momento la esfericidad del cúmulo donde la aglutinaba, hizo como que se acababa de dar cuenta del punto luminoso que la luz del sol, al pasar por éste, producía en el suelo ( no muy lejos, todo sea dicho, del muslo derecho de su enemiga ).

  • ¡ Coño, pero si funciona como una lupa !

Óscar aplastó la esfera, dando lugar a una lente, y la situó a distintas distancias del suelo, ignorando momentáneamente a la matriarca. Cuando dio por finalizada aquella breve serie de experimentos, se volvió hacia ella, diciéndole:

  • Tengo entendido que otra de tus debilidades es la luz solar. Sólo te empieza a hacer daño a partir de determinada intensidad, pero acabo de dar con una forma muy sencilla de concentrarla ( que el cielo esté tan despejado por aquí me será de gran ayuda ).

Sin más preámbulos, enfocó la acuosa y titánica lupa sobre ella. La temperatura volvió a subir en el punto donde incidió el haz que ésta concentraba: no era suficiente para quemarle de por sí, de hecho no llegaba a los trescientos grados, pero la alergia a la luz estelar comenzó a manifestarse, destrozando los tejidos. El haz se abrió paso entre músculos, huesos y cartílagos, llegando finalmente a su objetivo... que no era si no el corazón izquierdo.

En vista de los catastróficos resultados obtenidos hasta el momento, la matriarca se había propuesto no volver a entablar ningún duelo de poderes con Óscar, pero la integridad de su corazón estaba en serio peligro, y algo le decía que el otro recibiría el mismo tratamiento. Khali estaba cada vez más enojada con ella por su aparente ineptitud, pero accedió a revitalizarle con una nueva descarga de energía mística. Esperando que aquello bastase para prevalecer de una vez por todas sobre Óscar, recurrió a su don sobre los fluidos para deformar el enorme cúmulo de agua, desenfocando la lente a la que daba lugar.

Sobre su superficie aparecieron irregularidades, pero el deluyrei había establecido muy cuidadosamente su forma, así que le resultó extremadamente difícil alterarla. Parecía un estanque sobre el que soplase un fuerte viento, pero las variaciones que logró introducir se borraban enseguida, y en cualquier caso no alteraban lo suficiente su forma como para anular el haz, que pese a haber perdido fuerza siguió horadando su cada vez más dañado corazón. Estaba a punto de quedar inutilizado, así que la matriarca se esforzó al máximo... ocurriendo lo que tenía que ocurrir.

  • Eres realmente quebradiza - se burló Óscar, chapoteando travieso en el enorme charco que se acababa de formar en el suelo ( el agua, al perder su don sobre los fluidos, por cierto ya renacido, se le había caído ).

  • Óscar, deja de jugar con esa indeseable y ven para acá - le rogó Ciríe, cuya proyección astral acababa de aparecer ante ellos ( ahora, la distancia a la que podía enviarla no quedaba limitada al alcance de su poder teletransportador... el cual, gracias a las mejoras adquiridas por mediación de Óscar, le habría permitido personarse allí de un solo salto ).

  • ¿ Pasa algo ? - se alarmó él.

  • Begoña recuperó la movilidad y cogió la pistola de Antonio

  • le explicó ella - No deberías haber permitido que Khali anulase el efecto de tu fluido paralizante, pues el que habías inoculado en la humana se ha desactivado por simpatía.

  • ¿ Cuál es el problema ? Desarmadle y asunto resuelto.

  • Ya está bajo control, pero tuvo tiempo de disparar. Mató a todos, y a Alicia no hemos podido resucitarle, pues le metió un tiro en la cabeza y esparció sus sesos por todo el salón.

  • ¡ Maldición ! - exclamó él - ¿ Sarigza no puede hacer nada al respecto ?

  • Me temo que no: nuestra amada diosa ya no puede enviarnos más poder, invirtió todo el que tenía a su disposición para crearte. Peor aún, al parecer hemos perdido nuestra capacidad de resucitarnos a nosotros mismos renaciendo en alguien, ya sea o no deluyrei. Si morimos, lo haremos para siempre.

  • ¿ Me estáis diciendo que no hay nada que podamos hacer para resucitar a Alicia ? - le preguntó Óscar, aparentemente muy alterado.

  • Quizá tú sí, pues tu orina es más poderosa - le dijo Ciríe

  • Ya hemos recogido su masa encefálica, tú sólo tienes que orinarle dentro de la cabeza. Le hemos traído a la propiedad de Inmaculada, está en el jardín: de ese modo, no tendrás necesidad de empequeñecerte.

  • ¡ Voy para allá ! - exclamó el patriarca, convencido de que su enemiga no se había dado cuenta de la levísima sonrisa de satisfacción que se había dibujado en su rostro ( por lo demás, su interpretación había sido magistral ).

Para cuando Óscar le dejó, a la neharai le faltaba poco para comenzar a recuperar el control de su cuerpo. Aún no podía moverse de cuello para abajo, pero acababa de darse cuenta de que ya podía orinar ( paradójicamente, fue la conversación que tuvieron sus enemigos lo que le hizo plantearse esa posibilidad ). Manifestó sus espinos craneales y los llevó a su entrepierna, humedeciéndolos con orina ( la cargó con tanta energía curativa como le fue posible ). Entonces, se los restregó por la nuca: segundos después, su médula espinal se había regenerado, lo que le permitió agacharse para aplicar sus arrasados labios contra el pubis.

Vació el escaso contenido de su vejiga en la boca, tragándolo ansiosa. No tardó en curarse por completo, sobreponiéndose de paso a la severa intoxicación que había sufrido, aunque ya nada podría hacer por los seis poderes que hasta el momento había perdido. Aprovechando que al parecer disponía de tiempo, comenzó a hilvanar un hechizo que le permitiría durante un rato arrojar potentes chorros de fuego mágico por manos y boca ( su temperatura nada tenía que ver con un fuego natural, pues rondaba los treinta mil grados, más que suficiente para abrasar a Óscar ).

Dado que aún tenía puestos los espinos, comenzó a germinar en ellos un buen surtido de frutos. En circunstancias normales la mayoría de ellos no le habrían hecho ningún efecto, pues no podían otorgar un poder que ya se tuviese: ahora que había perdido tantos de sus dones, probablemente sí funcionasen en ella. Se tratarían de versiones mucho menos avanzadas, y se vería ridícula con alas en la nariz, pero de algo le servirían. No se olvidó del fruto que amplificaba la fuerza: hacerse ochenta veces más fuerte le daría una gran ventaja sobre el patriarca.

Podría haberse hecho crecer un único fruto de cada tipo, pero no podía correr el riesgo de que Óscar volviese antes de que terminase de madurarlos y se las arreglase para hacer que se echasen a perder, así que cubrió de flores sus espinos.

Estaba a punto de terminar el hechizo cuando Óscar regresó, aparentemente aliviado ( de lo que dedujo que había logrado resucitar a la humana ). Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, le silenció por medio de su don vibratorio, echando a perder su plan.

  • Nada de brujerías - le regañó él - ¡ Y no está permitido usar los frutos, tramposa !

La neharai retrocedió: era muy poco lo que le quedaba para madurar sus frutos, si lograba eludir a Óscar lo suficiente podría cosecharlos, beneficiándose de sus efectos. Pero el patriarca se teletransportó tras ella y le agarró, haciéndose crecer sus propias enredaderas, también del cráneo. Las enrolló en las suyas, logrando injertarlas a la fuerza en multitud de puntos ( sintió cómo sus sabias se entremezclaban, lo cual le llenó de asco, pero aquello no le detuvo ). Un nuevo y exótico duelo había dado comienzo.

Ella volvió a perderlo, amustiándose sus espinos justo cuando los frutos iban a terminar de madurarse ( acababa de perder para siempre uno de sus dones más versátiles, si no el que más, y cuando se percató de ello dio un alarido de frustración tal que, de no seguir silenciada, se habría oído a cientos de kilómetros ). Ni que decir tiene, las enredaderas de Óscar se optimizaron.

  • Has sido muy mala, así que no me va a quedar más remedio que castigarte - le reprendió Óscar, apresándole por medio de sus reverdecidas enredaderas ( había logrado zafársele ), y atrayéndole hacia sí.

Le abrazó, pecho contra pecho, y comenzó a concentrarse. Según le acababa de explicar Ciríe, la capacidad metamórfica de un deluyrei puede entrelazarse con la de otro ( y por consiguiente, también con la de una neharai ), para lo cual es preciso que buena parte de sus cuerpos estén en contacto. Cuando se consigue, cada uno de ellos puede manejar el poder metamórfico de ambos. Si lo hacen en armonía no ocurre nada, de hecho puede llegar a ser muy estimulante: de oponerse alguno de ellos a los cambios que intente provocar el otro en él, los poderes entran en conflicto.

A Óscar le resultó insultantemente sencillo sintonizar su poder metamórfico con el de la neharai, y cuando lo consiguió comenzó a empequeñecerle, manteniendo él su talla. Llevaban bastante rato expandidos al máximo de sus posibilidades, así que la matriarca no habría tardado en verse obligada a encogerse, pero no iba a tolerar que nadie tomase aquella decisión por ella ( además, si ella se encogía y él no, quedaba en desventaja ). Lamentó haberse opuesto a la voluntad de Óscar, pues poco después se le había quebrado un don más.

En aquel crítico momento, su altura no llegaba a los seis metros, y buena parte de su blindaje corporal había desaparecido. Óscar se preguntó si se quedaría así para siempre, pero no fue el caso: al igual que una goma estirada recupera su forma al soltarse, la neharai asumió bruscamente su forma normal, que ya nunca más podría alterar ( él también lo hizo, y ambos cayeron al suelo ).

  • Excelente, siento cómo mi don metamórfico renace en este preciso instante. Me pregunto qué mejoras habrá experimentado. Y bien, ¿ de cuál poder quieres que te prive ahora ?

  • ¡ Me has estado manipulando para que acepte todos tus desafíos ! - comprendió por fin ella.

  • Cuando vi el resultado de nuestro primer duelo, comprendí que todos los que entablásemos acabarían igual. Te he expuesto a amenazas que no podías pasar por alto, y tú, estúpida, has caído en la trampa una y otra vez.

  • ¡ No volveré a enfrentarme contigo !

  • Ya lo creo que lo harás, y ya sé qué vamos a enfrentar ahora: nuestras telepatías.

  • ¡ Eres un necio, tengo milenios de experiencia, y además un enfrentamiento telepático no es un duelo propiamente dicho !

  • Lo será si intento obligarte a hacer algo que no desees hacer... como por ejemplo, blasfemar en contra de Khali.

  • ¡ Maldito, no te lo permitiré !

  • Intenta detenerme - le retó él.

La matriarca saturó su mente de emociones negativas, y Óscar hizo lo mismo ( las suyas tenían mucho más peso, pues no en vano eran fundamentadas ). Notaba en ella la acechante presencia de la infame diosa a la que servía, e incluso la amarga ira que de ésta se desprendía, síntoma de que su estrategia estaba dando resultado. Khali era demasiado orgullosa, y no toleraría que nadie le mancillase a través de los labios de una de sus creaciones. Pese a la tensión mental, apenas hubo flujo de información, ya que Óscar se estaba concentrando únicamente en manipular el centro del habla de la neharai, y eso le evitó revelar sus planes. Cerca de un minuto después, que a ella se le hizo muy largo, se escuchó decir, horrorizada:

  • Khali es una abraza... farolas, tuerce... botas, sopla... gaitas, y... me cago... en sus sucias muelas. Diosecilla lame... coños, que le den por... saco, a la puta mierda... con ella - al principio se entrecortaba mucho, pero conforme Óscar iba haciéndose con el control de su habla, iba ganando soltura - ¡ Guarra, perra sarnosa... enferma de misandria ! ¡ Arde, arde en... el infierno ! ¡ Así te violen todos los machos del... universo ! ¡ Reniego de ti, Khali, y alabada sea por siempre Afrodita !

Justo en aquel momento, a la neharai se le quebró la telepatía. Óscar también la perdió, y al parecer no le renacía, pues parpadeó confuso, diciendo:

  • ¡ No siento nada ! ¡ No me vuelve !

  • ¡ Me alegro, así sabrás qué se siente cuando te quedas sin uno de tus poderes ! - pese a sus palabras, la matriarca sospechaba que estaba fingiendo.

  • ¿ Dónde está la gente ? - gimió él, agarrándose con manos temblorosas la cabeza - ¡ Antes les sentía vagamente, pero ahora no hay nada ! ¡ No soporto este silencio !

La neharai comenzó a plantearse la posibilidad de que en aquella ocasión no se hubiese producido el milagro, y aprovechando un momento en el que Óscar le dio la espalda, cogió un pedrusco tan grande como una sandía y lo estampó en su cabeza con todas sus fuerzas. La piedra se desmenuzó, pero bastó para cumplir con su cometido, haciéndole una brecha. Intentó aprovecharse de la pequeña ventaja que había obtenido, pero Óscar logró rehacerse, poniéndose en pie y palpándose la herida, entre incrédulo y enojado.

  • Zorra traicionera, ésta me la pagas.

  • Tú eres quien va a pagarlo, insecto blasfemo - le dijo ella, poniendo por un instante los ojos en blanco. Óscar sintió cómo su aura se alteraba cuando la voluntad de Khali irrumpía finalmente en su cuerpo, invasión contra la que no tenía defensa alguna al haber perdido su telepatía.

  • ¡ Khali te ha poseído ! - fingió asustarse él, aunque en el fondo llevaba un buen rato esperando aquello.

  • En efecto, y a mí no te será tan sencillo vencerme - le aseguró la diosa por mediación de su sierva, hablándole en el mismo idioma del que se valió antes ella.

  • ¿ Qué coño dices ? - le preguntó Óscar - Si quieres que te entienda, habla en español.

  • Se me había olvidado que carecías del don de lenguas que caracteriza a los deluyrei - le dijo la diosa, cambiando al castellano ( a decir verdad no lo dominaba, pero no le era necesario, pues al estar en el cuerpo de su matriarca tenía acceso a todos sus recursos, entre ellos su capacidad de valerse de cualquier idioma ) - Menuda birria de patriarca ha hecho de ti la inútil de mi hermana, ni siquiera sabes hablar en Común.

  • No sabré hablar en Común, pero he machacado a tu sierva, y tú serás la siguiente - le picó él.

  • ¿ Realmente piensas que puedes vencer a una diosa, pobre iluso ?

  • Aunque seas una diosa estás en un cuerpo que no es el tuyo, y por tanto sujeta a sus limitaciones... que son muchas, pues si no me fallan las cuentas ya he quebrado todos los poderes que podría usar contra mí.

  • Creo que te olvidas de tres de ellos - le dijo la diosa por boca de la neharai, desplegando sus alas supernumerarias.

  • Bah, yo también tengo de eso - le recordó él, desplegando las suyas.

  • Cierto, pero de nada te servirán contra las mías - dijo ella, activando el poder de la cuarta pareja de alas y pasando al ataque.

Óscar empezó a sufrir nauseas, nublándosele la vista.

  • ¿ Qué me estás haciendo, desgraciada ?

  • Te estoy saturando de mala suerte, macho de mierda.

  • La mala suerte no marea, que yo sepa.

  • Considerando tu enorme resistencia física, la mala suerte no es capaz de cebarse en ti a través de tu entorno - le explicó Khali - Podría caerte un rayo, o tragársete la tierra, pero saldrías más o menos incólume de ello. Es por eso que te ataca desde dentro.

  • ¿ Desde... dentro ? - jadeó Óscar.

  • Todo el mundo tiene al menos un punto débil, y la mala suerte que estoy generando está encontrando los tuyos por mí. Tu magia es como una enorme y compleja máquina a la que se le acaba de atascar un pequeño engranaje, avería que en breve la dejará fuera de servicio.

  • Mal asunto, tendré que tomar medidas - le dijo él, poniendo también en marcha su cuarto par de alas.

  • No te molestes, ya es tarde para ti, y no tardarás en... ¡ eh ! ¡ Tú también tienes la capacidad de generar suerte y manipularla !

  • Por supuesto, de lo contrario difícilmente podría enfrentarme a tu sierva. Es un don que aún no he usado, y es por ello que he preferido esperar a que tú lo hicieses. Gracias por mostrarme los rudimentos de su manejo.

  • ¡ Quizá tengas esa habilidad, pero la mía es sin duda alguna más intensa !

  • ¿ Por qué debería serlo ? Hasta ahora, he superado a tu matriarca en todos los aspectos.

  • ¡ Cierto, pero tu Señora no está especializada en la suerte !

  • Por lo que sé, tú tampoco.

  • Ni falta que me hizo, implementé ese poder en mis matriarcas por medio del cetepolo de, mm... bueno, llamémosle simplemente Fortuna - Khali había estado a punto de decir el verdadero nombre de la diosa en cuestión, pero entonces recordó que en la Tierra estaba prohibido pronunciar los nombres de las auténticas deidades.

  • Algo me dice que no te lo prestó - Óscar tan sólo tenía una idea muy aproximada de lo que era un cetepolo, pero tenía que seguirle la corriente.

  • ¡ Pues claro que no, así que se lo sustraje ! ¡ Esa estúpida tuvo que crear otro ! - iba a añadir algo más, pero el cuerpo que ocupaba se convulsionó presa de un intenso, y repentino, dolor.

A unos cincuenta metros de distancia habían aparecido Hepente y Darlane, una a su derecha y otra a su izquierda ( la deluyrei se teletransportó por sus propios medios, mientras que a la ángel le teletransportó Ciríe ). Portaban un cachivache de acero al que se le había aplicado un baño de platino. Consistía en una vara de metro y medio de longitud y seis centímetros de diámetro en uno de cuyos extremos tenía un pedazo de cuarzo azulado con forma de lanza. El cristal, apresuradamente tallado, humeaba aún, y a las dos hechiceras le temblaban las piernas por el esfuerzo realizado.

  • Perdona que hayamos tardado tanto, Óscar - se disculpó Hepente, resoplando aparatosamente - Construir los artefactos nos ha llevado un buen rato.

  • ¿ Cómo osáis atacarme, hechicerillas de pacotilla ? - se enojó la diosa - ¡ Os desollaré vivas por esta afrenta !

  • Estamos agotadísimas, no creo que podamos hacer durante días ni un solo hechizo más, pero ha valido la pena - le dijo Darlane a Óscar, ignorando a la iracunda diosa.

  • ¿ Estáis seguras de que ha funcionado ? - les preguntó Óscar, que había aprovechado la distracción para disipar íntegramente la mala suerte acumulada en él.

  • Por completo - le dijo Hepente - La conciencia de Khali ha quedado atrapada en el cuerpo de la matriarca oscura, y sólo nosotras podremos liberarle.

  • ¡ No ! - gritó la diosa, intentando en vano salir de su sierva.

  • Excelente, estaba empezando a cansarme de simular que mi don de la suerte es inferior al suyo.

  • ¡ Esto no puede estar pasando ! - se quejó Khali - ¡ He caído en la trampa que me ha tendido un insulso y despreciable macho !

  • No ha sido demasiado difícil, tienes menos sesera que un mosquito - le picó nuevamente Óscar.

  • ¡ Muere, maldito, muere ya ! - gritó Khali, forzando las alas de la suerte al máximo, sin importarle lo que pudiese pasarle a la matriarca. Su intención era desencadenar una especie de apocalipsis de infortunio, gafando si era necesario todo el continente.

Con el nivel de mala ventura que pretendía alcanzar, ninguna forma de vida compleja podría vivir. Por poner tan sólo un ejemplo, los errores en la transcripción del ADN serían tan numerosos que las mutaciones resultantes serían letales por necesidad. Toda la población de Australia moriría en días, y de una forma horrible. Óscar no podía tolerar aquello, así que se dejó de sutilezas y entabló un nuevo duelo.

  • Será mejor que os marchéis, las cosas podrían ponerse un poco feas en bastantes kilómetros a la redonda - les previno a Ciríe y las demás.

  • Somos de la misma opinión, y además de poca ayuda podemos serte ya - le dijo Darlane justo antes de desaparecer las tres ( o eso creyó la neharai ).

  • Quebraré tu suerte, y serás testigo de cómo millones de humanos mueren presa del más espeluznante infortunio - le aseguró Khali, presionando cada vez más - La mala ventura les devorará vivos.

  • Quebraré la tuya, y la mía se potenciará aún más - le aseguró Óscar, añadiendo malicioso - Te doy mi palabra como hombre, y la palabra de un hombre es ley.

  • ¡ La palabra de un hombre no vale nada ! - gritó ella, perdiendo el control por culpa de la rabia ( que era justo lo que pretendía Óscar diciéndole aquello ). Forzó las alas de la suerte mucho más de lo recomendable... inutilizándolas.

  • Y ya van diez - le dijo alegremente Óscar - Sólo te quedan dos poderes ofensivos.

  • ¿ Cómo puedes haberme vencido ? ¡ Agoté por completo el cetepolo de Fortuna para otorgar a mis matriarcas el poder de su cuarto par de alas ! ¡ No dejé en él ni una brizna de energía !

  • Puede, pero, como tú misma has dicho, Fortuna creó otro.

  • ¿ Se lo prestó a L... a Afrodita ? - se asombró ella ( poco le faltó para decir el verdadero nombre de su hermana, pero una vez más se corrigió a tiempo ).

  • ¿ Tú que crees ?

  • Si se lo hubiese prestado, le habría tenido que contar para qué lo quería, y al enterarse de que fui yo quien le robó el original se habría armado la marimorena, sobre todo cuando se lo contase a dos que yo me sé.

  • El aberrante odio que sientes hacia los hombres ha podrido tu cerebro, pero juraría que aún te queda una chispa de discernimiento - le dijo Óscar.

  • Muy halagador - ironizó fríamente ella, percatándose de que las alas de la fortuna de Óscar se habían desintegrado por completo. Era evidente que no le iban a renacer, así que le dijo, sonriéndole con malevolencia

  • Quizá debieras echarte un vistazo a la espalda, te espera una desagradable sorpresa.

  • Vaya, parece que se me han averiado irreversiblemente - dijo él tras hacer como que averiguaba de qué le estaba hablando.

  • Así que mi amada hermana siguió mis pasos, robándole a Fortuna su nuevo cetepolo - razonó en voz alta Khali - Esa es una muy buena noticia: si se sabe de mi falta también se sabrá de la suya, así que deberá callarse. ¿ Cómo se habrá enterado ?

  • Eres una chapucera, por lo visto dejaste un montón de pruebas.

  • Basta ya de charla - terció ella, molesta - Aún me quedan dos poderes, y te puedo asegurar que no son cosa de broma. Ante ellos, nada podrás hacer.

  • ¿ De qué me suena eso ? Anda, déjate de bufonadas y haz algo útil: tengo los pies llenos de arena, póstrate ante mí y límpiamelos con la lengua.

  • ¡ Machista prepotente, te transformaré en una cucaracha y te aplastaré ! - le amenazó ella, poniendo en marcha el quinto par de alas ( ¡ qué fácil era manipularle a través de su desmedido, e injustificado, orgullo ! ).

Óscar comenzó a sentir inquietantes y nocivas alteraciones en su cuerpo, pero las anuló con premura por medio de su quinto par de alas. Al igual que las de la matriarca, con ellas podía alterarse la realidad ( a pequeña escala, se entiende ).

  • ¡ No me lo puedo creer ! ¡ Afrodita también se ha hecho con el nuevo cetepolo de Zeus !

  • ¿ Qué te parece si te transformo en una mugrienta almeja de, pongamos por caso, cien kilos ? - le propuso con aire casual Óscar - Diría que es un excelente castigo para una despreciable feminista como tú. Me aseguraría de que la neharai conservase la inmortalidad, y ambas os pasarías el resto de la eternidad en un acuario ( no os preocupéis, os visitaría de vez en cuando, e incluso os echaría cacahuetes y algún que otro plátano: sí, ya sé que eso es lo que se les suele echar a los monos, pero no pienso molestarme en averiguar qué cojones comen las almejas ).

  • ¡ Antes le obligaría a matarse, y al hacerlo mi conciencia quedaría libre, regresando a mi ser !

  • Tomaré las medidas que crea oportunas para impedir que se pueda suicidar - le dijo él, comenzando a concentrar su poder alterador de la realidad sobre la matriarca.

A Khali no le quedó más remedio que resistirse con todas sus fuerzas, y su sierva se quedó sin otro de sus dones. A Óscar también se le quebró, y al parecer tampoco iba a renacerle.

  • Ya sólo dispongo del sexto par de alas, pero me basta para derrotarte - le dijo cansina, pero con sombría convicción, ella.

  • Pareces haber olvidado que yo también las tengo.

  • Te puedo asegurar que no lo he olvidado, y a estas alturas no me extrañaría que Afrodita le hubiese birlado su nuevo cetepolo a C... mm... en fin, llamémosle Maat, que es el apodo que ha elegido mi sierva para el dios de la Justicia.

  • Cuando se entere de que esa retrasada mental se ha estado refiriendo a él por el nombre de una falsa diosa ( egipcia, creo que era ), se va a coger un buen mosqueo.

  • Que le zurzan. Debería ceder su puesto a una mujer, pues sólo una mujer puede hacer auténtica justicia.

  • ¿ Justicia, una mujer ? - se mofó Óscar - La verdadera justicia sólo puede emanar de un hombre... o de mi Señora Afrodita.

  • En mucha estima tienes tú a esa mala pécora. Dándoselas siempre de santurrona, y resulta que en el fondo es una vulgar ladrona.

  • ¿ Acaso tú no lo eres ?

  • ¡ Yo únicamente tomé lo que necesitaba para hacer mi voluntad, eso es todo !

  • Curiosa forma de ver las cosas tienes. Imagino que tampoco te avergonzarás de haber corrompido a aquellas pobres deluyrei a fin de crear a las neharai ( si es que a eso se le puede llamar crear, claro, cosa muy dudable ).

  • ¡ Ellas sólo eran materia prima ! ¿ Para qué molestarme en intentar duplicar la obra de mi hermana, si podía hacerla mía, e incluso mejorarla ?

  • ¿ Mejorarla ? Pero, ¡ si todo el mundo sabe que las neharai son inferiores a los deluyrei ! ¡ Peor aún, padecen las debilidades con las que Zeus tan justamente te castigó !

  • ¡ Ese cretino pagará algún día por ello ! ¡ Además, los poderes de las alas supernumerarias de mis matriarcas superan con creces los que implantó Afrodita en las alas de las suyas !

  • Quizá, pero eso no tiene mérito alguno, pues no proceden de ti. Afrodita se molestó en individualizar a sus matriarcas en ese aspecto, lo cual me parece muy original por su parte, mientras que tú te conformaste con hacerlas todas iguales... basándote para colmo en unos dones robados. Eres una maldita chapucera, nada de lo que has hecho tiene mérito alguno.

  • ¡ Yo creé a los vampiros, una de las razas más poderosas !

  • Creaste a una, probablemente de pura casualidad, y te valiste de un mago para dotarle de la capacidad de replicar su esencia en otros... lo que a mi entender les priva del estatus de raza, ya que no son más que el resultado de una especie de infección metafísica. Oh, y puede que sean poderosos, pero sólo de comparárseles con humanos, e incluso los humanos les han mantenido a raya en multitud de ocasiones. ¿ Algún otro logro ?

  • ¡ Desde luego ! ¡ Se dice que los deluyrei sois incorruptibles, pero yo logré pervertir a algunas !

  • De eso ya hemos hablado.

  • Cierto, pero aún ignoras el ingenioso procedimiento del que me valí para debilitar su fe en el credo de Afrodita.

  • Sorpréndeme - le retó Óscar.

  • A veces las deluyrei procrean con humanos, sobre todo si les aman lo suficiente. Pues bien, localicé a algunas humanas que acababan de ser preñadas por una deluyrei y me aseguré de que varios hombres les secuestrasen, haciéndoles pasar por mil tormentos para finalmente matarles. No dejé el menor rastro de mi intervención, así que sus amadas supusieron que aquellos tipos habían hecho todo aquello por pura crueldad. Fue un magnífico sistema para predisponerles en contra del género masculino, ¿ no crees ?

  • Me das asco, pero reconozco que estuviste inspirada - le animó a seguir Óscar.

  • Ya lo creo que lo estuve - se jactó ella - A algunas de las deluyrei les dolió tanto la muerte de su novia humana y de su hija no nata que se tomaron la justicia por su mano, sin molestarse en averiguar los motivos que impulsaron a aquellos cerdos a hacer lo que hicieron. Una vez sembré la duda y el odio en sus mentes, todo fue mucho más sencillo.

  • ¿ Significa eso que no tuviste necesidad de capturarles para hacerles tuyas, tal y como se dice ? ¿ Acaso se entregaron por su propia voluntad a ti ?

  • En absoluto - rió la diosa - Las pruebasirrefutables que les di de la maldad de los machos no bastaron para que se pasasen a mi bando, pero facilitaron su conversión, que realicé a base de reiterados lavados de cerebro. Aún así, de las treinta y ocho que dieron el fatídico paso de asesinar a cuanto menos uno de los verdugos de sus novias ( que fueron las únicas que me molesté en secuestrar ), sólo seis me aceptaron como su maestra y, a no mucho tardar, como su diosa. No bien se sometieron a mí les modifiqué, convirtiéndoles en lo que ahora son.

  • ¿ Qué pasó con las que te rechazaron ?

  • Terminaron deduciendo lo ocurrido, así que les maté.

  • ¿ Cómo es que sus almas no comparecieron ante Afrodita para ponerle al corriente de lo ocurrido ? ¿ Acaso las encerraste en el negro corazón de tu reino ?

  • No quise correr el riesgo de que pudiesen ser halladas en mis manos, así que se me ocurrió algo mucho mejor.

  • ¿ El qué ?

  • ¡ Las vinculé a este mundo ! Más aún, logré introducirles en un bucle de reencarnación indefinida, de ese modo jamás podrán irle con el cuento a Afrodita. Así fue también cómo me deshice de las almas de las humanas que asesiné, además de las de sus hijas no natas.

  • ¿ Recuerdan sus vidas pasadas ?

  • No, y tampoco deberían recordar las siguientes.

  • Y, ¿ qué me dices de las seis a las que lograste convertir en siervas tuyas ? ¿ Les ocultaste quién fue la auténtica responsable del trágico fin de sus amadas, o una vez fueron por completo tuyas se lo dijiste ?

  • ¿ Me tomas por imbécil ? ¡ Si se lo hubiese dicho, les habría perdido para siempre !

  • En ese caso, diría que acabas de perder a una.

  • ¿ La inútil cuyo cuerpo ahora ocupo ? Me trae sin cuidado, porque va a morir, junto a ti y buena parte de la población de este continente.

  • ¿ Cómo pretendes hacer algo así ?

  • El poder del sexto par de alas de mis matriarcas, cortesía de mi querido colega C... ( perdón, quería decir Maat ), consiste en alterar, por supuesto en un radio limitado, las leyes naturales. Con ellas, se pueden modificar momentáneamente los valores de una gran cantidad de constantes físicas.

  • Todo eso está muy bien, pero, como tú misma has dicho, su alcance es relativamente moderado, y te recuerdo que estamos en un lugar bastante solitario. Nada de lo que podamos hacer aquí debería afectar a los habitantes de las poblaciones más cercanas.

  • No directamente, eso seguro, pero sí indirectamente, como pronto averiguarás - le dijo ella, empezando a alterar un par de constantes físicas muy concretas varias decenas de metros por encima de ambos.

Khali estaba aumentando tanto la intensidad de la fuerza nuclear fuerte como su radio de acción. La fuerza nuclear fuerte es lo que permite a los núcleos atómicos permanecer unidos pese a la repulsión electrostática de los protones. Su radio de acción es pequeñísimo, principal motivo por el que la fusión nuclear es tan difícil de llevar a cabo: para que dos núcleos se puedan fusionar es preciso acercarles muchísimo, venciendo para ello la intensa repulsión que se produce entre ambos ( cosa que se consigue haciendo que choquen moviéndose a enormes velocidades, fenómeno relativamente común en los plasmas, sobre todo si están lo suficientemente calientes y son lo suficientemente densos ).

Pues bien, si la fuerza nuclear fuerte actuase a la distancia a la que se encuentran los núcleos dentro de una molécula, éstos se fusionarían sin más. No precisarían de energía cinética alguna para vencer la barrera electrostática, así que la fusión se produciría a temperatura ambiente.

En resumen, la maligna diosa estaba haciendo del aire que había sobre ellos la bomba atómica más poderosa jamás detonada en la Tierra ( además de la más exótica ). No era algo que acabase de ocurrírsele. En cierta ocasión, una de sus matriarcas se había valido de aquella artimaña para acabar con unos esbirros del Señor de los Infiernos que pretendían llevarle ante Él para que respondiese por ciertas ofensas ( huelga decir que murió en el proceso, pero renació en una de sus descendientes... cosa que, por algún motivo, le llevó mucho más tiempo del habitual ). Había tenido presente en todo momento aquella opción, pero prefirió reservarla para cuando ya no le quedasen alternativas: pues bien, ese momento había llegado.

Según sus cálculos, la energía liberada bastaría para arrasar media Australia. Óscar podría haberse limitado a huir, pero Khali sabía que no lo haría: cualquier deluyrei haría lo posible para evitar aquella catástrofe, aún a costa de su vida. El patriarca iba a morir intentando salvar a gente que no conocía, y para colmo sin posibilidad de renacer ( no había dejado de darle vueltas a lo que Ciríe le dijo antes. Era incapaz de encontrarle explicación, pero no se iba a quejar de ello ).

El patriarca no le decepcionó, oponiéndose con todas sus fuerzas a aquella atroz acción, pero Khali le llevaba mucha ventaja. El aire sobre ellos se empezó a calentar como consecuencia de las primeras fusiones, las cuales por fortuna aún no tenían lugar entre los átomos que componían las moléculas ( caso en el que habrían sido generalizadas, no estando ya allí ninguno de ellos para contarlo ), si no de los ocasionales encuentros entre núcleos libres. La energía liberada ionizó el aire, y la ionización aumento el ritmo al que tenía lugar la fusión.

¡ Estaba a punto de conseguirlo ! El último par de alas de la neharai estaba al límite, a aquel ritmo pronto quedaría inutilizado, pero sólo necesitaba aguantar un poco más y habría vencido. El aire comenzó a iluminarse, y el olor a ozono era casi asfixiante. La reacción estaba alcanzando el punto a partir del cual ya no podría ser detenida... pero no lo hizo, pues en el momento crítico se quebró el poder del que se estaba valiendo para desencadenarla. El holocausto nuclear con el que pretendía deshacerse de Óscar, quedando de paso libre, no tuvo lugar.

  • ¡ No es justo, la victoria era mía ! - berreó Khali, frustrada.

  • Nada más lejos de la realidad - le dijo Óscar, dándose la espalda... de la que le salían cinco pares de alas, seis con el que le estaba renaciendo en aquel instante.

  • Pero, ¡ yo vi cómo se te desprendían !

  • Tú solo viste lo que yo quise que vieras, gracias a mi nueva y mejorada telepatía.

  • ¡ No la perdiste !

  • Sí que la perdí, pero sólo durante unos segundos, que fue lo que tardó en renacerme. Mi interpretación fue inmejorable, ¿ no crees ? Por cierto, no me hiciste ningún daño con aquella piedra, pues alteré las percepciones de tu matriarca, haciéndole creer que me golpeaba con todas sus ganas cuando en realidad apenas se estaba esforzando.

  • Pero, ¡ si se destrozó ! Además, te sangraba la cabeza...

  • La rompí yo mismo, por medio de una disimulada ráfaga vibratoria. En cuanto a lo que tú tomaste como sangre, no era más que un poco de tomate frito que Sarigza amablemente me trajo de casa.

  • ¿ Cómo es que no le vi echártelo por encima ? ¿ Es más, cómo es que a mí me olía a sangre ?

  • Nos valimos de nuestra renacida telepatía para perturbar a placer tus sentidos - le dijo Ciríe, que en realidad no se había ido ( ninguna lo hizo, más aún, Hedelia y Sarigza también estaban presentes ).

  • ¡ No huele a ozono ! - se percató Khali, alzando la vista sólo para descubrir que el aire sobre ella había sido retirado.

  • Claro que no - le dijo Óscar - No ha habido reacciones nucleares, me valí de mis alas-V para apartar el aire en la zona donde estabas alterando la fuerza nuclear fuerte, haciendo un vacío casi total ( no te puedes ni imaginar lo versátiles que son ahora ). Es una pena que no hubiese materia a fusionar donde creías que la había, ¿ verdad ?

  • ¡ He perdido otro de mis poderes para nada !

  • En efecto - concedió él, permitiendo que el aire volviese a ocupar su lugar ( lo hizo paulatinamente, pues no quería que la implosión resultante se dejase sentir en las poblaciones más cercanas.. cosa bastante probable considerando el volumen desalojado, que era del orden de varios millones de metros cúbicos ).

  • Oh, y Begoña no disparó a nadie, sigue paralizada - le dijo Darlane, también presente y en absoluto cansada ( si le hicieron creer a Khali que tanto ella como Hepente ya no podrían hacer hechizos en cierto tiempo fue para darle falsas esperanzas ).

  • Pero, el alivio que capté de la mente de Óscar cuando volvió...

  • Lo que en realidad sentía era satisfacción, pero logré disfrazarla de alivio.

  • ¡ Tramposos ! - rezongó la diosa, llena de rabia.

  • ¿ No quieres saber para qué te hicimos creer que Alicia había sido asesinada ? - le preguntó la ángel.

  • ¿ Qué importancia puede tener eso ahora ? - dijo ella, con amargura.

  • Tuvimos varios motivos - le dijo Hedelia - Uno de ellos fue hacerte pensar en la posibilidad de curarte a ti misma, pudiendo así prolongar un poco más la batalla.

  • También lo hicimos para poder explicarle a Óscar cómo podría quebrar tu don metamórfico - añadió Ciríe.

  • Y también para sugerirle cómo podría quebrar tu telepatía ( aunque de todos modos ya lo había deducido ) - agregó Hepente.

  • Pero si me ausenté, ante todo, fue para atender a cierta visita - concluyó Óscar.

  • ¿ Qué visita ? - inquirió ella, confusa.

  • Nosotros, hermanita - le dijo Sarigza. Su cuerpo había sido ocupado por la esencia de Afrodita, hecho que hasta aquel preciso instante le habían estado ocultando entre todos ( no les fue muy difícil ).

  • ¿ Luyrile ? - se horrorizó Khali, usando sin darse cuenta su auténtico nombre - ¿ Qué haces aquí ?

  • Pues lo mismo que los demás, o sea, asistir a tu caída definitiva - le dijo la diosa de la Venganza ( la matriarca oscura solía llamarle Némesis ).

Su consciencia ocupaba el cuerpo de Darlane: además de ella, se habían presentado la diosa de la Fortuna ( que ocupó el cuerpo de Hepente ), el dios de la Justicia ( que ocupó el cuerpo de Hedelia ), el Rey de los dioses y el Señor de los infiernos ( ambos compartían el cuerpo de Ciríe ).

  • ¡ No, no, no ! - gimió Khali.

  • Ha sido muy amable por tu parte confesar tus peores crímenes ante nosotros - le dijo aquel que en la Tierra solía ser conocido como Zeus - Luyrile siempre mantuvo que habías emponzoñado su obra, pero la ausencia de pruebas me impidió actuar en consecuencia. Desde este momento, decreto que nadie te preste su apoyo. Lo que quiera hacerte tu hermana es asunto suyo, aunque espero que deje algún pedazo de ti cuando haya acabado de ajustar cuentas contigo, pues tienes que responder por lo que robaste.

  • ¡ Luyrile también robó tu cetepolo ! - se defendió Khali.

  • No, no lo hizo, y tampoco robó el nuestro - le dijo el dios de la Justicia, hablando en su nombre y en el de la diosa Fortuna.

  • Todo parece indicar que ha sido el Espíritu de la Tierra quien ha propiciado el renacer de Óscar como el único de los patriarcas deluyrei

  • dijo Zeus.

  • Tu matriarca era como una infección para este mundo, y su Espíritu ha decidido tomar medidas para erradicarla de una vez por todas - continuó Luyrile - Aún no sabemos muy bien cómo logró transustanciar a Óscar pero, en vista del excelente resultado, poco importa.

  • Apreciaba profundamente a uno de los tipos que tu matriarca asesinó cuando provocó aquella explosión, pagarás muy caro su muerte - le aseguró a Khali aquel que en la Tierra solía ser llamado Hades - Y no creas que voy a pasar por alto las restantes consecuencias de su miserable acto: ¡ casi ciento veinte millones de personas murieron por su culpa, y sabes lo mucho que detesto que la gente muera antes de que les llegue su hora ! ¡ Es completamente antinatural, por no hablar del trabajo extra que me supone ! Mis funcionarios quedaron desbordados, tuve que aumentar mi plantilla para gestionar todos aquellos óbitos de más, y aún así tardaron años en ponerse al día.

  • Liberadle, por el momento no tenemos nada más que decirle - les ordenó Zeus a Hepente y a Darlane ( fue entonces cuando se percató Khali de la auténtica naturaleza de las armas que habían usado contra ella para apresarle en el cuerpo de su matriarca: ¡ no eran si no un par de roñosas escobas en absoluto encantadas, hasta en eso le habían chuleado ! La magia con la que le habían atacado en realidad provenía de las hechiceras, significativamente amplificada gracias a las diosas cuyos cuerpos habían ocupado ).

  • Esperad, antes de que se vaya creo que debería humillarse ante su hermana - les dijo el dios de la Justicia.

  • ¿ Cuál de ellas ? - bromeó Hades ( casualmente, todas las diosas presentes eran hermanas de Khali ).

  • Que empiece por Luyrile, ya se humillará ante nosotras - dijo la diosa de la Venganza.

  • Sea, pues - sentenció Zeus.

  • De eso ni hablar - se rebeló Khali.

  • No voy a tolerar más insubordinaciones - le dijo Zeus - No te hablo únicamente en mi nombre, lo hago en el de todos los presentes. Humíllate ante tu hermana ahora mismo.

  • ¿ Qué pretendes hacerme si me niego ? - se envalentonó ella

  • La deluyrei de cuyo cuerpo has tomado posesión es muy inferior a mi matriarca.

  • Quizá lo fuera antes de cometer el error de enfrentarse a Óscar, pero ahora desde luego no lo es - le recordó Hades.

  • Me da igual, no voy a humillarme ante Luyrile.

  • Lo harás, y vete acostumbrando, pues a partir de ahora va a ser una de tus actividades más comunes - le aseguró Zeus, usando la potenciadísima telepatía de Ciríe para obligar a la matriarca a agacharse.

  • No me hagas esto - lloriqueó Khali, ya a cuatro patas - No delante de los demás...

  • Estoy harto de tus quejas - le regañó el Rey de los dioses, silenciándole y preguntándole a Luyrile - ¿ Deseas algo en especial ?

  • Sorpréndeme, mi señor.

Khali se arrastró hacia Luyrile y se hizo crecer una tranca, restregándola sumisa contra sus pies mientras besaba sus muslos, cada vez más cerca de su sexo ( la capacidad de metasexuarse estaba fuertemente ligada al don metamórfico, pero para ser estrictos no eran lo mismo, de ahí que aún la conservase, aunque un tanto atenuada ).

