El regalo de Pablo (4)

Pau empezó a despejar una parte del sótano de los trastos almacenados y a hacer croquis. Su madre, curiosa, se atrevió a preguntarle el motivo. - Estoy preparando el lugar de castigos y la celda donde te alojaré cuando llegue el momento.

Aunque es una cuestión obvia, algunas personas necesitan que se les recuerde que es recomendable leer los capítulos anteriores para apreciar el presente.


En esos y otros avatares transcurría el tiempo y crecía la barriga de Elena. Ya no le quedó más remedio que acudir al ginecólogo, cosa que temía bastante.

El ginecólogo era una persona bastante discreta y, salvo confirmar la perfecta evolución del embarazo, solamente comentó que convendría que redujese sus prácticas sexuales peligrosas.

En ese tiempo Elena ya consiguió admitir el puño de su hijo dentro del culo pero siguió sometiéndose a la máquina para poder admitir dos manos como su novia.

Pau empezó a despejar una parte del sótano de los trastos almacenados y a hacer croquis. Su madre, curiosa, se atrevió a preguntarle el motivo.

  • Estoy preparando el lugar de castigos y la celda donde te alojaré cuando llegue el momento.

Esa respuesta provocó una deliciosa sensación en la columna vertebral de Elena que concluyó en su coño y provocó una de sus incontrolables y acreditadas poluciones copiosas de flujo vaginal.

Las orgías se sucedían regularmente cada quince días. El pago del uso del cuerpo de Ivana se cargaba ya a asistencias de Elena a clientes también por las mañanas. Llegó un momento en que el arriendo de la asistenta estaba más que pagado, Pero Pau la ordenó seguir con la prostitución matinal para acumular el suficiente capital para comprar la propiedad de Ivana.

Por otro lado, los usos que de ella hacía Pau fueron trocando a más sutiles psicológicamente:

Frecuentemente la mantenía una mañana entera en posición incómoda o dolorosa restringida con los adminículos de la bolsa SM de Ivana.

Una vez a la semana la obligaba a ser lo que el llamaba "puta caritativa". Tenía que ofrecer sus servicios y prestarlos gratuitamente a algún vagabundo viejo, alcohólico y sucio. De igual forma, otra vez a la semana debía desvirgar a algún chaval que Pau traía a casa.

También con frecuencia la llevaba a lugares públicos y concurridos, como cafeterías e hipermercados donde encontraba ocasión para hacerle abrirse de piernas, agacharse o mantener cualquier postura que permitiese ver su desnudo coño, sus nalgas o los pezones.

La concertó un contrato para hacer strip tease una vez cada quince días en un sórdido club. Esta fue la actividad que más humilló a Elena por su inevitable pavor a la exhibición pública ante desconocidos.

Menos la molestaba que en el mismo local, en una sala de los sótanos se viera obligada a mantener relaciones sexuales con todo tipo de gente corriente y de cualquier edad, estado físico, o sexo mientras Pau y otras personas filmaban las escenas en vídeo o fotografiaban. No había día en que Elena no fuese meada e incluso cagada.

Es cierto que una cosa mejoró enormemente: La preocupación de su marido por su abandono de la fe cristiana y la manifiesta tendencia política nacionalista de izquierdas de Pau le impedían apreciar otros detalles de la vida cotidiana. A ello hay que añadir que Tomás, por indicación de Pau, manifestó su intención de abandonar sus estudios para dedicarse a ser actor. Mientras el viejo se comía el coco preguntándose en que había fallado con su, hasta hacía poco, convencional y puritana familia, no advertía lo que se le venía encima. Solamente había que aguantar sus peroratas y broncas a las horas de las comidas.

Aún cuando Pau no informaba a su madre sobre el acoso de Ivana a su marido para obtener motivo de divorcio, tampoco se cuidaba de ocultarlo. Sabía por retazos de conversación entre su hijo y la asistenta que su esposo estaba a punto de caer en la trampa.

Tomás se comportó debidamente durante tres meses y Pau le cedió a su madre esclava un día de cada quince. Hay que decir que el chico, escarmentado, se dedicó a usarla exclusivamente en el plano sexual y su madre, visto el buen comportamiento le enseñó magistralmente la forma de utilizar provechosamente un cuerpo femenino. El chaval era feliz porque además de joder con una mujer madura, su hermano le dejaba de cuando en cuando tirarse a su novia Silvia que era también una adolescente.

