El regreso a Cartagena de Indias

Liliana y Susana, regresan a Colombia a continuar la vida juntas, tienen sus inconvenientes y trataran de superarlos. Es una continuación de viaje al paraiso

Llegamos a Cartagena vía Panamá, el departamento de Susana estaba cerca de la parte amurallada con sus imponentes cañones antiguos que hacían imaginar cuentos de piratas y filibusteros.

Susi era muy imaginativa. Había armado una pequeña empresa de turismo por internet para el colectivo LBGT.

No es que fuera la gran cosa, pero ya ofrecía servicio a varios hoteles, paradores, y sitios turísticos que sabían que el poder adquisitivo de esas comunidades, era superior a lo común.

Me sentía un poco desorientada, en Medellín, había trabajado en administración, pero nada que ver con el turismo, en Nepal, atendía turistas, pero de manera diferente. Con Susi, en lo personal nos llevábamos de maravilla, pero de puertas para afuera ya no era tan así. Sería porque siempre había jugado de local, era yo la que conocía todo, y en este embrollo parecía analfabeta, tenía que aprender todo, teniéndola a ella como profesora.

Tenía que ir a mi antigua ciudad y lo estaba postergando para después de encaminar un poco el negocio, teníamos que pensarlo bien pues el dinero que yo tenía, quería ponerlo a lo seguro.

Estaba insegura, era como si alguien tuviera que dirigir mi vida. No conocía a nadie ni me conocían, parecía que no tuviera pasado.

Susana se daba cuenta, el fin de semana me notó agobiada.

  • Lili, vamos a dejar el ordenador por hoy y vamos a divertirnos ¿qué te parece?
  • Creo que es lo mejor, no es que sea por el trabajo, pero me va a venir bien despejarme un poco, de paso conozco un poco la ciudad nocturna.

Me llevó a una calle donde las discos estaban apiñadas, había para todos los gustos, nos metimos en una, Candela o algo así se llamaba, el ambiente era lindo, todos bailaban y parecía que nadie se ocupaba de los demás.

Claro, dos solas tampoco era una diversión para tirar cohetes, pero con unos mojitos la noche se estaba poniendo entretenida. Bailábamos arrimaditas y de a poco ya le estaba volviendo a encontrar el gusto a lo que estaba acostumbrada antes de irme al último rincón del mundo.

Cada vez se iba poniendo mejor, hasta que llegó una rubia pechugona, (que porque no decirlo, estaba requetebién) que se fue arriba de Susana gritando.

  • Susi, cariño, ¿dónde te habías metido? Ya pensábamos si te habías muerto, no sabes lo que te extrañamos – le pegó tremendo beso, como para borrarle la boca, tuvo que empujarla para que se separara.
  • ¿Qué te pasa, ya no te gustan más mis besos?
  • No Ivana, no me gustan más, estoy de novia y tengo con quien besarme
  • Tu…de novia, ¡no me jodas! Anda déjate de tonterías ¿Qué te pasa?
  • Te digo que estoy de novia, mira, te la presento, Liliana – se quedó mirándome como si fuera un bicho raro
  • ¿Así qué tú eres la novia?
  • Sí, soy yo, le ves algo de raro – quedó como atragantada sin saber que decir, balbuceando toda colorada.
  • Mira, no te vayas a creer que tuvimos algo, lo que pasa es que nos conocemos de pequeñitas y… somos un grupo, que nos saludamos así, pero… no te vayas a pensar que haya pasado nada, que…somos amigas nada más.
  • No te preocupes, ya sé que las amigas se saludan así.
  • Bueno, ya me voy, es muy linda tu novia, que la pases bien.

Quedó el ambiente un poco cargado.

  • Liliana, sabes que no busqué esto, me agarró por sorpresa y no reaccioné a tiempo
  • Sí, ya sé, estaba mirando, no te preocupes – traté de no darle importancia, pero me cayó muy mal.

Volvimos a casa en silencio, esa noche no hicimos nada, las dos pensábamos por nuestro lado. Me sentía boba, boba e injusta, sabía que no tenía la culpa, pero no lo podía remediar. Quería pensar bien cómo sería nuestra vida de aquí por delante sabiendo que esto se podía repetir.

Quizá unos días lejos me aclararan el panorama. Tenía que ir a Medellín, era hora de visitar a mi familia, encontrar mi antigua vida, y comparar.

A la mañana preparé el desayuno y se lo dije.

  • Susi, me voy a ir a Medellín, tengo que ir y no vale la pena esperar más, son unos días nada más. – me contestó enfurruñada
  • Te vas por lo que paso ayer, ya sé que te cayó mal, pero sabes que no es culpa mía
  • No te echó la culpa y no me voy por eso, de cualquier manera, si eran un grupo, esto va a volver a pasar seguido.
  • Cuando sepan que estoy de novia, no va a tener que pasar. Reconozco que esto no te guste, pero sabías que yo no había salido de un repollo cuando me conociste, y tú tampoco estabas en un convento de carmelitas rezando el rosario.
  • No te estoy reprochando nada, simplemente sabes que tengo que ir a arreglar ciertas cosas, y nos puede hacer bien pensar con tranquilidad. Tú también puedes arreglarte con tu grupo de amigas, y comparar si conmigo estás mejor o peor, si realmente es más que una calentura.
  • Yo sé que es más que una calentura, pero si tú necesitas pensarlo, quizá mejor es que lo pienses sola, o con tus amigas, que seguro también debes de tener.

Quedamos en comunicarnos seguido, para no tener tanto tiempo las cosas en el aire, pero estaba contrariada y me lo hacía notar. Nos despedimos con un beso frio, y tomé el bus a Medellín.

Me volví a reencontrar con mi hermano y su esposa. Ellos nunca me cuestionaron mis apetencias. Si yo estaba feliz, ellos también lo estaban. Mi sobrina con sus casi diecisiete años era un encanto. Me quería y hacía todo lo posible para que lo notara. Dormíamos en la misma habitación en cama paralelas. Me preguntaba de cómo me había resultado el largo viaje, y le contaba lo que más o menos le podía contar, no tenía por qué ocultarle mi condición, pero tampoco tenía por qué darle detalles.

A pesar de todo el cariño que me demostraban, a la noche me sentía sola, me faltaba la calidez de Susana, sus caricias, sus besos, ¿le estaría pasando lo mismo? No tenía por qué ser así, tenía un grupito muy cariñoso para quitarse la nostalgia, quizá en ese momento la estaba acariciando alguna otra.