  • Me someto a ti como macho, a los que tanto desprecio - le dijo Khali, empezando a adorarle el sexo - Bajo el badajo que me he puesto aún tengo coño, y está intacto. Desvírgame con el pie si así lo deseas, para mí será un infinito honor.

  • Un honor que no te mereces. Dame placer, miserable zorra, y no se te ocurra correrte.

  • No lo haré.

  • Oh, y abre la boca, me apetece que te comas un rico gargajo

  • le ordenó Luyrile.

  • Gracias, hermana...

Estuvo jugando con ella durante unos minutos, y los dioses comenzaron a excitarse con la escena ( al igual que sus anfitrionas ). La primera en tomar medidas fue Némesis, llevándose la mano a la entrepierna para masturbarse... no sin antes pedirle permiso a Darlane, que accedió de muy buen grado. Poco después, el único que no se estaba pajeando era Óscar, y Luyrile le preguntó:

  • ¿ Tú no te masturbas, querido ?

  • Ganas no me faltan, pues ver como sometes a esa bestia impía es delicioso, pero no quisiera quedar mal ante tus colegas ( si Óscar le trataba de tú era porque sabía que ella quería que lo hiciese ).

  • No seas tonto y machácatela, algo así no se ve todos los días - le animó Hades, que estaba hurgándose con una mano el ojal mientras se acariciaba la vulva con la otra ( lo hacía con suma habilidad, no en vano a veces le daba por ocupar el cuerpo de alguno de sus sacerdotes, tanto varones como hembras, para fornicar con sus fieles más queridos ).

  • Mm, realmente sabéis cómo tratar a una dama - le dijo Ciríe, dejándose hacer.

  • Práctica no me falta - le quitó importancia él, llevándose las manos a la boca para catar sus secreciones - Vaya, tus jugos íntimos están muy ricos.

  • Gracias...

  • ¿ Te gusta que me masturbe usando tu cuerpo ?

  • Sabéis de sobra la respuesta.

  • Deja de sobar a Ciríe, que yo también quiero hacerle algunas cosillas - le dijo Zeus a Hades, asumiendo un mayor control del cuerpo de la deluyrei - Encárgate tú de esa puerca.

  • Con mucho gusto - le dijo Hades, relevándole.

  • Dame tu culo, hermana, deseo adorártelo - le suplicó Khali a Luyrile por orden del Señor de los infiernos.

  • Tus deseos desde ahora nada importan, pero el caso es que me apetece que me lo comas, así que ahí lo tienes - le dijo ella, dándose la vuelta y lanzándole un beso a Hades.

Óscar comenzó a masturbarse, y Némesis se le acercó, valiéndose del mágico tatuaje de Darlane para alzar su rotundo e insaciable miembro.

  • ¿ Qué vas a hacer ?

  • Dame tu culo, Óscar, voy a tomarlo... si no te importa, claro.

  • ¿ Es esto alguna clase de venganza ? - bromeó él, dejándose empalar.

  • Graciosillo - rió la diosa, comenzando a bombear ( se abrazó a su tronco, posando los pechos, o más concretamente los de Darlane, en su espalda ).

  • No podemos permitir que ese cacho porra se quede sin su racióndediosa

  • dijo Fortuna, dirigiéndose a ambos.

  • ¿ Qué nos propones, hermanita ? - le preguntó Némesis.

  • Atravesarme con ella - le dijo ella, ya de espaldas a Óscar... cuyo vástago asió, metiéndoselo por el recto ( sabía que su anfitriona quería preservar su virgo para ofrecérselo a Óscar cuando terminase de desarrollarse, y respetó su deseo ).

  • Uf, me siento realmente afortunado.

  • Vaya, parece que nos ha salido bromista - dijo ella, divertida - Anda, agárrame de los pechos y masajéamelos con vigor.

  • Con mucho gusto - gimió él, poniéndose manos a la obra - Mm, estoy emparedado por dos diosas, qué delicia.

  • Nosotras también lo estamos pasando muy bien, al igual que las nobles hembras cuyos cuerpos poseemos - le aseguró Némesis.

  • Me da apuro que vosotras estéis gozando sólo por un sitio mientras que yo lo hago por dos - les dijo Óscar.

  • ¿ Cómo vas a solucionarlo ? - le preguntó mimosa Fortuna, sin dejar de moverse ( las dos diosas querían llevar el ritmo, de modo que Óscar se había quedado quieto ).

  • Me floreceré un poquito - repuso él, haciéndose crecer por todo el cuerpo pequeños y elásticos brotes con los que estimuló a las diosas.

  • No está nada mal - suspiró Némesis tras recibir en el recto un buen tallo - Grande, rugoso, y sin embargo suave.

  • ¿ Qué pasa conmigo ? - se hizo la ofendida Fortuna, abriendo invitadora la boca.

  • Perdona, aquí tienes tu ración - se disculpó jocosamente Óscar, invadiendo su esófago con otro de aquellos tallos.

El patriarca puso a sus enredaderas en pilotoautomático y manifestó bocas en las manos, valiéndose de ellas para succionar los pechos de Fortuna. Los de Némesis no se quedaron ociosos, pues los traviesos brotes daban cuenta de ellos ( también se ocuparon de la chorreante vulva de Fortuna ). Por su parte, Luyrile no tardó en obtener un excelente orgasmo rectal ( Khali, por orden de Hades, se estaba aplicando a fondo ), y entonces le dijo a Óscar:

  • ¿ Necesitas ayuda con mis hermanas ? Son bastante exigentes, sé muy bien de qué me hablo...

  • No necesita ninguna ayuda, se está portando como un campeón

  • salió en su defensa Némesis, acariciándole con una mano los genitales sin dejar por ello de bombear.

  • ¿ Te lo haces habitualmente con ellas, mi Señora ? - le preguntó Óscar.

  • Naturalmente, de hecho me tiro con bastante asiduidad a todos los dioses benignos ( con los pocos que no lo son, como por ejemplo esta degenerada, sólo mantengo relaciones carnales si acceden a ser mis esclavos durante el transcurso de las mismas, privilegio que únicamente les concedo cuando me siento especialmente magnánima ). ¿ A qué se debe tu sorpresa ?

  • Me resulta chocante la idea de que los dioses mantengan relaciones incestuosas, eso es todo.

  • No tiene nada de extraño - le dijo vibratoriamente Fortuna

  • En realidad, incluso en vuestras absurdas pero divertidas mitologías es algo bastante común. Rara es la deidad que no se ha tirado a algún familiar, desposándose e incluso procreado con él.

  • Tienes razón, no había caído en ello...

  • En vista de que os las podéis arreglar sin mi ayuda, creo que voy a joder un poquito con tres que yo me sé - les dijo Luyrile, señalando despectivamente a Khali y diciéndole a Óscar - ¿ Serías tan amable de proporcionarnos una estera, cariño ?

  • ¿ Quieres que transmute a tu hermana en una alfombra ?

  • Eso es.

  • ¿ No les mataría eso, cuánto menos a la neharai ?

  • Qué va - le dijo Zeus - Tan sólo imagínate a la puerca esa transformada en una alfombra, pero pese a ello aún viva, y así será.

Óscar, que aún no había desvanecido el quinto par de alas, enfocó su poder alterador de la realidad sobre la matriarca oscura ( ella también había trasmutado a algunos de los pobres desgraciados que se habían cruzado en su camino en todo tipo de entes, tanto animados como inanimados: pues bien, había llegado el momento de que supiese qué se sentía ). Le convirtió en una mullida alfombra de algo más de tres metros de ancho por casi cinco de largo.

Era muy suave, de tacto cálido, y estaba orlada con vistosos motivos que indicaban dónde estaban las diferentes partes de su cuerpo, órganos incluidos ( sus cabellos fueron trenzados y adecuadamente repartidos por todo el perímetro, haciendo de flecos ).

Todos se subieron en ella, produciéndole enormes molestias ( aderezadas con sutiles toques de dolor, pues ninguno se cohibió de posar sus pies en los lugares más críticos: ojos, cerebro, tripas, genitales, vejiga, pulmones, corazones... ). Por desgracia para ella, el género con el que estaba constituida era excepcionalmente resistente, de modo que no sufriría daños físicos significativos ( ni la esperanza de una muerte accidental le quedaba ).

Luyrile se emparejó con los restantes dioses, y Óscar continuó con Némesis y Fortuna. El patriarca no alteró su posición ( ni falta que le hacía ). En cuanto a Luyrile, se había tumbado sobre el dios de la Justicia, haciendo un sesenta y nueve con él: Zeus y Hades habían acomodado a Ciríe de rodillas ante la cara de Luyrile, por lo que la diosa podía alternar sus atenciones entre ésta y Hedelia ( no sólo usaba la boca y la lengua, también se valía de las manos ).

Podrían haber seguido fornicando hasta que se hiciese de noche, pero los dioses tenían asuntos que atender, así que se dieron por satisfechos pasado un cuarto de hora. Cuando se separaron, aún sobre la alfombra, Zeus les dijo a Fortuna y a Némesis:

  • Bien, ahora sí que podéis liberar a la felona.

  • Espera que recojamos las poderosas armas de las que nos valimos para apresarle - le rogó Fortuna, yendo a por las escobas que en su momento Khali percibiera como artefactos mágicos ( yacían olvidadas en el suelo, no muy lejos de allí ).

  • Como gracia estuvo muy bien, pero no precisáis de ellas para desvincularle del cuerpo de su matriarca - les dijo el dios de la Justicia, quitándose de encima de la alfombra ( los demás le imitaron ).

  • Quizá no, pero se ha quedado llena de arena y eso no podemos permitirlo, así que vamos a sacudirle - se justificó Fortuna, tendiendo una de las escobas a Némesis y comenzando ambas a apalear con esmero la sufrida estera.

  • Tiene una mota en ese ojo, quitádsela - les dijo travieso Hades, señalándolo.

  • No os olvidéis del trasero, mirad que guarro lo tiene - les dijo Luyrile.

  • Pues anda que el cerebro... - añadió Zeus.

  • Yo creía que en su caso eran lo mismo - bromeó Némesis, sin dejar de atizar con su escoba a la neharai.

Cuando dieron por terminada la operación, le tendieron las escobas a Óscar ( para futuros usos, se entiende ), y liberaron a Khali, que abandonó presurosa el cuerpo de su matriarca ( si es que a aquella magullada alfombra se le podía llamar cuerpo ).

  • Si se me permite opinar... - comenzó Óscar, prosiguiendo tras el casi imperceptible cabeceo afirmativo del rey de los dioses - La idea de dejar a esa tiparraca libre no llega a gustarme.

  • Nada temas por tu mundo, patriarca de los deluyrei y rey de todas sus reinas. Es una cobarde, por la cuenta que le trae no osará volver a intervenir en la Tierra...

  • Pero, ¿ no podría refugiarse en su reino ?

  • Eso es justo lo que tiene que estar haciendo en este momento - le dijo Luyrile - No te preocupes, me encargaré en persona de devastar su miserable y decrépito reino... que, una vez haya purgado, posiblemente saque a subasta.

  • ¿ Cómo decís, mi señora ? - se asombró Sarigza, usando por vez primera desde que había sido poseída por la diosa sus propios labios.

  • Era una broma, querida. Lo que haré será fragmentarlo y repartir los pedazos entre mis más fieles súbditos.

  • Ahí os quedáis, hay maleantes a los que debo martirizar - les dijo Hades, abandonando el cuerpo de Ciríe - Por cierto, Óscar, magnífico trabajo...

  • Gracias, señor.

  • Yo también me largo, siento cómo en algún lugar alguien clama justa venganza - les dijo Némesis, guiñando un ojo al dios de la Justicia antes de dejar el cuerpo de Darlane.

  • Creo que será mejor que le siga, no quisiera que se extralimitase tras tantas emociones - les dijo él, despidiéndose de Óscar con una cortés inclinación de cabeza.

  • Alguien es presa de la desgracia e implora mi ayuda - dijo Fortuna, imitando a su colega.

  • Antes de irme, y como muestra de agradecimiento por haber desenmascarado definitivamente a esa víbora, os voy a conceder un privilegio nada frecuente - les dijo Zeus a los deluyrei.

  • ¿ Cuál, Señor ? - inquirió Hepente.

  • Desde ahora, se podrá usar el auténtico nombre de vuestra diosa en este mundo.

  • Muchísimas gracias, Señor, estábamos hartas de llamarle Afrodita - le dijo Hedelia.

  • Ya me lo imaginaba. Y ahora, dado que mi presencia ya no es necesaria aquí, retornaré a mi Reino - dijo él, yéndose también ( con lo que Ciríe quedó completamente liberada ).

  • Ha sido un placer conocerte, Óscar - le dijo Luyrile, besándole con ternura.

  • Lo mismo digo.

  • Gracias por resucitar a mis amadas hijas.

  • No hay de qué, y pienso hacer lo mismo con las demás.

  • Aprovecharé que te tengo a mano para activar por completo tu don de lenguas - le dijo ella, posando las yemas de sus índices en la frente del patriarca, que sintió un breve cosquilleo.

  • Muchas gracias, mi Diosa, sospecho que me será muy útil.

  • Es una lástima que todo esto haya sido tan precipitado, de haber contado con más tiempo habríamos podido jugar un ratito - le dijo ella, agitándole con ternura el miembro.

  • Si lo deseas, podemos... - comenzó Óscar.

  • No, cariño, ahora no - le dijo Luyrile, posando los dedos en sus labios - De verdad que no puedo, he de partir con premura. Un día de éstos nos daremos un buen revolcón, tienes mi palabra.

  • Esperaré el momento con impaciencia.

  • Lo sé, yo también - le susurró ella al oído, dándole una palmada en el trasero y dirigiéndose a sus restantes siervas. Abrazó y besó a todas, tras lo que les dijo - Me tengo que ir ya, hijas mías, mantenedme informada.

  • Lo haremos, mi Señora - le aseguró Ciríe, y Luyrile les dejó, no sin antes dedicarles una última sonrisa con los labios de Sarigza.

  • Supongo que es hora de regresar - dijo Óscar, alzando la alfombra de una patada para recogerla con la mano libre ( las escobas las asía con la otra ).

Se presentaron sin más demoras en la sala donde la matriarca había sacrificado a Andrés. El altar ya estaba vacío, pues al joven le habían acomodado en uno de los bancos no bien Fasme, que fue la que se encargó de él, le reimplantó los testículos. Óscar dejó a su enemiga sobre la nefanda piedra, devolviéndole su forma habitual aunque inutilizando sus brazos ( se los dejó cruzados en su espalda, fundidos entre sí: ahora que volvía a ser una neharai, su capacidad para sobreponerse a todo tipo de trastornos terminaría deshaciendo aquella alteración, pero le llevaría días...a menos que bebiese de su propia leche, claro, caso en el que retornaría a la normalidad en horas ).

Las deluyrei no sólo habían curado las heridas de los esclavos que habían asistido a la ceremonia, también habían atendido a los que había en las mazmorras anexas, llevándoles a la sala para sentarles junto a los demás. En cuanto a Alicia y compañía, las sobrinas de Ciríe les trajeron no bien Óscar partió hacia Australia.

Para disgusto de la neharai, todos los presentes habían tenido ocasión de seguir la batalla que tan fatídico resultado había tenido para ella gracias a un dispositivo de visión pretérita que Hepente había creado para Hedelia tiempo atrás.

Se trataba de una esfera, de unos dieciocho centímetros de diámetro, hecha de una madera tan exótica que incluso en los mundos de la magia era difícil de conseguir. De todas las cualidades que tenía, sin duda la más llamativa era su casi total transparencia. Podían apreciarse fácilmente las difusas pero intrincadas vetitas que había dentro, detalle que confería a los objetos que se manufacturaban con ella una gran vistosidad. Se trataba de una madera relativamente densa, si bien menos de lo que a simple vista parecía ( la gente tendía a creer que era vidrio, de ahí la confusión ), y su dureza era excepcional, contando con un tacto sutilmente aceitoso.

La esfera descansaba en un soporte hecho con seis arcos de hierro. Estaban soldados de tres en tres por su parte central, dando lugar a seis patas y a seis brazos. Al ser por completo simétrico, el artefacto, que no contaba con ninguna inscripción, podía posarse en cualquiera de los dos huecos resultantes.

A su alrededor se formaban hologramas de los sucesos pasados que querían verse, pudiendo gestionar como máximo seis a la vez ( no sólo podía elegirse el momento, si no también el lugar y la perspectiva ). Además de imagen, contaba con sonido, e incluso reproducía con bastante precisión los olores.

Su alcancetemporal estaba comprendido entre algo menos de tres segundos y unos cinco mil años ( contados, o más bien descontados, a partir del momento actual ): en cuanto a su alcance geográfico, era de cien mil kilómetros, tomando como referencia el lugar donde se encontrase mientras era utilizado.

Como ya sabemos, los deluyrei hacían de cronistas para Luyrile, manteniéndole al tanto de lo que sucedía en la Tierra. Hedelia era la que coordinaba sus esfuerzos, redactando los informes que cada cierto tiempo se mandaban a la diosa. El artilugio que creó para ella Hepente le era de gran utilidad, pues le permitía analizar con objetividad los sucesos de especial relevancia ( pese a ello, a menudo se presentaba en persona para interrogar a los testigos, pues su opinión, por parcial que pudiese ser, también era tenida en cuenta ).

La neharai sabía de la existencia de aquel artefacto gracias a las informadoras terrestres de Khali, humanas sin escrúpulos que espiaban para ella desde mucho antes de la llegada de Ciríe y las demás a la Tierra. No podía permitir que sus enemigas se valiesen de él para investigar los rumores que les llegaron antes del ataque ( muchos de los cuales extendió ella misma, a fin de aumentar su confusión ), pues de lo contrario podrían haber tomado precauciones.

A fin de descartar aquella posibilidad, antes de presentarse en la Tierra se protegió con un hechizo que perturbaba las huellas que sus actos podían dejar en el mismo tejido del tiempo ( el hechizo quedó inutilizado cuando murió, y no creyó pertinente ejecutarlo de nuevo una vez renació, pues estaba convencida de que se encontraba a salvo de cualquier indiscreción ).

No le extrañaba en absoluto que su percepción exhibicionista no le hubiese alertado de que estaba siendo observada: sus numerosos espectadores no recibían información en tiempo real, tan sólo estaban captando el reflejo que su lucha con Óscar estaba plasmando en el pasado... aunque con un desfase de apenas tres segundos. En cuanto a los dioses, la percepción exhibicionista no era capaz de extraer información de ellos, de modo que no les habría percibido ni aunque sus enemigos se hubiesen abstenido de confundir telepáticamente sus percepciones.

  • ¡ Ya sé por qué me hiciste hablar en español ! - comprendió de pronto - ¡ Querías que los humanos que hay en esta sala se enterasen de todo !

  • En efecto. Cuando me reuní con los dioses para explicarles mis intenciones, les rogué que se expresasen en castellano ( al igual que Khali, se valieron del don de lenguas de aquellas cuyos cuerpos ocuparon ). La muy estúpida de tu Señora no se dio cuenta del detalle, así que incluso la conversación que tuvieron con ella ha podido ser seguida detenidamente.

  • Maldito seas, me has puesto en ridículo - rezongó ella.

  • ¿ Acaso crees que he montado todo este pitote únicamente para ponerte en ridículo ? Ese era uno de los motivos, pero ni de lejos el de mayor peso.

  • ¿ Para qué más lo has hecho, si se puede saber ?

  • Ahora, todos los presentes saben de primera mano cuán completa ha sido mi victoria sobre ti y tu diosa. Tus víctimas podrán por fin descansar tranquilas, pues no les cabe duda de que la pesadilla en la que habías convertido sus vidas ha acabado. En cuanto a tus secuaces, están absoluta y deliciosamente aterradas, pues han comprendido que se encuentran por completo a mi merced. Me aseguraré de que paguen por sus crímenes, al igual que tú.

  • No puedes erigirte en juez y verdugo - se quejó ella.

  • Puedo, y lo haré.

  • ¿ Cómo sabías que Khali iba a desembuchar ? - le preguntó Alicia a Óscar.

  • Es más, ¿ cómo sabías que iba a poseer a la puta esa ? - le preguntó Laura, señalando a la neharai.

  • ¡ No te consiento que me llames puta, niñata mimada ! - le espetó la neharai.

  • Y yo no te consiento que le levantes la voz a mi hija - le advirtió fríamente Óscar.

  • Ella sí que es una puta: percibo claramente que está preñada, y no hace falta ser muy imaginativo para averiguar quién es el padre - insistió ella - Maldita puerca pagana amante de los machos...

  • ¡ Basta ! - exclamó Óscar, haciéndose telepáticamente con el control de su cuerpo - ¡ Bájate del altar, esclava !

  • Sí, mi amo - se oyó decir ella, obedeciendo.

  • Voy a enseñarte a medir tus palabras. Vas a estamparte los morros contra la piedra esa hasta que no te quede ni un solo diente, y entonces me darás las gracias por obligarte a hacerlo, sonriendo a fin de mostrarles a todos los desperfectos. Comienza, esclava.

  • Yo no soy tu... - comenzó ella, pero Óscar intensificó su poderosa presa telepática, y la neharai se puso de rodillas frente al altar y comenzó a golpearlo con la boca.

  • ¿ Realmente estás embarazada, Laura ? - le preguntó Fernando, el repartidor de pizzas.

  • Sí. Antes de que vinieses mi padre me preñó, al igual que a mi madre y a mi tía. Las tres esperamos cuatrillizos de él, y no te imaginas lo felices que eso nos hace.

  • Joder, qué fuerte - atinó a decir él.

  • Volviendo a mi pregunta, Óscar... - insistió Alicia.

  • Oh, sí: cuando quebré el poder teletransportador de la neharai recordé de golpe buena parte del sueño en el que nos enfrentábamos - les explicó él.

  • Debimos imaginárnoslo - dijo Julián - ¿ Se cumplió al pie de la letra ?

  • Algunas cosas sí, pero la inmensa mayoría no, pues ambos hicimos lo posible por cambiar lo que no era de nuestro agrado ( evidentemente, yo fui el único que lo logró ).

  • ¿ Significa eso que alteraste el futuro ? - se sorprendió Esther.

  • El futuro no está escrito - le explicó Sarigza - Óscar tan sólo vislumbró un posible futuro ( presumiblemente el más probable, al menos en el momento que tuvo el sueño ), y eso le dio la oportunidad de alterarlo a su antojo.

  • No lo entiendo, el resto de sus sueños se han cumplido tal cual - dijo Alicia.

  • Cierto, pero la mayor parte de lo que acaecía en ellos dependía de cosas que ya habían sucedido - le explicó Hepente.

  • Deduzco que en tu sueño Khali también tomaba posesión de su sierva, yéndose de la lengua - le dijo Julián a Óscar.

  • Eso es, y fue por ello que le pedí a Sarigza que se las ingeniase para hacer que los dioses afectados compareciesen ( lo hice a través de Ciríe ).

  • La tal Némesis no pintaba nada allí - cayó en la cuenta Laura.

  • No, pero dio la casualidad de que estaba reunida con Hades cuando nuestra señora se presentó ante él para rogarle que proyectase su conciencia hacia la Tierra, y le picó la curiosidad - le explicó Sarigza.

  • Agradezco de veras tu confianza - le dijo Óscar - Gestionaste mi petición sin dudarlo, y el marrón que te habrías comido si los dioses hubiesen venido en vano habría sido monumental.

  • Por ti, cariño, correría cualquier riesgo - le aseguró ella.

  • Todas lo haríamos, Óscar - añadió Ciríe - Por cierto, ¿ qué nos puedes decir de tus alas supernumerarias ? Desconocíamos su utilidad...

  • Averigüé para que servían en el posible futuro que atisbé, de modo que, para cuando llegó el momento de usarlas, ya sabía a grandes rasgos hacerlo.

  • ¿ Qué es un cetepolo ? - les preguntó Alicia.

  • Veréis, a la mayor parte de los reyes les gusta tener algo que les señale como tales, un símbolo tangible de su poder e incluso de su legitimidad - les explicó Darlane - Puede tratarse de una corona, de un cetro, de un bastón de mando, de algún arma legendaria o de un sello: pues bien, cada dios tiene su propio cetepolo, un artefacto que es todo eso a la vez y más, mucho más.

  • Cuentan con vastos poderes ( suelen estar relacionados con las atribuciones de sus respectivos dueños ), y pueden asumir múltiples apariencias - añadió Hepente.

  • Vamos, que debieron cogerse un buen mosqueo cuando se los quitaron - aventuró Julián.

  • Evidentemente - le dijo Ciríe - Mantuvieron el asunto en secreto para evitar las burlas de sus colegas, creándose a toda prisa uno de repuesto.

  • Gracias por obligarme a triturarme los dientes contra el altar - les interrumpió entonces la matriarca, sonriéndoles tal y como se le había indicado.

Tenía los labios tumefactos de tanto golpe, y las encías estaban destrozadas. Su amplia y forzada sonrisa más bien parecía una mueca, dejando de manifiesto los estragos sufridos en su dentición. Buena parte de las piezas habían sido arrancadas de cuajo, y las restantes se habían quebrado, quedando de ellas tan sólo las raíces. En cuanto al altar, la esquina contra la que se había estado atizando estaba devastada: en el suelo habían un importante montón de esquirlas ensangrentadas, entre las que se distinguía algún que otro pedazo de diente.

  • No hay de qué - se burló Óscar, devolviéndole el control de su cuerpo y preguntándole - ¿ Has aprendido ya quién manda aquí, esclava ?

  • Yo no soy esclava de nadie, y menos tuya - se rebeló nuevamente ella.

  • Pronto me suplicarás con toda tu alma que te permita serlo

  • le aseguró Óscar.

  • Nunca haré tal cosa.

  • Lo harás una vez te aplique cierto castigo que se me ha ocurrido, aunque antes de ello te quebraré tres poderes más, de hecho cuatro.

  • No veo cómo.

  • Nosotras tampoco - dijo Ciríe, desconcertada - ¿ De qué poderes hablas ?

  • Del poder curativo de su orina, del poder anestésico de sus lágrimas, del poder regenerador, rejuvenecedor y nutricional de su leche, y del poder de vinculación orgásmica de su cerumen.

  • Me temo que no te será posible - le dijo Hepente - No hay forma alguna de que entren en conflicto, y sin entablar un duelo no se los quebrarás.

  • Haremos de una tercera persona nuestro campo de batalla.

  • No tengo noticias de que tal cosa se haya intentado jamás, pero quizá funcione - dijo Ciríe, meditativa.

  • La magia de un deluyrei y la de la neharai son antagónicas, por lo que les será imposible trabajar en armonía - razonó Darlane - Cada una de ellas intentará prevalecer sobre la otra, impidiéndole actuar... al menos, en teoría.

  • Estoy casi seguro de que funcionará, y con el mismo resultado de siempre - dijo Óscar - No negaré que la idea de amplificar todos esos poderes me atrae, pero hay uno que tengo especial interés en potenciar.

  • ¿ Cuál ? - le preguntó Alicia.

  • El de mi leche.

  • ¿ Por qué motivo ?

  • Tan sólo fíjate en toda esa pobre gente - le dijo él, señalando a los esclavos de la maligna cofradía regentada por la neharai.

Lidia no era la única persona que había sido sometida a mutilaciones extremas, no pocos de los que habían sacado de las mazmorras estaban reducidos a un tronco con cabeza... faltándoles a menudo los ojos, las orejas, la nariz, los dientes e incluso la lengua. La leche de un deluyrei común restablecería enseguida aquellos destrozos, no digamos ya la de Óscar, pero incluso la suya tardaría días en hacerlo... y no iba a consentir que nadie estuviese en tan lamentable estado ni un segundo de más.

  • Si tu leche se potencia, podrás restablecerles muchísimo antes - comprendió finalmente Alicia.

  • Eso es. Si les diese ahora mismo a beber de mi leche, sus extremidades tardarían días en crecerles de nuevo. ¿ Para qué esperar tanto ? ¿ Acaso no han sufrido ya lo suficiente ? Si puedo reducir la espera a horas, mejor que mejor.

  • ¿ Puedes hacer que les crezcan los brazos y las piernas ? - balbució Antonio, que hasta ese momento había permanecido abrazado a lo que quedaba de su malograda esposa.

  • Eso, y todo lo demás: mejor aún, su mente también sanará, sobreponiéndose al trauma.

  • ¡ Hazlo entonces, te lo suplico !

  • Lo haré, tienes mi palabra, pero antes he de encargarme de otro asunto - le dijo Óscar, clavando su mirada en Raquel.

  • Se nos había olvidado tu presentimiento acerca de nuestra hermana - cayó en la cuenta Julián - ¿ Qué captas de su mente ?

  • Di mejor de sus mentes, pues tiene dos - le corrigió Hedelia.

  • ¿ Cómo es eso posible ? - se sorprendió Alicia.

Los deluyrei se fueron turnando para explicar a los humanos lo que acababan de averiguar gracias a su telepatía ( Darlane también intervino de cuando en cuando ). Raquel descubrió las atroces aficiones que su madre había adquirido de Remedios y de la neharai en el transcurso de una lluviosa tarde otoñal que jamás olvidaría. Había terminado de hacer las tareas escolares, y deambulaba aburrida por la mansión de su padre. Acabó en uno de sus sótanos, y decidió inspeccionarlo. Gracias a una increíble serie de coincidencias, halló una puerta oculta.

Daba a una especie de mazmorra, y en ella había un muchacho cuya única vestimenta consistía en una máscara que ocultaba su rostro. El joven, que era de su edad, había sido atado sobre una mesa, y estaba muy magullado. No respondió a sus tímidas preguntas, de lo que dedujo que estaba inconsciente. Raquel se dispuso a liberarle, pero entonces le pareció oír voces, y la prudencia le recomendó esconderse tras unas estanterías.

La neharai pronto entró al cuarto, acompañada de Remedios e Inmaculada. Raquel tuvo que ser testigo de cómo martirizaban durante casi dos horas al joven ( no tuvo un despertar precisamente grato, le espabilaron azotándole en los genitales con una vara ), y cuando finalmente destaparon su cara ( a fin de defecarle en ella ), casi se desmayó de la impresión: era uno de sus compañeros de clase... y no uno cualquiera, pues estaba coladita por él.

Su padre nunca había tragado a las nuevas amigas de Inmaculada, y daba la casualidad de que en aquel momento se encontraba en casa. Sólo tenía que llegar a la biblioteca, que era donde estaba, y su compañero estaría salvado. Por desgracia, en su disimulada retirada derribó unos frascos, alertando a aquellas arpías. Salieron corriendo tras ella, recorriendo media casa antes de atraparle, cosa que hicieron a unos metros de la puerta de la biblioteca ( hasta pasado un tiempo no comprendió por qué sus aterrados alaridos no fueron oídos por nadie ).

Le arrastraron al sótano donde habían estado perpetrando aquellas atrocidades, y la neharai se quitó las gafas de sol que llevaba siempre puestas, mostrándole por vez primera sus inhumanos ojos ( Raquel se orinó del susto ). Tras debatir con sus cómplices en voz baja qué hacer con ella, la matriarca se hizo crecer una de sus vainas de la sumisión. Inmaculada ya sabía cómo funcionaban, y obligó a su propia hija a comer una de las alubias, valiéndose de sus efectos para comenzar a forjar en ella una nueva personalidad a gusto de las tres. Poco después, la joven les ayudaba gozosa a martirizar al muchacho, al que finalmente asesinaron.

La nueva y maligna Raquel ayudó a su madre y a sus compinches a pervertir a sus hermanas. Cada mes tenía que ingerir una nueva alubia a fin de reprimir la voluntad de la auténtica Raquel, que se vio encerrada en su propio cuerpo durante años haciendo cosas que no deseaba, ni quería, hacer.

  • ¡ Maldita seas, no tenías ningún derecho a hacer pasar por todo eso a Raquel ! - le increpó Alicia a su madre, partiéndole los labios de un puñetazo.

  • No me quedó opción - se justificó dificultosamente ella ( a fin de tenerles controladas, Óscar aún no había suprimido la parálisis parcial que afectaba a las sádicas compinches de la neharai, cosa que sí había hecho con sus víctimas, que intentaban asimilar lo ocurrido incapaces, por el momento, de reunir del valor suficiente como para intervenir ).

  • ¿ Qué ha querido decir con eso ? - le preguntó Alicia a Óscar - No digas que a ella también le dieron una alubia...

  • Qué va, a ella jamás le obligaron a nada, se dejó corromper

  • repuso él.

  • Pese a ello, no tenía intención de involucrar a ninguno de sus hijos en aquellos juegos, así que la neharai se aseguró de no dejarle alternativa - le explicó Hepente.

  • ¿ Qué estás insinuando ? - balbució Inmaculada, temiéndose lo peor.

  • Que Taninncihcut tomó las medidas que creyó oportunas para que Raquel encontrase aquel cuarto que tan bien habíais escondido - repuso Sarigza.

  • ¿ Taninncihcut ? - se extrañó Laura.

  • Es el nombre de la neharai - le explicó Ciríe - No es el original, claro, pues Khali lo borró de su mente, si no aquel con el que fue rebautizada por ella.

  • Es un término que en un arcaico, grotesco y malsonante idioma alienígena significa tanto hacedora de venenos como azote del macho - se extendió Hedelia - Ambas acepciones le pegan, pero es demasiado largo, así que en la Tierra se suele hacer llamar...

  • ¡ Tania ! - logró recordar Julián.

  • Eso es.

  • ¿ Cómo hizo que encontrase Raquel el cuarto ? - les preguntó Esther.

  • Se valió de su telepatía para hacer que se sintiese especialmente aburrida esa tarde, implantando en su mente la idea de darse un garbeo por la casa - repuso Sarigza - Guió sus pasos hacia el sótano y le indujo a inspeccionarlo, haciéndole dar con la puerta oculta.

  • Ella me dijo que tenía la telepatía en baja forma ese día... - sollozó Inmaculada.

  • Pues era falso - le cortó Ciríe - La neharai supo en todo momento que Raquel os estaba viendo, y si tu hija tiró aquellos frascos al intentar salir del cuarto fue porque ella le hizo tropezarse.

  • No tienes ni idea del sufrimiento que has provocado a tu hija - le dijo Darlane - Se ha pasado las dos terceras partes de su vida subyugada por su alter ego.

  • A mí me dijeron que su auténtico yo dejaría de existir en unas semanas, acabando todas sus penas - se quejó Inmaculada.

  • De haber sido así, ¿ para qué seguir tomando alubias ? - le dijo Óscar.

  • Ignoraba que lo hiciese - gimoteó ella - Además, yo jamás le he notado nada raro...

  • Lógico, pues aún seguía bajo las órdenes, sugestiones y manipulaciones que se le dieron la primera vez. Las que tú misma le diste, maldita arpía.

  • ¿ No podéis hacer nada por ella ? - les preguntó Julián, conmovido.

  • Cuando expire el efecto de la última alubia que se ha tomado, la personalidad real de Raquel comenzará a cobrar fuerza, purgando el mal que en ella ha sido sembrado - les explicó Hepente - Por lo que parece, para eso aún quedan casi dos semanas, y calculo que le llevará otras dos acabar con su odiada carcelera.

  • Mucho tiempo es eso - dijo Alicia - Corremos el riesgo de que...

  • En efecto, la Raquel malvada es tan egoísta que no se diluirá en el olvido sin hacer lo que esté en su mano por llevarse con ella a su anfitriona - se le adelantó Sarigza - Yo también estoy convencida de que intentará matarse.

  • Es lo más probable - coincidió Darlane.

  • En ese caso, vamos a tener que vigilarles las veinticuatro horas del día - dijo Julián.

  • Oh, eso no será necesario - le dijo Ciríe - Olvidáis que contamos con un fruto que anula el efecto de los demás.

  • En ese caso, ¿ a qué esperáis para haceros crecer alguno ?

  • les apremió Laura.

  • ¡ Marchando uno ! - exclamó alegremente Óscar, dando comienzo a su germinación ( lo hizo a partir de una ramita que se hizo crecer en el pulgar de la mano derecha ).

Gracias a las mejoras que sus enredaderas habían experimentado, el fruto maduró casi en el acto. Parecía una diminuta lombarda, aunque tenía los bordes de sus hojas dorados ( por fortuna, adolecía del abominable, hediondo e insufrible sabor de la hortaliza en la que se basaba, estando incluso apetecible ). Una vez cosechada, el patriarca retiró por completo la parálisis que aquejaba a Raquel y le obligó por medio de su telepatía a que se la comiese.

  • ¿ Alguna última palabra, zorra ? - le preguntó - Lo digo porque vas a morir .

  • ¡ Púdrete en el infierno, cabrón ! - le ladró ella, intentando llevarse las manos a la boca para provocarse el vómito ( no le fue posible, pues Julián le detuvo ).

  • Me temo que eres tú la que se va a pudrir, por decirlo de algún modo. Pronto, no quedará de ti ni tu recuerdo.

  • Ten por seguro que mi recuerdo permanecerá, sé de muchos que no me olvidarán en su puta vida. Además, estoy convencida de que Khali acogerá mi alma en su reino.

  • Aún no lo has comprendido, ¿ verdad ? Eres un ente ficticio, careces de alma. Cuando desaparezcas, lo harás por siempre. Tu extinción será absoluta e irrevocable.

  • Eso no puede ser cierto: parafraseando a Descartes, yo pienso, luego existo.

  • Me niego a continuar con esta absurda batalla dialéctica - le dijo Óscar - La razón me asiste, como enseguida comprobarás. Aunque podría dejar que la auténtica Raquel te eliminase por sus propios medios...

  • Esa debilucha no prevalecerá sobre mí, se ha tirado todos estos años molestándome con sus mojigaterías y suplicándome que no le hiciese daño a nadie - le cortó aquella sádica engreída - Tendrías que haber oído alguna de las rabietas que se cogía la muy estúpida cuando me daba por torturar o humillar a alguien al que apreciaba, sus súplicas a veces hasta me daban dolor de cabeza. Es una llorica que se desvive por los machos, alguien así jamás logrará usurpar el lugar de una auténtica hembra como yo.

  • Lo haría, de eso no te quepa duda, pero me niego a esperar tanto.

  • ¿ Qué me estás haciendo ? - gritó ella, sintiendo cómo su mente comenzaba a difuminarse.

  • Te estoy borrando, así de sencillo - le explicó él, pudiendo apreciar cómo el aura de aquella indeseable perdía fuerza, potenciándose la de la auténtica Raquel.

  • ¡ No lo hagas, no quiero morir ! ¡ Ten piedad de mí !

  • Tú jamás la has tenido de nadie.

  • ¡ Mamá, ayúdame !

  • Tú no eres mi hija - admitió al fin Inmaculada.

  • ¡ Sálvame, intercede por mí ! ¡ Maldita puta, tú me creaste !

  • Nunca debí hacerlo...

  • ¡ Taninncihcut, haz algo !

  • ¿ Por qué debería molestarme ? - le dijo la matriarca - Óscar tiene razón, no eres real ( y, aunque lo fueras, tu vida o tu muerte me traería sin cuidado ).

  • ¿ Qué te está pareciendo el espectáculo, oh, poderosa matriarca ? - se chanceó Óscar - Ya no dispones de telepatía, pero tus sentidos astrales aún funcionan a la perfección ( hasta que decida arrebatártelos, claro está ). Gracias a ellos, sin duda puedes apreciar cómo la maldad de la falsa Raquel se disipa. Si aún pudieses leer su mente, descubrirías que cada vez es más estable, prueba inequívoca de que la maldad es una especie de disfunción mental que a nada conduce.

  • Guárdate tu sucia palabrería para los demás - rezongó Taninncihcut, pasándose la lengua por las destrozadas encías, que ya habían dejado de sangrarle. La secreta certeza de que Óscar estaba en lo cierto le dolió infinitamente más que lo que se había visto obligada a hacerse en la boca.

  • ¡ Perdóname la vida, Óscar, y te contaré todo lo que sé sobre la neharai ! - le suplicó la Raquel sintética .

  • No me interesa.

  • ¡ Sé muchísimas cosas acerca de la matriarca ! - insistió ella, cuyo aura se extinguía a marchas forzadas - ¡ Si desaparezco, esos conocimientos se perderán para siempre !

  • ¡ Traidora asquerosa ! - le espetó Taninncihcut.

  • Dudo que sepas nada que me pueda ser útil, y en cualquier caso todo lo que sabes tú también lo sabe la auténtica Raquel.

  • ¡ Seré tu esclava ! ¡ Me someteré a ti !

  • No me interesaría ni aunque contases con tu propio cuerpo, y no es el caso.

  • Por favor... - gimió ella, haciendo ademán de besarle la tranca ( ella seguía sentada, pero Óscar estaba de pie, mirándole desde lo alto con lo que a ella se le antojaba suficiencia... siendo realmente lícita potestad ).

  • Desaparece ya - le ordenó él, retirando el miembro antes de que se lo mancillase con sus labios.

  • Tengo miedo a la nada...

  • No deberías, tan sólo te vas a reunir con aquello que siempre fuiste. Desaparece.

  • No, no...

  • ¡ Desaparece !

  • ¡ Soy libre ! - exclamó la auténtica Raquel, abrazándose a la cintura de Óscar ( se estampó involuntariamente el sexo de Óscar en la cara, que se dejó hacer ya que ella, a diferencia de su otra personalidad, era digna de su contacto ). Llorando de felicidad, logró añadir - No percibo su presencia, realmente se ha ido...

  • ¿ Cómo te sientes ? - le preguntó Julián.

  • Me siento... viva - dijo ella, intentando incorporarse.

  • Hace mucho que no manejas tu propio cuerpo, es probable que te cueste un poco al principio - le previno Ciríe.

  • Gracias por el consejo - le dijo Raquel, levantándose con no poco esfuerzo.

Apenas comprobó que podía tenerse en pie, recorrió con la mirada los bancos hasta dar con Andrés, que ya había recuperado la conciencia ( dejó de estar dentro de su reducido campo visual cuando le bajaron del altar para sentarle con los demás ). Verle despierto le arrancó un suspiro de alivio.

  • Muchas gracias por resucitar a mi hijo, Ciríe.

  • Lo hice con mucho gusto.

  • Y gracias a ti por ponerle otra vez los testículos - le dijo a Fasme.

  • No hay de qué - se quitó importancia la joven ( no tuvo necesidad de recurrir a su idioma natal, pues tanto ella como sus hermanas ya sabían algo de español ).

  • ¿ No podríais hacer algo por su hermano y su padre ? - les preguntó Raquel, esperanzada, a sus libertadores - A ellos también les castraron delante mía, lo pasé fatal aunque mi otro yo, esa odiosa sádica, lo disfrutó mucho. Me he visto obligada a hacerles auténticas animaladas, ojalá algún día me perdonen...

  • No tienen la menor necesidad de perdonarte, pues no eras responsable de tus actos - le dijo Óscar - Tampoco habrás de responder ante la gente que martirizaste cuando tu alter ego estaba al mando.

  • ¿ Qué me dices de las mujeres a las que maleé, entre ellas a mis propias hijas ?

  • Exactamente lo mismo: tú no tienes la culpa de nada.

  • Intenta decírselo a sus víctimas - insistió Raquel, con el ánimo cada vez más decaído ( poco le había durado la alegría de ser liberada ).