. . . . .

Una mañana, a eso de las once Pau, después de sodomizar a Ivana delante de su madre sin dejar a ésta participar ni masturbarse, se llevó a Elena consigo para comprar una sorpresa.

Antes de salir Ivana le dijo:

  • Disculpe señor, pero le informo que debo comunicar a mi amo el uso que ha hecho usted de mi culo para que lo incorpore a la facturación de mis servicios y a la cuenta de resultados de la explotación de mi cuerpo de la que me siento orgullosa.

  • Va, va, no hay problema. Joder qué obsesión con el dinero.

  • Disculpe Don Pau, intervino Elena, pero no es eso ya que ella no ve un solo euro. Lo mismo me ocurre a mi. Una de las formas de saber que somos buenas esclavas es ver el beneficio que nuestra explotación reporta al amo. Por eso estamos orgullosas si el amo se enriquece con nuestro cuerpo.

Salieron de casa, Elena solamente vestía una blusa blanca y una falda roja bastante corta y ceñida. Por supuesto portaba sus bolas chinas y, como siempre, nada de ropa interior. Fueron al centro de la ciudad y entraron en una joyería. El dependiente, en cuanto vio a Pau les condujo a un reservado.

  • Ya tengo las joyas que me encargó usted. Ahora las traigo. ¿Es esta la puta que las recibirá?.

  • Efectivamente, esta es.

  • Tiene buena planta. Le quedarán muy bien. ¿Algo de tripilla no?

  • Está preñada.

  • No hay nada tan placentero como adornar a una esclava preñada y más si es madurita y está casada como deduzco. Se sabe usted montar muy bien la vida aún siendo tan joven.

  • Muy amable.

El dependiente mostró dos lujosas cajas y abrió la primera.

  • Éstos son los elementos de restricción principales. Observe su perfecto acabado y su moderno diseño que solo un iniciado identificará como algo más que unas especialísimas joyas. Son de platino e iridio, como la famosa barra de la unidad del metro. Se le ha incorporado titanio y vanadio para lograr más tenacidad y esa elegante superficie mate.

La caja, sobre un fondo de terciopelo negro, mostraba un delgado collar de sección rectangular, unas pulseras y unos anillos a juego, conjunto muy atractivo a los ojos de Elena y de cualquier mujer.

  • Si me permite se los pruebo a su puta y le explico el mecanismo.

  • Si, claro, faltaría más.

  • Esta es la cerradura que se abre con esta diminuta llave que parece una aguja, pero que está tallada de forma codificada. Tiene una copia en el estuche y otra nos quedamos nosotros por si la precisa, ya que sería una lástima estropear esta joya. De los laterales, y casi imperceptibles se extraen insertando cualquier aguja ordinaria las anillas para sujetar a la puta donde se quiera. La alta calidad de la aleación garantiza que, pese a su débil apariencia, el collar sería más difícil de cortar que uno de acero de tres centímetros de ancho y uno de grosor. El collar no es totalmente circular, se adapta a la base de la garganta femenina. Las dos pulseras son similares pero con una curvatura diferente que se adapta a la forma de la muñeca. La esposas para los pulgares tampoco difieren salvo en el tamaño y en el mecanismo de regulación para fijarlas tanto en los de la mano como en los de los piés. Incluso pueden ponerse en otros dedos.

  • Perfecto. Déjeselos puestos.

Elena no pudo evitar mirarse en un espejo.

  • Creo que a su esclava le agradan mucho sus elementos de restricción. Está bien adiestrada.

  • No es mérito mío del todo, me la regalaron ya bien encauzada. Además es muy viciosa y eso siempre es buen punto de partida.

  • Si no es impertinencia ¿Tiene licencia de su marido?.

  • Pues no.

  • Qué lástima. Mis clientes más satisfechos con sus esclavas son los que las poseen casadas y con licencia de un cornudo. Lo mejor, según me han comentado es si además tienen licencia de los hijos y residen habitualmente en el domicilio familiar.