Hablábamos por el móvil, pero con enfado

  • ¿Cuándo vas a volver? Te extraño – me decía con insistencia
  • Me está llevando tiempo arreglar lo de mi departamento, igual, tienes a tus amigas para que no te sientas tan sola – se lo dije dos veces, a la segunda me mando a la mierda y me colgó.

Me quedé furiosa; furiosa con ella y conmigo. Sentía que cuanto más la extrañaba más idiota me ponía. De alguna manera sabía que estaba destruyendo un sentimiento mucho más puro de lo que siempre había sentido. Esa noche quise distraerme, volver a ver la noche como hacía antes.

Podía buscar a mis amigas, pero sabía que de allí no había regreso ¿quería volver a eso? Esa era la respuesta que buscaba. Miré el cartel de una disco, Luxuri, no era donde frecuentaba, pero para catar el ambiente me podía servir. Me acerqué a la barra, pedí un combinado no muy fuerte, no estaba en mi ánimo emborracharme, todavía no había mucha gente, me senté en una mesa apartada mirando a los pocos que estaban bailando, pensaba, seguro que ella también estaría en un sitio así con alguna de sus amigas, si es que no habían pasado a mayores. Estaba cavilando rencorosa cuando siento una voz conocida.

  • Liliana, tú por aquí, el tiempo que no te veía – era Sofía una de mis amigas desde el colegio, con ella aprendí que lo mío eran las mujeres, fueron nuestros primeros pinitos, y a pesar que el sexo con ella era fabuloso, privó siempre la amistad y siempre estábamos la una para la otra, en todos los aspectos l
  • Sofi, cómo te va, ¿viniste sola? – nos abrazamos con cariño
  • No mira, vine con unas chicas, pero estando tú estoy para ti, me tienes que contar a donde fuiste con el dinero de la lotería.
  • Eso sería para largo, este no es el mejor sitio para hablar tranquilas.
  • Pues entonces, vamos a donde estemos tranquilas, vente a mi casa que estoy sola y algo de beber tengo, espérame que le aviso a mis amigas.

Volvió enseguida, había venido con el coche, no vivía lejos, en un ratito llegamos, abrió la puerta y me hizo pasar. Apenas entrar me apretó contra la pared y posó sus labios en los míos, fue un beso que demostraba el cariño que nos teníamos, no era amistad solamente.

  • Estás diferente y para mejor, no sabes cómo te extrañé, espero que me dejes sacarme las ganas.
  • Seguro que no tienes con quien sacártelas
  • Las ganas de ti no, esas solamente tú me las puede sacar. Siéntate que te preparo un trago, ponte cómoda – sabía en cómo iba a terminar con sus ganas, me dio un poco de remordimiento por Susi, pero ella seguro que estaba haciendo lo mismo, ¿tenía que ser yo la tonta? – trajo los vasos, los puso sobre la mesa.
  • Sírvete enseguida vuelvo, voy a ponerme cómoda – se fue a la habitación. Pensé que se iba a venir con un camisón o algo transparente, pero no, una falda no muy corta y una camiseta de entrecasa, realmente algo cómodo – bueno ahora me vas a contar, me tienes intrigada, por qué no apareciste

A grandes rasgos le conté lo más importante, también le conté lo de Susi y lo mal que lo estaba llevando.

  • Tienes que desintoxicarte de los celos, piensa que si estuvieras aquí te podría haber pasado lo mismo.
  • Me cuidaría que no me pasara
  • ¿Qué es lo que te cuidarías, acaso que te hice cuando entramos?
  • Bueno, pero estábamos aquí adentro
  • O sea que, si no la ves está bien, entonces si ella no te ve está bien
  • Es qué es diferente, no vas a comparar esa amiga contigo
  • Pues mira, si ella viera cómo me subo arriba tuyo para besarte, no pensaría que es tan diferente – diciéndome eso se subió a horcajadas a estamparme el beso que las dos estábamos deseando.

Esta vez utilicé mi lengua cómo había aprendido para invadir su boca, me venían los recuerdos de los momentos maravillosos que habíamos pasado juntas, recorría con mis manos su anatomía, fui bajándolas hasta llegar a ese culo redondito, duro, le apreté las nalgas y soltó un gemido, la falda era larga, pero abajo no tenía nada.

En mi mente, se mezclaban los remordimientos con una brutal calentura, me daba rabia, al fin, lo más probable es que ella estuviera en brazos de otra, no podía seguir haciendo caso a mis complejos.

  • Sofi, vamos a la cama
  • Pensé que no me lo ibas a pedir, anda vamos – me tomó de la mano y me llevó a rastras, antes de acostarnos nos desnudamos entre besos y caricias, cuando el último trapo terminó en el suelo, me empujó sobre la cama y empezó a reconocer con su boca, mi oreja, mi cuello, mi garganta hasta llegar a mis senos, chupó y cuando sintió el líquido que salía de mis pezones, levantó la cabeza – ¿por eso te habías ido? – no dijo más, siguió succionando cómo si no hubiera un mañana.

No era momento para explicarle que no había estado embarazada, y aunque se lo dijera, no le iba a importar mucho. No quería que se quedara a vivir ahí, la empujé para que siguiera su camino.

Lo siguió y con bastante fanatismo, le tuve que pedir que no me marcara, no sé si me oyó porque siguió enfebrecida con sus chupones, cuando llegó a mi clítoris me volvió a mirar con los ojos como platos, pero no dijo nada, se prendió de el con ánimo de comerlo.

Sabía que la leche que soltaban mis pechos aumentaban su calentura, pero el que me chupara el clítoris de esa manera, aumentaba la mía, grité

  • Sofi, me corro te voy a mojar toda la cama
  • Vas a ver que no – puso la boca en mi abertura, metió la lengua todo lo que pudo, no sé si quería cortar mi orgasmo, porque mientras, apretó mi promontorio haciéndome doler.

No sé si era por lo cachonda que estaba, que ese dolor hizo el efecto de un botón que hiciera estallar una bomba; la bomba era yo, y el estallido se produjo en mi coño. Tengo que reconocer que fue bastante prolija, porque se bebió todo lo que por el salía.

Tuve que arrastrarla para que saliera de ahí, estaba emocionada.

  • Déjame, déjame que quiero más.
  • Pero que te voy a dejar si estas que quemas, ahora eres tú la que necesitas de mí

Salvando lo que cada una tenía de más o de menos, hice el mismo recorrido que ella. Después de darle una buena porción de mimos en su botoncito, la penetré con la lengua. No era como la de Indra, pero para lo que había en plaza, sobresalía de todo lo conocido. Sería por el cariño que le tenía, pero me gustó su sabor, mientras le daba lengua a los interiores de su almeja, un dedo prepotente le profanaba la puertita trasera haciéndola saltar; no sé si de gusto o disgusto pero me dio de coñazos hasta que se corrió a los gritos, quedando desmadejada. Cuando me puse a la par, me abrazó efusivamente.

