El reino de atolon 1

Comienzo de una serie de relatos de un reino magico...

EL REINO DE ATOLON 1

En el reino de Atolón todo está tranquilo. Las aves pasean por el azul cielo, rara vez, como en este día. El atardecer tiene una brisa especial y los árboles gigantes se mecen sutilmente a raíz del viento.

El rey Mucachi, observa de lejos jugar a los muchachos que han traído en los últimos días para recibir el bautismo. El rey arrastra su túnica de claro color y se sienta en la poltrona acolchada y mira a través del enorme ventanal sostenido por una arcadas labradas en dorado.

Los soldados hacen sus últimos ejercicios, ya relajándose. Este es un tiempo en que la paz ha inundado el reino de Atolón y todos los habitantes de la ciudad realizan sus habituales quehaceres sin temor alguno.

El griterío de los jóvenes se acerca a los oídos de Mucachi que sonríe y hace una seña al esclavo que siempre tiene cerca para que le alcance una copa. El esclavo se va raudamente, y cuando regresa con la bandeja, el rey toma la copa y bebe despacio. La bebida lo refresca la garganta y se siente todavía un poco mejor.

__Es bueno estar en paz__ habla el rey __ Puedes hablarme gentil esclavo__ dice

__¡Majestad, siempre es bueno vivir en paz!

__El invierno está lejos y en esta primavera el verde inunda los campos…

__Hay flores y los cereales son abundantes

__La cosecha será una de las mejores en años

__Seguro majestad

__La reina estará regresando en pocos días

__Sí majestad, el mensajero ha traído la noticia de que la caravana se acerca…

__¡Esa mujer! Tenía que ir sola a visitar a su madre

__La reina tiene su carácter majestad

__¡Por mil demonios, por supuesto que sí, es muy cierto!__ dice riendo el rey.

Las antorchas comenzaban a encenderse, lentamente se apagaba la luz del día y nacía una nueva luminosidad. Una nueva forma. Las voces de los muchachos se iban apagando tenuemente.

__Parece que los jóvenes comienzan a agotarse, majestad

__Nunca se agotan mi fiel servidor. Es hora de que vengan. La luz se va escapando

Sin mediar otra palabra el esclavo bajo las escalinatas y apuro el paso dirigiéndose hacia donde se encontraban los muchachos con los maestros.

El palacio del rey estaba ubicado sobre una hermosa colina. Rodeada de frondosos árboles y flores y este rey Mucachi descendía de los primeros habitantes del reino de Atolón. Cuando las guerras bañaron las praderas occidentales, ellos vencieron y se fueron haciendo grandes en el lugar.

Se accedía al palacio a través de un puente y una vez atravesado este puente, la reja permitía el ingreso o no a palacio.

Los muchachos venían de la colonia que rodeaba el palacio. Una vez cumplidos las dieciocho estaciones completas debían ingresar al palacio para prepararse en distintas tareas.

Las casitas eran innumerables y todos los progenitores querían que sus hijos llegarán a palacio. Porque de allí saldrían los líderes de mañana. Era un inmenso honor.

Así fue que se presentaron al rey más de una veintena de jóvenes. Se postraron ante su majestad. A ellos esa imagen, la del rey, les parecía la de un gigante. Era una verdad. Era su Dios, por el rey cualquier cosa.

El rey miro a su esclavo y señalo a uno de los chicos. Era más bien alto, el pelo bastante largo y su piel oscura. Los demás muchachos se retiraron y dejaron al rey en su poltrona y al joven frente a el, aún de rodillas.