  • ¿ Recuerdas lo que dije antes acerca de quebrarle a la neharai cuatro poderes más ?

  • Sí...

  • ¿ Te gustaría ayudarme ?

  • ¿ Quieres que sea yo la que sirva de, mm... estadio ?

  • Eso es.

  • Sí, Óscar, me gustaría mucho. Por cierto, ¿ realmente eres el marido de Alicia ? Mi hermana nos lo dijo antes, mientras tú te zurrabas con la matriarca, pero se me antoja tan difícil de creer...

  • Te aseguro que soy él, luego entraremos si quieres en detalles. Ven, acompáñame al altar.

  • Preferiría no acercarme a ella, me da miedo - le dijo Raquel, señalando a Taninncihcut.

  • Tranquila, desde que confundió el altar con un mazapán no muerde - bromeó él.

  • Zafio bufón hijo de mil padres - refunfuñó la neharai, a la que aquella broma no le había hecho gracia.

  • Ciríe, doblégale telepáticamente a fin de obtener unas cuantas lágrimas, un poco de leche y un poco de orina. Oh, y sácale algo de cerumen, si no tiene suficiente oblígale a estimular su secreción - le dijo Óscar, ignorando a su enemiga.

  • Imagino que querrás que le haga cargar su pis de energía curativa.

  • Eso es, y asegúrate de que haga que sus lágrimas anulen todo dolor, picor y escozor. Pon cada una de sus secreciones en un recipiente, las mezclaré con las mías antes de dárselas a Raquel.

  • Te ayudaremos - se ofrecieron Hepente y Hedelia, uniéndose a Ciríe ( como la matriarca ponía nerviosa a Raquel, le alejaron del altar arrastrándole de los pelos ).

  • Bien, Raquel, vete desnudando mientras te explicó el plan - le dijo Óscar.

  • ¿ Es necesario ?

  • No, pero así todos te podrán ver sangrar.

  • ¿ Sangrar ? - se estremeció ella.

  • Te voy a tener que hacer algunas perrerías, Raquel. Si no te produzco dolor, el duelodelágrimas no tendrá lugar.

  • Parece lógico, pero, ¿ por qué quieres que todos lo vean ?

  • Muchos de ellos aún no se creen que tú jamás quisieses hacerles daño.

  • No me extraña, les hice cosas horribles.

  • Tu otro yo fue quien se las hizo - le corrigió él - Si te hubiese sido posible, ¿ no es cierto que en más de una ocasión habrías estado dispuesta a ponerte en el lugar de sus víctimas ?

  • Sí.

  • Y, ¿ qué habrías estado dispuesta a hacer con tal de librarte para siempre de la neharai ?

  • Lo que fuese...

  • ¿ Aunque te hubiese supuesto un dolor inenarrable, o incluso la muerte ?

  • Desde luego.

  • La neharai ya no es una amenaza, pero pienso reducirle a su mínima expresión, privándole de tantos poderes como se me antoje. Es tu ocasión de demostrarles a todos las ganas que tienes de hacerle pagar por lo que te ha hecho.

  • Tienes razón - concedió tras pensárselo brevemente ella, empezando a desnudarse.

  • Te va a doler muchísimo, Raquel - le previno Óscar - Quiero que tengas presente en todo momento que no voy a disfrutar con ello.

  • Lo sé - le dijo ella, subiéndose al altar y poniéndose en pie.

  • Creo que podremos reducir tu tormento a unos cuantos latigazos, aunque te advierto que no serán suaves - le dijo él, haciéndose crecer unas enredaderas que colmó de diminutos pero numerosos y afiladísimos espinos - Separa un poco las piernas y mantén alzados los brazos, de ese modo te resultará más fácil resistirte a la tentación de cubrirte.

  • Estoy lista - le anunció ella, cerrando los ojos ( si veía venir los golpes, quizá no pudiese evitar apartarse ).

Óscar no se demoró más, comenzando a flagelarle. El cuerpo de Raquel pronto se llenó de moretones y desgarros ( al principio consiguió mantenerse en silencio, pero conforme se le iban extendiendo los daños le fue resultando cada vez más difícil reprimir sus gemidos ). Su sangre, que al principio hizo acto de presencia en forma de tímidas gotitas, terminó formando finos regueros ( en beneficio de la credibilidad de Raquel, Óscar se estaba asegurando de que el castigo pareciese aún más terrible de lo que realmente era ).

  • ¡ Basta ya, tío ! - exclamó Andrés pasados los primeros diez minutos.

  • No te preocupes, hijo, esto no es nada comparado con lo que sufría cuando os martirizaba - le aseguró Raquel, abriendo los ojos y mirándole con dulzura ( justo en ese momento, todos los presentes quedaron convencidos de su inocencia ).

  • Seguiremos un poco más, Raquel - le dijo Óscar, reanudando los golpes.

  • Sigue hasta que no me pueda sostener en pie, si así lo consideras oportuno... e incluso más allá - le animó ella, volviendo a cerrar los ojos.

Óscar sólo continuó durante unos minutos más. Si no hubiese contenido su hemorragia, Raquel habría perdido el conocimiento. Muchos de los presentes habían sido atizados durante más de una hora, pero muy pocos de ellos habían recibido tantos daños en una sola azotaina, por extensa que fuese ésta. La humana ya casi no podía sostenerse, y cayó de rodillas, levantándose trabajosamente para ponerse de nuevo en posición.

  • Óscar, no seas animal y para ya - le regañó Alicia.

  • Un último zurriagazo y lo dejamos - le dijo él, dirigiéndose a Raquel y preguntándole - ¿ Dónde quieres el último azote ?

  • Dámelo en toda la raja - le animó ella, separando más las piernas.

  • Ahí va...

El grito de Raquel fue desgarrador, y su vulva quedó completamente arrasada por las espinas. El dolor le impidió mantenerse en pie, y volvió a caerse ( en esta ocasión, se lastimó las rodillas ). Ciríe le dio a Óscar el vaso donde había vertido la matriarca sus lágrimas, y él agregó las suyas. Raquel se lo bebió como buenamente pudo. El atípico duelo duró unos veinte segundos, sintiendo la neharai y Óscar una punzada en sus glándulas lagrimales cuando los poderes en conflicto se aniquilaron mutuamente.

  • Estás llorando sangre, papá - se preocupó Laura.

  • Eso parece, y me pican los ojos un montón - le dijo él, frotándoselos.

Tanto sus molestias como las de la neharai cedieron enseguida, dejando de sangrar ambos. A Óscar le renació el poder, y las mejoras experimentadas en éste se propagaron a las demás deluyrei, que sintieron un momentáneo cosquilleo en los ojos.

  • Se me acaba de pasar el dolor, y ya ni siquiera me escuece
  • anunció Raquel.

  • Excelente, eso significa que incluso las lágrimas que te di vuelven a ser funcionales - dijo Óscar - Ahora, he de mutilarte.

  • ¿ Mutilarme ? - repitió ella, visiblemente intimidada ( quién no lo estaría ).

  • De lo contrario, nuestra leche no tendrá demasiado por lo que, mm... pelearse . Tranquila, lo que quiera que te ampute volverá a crecerte en breve. Además, no te va a doler.

  • Entendido. ¿ Qué me vas a cortar ?

  • ¿ Qué te parece si te arranco el útero ?

  • Buena idea, vacíame.

  • ¡ No podéis estar hablando en serio ! - se horrorizó Vicente.

  • Claro que sí, hijo - le dijo Raquel, tumbándose en el altar

  • Tú, tu hermano y tu padre habéis sido castrados, y no sois los únicos. ¿ Debería yo ser menos ?

  • Acabemos ya - le dijo Óscar, haciéndose crecer unas uñas realmente temibles e hincándoselas en el vientre.

  • Es una sensación de lo más extraña - dijo Raquel, observando entre asqueada y fascinada la operación ( se había cruzado los brazos bajo la nuca, a modo de improvisada almohada: los pechos no le dejaban ver con demasiada claridad, pero lo prefería así ) - Siento cómo me desgarras, pero no me duele. ¿ Cómo es que no sangro ?

  • No estoy permitiendo que tu sangre abandone tu cuerpo.

  • Oh...

Segundos después, Óscar tenía en sus manos las entrañas de Raquel. Se las tendió a Sarigza, que las cogió con cuidado ( e incluso reverencia ), y se agachó para poner la cara ante la de su cuñada, diciéndole:

  • Antes de curarte, Raquel, me gustaría que me dieses un beso.

  • ¿ Y eso ?

  • Haciéndolo, dejarías bien claro que no me guardas ningún rencor por lo que te acabo de hacer - razonó él.

  • Bien sabes que no te lo guardo.

  • Yo sí, pero ellos no - le dijo Óscar - señalando al público .

  • Tienes mucha razón - concedió ella, besándole con afecto en cada una de las mejillas.

  • Eso han sido dos besos.

  • El otro te lo he dado como muestra de agradecimiento por liberarme de mi otro yo - se excusó ella.

Óscar se los devolvió ( no demasiado lejos de los labios, todo sea dicho ), y entonces orinó en el vaso donde antes ya había orinado la matriarca, dándoselo de beber a Raquel. El nuevo duelo se prolongó casi tanto como el precedente, con el mismo desenlace. El poder curativo de la orina de Óscar enseguida renació, potenciado, y Raquel se curó de la mayor parte de las lesiones en una fracción de segundo ( las que le había infligido en el vientre, al ser mucho más severas, tardaron en desaparecer algo más ).

  • ¡ Mirad, ahora es tan potente que incluso puede crear tejidos ! - exclamó Hedelia, señalando al abdomen de Raquel.

  • Cierto, donde estaba su útero ahora hay tejido conjuntivo y adiposo - evaluó interesada Ciríe, tras examinar astralmente a Raquel - Con todo, no es una regeneración completa, pues la funcionalidad previa no ha podido ser restablecida.

  • Me pregunto de dónde habrá salido la materia extra - dijo Óscar.

  • No le des vueltas, y ponte pechos - le recomendó Sarigza, sin saber muy bien qué hacer con el útero de Raquel.

  • Marchando... y ordeñando - dijo él, manifestando senos y vertiendo unas gotas de leche en el vaso que ya había recibido la de la matriarca.

Se lo dio a Raquel. La confrontaciónláctea no duró demasiado, y Taninncihcut se puso a llorar como una cría cuando notó cómo sus pechos perdían para siempre la capacidad de secretar leche, llegando incluso a encogerse un poco ( con todo, seguían siendo enormes ). El poder de la leche de Óscar renació, y sus mejoras se dejaron sentir también en las demás deluyrei, a las que les brotó involuntariamente un buen chorro de cada uno de los pezones.

  • Está cargadísima de magia - apreció Ciríe.

  • Y aún más rica que antes - dijo Fasme, tras catar la suya propia ( todas las deluyrei lo hicieron ).

  • ¡ Óscar, mira ! - exclamó jubilosa Alicia, mostrándole sus pechos... en cuyos pezones se habían formado algunas gotitas de leche.

  • ¡ A mí también me pasa lo mismo ! - cayó en la cuenta Esther.

  • ¡ Y a mí ! - dijo Laura.

  • Los poderes de vuestros futuros hijos se han ido actualizando junto a los nuestros, y por consiguiente también la parte que de ellos os corresponde - les explicó Sarigza.

  • No es gran cosa, pues apenas lleváis preñadas unas horas, pero parece que sí lo suficiente como para dar lugar a esta pequeña proeza - dijo Ciríe.

  • Venid, chicas, que vuestro macho quiere probar vuestra rica lechecita - les rogó Óscar.

  • Cómo negarnos, mi amor - le dijo Alicia, acercándosele.

Óscar cogió cada uno de sus pechos con una mano y los acarició, buscando promover la secreción de más leche. Entonces, lamió alternativamente los pezones, succionando de ellos. No sacó gran cosa, aunque desde luego sí más de la que había manado por sí sola, y la compartió con Alicia por medio de un beso, repitiendo la operación con Esther y a continuación con Laura ( no se extendió demasiado ).

  • Algo me dice que pasarán varias semanas antes de que os vuelva a salir leche, aunque llegado el momento lo hará en mayor cantidad - dijo Óscar - Espero que me deleitéis de vez en cuando con ella.

  • Mientras que tú nos sigas dando de las tuyas, por mí no hay inconveniente - le dijo Laura, asiéndole la porra con una mano y amasándole un pecho con la otra.

  • Viciosa... - le regañó cariñosamente él. Salvo el detective, todos los presentes estaban familiarizados con el incesto, habiéndolo practicado buena parte de ellos, así que aquello no les escandalizó.

  • ¡ Eh, mirad a Raquel ! - les interrumpió Albarí - ¡ Ya se le ha regenerado completamente el útero, y a los ovarios bien poco les queda !

  • ¡ No jodas ! - exclamó Ciríe, enfocando una vez más su visión astral en el abdomen de la humana.

  • ¡ Lo veo y no lo creo ! - rezongó atónita Sarigza - ¿ Cuánto ha tardado ? ¿ Tres minutos, quizá cuatro ?

  • Ha dado mejor resultado del que esperé - reconoció Óscar, alzando la vista de Raquel - Restablecer la integridad física de todos los presentes sólo nos llevará un ratito, y vamos a comenzar ahora mismo.

  • Traeremos unas jarras y nos encargaremos de repartirla - se ofreció Melein, teletransportándose a la principal cocina de la mansión ( sus hermanas y madres le siguieron ).

  • ¿ Qué quieres que haga con tu antiguo útero, Raquel ? - le preguntó Sarigza, que aún lo tenía entre sus manos ( cosa de la que estaba empezando a hartarse, aunque no sería ella la que cometiese la descortesía de decírselo ) - ¿ Quieres quedártelo como recuerdo ?

  • Para nada. ¿ No podríais incinerarlo ?

  • Eso está hecho - le dijo Óscar, tendiendo sus manos a la sacerdotisa para que se lo entregase. Se valió de sus alas-L para vaporizarlo, y aquello le trajo a la memoria cierta duda que había tenido a lo largo de la batalla con la neharai.

  • Una matriarca soporta temperaturas doce veces más altas que un deluyrei normal - se le adelantó Hedelia.

  • En ese caso, ¿ por qué no me quemé cuando puse mis manos a seis mil grados ? - se extrañó él, sacudiéndose discretamente las escasas cenizas que se produjeron al incinerar el útero de su cuñada - ¿ Acaso calculé mal la temperatura ?

  • No, tu criterio para deducirla fue completamente válido. Verás, la máxima temperatura que soporta un deluyrei suele expresarse en grados absolutos, pero para mayor comodidad te la di en grados centígrados.

  • Ya veo: no se trata de multiplicar cuatrocientos por doce, si no de multiplicar seiscientos setenta y tres por doce - dijo Óscar.

  • Valor al que es preciso restarle doscientos setenta y tres si quieres retornar a la escala centígrada - puntualizó ella.

  • Unos siete mil ochocientos grados Celsius, qué exageración

  • calculó alguien por ambos ( se trataba de un catedrático de ciencias físicas que en cierta ocasión suspendió, y muy merecidamente, a una de las amas más recientes; tras aquel crimen , decidieron esclavizarle ).

  • Eso es - le felicitó la deluyrei.

  • Bien, comencemos ya - terció Óscar.

Podría haber repartido la leche por medio de su renovado poder sobre los fluidos, pero no quería correr el riesgo de asustar a nadie levitando un trago hacia su boca. Mientras iba llenando las jarras, decidió germinarse unas cuantas lombardas más ( lo hizo a partir de las enredaderas que se había puesto para flagelar a Raquel, cuyas espinas desvaneció ).

  • ¿ Para qué te haces crecer más repollitos de esos ? - le preguntó Julián.

  • Tu hermana no es la única que a la que se le ha suministrado una alubia de la sumisión - le explicó Ciríe.

  • ¿ Hay más gente con doble personalidad ? - se sorprendió Alicia.

  • Si tu hermana tenía dos personalidades era porque Inmaculada le reprogramó en una sola sesión, introduciendo demasiados cambios de golpe - le dijo Hepente.

  • Se han valido de las alubias de la sumisión para hacer masoquistas a un montón de hombres y mujeres - agregó Hedelia - Aunque también se les dieron algunas órdenes tajantes, siempre que les era posible se valían de sugestiones, alterando paulatinamente sus gustos, conductas e inclinaciones.

  • ¿ A ellos también se les da una judía de esas al mes ? - se interesó Laura.

  • No, tras varias tomas lograron que el efecto fuese permanente en ellos, al menos en lo que respecta al nuevo esquema mental - le explicó Sarigza.

  • Bastará con anular ese efecto residual para que las alteraciones se deshagan - añadió Hedelia - Les llevaría meses, pero si les estimulamos telepáticamente probablemente consigamos que se retornen a su ser original en días... siempre que sea posible, se entiende.

  • ¿ Significa eso que algunos seguirán igual ? - les preguntó Esther.

  • No, pero el trauma que han sufrido posiblemente deje huellas en ellos. De todos modos, nuestra leche corrige desajustes mentales, que no sólo físicos, así que también les ayudará.

  • Bien pensado, considerando hasta qué punto se ha potenciado, puede que se bastase por sí sola para anular el efecto de las alubias - dijo Darlane.

  • Podría ser - concedió Ciríe.

Los que habían sido objeto de tan vil manipulación recibieron una lombarda del patriarca, y entonces tanto a ellos como a sus compañeros se les obsequió con un generoso trago de su benéfica leche. Gracias a ella, todos los desajustes físicos desaparecieron: los implantes fueron expulsados ( ya fuesen de silicona, colágeno u alguna otra porquería ), los aros y demás adminículos se desprendieron, las cicatrices se borraron, los tatuajes también... y sus mentes, que estaban bastante dañadas a causa de tantos padecimientos, comenzaron a rehacerse. Por descontado, todo aquello que había sido amputado se regeneró, y lo hizo con tan sorprendente rapidez que en unos minutos hasta el más mutilado de los siervos estaba restablecido. Aquellos que tenían más de veinte años habían rejuvenecido, aunque los que tenían menos no maduraron más rápido ( o no apreciablemente ).

  • ¿ No podrías haberte valido de tu poder alterador de la realidad ? - le preguntó Julián.

  • Sí, pero preferí optar por algo más tradicional, y además consideré más apropiado reservarlo para ellos - le dijo Óscar, señalando a un montón que objetos que las deluyrei había reunido rato atrás, dejándolos en un banco que vaciaron expresamente para colocarlos.

  • ¡ No me digas que eran personas ! - se asombró Esther, que acababa de reconocer uno de aquellos objetos ( se trataba de un retrete, bastante grande y de un atípico tono rosáceo, en vez del acostumbrado blanco ).

  • Me temo que sí - le dijo Óscar, comenzando a modificar el inodoro, que de inmediato dio lugar al joven que antaño fue ( la impresión de verse nuevamente humano fue tal que se desmayó ).

Tras él, Óscar rehumanizó dos consoladores, un orinal, unos pantys, una escobilla del váter, un cepillo de dientes, un frigorífico, un microondas, un patinete, un par de botas de vinilo y un desatascador. No bien acabó con éste último, Ciríe le trajo cinco perros y una perra ( originariamente también habían sido humanos ). Ellos no se desmayaron, pero los que habían sido transmutados en entes inanimados sí, y les hicieron beber algo de leche para suprimir los daños que su uso, por cierto bastante intensivo, les había producido ( al retornar a su ser original se manifestaron en forma de pequeñas, pero abundantes, cicatrices ).

  • Si llego a saber que era una persona, jamás habría cagado en él - dijo Alicia, refiriéndose al ex retrete.

  • Durante meses yo lo hice a diario - dijo Esther, compungida.

  • ¿ Quién era ? - les preguntó Laura.

  • Uno de los hermanos de Remedios - repuso Óscar - No siempre ha sido así, durante cierto tiempo fue una rueda de automóvil, y también tiene experiencia como cuchillo ( con él han martirizado a más de una persona ), fregona y cubo de la basura.

  • ¡ Qué guarrada ! - exclamó alguien ( cada vez estaban más desinhibidos, síntoma de que sus mentes iban sanando ).

  • Los hay que no saben decir que no a un puesto de trabajo, ¡ viva el pluriempleo ! - bromeó otro ( pese a que pudiese parecerlo, el cruel destino sufrido por aquel individuo no le era ni mucho menos indiferente, si bromeaba era para animar a sus compañeros... además de a sí mismo ).

  • No logró entender por qué Taninncihcut hizo pasar por el quirófano a tanta gente - dijo Julián - Si tanto interés tenía en afeminarnos, podría haberse limitado a reestructurar nuestros cuerpos con su quinto par de alas. Habría sido muchísimo más rápido, y no creo que le hubiese supuesto ningún esfuerzo ( convertir a una persona en un objeto inanimado debe ser infinitamente más complejo que convertir a un tío en mujer, y pese a ello todo parece indicar que lo hacía bastante a menudo ).

  • Esa enferma estaba intentando dar con la forma más eficaz de afeminar a los hombres, así que usó como cobayas a buena parte de los que caísteis en sus garras - le explicó Hepente.

  • Quería que el proceso fuese fácilmente reproducible, pudiendo hacerse en masa, así que eludió en la medida de lo posible la magia, valiéndose de vuestra ciencia - continuó Hedelia.

  • Encontraba de lo más gratificante haceros pasar por todas esas penalidades, y disfrutaba mucho viendo cómo vuestra salud se iba degradando

  • agregó Darlane.

  • Últimamente había dejado de lado la cirugía, centrando sus esfuerzos en cierta bacteria que afecta a numerosas especies de insectos - retomó la palabra Hedelia - Creo que la llamáis Wolbachia.

  • ¿ Qué se supone que les hace ? - les preguntó Julián.

  • No sólo afemina a sus machos, si no que además propicia la partenogénesis entre sus hembras.

  • ¿ El qué ? - se extrañó alguien.

  • Tener hijos sin ser fecundadas - le explicó ella.

  • ¡ Coño ! - exclamó Laura - ¡ Esa tarada se había propuesto acabar con los hombres a cualquier precio !

  • No con todos, aquellos que accediesen a vacunarse serían esclavizados - dijo Ciríe.

  • Menuda alternativa - bufó Esther.

  • Bien, llegó la hora de hacer un duelodeceras , tras lo que entablaré una nueva tanda de tres - anunció Óscar, que ya se había quitado los senos - Por si os interesa, tengo previsto librar uno de elixir afrodisíaco, otro de baba de zup y otro...

  • ¿ No debería haberse quedado ya sin ambos ? - le interrumpió Julián - Se supone que puedes secretarlos por las espinas de tus enredaderas, de modo que también deberían haber participado en el duelo con el que le privaste de las suyas.

  • La confrontación se produjo únicamente entre sus enredaderas, así que la neharai sólo ha perdido las cualidades o poderes que emanan exclusivamente de ellas - le explicó Hedelia.

  • Entiendo.

  • ¿ Cuál será el tercer duelo, Óscar ? - le preguntó Alicia.

  • Lo sabréis en su debido momento - repuso él.

  • Ya me has derrotado, ¿ por qué te empeñas en cebarte conmigo ? - se quejó Taninncihcut.

  • Todo lo que se te haga es poco, desgraciada, y te aseguro que tu castigo no ha hecho más que empezar. Cuando entremos realmente en faena, todo lo que te he hecho hasta ahora se te antojará una pequeña travesura sin importancia.

  • No me das miedo - logró decirle ella ( mentía, claro ).

  • Saquemos un poquito de esto... - dijo Óscar, hurgándose en los oídos y dejando caer su modesta cosecha en el cuarto vaso. Cuando se fundía no perdía sus propiedades, así que derritió ambas ceras con su poder lumínico, lo que permitió que se mezclasen homogéneamente. Enseguida se solidificaron, y Óscar despegó el pegotillo resultante con la uña, dándoselo a Raquel.

  • No es precisamente un manjar, pero al menos no provoca arcadas - dijo ella, obligándose a deglutir - ¿ Qué viene ahora ?

  • Follar, claro.

  • ¿ Tú y yo ?

  • Naturalmente.

  • Mejor que sea Jordi quien me lo haga, estoy harta de ponerle los cuernos.

  • Tú no lo hacías, lo hacía tu otro yo... lo que me recuerda que eres soltera y virgen.

  • Pero, ¡ si me he tirado a miles !

  • No lo has hecho tú, lo hizo ella... y ella fue también la que dio el "sí, quiero".

  • ¡ No había caído en ello ! - exclamó Jordi, estrenando en aquel preciso instante sus regeneradas cuerdas vocales - ¡ A todos los efectos, me acabo de quedar viudo !

  • Aún así, son muchos años de convivencia... - insistió ella, bajando la voz.

  • Tienes un concepto muy divertido de lo que es convivir - ironizó Jordi, que le había oído.

  • Lo creas o no, con el tiempo llegué a sentir algo por ti; no he llegado a estar enamorada, lo reconozco, pero te he llegado a coger bastante afecto - se defendió Raquel - Con todo, dudo que pudiese seguir a tu lado, me recordarías a cada instante las cosas que me vi obligada a hacerte. Sentiría asco de mí misma.

  • Yo tampoco lo soportaría: no eras tú quien me martirizaba, pero era a ti a quien yo veía.

  • Nadie tiene por qué saber lo ocurrido, y en cualquier caso no nos creerían, así que nos divorciaremos para justificar ante la sociedad nuestra separación - le dijo Raquel - Renunciaré a todos mis bienes y derechos, pues nada hice por ganármelos, y la custodia de nuestros hijos será tuya. Oh, y me aseguraré de devolverte tu trabajo.

  • ¿ Se puede saber de qué coño pretendes vivir ?

  • Del mío si es menester, pues si no encuentro ningún empleo probablemente me meta a puta.

  • Tú misma. ¿ Qué me dices de las gemelas ? No les quiero ni ver.

  • Yo tampoco, no les soporto. ¿ Por qué no les esclavizas y te les follas cuando quieras, en compensación por todo lo que os han hecho ? Tenlas de chachas sumisas, les estará bien empleado.

  • Quizá no sea tan mala idea, creo que me lo pensaré.

  • Ya seguiréis hablando de todo eso, Raquel, ahora he de joder contigo - insistió Óscar - Siempre que quieras, se entiende.

  • Quiero, pero no sé si a Alicia le molestará...

  • No me molestará en absoluto, pero tienes que dejarme participar.

  • Trato hecho. ¿ Dónde nos lo montamos, Óscar ?

  • ¿ Qué os parece en el propio altar ?

  • ¡ No lo digas ni en broma ! - le reprendió Raquel - Me daría una grima terrible.

  • A ti y a cualquiera - se le unió Alicia, un poco molesta con Óscar - Ha sido una broma de muy mal gusto.

  • Te aseguro que no bromeaba.

  • Ahí encima han torturado y asesinado a un montón de personas, entre ellas a Andrés - le recordó Alicia, enfurruñada.

  • Joder, Óscar, pero si aún está manchado con la sangre de mi hijo...

  • Esa piedra está consagrada a Khali, nenas - les cortó él - Se supone que su único propósito es servir de escenario a todo tipo de abominaciones. Si la usamos para hacer algo positivo, esa marrana se retorcerá de rabia e impotencia en su sucia madriguera. ¿ No os gustaría ayudarme a tocarle las narices ? Consagremos ese baluarte del pecado, ese foco del Mal, a Luyrile. Bendigamos con nuestro placer y nuestro amor aquello que antes sólo se alimentó de dolor y de odio. Pensadlo: Khali sentirá cómo el arquitecto de su bien merecida ruina ( que soy yo ), profana con vuestra ayuda uno de sus altares, y no podrá hacer nada por evitarlo. ¿ No se os antoja deliciosa la idea de fastidiarle hasta ese punto ?

  • Si ellas no quieren hacerlo, hazlo conmigo - se ofreció Sarigza, emocionadísima.

  • ¡ Nosotras también nos apuntamos ! - exclamaron sus hermanas e hijas, además de Darlane.

  • Como veis, voluntarias para santificar el altar no faltan - les dijo Óscar a las humanas, cuyos recelos se habían disipado casi por completo tras oír sus argumentos - ¿ Vais a dejar pasar esta maravillosa oportunidad ?

  • ¡ Qué coño, hagámoslo ! - se decidió Raquel, tras intercambiar una mirada con Alicia - Sólo te pido que pongas antes algo encima, o de lo contrario estaremos muy incómodos.

  • Tranquila, tu madre nos hará de colchón - le dijo él.

  • No creo que sea muy mullida - bromeó Raquel.

  • Lo será cuando le haya transmutado en uno - le aseguró Óscar, clavando su mirada en Inmaculada, cuya movilidad le devolvió.

  • ¡ No me hagas esto, soy tu suegra ! - le suplicó ella al notarse libre ( la muy estúpida debería haberse puesto de rodillas, caso en el que quizá se hubiese pensado dos veces lo de transmutarle ).

Óscar ignoró sus ruegos y le transformó en un enorme colchón, recogiéndolo y poniéndolo sobre el altar. Los tres se acomodaron encima de él, comprobando que era especialmente cómodo ( sus alas les molestaban a los tres, así que se las quitó ). La Raquel malvada había disfrutado a tope del sexo con el cuerpo de su anfitriona, que sólo era capaz de procesar una pequeña parte del placer que ella experimentaba ( le llegaba como a través de un etéreo velo, lo que le convertía a grandes rasgos en una espectadora: ahora, por fin iba a saber de primera mano lo que era gozar ).

Óscar y Alicia le abrazaron, él por delante y ella por detrás. Mientras su hermana le acariciaba los pechos, restregando los suyos contra su espalda, Raquel besaba con ansia a su cuñado, cuyo trasero amasó a conciencia. Él le correspondió, y al poco la humana comenzó a menear las caderas para sentir el erecto y palpitante miembro de Óscar resbalar sobre su pubis y abdomen. Estaba tan excitada, tan expectante, que aquellos estímulos bastaron para llevarle al orgasmo ( por el momento, ni Taninncihcut ni Óscar estaban inhibiéndoselos ).

  • ¿ Tan cachonda estás, hermanita ? - rió Alicia - Ni siquiera nos has dado ocasión de jugar con tu rajita...

  • Joder, esto es la hostia, lo que me he estado perdiendo - jadeó Raquel, henchida de lujuria - Más, más, quiero probarlo todo, matadme a polvos entre los dos.

  • Date la vuelta y cómele la boca a tu hermana - le sugirió Óscar.

  • Aún no he acabado contigo, macizo, quiero seguir besándote hasta que la lengua me eche humo - al oír aquello, Óscar alzó sorprendido las cejas, gesto que a Raquel no se le pasó por alto - ¿ Pasa algo ?

  • Eso que acabas de decir me ha recordado que fumas.

  • Yo no fumo, siempre me pareció una cochinada - se defendió ella - Mi lado oscuro era quien lo hacía.

  • Cierto, pero usando tu cuerpo, así que el sabor de tu boca debería haberme repugnado a más no poder, y no ha sido el caso.

  • Reconozco que besar a alguien que fuma es como lamer un cenicero lleno de colillas y ceniza, pero tampoco hay que exagerar - le regañó Alicia.

  • Un humano que no sea demasiado exigente puede tolerarlo, pero algo me dice que un deluyrei no.

  • Recuerda que tenemos los sentidos muchísimo más desarrollados, Alicia, y eso en teoría debería permitirnos captar todas y cada una de las porquerías que se liberan durante la combustión de esa bazofia hedionda - le dijo Hedelia - No nos harían el menor daño, pues somos inmunes a cualquier veneno, pero el sabor debe ser insufrible.

  • Salgamos de dudas - dijo Ciríe, acercándose a una de las prisioneras y alzándole del pelo para besarle en la boca.

El beso fue realmente fugaz, pues Ciríe fue incapaz de soportar aquel sabor, apartando inmediatamente de sí a la mujer ( le echó al banco con tanto desdén que casi se le cayó al suelo ). Le fue imposible reprimir una arcada, faltándole muy poco para vomitar.

  • ¡ Por todos los infiernos, qué sabor más inmundo ! - se quejó, con los ojos llorosos.

  • Iré a por algo para que te enjuagues, tía - se ofreció solícita Fasme, disponiéndose a manifestar sus alas-T

  • No hará falta, nena - le dijo Óscar, apartándose un poco de Alicia y Raquel para poderse poner su quinto par de alas sin molestarles. Las usó para degradar las toxinas que Ciríe aún tenía en la boca, y entonces se las volvió a quitar.

  • Gracias, me estaba muriendo de asco.

  • No entiendo cómo os puede dar tanto asco eso y sin embargo gustaros la orina - dijo Esther.

  • ¡ No compares ! - se escandalizó Ciríe - El pis de una persona sana es virtualmente inocuo, y las escasas sustancias tóxicas que en él pueden encontrarse no sólo son mucho menos nocivas, si no que además son de origen natural. El humo de una combustión, si embargo, es por definición antinatural. Si al menos se tratase de incienso comprendería que lo inhalasen, pues si es de buena calidad huele bastante bien, pero quemar esos cilindrillos maléficos es como prender una vela hecha con basura... con la diferencia de que la vela, al menos, serviría para dar luz.

  • Ya sé por qué la boca de Raquel no te ha sabido mal, Óscar

  • le dijo Sarigza - Originariamente nuestra leche corregía todo tipo de trastornos, pero ahora lo hace incluso con más eficacia. El trago que le diste a tu cuñada bastó para purgar todos las sustancias dañinas que se habían acumulado en su organismo como consecuencia de ese vicio irracional.

  • Soy de la misma opinión - coincidió Hepente.

  • Estoy convencida de que incluso las trazas de metales pesados que pudiese haber en su cuerpo se han esfumado, aunque quizá debiera decir ex fumado - agregó Hedelia.

  • Desde que me transformé en deluyrei, Ciríe y yo nos lo hemos montado con veintidós humanos, y ninguno de ellos fumaba - hizo las cuentas Óscar, tras reírle la gracia.

  • Teniendo en cuenta lo extendida que parece estar esa plaga, deberíais consideraros muy afortunados - opinó Hedelia.

  • Lo fuimos, créeme - le aseguró Ciríe - Nunca me gustó ese vicio, y los humanos, que antes apenas caían en él, han aprovechado nuestra larga ausencia para propagarlo como un tumor por todo el planeta: no conformes con ello, se aseguraron de empeorar el sabor que deja, haciéndolo infinitamente más repugnante que antes. Con lo poco aguzado que tienen el paladar, no me extraña que sean capaces de tolerarlo e incluso que haya quienes terminen encontrándole el gusto ( a base, claro, de echar a perder el poco que tienen ), pero para nosotros es inconcebiblemente asqueroso.

  • Ahora comprendo por qué Taninncihcut casi nunca nos besaba

  • musitó alguien.

  • Basta ya de tanta palabrería y al turrón - terció Alicia, dirigiéndose a su hermana - ¡ Quiero tu boca, grandísima puerca, y la quiero ya !

  • Sí insistes - cedió feliz Raquel, dándole la espalda a Óscar para enfrentarse a su hermana.

Óscar pasó su tranca por entre las piernas de Raquel, cuya vulva rozaba sutilmente, y la extendió a fin de metérsela a Alicia en el coño. Las dos hermanas se besaban con ansia, frotando sin cesar sus pechos, y Raquel se llevó las manos a la rajita, dispuesta a pajearse.

  • Ni se te ocurra tocarte el coño - le regañó Alicia - Mi culo está ocioso, acaríciamelo.

  • ¿ Quieres que te meta algún dedito en el ojete ? - le preguntó ella, melosa.

  • Por supuesto.

  • Toma, guarra...

Fue una delicia ver cómo jugaban, pues hacían una pareja de infarto. Raquel era un poco más alta que su hermana ( la última vez que le tallaron, de lo cual hacía ya dos décadas, medía un metro ochenta y dos ), y estaba un poco más delgada. A diferencia de su hermana, que era rubia, ella era castaña, y tenía el pelo más liso ( lo llevaba corto, quizá algo menos de medio palmo ).

Sus pechos eran más o menos igual de grandes ( ambas tenían ciento veinte centímetros de busto ), sus caderas prácticamente igual de prominentes, sus nalgas igual de apetitosas ( aunque no tan generosas ), sus piernas algo más estilizadas, pero pese a ello igual de esculturales, y su cara tan deliciosamente aniñada como la de Alicia ( a Esther se le formaban al sonreír unos pícaros y sugerentes hoyuelos en las mejillas, cosa que a Alicia no le ocurría ).

Tenía cuarenta y un años, pero aparentaba a lo sumo treinta, y fabulosamente bien llevados. No tenía el menor vestigio de celulitis, ni estrías, ni varices, y su cuerpo estaba cuidadosamente depilado, cosa también aplicable a su sexo ( no lo tenía por completo despejado, había dejado una fina hilera de pelos a cada lado que, cuando sus labios mayores se unían, se fundían en una sola ). Raquel no tardó ni un minuto en volverse a correr, pese a la ínfima estimulación recibida en la entrepierna.

  • Te corres con una facilidad pasmosa, cuñada - le regañó afectuosamente Óscar - Me temo que no me va a quedar más remedio que comenzar a bloquear tus orgasmos, cosa que por el momento también hará Taninncihcut.

  • Pero, ¡ si aún no me la has clavado ! - se quejó ella.

  • Primero me encargaré de Alicia, y tú serás testigo de ello. Siéntate en mi cara, que me apetece comerte el culo mientras mi esposa me cabalga.

  • A diferencia de ella y de vuestra hija, mi otro yo nunca se hacía lavativas - le advirtió Raquel - De hecho, esa guarra llevaba años sin limpiarse el culo tras cagar, prefería hacérselo lamer por el pobre de Jordi y por nuestros hijos ( bueno, y también por cualquier otro esclavo, o esclava, que tuviese a mano ).

  • Lo sé, tu hermana me lo ha contado todo.

  • ¿ Cómo sabes que nos poníamos enemas, Raquel ? - cayó en la cuenta Alicia - No recuerdo habértelo dicho.

  • Tu trasero y el de la prima casi siempre estaban perfectamente aseados, tía - le dijo Andrés.

  • Sin embargo, mi lado oscuro sólo se lo aseaba cuando se duchaba o bañaba, e incluso entonces procuraba no limpiárselo más de la cuenta para que sus esclavos pudiesen disfrutar de su sabor...

  • No te preocupes, cielo, y dámelo - insistió Óscar - Vamos, colócate ya, te prometo que apenas te hincaré la lengua...

  • Como quieras - cedió ella.

No bien su cuñada se le sentó en la cara, Óscar manifestó su falo umbilical ( Raquel había visto hacer aquello a la neharai, por lo que no se sorprendió en exceso ). Alicia se lo clavó en la vagina, recibiendo por el culo el otro, y comenzó a menearse sosteniendo la mirada de su hermana, que se retorcía de excitación mientras Óscar le trabajaba los bajos.

  • Daos lengua, putas, y restregad vuestros pechos - les ordenó, y ellas obedecieron gustosas.

  • ¿ Qué tal te lo estás pasando, nena ? - le preguntó Alicia entre beso y beso.

  • Tu marido me está haciendo perder la razón, y ver cómo te empitonas con sus enormes trancas me excita como a una perra en celo.

  • Se te nota, guarrilla, sólo hay que ver lo duros que se te han puesto los pezones - le dijo Alicia, pellizcándoselos cariñosamente.

  • Pues tú tampoco te quedas corta - le dijo Raquel, imitándole - Uf, me encantan tus melones.

  • Y a mí los tuyos - le aseguró su hermana, abrazándole con más ganas aunque sin dejar por ello de botar sobre Óscar.

  • Oh, Alicia, estoy en el paraíso: no sólo me he librado de mi odioso alter ego, si no que además por fin estoy disfrutando de mi propio cuerpo. Jamás imaginé que se pudiese gozar tanto, cuando la desgraciada esa se corría yo apenas disfrutaba...

Alicia le silenció con un nuevo beso, y ya no paró de comerle la boca hasta que se corrió ( pese a que apenas unas horas antes había quedado plenamente satisfecha, todo aquello había vuelto a excitarle, de modo que no tardó demasiado en hacerlo ).

  • Ahora te toca a ti - le dijo Óscar a su cuñada.

  • ¿ Quieres que me clave las dos a la vez, una en cada agujerito ?

  • Eso es. ¿ Hay algún problema ?

  • Sí, que me voy a reventar el culo.

  • ¡ No me digas que no te gusta recibir verga por detrás ! - se asombró Alicia ( en más de una ocasión le había perforado el culo con un consolador bien gordo, y ella parecía disfrutarlo mucho ).

  • A ya sabes quién le volvía loca, y eso que a veces le dolía un poco, pero yo no soy ella, y las trancas de tu marido se ven realmente amenazantes.

  • Déjate de remilgos y muéstranos de lo que eres capaz.

  • No sé, me da algo de cosa...

  • Raquel, ¿ me vas a privar del gusto de ver cómo mi marido te hace una doble penetración ? - insistió Alicia - Vamos, enchúfate de una puta vez sus trancas o harás que me enfade.

  • Está bien, está bien, allá voy - cedió ella, dándole la espalda a su cuñado y sentándose sobre él.

  • Así no, date la vuelta - le regañó Alicia.

  • ¿ Qué más da ?

  • Quiero que sostengas la mirada de Óscar mientras te clavas sus trancas, y en esa postura lo tienes más bien difícil.

  • Como quieras - suspiró Raquel, dándose la vuelta.

  • Vamos, nena, muéstranos de lo que eres capaz - le animó Óscar - Oh, y buen provecho...

Como enseguida quedó demostrado, su trasero era casi tan goloso como el de Alicia ( antes de recibir la pera, se entiende ), así que no le costó demasiado encajar el rabo primario ( tenía más o menos la misma talla que el umbilical, que encajó con la misma facilidad que Alicia ). La saliva de Óscar ayudó bastante.

  • ¿ Te gusta, cuñada ?

  • Ay, dios, qué llena me siento - ronroneó ella - Me duele un poco, pero... ¡ joder, qué dolor más rico ! ¡ No me extraña que a esa puerca le gustase tanto que le petasen el culo, es una auténtica delicia !

  • Bien, esto es lo que haremos: voy a comerle el coño a tu hermana, y tú le vas a comer el culo, bebiéndote toda mi leche - le anunció Óscar - Sólo cuando nosotros nos corramos dejaré que tú también lo hagas.

  • Esmérate, hermanita - le dijo Alicia, poniéndose de espaldas a Raquel y sentándose en el rostro de Óscar.

  • Espero que lo tengas limpio...

  • Tranquila, lo tengo impoluto: poco antes de que viniese el repartidor de pizzas me escaqueé para evacuar en un plato, y aproveché para hacerme una lavativa.

  • Ya me parecía a mí que tardabas demasiado en encontrar trapos - dijo Esther ( en efecto, Alicia se había valido de aquella excusa para ausentarse del salón durante unos minutos, pero cuando regresó les ayudó a recoger ).

  • ¿ Cómo es que hiciste del vientre sobre un plato ? - se extrañó Raquel.

  • Podría haberlo hecho en un váter, pero bajo ningún concepto iba a desperdiciar un manjar tan delicioso - repuso ella, haciéndose la ofendida

  • Por si te interesa saberlo, lo guardé en el frigorífico.

  • No pretenderás que me crea que te comes tu propia mierda - rió Raquel.

  • No era la mía, era la de Óscar - le dijo Alicia.

  • ¿ Cómo dices ?