  • No sé qué mierda te dieron en esa pagoda, pero volviste sobredimensionada y rezumando leche, ¿qué tuviste, mellizos?
  • Que no mujer, que no estuve embarazada, ¿no ves qué ni gusto a leche tiene? Es un tratamiento que te dan para gozar más.
  • Pues bien que lo consiguen, no sé tú, pero lo que es yo, casi me derrito, y te digo, con esto no me arreglas, quiero más.
  • Tenemos tiempo, no te creas que se me acabaron las ganas, hagámoslo las dos juntas – nos montamos un 69 de película guarra que nos salió para el campeonato.

Después de eso quedamos abrazadas como para dormir, Sofía se durmió enseguida, yo tenía una opresión en el estómago, que no me dejaba. No era nada que hubiese comido, era la puta conciencia que me daba náuseas. Sabía que había hecho mal, pero seguro que ella había hecho lo mismo y no se debía estar preocupando por nada.

Me movía tanto que Sofi se dio vuelta y puso el culo contra mí para dormir tranquila, en otro momento no hubiese sido la mejor posición, pero ahí no estaba para la faena.

Al fin me quedé dormida. Me despertó el olor a café y los gritos de Sofía. Se había levantado y se había duchado. Me extrañó que no hubiese procurado otro encuentro como el de anoche

  • Arriba dormilona, anda date una ducha y ven a tomar el café.

Me levanté como una sonámbula y pasé a asearme. Cuando salí envuelta en la toalla, Sofi me estaba esperando.

  • Anda, vístete y vente a desayunar, mira que te estoy perdonando, sino ni te hubieses levantado, a ver que te está pasando para dormir tan mal.

Ya totalmente despejada me resigné a contarle mis penas, hasta ahora le había contado todo, menos como me sentía. Esta vez me explayé, siempre fue una buena consejera.

  • Pero qué. A ver, parece que allá te dieron un buen tratamiento para las tetas y para el coño, pero esa muchacha te lo dio para el corazón y no estabas acostumbrada a sentir lo que sientes ¿es eso?
  • Bueno, quizá algo de razón tengas, pero no me digas que si estuvieras de novia, te gustaría verla besarse con otra adelante tuyo
  • Pero me dijiste que trató de oponerse
  • Sí, pero tampoco es que la agarró a cachetazos, no sé si no le gustó.
  • Y dime una cosa, si en vez de estar en Cartagena estuvieras aquí, ¿no te podría pasar a ti lo mismo?
  • Yo lo arreglaría de otra manera, aparte te digo, no sé si no se la está pasando bomba con su grupito.
  • ¿Y si se la está pasando qué? ¿Acaso te la pasaste tan mal conmigo?
  • Bueno, no…pero es otra cosa, nosotras somos amigas desde la infancia y…y…claro, hacía tanto que no nos veíamos, que…pasó.
  • O sea que con todas las que hace mucho que no te ves puedes darte el lote a lo tonto, ella no, ella te tiene que ser fiel por sobre todas las cosas amen. Por favor Liliana, no seas ridícula, estás metida hasta los huesos, y no te das cuenta que estás siendo injusta.
  • Sí que me doy cuenta, pero no sé porque no lo puedo evitar, nunca me pasó, sé que el sexo es el sexo y nada más, pero con ella es diferente
  • Claro, con ella es diferente para ella, para ti no, tu puedes hacer lo que hicimos anoche que eso está bien hecho porque lo haces tú. – me tuve que quedar callada, tenía toda la razón, ¿con qué me justificaba?
  • Tienes razón, pero bueno, ya hice la cagada, ahora ella estará con otra ¿y que puedo decirle?
  • Tú piensas de esa manera porque siempre fuiste así, en su lugar ya te hubieses acostado con otra, quizá ella no. y si se acostó con otra, lo que tienes que hacer es convencerla que es más fuerte tu amor que la importancia que le das al sexo. Si vas a dejar de quererla por eso, es porque nunca la quisiste.
  • ¿Y te parece que me va a aceptar? La última vez que hablamos me mandó a la mierda.
  • Mujer, si los argumentos que le das son los que me cuentas, ¿qué querías que hiciera? Anda no seas boba, pelea por ella, si no lo haces te vas a arrepentir toda tu vida.
  • Eh… que te crees que estoy loca por ella.
  • Es que estás loca por ella. anda que quizá tengas tiempo, me gustaría conocerla, aunque sea por foto – le mostré el móvil donde estaba retratada – caray no te debió costar mucho enamorarte de ella, si tiene tan buen carácter como lo bonita que es, te diría que te apures en ir.

Mi amiga, mi gran amiga, siempre me aconsejó bien, algunas veces no le hice caso y la equivocada fui yo, esta vez no lo pensé más, tenía razón, ¿qué tenía que cuestionarle si en toda mi vida nunca le fui fiel a nadie? Tampoco nunca me importó la fidelidad, y ahora que está en juego mi felicidad, se me ocurre hacerme la estrecha, la puritana. Arreglé todo en casa de mi hermano, y recorrí los más de seiscientos kilómetros que me separaban de Cartagena son quise avisarle. Estaba decidida, Sofía tenía razón, si estaba con otra iba a luchar por ella.

Llegué al mediodía, seguro estaba en la oficina trabajando. Tenía la llave de la puerta, me metí, recorrí todo y no encontré signos de que hubiese habido un encuentro amoroso, esas cosas dejan huella, y ni abajo, ni arriba en los dormitorios encontré nada que me hiciera suponer eso. Dejé todo para que no se notara la visita, pero la puerta trasera la dejé sin llave, si se daba cuenta, seguro lo iba a echar a un olvido. Salí y me quedé esperando en un café desde el que podía ver cuando llegaba. Me aburrí un poco, se me dio por pensar que, si tenía un encuentro, también podía ser ella la visitante, pero bueno, es lo que había, tocaba esperar.

Pasadas las nueve de la noche llegó, venía sola, eso me causó bastante alivio, esperaba que después no apareciera otra. Pedí unas arepas que me ayudaron a pasar el tiempo, y a calmar el hambre.

