El reino de atolon 3
Continua la historia de este reino
EL REINO DE ATOLON 3
Amel, la hija del rey Mucachi entra en la habitación de su padre que aún duerme sin ningún sobresalto, a pesar que el sol está bien alto ya.
Ella es una chica de piel blanca como la nieve. Precioso cuerpo tornado y formado con lindos pechos. Los muslos apetitosos, caderas sublimes, cabello largo y dorado, es casi un ángel. De una juventud avasallante. Es la mimada del rey y lo sabe.
Su padre da unas vueltas y se va despertando pesadamente, abre sus ojos y ve la figura de su hija
__¡Amel! ¿Qué pasa?__ entre dormido
__Nada padre__ el rey quiere incorporarse. La chica busca un poco de vino dulce y allí va con la copa en la mano.
__¡Toma bebe!__ se recuesta al lado de su padre
__¡Ah, este vino es excelente
__Es de nuestras viñas
__¡Claro, claro! Este año la cosecha ha sido brillante__ la hija toca los cabellos del rey
__¿Qué quieres de mi?
__¡Nada padre!
__¡Vamos, dilo de una buena vez, sino no estarías aquí
__No digas eso padre, he estado muchas veces aquí
__Ahora me tienes abandonado
__¡Ah! ¡El rey esta celoso!__ dice la mujercita acariciando el pecho duro y fuerte de su padre.
__No es eso, pero ya no pasas tanto tiempo conmigo
__Tu siempre estas tan ocupado
__Bien ahora soy todo tuyo
__Esta bien, no quiero irme del reino
__¿Como?
__Quiero que convenzas a madre
__Ella quiere que te vayas
__Ella dice que es mi deber de esposa, pero no quiero irme
__Hablas por la venida del príncipe
__Me gusta este lugar, mi rey, haría cualquier cosa por quedarme
__¿Cualquier cosa?
__Sí señor, lo sabes
__¿Qué es lo que se?
__Lo que puedo hacer…__ diciendo esto la chica mete su mano debajo de la livianas mantas que cubrían el cuerpo del rey. Allí se encontró la dura verga de su padre.
__¡Oh! Siento que estabas esperándome__
__¡Ahhhhh, sigue así Amel, sigue!
La muchacha apretó la poronga del rey y la masajeó, la acarició y los gemidos del rey subieron de intensidad. La hija corrió las mantas y el aparato surgió imponente. Las caricias siguieron, pero ahora la muchacha acercó su boca a la del rey y los besos inundaron la habitación mientras el sol afuera calentaba el planeta.
Amel muy despacio se acercó con sus dedos a los huevos llenos de su padre que continuaba gimiendo y diciendo palabras a su oído, ella lo tenía apresado por el mástil, mientras besaba los labios y la lengua con el dedo pulgar frotaba suave la cabeza del pijón del rey que vibraba de calentura como el mismo infierno.
El rey ha atrapado con sus manazas las tetas de la hija y las acaricia vehemente y se las lleva a la boca. Los pezones de Amel se levantan enseguida y ella gime y rezonga, siente que su vulva se va llenando de humedad.
Lentamente van quedando desnudos y ahora la chica ha tomado la verga con su boca de fresa, y la va mordiendo y lamiendo aquí y allá, hurgando y buscando con la fina lengua llega a los testículos que son una llama viva a punto de estallas, pero se contienen, quieren seguir gozando de la verde fruta que le ofrece la hija.
El rey en tanto ha busca y encontrado la conchita dulce y salada ala vez de Amel. Ha tomado posesión de ella. Succiona y succiona, penetra con la lengua y busca la profundidad con un dedo y luego con otro. Ella se sacude en placer y en infinitos orgasmos. Le regala a su padre uno y otro y le pide a Mucachi que no pare de comer ese manjar que ofrece.
La hija del rey ha ido montando lentamente la vara rígida y poderosa, bravía del rey. Se ha ido metiendo en la profundidad de su cuerpo, en su vaina. La mujercita se contonea borracha de placer. Levanta su cola, mueve sus caderas con un ritmo sabroso, apetecible. Con las manos Mucachi aprieta las tetas de la joven y las lame, los muerde y ella siente que desfallece, gime, y grita improperios. Se modera en sus movimientos, los hace más calmos, para luego acelerar y quedarse quieta sintiendo la dureza que enloquece dentro de ella.
Mucachi avanza con un dedo que intenta meterse dentro del anillo dorado de la mujercita. Ella contrae los músculos de la vagina y el rey se desdobla de placer. Con más lujuria penetra con su grueso dedo el redondel de la hija y ella se sacude y penetra el dedo mucho más.
Amel desenfunda la herramienta venosa, y así resbaladiza como está la apoya en su entrada posterior, y dice suave como una diosa del mal __¡Prométeme que harás que me quede, promételo!__ susurra como en un desmayo, mientras la cabeza de la pija resbala y se hunde al infinito __¡Lo prometo, lo prometo!__ contesta el rey fuera de si, descontrolado y metiendo la vergota hasta el fondo de aquel indómito y perverso lugar. Elle le regala un gemido desgarrador, casi como un llanto, se clava aún más, ella clava las uñas en el pecho fuerte del hombre.
El rey Mucachi lanza los escupitajos en el interior de la hija. Ella siente la leche como un río en su anillo y cree que puede morir en ese momento con otro orgasmo más fuerte aún de los que ya ha tenido.
Queda enterrada con la pija que no quiere dormir. Besa a su padre. El padre la besa y la mima. Acaricia los labios con la lengua y siente como late su poronga en el apretado orificio. Ella siente el palpitar del arma en su cola. Siente que late. Se siente llena. Plena. Siente el líquido que cae como una catarata.
Amel muerde y chupa la oreja del rey y va relajándose, pero aún caliente. El aparto al fin sale de su cola, chorreante, brioso, como el de un joven. La hija lo toma con sus manos. Lo roza con las mejillas. Pone sus labios glotones en el ojo pequeño que la mira. La serpiente ve y respira fuego. Lo mete en la boca insaciable, sedienta. Lo hunde en sus fauces y se transforma en una caníbal. El rey se contrae. El rey se mueve. Se agita. Ella busca con las manos los redondos bolos que siguen duros. Ella los palpa y el rey se sacude y clama palabras inaudibles, los busca con su boca y mete de a uno en su cavidad. Pasa la lengua y con sus dedos empieza a hurgar la entrada posterior del rey, que se abre mucho más, llega con la lengua al culo y lo besa, lo lame, lo chupa, lo lubrica bien y luego entierra dos dedos en el ano fogoso, vuelve al mástil a punto de reventar y chupa, mete y saca los dedos, y chupa y el rey gime y suplica, mete y saca los dedos en el culo y chupa hasta la última gota de semen que el rey, su padre expulsa de su pija dura como una roca.-