__Ya puedes ponerte de pie__ ordenó el rey

__Sí su majestad__ contestó el joven

__¿Como vas con tu preparación?

__Creo que bien majestad

__¿Tu padre?

__Sirve a su majestad

__¿Tu madre?

__No, mi madre no pertenece a palacio

__¿Tienes hermanos?

__Si su majestad dos mayores y uno mas pequeño

__Los mayores estarán en palacio

__Son soldados, mi rey. Pertenecen a la guardia de la Reina

__Bien, bien__ dijo el rey Mucachi, bebiendo de la copa. Chasqueo los dedos y el esclavo llenó urgente la copa.

__Puedes dejar la jarra aquí gentil y ya puedes marcharte.

El esclavo se inclinó levemente y se fue convirtiéndose en sombra del palacio. La noche ya se agitaba en las planicies.

__No me has dicho tu nombre

__Ilusi, su majestad

__Bien Ilusi ¿Estás contento de estar aquí?

__¡Estoy feliz de servir a mi rey!

__¡Pues bien, acércate entonces!__ el muchacho se acercó sin dudar.

__¿Que han dicho los maestros?

__Los maestros han dicho que el rey es nuestro señor y que su vida depende de nosotros

__¡Vaya, vaya, eres buen estudiante!

__Eso creo majestad

__¿Tienes sed?

__Un poco mi rey

__¡Ven aquí, siéntate en mis rodillas, te daré de beber__ el joven se sentó en las piernas de Mucachi. Este dio un leve suspiro y se acomodó en la poltrona amplia y cómoda. Acercó la copa a la boca del chico, este sorbió un pequeño trago.

__¿Te gusta esta bebida?

__¡Oh, si mi señor!

La virilidad del rey empezaba a cosquillearle al sentir la cálida presencia en su falda.

__¿Sientes mi alegría Ilusi?__ preguntó el rey cachondo

__Sí mi señor, siento que hago feliz a mi rey

El rey Mucachi llevó la copa a su boca. Tomó un trago, pero no lo tragó del todo. Acercó su boca a la del joven y este fue recibiendo lentamente el líquido en su fresca boca. El miembro del rey dio un respingo.

__¡Oh, Ilusi, sigue haciendo feliz a tu rey!

Ilusi sentado como estaba se movió un poco, levantó la túnica del rey y alcanzó velozmente con su mano el hierro rígido de Mucachi que suspiró __¡Sí mi muchacho, si!__ lentamente movía la vara de arriba hacia abajo. La sacudía y esperaba a que el rey gimiera, para corroborar si hacía bien la tarea emprendida. El rey apretaba los brazos de Ilusi y empujaba su lengua dentro de la boca del muchacho que lo recibía sin pudor. El rey respiraba fuertemente. Ilusi fue deteniendo paulatinamente las caricias y dejo las piernas del rey. Al cabo quedó arrodillado y sin soltar nunca la herramienta venosa y roja fue pasando su lengua por el reptil, hasta abrir su boca por completo para apresar la vergota y oír ahora los gritos del rey Mucachi que gozaba deseando que Ilusi chupara más y más su sexo.

En un momento el joven se detenía y rozaba con sus mejilla la pija dura de Mucachi que lo empujaba nuevamente hacia la boca. El muchacho comenzaba otra vez a chupar y un rato más tarde volvía a detenerse.

Las manos de Ilusi no se quedaban quietas y sobaba los huevos de su majestad que permanecía en éxtasis total.

Mucachi poniéndose de pie se quita del todo su ropaje quedando totalmente desnudo, el muchacho nunca dejó el caramelo y lo sigue tragando así de pie. Al rey se le doblan las rodillas. El joven está colgado de su verga y el se siente aún más poderoso. Ahora la boca de Ilusi llega a los pesados duraznos del rey que agarra la cabeza del joven, lo empuja contra si y derrama su leche dentro de la boca del joven que chupa todavía más, tratando de no dejar nada, Ilusi sigue mamando, mientras la verga de Mucachi va desfalleciendo siempre dentro de la boca fatal del chico, hasta que se lo pide el rey

__Eres un estudiante excelente, ¡Ven vamos a mis aposentos!

El muchacho sigue al rey que camina bamboleando aún su semidormida vara.-