Me acerqué a la casa, las luces de abajo estaban apagadas, seguro que había subido al dormitorio, me fui por el pasillo para ver si no había cerrado la puerta trasera, tenía la de adelante, pero la de atrás daba a la cocina y estaba más alejada para lo que pretendía.

La llamé por el móvil, no estaba segura si iba a contestar, pero ese era mi plan

  • Hola ¿Quién habla? –se hacía como que no hubiese mirado el numero
  • Soy yo, ¿estás sola?
  • Qué te importa, desde donde me hablas.
  • Desde aquí de Medellín, estaba preocupada por si te sentías sola
  • Pues si estuvieras aquí, no tendrías que preocuparte, pero no te hagas problemas por mí, no estoy sola
  • ¿A sí, y con quién estas? Si es que me puedes decir
  • Con Ivana, la chica que conociste el otro día.
  • ¿Y estás con ella y no te dice nada que estés hablando conmigo?
  • Ella no es cómo tú, no se cree la dueña de nadie, aparte que ahora se está dando una ducha, quiere comerme toda y que la coma toda y quiere estar limpiecita.
  • Ten cuidado, a ver si no la digieres bien
  • Vete a la mierda, y te corto porque ya viene y ya me avisó de lo idiota que es mi novia, no quiero que le caiga mal y me arruines la noche.

Cuando me colgó me quedó que haya dicho como que todavía soy la novia, subí despacio la escalera, me asomé a la puerta del dormitorio, estaba boca abajo sollozando con el móvil en la mano.

  • ¿Con quién hablabas?, no me digas que con la idiota de tu novia, mira que te dije que te la sacaras de la cabeza, no te merece – pegó un grito y se arrodillo en la cama, miraba el móvil y me miraba a mí, no entendía nada, lloraba a raudales, me acerqué con cierto temor, no fue una buena idea, no pensé en hacerla llorar de esa manera
  • Idiota de mierda, ¿por qué me haces esto?, ¿te parece poco lo que me hiciste sufrir? – me puse a su lado, no me importaba si me daba un cachetazo, me lo merecía.
  • Perdóname, es que no estaba acostumbrada a querer como te quiero, quisiera que me dieras la oportunidad de remediar el daño, pero si quieres que me vaya, me voy – se quedó esnifando, mirándome seria.
  • Tendría que mandarte a la mierda, pero yo tampoco estoy acostumbrada a querer como te quiero, ven aquí y déjate de tonterías

Nos abrazamos con fuerza mientras los besos se sucedían cada vez más apasionados, se separó un poco para decirme

  • Sabes que en nuestro ambiente esas cosas pueden pasar, pero yo te quiero, y que alguien me bese no va a hacerme cambiar.
  • Lo sé mi vida, a veces le damos demasiada importancia al sexo, pero de última lo que vale es el amor, y yo te amo
  • ¿Sí? Entonces me lo vas a tener que demostrar que me tienes muy necesitada de tu amor.

Pasé la mitad de la noche demostrándoselo, aunque ella también me lo demostró a mi hasta quedar agotadas.

Después de ese día, todo fue sobre ruedas; solamente me roía el sentimiento de haberle sido infiel, no tanto por el hecho en sí, sino por ocultárselo. A la semana no aguanté más y le conté todo, cómo nos habíamos encontrado, y los consejos que me dio Sofía. Me había preparado para una escena, pero me sorprendió. Me abrazó y me dio un beso.

  • Ya lo sabía, estaba esperando que me lo dijeras, y te agradezco que lo hayas hecho.
  • ¿Cómo lo sabías, si ni siquiera en el móvil tengo nada con ella?
  • No sabía con quien fue, pero el sentimiento de culpa que traías, no podía ser por haberte alejado por unos días. Mira Lili, yo te quiero por sobre todas las cosas, y eso no lo cambia el que tengas un acostón con alguien algún día que te den las ganas, solo te pido que no me lo ocultes, y si algún día dejas de quererme me lo digas sin vueltas.

Ahora fui yo la que la abracé y la cubrí de besos.

  • Sabes, tenía razón Sofía, si te perdía, no sé qué sería de mi vida.
  • Me gustaría conocerla, una amiga así, me encantaría tenerla cómo mía
  • Uhm…mira que es muy amiga, pero para todo, no se corta.
  • Entre las dos, seguro que la dejábamos contenta – me dijo riendo, pero me dio a entender, que si yo quisiera, ella tampoco se iba a cortar.

Quedó definido que lo nuestro era amor de verdad. El sexo era un complemento necesario, pero no era eso lo que nos mantenía unidas.

Pasó todo un año. Conocí a sus amigas y alguna vez nos sentimos tentadas de hacer una fiesta con ellas. No lo hicimos, pero estábamos abiertas a eso.

La empresa marchaba muy bien, cada tres meses, organizábamos un contingente a Nepal que nos dejaba buenos dividendos, aparte de esos viajes, teníamos varios destinos más económicos y más cercanos, que se iban sumando al catálogo.

Teníamos la ventaja de la cantidad de islas cercanas y no tanto, que contaban con buenos servicios y unas playas maravillosas. Nos habíamos acostumbrado a reconocer los sitios que promocionábamos, por lo tanto, fuimos conociendo las islas que mejor trato ofrecían para nuestra comunidad.

Eso nos dio una pátina de seriedad y buenos servicios, que hizo que la empresa cada vez tuviera más clientela, tuvimos que poner al primo de Susi para que atendiera cuando estábamos de recorrida.

Un día Susana me viene con que tuvo una videoconferencia con una tal Mirian, americana que en Miami tenía un emprendimiento parecido, ella iba más por los cruceros, pero podíamos aprovechar nuestros conocimientos para ofrecer distintos servicios.

Como no podía faltar en nuestras conversaciones, se explayó en lo bueno que fue animarse a relacionarse con otras mujeres, ya que cómo hetero nunca había disfrutado, y cómo lesbiana una vez había tenido 16 orgasmos en un día, y tenía la esperanza de superar esa marca.

Era muy extrovertida, para el negocio no hacía la diferencia, y como record no era nada, según el Guinness, una había tenido muchos más en una hora, pero bueno, se ve que quería mostrar su palmarés.

El día que llegó, habíamos quedado en acompañar a un contingente a la isla Baru, no quedaba lejos pero el hotel era la primera vez que lo contratábamos, así que tuve que ir yo a supervisar.

Llegué a la noche y Su ya estaba en casa.