  • Pues licencia de los hijos si tiene. Yo soy uno. Y esta esclava reside, efectivamente, en el domicilio conyugal. Y además sigue ofreciendo a su marido. mi padre, el débito.

  • ¡oohh!. Permítame expresarle mi más sincera enhorabuena. Es usted un hombre afortunado como pocos.

  • Gracias. Ya lo creo que soy afortunado.

  • Ahora, si me lo permite, le enseñaré las joyas y aditamentos.

  • Claro, muéstrenoslas.

  • Tengo alguna duda que me permitiré exponerle. Cuando me indicó el calibre de las joyas pensé que, por su tamaño, estaban destinados a alguna bestia negra de esas razas bien dotadas en cuanto a tamaño de pezones y clítoris. Pero ahora que veo a su bestia, permítame decirle que dudo mucho que pueda implantar estas joyas en ella. A pesar de que está bien dotada por lo que veo marcado en su blusa, no me parece ....

  • Ah! No se preocupe por eso, tengo previsto someterla a un tratamiento para agrandarlos. Ya lo he hecho con mi novia y ha dado buen resultado.

  • En ese caso no digo nada. Admire qué maravilla de joyas. Son del mismo material que el collar y las pulseras. Estos son los anillos de los pezones. Este otro más grande el que quiere poner traspasando al mismo tiempo los labios interiores y los exteriores. Aquí el de la nariz y el del clítoris. Estas son las bolitas para la lengua. Y estas son las diversas cadenillas de complemento. Todos son a juego y la única diferencia es que los de los pezones y el del clítoris son inamovibles. Una vez puestos ya solamente se pueden quitar cortándolos.

Elena notó como escurría por uno de sus muslos un chorrete de sus jugos vaginales y confió en que el dependiente no lo apreciase.

El dependiente continuó:

  • Espero señor que disfrute de su esclava con estas espléndidas joyas. ¿Talón conformado o tarjeta?.

  • Esclava, paga.

Elena entregó su tarjeta mientras pensaba como explicar a su marido el gasto. El collar y las pulseras las vería, pero esas dos joyas no explicarían el coste total.

Pau, intuyendo su inquietud le dijo sin importarle la presencia del dependiente:

  • No te preocupes, ya he hecho una transferencia desde tu cuenta de ingresos como ramera para que mi cornudo padre no se altere por el coste. Eso si, se volverá loco pensando de quién procede la transferencia cuando vea el texto "Ingresos atípicos por explotación de ganadería".

  • ¡ Oh señor! Qué maravilla. Prostituye usted a su esclava madre. ¿Le renta mucho?.

  • Si, si, es un buen negocio. Hace todo tipo de servicios y con calidad de lujo.

  • Y, disculpe señor. ¿Cuánto cobra por un polvo rápido?.

  • 80 euros. Se anticipó Elena.

  • Podría prestarme un servicio aquí y ahora.

  • Por supuesto, afirmó Pau.

Elena abrió su bolso para sacar un condón que metió en su boca mientras el dependiente salía a buscar el dinero en la caja del negocio. Cuando regresó y pagó, Elena se arrodilló ante él, sacó su herramienta que acarició entre sus manos poco tiempo ya que el hombre hacía rato que tenía erección. Le colocó el condón hábilmente con la boca, se la mamó un ratito y después, levantándose la falda, se sacó las bolas de la vagina y se apoyó con las manos sobre un mostrador ofreciendo sus llenas nalgas al dependiente.

  • Yo te espero en la cafetería de enfrente puta.

  • Que tenga un buen día señor, dijo el dependiente mientras metía su verga en el adorable coño pelado de la puta.

Cuando Elena entró en la cafetería ya se había metido las bolas en la vagina otra vez. Pau la ordenó sentarse en el lugar más de cara al público y abrir las piernas discretamente pero enseñando su desnudo coño. Poco tardó el personal en percibir el espectáculo y Elena en ponerse roja como la grana.

A su marido no le gustaron el collar y las pulseras, él era más bien tradicional, pero hacía tiempo que había renunciado a discutir sobre los gustos de las mujeres en cuestión de moda.

. . . . .