  • Verás, está tarde mi macho me cagó en el recto, y te aseguro que encontré realmente estimulante hacerle de retrete. Lamentablemente, tener el culo tan pringoso se me terminó haciendo pesado, así que opté por cambiar su rico presente de envase .

  • Guasona - le reprendió Raquel, creyendo que bromeaba.

  • Comienza, cuñada - le ordenó Óscar, palmeando enérgicamente sus nalgas - Quiero que metas tu lengua en el recto de mi esposa ahora mismo, y no se te ocurra dejar de comerle el culo hasta que se corra.

  • Como quieras... - suspiró Raquel, poniéndose manos a la obra. Lamentó haberse hecho tanto de rogar: aunque al principio le dio un poco de asco, no tardó en descubrir que hacer un beso negro le encantaba. Además, el esperma de Óscar se le antojó exquisito.

  • Vaya, así que te gusta mi esperma - rió él.

  • Puedes jurarlo - logró decir ella.

  • ¿ Y mi culo, Raquel ? - le preguntó Alicia - ¿ Te gusta el ojal de tu hermanita pequeña ?

  • Está delicioso, nunca imaginé que comer un culo fuese tan estimulante. A mi otro yo le gustaba mucho, pero yo pensaba que no era más que otra muestra de su depravación.

  • Le gustaría mucho, pero a mí jamás me lo hizo.

  • Natural, a ti te veía como a una traidora: sólo se lo hacía a sus compinches.

  • ¿ Jamás cató el culo de un macho ? - le preguntó Óscar, aunque sabía la respuesta.

  • No les consideraba dignos de ese honor.

  • ¿ Te gustaría degustar el mío ?

  • Supongo que sí, aunque no sé si a Alicia le importará...

  • Te puedo asegurar que no - le dijo la aludida - Voy a apretar un poco, ¿ te parece bien ?

  • Bueno...

  • No te hagas la interesante, sé que lo estás deseando. Vamos, hermana, reconócelo.

  • Lo deseo - concedió Raquel - Haz fuerza y échalo todo, me voy a beber hasta la última gota. Joder, estoy tan cachonda que creo que hasta me comería tu mierda...

  • Eso lo dejaremos para otro día, de momento confórmate con la lefa de mi marido.

  • Qué rica está... - rezongó ella, libando del dilatado y hermoso ano de su hermana con gozo. Su excitación no hacía más que aumentar, y aceleró sus movimientos pélvicos para satisfacción de su cuñado.

  • El momento se acerca - le dijo Óscar a Ciríe, que era la que estaba obligando a la matriarca, por medio de su telepatía, a inhibir el orgasmo de Raquel ( al estar los dos de acuerdo, las magias de sus cerúmenes aún no había entrado en conflicto ).

  • ¿ He de seguir obligándole a que bloquee su orgasmo ?

  • Eso es, pero yo sí que le autorizaré a tenerlo, dando así comienzo a la confrontación.

  • Perfecto.

  • No podéis hacerme esto - se quejó la neharai, pero nadie le hizo caso.

Óscar autorizó a Raquel a correrse cuando tanto a él como a Alicia ya les quedaba muy poco para hacerlo. La neharai, por obra de Ciríe, intentó negarse, y el poder de su cera no tardó en ser aniquilado. En aquel preciso instante, Raquel obtuvo un orgasmo brutal, sincronizándose con los de Óscar y Alicia ( aún estaban los tres corriéndose para cuando Óscar sintió que el poder de su cera renacía ).

  • Ha... sido... increíble - articuló trabajosamente Raquel, que aún tenía los labios sobre el babeado trasero de su hermana.

  • Y de lo más útil, pues acabamos de primar a la matriarca oscura de otro de sus poderes - dijo Óscar.

  • ¡ Que le den morcillas ! - exclamó despectivamente uno de los recién liberados esclavos, sin dejar de meneársela ( no era el único al que la escena le había excitado lo suficiente como para animarle masturbarse, y todos ellos estaban muy necesitados de sexo, pues sus maléficas amas sólo les dejaban gozar muy de cuando en cuando: huelga decir que ninguno de ellos llevaba puesto ya dispositivo de castidad, y tampoco tapones anales ).

  • Hablando de morcillas, veamos qué pinta tiene esta preciosidad después de haber estado en tu culo - le dijo Alicia a Raquel, extrayendo de su recto el pene primario de Óscar: como era de esperar, salió completamente embadurnado.

Tanto ella como Raquel se levantaron de Óscar, sentándose cada una de ellas a un lado.

  • Uf, se lo he dejado hecho un asco - admitió ella.

  • ¿ Por qué no se lo limpias con la boca ?

  • ¿ Bromeas ? ¡ Está pringado con mi propia mierda !

  • Sí, pero también con su esperma. ¿ No dijiste que te gustaba ? ¡ Demuéstranoslo !

  • Me da grima...

  • Eres una estrecha - le picó Alicia.

  • ¡ No lo soy !

  • ¡ Estrecha, estrecha ! - comenzó a corear alguien, uniéndosele bastantes de los presentes ( entre ellos, Jordi y sus hijos, además de las deluyrei, la ángel, Laura y Esther ).

  • ¡ Mucho hablar, pero seguro que ninguno de vosotros ha hecho nunca algo así ! - se defendió Raquel, pero entonces recordó que los esclavos, además de disfrutar de la mierda de sus amas ( sin olvidarnos de la de sus compañeros de suplicio ), estaban más que hartos de degustar la suya propia ( y no sólo limpiando a lametones todo aquello con los que les profanaban el trasero, pues algunos habían sido obligados a defecar delante de todas para a continuación comerse el pastel ), así que se apresuró a añadir - Voluntariamente, se entiende.

  • La mitad de mis chicas han saboreado ya su propia mierda, por supuesto aderezada con mi suculento esperma, y tienes mi palabra de que nunca les he forzado a hacerlo - le aseguró Óscar ( aunque tanto las humanas como Darlane lo habían hecho, y por supuesto también Julián, la única deluyrei que por el momento había jugado a aquello era Ciríe ).

  • La hemos libado tanto de su polla como de nuestros culos, y nos ha hecho sentirnos maravillosamente guarras - le dijo Laura, relamiéndose.

  • No pierdas el tiempo, hija, tu tía no tiene redaños y no hay nada que podamos hacer al respecto - le recomendó maliciosamente Alicia.

  • ¡ Trae eso para acá, Óscar ! - exclamó resuelta ( aunque algo fastidiada ), Raquel.

Asiendo su miembro, le dio un tímido lametón en el glande, al que pronto le siguió otro, y otro más. Para su sorpresa, muy pronto dejó de importarle que estuviese lleno de materia fecal, cuyo sabor, gracias al esperma de Óscar, no se le hizo especialmente ofensivo.

  • Algo me dice que está empezando a gustarte - le dijo Alicia, socarrona.

  • Muy observadora - se burló Raquel, devorando el miembro de Óscar, por cierto ya limpio, con cada vez más ganas.

  • Alicia, ¿ por qué no me comes tú la otra, mientras sostenéis la mirada ?

  • Magnífica idea - le dijo ella, lanzándose golosa a por el falo umbilical.

Raquel al principio lo hacía con cierta torpeza ( en su ansia, le dio algunos mordiscos que a Óscar, de no ser invulnerable, le habrían dejado para el arrastre ), pero conforme fue recordando cómo su otra personalidad lo hacía, su técnica mejoró ( ver cómo Alicia se encargaba del otro miembro también le fue de bastante ayuda ).

Se habían puesto a cuatro patas, perpendiculares a Óscar, y éste decidió estimular sus entrepiernas, hurgándoselas con las manos ( les metió dos dedos en cada orificio, y utilizó el restante para acariciarles el clítoris ).

  • Ay, qué requetebién me lo estoy pasando - suspiró Raquel, sin dejar de trajinarse la minga que poco antes había taladrado su recto ( no sólo lo hacía con la boca, a menudo también se valía de las manos ).

  • Pareces una niña con un juguete nuevo - le dijo Alicia.

  • Esto de zampar rabos es la monda, con razón a mi lado oscuro le gustaba tanto. Estoy deseando que se me corra en la boca...

  • En ese caso estás de suerte, pues ya no me queda mucho para eyacular - le dijo Óscar.

Así era, y Raquel se estuvo a punto de atragantar cuando Óscar se corrió ( lo hizo justo cuando ambas alcanzaron el clímax, pillándole desprevenida: a Alicia, que tenía mucha más práctica, no le costó ningún trabajo seguir estimulando a su marido pese al intenso placer que sentía ). Cuando se recuperaron un poco, las dos hermanas compartieron las abundantes corridas, y entonces entre las dos limpiaron los dedos con los que Óscar había estado hurgándoles. Para entonces, a Raquel no sólo le dio igual que estuviesen sucios, si no que terminó agradeciéndolo, pues aquello le hacía sentirse deliciosamente guarra.

  • Demuéstranos cuánto te ha gustado el sabor de tu propio culo, cuñada - le susurró Óscar al oído - Explórate tú misma el recto y chúpate los dedos.

Raquel no se hizo de rogar, hurgándose con varios dedos el ojal. Se llevaba las manos a la boca alternativamente, pues no quería dejar ni un segundo ocioso su ano, y se lamía los sucios dedos con perezosa complacencia, sosteniendo la mirada de ambos.

  • ¿ Sabéis lo que me apetece ahora ? - les preguntó, sonriéndoles con picardía, una vez dio por finalizado aquel juego.

  • Yo sí, pero dilo de todos modos - le sugirió Óscar.

  • Quiero tu culo, cuñado. ¿ Me lo darás ?

  • No seré yo quien te lo dé, si no Alicia - le dijo él, poniéndose en pie y colocándose entre ellas. Quedó frente a Alicia, que le agarró las nalgas y se las separó.

  • Parece el culo de un bebé, ni siquiera tienes vello - se asombró Raquel.

  • Así podrás lamérmelo con más eficacia.

  • Tienes razón - concedió ella, acercando la cara al trasero del patriarca.

  • No empieces aún - le advirtió Óscar - Alicia te está entregando mi culo: a fin de corresponderle, cógeme la tranca con ambas manos y ofrécesela.

  • ¿ Cuál de ellas ?

  • La primaria - le dijo él, desvaneciendo el pene umbilical - Agárrala de la base.

  • Listo - le anunció de inmediato ella - ¿ Podemos empezar ya ?

  • Aún no, Alicia tiene que clavarme en el recto algún que otro dedito.

  • Entiendo, quieres que te lo abra para que me sea más sencillo meterte la lengua...

  • En realidad eso lo puedo hacer yo mismo - le dijo él, dilatando el ojal.

  • ¡ Dios, qué cacho de boquete ! - gimió Raquel, excitadísima

  • ¡ Podría meterte un puño dentro !

  • Dejaremos eso para otra ocasión, zorrita - le prometió Óscar - Verás, si quiero que Alicia me hinque varios dedos es para que pueda sentir con ellos cómo me trabajas el culo.

  • Estás en todo, cariño - le dijo Alicia, metiéndole gozosa dos dedos de cada mano.

  • Ya ves. Y ahora, comenzad a devorarme entre las dos, compartiéndome como buenas hermanas.

  • Espero que te guste, Óscar - le dijo Raquel, lanzándose a lamerle el ojal.

  • Me gustará, y a ti también.

  • Tienes razón. Mm, está muy rico...

  • Mira que comerle el culo a un hombre - rezongó Taninncihcut

  • Es una vergüenza que una mujer se rebaje a ese nivel, personalmente preferiría comérselo a un perro.

  • Lo harás, te lo aseguro - le dijo Óscar - Más aún, le servirás gustosa de letrina.

  • ¿ Estás loco ? ¡ Jamás haré algo así !

  • Tú sí que estás loca - le dijo Darlane, que ya se había hecho una idea de las intenciones de Óscar - No te puedes ni imaginar lo que te espera, cuando nuestro amado patriarca acabe contigo serás aún más sumisa que el más sumiso de tus siervos.

  • ¡ Antes prefiero morir !

  • Lo dices como si eso dependiese de ti, y no es el caso - le recordó Sarigza.

La neharai, al comprender que la sacerdotisa estaba en lo cierto, prefirió no replicar. Ya no hubo más interrupciones, y Óscar siguió disfrutando de lo que le estaban haciendo Alicia y Raquel. Ellas también se lo estaban pasando en grande pese a no poder hacer nada por calmar su creciente excitación ( tenían las manos demasiado ocupadas ).

Alicia se estremecía cada vez que la lengua de su hermana se agitaba en el recto de su marido, cosquilleando sus dedos, y también cuando recibía en el dorso de las manos su aliento. Ver cómo asía el miembro de su marido a fin de entregárselo le resultó también bastante estimulante.

Por su parte, Raquel de vez en cuando se apartaba a fin de deleitarse contemplando cómo los dedos de Alicia mantenían abierto para ella el recto de su cuñado, cuyo aroma y sabor le tenían por completo subyugada. Se los había metido hasta el fondo, pero aún así podía distinguir perfectamente sus uñas ( verlas hincadas en las paredes de las fragantes y apetitosas entrañas de Óscar le excitaba sobremanera ).

Ella también sentía la respiración de su hermana en sus manos, estímulo que halló de lo más satisfactorio, pero ni de lejos tanto como sentir la monumental tranca de su cuñado en las manos. Al igual que Alicia, le era imposible abarcarla con una sola mano, pero eso no significaba que no pudiese asirla, así que se la sujetó como buenamente pudo con la mano izquierda, mientras con la derecha sopesaba sus testículos.

Óscar agradeció aquel cambio, y Alicia se llenó de orgullo al notar el interés con el que Raquel manoseaba los genitales de su esposo. La saliva de Alicia corría por el mástil de su marido y terminaba goteando sobre las manos de Raquel, que se la untaba en los cojones como si se tratase de aceite hidratante.

Ambas estaban empezando a necesitar de veras algo de acción en la entrepierna, así que Óscar se hizo crecer una vez más enredaderas ( se había quitado las que usó para fustigar a Raquel justo antes de reunirse con ella, y Alicia, sobre el altar ), valiéndose de las mismas para masturbarles.

La mayoría de los que poco antes fueran esclavos se estaba divirtiendo, en no pocas ocasiones con alguna de sus indefensas amas ( seguían paralizadas ), de las que abusaban felices. Algunos incluso comenzaron a golpearles, arañarles y morderles, pero las deluyrei les sugirieron que de momento no les martirizasen, y así se hizo. Ellas también llevaban un rato jugando, habiéndose emparejado cada una de las sobrinas de Ciríe con una de sus madres fálicas: Darlane estaba fornicando con Ciríe, Esther lo hacía con Julián, y Laura con Fernando.

  • Podríamos seguir, pero aún he de quebrar algunos poderes a Taninncihcut - dijo Óscar cuando tanto él como su mujer y su cuñada se corrieron.

  • ¿ Qué he de hacer ? - le preguntó Raquel.

  • Nada, nena, pues en esta ocasión me valdré de Remedios para llevar a cabo la confrontación.

  • ¿ Vas a dejar a mamá convertida en colchón ? - quiso saber Alicia cuando los tres se bajaron del altar.

  • Por supuesto que no - dijo él, poniéndose el quinto par de alas para devolverle su forma habitual.

  • Ha sido espantoso - se quejó Inmaculada, entre angustiados jadeos, no bien recuperó el habla - Eres un bastardo, no me vuelvas a hacer algo así nunca más.

  • Me parece que aún no te has enterado de quién manda aquí - se molestó Óscar - Haré de ti lo que se me antoje, y ahora lo que se me antoja es convertirte en un consolador.

Antes de que pudiese enmendar su error, Inmaculada se vio convertida en un consolador bien contundente. Era doble, con arnés, y cada uno de sus extremos tenía veinticuatro centímetros de longitud por siete de diámetro. Ambos simulaban a la perfección un pene, venas y arrugas incluidas, pero sólo el glande de uno de ellos daba el pego. El otro glande consistía en una réplica exacta de la cabeza de Inmaculada, aunque a escala y sin pelo. Tanto los ojos como la boca estaban abiertos, y su expresión de sorpresa era realmente cómica.

  • Vaya, veo que mamá por fin va a servir para algo útil - dijo jocosa Alicia.

  • ¿ Qué tiene escrito en la frente ? - se interesó Raquel, cogiendo el artilugio del altar.

  • ¿ ACME ... daño ? - leyó Alicia por ella, estallando ambas en carcajadas ( muchos de los presentes les corearon ).

  • Póntelo, cariño - le sugirió Óscar - Creo que es de tu talla.

  • ¿ Esa cara que tiene en lugar del capullo se corresponde con la suya ? - quiso saber Raquel.

  • Eso es.

  • ¿ Qué lado quieres que me meta, oscar ? - le preguntó Alicia, que ya estaba trasteando con los correajes.

  • Metete el normal, dejemos el otro para Raquel.

  • Listo - anunció enseguida ella.

  • Perfecto, te queda muy bien - le felicitó Óscar, volviéndose a Raquel y diciéndole - Cuñada, date la vuelta y sepárate las nalgas, quiero ver cómo tu lindo culito se zampa el melón de tu madre.

  • ¿ Quieres que me lo meta por detrás ? No sé si debería hacerlo, aún tengo el culo un poco irritado.

  • Eso lo soluciono enseguida - le dijo Óscar, aplicándole una gota de orina en el ano.

  • Ah, qué alivio. Gracias.

  • ¿ Por qué no le administras una pera, Óscar ? - le propuso Alicia - Mamá ya le ha hecho demasiado daño, no me parece justo que Raquel tenga que sufrir, aunque sea sólo un poco, para vengarse de ella.

  • ¿ De qué habláis ? - se extrañó su hermana.

Óscar alzo el índice de la mano derecha e hizo surgir de su yema una diminuta rama. Antes le habría llevado madurar la pera un par de minutos, pero ahora podía hacerlo casi en el acto: en cualquier caso, y a fin de que su cuñada pudiese apreciar en detalle el proceso, dilató voluntariamente el periodo de floración.

  • ¿ No es una monada, hermanita ?

  • La verdad es que sí, pero, ¿ qué vais a hacer con ella ?

  • Te la vamos a meter por el culo.

  • ¿ Para qué ?

  • Enseguida lo verás, confía en nosotros - le dijo Óscar, entregándole el fruto a Alicia.

  • Ábrele el culo, querido - le pidió ella, arrodillándose tras su hermana.

Óscar se abrazó a Raquel, aplastando la verga contra su abdomen, y se hizo crecer el cabello para anudarle con él los brazos a la espalda, agarrándole de las nalgas a fin de separárselas.

  • ¿ Qué haces ? - jadeó ella.

  • Te estoy inmovilizando para entregar tu culo a tu hermana - repuso él - No te preocupes, cuando haya terminado de jugar con él te soltaré.

Alicia le escupió abundantemente en el ojal antes de enchufarle el fruto mágico. Tardaba más o menos lo mismo que antes en hacer efecto, pero Óscar supo de inmediato que éste se había tornado imperecedero.

  • Al principio me picó un poco, pero ya se me ha pasado - dijo Raquel - No os hagáis de rogar y decirme para qué me habéis metido esa cosa.

  • ¿ Te gusta esto ? - le preguntó Alicia, acariciándole el ano con un dedo.

  • ¡ Ay ! - exclamó Raquel, gratamente sorprendida - ¡ Qué gustillo me da ! ¡ Es como si el culo se me hubiese vuelto más sensible !

  • Y así es - le dijo Óscar, explicándole brevemente para qué servían las peras de los deluyrei.

  • Alicia, méteme más dedos, con uno no me basta - le suplicó Raquel.

  • ¿ Qué te parecen cuatro ? - le preguntó Alicia, metiéndole dos de cada mano.

  • Oh, sí, qué rico... así, así, muévelos con más ganas...

  • Sácaselos, Alicia, y limítate a soplarle en el ano - le sugirió Óscar.

  • ¿ Por qué no ? - dijo ella - Promete ser divertido.

  • No me hagáis esto, cabrones - gruñió Raquel, sintiéndose muy vacía cuando Alicia le sacó los dedos... pero no menos excitada, pues sus dulces soplos le revolucionaron aún más el trasero, haciendo que su esfínter empezase a palpitar involuntariamente, casi como si reclamase una verga.

  • ¿ Se te ha abierto ya el apetito, hermanita ? - rió Alicia

  • El culo, desde luego, sí que se te ha abierto. Deberías ver cómo boquea el glotón, ansioso de rabo.

  • Méteme a mamá - le suplicó Raquel - Métemela ya, quiero sentir algo bien gordo dentro...

  • He dispuesto que tu madre conserve todos sus sentidos: si te le clavas en el trasero, no le quedará más remedio que oler y saborear tu mierda... que, además, se le meterá en los ojos - le explicó Óscar - Pensé que te gustaría saber hasta qué punto será de agobiante y humillante para ella alojarse en tu recto.

  • ¡ No había caído en ello !

  • ¿ Significa eso que no seguirás adelante ?

  • ¡ Ni loca, ahora aún tengo más ganas si cabe de metérmele en el culo ! ¡ Vamos, Alicia, enchúfame a mamá ya !

  • Espera, cariño - le dijo Óscar a su mujer antes de que tuviese ocasión de complacer a Raquel - ¿ No se te está olvidando algo ?

  • No caigo - se excusó Alicia.

Óscar agarró el consolador y lo retorció ( no era difícil, estaba hecho de goma ), poniendo la cara hacia arriba. Escupió abundantemente sobre ella, y tanto Alicia como Raquel le imitaron, riendo como niñas. No había ninguna necesidad de lubricarlo, pero aquel trámite mortificaría aún más a Inmaculada. Óscar liberó a Raquel, reduciendo la longitud de su pelo, y ésta se apresuró a empalarse con el orondo vástago que surgía de la entrepierna de Alicia.

  • ¿ Te gusta, cuñada ?

  • Mm, sí, me vuelve loca - le dijo ella, llevándose las manos al sexo - Además, obligarle a mi madre a zambullirse en mi mierda me da un morbo increíble.

  • No te toques, cariño - le reprendió con dulzura él, apartándole las manos de la entrepierna.

  • ¿ Otra vez ?

  • Confórmate con lo que tu hermana te está haciendo en el culito - le sugirió Óscar al oído, mordisqueándole travieso la oreja - Como enseguida comprobarás, ahora gozas lo mismo por detrás que por delante.

  • Como desees - cedió ella, comenzando a moverse.

  • Quieta, no te muevas aún - le ordenó Óscar - Quiero que las dos caminéis hacia los bancos con sensualidad, contoneándoos para mí. Siente a tu madre en el culo, Raquel, deja que tu deseo de atravesarte con ella aumente más y más.

  • Venga, nena, demos un paseo antes de acomodarnos, bien pegaditas las dos - le dijo Alicia, aplastándose contra su hermana, a la que se abrazó con firmeza - Yo también ardo de ganas de que te comiences a menear, pero me encanta demostrarle a mi macho lo salida que estoy.

  • Guía los pasos de mi mujer, Raquel, sé su dócil y complaciente puta lazarilla un ratito - le susurró Óscar, que ahora le mordisqueaba el cuello - Té gustará.

  • De acuerdo - cedió finalmente ella - Sígueme, hermana, desfilemos para Óscar.

  • Ya verás qué bien nos lo vamos a pasar, Raquel - le dijo Alicia, empezando a caminar aunque por el momento sin prisas.

Estuvieron cerca de tres minutos deambulando por la sala, y estaban tan excitadas que en más de una ocasión sus flujos vaginales gotearon ( cosa de la que más de uno se percató ). No bien se acomodaron, Raquel se encabritó, comenzando a botar frenéticamente sobre su hermana.

Tras dedicarles una sonrisa, Óscar hizo uso de su poder alterador de la realidad para hacer surgir del suelo un curioso artefacto. Principalmente consistía en dos robustas sillas metálicas, enfrentadas, cuyas patas estaban embutidas en unos rieles que únicamente les permitían acercarse o separarse, impidiendo movimientos en cualquier otro eje.

Ambas estaban razonablemente acolchadas, y contaban con correas para inmovilizar a quien se sentase en ellas, tanto por el cuello como por la cintura, brazos y piernas. Del centro de cada uno de los rieles se alzaba una viga que a dos metros de altura se curvaba hacia dentro, uniéndose ambas entre sí. Cada una de ellas tenía, por la parte interna, dos soportes basculantes cuya altura era graduable dentro de ciertos márgenes. El primero estaba casi en el suelo, siendo de dos palmos de longitud y uno de anchura, y sobre él había otra correa. El segundo estaba a un metro de altura, y también tenía encima una correa ( era algo más pequeño que el otro ).

En la parte externa de una de las vigas había dos manivelas, una encima de otra. La superior, que además era más grande, separaba o acercaba las sillas diez centímetros por vuelta ( había que hacer bastante fuerza, pero incluso un humano podría moverlas, no digamos ya un deluyrei ), mientras que la otra ( que se giraba con mucha más facilidad ), las movía tan sólo medio milímetro por vuelta, también en las dos direcciones.

Hedelia, que ya había adivinado el propósito de aquel dispositivo, se teletransportó a por dos jeringuillas ( en la mansión no faltaban, solían usarlas para hacerles diversas perrerías a los esclavos ). Le tendió una de ellas a Hepente y se dirigió a Óscar, que se separó complaciente las nalgas. Hedelia le metió la aguja por el recto y extrajo la pequeña dosis de afrodisíaco que el patriarca secretó, haciendo Hepente lo mismo con Taninncihcut ( Ciríe tuvo que obligarle telepáticamente a que colaborase ).

Óscar se sentó en uno de los sillones, con las piernas muy abiertas ( de hecho, las puso a los lados ). La matriarca oscura le imitó, pero ella, a diferencia de él, fue inmovilizada. Entonces, Óscar libró a Remedios de su parálisis, obligándole a venir hacia donde se encontraban. Se metió entre los rieles y posó sus pies en los soportes inferiores, quedando así de manifiesto su utilidad. Ciríe y Sarigza los ajustaron a la altura pertinente y apresaron sus tobillos con las correas que tenían encima, tras lo cual ella puso sus manos sobre los soportes superiores, cuya altura también fue graduada ( como es de suponer, ataron sus muñecas con las correas que había justo encima ).

Había quedado de espaldas a Óscar, y por consiguiente mirando hacia Taninncihcut. Tenía brazos y piernas separados, y Darlane comenzó a girar la manivela superior, acercando a los dos contendientes hasta que casi rozaban a Remedios.

  • ¿ Qué me vais a hacer ? - le preguntó Remedios a Óscar, llena de miedo, cuando notó que volvía a ser dueña de sus actos.

  • Fíjate en la entrepierna de la neharai - le sugirió él.

La matriarca se había quitado el falo que se puso por orden de Zeus hacía un buen rato, pero Ciríe le acababa de obligar a erigirlo de nuevo, tan rotundo como el de Óscar.

  • ¡ Me vais a emparedar ! - comprendió ella.

  • Eso es - le felicitó Sarigza, asiendo el miembro de Taninncihcut y apoyándolo contra su sexo ( lo tenía seco, pues el miedo que sentía le impedía excitarse, aunque eso pronto iba a cambiar ).

  • Pero eso no es todo - le dijo Darlane, apoyando el glande de Óscar contra el ano de Remedios mientras Ciríe hurgaba delicadamente uno de los oídos del patriarca - Nuestra reina te va a dar un poco de la mejorada cera de Óscar, pues no vamos a dejar que te corras así como así.

  • Traga, puerca - le ordenó Ciríe, tendiéndole el manchado dedo.

  • Trágatelo tú - se rebeló Remedios, pero de nada le sirvió negarse, pues Ciríe se hizo momentáneamente con el control de su cuerpo, obligándole a chuparle el dedo.

  • Y, ahora, el afrodisíaco - le dijo Hepente, inyectándole en el brazo izquierdo el que había extraído de la neharai.

Hedelia le inyectó el que extrajo de Óscar en el otro brazo, y Remedios comenzó, muy a su pesar, a excitarse.

  • Malditos bastardos, ¿ qué pretendéis con todo esto ? - jadeó ella.

  • Por lo que sé, tu queridaamiga te dio en cierta ocasión una de sus peras, y su efecto residual te permite tener orgasmos rectales - le dijo Darlane, restregando el capullo de la tranca de Óscar contra el cada vez más ansioso ano de Remedios.

  • No son tan intensos como los vaginales, pues tu adaptación a la sodomía no es total, pero aún así disfrutas mucho de ellos - continuó Hedelia, dando otra vuelta a la manivela grande... momento en el que los dos orificios de Remedios se vieron repentinamente invadidos.

  • Me duele - se quejó ella, con lágrimas en los ojos ( sólo le dolía el recto, pues su vagina encajó sin problemas el mástil de la neharai ).

  • Qué curioso, a mí no - rió Óscar.

  • Atenta, que eso fue sólo el principio - le dijo Ciríe, dando bruscamente una nueva vuelta a la manivela, con lo que Remedios encajó prácticamente en su totalidad ambas vergas.

  • ¡ No, no ! - gritó ella, ahora realmente dolorida - ¡ Malditos seáis, me vais a destrozar el culo !

Era cierto que le dolía, pero aún así le encantaba, por lo que no tardó en ceder a la tentación de moverse hacia atrás y hacia delante para disfrutar de las dos fabulosas trancas que había recibido en su interior ( al principio lo hizo disimuladamente, pero enseguida se agitaba con absoluto descaro: para entonces, sus dos agujeritos ya se habían lubricado al máximo ). Era consciente de que menearse no le serviría de nada, pues sólo se podría correr si Óscar le autorizaba, pero estaba tan excitada que fue incapaz de refrenarse. No le dejó de doler el recto ni un instante, si bien el dolor se iba atenuando con cada embestida.

Óscar estudió detenidamente su aspecto. Saltaba a la vista que la neharai le daba ocasionalmente algún que otro sorbo de su leche, pues se conservaba antinaturalmente joven. Tenía ochenta y tres años, pero a lo sumo aparentaba treinta y cinco, y un breve examen astral le reveló que su estado físico nada tenía que envidiar al de una mujer de veinticinco, siendo por consiguiente aún fértil ( si no tenía más hijas era porque no quería, de modo que una vez al año ingería uno de los frutos anticonceptivos de la matriarca oscura ).

Era de ojos azules, tez clara y pelo oscuro, casi negro ( para simular que tenía canas se había dado mechas, que por cierto le quedaban bastante bien ). Rondaba el metro setenta de altura. Su nariz era bastante respingona, su cara alargada y sus dientes quizá un poco grandes, pero nada de ello desmerecía un ápice su notable hermosura... la cual, tal y como Óscar había averiguado en uno de sus sueños, debía agradecer al fruto que le ofreció la neharai tras matar a su padre y a aquella pareja de enamorados ( de joven nunca fue especialmente agraciada, pero cuando se tomó aquella especie de trufa su aspecto mejoró extraordinariamente ).

Tenía algunos kilos de más, pero aquello, gracias a la magia de su protectora, no menoscababa ni su salud ni su figura. Su vientre no estaba por completo plano ( pero poco le faltaba ), sus excelsos pechos estaban un poco caídos ( e incluso algo fofos ), sus nalgas y sus muslos eran especialmente rollizos ( aunque sin llegar al exceso ), y tenía un leve vestigio de papada ( sólo era apreciable en posturas muy concretas ): pese a ello, no pocas mujeres venderían su alma por ser la mitad de atractivas ( y deseables ), que ella.

De repente, Óscar se dio cuenta de algo que hasta el momento se le había pasado por alto: ninguna de las cómplices de la neharai era fea, de hecho todas ellas eran guapísimas. ¡ Aquello no podía tratarse de una mera coincidencia ! Cada una de aquellas mujeres, incluyendo a Remedios, era un auténtico monumento, y había muchas más como ella ( el número de amas era hasta la fecha de ciento veintidós, cuatro de las cuales no habían podido acudir al sacrificio ). Óscar sondeó la mente de la neharai, confirmando de inmediato sus sospechas: cuando alguna mujer aceptaba plenamente su credo, le recompensaba con una de las trufasdelahermosura , manteniéndole eternamente joven por medio de su leche ( en lo que respecta a sus peras, sólo se las proporcionaba a las más allegadas, y sólo como premio por algún mérito o servicio especialmente satisfactorio ).

Tanto las deluyrei como las neharai comunes disponían de una versión menos poderosa de aquel fruto. El grado de belleza que otorgaba era muy similar, pero tardaba todo un año en hacer efecto, en vez de tres meses ( al igual que el de sus matriarcas, éste era imperecedero: de hecho, el repollo mágico tan sólo podía anularlo parcialmente ).

Como Óscar enseguida averiguó, las trufas procedentes de las matriarcas tenían ciertas propiedades que no se daban, ni siquiera de forma vestigial, en sus homónimas. Quien tomaba una de ellas veía incrementada su sensibilidad, disfrutando de orgasmos más intensos de los que, para colmo, se recuperaba mucho antes. Más eso no era todo. Si se trataba de un hombre, solían crecerle los genitales y el miembro ( a menos que ya de por sí los tuviese enormes, caso en el que no se le alteraban ). Si era una mujer, su vagina no sólo se volvía mucho más elástica, si no que sus entrañas se reconfiguraban a fin de permitirle recibir trancas monstruosas... de las que disfrutaban a tope, pues el área en el que eran capaces de sentir placer, además de ser mucho más sensible, era proporcionalmente mayor.

Ni Ciríe ni sus hermanas sabían aquello ( sólo estaban al tanto algunos dioses, las propias matriarcas y un selecto puñado de eruditos ), de ahí que no hubiesen relacionado la insólita estructura interna de Alicia, Esther y Laura, con aquel fruto mágico. La neharai se había asegurado de que las tres lo tomasen sin enterarse, y Óscar se preguntó qué le habría impulsado a hacerlo.

No tardó demasiado en averiguarlo, su mejorada telepatía le permitía acceder a los recuerdos de la neharai casi con la misma facilidad con la que accedería a los suyos propios ( y eso, pese a lo retorcida y laberíntica que era su mente ). Taninncihcut le prometió a Inmaculada que, si se le unía, toda su descendencia femenina sería bendecida con la misma hermosura que ya le había otorgado a ella. Aquella revelación le condujo a la siguiente pregunta: ¿ cómo es posible que Luis no se diese cuenta de los cambios que sufrió su mujer ? Originariamente era bastante guapa, pero en tan sólo tres meses pasó a ser toda una beldad.

La neharai se valió de su don alterador de la realidad para modificar la imagen que aquellos que no estaban iniciados en el culto a Khali tenían de Inmaculada. No sólo se alteraron sus recuerdos, si no también cualquier objeto en su poder susceptible de ayudarles a recordar cómo era antes: fotos, grabaciones, retratos y un amplio etcétera ( podría haber usado su telepatía para modificar los recuerdos de todos aquellos que conociesen lo suficiente a Inmaculada, pero habría sido increíblemente tedioso, y en cualquier caso aún habría tenido que encargarse de ocultar las pruebas ).

Cada vez que los cambios introducidos por la trufa mágica se hacían demasiado evidentes, Taninncihcut repetía el proceso, actualizando el recuerdo que la gente tenía de Inmaculada ( decidió hacerlo cada diez días ).

Con Alicia y sus hermanas hizo lo mismo, aunque ni a ella ni a Esther se les explicó nada, incluyéndoseles entre las personas cuyos recuerdos se vieron alterados, por lo que ignoraban lo sucedido ( su madre les administró sus respectivos frutos macerándolos y mezclándolos con los restantes ingredientes de un pastel que les hizo a cada una por su duodécimo cumpleaños ).

En cuanto las hijas de todas ellas, se les administró el fruto a los pocos meses de vida ( los trituraron, mezclándolos con una de sus primeras papillas ). No fue necesario alterar su identidad, pues aún no tenían una identidad lo suficientemente definida ( la gente se extrañó de los guapas que se ponían en unos meses, pero a tan tierna edad los cambios radicales de aspecto no son excesivamente inusuales ). Ni que decir tiene, Laura recibió el suyo sin que Alicia se enterase.

Pero, ¿ y Remedios ? Desde el momento en el que dio comienzo a la resucitación de la neharai, ésta tardó un año en regenerarse lo suficiente como para poder utilizar su don alterador de la realidad, y para entonces ella ya había sido transformada por la trufa que le dio, siendo sus cambios tan profundos que hubo quienes creyeron que había hecho un pacto con el demonio ( no andaban muy desencaminados, y la inexplicable desaparición de su padre, al que pronto se le unieron su tío, uno de los amigos de éste y su abuelo, no hacía más que avivar las sospechas ): el resto, prefirió asumir que eran naturales ( que estuviese en plena adolescencia ayudó mucho ).

Sin embargo, años después, cuando se hizo pasar por su marido ( aquel narcotraficante al que esclavizó, torturó y finalmente asesinó ), Taninncihcut ya disponía de su poder alterador de la realidad, y lo empleó para facilitar la suplantación ( era completamente falso que Remedios y Bernardo se pareciesen, y jamás se le dio bien imitar voces o disfrazarse ). Sólo tuvo que limitarse a dejar que todo el mundo le tomase por él, y la ilusión sólo se rompía cuando alguien recibía una prueba irrefutable de que no era quien decía ser ( a Óscar le bastó con soñar con ella, ya transformado en deluyrei, para que empezase a sospechar de su verdadera naturaleza, aunque de siempre había visto a Bernardo bastante afeminado ).

Tanto Alicia como Laura y Esther le debían su extraordinaria hermosura a la neharai, y aquello le molestó tanto a Óscar que, por un fugaz instante, se descubrió sintiendo asco de ellas ( no a nivel afectivo, se entiende, si no físicamente ). No le fue sencillo aceptar que la belleza de sus amadas chicas, de sus adoradas hembras, procediese de tan impía fuente. Se sentía en cierta forma estafado ( no por ellas, claro, si no por la neharai ), y no pudo evitar preguntarse cómo serían ahora de no haber tomado aquellos frutos.

La neharai no quiso dejar el menor rastro de su intervención, por lo que no quedaban fotos inalteradas de Alicia, ni tampoco de Esther. No obstante, Óscar sólo tuvo que acceder a sus recuerdos para hacerse una idea del aspecto previo de ambas. Le satisfizo ( e incluso, por qué negarlo, alivió ), averiguar que las dos eran muy monas cuando cumplieron los doce años: lo más probable es que hubiesen seguido siéndolo tras desarrollarse del todo.

Sin la trufa mágica no habrían sido tan absolutamente despampanantes, de eso no cabía duda, y sexualmente habrían estado muchísimo menos dotadas, pero seguirían teniendo un buen polvo ( como Laura se parecía tanto a ambas, especialmente a su madre, dedujo que ella se encontraba en la misma situación ).

A ellas tampoco les haría ninguna gracia enterarse de aquello, así que por ahora no les diría nada ( ya lo haría cuando encontrase el momento oportuno ). En cuanto a la idea de valerse del don alterador de la realidad para rehacer el recuerdo que tenía la gente de alguien, le pareció simplemente soberbia.

Le bastaría con modificar el recuerdo que se tenía de él para ahorrarse un montón de molestias: sólo dejaría intactas las mentes de aquellos que le eran especialmente queridos, a los que les contaría todo lo sucedido no bien tuviese ocasión. Los que no tenían demasiado trato con él, los que le caían mal, y naturalmente aquellos que sólo le conocían de vista, muy pronto le recordarían tal y como era ahora.

  • Oh, mierda, qué rico - se le escapó a Remedios, interrumpiendo sus pensamientos.

  • Parece que nuestro afrodisíaco ya te ha hecho efecto, así que te contaré de qué va esto - le dijo Óscar.

  • Cállate y deja que me corra, cabrón - gruñó Remedios, que evidentemente seguía dale que te pego.

  • Sólo te correrás cuando hayas tomado cierta decisión.

  • ¿ Qué decisión ? - gimió ella.

  • Aunque tu culo es muy sensible, pero el coño aún gozas más, con la ventaja de que no te duele.

  • No me dices nada que yo no sepa...

  • La neharai ha sido tu amante desde que le ayudaste a resucitar, de lo cual hace más de sesenta años, y siempre te has sentido muy unida a ella. Antes de conocerle no eras más que una cría consentida a la que nadie prestaba atención, pero ella hizo de ti alguien importante ( o, al menos, así lo ves tú ), convirtiéndote en su mano derecha.

  • ¿ A dónde quieres llegar ?

  • Yo soy quien ha acabado con todo eso, y de mí no recibirás más que sufrimientos. Voy a hacer de tu vida un infierno. Si has de elegir, ¿ con cuál te quedarías ?

  • ¡ Con ella, por supuesto !

  • Ya veremos. Ciríe, comienza a girar la manivela pequeña.

  • Marchando - repuso alegremente la aludida.

  • ¿ Qué pretendes ? - se alarmó Remedios.

  • Como enseguida notarás, los dos asientos se están separando, lenta pero inexorablemente. Nuestras trancas irán saliéndose de ti poco a poco...

  • ¡ No podéis hacerme esto, quiero sentirlas dentro ! - sollozó Remedios, sin dejar de moverse - ¡ Las necesito en mis entrañas más que el respirar !

  • Lo sé, pero llegará un momento que sólo podrás tener dentro una. O te inclinas para delante, rechazando mi polla a favor de la de Taninncihcut, o te inclinas para atrás, rechazando la suya a favor de la mía.

  • ¡ Eres cruel ! - lloró ya sin tapujos Remedios, sintiéndose morir de excitación... pero también de frustración.

  • ¿ A cuál de los dos deseas más ?

  • ¡ A ella ! - logró decir Remedios, sintiendo cómo aquel par de mástiles que tanto anhelaba iban abandonando sus orificios.

  • ¿ Estás segura de no preferirme a mí ?

  • Sí - repuso Remedios, aunque con menos convicción que antes.

  • Elígeme a mí, o me quedaré sin otro poder - le rogó la neharai.

  • Te juro que si me eliges a mí, alargaré y engrosaré aún más la tranca - le amenazó inesperadamente Óscar, para sorpresa de todos - Te garantizo un dolor extremo, puta.

  • ¿ Estás gilipollas, papá ? - le regañó Laura - ¡ Así no le vas a convencer !

  • No necesito convencerle. Mi afrodisíaco prevalecerá sobre el de la neharai, no importa las trabas que le ponga.

  • Espero que sepas lo que haces - le dijo Julián.

  • Lo sé - le aseguró él, confiado.

  • Ya le has oído, te vas a reventar - le previno la matriarca a Remedios, riéndose para sus adentros de la imprudencia de su enemigo.

  • Lo sé, pero...

  • ¡ Alto ahí ! ¡ No estarás siquiera planteándote la posibilidad de elegirle a él !

  • Yo... no sé... estoy confusa... esas cosas que dijiste antes me han sumido en un mar de dudas...

  • No hablaba en serio - le mintió ella.

  • Pues lo parecía...

  • ¡ Maldita desagradecida, recuerda todo lo que he hecho por ti ! - perdió la paciencia Taninncihcut - ¿ Me corresponderás traicionándome ?

  • Te juro que no es mi intención, pero...

  • Si me eliges a mí, Remedios, te partiré los morros de una hostia - le prometió Óscar.

  • Eres un estúpido, y tu engreimiento te va a costar caro - le dijo la matriarca.

  • Como se te ocurra elegirme a mí, Remedios, te partiré dos dedos y te clavaré en los pechos las uñas - insistió Óscar, ignorando a la neharai.