  • ¿Y, cómo te fue? - pregunté
  • No sé, le gustó mucho lo que tenemos para ofrecer, pero parece que quiere una muestra, asique veremos cómo sigue.
  • Pero ¿qué es lo que quiere?
  • Quiere que vaya con ella por dos días para que le muestre el entorno, cómo me mira, se nota el entorno que quiere que le muestre.
  • ¿Qué le dijiste?
  • Le dije que se me iba a complicar mucho, que a lo mejor podías ir tú.
  • ¿Y yo por qué, tan fea es? – le pregunté riendo
  • No es nada fea, pero la veo con ganas de pasar los 16 que me dijo.
  • ¿Te parece que el negocio es bueno?
  • El negocio sí, lo que no me entusiasma es estar dos días aguantándola.
  • Mañana vamos a ir las dos y déjame a mí.

Esa noche nos pusimos de acuerdo en lo que íbamos a decir, y lo que íbamos a hacer. Su. La llamó para invitarla a comer, que mientras nos podíamos poner de acuerdo. Cuando me vio al lado de ella puso cara de disgusto.

  • Oh, pensé que íbamos a almorzar solas para hablar tranquilas
  • Podemos hablar lo mismo, es mi socia y mi novia, así que todo lo hacemos juntas.
  • Ah claro, bueno entonces creo que no vale la pena hacer el viaje, me imagino que será como todos.
  • No, espera – dije yo – podemos ir para que veas el servicio y las comodidades que te pueden ofrecer. Mira, hay unas cabañas que son una preciosidad, tienen su propia cala, y ahí no te molesta nadie, puedes andar desnuda, que solamente desde el océano podrían verte, y pasan lejos, las que limpian vienen cuando las llamas, si quieres te pueden traer la comida a la habitación, veras que todo es un sueño. Lo único que a lo mejor te moleste, es la cama, hay una sola, es grande, pero para las tres vamos a tener que estar un poco arrimadas.
  • ¿Las tres en la misma cama? – abrió los ojos sorprendida
  • Sí pero no te preocupes porque te vayas a caer, tú te pones en el medio y no vamos a dejar que te caigas, si no, si quieres podemos pedir otra, pero creo que no vale la pena.
  • Claro que no vale la pena, mira si no vamos a caber, un poco apretadas pero bueno, ¿yo en el medio verdad?
  • Sí claro, si hasta si quieres dormir un rato, vas a ver que puedes.

Luego de eso, se le notaban las ganas de salir ya. Quedamos que al otro día la pasábamos a buscar, la despedí con un beso en la boca para que se fuera haciendo una idea.

Nos volvimos riendo, si quería guerra, guerra iba a tener.

Habíamos elegido una de las islas del Rosario, Tintipan, tenía un hotel con cabañas muy discretas, y avisamos que queríamos un servicio de excelencia, era algo que a ellos le convenía si conseguían atraer turistas con dólares.

Tomábamos la lancha de la mañana, tardaba cerca de una hora en llegar

El día apareció fabuloso, cálido, soleado, llevábamos un bolso cada una, no necesitábamos mucha ropa, si íbamos a comer al hotel, en un salón se podía con ropa de baño.

Mirian traía puesto no se sabía si era un cinturón exagerado de ancho, o una faldita exagerada de corta, nosotras no mucho más discretas, pero pasábamos.

La lancha no era muy grande, tenía una fila de asientos dobles por cada lado, los respaldos eran altos. Era una lancha típica para parejas, lo malo o lo bueno, era que éramos tres. La música fuerte disimulaba los ruidos ambientales

  • Mirian, mira, si vamos en asientos diferentes una se va a aburrir, yo ya le avisé al marinero, y podemos ir las tres aquí, tú te sientas arriba nuestro y vas a ver que no la pasas mal, después si quieres cambiamos.
  • Bueno, si tú lo dices, probemos – puse una toalla para que se sentara una nalga arriba de Susi y la otra arriba mío.

Cuando fue a sentarse metí la mano por debajo, pegó un saltito, pero no dijo nada. El tanga que tenía era tan diminuto que se le había perdido en la raja, se recostó girándose para el lado de la ventanilla. Su le iba acariciando el muslo, cada vez más arriba, yo hurgaba hasta encontrar el hilito y meter los dedos por abajo, sacudía el culo, no sé si en señal de protesta, o para que me apurara en llegar a donde iba, y de a poco llegué.

Estaba mojada como si se hubiese meado, no me costó nada meter dos dedos por ahí, para eso la mano de Susi ya estaba jugueteando con el clítoris, Mirian le pasó un brazo sobre los hombros y con una teta apoyada sobre la cara, cada vez habría más las piernas, haciendo lugar para que la trabajáramos a gusto, yo con un mete y saca cada vez más rápido, que a poco la hizo tener un orgasmo muy jugoso.

Quedó apoyada respirando agitada, seguramente también se tragó algún grito, nos quedamos quietas como estábamos, dirigiéndose a mí, preguntó.

  • Piensas dejar la mano ahí todo el viaje.
  • Mejor sitio que ese no se me ocurre – me miró como con reproche, pero no hizo nada, hasta que le dije – aunque quizá haya otro mejor.

Empecé a hurgarle con el pulgar el agujerito del culo.

  • No, no se te ocurra, por ahí no – no le note mucha convicción
  • Sí, ya se me ocurrió, por ahí si –

Y aprovechando que tenía el dedo mojado por la corrida anterior, empujé, y entró sin mucho esfuerzo de mi parte, tampoco frunció nada, solamente un quejido que tanto podía ser de dolor como de gusto.

Como iba con la espalda para el pasillo, se había abierto la blusa y le metió la teta en la boca a Susi, que no tuvo ninguna pereza en chuparla.

Los orgasmos se sucedían, cada vez que tenía uno, nos decía – bueno ya está, con una cara de vicio que por sí sola nos estaba pidiendo más.

Cuando llegamos, no sé cuántas veces se había corrido, quizá llevara la cuenta ella, pero cuando se fue a parar las piernas no la aguantaban. Gracias que la había secado bien con la toalla, sino se iba a enterar toda la lancha como lo había pasado.

Vino el marinero a ayudar cuando vio que apenas podía caminar, pero lo paramos diciéndole que la había mareado un poco el oleaje, pero podíamos llevarla nosotras.

Bajamos de la lancha y nos esperaba un cochecito como de golf, para llevarnos a la cabaña.

  • Sube, ponte en el medio que vas a ir más segura.
  • No, por favor, aquí no, esperen que lleguemos a la cabaña – creía que le íbamos a dar la misma medicina en el cochecito.
  • Anda, sube tranquila, que para llegar a dieciséis tenemos tiempo

Nos dejaron en la puerta, en ese momento salió una mucama que nos enseñó donde estaban las toallas, si teníamos que cambiar las sabanas, y nos dejó los horarios de todos los servicios, se fue en el mismo coche que nos trajo.