En su sexto mes de embarazo, un día que volvía de atender a dos clientes y al perro de uno de ellos, Elena escuchó esta conversación al pasar ante la biblioteca:

  • El cornudo ya está cazado. Tengo material suficiente de sus escarceos con Ivana como para que un juez no solo dicte sentencia de divorcio inmediata, sino además quedarme con casi todo su patrimonio más las suculentas pensiones de la puta y de mi hermano.

  • ¿No vas a esperar al parto entonces?

  • No. Si es cierto eso que te han dicho de haber comprobado que la eficacia del tratamiento de elongación de pezones y clítoris es mucho mayor durante el embarazo, quiero empezar con ella ya. Solo me falta elegir la pareja a la que venderé la criatura. Me gusta más la que menos ofrece.

  • ¿Cuánto sacarías?

  • Tengo ofertas entre 40.000 y 50.000 euros.

Elena se apartó de la puerta tremendamente disgustada. Ya se había hecho la idea de repetir las dulces sensaciones de la maternidad. Sin embargo, aquella noche, insomne al lado de su marido, se percató que, en su condición y actividades, no le sería factible criar un bebé.

. . . .

Pau la había cedido ese día a su hermano Tomás, quien estaba haciendo uso de sus privilegios cuando se presentó Ivana.

  • Disculpen la intromisión, pero el párroco desea verla.

  • Dile que espere, dijo Tomás sin dejar de sodomizar a su madre.

Un cuarto de hora le hicieron esperar. Bajó Elena recién follada y con el coño lleno de semen de su hijo. Éste le había ordenado no limpiarse y ya, al bajar las escaleras notó cómo le escurría por el muslo.

  • Buenos días padre. ¿Qué se le ofrece?

  • Hija, he visitado a un feligrés que vive cerca y me he acercado a interesarme por ti. Veo a tu marido frecuentemente en misa, pero ya no te veo a ti ni a tus hijos. El hecho de que peques de adulterio con tu cuñado, como me has confesado muchas veces, no tiene por qué alejarte de la iglesia. Disculpa la indiscreción: ¿El embarazo es de tu marido o de tu cuñado?.

  • Pues mire, para ser sinceros, y bajo secreto des esta, mi última confesión. No sé ni me importa quien me ha preñado. Ahora soy adúltera con muchos y hasta soy puta profesional y me gusta. No quiero que su iglesia me amargue continuamente una existencia futura que se me antoja interesante.

En aquel momento el semen de Tomás alcanzó la rodilla y comenzó a resbalar por la pierna. El cura lo vio asombrado. Sin ningún empacho, Elena lo recogió con el dedo y dijo:

  • Esto es semen de hombre y me gusta que me llenen con él el coño, el culo, la boca y ... cualquier otro sitio..

Y se llevó el dedo a la boca.

  • Si quiere una muestra de la lujuria que me domina, le hago una mamadita o me lo follo a usted aquí y ahora.

El cura se levantó espantado hacia la puerta pero Elena lo detuvo:

  • Padre, se olvidó de la penitencia y de la absolución.

El curá masculló "Ego te absolvo" y escapó obviando el asunto de la penitencia.

. . . .

Un día que el viejo hubo de hacer un viaje de dos días, Pau bajó a su madre por la noche al sótano donde tenía previsto instalar sus aposentos cuando tuviese el pleno disfrute de ella.

Elena vio marcas de tiza en el suelo que no coincidían con los planos, pero no habló. Pau, conociendo ya a su esclava a la perfección y satisfecho de que la comunicación entre su esclava y él fuese ya tan fluida sin necesidad de palabras, la informó:

  • Ese lugar es para la jaula de Ivana. La pienso comprar. -Viendo el relámpago en los ojos de su madre añadió- Ese será uno de tus mejores castigos si tu conducta no me satisface: Verla ante ti continuamente y no poder disfrutarla.

  • Mi conducta te satisfará siempre, Amo.

  • Más te vale, pero aunque tu conducta sea perfecta eso no te librará de que te someta a torturas para mi placer.

  • Amo, siempre seré feliz de darle placer a usted y a quien designe con mi dolor por grande que éste sea. Mi cuerpo y mi alma le pertenecen sin reserva alguna.

  • Esta noche vendrás conmigo. Quiero mostrarte a unos amigos. Te diré qué llevarás puesto.