  • No, no, parad - les suplicó la humana, a la que aquellas amenazas bien poco le preocupaban en aquel momento ( y eso, pese a ser consciente de que Óscar las llevaría a cabo ). Lo único que le importaba era el insoportable vacío que se estaba adueñando de su recto y de su vagina. El glande de Óscar y el de Taninncihcut ya comenzaban a asomar en algunos de sus vaivenes, pronto uno de ellos se le saldría... y, entonces le sería imposible elegir por sí misma.

  • Recuerda por todo lo que hemos pasado juntas - le rogó la neharai.

  • Imagínate todas las perrerías que te voy a hacer - le sugirió Óscar.

  • Esto no puede estarme pasando a mí - rezongó Remedios, disminuyendo la amplitud de su vaivén tanto como le era posible: ¡ en cualquier momento, uno de los dos miembros se le terminaría saliendo !

  • Hazlo por los viejos tiempos, Reme, ten en cuenta que ésta bien puede ser la última vez que ese cerdo permita que me derrame en tu interior

  • insistió Taninncihcut.

  • Por supuesto que será la última vez - le aseguró Óscar a Remedios - Oh, y pienso dejar que te corras incluso aunque le elijas a ella, por eso no temas. Este podría ser el último orgasmo que tengas en años, quizá incluso el último de tu miserable vida. ¿ de quién deseas obtenerlo ?

  • ¡ De los dos !

  • Sin embargo, sólo lo obtendrás de uno. Oh, y si se te sale accidentalmente una de las trancas, no tendremos más remedio que volver a empezar desde el principio. ¿ Te crees capaz de soportarlo ?

  • No, me moriría...

  • Quizá no te hayas dado cuenta, pero Ciríe ha dejado de darle a la manivela. Anda, gírate para ver dónde ha puesto la mano.

Remedios así lo hizo, y entonces la deluyrei, sonriéndole maliciosa, agarró la manivela grande.

  • ¡ No lo hagas !

  • Pronto, muy pronto, no te quedará más remedio que elegir entre esa perdedora y yo - le dijo Óscar - Contaré hasta diez, y entonces Ciríe le dará un buen empujón a la manivela. Uno, dos...

  • ¡ Elígeme ! - gritó Taninncihcut, al borde de la desesperación - ¡ Es a mí a quien más deseas en el mundo !

  • Eso era lo que creía, Tania, pero, ahora...

  • Tres, cuatro... - prosiguió Óscar con la cuenta, imperturbable.

  • ¡ No lo hagas, no le elijas a él ! ¡ Él es sólo un vulgar macho, y recuerda cuáles serán las consecuencias para ambas !

  • Seis, siete...

En ese momento, el poder seductor del fluido afrodisíaco de ambos se quebró, y Óscar suspendió la cuenta, muy satisfecho con el resultado ( Remedios, cuya excitación desapareció de golpe, se quedó alelada, saliéndosele las dos pollas ).

  • ¡ Otra vez no ! - lloró la matriarca oscura.

  • Bien, veamos cuán poderoso se torna mi fluido afrodisíaco...

No tuvo que esperar demasiado. Remedios, al reactivarse el afrodisíaco que corría por sus venas ( sólo el procedente de Óscar, claro, pues el que procedía de la neharai había quedado por siempre inutilizado ), se entregó por completo a él, intentando empalarse nuevamente con su tranca. No le fue posible, pues Óscar acababa de cumplir su promesa de expandirla, y le resbalaba pese a lo dilatado que tenía el ano. Se disponía a probar suerte por delante, pero Óscar se le adelantó, sellándole la vagina gracias a su poder alterador de la realidad.

  • ¡ Me ha desaparecido el coño !

  • No te ha desaparecido, te lo he quitado yo. Se te dio a elegir entre que la neharai te taladrase por delante y que yo te taladrase por detrás, y te has decantado por lo segundo. Si quieres gozar de mí, lo harás únicamente por el culo.

  • ¡ No soy capaz de enchufármela ! - se quejó ella, volviendo a intentarlo.

  • Te ayudaré, pero antes tendrás que aceptar los castigos que te has ganado.

  • ¿ Qué castigos ?

  • Los que te prometí que sufrirías si me elegías a mí.

  • Si los acepto, ¿ me sodomizarás ?

  • Sí.

  • ¡ En ese caso los acepto, pero date prisa, no puedo esperar más ! - se desesperó ella.

  • Te advierto que me tendrás que dar las gracias por cada uno de ellos.

  • ¡ Lo que tú digas, pero no te hagas más de rogar ! - berreó Remedios, inmersa en un infierno de deseo insatisfecho.

  • Empezaré partiéndote los morros - le anunció él, arreándole una sonora torta ( ella seguía delante suya, dándole la espalda: no era la postura más cómoda para abofetear a alguien, pero a él no le supuso problema alguno ).

  • Gracias - le dijo dificultosamente ella. Muchos de sus dientes se habían movido, pero ninguno había llegado a desprendérsele. En lo que respecta a sus labios, quedaron partidos e hinchados.

  • Gracias, ¿ por qué ? - le preguntó él, en tono severo.

  • Por darme esa hostia - se apresuró a decirle ella.

  • Eso está mejor. Sabes lo que toca ahora, ¿ verdad ?

  • Ya ni me acuerdo, pero hazlo ya, te lo suplico...

  • Voy a romperte un par de deditos. Elígelos tú misma, pero date prisa o lo haré yo.

  • ¡ Me da igual cuáles quieras partirme, tan sólo hazlo !

  • Si tuvieses dos dedos de frente ( valga la gracia ), habrías optado por los meñiques de los pies.

  • ¡ Sí, que sean esos !

  • Te di la oportunidad de elegir, y la desperdiciaste - sentenció él, agarrando los índices de sus manos y retorciéndoselos con fría determinación hasta que sus huesos cedieron.

  • Gracias por partírmelos - logró decirle ella, ronca a causa del aullido que acababa de proferir ( y no poco enojada consigo misma, pues bebería haberse molestado en pensar cuáles eran los dedos que estaba dispuesta a sacrificar, en función tanto de su utilidad como del dolor que su rotura le acarrearía... cosa que habría hecho si las ganas que tenía de ser empalada por Óscar no hubiesen nublado por completo su juicio ).

  • De nada. Bien, ahora te atravesaré los pechos con las uñas.

  • Gracias... - gimió dificultosamente ella poco después, dando un nuevo grito cuando Óscar extrajo las uñas de sus ensangrentados pechos ( las había extendido cerca de tres centímetros, así que los daños no eran como para tomárselos a broma ). Mantendría la hemorragia a raya hasta que le diese por curarle.

  • Fue un placer - le aseguró él, agarrándole de las caderas y posando la tranca contra su hambriento ojal.

  • Sí, sí, clávamela - le apremió ella.

  • Me la he puesto enorme, te va a doler horrores - le advirtió Óscar - Pese a ello, estoy convencido de que gozarás como nunca. ¿ Aceptas de buen grado este último castigo, que a la vez es tu premio ?

  • ¡ Que sí, coño ! ¡ Clávamela ya, por tus muertos !

Dejándose de rodeos, Óscar le taladró con su descomunal pollaza. Los alaridos que comenzó a dar Remedios parecían los de una bestia, y en ellos se evidenciaba tanto el enorme dolor que sentía como la inhumana e indescriptible excitación que le atormentaba, bloqueando entre ambos cualquier chispa de discernimiento. Su mirada se había tornado vidriosa, y su boca se había llenado de espumarrajos. Lo único que le importaba ahora era destrozarse el recto y los intestinos con el monstruoso mástil de Óscar, facilitando su devastadora tarea con ansiosos movimientos de cintura.

Sus pechos se agitaban sin cesar, lo cual no hacía si no acrecentar el dolor que en ellos sentía. Los dedos rotos rozaban constantemente contra la plataforma donde apoyaba las manos, y tanto las muñecas como los tobillos estaban lastimándose con las correas que le mantenían sujeta al armatoste que había creado Óscar. Sus magullados labios le ardían. Sin embargo, todo aquello le importaba un comino.

En otras circunstancias se habría alarmado al sentir su sangre corriéndole por los muslos, pero en aquel instante ese hecho se le antojaba absolutamente irrelevante. Siguió ayudándole a destrozar sus entrañas, y cuando el patriarca así lo deseó se vio recompensada con un apoteósico e inacabable orgasmo... que no hizo más que intensificarse cuando su ardiente esperma comenzó a derramarse. Debido a los tremendos desgarros que se había ocasionado, el viril elixir le quemaba como el fuego, pero el placer que sentía al recibirlo bien merecía cualquier suplicio.

Remedios estaba a punto de desmayarse, pero Óscar no se lo permitió, manteniéndole consciente por medio de su telepatía para que fuese testigo de cómo Ciríe agarraba el babeante mástil de la neharai y lo agitaba cinco veces, que contó en voz alta. Bastó que la muy puerca se corriese, salpicando generosamente el vientre de Remedios ( lo habría disfrutado mucho más si Ciríe hubiese seguido manoseándole los bajos, pero una vez comenzó a eyacular le soltó la minga, viéndose su placer sensiblemente atenuado ).

  • Vaya, parece ser que has disfrutado a tope viendo cómo Óscar martirizaba, destrozaba y humillaba a tu supuesta amiga y amante - se burló Ciríe.

  • Maldita puerca, ¿ por qué has parado ? - le increpó Taninncihcut, realmente frustrada - ¡ Me he corrido sin apenas sentirlo, vaya mierda de paja me has hecho ! ¡ Puta, malnacida, inútil, ni siquiera sabes menear como es debido una tranca ! ¡ Con bien poco se conforma tu asqueroso patriarquilla del tres al cuarto ! ¡ No me extraña que aún no te haya desvirgado, debes darle asco ! ¿ De qué cojones os reís todos ? ¿ Dónde está el chiste, enorme jauría de gusanos ?

  • Una vez más has demostrado a todas lo poco que te importan

  • le dijo Óscar conteniendo como buenamente pudo la risa ( la parrafada que les soltó la neharai se le antojó realmente cómica, sobre todo la última frase ) - ¿ Tú crees que Remedios te perdonará que hayas antepuesto tu propio placer a su sufrimiento ?

  • Esa puta ya no me interesa, de hecho nunca lo hizo, y además me ha traicionado. Tan sólo fue un juguete para mí... y, ahora, es un juguete roto.

En efecto, sus heridas eran mortales de necesidad: tenía el intestino grueso literalmente reventado, incluso aunque detuviese su hemorragia ( y lo estaba haciendo ), la septicemia sería inevitable. Una única gota de su orina solventó en el acto aquel problema ( de hecho, sus beneficiosos efectos también se dejaron sentir en el resto del cuerpo de Remedios, cuyas lesiones sanaron casi por completo ), y entonces extrajo su poderosa herramienta, cuya talla devolvió previamente a la normalidad, del restaurado recto de la humana. Sólo en aquel momento le permitió que se abandonase a la inconsciencia, aprovechando para devolverle su vagina.

  • A partir de ahora, maja, lo vas a tener un poco difícil para seducir a la gente - le dijo Ciríe, con sorna, a la matriarca.

  • Más aún, cualquiera de nosotras podremos seducirte cuando nos venga en gana, pues ahora ya no eres inmune a nuestro afrodisiaco - añadió Sarigza.

  • Va siendo hora de hacer unos cuantos cambios - dijo Óscar, desmaterializando el armatoste que había creado por medio de su don alterador de la realidad ( Darlane agarró a Remedios para que no se cayese, pues no querían correr el riesgo de que se rompiese el cuello: en cuanto a la matriarca, la súbita desaparición de la silla donde se encontraba le cogió desprevenida, por lo que acabó en el suelo, provocando una carcajada general ).

Tras ello, el patriarca transmutó la masiva ara en un trono de cristal al que se accedía subiendo cuatro escalones, pero de momento no se sentó en él. Del alto techo hizo aparecer una recia cadena de la que colgaba un disco de acero de treinta centímetros de diámetro y seis de grosor ( quedaba a apenas medio metro del suelo ).

Manifestó su zup umbilical y le obligó a la matriarca extraer el suyo, impregnando entre ambos la cara libre del disco con sus babas, que procuró mezclar bien. Entonces, impidiéndole que influyese sobre la adhesividad de la baba que ella había secretado, hizo adhesiva la suya ( y, con ella, toda la mezcla ). Acto seguido le hizo aplastar sus nalgas en el plato, al que naturalmente se quedó pegada.

Darlane le obligó a agacharse, tanto física como telepáticamente, y Óscar puso contra su rostro el trasero, secretando una nueva dosis de su afrodisíaco que ella succionó antes de que entrase en contacto con el aire ( si se hubiese evaporado, alcanzando a los humanos, se habría liado una buena. Podría habérselo inyectado con una de sus espinas, de hecho habría sido lo más eficaz, pero aquello era mucho más humillante ).

Taninncihcut enseguida comenzó a verse afectada, y Óscar le administró un poco de su cera, tras lo que recortó paulatinamente la longitud de los eslabones de la cadena que le sostenía ( quedó suspendida del trasero a más de cuatro metros del suelo, posición en el que le se veía ciertamente cómica ). Bajo ella, el patriarca hizo surgir unas temibles hojas de metal. Estaban separadas doce centímetros entre sí, teniendo una anchura de cuatro y una altura de sesenta. Cubrían una superficie de unos diez metros cuadrados, y eran afiladísimas, contando todas ellas con dientes en uno de sus filos ( eran muy abruptos y apuntaban hacia abajo, por lo que sacárselas sería aún más doloroso que hincárselas ). Si la neharai se cayese sobre ellas, ni su invulnerabilidad le libraría de hacerse unos cuantos cortes.

No contento con ello, hizo que del suelo que había hasta el trono manase aceite, y entonces se acomodó en el majestuoso asiento, mirando con una sonrisa a la neharai... que empezaba a debatirse con el fin de liberarse, cada vez más desesperada.

  • Si tuvieses un punto de apoyo sin duda terminarías rompiendo la cadena, pero no es el caso, así que no te liberarás por mucho que te balancees o retuerzas - le dijo Óscar.

  • ¡ Suéltame ahora mismo ! - gritó ella, comiéndosele con la mirada. Era consciente de lo que le estaba pasando, pero no podía evitar desear a Óscar con todo su ser pese a lo mucho que lo odiaba. ¡ Tenía que ser suyo a toda costa !

  • Me deseas, ¿ verdad ?

  • ¡ Sí, te deseo ! ¡ Tómame si eres hombre, maldito macho del averno !

  • Ven a mí si tanto quieres tenerme.

  • ¡ Pues suéltame !

  • No.

  • ¡ Suéltame, te digo ! - exigió nuevamente ella.

  • Ya te he dicho que no.

  • ¡ Si no puedo tenerte, me pajearé mirándote ! - exclamó Taninncihcut, manifestando bocas en las plantas de sus pies y retorciendo las piernas a fin de devorarse con ellas su propia tranca, que aún no se había vuelto a quitar. En cuanto a sus pechos, se puso en ellos penes, succionándoselos afanosa.

  • No te servirá de nada, sólo dejaré que te corras si consigues alcanzarme, e incluso entonces me haré de rogar un ratito.

  • ¡ Maldita baba, lícuala ya !

  • Hazlo tú. A fin de cuentas, la mitad de la baba que hay en el disco que te mantiene apartada de mí es tuya...

  • No quiero enfrentarlas, ocurrirá lo de siempre - gimoteó ella, desistiendo de masturbarse ( de hecho, suprimió todas aquellas metasexuaciones ).

  • Por supuesto, y como recompensa te espera una caída nada grata.

  • No las voy a enfrentar - le aseguró ella, pero su excitación le pudo, y segundos después se esmeraba en anular la adherencia de la baba de Óscar.

El patriarca hizo crecer del suelo, detrás de la matriarca, un enorme bloque de hormigón del que sobresalía, fuertemente sujeta, una enorme argolla. En ella, había atada una resistente cuerda, elástica, cuyo lado libre se anudó, por sí solo, al cuello de la neharai.

  • ¿ Qué es esto ? - demandó ella, sin dejar de luchar contra el poder adherente de la baba de zup de Óscar.

  • No tardarás en averiguarlo - le aseguró él.

  • ¡ Quiébrate ya, quiébrate ! - gritó Taninncihcut, a la que el riesgo de perder otro poder le traía ya sin cuidado: ¡ lo único que le importaba era abalanzarse sobre Óscar, al que iba a entregar su virgo pese al odio que le tenía !

El poder en cuestión finalmente se quebró, y la desesperada matriarca cayó sobre las hojas, que desgarraron en multitud de puntos su piel ( tuvo que dar gracias de no ser humana, caso en el que habría muerto sin remisión ). Los daños, si bien molestos, no eran ni de lejos serios, de modo que enseguida se sobrepuso al dolor, incorporándose como buenamente pudo ( si hubiese contado con los brazos no le haría supuesto tantos problemas ). Cuando logró desengancharse de los últimos dientes que le retenían ( arrancando en el proceso algunos de ellos ), corrió hacia Óscar, que ya sentía cómo le renacía el don que acababa de perder. La goma se tensó cada vez más, y llegó un momento en el que a la neharai le fue imposible sostenerse en el suelo por culpa del aceite, saliendo disparada hacia atrás.

  • Ten cuidado, podrías lastimarte - se burló Óscar mientras ella intentaba levantarse de los espolones.

Taninncihcut era incapaz de pensar con claridad, lo único que sabía era que necesitaba el contacto de Óscar, y volvió a lanzarse sobre él con el mismo resultado. Cada vez lograba acercarse un poco más, llegando incluso a rozar una de las rodillas de Óscar. Aquella vez se le aproximó tanto que la cuerda se tensó al máximo, haciéndole retroceder con especial brusquedad. Se estampó contra las hojas con tal fuerza que algunas se rompieron, y sólo entonces se le ocurrió valerse de ellas para desgarrar la cuerda.

  • Has tardado mucho en dar con la solución. Si hubieses tenido un poco de sangre fría, te habrías ahorrado mucho dolor.

  • Déjate de monsergas y demuéstrame tu hombría - le exigió ella, volviéndose lanzar hacia Óscar.

  • Yo no tengo que demostrar nada a nadie, y menos a ti - le dijo él, apartándole de sí por medio de una contundente patada... que le volvió a arrojar a los espolones ( algunos habían comenzado a perder su filo, pues la carne de la neharai no era nada sencilla de hender, pero había tantos que aquello de momento no importaba )

  • ¡ No juegues conmigo ! - se enfureció ella, levantándose otra vez. Su cuerpo estaba lleno de pequeños pero dolorosos cortes, habiéndose cubierto casi completamente de sangre, pero aquello bien poco le importaba, dadas las circunstancias.

  • Haré de ti lo que me venga en gana, y no conseguirás nada hasta que te me aproximes con la apropiada humildad - le aseguró él, volviéndole a apartar de una nueva patada.

Taninncihcut se volvió a desenganchar de las hojas y, haciendo un esfuerzo supremo, logró arrodillarse, acercándosele a gatas y con la cabeza gacha.

  • Más despacio, bestia descerebrada - le advirtió Óscar - Aprende a controlarte, te vendrá bien para cuando seas mi esclava.

  • ¡ No pienso ser tu esclava ! - gritó ella, volviéndose a arrojar contra él.

Óscar tuvo que patearle seis veces más para que ella aprendiese la lección, volviendo a aproximársele de rodillas.

  • Eso va estando mejor, esclava - le dijo él, alzando la planta del pie derecho y ordenándole - Adóramelo.

  • Gracias - musitó ella, llorando de rabia mientras le comenzaba a lamer y besar el pie ( se lo habría arrancado gustosa de un bocado, pero ni aún conservando la dentadura le habría sido posible, y bajo ningún concepto iba a correr el riesgo de verse privada una vez más de su contacto ).

  • En vista de lo mala que has sido, esto es lo máximo que vas a obtener de mí, así que disfrútalo.

  • Pero... - gimoteó ella.

  • ¡ Silencio ! túmbate boca arriba, perrita díscola, y separa tus piernas para que todos vean cómo se te moja el sucio chocho que tienes mientras te humillas ante mí.

La matriarca, muerta de vergüenza ( pero también de deseo ), le obedeció sin rechistar, y cuando Óscar alzó el otro pie se lo adoró con la misma meticulosidad. Muy pronto su mayor temor, que paradójicamente era también su mayor anhelo, se vio cumplido: el deluyrei posó los dos pies en su rostro a fin de usarle como escabel, y aquella muestra del absoluto dominio que ejercía sobre ella le excitó hasta tal punto que se vio incapaz de reprimir un entrecortado jadeo. Jamás se había sentido tan rebajada. Estaba comportándose como un auténtico animal, y para colmo lo estaba disfrutando.

Habría dado gustosa su vida a cambio de que Óscar le poseyese, no le importaba por dónde, pero tendría que conformarse con adorar sus pues, y necesitaba tan desesperadamente su contacto que hasta aquello le llenaba de gozo.

El patriarca se asió distraídamente la polla y comenzó a meneársela, detalle que no se le pasó por alto a la afligida neharai. No podría gozar plenamente de él, pero al menos tenía la satisfacción de saber que le excitaba, y aquello para ella, considerando su situación, supuso una gran victoria. Llegó incluso a permitirse una leve sonrisa, error que enseguida lamentaría.

  • Bah, ni siquiera así me pones a tono - le leyó el pensamiento él, dejando de masturbarse y disminuyendo voluntariamente su erección ( se aseguró de que Taninncihcut fuese testigo de ello, para lo cual no tuvo más de desplazar sutilmente los pies ).

  • No me hagas esto, dime que me deseas aunque sea un poquito

  • le suplicó ella, sorbiendo los mocos que le asomaban por la nariz como consecuencia de su incesante llanto.

Ver cómo el miembro de su enemigo quedaba reducido a un enorme pero inane colgajo le hizo sentirse tan rechazada, tan despreciada, que se hundió definitivamente en la desesperación. Pese a ello su excitación no disminuyó ni una pizca, el afrodisíaco de Óscar se aseguró de ello.

  • No te deseo, pero tú sí que me deseas a mí, y me deseas hasta tal punto que a punto estás de correrte - rió Óscar, regodeándose con el efecto que aquellas palabras habían producido en su enemiga - Jamás conociste vergüenza tal, pero no osas desobedecerme por temor a que te prive del orgasmo, caso en el que perderías la razón. Vamos, perra, córrete ya, córrete mientras me lames los pies. Demuéstrales a todos que tienes madera de sumisa y entonces tal vez me excites una pizca.

  • Yo no soy una sumisa - se quejó sin demasiada convicción ella, empezando a agitar compulsivamente las caderas como si se estuviese atravesando con un par de penes ficticios.

  • Pero lo serás, y más pronto de lo que piensas - le aseguró Óscar, presionando más sobre su cara y librándole inesperadamente de la vinculación orgásmica.

Justo en ese instante, la neharai se corrió escandalosamente ( faríngeo-bucal, rectal y vaginalmente ), y entonces le libró también del efecto de su fluido afrodisíaco ( aunque originariamente podía retirarlo, ahora lo hacía con mucha más rapidez ). La humillación de la neharai llegó a su apogeo cuando buena parte de los ex esclavos vitorearon a Óscar, abucheándole a ella. No sabía a dónde mirar, tal era su vergüenza.

  • Oh, no, ¿ qué he hecho ? - se lamentó, entre sollozos, cuando su mente se despejó lo suficiente.

  • Te has rebajado por completo ante un macho, y lo has disfrutado - le explicó con aire casual Óscar.

  • ¡ Morirás por tamaña afrenta ! - gritó ella.

  • Hablando de morir, es hora de dar comienzo a nuestro siguiente duelo - dijo él, poniéndose de pie con los ojos entrecerrados y los brazos en alto. Con voz profunda y porte mayestático, agregó - Llamo a todos los inocentes que han sufrido a manos de Taninncihcut y sus secuaces. Venid, venid todos, ayudadme a castigar a vuestras torturadoras.

  • No sé sí seré o no puro de corazón, pero por si acaso me apuntaré - dijo alguien.

  • Yo también - se le unió otro.

  • Alto ahí - les dijo Sarigza - Óscar no se refiere a ninguno de vosotros.

  • Entonces, ¿ a quién está llamando ? - le preguntó un tercero, bastante desconcertado.

  • ¡ No ! - exclamó la matriarca cuando averiguó quiénes eran los destinatarios de la llamada que estaba realizando Óscar - ¡ No les hagas venir, no quiero vérmelas con ninguno de ellos !

  • Impídemelo si puedes.

  • ¡ Te lo pido en nombre de tu Señora ! - gritó ella, y sólo su orgullo evitó que se arrojase a sus pies - ¡ En recuerdo del amor que antaño le profesé, te suplico que no me hagas esto !

  • Pase lo que pase, nada temáis - les dijo Óscar a las víctimas de la neharai, cuyos ruegos le trajeron sin cuidado - Sólo vendrán los puros de corazón, ningún daño ha de sufrir aquel que también lo sea.

  • ¿ Quién va a venir ? - le preguntó Remedios, presintiendo la respuesta ( se había despertado mientras Óscar jugaba con la neharai ).

  • Aquellos que ya no están - repuso él, confirmando sus sospechas.

  • No entiendo nada - se quejó alguien.

  • ¡ No vengáis, nada tenéis que hacer aquí ya ! - ordenó la matriarca, mirando angustiada a su alrededor - ¡ Este ya no es vuestro lugar, permaneced en paz donde quiera que os encontréis !

  • No hay paz para aquellos a los que has asesinado - le dijo Óscar, y hasta el más obtuso de los presentes dedujo finalmente lo que se proponía - Venid, amigos, compartid con vuestras asesinas el sufrimiento que os priva del merecido descanso.

La tensión sobrenatural alcanzó un máximo, y a ambos se les quebró su don necromántico.

  • Si no te hubieses resistido a mi voluntad, estúpida, probablemente sólo hubiese podido traer a un puñado, y sólo habría podido mantenerles en el mundo de los vivos durante un rato - le dijo Óscar a la neharai - Ahora podré invocar a muchos más, quizá a todos, y estoy convencido de que podré retenerles durante días, si no semanas.

  • ¡ Me has vuelto a engañar !

  • Efectivamente.

  • ¿ Les vas a invocar aquí mismo, Óscar ? - le preguntó Alicia, sintiendo un escalofrío ( no por ello dejó de gozar con los vaivenes de Raquel, que ya le había hecho correrse tres veces ).

  • No, les invocaré desde la cripta, aunque antes la ampliaré.

  • ¿ Para qué ? - se extrañó Julián.

  • Es bastante grande, pero a la fiesta que pretendo organizar en ella acudirán muchos invitados , y quiero asegurarme de que quepan todos.

  • ¿ Llamarás a papá ? - le preguntó Esther, poniéndosele la piel de gallina.

  • Sí. Es injusto que se quede sin saber la verdad, y además le echo muchísimo de menos. Quiero despedirme de él como es debido, y creo que vosotras también deberíais hacerlo.

  • Podría llevarse un disgusto al enterarse de lo nuestro - le dijo Laura.

  • Tu abuelo siempre fue muy abierto, hija, quizá más de lo que imaginas.

  • ¿ Lo suficiente como para aprobar que seamos amantes ?

  • Quizá.

  • ¿ Qué crees que opinará de mi embarazo ? - insistió ella.

  • No tengo ni idea - reconoció él, un tanto inquieto.

  • Óscar, Hepente y yo hemos dado con la forma de quebrarle a la neharai unos cuantos poderes más - le dijo Darlane.

  • Lo sé, he seguido parte de vuestra charla telepática - repuso Óscar, agradeciendo el cambio de tema.

  • ¿ Te parece bien que comencemos ahora mismo con los preparativos, o prefieres que lo dejemos para luego ? - indagó Hepente.

  • Preferiría que os pusieseis con ello ahora mismo, de ese modo Taninncihcut se entrevistará con los espectros de la gente que ha asesinado aún más disminuida de lo que ya está.

  • ¿ Qué poderes pretendéis arrebatarme ahora ? - les preguntó la aludida, con voz temblorosa.

  • Lo sabrás en su momento - repuso Hepente, sacándose su dispositivo de almacenaje del recto ( que era donde se lo había guardado cuando extrajo, del hiperespacio que generaba, las armas con las que se equiparon antes de seguir a Óscar a la mansión de Inmaculada ).

  • Ignoro de qué tipo de argucias os pretendéis valer, pero os ruego que no las pongáis en práctica - les dijo la neharai, quejumbrosa, a Hepente y a Darlane - Las tres somos hechiceras, respetad los pocos poderes que me quedan como tributo a los conocimientos que nos unen y al arte que practicamos.

  • Tu magia bien poco tiene de artística, mala pécora - le dijo despectivamente Darlane, buscando con la mirada un lugar apropiado para acomodarse mientras acariciaba distraídamente su propio dispositivo de almacenaje ( lo tenía puesto a modo de sortija ).

Óscar estuvo a punto transmutar el trono en una mesa, pero Melein se teletransportó al laboratorio de la neharai ( ubicado en la última planta ), y les trajo a las hechiceras una de sus mesas más grandes.

  • ¡ Eh, ni se os ocurra usarla, esa es una de mis favoritas !
  • se quejó Taninncihcut.

  • Cállate - le ordenó Darlane, dirigiéndose resuelta al mueble - Dispondremos como se nos antoje de tus posesiones.

  • ¡ Sois unos... !

  • ¡ No lo digas ! - le cortó Sarigza, bastante envarada - Como se te ocurra llamarnos ladrones, te juro que te arranco la lengua y te obligo a comértela.

  • Tú siempre te has apropiado de las pertenencias de todo aquel al que derrotabas, considerándolas botín de guerra - le dijo Ciríe - Si te creías con derecho a hacerlo, tú que vives en el pecado, ¿ cuánto más derecho no tendremos nosotros, siendo justa nuestra causa ?

  • Va a llevarnos días clasificar lo que hay en sus cuatro laboratorios - dijo Hepente ( tanto ella como Darlane ya estaban extrayendo de sus respectivos espacios de almacenaje todo lo que necesitaban, colocándolo metódicamente sobre la mesa que la neharai había tenido a bien donarles ).

  • ¿ Has dicho cuatro ? - se sorprendió Remedios - ¡ Siempre pensé que tenía tres !

  • El cuarto, que por cierto es el mejor equipado de todos, está en la base de operaciones que se ha construido en el Polo Sur - le explicó Óscar.

  • ¡ Su base de operaciones está en una propiedad del Pirineo francés a nombre de ambas !

  • Eso es un cuchitril - rió él - Deberías ver el fortín que ha erigido en la Antártida. ¿ A dónde crees que iba cada vez que decía que tenía que meditar ?

  • Tomaremos posesión de él no bien hayamos inutilizado el perturbadorsináptico

  • decidió Hepente, sin dejar de colocar cosas.

  • Habrá que tener mucho cuidado, no podemos permitir que su ondadecolapso se propague por todo el planeta - dijo Darlane, igual de ajetreada que su colega.

  • ¿ De qué habláis ? - les preguntó Julián.

  • Esa bruja ha protegido su chiringuito preferido con un hechizo que dificulta el tránsito de los impulsos nerviosos a través de las sinapsis - le explicó Óscar - Sólo actúa sobre los seres racionales, y...

  • ¡ Mi base del Polo Sur no es un chiringuito ! - le interrumpió la matriarca oscura - ¡ Está pensada para albergar a veinte mil personas con holgura, y lo sabes !

  • ¿ Personas ? - bufó Óscar - Las neharai no sois personas, sois bestias dañinas, y si la hiciste tan amplia fue para acomodar en ella a los vastos ejércitos que Khali te había prometido... y que ahora, gracias a mi oportuna intervención, jamás vendrán.

  • ¿ Qué es eso de la onda de colapso ? - quiso saber Antonio.

  • El hechizo actúa automáticamente sobre todo aquel que entre en el cubil de Taninncihcut sin su permiso, dejándole indefenso - le explicó Darlane.

  • No sólo desbarata las funciones motrices, si no que además embota los sentidos, dificultando extraordinariamente el proceso mental - agregó Hepente - Es muy poderoso, pero si alguien lograse sobreponerse a sus efectos estando aún dentro del complejo quedaría roto, esparciéndose su magia por todo el mundo.

  • Eso daría lugar a una onda de perturbación que afectaría a toda la población terrestre - continuó Darlane - Sólo duraría un segundo y dos décimas: no es mucho, pero sería más que suficiente para sembrar el caos y la destrucción por todas partes.

  • Perder el control de tu cuerpo durante algo más de un segundo no parece demasiado grave - observó alguien.

  • Puede llegar a serlo si estás conduciendo un coche o pilotando un avión - le dijo Hedelia.

  • ¡ Ostras, no se me había ocurrido !

Pronto tomaron conciencia de la gravedad del asunto. Todo aquel que estuviese haciendo una tarea peligrosa en el momento crítico correría el riesgo de accidentarse, y los que estuviesen a su alrededor tampoco estarían a salvo. Para que se hiciesen una idea, enumeraron algunas de las cosas que más valdría no estar usando: cuchillos, machetes, sierras, sopletes, taladradoras, remachadoras, apisonadoras, tornos, lijadoras, martillos, escoplos, agujas ( ya sean hipodérmicas o de coser ), batidoras, picadoras, tostadoras... o cualquier otra herramienta cuyo manejo exija ciertas precauciones ( y la lista es casi inacabable ).

De hecho, muchos de los que estuviesen haciendo tareas que se tienen como relativamente inofensivas sufrirían percances de diversa magnitud. Quien estuviese sujetando un vaso de cristal podría partirlo sin querer, hiriéndose con él. Quien estuviese intentando enchufar algo a la red, podría electrocutarse. Quien estuviese cerrando una puerta, podría pillarse con ella. Quien estuviese aplicándose rimel, echándose un colirio, o rascándose un ojo, podría quedarse tuerto. Quien estuviese prendiendo fuego a algo podría provocar un incendio. Quien estuviese lamiendo un sello para pegarlo, podría tragárselo. Quien estuviese haciendo prácticas de tiro, o cazando, podría cargarse a alguien ( o herirse a sí mismo ). Quien estuviese abriendo una botella podría hincarse el sacacorchos en la mano ( o peor aún, clavarlo en el cuello que quien estuviese al lado ). Quien se estuviese subiendo la bragueta, podría desgraciarse.

Era pura cuestión de suerte, pero había situaciones en las que era casi inevitable sufrir un percance por mucha fortuna que se tuviese. Estar de pie, por ejemplo, supondría con casi total certeza caerse al suelo. Quien estuviese deglutiendo, aunque fuese su propia saliva, probablemente se atragantase. Quien estuviese buceando a pulmón libre, aunque fuese en una piscina, tragaría agua, y de ahí a ahogarse sólo hay un paso.

Cirujanos que herirían involuntariamente a sus pacientes, alpinistas que se despeñarían, obreros que se caerían con andamio incluido, peluqueros que harían trasquilones, restauradores que dañarían irreparablemente una obra de arte... la magnitud de los posibles daños iba desde lo irreparable hasta lo prácticamente anecdótico.

Los humanos se pusieron muy nerviosos ( motivos no les faltaban ), así que Óscar decidió quitarle hierro al asunto, y para ello nada mejor que centrarse en los accidentes sin excesiva trascendencia ( las deluyrei y la ángel le imitaron ). Quien estuviese aguantándose las ganas de orinar o de hacer del vientre, se lo haría encima. Quien viviese en un piso alto y estuviese regando las plantas de su terraza, regaría también a los vecinos. Quien estuviese sacando la basura a la calle podría caerse sobre ella. Quien estuviese manejando un ordenador, podría pulsar una secuencia de teclas indeseada. Quien estuviese manejando un rotulador, podría pintarrajearse como un indio...

  • Vamos, que se liaría una buena - resumió.

  • ¿ Os llevará mucho tiempo neutralizar el hechizo sin que su magia se desparrame ? - les preguntó Jordi - No me gusta la idea de estar bajo una amenaza así.

  • Como mínimo cuatro días, pues está bastante reforzado - estimó Hepente.

  • No te preocupes, le daremos la máxima prioridad - le prometió Darlane al notar su nerviosismo.

  • Me pregunto qué deberíamos hacer con el clon de Taninncihcut - dijo Óscar, asegurándose de no evidenciar excesivo interés.

  • Yo propongo que nos lo tiremos delante de su creadora - propuso Ciríe.

  • Eso, usémoslo como si de una muñeca hinchable se tratase - dijo Hedelia.

  • ¿ Ni siquiera vais a respetar mi imagen ? - sollozó la neharai.

  • Si realmente tiene un clon, ¿ no deberíais encargaros también de él ? - se inquietó alguien - A saber qué maldades está maquinando...

  • Aunque hace mucho que ya es adulto, su clon está desprovisto de mente y alma - le tranquilizó Hedelia - Tan sólo es una copiadeseguridad , un cuerpo en el que poder encarnarse si alguien lograse eliminarle.

  • Antes de que renacieseis, esa precaución era inútil - dijo Julián.

  • No creas: Khali tiene muchos enemigos, y no se puede descartar que alguno se haya enterado de que una de sus matriarcas estaba en la Tierra - le dijo Óscar - De contar con los suficientes recursos, podría haber enviado a unos cuantos sicarios.

  • De todos modos, ¿ para qué hacer un clon de sí misma ? - se extrañó Esther - ¿ Acaso los neharai no pueden renacer en otras personas ?

  • Sí que pueden hacerlo, pero les lleva un poco más de tiempo que a nosotros, y eso daría aún más ventaja a sus asesinos - le explicó Óscar - Mientras ella estuviese entretenida buscando a alguien dispuesto a dar su vida para que renaciese ( quizá una persona seriamente enferma, o atrapada en un derrumbe, o tetrapléjica; en definitiva, cualquiera que estuviese condenado a un destino tan cruel que la oferta de la neharai le pareciese una bendición ), el sicario podría acabar con todas sus aliadas, saqueando a discreción sus guaridas.

  • De limitarse a ocupar el cuerpo de un clon, podría contraatacar de inmediato - comprendió alguien.

  • Eso es.

  • Lo tiene en una sala que está bajo dos hechizos - les explicó Darlane - Uno de ellos mantiene al clon en perfecto estado, impidiendo de paso que ningún alma despistada se encarne en él. El otro, arrastraría la suya propia hacia allá en caso de que muriese, evitándole la molestia de buscar el camino.

  • Procuraremos no irnos de la mano cuando le martiricemos, si se nos muere su alma se escaparía - dijo Sarigza.

  • ¿ No se supone que podéis invocar a los muertos ? - cayó en la cuenta Julián - Bastaría que le invocaseis para retenerla.

  • Nuestros don necromántico es ahora mucho más potente que antes, pero me temo que no lo suficiente para retenerle, pues el hechizo es demasiado eficaz - dijo Hepente - Óscar quizá pudiese frenarla durante unos segundos, pero se le terminaría escapando.

  • ¿ Qué pasaría si por algún motivo lograse trasmigrar a su clon ? - quiso saber alguien, inquieto - Si está intacto, ¿ no debería recuperar sus poderes ?

  • Interesante pregunta - dijo Darlane, meditativa - Cuando un deluyrei al que se le ha quebrado un poder renace, continúa teniéndolo quebrado. No obstante, si lo que hiciese fuera ocupar una copia de su cuerpo, y esa copia tuviese sus poderes intactos...

  • No hay precedentes al respecto, pero la lógica dicta que debería recuperarlos, y con una neharai ocurriría exactamente lo mismo - terminó por ella Hedelia.

  • Pero estaros todos tranquilos, que eso nunca ocurrirá - les prometió Óscar.

  • ¿ Cuántas más cosas me habrá ocultado ? - se quejó Remedios.

  • Todas las que consideré oportunas - le dijo la matriarca.

  • ¡ Yo me fiaba de ti, lo menos que podrías haber hecho es corresponderme ! - estalló la humana - ¡ Maldita seas, te devolví a la vida e incluso te di mi amor !

  • Hace mucho tiempo amé a una humana, y cuando murió mi vida dejó de tener significado - le dijo con frialdad la neharai - Jamás volveré a caer en el error de encapricharme con nadie.

  • Eso a lo que tú llamas encapricharse se llama enamorarse - le corrigió Ciríe.

  • El amor es un capricho sin sentido al que sólo los débiles sucumben - dijo la matriarca, y su amargura era tal que los deluyrei llegaron a sentir un poco de lástima hacia ella.

  • Yo iré a por las facinerosas que no han podido asistir a la carnicería que había organizado Taninncihcut, y también traeré a sus esclavos - se ofreció Ciríe, negándose a seguir discutiendo con la neharai.

  • Te acompañaría, pero he de redactar un breve texto en uno de los idiomas que aprendí de mi maestra - le dijo Hedelia.

  • Yo también te acompañaría, pero no quiero dejar que Óscar entre solo en la cripta, él no está tan familiarizado con la muerte como nosotras - dijo Sarigza.

  • Tranquilas, me las arreglaré sola - les dijo Ciríe antes de desaparecer.

  • ¿ Vamos ya para allá ? - le preguntó Óscar a la sacerdotisa.

  • Sí.

Sin más preámbulos, Óscar y Sarigza se teletransportaron a la cripta. Era una estancia circular de treinta metros de diámetro que la neharai había construido bajo el jardín que había ante la mansión valiéndose de su poder alterador de la realidad ( si Luis no se había enterado de las reformas que se habían llevado a cabo en su propiedad era principalmente debido a que casi todas ellas las había hecho Taninncihcut en persona ).

De techo altísimo, contaba con una única puerta. Era de doble hoja, y se veía bastante recia ( de ella partían unas escaleras, ascendentes, que daban al mismo pasillo al que daban las celdas ). Su única y curvada pared estaba repleta de robustas estanterías de piedra. Tenían treinta centímetros de grosor, y su separación en sentido vertical era de setenta, estando el primer hueco a un metro del suelo. No tenían separaciones en sentido horizontal, comenzando a cuatro metros de uno de los marcos de la puerta y terminando a cuatro metros del otro. En total sumaban seis, y del techo de la última al techo de la cámara había seis metros de separación, por lo que cabrían otras seis.

Tenían dos metros de profundidad y estaban colmadas de restos humanos, especialmente las más bajas. También había restos de procedencia animal, aunque no eran tan abundantes ( identificaron perros, gatos, loros, pericos, jilgueros, una iguana, alguna que otra tortuga e incluso un pony ). La neharai no sólo hacía sacrificios humanos, también le gustaba matar los animales de compañía que pudiesen tener sus víctimas, naturalmente en su presencia ( y no les daba una muerte precisamente indolora, ni tampoco rápida ). Mas no todos los animales que había allí nacieron siéndolo: aquella perturbada a veces sacrificaba a algunas de las personas que había transmutado en animal ( aquello sí que era morir como un perro ).

Todos los cuerpos, humanos o no, llevaban una fina correa de plástico en torno al cuello ( la neharai no había decapitado a ninguna de sus víctimas, lo consideraba una muerte demasiado rápida ). De ella colgaba una diminuta etiqueta en la que había un número. Quizá fuera una asesina, pero era evidente que le gustaba organizarse.