Apenas se fue esta, Mirian se metió en el baño y cerró la puerta, nos quedamos un poco preocupadas.

  • ¿Qué te parece, le abra caído mal? me preguntó Susi
  • No vi que haya sufrido mucho, después de todo, era ella la que quiere pasar los dieciséis
  • Sabrá ella cuantos van, la toalla quedó empapada

Mientras conversábamos nos habíamos cambiado quedando en bikini, en ese momento salió, tapada con unos triangulitos que había que encontrarlos.

  • Se lucieron, que mañana me hicieron pasar
  • ¿Te gustó? Mira que para que termine el día falta bastante.
  • Pues ya que hiciste lo que se te dio la gana en el viaje, espero que me prestes a tu novia.
  • Oye, a mí no tienes que pedir que te preste nada, si quieres tener algo, se lo pides a ella – empezó a agitarse, a hiperventilar al preguntarle
  • Me dejas verdad, con todo lo que me hicieron, ahora me dejas
  • Ven para aquí, dime lo que quieres – la agarró del cuello y la atrajo.
  • Todo quiero, quiero besarte, chuparte toda, me tienes loca, nada más tenerte al lado, ya me estaba corriendo, déjame por favor

Se le fue encima la acostó en la cama y le fue sacando el bikini a mordiscones. Besaba todo su cuerpo descendiendo hasta llegar a su monte de venus, soltó un gemido y hundió la cabeza en su vagina. Estaba como espectadora mirando cómo le chupaban el coño a mi novia. Me fui al costado de la cama y nos miramos, no me dieron celos nos mirábamos y de a poco me fui acercando hasta que nuestros labios se unieron. Me dijo al oido

  • Si seguimos así me voy a correr.
  • Córrete, es lo que está buscando, eso de ahí abajo es sexo nada más
  • Vete a aliviarla un poco sino no va a salir de arriba mío
  • Creo que es un poco ninfómana, a ver si le hacemos pasar los 16

Enterrada entre las piernas de Susi, estaba de rodillas con el culo para arriba, habíamos ido preparadas, sospechábamos de cómo era, nadie te cuenta los orgasmos que tuvo si no piensa tener más.

Saqué de bolsón un tremendo vibrador que solo le faltaba música, le puse un poco de saliva y le rellené la cueva, miró para atrás pero no le dio importancia. Apenas empecé a moverlo cuando se corrió. Aquí sí que gritó, me imaginé lo que aguanto en la lancha, gritó, pero enseguida volvió a meter la boca de donde la había sacado.

Esta mujer era insaciable, le di más intensidad al vibrador, y fui por otro más chico. Mientras, seguía como si nada, chupaba, pero no con delicadeza, lo hacía como con furia. Susana ya se había corrido, era de correrse más veces, pero esta vez me di cuenta que no lo estaba disfrutando.

  • Por favor, dale un poco tú – la empujó para que se saliera
  • No, por favor, déjame un poco más – pidió lloriqueando
  • Déjame descansar un poco, ahora te da ella

Ya me había desnudado, no quería que me rompiera la ropa a mordiscones, apenas me acosté que se me vino encima a prenderse de mis tetas, sabía que ese jugo la podía poner peor.

Y sí, cuando probó la leche que rezumaba se puso como loca, se la quería comer la cabrona, la tuve a agarrar del pelo para sujetarla un poco, le hice señas a Susi para que usara el otro vibrador. No se tomó el trabajo de ensalivarlo, así como estaba se lo enterró en el culo y le puso la vibración al máximo.

Estaba empalada y no se desanimaba, me corrí para arriba para que me dejara las tetas en paz. No sé si fue buena idea, cuando llegó al clítoris, lo vio tan grande, que se lo metió en la boca y chupó como si quisiera vaciarme.

Podíamos darnos cuenta cada vez que tenía un orgasmo, y fueron varios, yo también tuve el mío, sabía que eso la podía excitar, pero que iba a hacer.

Susi sacaba, ponía, parecía que solamente muerta iba a parar. De golpe se tiró de costado y quedó jadeando. Menudo susto nos pegamos.

  • ¿Qué te pasa? ¿quieres que llamemos un médico?
  • No, no, solamente estoy fatigada, a veces me agarra así, pero descanso y seguimos.
  • ¿Piensas seguir?
  • Y sí, ¿no venimos para eso?
  • Sí mujer, venimos para eso, anda descansa – se quedó dormida

Así como estábamos desnudas, agarramos unas colchonetas y nos fuimos a la playa particular, a descansar y comentar cómo venía el parto.

  • Esta mujer está loca, mira si llego a venir yo sola me devuelven muerta.
  • Es que también, te tiene un hambre que hasta me da miedo, te hizo correr bonito, no es cierto.
  • Me hizo correr, pero no te creas que tan bonito, ¿a ti te gustó mucho?
  • La verdad que no, parece una piraña, no sabes que va a dejar de ti
  • Pues mejor; pensé que dé a tres podía ser algo lindo, pero con ella no me lo parece, ¿tú habías estado en un trio?
  • Sí, con Sofía y otra amiga, pero fue algo más calmado, más amigable, pero esta, se aguanta el coro completo de la orquesta nacional, quiere correrse cómo si no hubiera un después.
  • Uhm…tendrías que invitar a Sofía, a ver si conmigo también puede ser amigable.
  • Seguro que sí, me pidió conocerte y estoy segura que se van a caer bien, siempre le voy a agradecer que me haya animado a volver.
  • Eso también se lo voy a agradecer yo, ¿vamos al agua?

Nos metimos por la parte de la playa, después de jugar un rato, nadamos hasta la hoya. Le llamaban así porque en ese sitio el agua te daba casi hasta el cuello en la orilla, al lado de las piedras.

Se nos dio por mimosear, como dos adolescentes nos acariciábamos y nos besamos, Susi se sentó en una piedra, quedando con los pies en el agua. Le levanté uno y me lo llevé a la boca.