Pau extrajo de una olvidada estantería un paquete y la ordenó ponerse el contenido después de desnudarse totalmente.

No tuvo Elena mucho trabajo para vestirse las prendas. Unas medias rojas de malla con ligas de cuero, y un ancho cinturón con argollas, de cuero también. Zapatos rojos de tacón alto.

Unos adminículos que ella no sabía colocarse se los colocó él. Eran dos pinzas para los labios vaginales ligadas por cadenitas a la ligas de cuero que obligaban a los labios a permanecer abiertos. Otra pinza aprisionó el clítoris en su base y la ligó a una de las argollas frontales del cinturón tirando fuertemente de él y forzándolo fuera de su capuchita. Sin más atavío adicional que una venda en los ojos salieron al garaje, la indicó meterse en el maletero del coche y partieron, pese a que Pau aún no tenía aprobado el examen del carnet de conducir.

Cuando la sacó del coche, la condujo caminando unos metros y la libró de la venda de los ojos, Elena estuvo un rato desorientada, en parte por el mareo y en parte por la falta de hábito a la fulgurante luz.

Se encontraba en una enorme sala ante una larga mesa muy iluminada a la que estaban sentados ocho hombres y cuatro mujeres. A su lado, desnudas como ella estaban otras dos mujeres. Una, madura y rolliza, la otra una adolescente de piel negra. Tras cada una sus supuestos dueños, ya que Pau estaba tras ella.

Indefectiblemente Elena enrojeció de vergüenza ante el observador auditorio, pero escuchó el discurso:

  • Señoras y caballeros, como saben por el orden del día, nos reunimos aquí como comisión de aceptación de nuevos socios de la Sociedad Esclavista Catalana. Se nos presentan a admisión tres candidatos que mostrarán sus méritos en el adiestramiento de sus propiedades, todas hembras hoy.

De los expedientes presentados deducimos que el candidato AM es el más endeble en sus pretensiones ya que su esclava es comprada, no incitada e iniciada por su amo, en edad adolescente y sin apenas adiestramiento por parte de él. De hecho su bestia fue comprada con quince años y aún tiene dieciséis. Con tales antecedentes es poco probable que AM sea admitido en la sociedad. Comprobemos su aportación.

El señor AM llevó a su adolescente esclava negra hasta la mesa de los comisionados tirando de una cadena enganchada a su cuello y la empujó discretamente para subir a ella mediante una escalerilla situada en un extremo. La chiquilla se mostró reacia y el propietario le arreó un fustazo en la nalga. La niña subió a la mesa y siguió las instrucciones de su propietario para mostrar su cuerpo.

Pese a que la niña tenía un cuerpo tallado por los dioses, su exhibición fue torpe y se mostró mohína y reticente a moverse por la mesa y prestarse al examen. Su propietario tenía que alentarla continuamente de palabra o con la fusta interrumpiendo al lector de cualidades que decía:

  • Procedente de un país desconocido de África, no habla castellano ni catalán, mide ... pesa ..... el volumen de sus pechos es ... .. .. se le ha efectuado la ablación del clítoris y los labios menores... soporta bien la flagelación ... y

Cuando el primer componente de la mesa quiso comprobar las cualidades de la hembrita y, después de examinarla visualmente comenzó a palpar la mercancía, la niña se agarrotó. Y cuando el comisionado quiso introducirle un dedo en el ano para comprobar su grado de abertura, ella salto de la mesa huyendo alocadamente. El candidato no fue aceptado en la sociedad y se le recomendó seguir un curso -proporcionado por la sociedad a un precio especial- para adiestrar esclavos. Se le censuró la creencia de que un esclavo se obtenía por simple transacción comercial.

Le tocó turno a la madura gordita. Subió a la mesa sumisamente y mostró su género a todos los componentes sin reparo alguno aunque un poco torpe y sin gracia en los movimientos. Tenía anillados los pezones y los labios mayores. El lector exponía sus antecedentes y cualidades:

  • Esta esclava es la esposa de su dueño y ha accedido a esa condición hace cinco años. En la actualidad tiene 48 ... pesa ... sus medidas .... soporta bien la flagelación en cualquier lugar del cuerpo ... . ha sido cedida a cinco hombres y dos mujeres .. .. trabaja los sábados en un burdel para su amo, pero solo para su humillación, pues su recaudación deja que bastante que desear ... .