La cripta estaba bajo un hechizo que reducía al mínimo la humedad ambiente, y aquello había desecado los cuerpos, momificándolos. Aunque a simple vista no lo parecía, estaba bastante bien ventilada. Un humano normal habría encontrado el olor relativamente tolerable ( siempre que no supiese de qué provenía, claro ), pero para ellos era casi asfixiante. También lo era para la neharai, de modo que el hechizo deshumectante no era el único que pesaba sobre la tétrica sala. Bastaba con decir una frase clave para que aquella empalagosa pestilencia desapareciese ( a la neharai no le gustaba embotar su olfato sorbiendo una de sus propias lágrimas, pues aquello le impedía captar otros olores de los que no quería privarse... como, por ejemplo, el de la sangre fresca ). Una segunda frase hacía que el olor retornase.

Óscar había captado las dos fórmulas de la mente de la neharai, y se apresuró a recitar la primera de ellas. Ya libres de la fetidez que les había estado acosando desde que se presentaron en la cripta, continuaron inspeccionándola.

Había dos escaleras corredizas, muy similares a las de algunas bibliotecas ( si bien mucho más robustas ), que los esclavos que hacían de sepultureros usaban para acomodar los cuerpos de sus compañeros.

En el centro de la estancia había una mesa redonda, de tres metros de diámetro, donde a veces la neharai hacía disecciones, tomandoprestado esto o aquello para alguno de sus encantamientos más sórdidos. En cuanto a la iluminación, provenía principalmente de dos fuentes.

La primera de ellas consistía en una claraboya. Era tan grande como la mesa y estaba justo encima de ella. Daba a un surtidor, ornamental, que había en el jardín. Los vaporosos chorros de agua ocultaban con bastante eficacia el vano, pero no bloqueaban la luz del sol... ni la de la luna, como pudieron constatar por sí mismos.

También había iluminación artificial. La luminosidad de los focos que colgaban del techo ( todos ellos halógenos ), podía variarse a fin de conseguir un ambiente más íntimo ( uno de los muchos tormentos, en este caso psicológicos, con los que la neharai amansaba a sus siervos, consistía en dejarles toda una noche en la cripta, atados y con una iluminación muy leve que, a veces, también proporcionaba por medio de velas. Lo hacía porque, en determinadas circunstancias, la penumbra puede llegar a dar más miedo que la oscuridad total. Evidentemente, dejaba inactivo el hechizo que suprimía el olor ).

  • Qué lugar más espantoso - suspiró la sacerdotisa - ¡ Cuánta muerte innecesaria !

  • Cuando ya no lo necesitamos, lo suprimiré - dijo Óscar, empezando a enfocar en torno a ambos su don alterador de la realidad.

Óscar expandió la cripta hacía la periferia de la finca a fin de eludir los cimientos de la mansión. No quiso alterar demasiado su aspecto, así que se aseguró de que conservase su forma circular ( los cuerpos se fueron apartando junto a los estantes donde reposaban, por lo que ninguno cayó, aunque evidentemente se distanciaron entre sí: en cuanto a las escaleras, sus raíles también se expandieron, permaneciendo a la misma distancia de las paredes ). Se dio por satisfecho cuando el diámetro de la estancia se duplicó, cuadruplicándose por consiguiente su área. La mesa y la fuente, ventanuco incluido, permanecían en su posición original, así que decidió desplazarlos hacia el nuevo centro.

Cada vez que los estantes estaban demasiado llenos la neharai creaba uno nuevo, para lo cual no tenía más que horadar la pared justo por encima del más alto. La cripta inicialmente contaba con tres, de modo que ya la había ampliado en tres ocasiones. Óscar creó un nuevo estante encima del sexto, pero separándolo tres metros de él en lugar de los acostumbrados treinta centímetros. Hizo que su altura fuese de otros tres, por lo que su techo quedó a ras con el de la cámara en sí. Además de hacerla más alta, Óscar hizo la estantería mucho más profunda, seis metros en vez de los dos habituales. Más que una repisa era un mirador, como quedó de manifiesto cuando la dotó de barandillas.

Entretanto Sarigza se acercó a la mesa, que contaba con cajones distribuidos a lo largo de todo su perímetro. Como enseguida comprobó, en ellos se guardaba todo el instrumental necesario para hacer una autopsia. También había algunos libros. Le llamó especialmente la atención uno cuyo título rezaba "Decesos y demás sucesos". Iba a cogerlo para hojearlo, pero al extender la mano rozó sin querer uno de los fórceps. Incapaz de reprimir un grito, se apartó de él como si quemase.

  • Algunos aún estaban vivos cuando les dejaron aquí - le explicó a Óscar, frotándose disgustada la mano.

  • Lo sé, los recuerdos que han asaltado tu mente eran muy intensos y no he podido evitar captarlos.

  • El pobre lo pasó fatal.

  • ¿ Cómo puede conservar la neharai ese trasto, sabiendo que ha quedado manchado ?

  • El término correcto es impregnado, Óscar - le apuntó ella.

  • Gracias. Cada vez que lo toque, por un instante será como si estuviese en el pellejo de ese tipo, y no creo que sea de su agrado sentir lo que él sintió mientras le hacía la vivisección.

  • Considerando las innumerables vivencias traumáticas que las atrocidades que ha ido cometiendo han dejado en todas partes, probablemente se haya valido de la magia para bloquear su psicometría.

  • Veamos si es así - le dijo él, sondeando una vez más la mente de la neharai ( el que estuviese a más de cien de metros de ellos no le supuso ningún problema ).

  • ¿ Y bien ? - le preguntó al poco la sacerdotisa ( no le apetecía ponerse a rebuscar entre los sórdidos pensamientos de Taninncihcut ).

  • No ha bloqueado su psicometría, prefirió evitar que los objetos impregnados radiasen espontáneamente los recuerdos que almacenan. Se valió de un hechizo que define el interior de una estancia dada como zona de no emisión ( tuvo que ejecutarlo en cada uno de los cuartos ). Un psicómetra sólo accederá a las vibraciones residuales voluntariamente.

  • Te puedo asegurar que no fue el caso. Toda esa mierda penetró en mi mente por su propio motivo.

  • Parece ser que el hechizo no impide el flujo de vibraciones cuando los datos en juego son de especial interés para el destinatario - dijo Óscar, tras ahondar un poco más en la psique de la neharai.

  • No encontré nada interesante asistir a la tortura y muerte de ese pobre diablo.

  • Me lo imagino, pero creo que deberíamos investigarla. Algo me dice que puede ser relevante.

  • Se hará como desees, tu intuición hasta el momento no ha fallado. ¿ Quieres que realice una nueva lectura ?

  • No creo que sea necesario que pases de nuevo por eso, y si lo fuese ya me encargaría yo. Limitémonos de momento a localizar el cadáver del que dejó ese recuerdo tan espantoso en las tenazas.

  • No debería ser muy difícil, pues las vibraciones era muy recientes - dijo Sarigza, repasando con su mirada astral las estanterías - No descartaría que se tratase de la última víctima mortal de la neharai.

  • La última fue mi sobrino político, Andrés.

  • Está bien, la penúltima - rectificó ella, prosiguiendo con su búsqueda.

  • Aquel es sin duda el cuerpo más reciente - dijo enseguida Óscar, señalando a uno que se encontraba en la quinta repisa y casi enfrente de la puerta.

  • Sí, yo también lo percibo como el menos degradado de todos. Calculo que tenía diecisiete años, y parecía muy buena gente. Le mató poco antes de que encontrases el monolito donde estaba presa el alma de Ciríe.

  • No mucho después de que yo saliese de la mansión - se estremeció Óscar.

  • Está claro que esa alimaña no perdía el tiempo - dijo despectivamente ella.

  • Con lo potente que se ha vuelto mi orina, deberíamos poder resucitarle sin problemas.

  • Desde luego, pero no estoy segura de que debamos hacerlo, al menos no sin consultarle. Siento que está a punto de reencarnarse, es casi como si tuviese prisa por hacerlo.

  • Le invocaré y le preguntaré si quiere retornar a su antiguo cuerpo.

  • Espera, déjame hacerlo a mí - le dijo ella - Cuento con bastante experiencia.

  • Todo tuyo.

  • Ven a nosotros, desconocido - dijo Sarigza, entrecerrando los ojos - Nada temas, estamos contigo.

Óscar sintió cierta actividad metafísica en torno al cuerpo, parecía que algo se estaba condensando a su alrededor. Para su sorpresa, una pequeña parte de aquella esencia se dirigió, dubitativa, a cuatro cadáveres más. La sacerdotisa, al darse cuenta, se llevó tal sorpresa que perdió la concentración, regresando el alma al limbo.

  • ¿ Por qué tanteaba esos cuerpos ?

  • ¡ No lo sé, jamás vi nada igual ! ¡ Sólo debería haberse interesado en el último cuerpo que habitó !

  • Creo que echaré un vistazo al libro - dijo Óscar, movido por una súbita inspiración.

  • No lo toques, podría estar impregnado - le previno ella, pero ya era tarde. No hubo nada que lamentar, pues Óscar no fue asaltado por ningún recuerdo cuando cogió el libro que ella había intentado alcanzar antes.

  • Lo que me imaginaba, Taninncihcut lleva un registro de sus víctimas - dijo tras hojearlo - Ha anotado bastantes datos, entre ellos su nombre, su fecha de nacimiento, la de esclavización y la de caducidad ( ni que pensase que son yogures ).

  • No está bien que bromees con eso - le regañó Sarigza.

  • No me lo he inventado yo, lo pone aquí - se defendió él, mostrándole las páginas por las que lo tenía abierto.

  • Perdona - se disculpó Sarigza al ver que era cierto, leyendo entonces algunos renglones.

  • Si las víctimas están numeradas es para saber a quien pertenecieron los restos sin tener que recurrir a la psicometría.

  • Eso parece - dijo ella, abriéndolo por el final - Qué curioso, no hay páginas en blanco.

  • Es probable que vaya añadiendo nuevas páginas conforme las necesite por medio de su don alterador de la realidad.

  • Bien pensado. Dime, ¿ para qué querías el libro ? Me dio la sensación de que no se trataba de simple curiosidad.

  • Ayúdame a buscar los datos de los cuatro cuerpos en los que el espectro se interesó y enseguida lo verás.

Tal y como Óscar sospechaba, cada uno de ellos había nacido unos nueve meses después de que el precedente hubiese sido asesinado. Aquello, unido a la insólita conducta del espectro que habían intentado invocar, sólo podía significar una cosa.

  • Tus sospechas están fundadas, todos los cuerpos corresponden a las reencarnaciones sucesivas de un mismo alma - le confirmó Sarigza una vez hizo las comprobaciones de rigor - Más aún, el poco tiempo que tardaba en dar con un nuevo cuerpo en el que encarnarse sugiere que estaba inmersa en un bucle de reencarnación indefinido.

  • Y ese es también el motivo por el que está a punto de encarnarse de nuevo. Sin duda se trata de una de las almas que Khali ha vinculado a la Tierra. Me pregunto si se tratará de una de las que intentó convertir en neharai, una de las humanas que hizo asesinar para llenarles de odio hacia los hombres, o una de las hijas que jamás tuvieron.

  • A mí no me cabe duda de quién se trata. Si su camino se ha cruzado tantas veces con el de Taninncihcut es porque antaño estuvo fuertemente vinculada a ella.

  • Cuando la neharai sea consciente de lo que ha hecho va a querer morirse.

  • Ya lo creo.

  • Me alegro de haber captado los recuerdos que habían quedado impresos en el fórceps, de no haberlo hecho quizá nunca nos hubiésemos enterado de esto.

  • Soy del mismo parecer.

  • Venga, deja ese libro en su sitio y sella los cajones.

  • Claro, así no correremos el riesgo de que esas arpías usen el instrumental que hay dentro para defenderse de los muertos - ironizó él, dejando caer el libro en el cajón.

  • Sabes muy bien que con estos trastos bien poco daño podrían hacerles - le regañó ella - Mi intención es evitar que, en un arranque de desesperación, alguna de las facinerosas esas se quite la vida ( de darse el caso le resucitaríamos, pues no han de librarse de su merecido castigo, pero la interrupción podría echar a perder la juerga ).

  • Sellados - le anunció él.

  • Perfecto - dijo ella, intentando en vano volver a abrirlos

  • ¿ Comenzamos ya a invocarles ?

  • No, quiero que vean cómo se levantan de sus nichos. Esas zorras se van a cagar de miedo.

  • Es posible que sólo unos cuantos se manifiesten a través de lo que queda de sus cadáveres, el resto se personarán como fantasmas...

  • A los que yo otorgaré sustancia - dijo él, teletransportándose al mirador.

  • Hay una buena caída, al menos para un humano - apreció ella, tras aparecer a su lado - No les suelen gustar las alturas, así que agradecerán el detalle.

  • Hablando de altura, juraría que has crecido - cayó en la cuenta Óscar.

  • Ahora que lo dices, a mí también me lo parece. Comprobémoslo.

Sarigza se le acercó, erguida, y se apoyó en su pecho.

  • No cabe duda de que he crecido, esta tarde no te llegaba tan arriba - anunció enseguida - Diría que ahora mido como mínimo cinco centímetros más, y acabo de darme cuenta de que tengo los pechos más grandes.

  • Veamos si es así - le dijo Óscar, sopesándoselos con expresión concentrada.

  • ¿ Y bien ?

  • Tienes razón, te los noto más desarrollados - concedió él - Cada vez los tienes más apetitosos, cariño.

  • En eso estoy de acuerdo - bromeó ella, alzándoselos con coquetería a fin de besárselos.

  • Cuando resucitáis vuestros cuerpos se desarrollan mucho más rápido, pero tu último estirón se me antoja excesivo.

  • A mí también, pero acabo de dar con la explicación. Cuando el poder de tu leche renació, amplificándose, también se amplificó el de la nuestra...

  • Mientras lo hacía os manó un poco, y no pudisteis resistiros a la tentación de probarla - terminó Óscar por ella.

  • Eso es.

  • Si unas gotas de tu leche han hecho eso, ¿ qué no hará un buen trago de la mía ?

  • Comprobémoslo - le dijo insinuante ella, acariciándole los pezones.

  • Más tarde, quiero amamantaros a todas a la vez. Venga, sígueme al corredor.

  • ¿ Qué corredor ? - se extrañó ella.

  • Éste - le dijo Óscar, señalando al frente. Justo en ese momento, la pared se hundió ante él dando lugar a un amplio pasillo que fue creciendo conforme avanzaban.

Decidió dotarlo de iluminación, para lo cual no tuvo más que hacer una derivación del tendido eléctrico de la mansión. Cuando dejaron atrás el mirador de la cripta, Óscar lo separó del pasillo por medio de una puerta. Al igual que la de abajo, era de doble hoja, pero carecía de cerradura y se podía abrir tanto hacia dentro como hacia fuera.

  • Tu quinto par de alas es realmente útil. ¿ Me equivoco, o nos dirigimos a la sala donde están todos ?

  • Esa es la idea, aunque haré una parada a medio camino.

  • Para construir la piscina, ¿ no es eso ?

  • Eso es. Este es un buen lugar.

Ambos se detuvieron. Por orden de Óscar, las paredes comenzaron a retroceder, dando lugar a otra sala de forma circular. Tenía cuarenta metros de diámetro, y también estaba iluminada. Su suelo se hundió, aunque el del pasillo por el que habían llegado allí permaneció intacto, dando lugar a una pasarela en la que también puso barandillas. La piscina sobre la que se encontraban tenía cinco metros de profundidad, y por el momento carecía de agua. Era redonda, y su diámetro era de treinta y cuatro metros, por lo que los bordillos estaban a tres de las paredes de la sala.

  • Ya veo, así podrán situarse a su alrededor antes de tirarse a ella.

  • Esa es precisamente la idea.

  • ¿ No vas a materializar agua ?

  • No quiero interferencias metafísicas de ningún tipo, así que la llenaré de agua común y corriente.

  • El agua que tú materialices lo será.

  • En teoría sí, pero prefiero asegurarme.

El patriarca creó ocho escalerillas, espaciadas a intervalos regulares, y las hizo abatibles. No podían bajarse desde la piscina, tenían que desplegarse desde el bordillo. Si un humano caía dentro y las escaleras estaban alzadas, sólo podría salir trepando por el bordillo... cosa que sólo le sería posible de estar muy llena. Óscar, aunque la iba a llenar casi por completo, pretendía alterar la interacción gravitatoria del agua con la que la llenase por mediación de su sexto par de alas ( no iba a centrarse siempre en el quinto ).

El agua respondería al campo gravitatorio terrestre con mucha menos intensidad que de costumbre, y eso haría que se comportase como si fuese menos densa. Reduciendo lo suficiente su densidad aparente, nadie podría mantenerse a flote en ella ( sería, salvando las distancias, como intentar nadar en el aire: lo que se iba a reír cuando intentasen subir a la superficie ). A fin de evitar que se ahogasen, a cada una de ellas le daría uno de los frutos que concedían durante cierto tiempo la facultad de respirar bajo el agua.

  • Para lograr salir deberían colaborar, y el dolor les impedirá organizarse - observó Sarigza.

  • Les impedirá incluso pensar, pues llenará por completo sus mentes. No es que me sienta especialmente orgulloso de ello, pero el caso es que he inventado el suplicio definitivo: nada de lo que ellas hayan podido hacer, o incluso imaginar, se puede comparar a lo que les espera ahí dentro.

  • Estoy de acuerdo, y bien que se lo merecen. Con tal de no volver a pasar por ello, harán lo que se les ordene.

  • La verdad es que podría limitarme a darles una alubia de la sumisión para conseguir su obediencia total, pero esto será mucho más divertido.

  • Algo me dice que para ellas no lo será - ironizó Sarigza.

  • Bien, por el momento ya hemos terminado aquí...

El pasillo comenzó de nuevo a extenderse, y ambos entraron en él ( antes de dejar atrás la nueva sala, Óscar la aisló del mismo por medio de otro par de puertas, idénticas a la primera que materializó ).

  • Ya van tres - dijo Sarigza - Con tanta puerta, los gritos que den en la cripta llegarán tan atenuados a la sala de sacrificios que los humanos no podrían oírlos ni en pleno silencio.

  • Así nos ahorraremos la molestia de amortiguarlos por medio de nuestro don vibratorio, y el aislamiento acústico que he puesto en paredes y techo ayudará bastante.

  • Ya está casi todo listo, aunque hay algunos detalles de los que deberás encargarte tú en persona - le dijo Darlane a Óscar no bien éste entró a la sala de sacrificios por la galería que acababa de crear ( desembocaba en una de sus paredes, y también la dotó de puerta ).

  • ¿ Ese es Óscar ? - se asombró una de las recién llegadas ( Ciríe ya había traído a las cuatro compinches de Taninncihcut que no pudieron asistir a la ceremonia, esclavos incluidos, resumiéndoles la situación ).

  • Te recuerdo, tú eras una de las amigotas de Trinidad - dijo Óscar ( Trinidad era otra de las hermanas de Alicia: al igual que las dos restantes, también estaba presente. Fue la segunda hija que tuvieron Luis e Inmaculada, y no le visitaban muy a menudo, pues vivía en Toledo ).

  • ¡ Y lo soy, pero no me creo que tú seas Óscar !

  • La última vez que le visitamos te hiciste la encontradiza, apareciendo de improviso en su casa con tu marido - hizo memoria Óscar - Me intentaste seducir a lo largo de la comida, a la que os unisteis, avergonzándole delante mía. Llevabas un vestido beige escotadísimo, tanto por delante como por detrás, y puedo dar fe de que no te habías puesto ropa interior. Cada vez que Alicia no miraba te las arreglabas para exhibirte, buscando cualquier pretexto para restregarme el culo o las tetas. Estuve a punto de meterte una torta cuando simulaste que se te había caído el tenedor para poder ponerme las aldabas en las rodillas mientras hacías como que lo buscabas - Alicia, que en realidad se había dado cuenta de todo, prefirió no decir nada, aunque una vez más alabó para sí la integridad de su esposo.

  • ¡ Es cierto que eres él ! ¡ Quién iba a decir que un mequetrefe como tú daría ese estirón !

  • ¿ Mequetrefe ? Creo que no me va a quedar más remedio que enseñarte a tratar con el debido respeto a tus superiores...

  • ¿ Superiores, los hombres ? - se burló jactanciosa ella ( era evidente que aún no había asimilado la precariedad de su situación ) - ¡ Los hombres sólo sois nuestros juguetes !

  • Desnúdate, los animales no necesitan ropa - le ordenó fríamente Óscar.

  • Yo no soy... - comenzó ella, pero Óscar asaltó su mente, obligándole a obedecer.

  • Haced que las demás también se despeloten - les pidió Óscar a las sobrinas de Ciríe - Se enfrentarán a sus víctimas desnudas.

  • Te recuerdo que muchas de ellas siguen paralizadas - le dijo Albarí.

Óscar devolvió a todas su movilidad, y entonces se acercó a la mesa donde las hechiceras habían realizado los preparativos ( le neharai esperaba de pie, impotente ). Comenzarían por el don de lenguas. Hedelia conocía algunos idiomas, alienígenas, que ninguno de los presentes había utilizado en su vida ( lo cual les dejaba en igualdad de condiciones ). Si Óscar o Taninncihcut querían comprender el breve texto que había escrito para ellos, deberían valerse de su don de lenguas, pero Hepente había ejecutado sobre el folio un hechizo que les pondría las cosas bastante difíciles.

Se trataba de un encantamiento autodestructor destinado a proteger la confidencialidad de determinados mensajes. El texto sobre el que pesaba sólo podía ser leído una vez, destruyéndose no bien fuese comprendido. Hasta ahí, nada tenía de peculiar, pero el hechizo contaba con una protección adicional: si dos o más personas intentaban leer el texto simultáneamente, sólo una de ellas lograría captar su significado, perdiéndose para el resto ( para que funcionase tenía que leerse en silencio. De hacerse en voz alta, el hechizo daba por supuesto que quería hacerse público aquello que protegía, anulándose ).

Ciríe desdobló el folio y lo puso ante los ojos de Óscar y la matriarca, que comenzaron a leer el texto en silencio ( como es de suponer, nadie más intentó leerlo, y si Taninncihcut lo hacía fue porque le obligaron telepáticamente ). Cuando uno de ellos captaba el sentido de algunas palabras, el otro sentía cómo éstas se desvanecían de su mente, teniendo que volver a interpretarlas.

Se estuvieron disputando durante cerca de un minuto el significado de la totalidad del texto. Taninncihcut tenía mucha más práctica que Óscar, y aquello se dejó notar: cuando parecía que estaba a punto de conseguirlo, se les quebró a ambos el don de lenguas.

  • Veamos qué ponía - dijo Óscar cuando le renació el suyo ( Hedelia le había cerrado su mente para no darle pistas acerca del contenido, caso en el que el duelo no habría podido tener lugar ).

  • Será mejor que lo leas en voz alta, de lo contrario el papel se reducirá a polvo y nadie sabrá lo que ponía - le previno Hepente.

Óscar así lo hizo, y todos aquellos capaces de entenderlo ( entre los que, evidentemente, ya no se encontraba Taninncihcut ), intercambiaron miradas confusas ( Hedelia, sin embargo, permaneció imperturbable ).

  • Menudo galimatías, no me extraña que os costase tanto entenderlo - dijo finalmente Darlane.

  • Tradúcelo al castellano, Óscar - le sugirió Hedelia, sonriéndole.

  • La garza se enredó en la zarza mientras el gato trincaba de un brinco al pato, ¡ cien monedas de alcaparras con hiel se abrigaban con mis manoplas almidonadas ! - tradujo en voz alta Óscar, conteniendo la risa - Hay marejada de ciruelas, hagamos pues mermelada de lentejuelas. Obsérvese con sumo tacto el rastro que deja este trasto en tu sucio tracto. Los ruiseñores cantan y los condones se levantan: las veletas, danzan al aire en porretas. Para texto tonto, confuso y sin sentido, inserte minga en el higo. Quien gane, con cebolla y a la vinagreta se la mame. Confidencial, memez terminal, absténganse menores de edad, maromos y poetisas como bestias han de fornicar. ¡ Qué excitante, por detrás y por delante ! ¡ Qué gozoso, por el culo y por el chocho !

  • Un mensaje de gran transcendencia - rió Ciríe.

  • Está claro que lo redactó en castellano y después lo tradujo, de lo contrario no tendría ninguna rima - dijo Julián.

  • Así fue - reconoció Hedelia - Podría haberme esmerado más, pero había prisa.

El siguiente duelo, que sería triple, precisaba de ciertos preparativos que a las hechiceras les habría resultado muy engorroso ultimar, y es por ello que prefirieron dejarlos en manos de Óscar. El patriarca hizo que del suelo se alzase un bloque metálico de sección triangular. De anchura tenía diez centímetros, y su grosor en la base era de treinta, estando el vértice a un metro ochenta del suelo. A quince del afilado borde superior, y perfectamente centrado, había un orificio hexagonal de medio centímetro de apotema.

Estaba destinado a recibir un objeto que le tendió Darlane. Era alargado, de sección hexagonal, y tenía los dos extremos afilados: de no ser por su color ( un marrón grisáceo bastante metalizado ), podría haber pasado por un lapicero muy largo al que se le hubiese sacado punta por ambos lados. Su longitud era de aproximadamente veintiséis centímetros, así que sobresaldrían ocho por cada uno de los lados.

Se trataba de un superconductor metafísico de muy altas prestaciones que los ingenieros de Luyrile empleaban con bastante frecuencia en sus diseños más complejos ( sin ir más lejos, los portales interplanetarios que creó la diosa llevaban algunos de aquellos vástagos en su interior ).

El superconductor propagaba sin pérdida alguna la energía sobrenatural de todo aquello que tocaba, y en ese momento Óscar, al estar en contacto con él, lo percibía a nivel astral como una prolongación de sí mismo. Una vez lo insertó en el orificio, soltándole, quedó tan inerte como el frío e indiferente acero en el que reposaba.

Óscar liberó los brazos de la neharai y se puso a un lado del soporte, posando la palma de su mano derecha sobre uno de los agudos vértices del superconductor.

  • Veo que ya has deducido qué me propongo, así que ya sabes qué has de hacer - le dijo a Taninncihcut.

  • Os lo suplico, no me hagáis esto - les rogó ella.

  • Si no te prestas a ello voluntariamente, te obligaremos telepáticamente - le advirtió Ciríe.

  • ¿ Cómo podéis pretender que me preste voluntariamente a algo así ? - gimió la neharai.

  • Lo harás quieras o no, pero si colaboras te premiaremos - le dijo Óscar.

  • No quiero ningún premio, tan sólo clemencia - le aseguró ella, y su desesperación era tal que finalmente se postró ante Óscar.

  • Tu premio consistiría en recibir a Ciríe por el culo mientras yo disfruto de tu coño.

  • ¿ Me desvirgarías ? - se estremeció ella.

  • Sí, pero no te hagas ilusiones: eres indigna de que te rasgue el himen con la verga, así que te desfloraría con el palo de una fregona, o quizá con un bate de béisbol.

  • Yo le pondría contra el higo una rata hambrienta y no se la quitaría de encima hasta que le hubiese roído su sucio himen - dijo Hepente.

  • Gracias por la idea, pero me da algo de cosa intoxicarla.

  • No comprendo cómo a estas alturas te importa lo que me pueda pasar - se extrañó la neharai.

  • ¿ Quién ha dicho que me importes ? - rió él - Me refería a la pobre rata. En fin, a lo que íbamos: una vez solventado ese pequeño trámite, te daríamos caña hasta hartarnos, dejándote destrozada pero extremadamente satisfecha. Oh, y tu boca no permanecería ociosa...

  • ¿ Me la penetraríais también ? - se interesó, con un hilo de voz, Taninncihcut. Algo le decía que sus enemigos no iban a dejar que disfrutase del sexo en mucho tiempo, así que quizá no estuviese de más aprovechar esa última oportunidad que se le brindaba de pasar un buen rato.

  • No, pero te daríamos algunas golosinas.

  • ¿ Qué clase de golosinas ? - les preguntó, temiéndose la respuesta.

  • Todo el que así lo desease podría evacuar en tu boca, y tú tendrías que comerte su mierda, limpiándole el culo a conciencia y dándole las gracias por su jugoso presente - repuso Óscar, confirmando sus sospechas.

  • ¡ Debes estar bromeando ! - exclamó la matriarca, poniéndose en pie de un salto.

  • No bromeo, y te aseguro que lo disfrutarías pese a tu humillación, pues te volvería a administrar un poco de mi afrodisíaco y la excitación te desinhibiría completamente.

  • ¡ Os podéis meter vuestro maldito premio por donde os quepa !

  • ¿ Es esa tu última palabra ? - le preguntó Ciríe - Lo pasarías muy bien, te correrías un montón de veces...

  • ¡ Vete al infierno !

  • Los deluyrei no somos bien recibidos allí, y ahora colócate en posición - le espetó secamente Ciríe, tomando control de su cuerpo - Y, sí, tus temores estaban fundados, el gozar se ha acabado para ti. Vas a lamentar durante muchísimo tiempo haber despreciado nuestra generosa oferta.

  • ¡ Espera, he cambiado de opinión ! - se quejó Taninncihcut, llena de impotencia.

  • ¡ Silencio ! - le regañó ella, y en lo sucesivo le impidió hablar.

Taninncihcut se colocó frente a Óscar, apoyando la palma de su mano derecha en el superconductor, y ambos comenzaron a ejercer presión. Las puntas del vástago hendieron levemente la piel de los dos, y la sangre comenzó a manar de las pequeñas heridas. El organismo de cada uno de ellos percibía al superconductor como un cuerpo extraño que le estaba intentando invadir, de modo que comenzó a rechazarlo. Como era de esperar, el rechazo de cada uno de ellos se propagó al otro, de modo que sus potentes sistemas inmunológicos entraron irremisiblemente en conflicto.

Pero eso no era todo. Tanto Óscar como la matriarca estaban intentando tocar con la palma de la mano el soporte ( naturalmente sin atravesársela ), cosa que sólo podría conseguir uno ( la sustancia de la que estaba hecho aquel vástago era muy resistente, por lo que ni se doblaría ni se arrugaría ). De haber estado presionando sobre un objeto normal y corriente, aquello no habría tenido más trascendencia que la de cualquier suma de vectores, pero el superconductor propagó a su través el propósito y la voluntad de ambos, poniendo en conflicto la fortaleza de los dos.

También entraron en conflicto sus respectivas invulnerabilidades, pues el organismo de cada uno de ellos consideraba los daños que estaba sufriendo como una consecuencia de la resistencia fisiológica del otro ( si los tejidos de uno de ellos cediesen, la espiga le atravesaría la palma de la mano, quedando el otro impune ).

Los tres poderes se les quebraron simultáneamente, y se atravesaron las manos con el vástago. Éste se había calentado como consecuencia de la ingente cantidad de energía sobrenatural que había estado circulando a su través, poniéndose al rojo vivo: al haber perdido ambos su invulnerabilidad, se achicharraron con él, cauterizándose la herida conforme se la hacían. Los dos dieron un grito de dolor, separando con premura la malograda mano del soporte ( el superconductor metafísico quedó atorado en él ).

  • ¡ Te has ensartado la mano ! - se alarmó Alicia.

  • No hay de qué preocuparse, todo está saliendo según lo planeado - le tranquilizó Óscar, agitando la dolorida mano.

  • Te sale humo de la herida, papá - se preocupó Laura - ¿ Te has quemado ?

  • Ya lo creo que me he quemado, el vástago se había puesto a caldo.

  • Habéis enfrentado vuestra invulnerabilidad - dedujo Julián.

  • En efecto, aunque también hemos enfrentado nuestra fuerza y nuestra capacidad curativa - le dijo Óscar.

  • ¿ Cómo es eso ?

Para cuando Óscar terminó de explicárselo, los tres poderes que acababa de perder ya le habían renacido. Ignoraba hasta qué punto se habrían amplificado su fuerza y su invulnerabilidad, pero su capacidad curativa había alcanzado cotas inimaginables: la herida, que antes habría tardado en cerrársele varios minutos ( a menos que se hubiese orinado en ella, claro ), sanó por completo en una fracción de segundo.

Si el superconductor se había atascado en el soporte fue debido a que se dilató al calentarse, pero ya se había enfriado lo suficiente, así que lo extrajo y se lo devolvió a Darlane. Entonces, posó las manos en el pedestal y apretó decidido. No le sorprendió demasiado comprobar que el acero cedía como si se tratase de gelatina. Arrancó de cuajo el bloque de metal y lo retorció como quien arruga un papel.

  • Trae, yo también quiero jugar un poco - le pidió Ciríe, y Óscar le tendió el bloque de acero ( entre lo que se veía a simple vista, y las robustas espigas que lo habían mantenido anclado, pesaba algo más de trescientos kilos ).

Aquella mole desequilibró a Ciríe, cayéndose con ella al suelo. No es que se viese incapaz de sostenerla ( antes de que su fuerza se viese amplificada también podría haberlo hecho, y sin demasiado esfuerzo ), pero mantener el centro de gravedad mientras se maneja algo cuyo peso es cinco veces superior al tuyo no es nada sencillo.

Manifestó las alas-V para mantener el equilibrio ( se agarró a los cimientos de la mansión ), y entonces lo pudo levantar sin el menor esfuerzo. Llegó a sostenerlo con la yema de uno de sus meñiques, cosa que antes no habría podido hacer, tras lo que lo estrujó con suma facilidad ( si bien no tanta como Óscar ), transformándolo en una rústica y masiva pelota que le lanzó de improviso a Hepente. La hechicera no se lo esperaba, así que la bola le dio en el abdomen, tirándole al suelo ( si un humano hubiese recibido aquel impacto, sus entrañas se habrían desparramado por toda la sala, pero a Hepente ni siquiera le dolió ). Cuando se levantó, la forma de sus caderas y espalda había quedado impresa en el suelo, que quedó lleno de grietas.

  • ¿ Se puede saber qué desayunáis para estar tan fuertes, chicas ? - bromeó Hedelia, cogiendo la esfera y sopesándola con aire casual ( ella también manifestó las alas-V para equilibrarse ). Se la puso bajo la axila derecha y la apretujó mientras la giraba, con lo que le dio forma de disco. Entonces la cogió con la otra mano y la examinó brevemente, tras lo que preguntó
  • ¿ Alguien quiere una galletita ? Es de acero integral...

  • ¡ Yo ! - se ofreció Albarí, arrancando un pedazo de metal con los dientes ( para entonces ya estaba muy agrietado a causa de tanta manipulación, pero aquello no le restaba demasiada consistencia ).

  • Dame a mí también, mamá - le pidió Melein, imitando a su hermana.

  • Y a mí - se les unió Fasme.

  • Joder, mamá, no te ofendas pero las galletas te han salido hoy un poco duras - bromeó Melein.

  • Y además están muy sosas - dijo Albarí, escupiendo su pedazo al suelo ( cayó con tal fuerza que se quedó clavado ).

Si hubiesen intentado hacer algo así minutos atrás, se habrían destrozado la dentadura, y bajo ningún concepto podrían haber moldeado un pedazo tan grueso de acero ( ni siquiera Óscar habría podido hacerlo, y menos con tanta facilidad ). La fuerza y la resistencia física de las deluyrei eran ahora muy superiores a las de una matriarca: las de Óscar, eran simplemente incalculables.

  • Para mí que a estos les ha explotado al lado una bomba gamma - bromeó Laura.

  • ¿ Cómo lo has averiguado ? - se hizo el sorprendido Óscar, pigmentándose de verde.

  • ¡ Lo sabía ! - le siguió la corriente ella - ¡ Eres la masa, y estás enojado !

  • No estoy enojado, yo sólo me pongo verde cuando estoy cachondo ( que es la mayor parte del tiempo ): además, para masa, esta de aquí - le dijo Óscar, meneándose el verdoso tallo.

  • Mm, creo que habrá que amasártelo - se unió a la broma Alicia.

  • Si necesitas ayuda, no dudéis en pedírmela - les dijo Raquel, que seguía botando sobre su hermana a fin de empalarse con el estupendo consolador que había creado Óscar a partir de Inmaculada ( la cual ya no hacía honor a su nombre, pues de cintura para arriba estaba por completo cubierta de materia fecal, y de cintura para abajo con flujos vaginales ).

  • ¿ Cómo va eso, cuñada ? - se interesó él, recuperando su pigmentación habitual.

  • Me lo estoy pasando de miedo - repuso ella, entre jadeos - Voy camino del quinto orgasmo rectal, esto de poder correrse por el culo es genial.

  • ¿ Qué te parece si cambiamos de postura ? - le propuso Alicia - Llevas mucho rato encima mía, estoy empezando a acusar el esfuerzo.

  • Perdona, no había caído en ello - se disculpó Raquel - ¿ Cómo quieres que nos pongamos ?

  • Tumbémonos en el banco, aprovechando que está acolchado. Ponte boca abajo, quiero ser yo quien te penetre.

  • Me parece bien.

Enseguida estaban colocadas, y Alicia empezó a bombear.

  • Me encanta ver cómo mi mujer te monta, cuñada - le dijo Óscar - En esa postura estás completamente sometida a ella, y las dos os veis preciosas.

  • Gracias - le dijeron ambas a la vez.

  • Laura, ¿ por qué no te sientas junto a ellas ? - le propuso Óscar a su hija, que observaba la escena bastante excitada.

  • ¿ Para qué ? - quiso saber ella.

  • Tantas emociones le tienen que haber abierto el apetito a tu tía. Anda, sé buena y dale una ración de almejita, seguro que agradece el detalle...

  • Con mucho gusto - rió ella, subiéndose al banco de un brinco.

  • Raquel, alza la cara - le sugirió Óscar - ¿ Qué ves ?

  • El lindo conejito de mi sobrina.

  • ¿Sabes qué quiero que hagas con ese jugoso coño que tienes ante ti ?

  • No sé - bromeó ella - ¿ Quizá comérmelo ?

  • Chica lista. Vamos, haz gozar a la zorra de mi niña, quiero ver cómo se retuerce de placer.

  • Ya le has oído, tía, hazme gritar de gusto - le exhortó Laura, pegando el sexo a su cara.

  • Te voy a hacer una comida de lujo, cacho puta - le aseguró Raquel, poniéndose a ello.

  • Eres una golosa, hermana, hay que ver con qué ganas le estás comiendo la raja a tu sobrina - le dijo Alicia, sin dejar de azuzarle con el consolador - ¿ Te gusta el sabor de su potorro ? Te recuerdo que está recién preñada por su padre, quizá eso te dé aún más morbo...

  • Déjale en paz, mamá, es de mala educación hablar con la boca llena - le regañó entre risas Laura.

  • En ese caso, mucho me temo que nosotras tampoco podremos hablar - le dijo Alicia, incorporándose parcialmente a fin de poder besarle: Laura se agachó al comprender sus intenciones, fundiendo ambas sus labios ( a partir de aquel instante ninguna dijo nada, pues sus bocas estaban muy ocupadas ).

  • Si la neharai ha perdido su fuerza, ¿ cómo es que se puede mantener en pie ? - cayó en la cuenta alguien ( desde donde estaba apenas podía disfrutar del espectáculo, pues varias hileras de bancos interferían su visión. Sin embargo, la matriarca sí estaba a su vista, y eso le llevó a hacerse esa pregunta ).

  • La mayoría de los dioses se inspiraron en los humanos para crear sus propias razas, usándoos como modelo - le explicó Sarigza - Luyrile también lo hizo, por lo que aquellos de nuestros poderes que podrían considerarse como una amplificación de una cualidad que vosotros también tenéis, se miden con respecto a la misma.

  • Por consiguiente, perder el poder no significa perder la cualidad en sí, si no equipararla al nivel humano - resumió Ciríe.

  • ¿ Significa eso que la neharai tiene ahora la fuerza de un humano normal ? - aventuró otro.

  • Eso es, y con su resistencia y su capacidad curativa ha pasado lo mismo - le dijo Hedelia - Taninncihcut es ahora tan vulnerable como un humano, y cura con la misma lentitud.

  • Me siento frágil - se quejó la aludida, examinándose entre incrédula y horrorizada la herida de la mano - ¿ Cómo pueden vivir los humanos sabiéndose tan débiles, tan desvalidos ?

  • Aún tienes algunas ventajas sobre ellos, de las cuales pronto perderás unas cuantas más - le dijo Óscar.

Las desgarradoras súplicas de la neharai les pusieron de los nervios, así que Ciríe le obligó a callarse, y muy pronto dieron comienzo al siguiente duelo. Éste también sería triple, y por mediación de él Óscar y la matriarca enfrentarían su capacidad precognitiva, su psicometría y su percepción exhibicionista.

Las hechiceras habían ejecutado dos encantamientos sobre una baraja de naipes de origen extraterrestre. Pertenecía a Hedelia, y tenía cierto valor sentimental para ella ( fue un presente de su maestra ), de modo que siempre la guardaba en una cajita que Sarigza había bendecido a fin de preservar lo que quiera que hubiese dentro de los estragos del tiempo: de lo contrario, el mazo de cartas habría quedado reducido a polvo mucho tiempo atrás.

Uno de los hechizos servía para que ni siquiera un deluyrei fuese capaz de apreciar diferencias en sus dorsos, pudiendo así identificarlas. A tal fin, los hacía idénticos, monitorizando constantemente su aspecto en busca de cualquier discrepancia, que borraba con celeridad ( de nada servía marcarlas con una uña, doblarlas o mancharlas: segundos después, las alteraciones introducidas se habían desvanecido ).

También impedía vislumbrar lo que había impreso delante a través de la visión infrarroja ( la luz que incidía en la cara delantera daba lugar a una sutil huella termográfica que, de no ser convenientemente difuminada, podría llegar a ser identificada por un deluyrei que prestase la suficiente atención ).

El otro hechizo se aseguraba de que cualquier información sobrenatural relativa a la disposición de cada una de las cartas ( ya fuera pretérita, presente o futura ), sólo pudiese extraerse una vez ( en ese aspecto, el duelo tenía cierta similitud con el del don de lenguas ). Las normas del juego que les propuso Hedelia eran relativamente sencillas. La baraja contaba con siete palos o colores, cada uno de ellos con doce cartas ( también había comodines, dos polivalentes y cinco que sólo se podían usar en determinadas circunstancias ), y se repartían diez cartas para cada uno de los jugadores.

El objetivo era emparejar cuántos más naipes mejor, ya fuera reuniendo figuras análogas o haciendo escaleras, del mismo palo o mixtas. Los jugadores se iban turnando para coger nuevas cartas, desprendiéndose de la que considerasen menos útil. Éstas las iban dejando en un nuevo montón, del que también se podían coger cartas. Se ponían boca arriba, y existía la posibilidad de robar dos a la vez, e incluso tres, pero aquello suponía una fuerte penalización, de modo que sólo se hacía cuando merecía la pena.

Muy rara vez se jugaba una sola mano, por lo común se echaban tantas como fuesen necesarias hasta que uno de los jugadores alcanzase cierta puntuación previamente establecida. Fijaron una puntuación altísima, por lo que el juego podría prolongarse durante días, y comenzaron a jugar. Ciríe se había cansado de controlar a la matriarca, de modo que le había relevado Darlane, y una de las primeras cosas que le obligó a hacer fue volverse a poner polla.