  • Esta salado, ¿tendrás algún sitio con menos sal?
  • No sé, a lo mejor la salada soy yo, tendrás que fijarte
  • Ya sé dónde voy a buscar, ahí siempre hay más gusto a ti – le abrí las piernas y me aventuré a sus intimidades, ya estaba palpitando su sabor, cuando aparece la convidada de piedra.
  • Eh…qué pasa, ¿jugando solas?, eso no vale, somos como los tres mosqueteros, las tres para una.
  • Los mosqueteros eran cuatro, pero igual, solamente estábamos comentando de tus 16 orgasmos. Mira que hay que tener.
  • Pero si casi los llevo, hoy pienso pasarlos por un rato, si me ayudan.
  • Todo lo que podamos, vente a refrescar un rato que hace calor – se metió al lado mío, Susi quedó con las piernas separadas como la había dejado yo, tan pronto la vio se le fue encima.
  • Pero que bien que estás, no me digas que no me vas prestar ese coñito que me muero de ganas
  • Ay, espera mujer, que tengo ganas de ir al baño que me estoy orinando.
  • ¿Y porque no orinas aquí? O tienes miedo de contaminar el océano.
  • No tengo miedo, pero me da no sé qué, andar meando y ustedes al lado
  • Pues por mí no te prives, ¿no escuchaste hablar de la lluvia dorada?
  • Sí que escuché, pero ahora estoy sin paraguas
  • No te preocupes, de paraguas hago yo
  • ¿Pero que me estás diciendo? ¿quieres que te mee?
  • No lo digas así, simplemente dame de tu lluvia dorada, queda mejor
  • Pero eso es una cochinada, no lo voy a hacer.
  • Si es una cochinada la cochina soy yo, tu solo tienes que mear, tanto te cuesta hacerlo en el baño que darme el gusto a mí.
  • Pero…no sé, tienes cada gusto – me miró a mí, me encogí de hombros, después de todo, era cierto, tanto daba mear en un sitio o en otro - pero ¿cómo quieres que te haga?
  • Puf, parece que nunca tuviste que mear a la intemperie. Mira yo me recuesto contra esta piedra, tú te pones arriba mío y meas, de lo demás me encargo yo – se agachó casi sobre su cabeza
  • ¿Pero qué quieres, que te mee en la cara?
  • Tú mea nada más, yo me encargo dónde – soltó un chorro y Mirian lo recogió con la boca, a Susi se le cortó, dejándola con la boca abierta
  • Pero, te la estás tragando, te va a hacer daño.
  • Pues sí, me la estoy tragando y no te preocupes que esto dicen que hace bien, anda sigue, que hasta que no termines de aquí no te vas

Susi hacía fuerza e iba soltando de a chorritos, cada vez que paraba Mirian le lustraba el coño a lengüetazos. Me miraba cómo pidiéndome ayuda, pero que iba a hacer yo, me daba morbo ver ese espectáculo, mi novia meando, y la otra tratando de recoger todo lo que le venía y yendo por más, mientras se masturbaba con tres dedos metidos en su coño.

Le conté dos orgasmos antes que Susi empezara a temblar. Por mucho que no le gustara, hay que aguantar una lengua como esa dándote que te da, Mirian se dio cuenta y aumentó la intensidad

  • Ay…ay…que me corro, que me meo…que no puedo más, me voyyy.

La agarró de la cabeza y le clavó el coño en la boca, se corrió mientras la estaba cabalgando; se corrió, pero atrás, un chorro de orín le salió como una catarata, que vaya saber porque milagro, no terminó con Mirian ahogada, aunque en su peor momento, llevaba cuatro dedos metidos y no los sacó hasta que sus líquidos le corrieron por la muñeca.

Me acerqué a Susi que tenía las piernas entumecidas, la ayudé a pararse para ir hasta la colchoneta. Mirian se había quedado adormecida con una sonrisa más grande que una catedral. La dejamos, estaría agarrando fuerzas para después, no sé si ya había llegado al número, aunque me parecía que ninguno le alcanzaba. Su se abrazó a mí.

  • Esta loca, algo tiene, una persona normal no puede follar de esta manera, seguro que cuando descanse un poco va a querer seguir. Ahora le vas a tener que dar el gusto tú.
  • Ya vamos a ver; es indudable que es ninfómana, pero eso puede ser a nivel cerebral o algún tumor en algún sitio.
  • En el coño seguro que no, aparte no sé el gusto de que la mee toda.
  • Son gustos, algunos dicen que nosotras las lesbianas somos unas desquiciadas, y yo no me siento así. Mira mientras no le hagan mal a nadie déjalas con sus gustos, aunque creo que me va a costar sacarte un orgasmo como el que te saco ella
  • No digas tonterías, eso fue cómo si te estuvieras aguantando todo el día, y te desagotaras de golpe ¿de verdad piensas que me gustaría estar con una mujer así?
  • Pienso que no, sino antes de perderte te estaría pidiendo que me mees.
  • Boba, no digas eso – se me subió arriba dándome un beso - ¿lo harías por mí?
  • Por ti haría eso y mucho más con tal de que no me dejaras.
  • No necesitas hacer nada de eso, nunca te voy a dejar. Este viaje lo tendríamos que haber hecho solas, pero con la amiga aquí, a ver cómo la llevamos.
  • Esta noche la llevamos a cenar al hotel. A ver si le damos de tomar bastante para aplacarla un poco. Porque la tiene contigo, no sé lo que te va a pedir ahora.

Estuvimos descansando como dos horas, nos fuimos a poner los bikinis, no sea que cuando se despertara la fiera, se le subiera la libido por vernos desnudas.

Se despertó y se vino al agua con nosotras

  • ¿Qué pasó que se vistieron, viene algún cura o algo así?
  • No, hoy no vas a poder confesarte, pero podemos remediarlo con unas cervezas y no es cuestión de ir en pelota.
  • Tienes razón, unas cervezas no nos van a venir mal, aunque pensé hacer otros rounds, pero lo dejamos para más tarde.
  • Qué ¿todavía no llegaste a tu numero?
  • Sí que llegué, pero lo que abunda no sobra, otros números llegaran

Con unas falditas y algo arriba como para que no se viera, pero se notara (aunque en mi caso se notaba, aunque fuera de monja) fuimos a cenar.

Primero una entrada con mariscos y cerveza, sentadas en unos sillones con vista al mar, luego pasamos al comedor, dónde nos esperaban unos solomillos con patatas, un manjar.

Seguíamos tratando de que tomara, y tomaba, no se privaba de nada, luego en un lugar que tenían para que los clientes bailaran, empezamos a menearnos mientras contábamos los chupitos a razón de dos para ella, uno para nosotras. Así estuvimos hasta que nos pidió si podíamos irnos, no quería terminar el día allí.