Óscar no podía permitirse leer los pensamientos de la neharai ( aquello le proporcionaría información acerca de las cartas que tenía, desvirtuando el duelo ), así que bloqueó momentáneamente su telepatía. Ninguno de los dos hizo uso de su visión astral para examinar las cartas de su contrincante ( Taninncihcut lo intentó en más de una ocasión, pero Darlane se lo impidió ).

Todas las deluyrei se habían metido bajo la mesa, y estimulaban la entrepierna de ambos para potenciar su percepción exhibicionista, que fue el primer don que se les quebró. Cuando se vio sin otro de sus poderes, la neharai, en un repentino estallido de cólera, intentó romper las cartas ( había detectado la bendición de Luyrile en la caja donde las guardaban, habiendo llegado a la acertada conclusión de que alguien las tenía en muy alta estima ). Ni que decir tiene, Darlane se lo impidió.

Óscar bloqueó voluntariamente su propia percepción exhibicionista no bien le renació, y siguieron jugando. Echaron dos manos, y cuando cortaron el mazo de cartas para la tercera ( cosa que hacían simultáneamente, a fin de mantener la precisa simetría que un duelo de poderes requería ), a ambos se les quebró la psicometría y la clarividencia.

  • Lástima, ninguno ha ganado la partida, de modo que no sabemos quién ha de pajear a quién - se burló Óscar ( en efecto, habían establecido que el ganador fuese masturbado por el perdedor ).

Todas salieron de debajo de la mesa y Ciríe aprovechó para echar un vistazo al papel donde habían ido anotando los resultados, diciéndole a Óscar:

  • Te suponía mejor jugador, has dejado que la neharai te aventaje en dos puntos.

  • Jamás había jugado a esto, y me habéis desconcentrado con tanto chupeteo - se defendió él, señalándole a los labios... en los que aún quedaban restos de su esperma.

  • Lo dices casi como si no te hubiese gustado - rió ella, relamiéndose ( una vez la percepción exhibicionista de ambos se quebró, las siete deluyrei se concentraron únicamente en Óscar. Le hicieron eyacular dos veces, repartiéndose golosas su viril néctar ).

  • Se trata de una diferencia francamente irrisoria, pues la partida era a diez mil - dijo Hepente - Pese a ello, quizá debieras compensarle.

  • ¿ Os parece bien que le dé dos euros, uno por cada punto ?

  • Sí, creo que es justo - dijo Sarigza, chupándose alternativamente los pechos a fin de apurar las salpicaduras de semen con las que Óscar se los había adornado.

  • ¿ Realmente creéis que perder tres de mis dones vale eso ?

  • se quejó la neharai - ¡ Os podéis meter vuestro sucio dinero por el culo !

  • Gracias, acabas de darme una gran idea - le dijo Óscar - Recibirás tu premio de consolación por el ojal, aunque te advierto que tengo intención de centuplicar su cuantía, pagándotelo en monedas de bajo valor para que ocupen más. Vas a creer reventar, todo cuando te hinque el nabo para asegurarme de que el pago está a buen recaudo.

  • ¿ Un enema de dinero ? - se sorprendió alguien - ¡ Jamás se me habría ocurrido !

  • Todas nosotras nos hemos hecho uno en alguna ocasión, aunque sólo con monedas de gran valor - reconoció Hedelia.

  • ¿ Por qué sólo con monedas valiosas ? - le preguntó alguien.

  • Porque nosotras lo valemos - repuso Ciríe - Con un puñado de vulgar calderilla no se puede pretender adquirir nada valioso... y nosotras, modestia aparte, lo somos.

  • Continuemos - terció Óscar, tendiéndole una mano a Darlane.

La ángel le dio uno de sus discos mágicos y él se lo puso sobre la frente, cubriéndose el cuerpo con una fina membrana transparente. La despegó de su piel y practicó un amplio orificio en el pecho para que Taninncihcut, ahora bajo el control de Sarigza, pudiese meterse dentro. Una vez se introdujo, Óscar selló casi por completo el agujero, dejando tan sólo un pequeño orificio, de forma circular, por el que Hepente insertó una cánula de bronce.

Tras comprobar que la había puesto en el sentido apropiado, formuló la frase que habría de activar la magia que entre ella y Darlane habían hilvanado en torno al tubo. Éste hizo de bomba de aire, inflando rápidamente la membrana que Óscar, previsor, había hecho por completo impermeable ( tanto frente a líquidos como frente a gases ).

Segundos después, los dos contendientes estuvieron en el interior de un globo de metro y medio de diámetro ( la presión del aire en su interior era tan sólo levemente superior a la de fuera, pues Óscar había establecido que la membrana fuera extremadamente elástica ). Como no cabían de pie, el patriarca se había sentado con las piernas cruzadas, obligándole a la neharai a sentarse en su regazo, cara a cara.

  • ¿ Qué pretendes con todo esto ? - demandó recelosa ella.

  • Hepente acaba de sacar la cánula con la que ha inflado esta improvisada burbuja y yo he sellado el agujero, así que el único aire con el que contamos es el que ha quedado encerrado con nosotros. La presión parcial del oxígeno irá disminuyendo conforme lo vayamos gastando, y pronto llegará un momento en el que nuestra capacidad de obtener oxígeno en condiciones adversas entrará en conflicto.

  • ¡ Nos podríamos asfixiar los dos !

  • Antes de que eso ocurra, la membrana se negará a seguir cubriéndonos, pero para entonces el duelo ya habrá concluido. Y, ahora, ¿ qué te parece si hacemos algo de ejercicio para quemar antes el oxígeno ?

  • ¡ Me niego !

  • No tienes elección - le dijo él, obligándole telepáticamente a internar la punta de su lengua en su oído izquierdo, tras lo que manifestó una pequeña rama dotada de espinos a fin de inyectarle un poco de su afrodisíaco ( no bien lo hizo, se la quitó ).

  • Eres un cerdo... - gimió ella, sintiendo cómo volvía a írsele la cabeza.

  • Mira qué agujerito más lindo me he puesto aquí - le dijo Óscar, señalándose al ombligo... en el que había metasexuado una suculenta y apetecible vagina.

  • Ya estamos otra vez... - se quejó ella, cada vez más excitada.

  • Empálate con mi tranca y clávame la tuya en este jugoso conejito que me he puesto para la ocasión - le ordenó Óscar, y la neharai fue incapaz de contenerse más, haciendo lo que se le indicaba.

  • Tu polla me encanta, y tu coño umbilical es una delicia - gimió la neharai, avergonzándose en el acto de sus palabras aunque sin dejar por ello de agitarse.

  • No voy a permitir que te corras - le dijo de sopetón él.

  • ¡ Hijo de puta, no puedes hacerme eso !

  • Claro que puedo, pero no te aflijas, que yo sí me correré.

  • ¡ No te seguiré el juego ! - le aseguró ella, deteniéndose. Es más, intentó desengancharse de Óscar, pero él se lo impidió.

  • Sí que lo harás.

  • ¿ A eso vas a llegar ahora, tú que te las das de beato ? - le retó ella, pensando erróneamente que Óscar iba a bombear por ella - ¿ Vas a forzar a una mujer indefensa ?

  • Mira que eres imbécil - rió él - Nada de lo que pueda hacerte me haría incurrir en pecado alguno, pero da la casualidad de que no tengo la menor necesidad de forzarte. Aún sabiendo que no dejaré que te corras, tu excitación enseguida alcanzará cotas tales que te será imposible controlar tu cuerpo.

  • Eso no ocurrirá - gimió ella.

  • Antes ya te comportaste como un vulgar animal en celo, guarra, ¿ recuerdas ? Pues bien, enseguida lo volverás a hacer.

  • No lo haré - insistió Taninncihcut, mordiéndose los labios con las destrozadas encías. Apretó con tal desesperación que se hizo sangre con las escasas raíces dentales que le asomaban: de haber tenido aún dientes, probablemente se hubiese seccionado los labios.

  • Antes de que cuente hasta veinte, perderás el control. Uno, dos...

  • No, no...

  • Tres, cuatro...

  • ¡ Te odio ! - aulló ella, abrazándose a Óscar y comenzando a cabalgarle con desesperación.

  • Buena chica, cuando terminemos te dejaré beber el semen que te salga del culo.

El deluyrei tuvo ocasión de disfrutar de dos excelentes orgasmos, uno fálico y otro umbilical, antes de que ambos comenzasen a sentirse realmente faltos de oxígeno ( una vez consiguió que la neharai le hiciese un buen trabajito, humillándole en el proceso, consideró que ya no tenía sentido mantenerle excitada, así que le libró del efecto de su afrodisíaco ). El poder en conflicto no tardó mucho en quebrárseles, y entonces Óscar hizo que la burbuja se rajase para poder respirar con comodidad ( la membrana ya no era necesaria, así que la aglutinó sobre una mano, dando de nuevo lugar al disco del que había surgido ).

Para cuando le devolvió a la ángel el artefacto, ya le había renacido su don respiratorio. Antes, le permitía extraer oxígeno tanto del aire como del medio acuático, y no sólo por la nariz, si no también a través de la piel: los dos únicos condicionantes eran que se encontrase presente por encima de cierta concentración ( que no era muy alta ), y que estuviese en su forma molecular.

Pues bien, ahora podía extraer oxígeno incluso del dióxido de carbono, efectuándose en sus glóbulos rojos un proceso, similar a la fotosíntesis, en el que la energía originariamente aportada por la luz solar era sustituida por la que él mismo generaba por medio de su magia. En consecuencia, ya no le era necesario respirar, aunque en teoría debería sentirse más pleno cuando lo hiciese.

Ciríe y las demás también se habían beneficiado de aquella mejora, pero ellas no podían extraer oxígeno de los compuestos que lo contuviesen al mismo ritmo que él, por lo que en ausencia de oxígeno molecular les era imposible realizar grandes esfuerzos ( supo de todo aquello gracias a su potenciada clarividencia, que ahora no sólo le permitía tener visiones mientras dormía, si no también estando despierto ).

  • ¿ Cuántas más veces me harás pasar por esto ? - se quejó ella, aún sentada sobre él - ¡ Ya casi no me quedan poderes !

  • No llores, cariño , que de momento hemos terminado - le dijo Óscar, quitándosele de encima de un empujón y levantándose, tras lo que le obligó a ponerse del pie agarrándole de su larga melena ( ella se dejó hacer, llena de impotencia ) - Hoy no tengo intención de arrebatarte más poderes, y si eres buena puede que te deje conservar algunos de los que aún tienes. Sin embargo...

  • ¿ Qué ?

  • Llevas el pelo muy largo, y eso no lo podemos permitir - le dijo él, alzando la pierna izquierda y apoyando el pie entre sus pechos a fin de alejarle de sí, pudiendo así tensárselo ( aquel inesperado contacto hizo que los pezones de la neharai se pusiesen erectos: era casi como si su cuerpo comenzase a reconocer en Óscar a su único dueño, lo cual le llenó de desasosiego ) - Te lo voy a cortar.

  • ¡ El pelo no ! - chilló patéticamente ella, intentando acercársele para destensarlo ( naturalmente sin éxito ) - ¡ Si me lo cortas, de nada me servirá poder moverlo !

Fasme se teletransportó a cierta ciudad del oeste de Portugal, regresando con unas tijeras para niños en muy mal estado ( estaban oxidadas, melladas e incluso levemente retorcidas ). Las había cogido de uno de esos contenedores que se suelen poner junto a la acera para recoger los escombros que se producen a lo largo de las obras ( allí fue donde las tiró su dueño horas antes, junto a un buen montón de cachivaches, tras hacer una buena limpia en su trastero ). No había tenido necesidad de hacerse invisible, pues por la calle no pasaba ni un alma en aquel instante.

Cuando las vio, Taninncihcut no pudo evitar sonreírse: ¿ de verdad pretendía Óscar cortar su pelo con una herramienta tan endeble ? Era evidente que aún no se había hecho a la idea de que ya no era invulnerable, pero Óscar se lo recordó por las malas, cortando sin demasiados problemas su cabello ( ahora era tan frágil como el de un humano, así que las tijeras, pese a estar tan deterioradas, lograron hacer mella en él ).

  • No te preocupes, de vez en cuando dejaremos que te lo hagas crecer - le animó Óscar.

  • Hacernos crecer el pelo forma parte de nuestro don metamórfico, y yo ya no lo tengo - se quejó apesadumbrada la neharai cuando se rehizo de la impresión.

  • Tienes razón, qué descuido más tonto - se disculpó entre risas él, seccionando el último mechón.

  • Casi no me has dejado nada - gimoteó ella tras llevarse las manos a la cabeza y percatarse del desaguisado que le había hecho.

  • Unos dos centímetros de media, y con bastantes trasquilones

  • evaluó con ojo crítico Hedelia.

  • Deberías buscarte a otro peluquero, has quedado hecha un adefesio - se burló de ella Ciríe.

  • Magnífico trabajo, Óscar, le has dejado horrorosa - le felicitó Darlane.

  • Gracias, tuve que aplicarme mucho para conseguir un corte tan profesionalmente irregular - dijo él, jugueteando distraídamente con el pelo de la neharai ( aún no lo había soltado ).

  • Te estás preguntando cuánto tiempo tardará tu pelo en volver a llegarte a las caderas - le leyó Hedelia el pensamiento a la neharai - Ahora crece más o menos a la misma velocidad que el de un humano, así que tendrás que esperar de cuatro a seis años.

  • Si realmente quieres llevarlo largo más te valdrá ser muy obediente, pues cada vez que nos contraríes te afeitaremos la cabeza - le prometió Sarigza.

  • Oye, guara, se te está cayendo el esperma de Óscar - le advirtió Darlane tras una leve pausa, señalando airada al suelo.

  • ¿ Y a mí qué coño me importa ?

  • ¿ Quieres perder los pocos pelos que te faltan ? - le amenazó Óscar - Si te los arrancamos de raíz, tardarán aún más en crecerte...

  • ¡ No lo hagáis, os lo ruego !

  • En ese caso, ponte de rodillas y limpia mi esperma del suelo - le instruyó él - Oh, y evacua el que aún tienes en el culo, así también podrás lamerlo.

  • Está bien, lo haré - transigió ella, poniéndose a cuatro patas y acercando la cara al suelo.

  • Así no - le regañó Óscar - No uses las manos, quiero que te las pongas en el trasero, una en cada nalga. Sepáratelas bien para que todos podamos ver cómo rebosa mi lechecita de tu culo.

  • ¿ Cómo pretendes que me apoye ?

  • Hazlo con la cara y la frente.

  • De acuerdo - suspiró ella, haciendo lo que se le había ordenado.

  • ¿ Se puede saber a qué coño estás jugando ? - le regañó de inmediato Ciríe, plantando un pie en su espalda a fin de empujarle contra el suelo - Lo que te estás bebiendo, ingrata, es el semen del único patriarca deluyrei, manjar por el que muchos morirían gustosos. Pon más pasión, o no respondo de mis actos. Que se vea que lo disfrutas.

La neharai lo lamió con más ganas, sonriéndoles de vez en cuando y poniendo cara de satisfacción cada vez que deglutía. Por supuesto todo era comedia, aunque tenía que reconocer ( y eso le sacaba de quicio ), que el esperma de Óscar le sabía a gloria ( lo encontraba más sabroso si cabe que el suyo propio, que ya es decir ).

  • No uses los labios, o acabarás enseguida - le ordenó Sarigza - Válete únicamente de la lengua.

  • Procura contonearse un poco, queremos ver cómo tus tetas y tus cojones se bambolean - agregó Darlane.

  • Eso me acaba de dar una idea - dijo Óscar, tendiéndole a Hepente el pelo de la neharai, que se lo sujetó mientras seleccionaba unos cuantos cabellos.

  • ¿ Qué vas a hacer ? - le preguntó Taninncihcut.

  • Tú sigue lamiendo - le ordenó él, poniéndose en cuclillas y agarrándole los testículos con la mano libre.

La neharai se encogió aprensiva, temiéndose que se los apretujase: en vez de ello se los acarició, y ante aquel dulce estímulo su polla dio un brinco.

  • Mirad qué salto le ha dado el rabo - rió Hepente - Parece que a esta guarra le gusta que su amo juegue con sus pelotitas.

  • Voy a hacerle un lacito, me gusta que mis mascotas estén presentables - le dijo Óscar, enrollando los pelos que había cogido y haciéndole una lazada en el escroto con ellos.

Se aseguró de no hacerle demasiado daño, así que la neharai dedujo que no lo hacía para martirizarle, si no para humillarle y ridiculizarle. Sin lugar a dudas lo consiguió, pero el verdadero objetivo de Óscar era bien distinto, como más tarde comprobaría.

  • Te ha quedado muy bonita - dijo Ciríe, guasona.

  • Como se te ocurra aflojártela sin nuestro permiso, ya sea con las manos o manejando los pelos en sí, te daré una buena azotaina - le prometió Darlane.

Los deluyrei puede mover incluso los pelos que les han sido cortados, aunque sólo durante doce horas, y cada vez con más dificultad ( si se lo arrancan, permaneciendo intacto el bulbo, tardan tres días en quedar por completo inertes: sus matriarcas, como es de esperar, los pueden mover durante diez veces más tiempo ). Con las neharai ocurría lo mismo, pero ellas no gozaban de tanto margen, viéndose reducido su periododegraciacapilar en aproximadamente un veinte por ciento. Aquella era una de las cosas que Ciríe se había olvidado de decirle a Óscar, pero poco importaba, pues él ya sabía de ello por medio de su telepatía.

  • Óscar, se nos ha ocurrido una idea - le dijeron a la vez Melein y Albarí, no sin preguntarse si la neharai caería en la sutil trampa que Óscar acababa de tenderle con su propio pelo.

  • Lo sé, y me gusta. Id a por ello, nenas...

Melein y Albarí se teletransportaron a quién sabe dónde, regresando poco después. Melein trajo una bombilla enorme ( estaba fundida, pero tanto el casquillo como el bulbo estaban intactos ), mientras que Albarí trajo un vaso desechable en el que había una especie de puré, bastante líquido, de un tono marrón-rojizo.

  • Dilata el ojal, que te voy a echar una cosa dentro - le ordenó Albarí.

  • ¿ El qué ? - quiso saber la neharai.

  • Obedece o lo lamentarás - le advirtió Óscar, y ella relajó el esfínter por completo.

  • Pica mucho... - se quejó cuando recibió la papilla.

  • La he recogido del sucio callejón al que da la puerta del restaurante donde la prepararon - le explicó Albarí - Como ya habrás averiguado, se trata de una salsa picante, y tuvieron que desecharla porque se pasaron con la guindilla y el ajo. Llevaba casi dos días en el cubo de basura donde la tiraron, de modo que ha tenido ocasión de comenzar a fermentarse.

  • Ay, cómo escuece - se quejó nuevamente la matriarca, cuyo ano empezó a convulsionarse - ¡ Me arde !

  • Cállate y estate quieta, que aún no hemos acabado - le reprendió Melein, agitando ante sus ojos la imponente bombilla.

  • ¿ Me... me la vas a meter ?

  • Sí, aunque quiero que el casquillo quede fuera.

  • ¡ Es muy grande !

De forma aproximadamente esférica, tendría unos nueve centímetros de diámetro. A la neharai no le supondría ningún esfuerzo encajarla, pero los espasmos que el picor le producían bien podrían reventarla, y los cristales se le clavarían en las entrañas. Sus quejas no le sirvieron de nada, y pronto tenía la bombilla dentro. Al tacto estaba fría, lo cual, por suerte, mitigó brevemente su picor. Si tenía un poco de cuidado, no se le rompería.

  • ¿ Qué os parece si mientras limpia el suelo se hace un pajote ? - propuso Hedelia al poco.

  • Le dimos una última oportunidad de gozar y la desperdició - le recordó Ciríe.

  • Yo voto porque le demos otra - propuso Sarigza - No es que se la merezca, pero el caso es que a mí también me apetece ver cómo se la machaca.

  • Y a nosotras también - se le unieron sus hijas.

  • Sea, pues - decidió Óscar, clavando su mirada en la neharai y diciéndole - Ya has oído, perrita: aprovecha que aún tienes la polla puesta para masturbarte, nos apetece ver cómo limpias tu propio esperma del suelo, junto al mío.

  • Como quieras - le dijo de mala gana ella, llevándose las manos a la polla.

  • ¿ Qué crees que estás haciendo ? - le regañó Óscar - ¡ Nadie te ha dado permiso para usar las manos ! ¡ Vuélvelas a poner en su sitio ahora mismo o te arranco los brazos !

  • Perdón... - se disculpó la matriarca, volviendo a ponérselas en las nalgas. Era evidente que Óscar quería que refregase la tranca contra el suelo para masturbarse, y eso hizo.

  • Tienes exactamente cinco minutos para correrte - le anunció Darlane - Como no lo consigas nos enfadaremos, y ya sabes qué ocurriría.

  • Oh, y si dejas de limpiar el suelo tendremos que castigarte

  • agregó Hepente, escupiendo justo ante ella - Ahí tienes una rica flema de mi parte, que te aproveche...

  • Tiempo - le dijo Ciríe, poniendo en marcha un cronómetro que Fasme le trajo del piso de arriba ( a menudo cronometraban a los esclavos mientras hacían sus tareas, por lo que había más de uno en la mansión ).

La neharai empezó a frotar la minga contra el suelo con frenesí, pero la situación le humillaba demasiado, lo cual disminuía notablemente su excitación. Tenía que ponerse cachonda como fuese, de modo que echó a volar su sórdida imaginación. Para su disgusto, cada vez que intentaba imaginarse abusando de varios humanos ( que era lo que más le ponía ), se visualizaba a sí misma sustituida por Óscar, tomando ella el lugar de sus víctimas.

Aquello debería haberle dejado fría, pero para su sorpresa le calentó: saltaba a la vista que estaba empezando a doblegarse a la voluntad de Óscar, y eso no le hacía ninguna gracia. Los escupitajos caían a su alrededor, a veces sobre su cuerpo, y el picor que sentía en el recto menoscababa su concentración. El dolor de los constreñidos testículos era perfectamente soportable, pero le recordaba lo que había sido de su larga melena, cuya pérdida le había llenado de zozobra ( tenía a su cabello en muy alta estima ).

La postura que le habían obligado a asumir era incomodísima, y en más de una ocasión creyó que la bombilla se quebraba. Los pechos se le aplastaban contra el suelo, sobre el que resbalaban, e intentó concentrarse en aquella grata sensación para excitarse aún más, recordándose a sí misma que lo que se estaba rebozando por la delantera era el semen de... ¿ su amo ?

No bien aquel inesperado pensamiento irrumpió en su mente, sus pezones se pusieron como lanzas, y un delicioso orgasmo empezó a gestarse en sus genitales. Por desgracia para ella, el plazo expiró antes de que lo tuviese. Ciríe le hizo saber de su fracaso por medio de una fuerte patada en el abdomen que le alzó más de medio metro del suelo, diciéndole con voz cantarina - ¡ Lástima, por qué poquito !

  • ¡ Esperad, ya casi estoy ! - le rogó ella, entre jadeos ( el golpe le había hecho perder el aliento ).

  • No mientas, acabas de perder la concentración - le regañó Óscar, sacándole la bombilla de un tirón.

  • ¡ No se ha roto !

  • Oh, se me olvidó decirte que la reforcé - se excusó Melein - Si hubieses prestado un poco de atención, te habrías dado cuenta de que su bulbo era cuatro veces más grueso de lo que debiera...

  • ¡ Tanto esforzarme en no apretar para nada ! - gimoteó la neharai. Si no hubiese estado conteniendo los estertores de su esfínter, probablemente hubiese conseguido eyacular a tiempo.

  • Trae, cielo, quiero darme el gusto de dejarle calva en persona - les dijo Óscar a Albarí, cogiendo los útiles de afeitar que acababa de traer - ¿ Qué tal si le inmovilizáis ?

  • ¿ Me dejas hacerlo a mí ? - le preguntó Melein.

  • Toda tuya - le dijo Óscar, y la muchacha usó su telepatía para obligar a Taninncihcut a permanecer quieta.

Óscar le afeitó con rapidez, y cuando acabó le obligó a mirarse en un espejo que trajo Fasme.

  • ¡ Qué melón más precioso le ha quedado ! - se burló Darlane
  • Me están entrando ganas de restregármelo contra el coño.

  • No te prives, pajéate con su coco - le dijo Óscar - No creo que se entere, pues entretanto yo aprovecharé para mutilar su cuerpo astral...

  • ¿ Qué has dicho que vas hacer ? - se horrorizó Taninncihcut.

Mientras Darlane se refregaba la cabeza de la neharai contra la vulva, Óscar hizo que su cuerpo astral abandonase el físico, haciéndolo visible. Por medio de su telepatía, obligó a la matriarca a imitarle, y entonces desplegó su quinto par de alas ( las de su cuerpo astral, se entiende, que no las físicas ).

  • ¿ Qué te propones ? - se alarmó ella.

  • Mis alas alteradoras de la realidad no pueden actuar sobre el plano astral, pero éstas son un reflejo astral de ellas, de modo que sí deberían poder hacerlo - le dijo Óscar, señalándoselas - Comprobémoslo: para empezar, te quitaré las piernas.

  • ¡ No lo hagas ! - se quejó ella, pero Óscar le ignoró, desmaterializando las piernas de su cuerpo astral.

  • ¿ Qué podría quitarte a continuación ? - se preguntó Óscar

  • ¡ Ya sé, los brazos !

Para cuando Darlane se corrió, el cuerpo astral de la neharai carecía de extremidades, ojos, oídos, boca y nariz. Al igual que muchas de sus víctimas, había quedado reducido a un tronco con cabeza, no teniendo siquiera genitales, ano u ombligo. En aquel lamentable estado, ni siquiera podía valerse por sí mismo, así que Óscar lo depositó personalmente en su cuerpo físico antes de regresar al suyo propio.

  • ¿ Por qué ? - berreó la neharai - ¿ Por qué sois tan crueles conmigo ?

  • Porque te lo mereces - le dijo Óscar, acariciándole risueño la cabeza - Mm, te ha quedado muy suave, puerca, creo que yo también te voy a follar la calva.

  • ¿ Necesitas ayuda ? - le preguntó Sarigza.

  • No, pero me parece injusto que vosotras permanezcáis de brazos cruzados mientras yo me divierto, así que acabo de idear un juego al que probablemente os queráis apuntar.

Contando a Begoña, las tipas que se habían hecho pasar por transexuales gracias a uno de los pepinos mágicos de la neharai eran casualmente ocho. Por indicación de Óscar, Ciríe y las demás les tumbaron boca arriba en el suelo. Sus trancas estaban muy mustias, así que las repasaron cariñosamente con los pies. No tardaron en reanimarse, pero el miedo que tenían sus dueñas impidió que alcanzaran una erección plena, y así no servirían de mucho. Óscar, que ya estaba restregando su miembro contra el cuero cabelludo de Taninncihcut, por el momento sin prisas, se las puso completamente tiesas por medio de su poder de control de fluidos, preguntándoles con sarcasmo:

  • ¿ Notáis algo en vuestra cosita ?

  • Duele mucho - se quejó una de ellas, con lágrimas en los ojos ( a todas se les escaparon algunas ).

  • Quizá se deba a que os las he inflado al máximo. Bastaría con que aumentase un poco la presión para que os reventasen.

  • Si vas a hacerlo, papi, espérate a que nos hayamos corrido

  • le rogó Albarí.

  • No te preocupes, hija.

  • Tomemos asiento - propuso Darlane, sentándose sobre una de las humanas ( ni que decir tiene, se empaló con su torturado pene, que encajó en el recto con gozo ).

  • Las tienen bien duras - dijo Hedelia al recibir la que le correspondía.

  • Tienen todas las venas marcadas - rió Albarí antes de enchufarse la suya ( fue la última en hacerlo ).

  • Os hacíais llamar las verdugas vergudas, y usabais la enorme polla que os puso Taninncihcut para reventar el culo y la boca de todas vuestras víctimas - les dijo Óscar a las humanas sin dejar de trajinarse la pelota de la neharai, que ya estaba completamente rebozada con su líquido preseminal - Los orificios de vuestras víctimas sólo eran para vosotras un lugar donde clavar la verga, y hacerles daño os producía una gran satisfacción.

  • También se las clavábamos a las demás amas - argumentó dificultosamente Begoña.

  • Me trae sin cuidado. Habéis violado a mucha gente, ya es hora de que sepáis qué se siente. Os van a usar como si fueseis un vulgar consolador, y pienso reventaros la polla cuando mis chicas hayan quedado satisfechas.

  • Podrían desangrarse - objetó Antonio ( en vista de las barbaridades que le habían hecho a su esposa, morirse desangradas le parecía un final demasiado rápido para aquellas arpías ).

  • No lo harán, sus miembros son de génesis mágica y cuando queden seriamente dañados se desvanecerán como si nunca hubiesen estado, y con ellos también la lesión.

  • ¿ Que nos dices de la sangre que tengan dentro de la polla cuando les explote ? - le preguntó Julián - Es bastante cantidad, y toda ella se desparramará.

  • Para alzar esos rabos tan enormes que tienen deben necesitar como mínimo medio litro - calculó el catedrático.

  • En realidad casi tres cuartos - estimó Hedelia.

  • Poco importa la cantidad, pues no se los voy a reventar hacia fuera - le quitó importancia Óscar - Me limitaré a reventar todas sus venas, pero dejando intacta la piel: cuando se replieguen para desaparecer, la sangre retornará al cuerpo.

  • Mejor, de lo contrario su pérdida podría marearles, y no queremos que se desmayen cuando los espectros que invoquemos les martiricen - dijo Ciríe, que ya había comenzado a disfrutar de su respectivo consolador .

Las ocho merecían sufrir aquel suplicio durante horas, pero tanto ellas como sus camaradas tenían una cita con el más allá, de modo que Óscar les fue reventando los vasos sanguíneos del pene conforme sus hermosas jinetes ( las cuales, ni que decir tiene, se estimularon la vulva mientras les cabalgaban ), alcanzaban el clímax. Él fue el último en hacerlo, y se aseguró de que parte de su esperma se le introdujera a Taninncihcut en los ojos ( no le escoció, pues sus ojos, al seguir conservando su capacidad de metasexuarse, no se irritaban cuando se manchaban con esperma, pero le emborronó momentáneamente la visión ).

Alicia se levantó de Raquel y se extrajo a su madre del sexo para que Óscar pudiese retornarle a su estado normal, aunque antes de hacerlo le dijo:

  • Sé que puedes oírme, suegra, así que presta mucha atención: te voy a devolver tu cuerpo, y quiero que me des las gracias haberte hecho pasar un rato tan ameno . Ni que decir tiene, también les darás las gracias a tus hijas por haberte usado para gozar, degradándote en el proceso. Si te niegas, o si se te ocurre quejarte, tendrás que atenerte a las consecuencias.

  • Gracias por haberme transformado en un consolador - se apresuró a decirle ella, entre ahogados jadeos, no bien volvió a ser humana.

  • Fue un placer, y también lo fue para tus hijas. ¿ No se te está olvidando algo ?

  • Gracias por haberme usado - les dijo a ambas, con la cabeza baja - Y gracias por humillarme.

  • Si realmente estás agradecida, mamá, bésame el culo - le dijo Raquel, levantándose del banco.

Inmaculada se puso de rodillas y le besó en el glúteo derecho.

  • ¡ Así no, maldita vieja ! - le regañó Laura, separándole las nalgas a su tía - Dale un beso apasionado, con lengua.

Su abuela estuvo a un tris de negarse, pero la severa mirada con la que le atravesó Óscar le hizo cambiar de idea, así que temblando ( tanto de rabia como de miedo ), estampó el rostro en el trasero de Raquel y lo saboreó por medio de un beso. Cuando se retiró, Laura le agarró del pelo y le obligó a girarse, examinando sus labios.

  • Eres una inútil - le dijo, dándole una bofetada - Voy a contar hasta treinta, y cuando acabe más te valdrá tener restos de mierda en la jeta.

  • Por dios, Laura, que soy tu abuela.

  • Yo solo tengo una abuela, la madre de Óscar - le dijo fríamente Laura, dándole un nuevo sopapo - Si vuelves a intentar compararte con ella te estiraré de la lengua con unas tenazas y te la atornillaré al suelo. Bien, comenzaré a contar: tres, seis, nueve, doce...

Inmaculada, al ver que estaba contando de tres en tres, se abalanzó contra el culo de Raquel y se lo lamió con desesperación, sorbiendo a fin de extraer materia fecal ( no le fue difícil, con tanta acción se había reblandecido bastante ). Ahora sí que se manchó, de modo que Laura no le castigó.

Óscar se valió de su telepatía para conducir a la neharai y a sus compinches a la cripta. A fin de mortificarles aún más, les hizo avanzar a gatas, y a las que se adelantaban o rezagaban les azotaba tanto con su cabello, que expandió, como con espinos que se hizo crecer para la ocasión ( eso les obligó a agruparse, haciendo su marcha más lenta si cabe ). No fueron por el pasillo que acababa de crear, fueron por el que daba a las celdas, y más de una se lastimó con el suelo ( era muy áspero ). Sus rodillas se llevaron la peor parte, pero los pies y las palmas de las manos también recibieron lo suyo.

Si hubiesen ido de pie habrían llegado enseguida, pero al tener que ir gateando tardaron cerca de un cuarto de hora ( no pocas se tropezaron cuando bajaban por las escaleras, pero ninguna se hizo nada serio ). Para cuando llegaron a la cripta, los demás les esperaban arriba, habiéndose situado a lo largo de la barandilla.

  • Hemos protegido la sala frente a la telepatía, aunque no su mirador - le dijo a Óscar la ángel - Ningún pensamiento puede entrar espontáneamente en la zona que hemos delimitado, y tampoco salir. Si queremos leer la mente de alguna de esas alimañas, lo tendremos que hacer a propósito.

  • Buen trabajo, no me habría gustado tener que sentir su angustia, por otra parte bien merecida - les felicitó Óscar, cerrando la puerta con llave desde fuera y teletransportándose a la terraza.

  • ¿ Qué te parece ? - se interesó Hepente.

  • Funciona de maravilla, soy incapaz de captar nada a menos que me moleste específicamente en sondearles. ¿ Qué hay del otro hechizo que teníais previsto hacer ?

  • Ya está ejecutado, sólo falta activarlo - repuso Darlane - Cuando lo hagamos, todos los que haya en la sala por debajo del mirador podrán enviarse entre ellos sus pensamientos, no importa si están vivos o muertos.

  • Excelente, de ese modo los espectros podrán martirizar a esas enfermas con el recuerdo de las cosas que les hicieron.

  • ¿ Quieres llamarles tú mismo, o prefieres que lo haga alguna de nosotras ? - le preguntó Ciríe.

  • Que les invoque Sarigza en nombre de Luyrile, así haremos de esto algo oficial - repuso él - Yo me conformo con llamar a Luis.

  • Como desees - dijo la sacerdotisa, comenzando a concentrarse.

Los espectros pronto comenzaron a acudir. Los mortales los percibían como entes translúcidos, levemente luminescentes, vaporosos y de forma un tanto imprecisa ( parecían imágenes desenfocadas ); los deluyrei, así como la ángel, eran capaces de verlos con total nitidez gracias a sus sentidos astrales ( cosa que a Taninncihcut, privada de su visión metafísica, ya no le era posible ).

La sacerdotisa sólo había llamado a las almas nobles ( la mayoría de las víctimas de la neharai y sus secuaces lo eran ), de modo que los fantasmas, que revoloteaban por toda la cripta, atemorizaban únicamente a los que no tenían la conciencia tranquila. De entre los que había en el mirador, más de uno había hecho alguna fechoría en alguna ocasión, pero sus faltas eran leves y los espectros no consideraron pertinente echárselas en cara ( sobre todo, teniendo en cuenta las numerosas penalidades sufridas ). Es más, a muchos de ellos les saludaron, pues se habían conocido en vida, siendo en ocasiones muy amigos e incluso parientes.

Algunos de los fantasmas se introdujeron en lo que quedaba de sus cuerpos, pero aquellos cuyos restos estaban demasiado deteriorados se quedaban vagando en torno a ellos, indecisos. Sarigza les animó a ocuparlos también, prometiéndoles que les conferiría sustancia, y ellos así lo hicieron. Óscar se encargó por ella de aquel trámite y, a no mucho tardar, incluso la momia más degradada podía moverse con soltura.

El alma que Sarigza había invocado antes no parecía dispuesta a presentarse de nuevo, pero ella no se dio por vencida y siguió reclamando su presencia. Entretanto, los cadáveres se incorporaron y empezaron a salir de sus nichos. Los que estaban en la primera y la segunda hilera no tenían problemas para alcanzar el suelo, pero los demás tuvieron que elegir entre esperarse a que los que estaban cerca de las escaleras bajasen y dejarse caer. Una de las ventajas que tiene el estar muerto es que un golpe no duele, de modo que casi todos optaron por lo primero, levantándose como si nada del suelo.

Tanto las humanas como la neharai se habían apiñado en el centro de la sala, aterradas ( ella era la única que por el momento no se había orinado de puro miedo: a decir verdad, no pocas de ellas habían hecho algo más que mearse, habiendo dos que se cayeron tras resbalar con sus propias heces ).

La mayoría de los muertos carecía inicialmente de ojos: poco importaba, pues Óscar estaba regenerándolos a gran velocidad. Sus miradas se clavaban, llenas de resentimiento, en las degeneradas que tantas perrerías les habían hecho, pero de momento no se les acercaban, habiéndose quedado al lado de la pared.

Los restos mortales de parte de las víctimas no estaban allí, de modo que sus espectros no tuvieron dónde instalarse : a fin de que también pudiesen unirse a la juerga, Óscar condensó un cuerpo provisional para todos ellos.

A la neharai no le gustaba desperdiciar los cadáveres que con el paso del tiempo iba reuniendo, de modo que a los que no conservaba como trofeos ( que eran como las nueve décimas partes ), procuraba encontrarlos alguna utilidad. A algunos los había incinerado, usando sus cenizas como abono. A otros, los había convertido en pienso para sus compañeros de suplicio, y también para las mascotas de sus compinches. Otros habían servido para dar cuerpo ( valga la gracia, por macabra que sea ), al vino que hacía una de las amigas de Inmaculada: el resto, por fortuna no muchos, habían sido objeto de perversidades en las que más valía no pensar.

Cuando la matriarca estaba en pleno proceso de resucitación, siendo aún incapaz de valerse por sí misma, fue Remedios la que se encargó de los cuerpos. Aunque al principio se limitó a deshacerse de ellos, no tardó en acceder a esconderlos en el sótano de su propia casa.

De allí los trasladaron a la cripta que construyeron en la casa del narcotraficante, donde su colección fue aumentando. De allí, los trasladaron a la que construyeron bajo la casa que compraron en el sur de Francia y, de allí, a la que construyeron bajo la propiedad de Luis ( si no se los llevó a su guarida polar fue porque no le apetecía llenarla de guarrerías ).

Taninncihcut estaba empezando a arrepentirse de sus actos. Pronto, muy pronto, se vería obligada a rememorar todas y cada una de las atrocidades que hizo a los muertos que había en torno a ella, creyendo vivirlas en sus propias carnes. En el fondo sabía que se lo merecía, pero no por ello iba a aceptarlo sin más.

Estaba en medio de aquellas divagaciones cuando uno de los humanos que había en el mirador hizo un comentario que le llenó de inquietud. La pasada noche no sólo había tenido una premonición de su enfrentamiento con Óscar, también tuvo un sueño en el que era arrojada a una piscina cuyo contenido ( agua a la que se le había echado una sustancia que fue incapaz de identificar ), parecía comérsele viva, produciéndole un dolor indescriptible.

La sensación fue tan intensa, tan desagradable, que al despertar descubrió que se le había irritado la piel. Al principio pensó que su propio sudor ( insólitamente denso, ácido y abundante ), había sido el causante, pero enseguida comprendió que aquel efímero eccema no era si no un reflejo psicosomático del tormento con el que había soñado.

Óscar de momento no le había arrebatado sus sentidos sobrehumanos, así que afinó su oído en busca de más información. No tardó en convencerse de que hablaban de la misma piscina con la que había soñado. ¿ Es que el patriarca no iba a tener piedad de ella ? ¿ Por cuántos suplicios le haría pasar hasta darse por satisfecho ?

El puñado de pelos que Óscar le había atado en los testículos le estaba cortando la circulación: no se atrevía a tocárselos, pues no quería llamar la atención sobre sí, de modo que tomó el control de ellos y aflojó el nudo. Mientras lo hacía, se percató de que la mesa estaba sucia. Era evidente que Darlane y Hepente habían ejecutado los dos hechizos sobre ella, no creyendo necesario limpiarla.

Como matriarca neharai, sus recursos se habían visto reducidos prácticamente a cero, pero aún seguía siendo una gran maga. Escudriñó con suma atención la superficie de la mesa. Aquí y allá se veían migajas de esto y aquello: si las lograba coger sin que nadie se diese cuenta, quizá pudiese ejecutar algún hechizo. Debería ser uno muy rápido y sencillo, pues cuando Óscar y sus aliadas se diesen cuenta de lo que se proponía le detendrían.

A decir verdad, cabía la posibilidad de que ya estuviesen al tanto de sus planes, pues no podía dar por hecho que las magas hubiesen ejecutado los hechizos de los que hablaron. A simple vista parecía que así era, pues sentía la magia actuando a su alrededor, pero no podía descartar que estuviesen alterando nuevamente sus percepciones con quién sabe qué oscuros propósitos. Por otra parte, incluso aunque la cripta realmente estuviese aislada ante las emanaciones mentales involuntarias, cualquiera de sus enemigos podía estar sondeando activamente su psique en aquel preciso instante.

Antes de molestarse en discurrir alguna estrategia, tenía que asegurarse de que no le estaban espiando. Sarigza estaba a la vista, así que se fijó disimuladamente en ella y blasfemó en contra de Luyrile. La clérigo no se inmutó, siguiendo como si nada con su invocación masiva: o era una gran actriz, o realmente no había captado sus injurias.

Asumiría lo segundo, así que siguió sopesando sus opciones. De todas las posibilidades, la única que encontró viable era suicidarse. Su alma sería arrastrada a su cuerpo de reserva, y los deluyrei no se atreverían a seguirle a la base antártica por temor a romper el hechizo de perturbación sináptica. Un ataque contra la construcción en sí también rompería el hechizo, por lo que estaría segura hasta que las hechiceras lo lograsen desbaratar.

Quizá intentasen controlarle por medio de su telepatía desde fuera, pero cuando habitase su clon ella también dispondría de telepatía. La de Óscar era ahora muy superior, pero cuando Taninncihcut se recogía en la fortaleza le gustaba aislarse por completo del exterior, así que había instalado en sus muros amortiguadores psíquicos ( siendo un sitio tan apartado de todo, los escasos pensamientos que le llegaban se confundían entre sí, dando lugar a una especie de rumor vago e indescifrable que, en determinadas circunstancias, se le hacía molesto ). Aquella protección, combinada con su propia telepatía, le protegería de la de Óscar.

Uno de sus mayores logros desde que había resucitado fue la construcción de un dispositivo teletransportador capaz de llevar una pequeña cantidad de materia a algunos de los mundos de la magia. Únicamente servía para hacer envíos, que no recepciones, y sólo podía usarse una vez cada dieciocho meses, pero desde la última vez que envió algo ( un informe escrito a una de las escribas de Khali que incluía algunas fotografías ), ya habían transcurrido casi tres años, así que estaba listo para usar. Tendría que reducirse de tamaño, claro está, pues sólo podría transportar masas de cómo mucho quince kilos, pero su copia de seguridad contaba con su don metamórfico, por lo que eso no sería ningún problema.

Ya sólo le quedaba urdir una forma razonablemente eficaz de matarse. Sus dos corazones tenían que pararse a la vez, o no le serviría de nada. Sobre la mesa había restos de ámbar, y ese era el único ingrediente de un sencillo hechizo que conocía capaz de otorgar a quien lo formulaba la capacidad de dar descargas eléctricas con las manos. Las manos en sí quedaban protegidas, pero no así el resto del cuerpo. Lo había usado en más de una ocasión para atormentar a sus esclavos; quizá ahora lo pudiese usar para provocar la fibrilación ventricular de sus corazones.

No podía permitirse el lujo de fallar, así que se pondría las vaginas pectorales, metiendo las manos en ellas. Las mucosas aumentarían mucho la conductividad eléctrica, por lo que la descarga sería fulminante de necesidad. Ahora bien, ¿ cómo hacerse con el pedacito de ámbar sin que nadie se diese cuenta ?

Por cojones que tenía que dar con una solución, y la solución resultó estar anudada a sus cojones. Alguien, probablemente una de las deluyrei, había bajado la luminosidad de los focos. Su pelo era muy fino y de un rubio muy claro, si lo usaba para hacer una especie de cuerda, sólo ellos podrían distinguirlo desde allí arriba, y sólo si lo veían desplazarse ( Darlane también podría verlo, pero no estaba asomada, de modo que no tenía que preocuparse por ella ).

Hizo que varios de ellos se aflojasen aún más y les obligó a reptar hacia abajo enrollados a los demás. Uno de ellos se ató, y sus compañeros de expedición se descolgaron por él. Cuando llegaron a su extremo, otro de ellos se anudó a su extremo libre, repitiendo la operación. Al poco, Taninncihcut contaba con una especie de hilo de cinco metros de longitud, más que suficiente para llegar a donde estaba el trocito de ámbar. Ahora, sólo era cuestión de conseguir que sus intrépidosexcursionistas trepasen como uno solo por la mesa, lo atasen y lo arrastrasen hacia ella muy, muy lentamente.

Óscar, aparentemente ajeno a todo aquello, transmutó los cuerpos de los que murieron convertidos en animales, devolviéndoles su humanidad. En total ya sumaban casi seiscientos ( el ritmo al que llegaban las almas había disminuido bastante, pues ya estaban presentes casi todas las que invocó, de modo que aquel número no ascendería significativamente ). Curiosamente, ninguno se aproximó a las mujeres, permaneciendo cerca de las estanterías.

  • ¿ A qué esperan ? - se extrañó Alicia.

  • Uno de nosotros ha sufrido seis muertes a manos de la neharai - repuso uno de los muertos, alzando la vista para clavar sus ojos en la humana. Muy pocos se tomaron al pie de la letra lo de las seis muertes, creyendo erróneamente que aquella expresión era tan sólo una forma de recalcar los padecimientos del individuo en cuestión.

  • No comenzaremos hasta que venga - les aseguró otro.

  • Yo a ti te conozco de algo - dijo Esther, intentando hacer memoria ( para entonces, Óscar había dotado de la suficiente sustancia a todos los muertos como para que éstos fueran perfectamente identificables ).

  • Te negaste a atravesarme las manos con un cuchillo, y como castigo la bruja de tu madre te lo clavó en el vientre - le dijo él.

  • ¡ Pues claro ! - exclamó ella, palpándose el abdomen ( ya no tenía la cicatriz, pues se la suprimió Óscar, pero su recuerdo aún perduraba ) - Lamento de veras todo lo que te hice hasta que me revelé, creo recordar que tú fuiste uno a los que peor traté. Ojalá me perdones algún día, ojalá lo hagáis todos...

  • Estás perdonada, al igual que Alicia y Julián - le aseguró otro que a Esther ni siquiera le sonaba, pero que Raquel conocía demasiado bien. Mirándole a ella, agregó - Raquel también está perdonada.

  • Y Laura también - dijo uno de los pocos a los que Laura se había visto obligada a maltratar.

  • Si llego a saber que iban a montar este tinglado en mi propiedad predilecta, habría acabado con la carrera del maldito juez corrupto que me la arrebató - dijo el espectro de Luis, sobresaltándoles a todos ( acababa de aparecer justo encima del mirador ).

  • ¡ Papá ! - exclamaron Julián y Alicia a la vez.

  • Me alegra que hayas acudido - le dijo Óscar.

  • Deberías haberme invocado mucho antes, llevo esperando a que lo hagas desde que te convertiste en deluyrei.

  • ¡ No jodas ! ¿ Significa eso que estás al tanto de lo ocurrido ?

  • Por supuesto. Te podría haber contando un montón de cosas, aunque a estas alturas ya lo sabes todo. Oh, y te aseguro que no me molesta que hayas decidido hacer de Laura tu amante: en cuanto a lo de que la hayas dejado en estado...

  • ¿ Te disgusta, abuelo ? - le preguntó la aludida, hecha un manojo de nervios.

  • En absoluto. Es más, tanto tú como tu tía y tu madre tenéis mi bendición. Sólo lamento no poder coger en mis brazos los nietos ( en tu caso, bisnietos ), que me vais a dar.

  • Quizá pueda volver a invocarte cuando nazcan - le animó Óscar - ¿ Quieres que te solidifique un rato ?

  • Si no te importa, sí - repuso Luis - Podría haber animado mi cuerpo original, pero desde el cementerio hasta aquí hay un buen techo, y no me apetecía pasarme toda la noche corriendo.

  • Podrías haber hecho autostop.

  • Me da la sensación de que no me habría parado ningún coche, la gente no suele confiar en los tíos que caminan por la noche semidesnudos, podridos y cubiertos de tierra. Además, imagínate que me hubiesen preguntado qué desodorante uso: me habría dado la risa, y no era plan de llenarles todo de gusanos. A mi entender, habría sido una descortesía.

  • Muy gracioso, papá - le regañó Esther, asqueada.

  • Te di por muerta durante años, al igual que a Julián, y sólo cuando morí me percaté de que seguíais vivos - le dijo él, dejándose de bromas - Os añoré muchísimo, me gustaría poder abrazaros.

  • Enseguida lo harás - le aseguró Óscar.

Luis pronto contó con un nuevo cuerpo. Aunque era perecedero, tardaría semanas en disiparse, síntoma de la tremenda potencia que había adquirido del don necromántico de Óscar: no bien estuvo completo, abrazó a Esther y a Julián, que le correspondieron llorando de felicidad. A Raquel, Alicia y Laura también les abrazó, dejando a Óscar para el final.

  • Me noto muy joven - le dijo a Óscar cuando ambos se separaron.

  • Te he reconstruido con el aspecto que tenías en la plenitud de tu vida.

  • Los años me trataron muy bien gracias a la magia que sin saberlo me protegía, pero es un gustazo sentirse de nuevo un chaval - dijo Luis, examinado su nuevo cuerpo con interés.

  • ¿ De qué magia hablas, papá ? - quiso saber Julián.

  • Luego os lo explicaremos - le prometió Óscar.

  • ¿ Realmente eras de joven así, abuelo ? - le preguntó Laura, comenzando a mojarse.

  • Si la memoria no me falla, tengo el mismo aspecto que tenía a los treinta y cinco - repuso Luis.

  • Pues estabas realmente bueno - le dijo ella, enrojeciendo un poco.

  • Y tenías un badajo de impresión - se le escapó a Esther.

Luis rondaba el metro noventa. Era delgado, pero fibroso, y sus ojos grises tenían un encanto especial. Si bien no tenía una pizca de feo, tampoco era especialmente guapo: en cualquier caso, la inmensa mayoría de las mujeres lo encontraban irresistiblemente atractivo, y no poco interesante. Orejas con lóbulos un poco escasos, mandíbula poderosa, pelo negro y moderadamente rizado, cuerpo algo más velludo de lo normal ( aunque sin excesos ), manos y pies grandes ( lo cual nunca le impidió ser muy mañoso ), nuez especialmente pronunciada... y, sí, estaba extraordinariamente bien dotado.

  • Si seguís mirándome así vais a sacarme los colores.

  • Lo que quieren sacarte es la leche - rió Óscar ( sabía que Luis era muy liberal en lo que respecta al sexo, pero sólo ahora, tras leer algunos de sus pensamientos, comprendió hasta qué punto lo era: huelga decir que le agradó mucho saber que era casi tan abierto de mente como un deluyrei ).

  • ¿ Te refieres a la que me sale de aquí ? - bromeó él, agarrándose el miembro ( que ya había empezado a despertarse ).

  • Esa misma, papa - le dijo Alicia, relamiéndose ( más de una vez había fantaseado con insinuarse a su padre, y por fin lo estaba haciendo ).

  • Anda, esposa, no seas tímida y agárrale a tu padre la verga, sé que estás deseando sentir cómo crece en tu mano.

  • ¿ Me dejas, papá ? - le preguntó ella, incapaz de quitar la vista del miembro paterno.

  • Claro, hija, y tus hermanas también pueden tocármela.

Las tres lo hicieron, y cuando aquel pedazo de carne terminó de levantarse se quedaron boquiabiertas.

  • ¿ Cuánto te mide la polla, padre ? - se asombró Julián - ¡ Es fabulosa, digna de un deluyrei !

  • Si es igual que la original, y eso parece, veintiocho centímetros - rió él - De grosor sólo tiene ocho.

  • Se ve realmente apetitosa, abuelito - le dijo Laura - ¿ Puedo tocártela yo también ?

  • No te prives, nietita. Y tú también puedes tocármela, Julián.

  • Me da cosa...

  • No seas tonto, sé de buena tinta que te va el rabo.

  • En realidad soy bisexual - se defendió él.

  • Tu padre ya lo sabe, y también sabe de tu travestismo - le dijo Óscar a Julián.

  • No te avergüences de ello, hijo, cada cual tiene sus gustos. Oh, y yo también soy bisexual, aunque prefiero las mujeres.

  • ¿ Ten van también los transexuales ? - le preguntó Alicia.

  • Por supuesto. Me gustan menos que las mujeres, pero bastante más que los hombres: a fin de cuentas, muchos de ellos se consideran chicas con polla, y en determinadas ocasiones pueden pasar por tales.

  • Eres un guarro, papá - jadeó Esther, sin dejar de amasar el apetitoso tallo de su padre.

  • Y por lo que veo es hereditario - bromeó él - Si llego a saber que erais tan zorras, os habría tirado los tejos.

  • Qué verga más maja tienes, papá - le dijo Alicia - Se me está haciendo la boca agua.

  • Y algo me dice que el potorro también - dijo él.

  • No te quedes con las ganas de comprobarlo, papi - le dijo ella, separando lascivamente las piernas.

  • Allá voy - se decidió Luis, examinando el sexo de su hija menor con una mano - Mm, lo tienes jugosísimo.

  • Parece que uno de los espectros se hace de rogar, y hasta que no estén todos no comenzará el baile

  • les dijo la sacerdotisa
  • Tarde o temprano vendrá, pues no voy a cejar en mi empeño, pero ignoro cuánto me llevará obligarle a comparecer.

  • En ese caso, supongo que habrá que hacer algo de tiempo - dijo Óscar - ¿ Quieres ayudarme a hacerle un sándwich a tu hija, suegrote ?

  • No sé, no quisiera que me considerase un degenerado - bromeó Luis, sin dejar de hurgarle el coño a Alicia.

  • No seas tonto y clávamela ya - le regañó ella.

  • ¿ Por dónde la quieres ?

  • Métemela por el culo, papá, quiero darme el gusto de sostener la mirada de mi marido mientras me sodomizas.

  • La de sacrificios que hay que hacer para contentar a los hijos - se hizo el resignado Luis, empezando a empitonarle.

  • Mm, qué verga tienes - gimió ella, dejándose hacer.

  • Cuando tengas suficiente me avisas - le dijo Luis, profundizando paulatinamente.

  • Sigue apretando, padre - gruñó ella - voy a intentar comérmela entera.

  • ¿ Estás segura ?

  • Sí...

  • ¿ De verdad ?

  • ¡ Que sí, joder !

  • ¡ Pues tómala toda, hija ! - exclamó él, hundiéndosela hasta el escroto de un empujón ( para entonces apenas tenía cuatro centímetros fuera, de lo contrario no habría sido tan rudo ).

  • ¡ Ay ! - se quejó Alicia - ¡ Eres un bruto, papi, casi me la sacas por la boca !

  • ¿ Te he hecho daño ? - se preocupó él, rodeándole de la cintura con el brazo derecho mientras con la mano izquierda amasaba alternativamente sus senos.

  • Un poco, pero puedo aguantarlo, y de todos modos me encanta

  • reconoció ella.

  • ¿ Te atreves con otra igual de grande ? - le preguntó Óscar, expandiendo su miembro hasta equiparar sus dimensiones a las del de Luis.

  • ¿ Por qué no ? Veamos hasta dónde puedo encajarla. Dámela, mi amor...

  • Aquí la tienes - le dijo él, abrazándose a ella por delante y asaltando su vagina ( lo hizo muy despacio, dándole tiempo a acostumbrarse: a Alicia se le saltaron las lágrimas, pero de vez en cuando le animaba con una sonrisa a seguir, y él volvía a darle un nuevo empujoncito ).

  • Jamás antes encajé vergas tan enormes, ni por delante ni por detrás - dijo Alicia, sorprendida de sí misma, cuando constató que las tenía por completo en su interior - Calculo que me he superado en dos centímetros.

  • Ya has empezado a transformarte en deluyrei - le explicó Hedelia - Las mejoras que has experimentado son por el momento muy sutiles, pero si has logrado encajar por completo ese par de mástiles ha sido gracias a ellas.

  • No sé ni cómo puedo respirar, me siento más llena que nunca

  • suspiró Alicia - Me ha dolido bastante, pero ya se me está pasando.

  • Te has hecho pipí, hija - le dijo Luis, acariciándole los humedecidos muslos.

  • Lo siento, se me ha escapado.

  • La próxima vez, procura que no se te escape - le regañó en broma Luis - Hazlo a propósito, será más divertido.

  • No me digas que también te va la lluvia dorada, papá - se emocionó Esther.

  • Por supuesto, hija.

  • Basta de charla, papá, que tu benjamina quiere cecina - le dijo Alicia - ¿ Me muevo yo, o preferís moveros vosotros ?

  • Sírvete tú misma, esposa, demuéstranos las ganas que nos tienes.

Tanto Óscar como Luis habían flexionado levemente las rodillas, separando las piernas. Alicia cerró un poco las suyas y se puso de puntillas, empezando a agitarse.

  • Tienes unos pechos magníficos, hija - le dijo Luis, que ahora se los amasaba con ambas manos.

  • Pues disfruta de ellos, papá - suspiró Alicia, sin dejar de cabalgarles.

  • ¿ Qué te parece el culo de mi esposa, suegro ? - le preguntó al poco Óscar.

  • Es una delicia. Mm, qué puta es la condenada, y con qué gracia se mueve. Me habría ahorrado una buena pasta en prostitutas de saber que me tenía tangas ganas.

  • No exageres, a la mayoría les dejabas tan satisfechas que te cobraban la mitad, e incluso hubo más de una que terminó haciéndotelo gratis...

  • No me extraña, papá, un rabo como el tuyo crea adición - rió Raquel, observándoles fascinada ( y muy cachonda ).

  • Eres una cochina, cuñada - le dijo Óscar al captar uno de sus pensamientos - Mira que tener ganas de hacerle a tu papá un beso negro...

  • ¿ Es eso cierto, hija ?

  • Sí - reconoció ella, sonrojándose - ¿ Te gustan ese tipo de cosas ?

  • Claro que sí, y también me gusta que me ensarten con un buen rabo, ya sea natural o de goma ( siempre y cuando me lubriquen antes como es debido, claro está ).

  • Anda, Raquel, cómeselo - le animó Óscar - Y tú, Laura, cómeme el mío.

  • Bien pensado, que nuestras primogénitas nos hagan un beso negro a la vez - dijo Luis.

  • Pues yo me voy a comer tus huevos, papá - le dijo Esther, agachándose.

  • Déjame uno a mí, egoísta - se quejó Julián, poniéndose a su lado.

Poco después, Luis y Óscar disfrutaban de una comida de culo estupenda mientras Alicia se encabritaba sobre sus trancas. A Luis le lamían los testículos Julián y Esther, que se masturbaban mutuamente, y Ciríe no pudo resistirse a la tentación de unirse a la juerga, encargándose de los de Óscar mientras se hurgaba la entrepierna.

  • Jordi, Andrés, acercaos - les pidió Óscar.

  • ¿ Qué quieres ? - le preguntó Jordi, ya a su lado.

  • Mi hija está sedienta de rabo ( para variar ), y tú tienes un buen calentón. No creo que haga falta decir más...

  • Vamos, tío, dame caña - le dijo Laura, separando incitante las piernas - Siempre me supo muy mal tener que hacerte todas esas cabronadas, y me gustaría compensarte de algún modo.

  • Aquí tienes, puta - le dijo él, metiéndosela por el culo de un solo golpe.

  • Así me gusta, tío, con dos cojones - suspiró ella - Y ahora, Jordi, gózame a tope, bien que te lo mereces.

  • No hará falta que me lo repitas - le aseguró él, agarrándole de las caderas y empezando a bombear - La hostia, qué culo más rico tienes...

  • ¿ Para qué me llamaste a mí, tío ? - le preguntó Andrés a Óscar.

  • Para eso mismo que estás pensando - repuso él - Clávasela a tu madre, ella lo desea tanto como tú.

  • Óscar tiene razón, hijo - le dijo Raquel - Necesito tu rabo dentro de mí, y no sólo para apagar mi calentura, si ante todo como muestra de que me aceptas como amante ( si además me aceptases como madre, mi dicha sería aún mayor ).

  • Toma muestra, mamá - bromeó él, enchufándosela por la vagina.

  • Qué ímpetu, hijo - se alborozó ella - Parece que le tenías ganas a la zorra de tu madre, ¿ verdad ?

  • Pues claro que te tengo ganas, estás buenísima - le dijo Andrés.

  • Pobrecito, debías estar hasta las napias de que mi otro yo abusase de ti sin preocuparse de tus necesidades - le dijo Raquel, agitando libidinosa su trasero - Anda, no te hagas de rogar y comienza a moverte, quiero que me inundes el coño de leche.

  • ¿ Puedo participar yo también, mamá ? - le preguntó Vicente.

  • Pues claro que sí, nene. ¿ Quieres jugar conmigo, o prefieres jugar con tu primita ?

  • Me gustáis las dos, pero prefiero empezar contigo.

  • Pues acércate y hazme lo que se te antoje.

Tras probar diversas posturas, Vicente se puso bajo su madre, penetrándole también por la vagina. Estaban bastante apiñados, así que a Esther y a Julián no les quedó más remedio que apartarse un poco, y así no les era posible masturbarse mutuamente. Óscar se encargó de ambos por medio de unas enredaderas, aunque procuró no estimular en exceso el miembro de Julián ( el recto, sin embargo, se lo trabajó tan a conciencia como el de Esther ).

Para entonces, la neharai ya se había hecho con el pedazo de ámbar, y estaba buscando el momento más oportuno para formular el hechizo. Sólo precisaba de una frase, y la recitó justo cuando comenzaron a correrse, manifestando en sus senos vaginas e introduciendo en ellas las manos, que cargó de electricidad. La descarga fue brutal, matándole en el acto.

  • ¡ Mierda, esa guarra ha hecho un hechizo para electrocutarse ! - oyó decir a Hepente mientras su alma era arrancada de su cuerpo por el hechizo que habría de llevarla a la base polar, a su clon... y a su libertad.

  • ¡ Qué hija de puta, vaya momento ha elegido para suicidarse ! - se quejó Ciríe.

Todos los deluyrei le intentaron apresar por medio de su don necromántico. El único que parecía ejercer un efecto mensurable sobre ella era el de Óscar, pero saltaba a la vista que no bastaba para retenerle. Sentía cómo se escurría de sus manos como el agua, en unos segundos estaría libre.

Inesperadamente, una nueva fuerza entró en juego, anclándole con mucha más eficacia. Óscar, para su sorpresa, estaba intentando resucitarle en él ( el don necromántico y la capacidad resucitadora de los deluyrei están sin duda emparentados, pero son independientes ). Con tal de no dejarle escapar, su enemigo estaba dispuesto a lo que fuese.

¡ No podía permitirlo, aquella era sin duda su última posibilidad de huir ! ¡ No volverían a cometer el error de subestimarle como maga ! Que ella supiese, nunca antes un deluyrei había intentado resucitar a una neharai, y tampoco al revés, pero una cosa estaba bien clara: cuando entre deluyrei, o neharai, se intentaba llevar a cabo una resucitación, ambas partes tenían que estar de acuerdo.

En su desesperación, no se planteó que resistiéndose a la voluntad de Óscar estaba dando comienzo a un nuevo duelo... que, naturalmente, acabó como los anteriores. Una vez perdido su poder resucitador, de nada le servía ser arrastrada hacia su clon, cosa que en cualquier caso, y para su sorpresa, no ocurrió. ¡ Ciríe le estaba anclando a su cadáver por medio de su don necromántico ! ¡ Era muchísimo más potente de lo que le habían hecho creer !

Enseguida comprendió que todo había sido una trampa. Sarigza saltó la barandilla y se dejó caer a la cripta ( si un humano hubiese intentado imitarle se podría haber roto varios huesos, e incluso matado, pero ella, como es de suponer, salió por completo indemne ). Las humanas se apartaron de la clérigo, temerosas, y cuando ésta llegó a la altura de Taninncihcut le metió una gota de su orina en la boca. Sus dos corazones habían sufrido daños severos, pero de inmediato sanaron. Pronto volvieron a latir, y su alma se reunificó irremisiblemente con su cuerpo.

  • Me habéis engañado otra vez - se quejó al abrir los ojos.

  • Regocíjate, gracias a tu desinteresadosacrificio mi capacidad resucitadora ha evolucionado a niveles casi divinos - le dijo Óscar, al que aquella interrupción, en absoluto inesperada, no le había impedido llegar al clímax ( los demás también lo habían hecho, aunque Julián sólo había alcanzado el orgasmo rectal ) - Ahora no sólo puedo resucitar en mí a cualquier deluyrei o neharai, también puedo resucitar a cualquier ser racional. Más aún, si tiene algún poder sobrenatural lo sumaré a los míos, y en mi mano está decidir si le resucito tal cual era o como un deluyrei. Por si fuera poco, he adquirido la capacidad de resucitarme en cualquier ser vivo razonablemente complejo, ya sea animal o vegetal, y lo mejor de todo es que ni siquiera le dañaría en el proceso.

  • ¿ Cómo puedes saberlo sin haberlo intentado ? - le preguntó Fernando.

  • Gracias a mi clarividencia. Oh, y todas las deluyrei que hasta el momento he resucitado también gozan de esas mejoras, aunque en menor grado.

  • ¡ Estaba todo planeado ! - sollozó Taninncihcut

  • Por supuesto.

  • Óscar te ató tus propios pelos en los cojones para que los usases a fin de hacerte con el pedazo de ámbar que más tarde dejaríamos nosotras sobre la mesa - le dijo Darlane, asomada a la barandilla.

  • Bajamos la luminosidad de los focos para que los humanos no lo viesen, y aislamos telepáticamente la sala para que te animases a llevar a cabo tus planes - agregó Hepente.

  • No entiendo nada - se quejó alguien, y entre los deluyrei y la ángel se lo explicaron.

  • Entonces, el polvo que hemos echado era tan sólo una distracción - dedujo Alicia cuando todas las dudas quedaron resueltas.

  • En efecto, pero no por ello lo disfruté menos - le dijo Óscar ( algunas de sus enredaderas seguían aún enrolladas en el pene de Julián, al que habían estado asediando desde que empezaron ).

  • Te puedo asegurar que yo tampoco. Mm, fue delicioso sentir cómo vuestro esperma se derramaba en mi interior.

  • ¿ Te gustó lo que te hice en el culo, papá ? - le preguntó Raquel a Luis.

  • Sí, hija, y tus hermanos me hicieron una comida de huevos riquísima.

  • ¿ Qué tal te lo he hecho yo, papá ? - le preguntó Laura a Óscar.

  • Muy bien, estoy deseando que puedas alargar la lengua.

  • No eres el único, papi, y cuando pueda ponérmela bien gorda te vas a enterar.

  • ¿ Te refieres a la lengua, o estás hablando de cierta cosita que te podrá salir por aquí ? - le preguntó él, hurgándole brevemente el sexo con los dedos del pie.

  • Me refería a la lengua, pero da igual, porque te pienso follar con todos mis accesorios y por todos los lados.

  • ¿ Y a mí no ? - se hizo el dolido Luis.

  • Como aún estés entre nosotros, dalo por hecho.

  • Eres un encanto, estás tan salida como tu madre - le dijo Luis.

  • Y sus nietos seguro que salen a ambas - rió ella.

  • Julián, Esther, a vuestra hermanita se le está escurriendo la leche - les advirtió Alicia, separando con picardía las piernas - ¿ No podríais hacer algo al respecto ?

  • ¿ Tienes algo en mente ? - le dijo Julián, escapándosele un breve gemido.

  • ¿ Qué os parece si me lo limpiáis con la lengua ?

  • Vaya, no se me había ocurrido - bromeó él, volviendo a gemir.

  • ¿ Te pasa algo, hermanito ? - se hizo la preocupada ella.

  • ¡ Que tu marido se detiene cada vez que estoy a punto de correrme, eso pasa ! - se quejó Julián, intentado una vez más asirse el miembro para rematar la faena. No le fue posible, pues Óscar le volvió a apartar las manos por medio de sus enredaderas.

  • No pienso dejar que te corras hasta que entre tú y Esther hayáis adecentado a mi mujer - le dijo Óscar - Oh, y nada de chapuzas, quiero un buen trabajo.

  • No te hagas de rogar, sé que lo estás deseando - le dijo Esther.

  • ¡ Pues claro que lo estoy deseando, pero tengo la polla a reventar !

  • No se puede tener todo - le regañó Alicia - Vamos, hermanito, cómeme.

  • Está bien - transigió Julián, comenzando a lamer los chorretones de esperma que manaban del ano y de la vagina de Alicia, por supuesto con la ayuda de Esther.

  • Más despacio, no seáis glotones - les recomendó Óscar - Tenéis todo el tiempo del mundo...

  • Al final conseguirás que me dé un telele - refunfuñó Julián, pero pese a ello le hizo caso.

  • Laura, tus primos han derramado su néctar en la vagina de tu tía Raquel, y tu tío ha derramado el suyo en tu culo - le dijo Óscar a su hija - ¿ Por qué no os vaciáis en vuestras respectivas bocas y lo compartís por medio de un beso ?

  • Os ayudaremos a evacuarlo por medio de nuestro poder sobre los fluidos, no podemos permitir que se desperdicie ni una gota - les propuso Ciríe.

  • Túmbate boca arriba, tía, que en mi culo tengo algo para ti

  • le ordenó Laura a Raquel ( a ambas les había excitado mucho aquella sugerencia ).

  • Dame, dame - se impacientó entre risas ella, colocándose sin perder un instante.

A no mucho tardar, las dos estaban de rodillas, frente a frente, intercambiando el esperma sin tragárselo. De vez en cuando sonreían a sus dueños, de nuevo en pie de guerra. Se lo untaban por la cara para limpiárselo con la lengua, hacían burbujas con ello, se relamían...

  • ¡ Joder, bebéoslo de una puta vez, guarras ! - exclamó Jordi.

  • Mm, está muy rico - dijo su mujer tras deglutir.

  • Más, quiero más - dijo Laura, mirando a sus primos con expresión entre risueña y predadora.

  • No seas golosa, hija, deja que se recuperen - bromeó Óscar.

  • Alicia ya está limpia - le anunció Esther.

  • ¿ Te ha gustado saborear la leche de tu papá ?

  • Por supuesto.

  • ¿ Y a ti, Julián ?

  • ¡ Sabes perfectamente que sí ! ¡ Y ahora, deja que me corra de una puta vez !

Óscar se puso a la derecha de Luis y posó su imponente tallo contra el suyo. Darlane, que se acababa de poner uno tan grande como el de ellos, se puso a la izquierda de Luis y lo apoyó contra el suyo ( flexionó levemente las rodillas a fin de que las tres trancas quedasen a la misma altura ). Los tres se abrazaron, aunque dejando espacio suficiente para que un cuarto miembro se uniese a los suyos, y entonces Óscar soltó el de Julián, diciéndole:

  • Nuestras pollitas se sienten muy solas, cuñado. Quieren hacer un cuarteto, y no encuentran con quién...

Julián se les abalanzó, abrazándoseles, y empezó a restregar su anhelante polla contra las de ellos. De inmediato obtuvo un orgasmo espectacular, que no hizo más que arreciar cuando Luis le besó de improviso, metiéndole varios dedos en el ano.

  • La espera ha valido la pena - logró decir, entre aparatosos jadeos.

  • Te ha gustado restregar tu pirulo contra el de tu papá, ¿ eh, briboncete ? - le dijo Luis.

  • Si no le ha gustado, lo ha disimulado muy bien - rió Darlane - Mirad qué de leche nos ha echado encima...

  • No sé si me gusta la idea de que le dejaseis suicidarse - les interrumpió Antonio, señalando con aprensión a Taninncihcut ( tanto él como su esposa estaban apoyados en la barandilla, y ambos habían presenciado los juegos que Óscar había orquestado con el mismo interés que los demás ) - ¿ Y si no hubieseis podido retener su alma, pese a vuestras previsiones ? Ahora estaría encarnada en su clon, y antes de huir a otro mundo a través de su portal mágico bien podría haber hecho alguna fechoría.

  • Cuando veníamos hacia aquí, me ausenté durante unos segundos - le dijo Hepente, sonriendo enigmáticamente - ¿ A que no adivinas a dónde me teletransporté ?

  • ¿ Cómo quieres que lo sepa ?

  • Me teletransporté a casa de Óscar y cogí un tarro de garbanzos de su alacena.

  • ¿ Para qué ?

  • Para dar un cambiazo - le dijo ella, mostrándole la palma de su mano y manifestando sus alas-T.

Sin previo aviso, sobre su mano aparecieron seis perlas negras del tamaño de un garbanzo.

  • ¿ Qué es eso ?

  • Los disparadores del perturbador sináptico - le dijo ella.

  • ¡ Imposible ! - chilló la neharai, alzando el cuello para poder ver ( no le sirvió de nada, pues la hechicera había salido de su campo visual ) - ¡ Para cogerlos, tendrías que haber entrado en la fortaleza, y el hechizo habría actuado sobre ti ! Si te hubiese logrado afectar, aún seguirías allí; de lo contrario, se habría producido la onda de colapso...

No pudo continuar, pues Hepente teletransportó las perlas desde la palma de su mano hasta la boca de la neharai, que se las tragó sin querer. Su expresión cuando las identificó una vez logró regurgitarlas era cómica.

  • Se me olvidó decirte que ahora no necesitamos formar parte de la materia que se intercambia cuando realizamos una teletransportación - le dijo Óscar, sarcástico - Hepente no tuvo necesidad de entrar en tu guarida para sustituir los disparadores del perturbador sináptico por los garbanzos que cogió prestados de mi casa. Me preguntó si eso no habrá menoscabado su funcionamiento...

  • Mucho me temo que sí - rió Hepente.

  • ¿ No podríais haberle matado vosotros, en vez de andaros con tantos rodeos ? - les preguntó alguien.

  • Podría haber deducido lo que nos proponíamos - le dijo Ciríe.

  • ¿ Qué importaba eso ? Os habría bastado con obligarle telepáticamente a resistirse a que Óscar le resucitase.

  • Nuestro don resucitador sólo funciona cuando gozamos de libre albedrío, así que no podíamos obligarle a usarlo - le explicó Sarigza - Era preciso engañarle, y eso hicimos.

  • Tú también te fuiste mientras veníamos hacia aquí, Hedelia

  • cayó en la cuenta Laura - No harías alguna trastada, ¿ o quizá sí ?

  • Sustituí el clon de la neharai por una lata de mejillones en mal estado - reconoció ella, con expresión inocente.

  • ¡ Menudo chasco se habría llevado si por algún motivo hubiese conseguido llegar a su cubil ! - exclamó Luis - ¡ Sois la repera !

  • ¿ Dónde has dejado su clon ? - le preguntó Alicia.

  • Se lo di a Hepente, que lo metió en su espacio de almacenaje. Ya jugaremos con él.

  • No lo dejéis mucho tiempo dentro, o Rodrigo y los demás abusarán de él - les advirtió en broma Ciríe.

  • Tranquila, el tiempo transcurre con tal lentitud dentro que aún no se habrán dado cuenta de mi ausencia - le dijo Darlane.

  • No creas que no sé de tus blasfemias - le regañó Sarigza a Taninncihcut, acercándosele amenazadora - En verdad elegiste un buen sistema para averiguar si estaba leyéndote la mente, pero de algún modo logré contener mi ira.

  • ¿ Qué vas a hacerme ? - se asustó ella.

  • En vista de las circunstancias, seré piadosa y me limitaré a darte unos cuantos azotes - le dijo la sacerdotisa, poniéndole contra la mesa y empezando a palmearle el trasero.

Los golpes fueron enérgicos, aunque en su justa medida ( si Sarigza se hubiese ido de la mano, le habría reventado ), breves e incesantes. La neharai, en un nuevo acto de rebeldía, reprimió sus quejas. El primer gemido se le escapó pasados dos minutos: a los cinco, lloraba como una niña. Sus nalgas habían pasado de estar enrojecidas a amoratarse por completo.

  • Basta, basta - le suplicó ella - No volveré a blasfemar en contra de Luyrile.

  • Más te vale - le advirtió Sarigza, dando por finalizado el castigo - Oh, y vete acostumbrando a este tipo de masajes , los recibirás muy a menudo.

  • Desvanece la polla - le ordenó Óscar, apareciendo a su lado.

Taninncihcut suprimió su pene y Óscar, que había extraído su zup de la mano derecha, le aplicó en los labios mayores un poco de su baba, pegándoselos. También le untó entre los dedos, dejándoselos unidos.

  • Te hemos pegado los dedos para que no puedas hacer hechizos con ellos - se adelantó Sarigza a su pregunta - En cuanto a tu chocho, si te lo hemos sellado es para no correr el riesgo de que te desfloren.

  • Tenemos grandes planes para tu virgo, y no podemos permitir que un accidente de ese tipo los eche a perder - le dijo Óscar, que ya se había quitado el zup.

  • ¿ Me lo arrebatarás tú ? - le preguntó ella ( la idea le hizo estremecerse, tanto de odio como de deseo )

  • Ni lo sueñes - se ofendió él - No eres digna de ese honor.

  • Pero no te preocupes, que encontraremos a una pareja a tu medida - le prometió Darlane, y algo en su expresión le dijo a la neharai que la hechicería estaría en juego.

  • ¿ Te duele el culito ? - le preguntó de repente Óscar, acariciándoselo.

  • Muchísimo - gimió ella, intentando apartarse.

  • ¿ Te pica ? - insistió él, metiéndole varios dedos en el ano ( seguía aún bastante irritado por culpa del mejunje que le echó Albarí ).

  • Horrorosamente - sollozó ella.

  • Gira el cuello, quiero que te lo mires - le ordenó Óscar.

La matriarca no se atrevió a desobedecerle, y se miró el trasero ( aún conservaba su elasticidad innata, por lo que girar el cuello ciento ochenta grados no le supuso ningún esfuerzo ).

  • ¿ No está precioso ? - le dijo Sarigza.

  • ¡ Está hecho un asco, me lo has arruinado !

  • ¿ De veras ? - le dijo la sacerdotisa, alzando amenazante el brazo - Quizá necesite algo más de color.

  • ¡ No, no, espera ! ¡ Tienes razón, está precioso !

  • En ese caso, bésame la mano con la que tan cariñosamente te lo he maquillado

  • le ordenó ella, tendiéndosela.

Taninncihcut obedeció, y justo en ese momento se presentó el espíritu que con tanta insistencia había estado invocando Sarigza. La sacerdotisa no había dejado de reclamar su presencia ni siquiera cuando estaba castigando a la neharai por sus blasfemias ( de no tener poderosos motivos para requerir su presencia, jamás habría osado incordiarle hasta ese punto, y menos aún estando en trámites de reencarnarse ). Si le había costado tanto traerle fue debido a que el bucle de reencarnación indefinida en el que estaba preso se reforzó a sí mismo tras invocarle por vez primera, en un vano intento de perpetuarse.

Al quedar roto el bucle, también quedó rota la inhibición de recuerdos que le había sido impuesta, por lo que se dirigió sin titubeos a su último cuerpo, tomando posesión de él. Se incorporó y salió de la repisa, descolgándose al suelo. Su mirada, que estaba llena de rencor, se clavó en la neharai.

  • No podemos permitir que uses tu sucia bocaza para ejecutar más hechizos - dijo Ciríe, apareciendo ante Taninncihcut y poniéndole un abrebocas. Aún podía mover la lengua, y por tanto hablar, pero su dicción era pésima, y eso le impediría hacer magia oral ( al no poder mover los dedos, tampoco podría valerse de la magia gestual ).

  • Perfecto, así se le podrá follar por ahí todo el que quiera

  • dijo Óscar.

  • Muy pronto creerás que estás siendo objeto de un nuevo engaño - Le advirtió Sarigza, agarrándole de las mejillas y sosteniendo con severidad su mirada - Te juro por Luyrile que no será el caso.

Los tres deluyrei se teletransportaron al mirador, y las magas pusieron en marcha el hechizo que había de permitir a todos los que había bajo el mismo compartir a voluntad sus pensamientos. El recién llegado no perdió el tiempo, enviándole a la neharai un breve extracto de las canalladas que le había hecho a lo largo de su última encarnación, asesinato incluido. No se extendió demasiado ( ya habría tiempo para entrar en detalles ), así que enseguida le estaba deleitando con el resumen de las peoresjugadas de su penúltima vida.

A la neharai le sorprendió bastante saber que le había martirizado durante dos encarnaciones sucesivas, y cuando llegaron a su mente algunos recuerdos procedentes de la antepenúltima ( en los que fue una mujer, al igual que en las dos anteriores ), empezó a ponerse muy nerviosa.

En las cuatro reencarnaciones más recientes había vivido un promedio de diecisiete años, y siempre fue ella la que acabó con su vida, tras atormentarle con especial saña durante meses. En la quinta, le mató a los cuarenta y siete años, no sin antes torturarle a lo largo de casi tres.

La neharai estaba empezando a presentir a dónde le conduciría aquello, y su angustia crecía por momentos. Tal y como estaba empezando a temerse, sus caminos se habían cruzado en más ocasiones. Cincuenta y tres encarnaciones atrás habitaba el cuerpo de su primera víctima al llegar a la Tierra. Poco antes del ataque que organizó contra las deluyrei le apeteció divertirse un poco, así que secuestró a un herrero y le martirizó hasta la muerte ( ni que decir tiene lo hizo en secreto, pues no podía permitir que sus tropas, esos paganos patéticos e incultos que con tanta facilidad engatusó, se enterasen de su crueldad ).

Tras esto, asistió al suplicio y asesinato de una encarnación muy anterior, una que conocía demasiado bien. Si Sarigza no le hubiese jurado que aquello no era un engaño, se habría creído víctima de la burla más cruel que era capaz de concebir. La culpa le destrozó, y se dejó caer al suelo, sumida en la peor de sus pesadillas.

  • Me querías más que a tu vida misma, y sin embargo me has matado en seis ocasiones - le dijo el muerto con frialdad.

  • Perdóname - vocalizó dificultosamente la neharai, llorando a mares.

  • Los que me mataron me hicieron pasar por suplicios terribles, pero no son nada comparados con los que me hiciste padecer tú - insistió él - Ni siquiera cuando estaba encarnada en aquel herrero me trataste mejor que ellos, y eso que sólo me martirizaste durante dos días.

  • ¡ No podía saber que eras tú, amor mío ! - le dijo ella, arrastrándose hacia él y abrazándose a sus pies - ¡ La culpa de todo la tienen Khali y sus malditos esbirros !

  • ¿ Te refieres a los tipos que me secuestraron, torturaron y mataron ? Esos pobres diablos apenas sabían lo que se hacían. Khali les había podrido el cerebro, y tú les trataste como animales.

  • ¿ Cómo quieres que les tratase ? ¡ Te mataron, merecían morir !

  • Mientras me torturaban, tú estabas en medio de una orgía familiar. Si me hubieses llevado contigo, no me habrían secuestrado.

  • No podía hacerlo. Ya te lo dije, en nuestro clan estaba mal visto invitar a humanos...

  • ¡ No me mientas ! ¡ Justo antes de que me secuestrasen di con las invitaciones que me enviaron tus hermanas !

  • ¿ Hurgaste en mis cosas ?

  • Tenía derecho a saber por qué te comportabas de una forma tan extraña. En nombre de Luyrile, ¿ por qué las escondiste ?

  • No quería que fueses... - reconoció ella.

  • ¿ Acaso te avergonzabas de mí por ser humana ? ¿ O quizá temías que me enamorase también de alguna de tus hermanas ? ¿ Tan poca fe tenías en la solidez de nuestro amor ?

  • No quería que te pusiesen las manos encima, los celos me mataban...

  • ¡ Te tirabas a todo el que se te ponía por delante, y sin embargo tenías celos de mí ! - exclamó ella, llena de indignación - Dime, ¿ qué era exactamente yo para ti ? ¿ Un trofeo singular ? ¿ Acaso una especie de tesoro que no pensabas compartir ni con tu propia familia ? ¡ Siempre fuiste una egoísta, no me extraña que Khali lograse pervertirte !

Taninncihcut calló, pues sabía que su antigua amada, ahora en el cuerpo de un hombre, estaba en lo cierto. Siempre fue muy posesiva con ella, y eso le llevó incluso a mudarse de la aldea donde vivían. ¡ No soportaba que las demás flirteasen con su novia, mucho menos que se le llevasen a la cama ! Su actitud, que en un humano habría sido razonable de considerar el amor que por ella sentía, en una deluyrei era patológica... y le llevó al desastre.

  • Dame una segunda oportunidad - le suplicó Taninncihcut.

  • ¿ Una segunda oportunidad ? - estalló ella - ¡ Maldita seas, te di seis ! ¡ Cada vez que me encontré contigo tuviste la ocasión de redimirte, y no lo hiciste !

  • Haré lo que sea para reparar mis errores - insistió la neharai - Aceptaré cualquier castigo con tal de ganarme tu perdón...

  • Serás castigada quieras o no - le aseguró ella, apartándole de una patada y buscando con su mirada a aquella que le había invocado.

  • Lo sé, ha llegado la hora - le dijo Sarigza - Podéis comenzar, tenéis mi bendición. Hágase justicia en nombre de Luyrile. Violad la mente de vuestras asesinas con vuestros peores recuerdos. Violad su carne con la vuestra.

El castigo dio comienzo, y la cripta se llenó de gritos.

Continuará...

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