Pensamos que estaría fundida. Gran equivocación, apenas entramos se vino arriba mío

  • Oye, yo mucho con tu novia, pero no me olvido de esas tetas ni de ese carajillo que tienes ahí abajo, espero que me lo prestes.
  • Pero cómo no te lo voy a prestar, pero tú también te tienes que dejar, estás muy tímida, y trajimos tecnología para usar.
  • Ay, eso me encanta, a ver si encuentro algo nuevo para llevarme
  • No te emociones, eso va de acuerdo a quien lo use.

Fue una noche criminal. Le permití que me diera el lote como más le pereciera, pero eso parece que la potenció. Aparte de la comida de coño que le pegué y que sintió hasta la medula, hicimos uso de varios cacharros con arnés, de dildos cambiables para todos los gustos.

Los gustos de ella eran todos, y todo le venía bien mientras tuviera el coño, el culo y la boca ocupada.

Había que reconocer que era muy hábil con la lengua, porque si ella se corrió un montón de veces, nosotras tampoco la pasamos de vigilia, que donde le ponías un coño en la boca, hacía maravillas.

Al fin a la madrugada quedó y quedamos destruidas, habíamos sido buenas anfitrionas, y la propaganda del sitio estaba asegurada, después de todo una se fija más en cómo la pasa que en cómo es.

La lancha volvía a las cinco de la tarde, nos despertamos como a las doce, nos duchamos y se le antojó darle un repaso a Susi, y yo quería tenerla bajo control, le di un buen repaso a ella, creo que eso la enervó porque terminó con Susi y siguió conmigo, aunque esta no se quedó quieta e hizo uso de los vibradores, fue una buena faena, quedó oronda de gusto.

Nos tuvimos que apurar para liar los bolsos y tener tiempo para almorzar tranquilas. Las tres estábamos mansas. Un buen descanso en el trayecto de vuelta, después llevarla al hotel y a disfrutar de nuestra casita.

Todavía estábamos en la mesa cuando nos avisaron la llegada de la lancha, nos daba tiempo de ir tranquilas, llegamos como para elegir los asientos.

  • ¿Quieres ir en un asiento tú sola?
  • No, que no me quiero aburrir, vamos las tres juntas, siéntense que voy arriba – nos sentamos tratando de que quedara más cómoda, sabíamos que ese culo había trabajado horas extras
  • A ver cómo te pones más cómoda – miró dónde tenía que sentarse
  • Cómo ¿y la toalla? – nos quedamos mirándola
  • ¿Para qué quieres la toalla?
  • Y el sudor o eso, cómo no vas a poner una toalla – busqué una toalla en el bolso y la puse sobre nuestras rodillas.
  • Si, así está bien; mira que no íbamos a poner una toalla – se sentó, pero antes me agarró la mano y la llevo para poder sentarse arriba, no llevaba bragas – ponla bien donde tiene que estar.

La vuelta fue cómo la ida, lo peor que no podía decir nada, había sido idea mía, ella lo más chocha. Cuando llegamos, la misma cantinela, apenas podía caminar, pero feliz. La llevamos al hotel, la dejamos en la puerta de la habitación.

  • ¿Quieren pasar?, podemos pasar un buen rato.
  • No, no, tenemos que irnos enseguida, el perro debe estar que se suba por las paredes, pobrecito (no tenemos perro) – y así nos fuimos.

Llegamos a casa y nos preparamos para un buen baño, la bañera era con yacusi y cabíamos las dos, pusimos bien la temperatura, unas sales y nos quedamos una contra la otra

  • Puf, y tú pensabas que yo era la reina del sexo, mira cómo quedé
  • Quedaste donde estabas, ella será por cantidad, tu por calidad, un orgasmo contigo vale por todos los de estos días.
  • No sé, pero la verdad que no se si la propia Indra y la pagoda entera la conformaría.
  • Seguro que para ella es un problema, pero tendría que tratarse, por eso a mí no me pasa, tengo la solución en casa – aun con el cansancio, los besos de ella me llegaban al alma.

Salimos del baño y así cómo estábamos nos acostamos, nos arrimamos sintiendo nuestra calidez.

  • No fue cómo lo pensamos, creímos apabullarla con sexo y nos pasó por arriba como le dio la gana.
  • No me digas, estoy empachada
  • Entiendo que no tengas ganas de sexo por un tiempo
  • No, ahora tengo ganas de hacerte el amor.

Me puse sobre ella nos quedamos mirándonos y aproximamos los labios hasta pegarlos. No era con pasión, eran besos dulces, sacó la lengua y empezó a jugar con la mía afuera de la boca los senos se apretaban entre ellos, frotaba mi mejilla con la de ella, todo suave. De a poco nos íbamos pegando, como si nos estuviéramos besando con todo el cuerpo. Apenas nos movíamos en un suave vaivén, las caricias eran lánguidas, aprovechando toda la calidez de la piel.

Susi abrió un poco las piernas y me dejé caer entre ellas, sin quererlo nuestras vulvas se unieron, creo que fue mi clítoris, quizá por ser mayor, el que busco compañía, la encontró. Nosotras seguíamos frotándonos a ritmo lento, sin buscar nada y encontrando todo.

No estábamos buscando un orgasmo, habíamos tenido de más, pero una parte de nuestro cuerpo nos pedía algo diferente, sentíamos, que como una marea algo se aproximaba lentamente, tratábamos de ralentizar el momento, estábamos tan bien así, que era una pena que el orgasmo nos quitara ese placer. No queríamos movernos, pero algo en nosotras nos obligaba, era lento, muy lento, pero era, fue Susi la primera que habló.

  • Mi amor, me viene, no aguanto más.
  • Aguanta un poquito más, me gustaría que esto durara para siempre – me apretó fuerte, se le escapó un gemidito
  • Mi cielo, hago lo que puedo, pero creo que me voy – yo no estaba mejor que ella
  • Yo también, vamos, déjate ir que te acompaño – fue un orgasmo contenido, largo, dulce, tierno, no sé lo que duró, pero fue un placer callado que corría por todas nuestras fibras, quedamos jadeantes, pero no cansadas, parecía la comunión de nuestras almas, nunca la sentí tan mía como esa vez. Escuché su voz.
  • Te dije, va todo en la calidad no la cantidad, por eso te amo.
  • Yo también te amo, pero no está para andar desperdiciando lo que sale de ese coñito.
  • Ya saldrá más, lo mismo vale para el tuyo, ¿quieres que nos levantemos a lavarnos? – me cruce sobre su muslo quedando el mío al cuidado de su almejita.
  • Mañana, estoy demasiado bien para salir de aquí.

Ojalá sea de su agrado, saludos a las que me leen, a las que no me leen no se cómo saludarlas, cariños