El dueño y esposo de la gorda fue admitido en la sociedad y ahora le tocaba el turno a Pau y su esclava.

  • Esta esclava es la madre de su dueño, que es su segundo propietario ya que el anterior fue su cuñado, quien la entregó como regalo de cumpleaños a su sobrino hace ocho meses. Está casada aunque su propietario piensa divorciarla en breve. En la actualidad está a punto de cumplir 43 años, pesa .... y como es notorio, se encuentra preñada de no se sabe quién ni falta que hace saberlo .. .. ha sido cedida numerosas veces tanto a hombres como mujeres .... es prostituida a domicilio y hotel unas tres veces por día de media con unos muy lucrativos beneficios. Sus servicios de ramera se anuncian en una página web que hemos comprobado y destaca la oferta de su disponibilidad para la prestación de cualquier tipo de servicio, incluyendo el SM que no deje marcas y la zoofilia. La esclava, debido a su particular estado temporal de casada no estaría plenamente disponible para nuestra Sociedad Esclavista Catalana hasta después de divorciarla, pero su amo desea ya ser admitido. A cambio de la admisión condicional, cuando la esclava esté plenamente disponible, aportará otra más.

Los socios aceptaron la petición de Pau e indicaron que la esclava subiera a la mesa. Elena obedeció pronta y a pesar de su ya gran barriga, se paseó con voluptuosidad y elegancia ante los presentes, enseñando con minuciosidad y sensuales posturas las gracias de su cuerpo a cada uno de los componentes de la mesa.

Los socios dieron la aprobación por unanimidad y una mujer, entusiasmada con la esclava rogó a Pau que la prestase para hacerle algunas pruebas allí mismo con su esclavo negro. Pau accedió cortésmente y ordenó a su madre permanecer en lo alto de la mesa. La mujer hizo una señal con la mano y de entre las sombras del fondo de la sala acudió solícito un negro desnudo en tanto la mujer decía:

  • Solo quisiera comprobar si la capacidad de los agujeros de esta hembra tan dotada y sumisa son similares a la de los míos. No conozco mujer libre ni hembra esclava que sea capaz de albergar la polla de mi esclavo Gaspar, que me ha costado diez años desarrollar desde que lo adquirí cuando tenía trece.

Efectivamente, el negro ostentaba una tranca prodigiosa y evidentemente nada natural. Tenía una longitud en reposo de unos 30 cm y un grosor de unos 10 cm de diámetro en el tronco, pero que pasaba a ser de 15 cm en el bálano, en el cual tenía implantado un piercing en forma de clavo retorcido que atravesaba dos veces la cabeza y se remataba en dos apreciables bolas.

Elena disimuló su preocupación como pudo. Pero dudó de que, si aquella verga estaba así en reposo, fuera capaz de entrar en su coño sin daño para ella.

  • Primero la boca, dijo la dueña.

Sin que Pau tuviese que dar la orden, contempló ufano cómo su madre hincaba las rodillas ante aquella bestia y se aplicaba a trabajar la tremenda herramienta con manos y lengua para intentar después engullirla a riesgo de dislocarse las mandíbulas.

Elena sabía que aquel era su agujero menos entrenado y, aparte esa preocupación, también estaba inquieta por la falta de preservativo. Pero si su Pau no había dicho nada por algo sería.

Enseguida vio que, pese a su agresiva apariencia, la polla no adquiría mucha mayor longitud al tremparse. Consiguió hacerla pasar por su garganta con clavo y todo, pero entonces el negro, a una orden de su dueña la sujetó con las manos de la nuca y tomó la iniciativa empezando a bombear en la garganta como si de una ano o un coño se tratase.

No fue capaz de evitar que tres veces se retirase de la polla con náuseas y medio ahogada. Una fugaz mirada a su hijo le dio una imagen circunspecta de él.

A continuación la dueña del negro indicó el uso de los otros dos agujeros y Elena se dispuso con presteza a cuatro patas y con sus pechos bien pegados a la mesa para facilitar la penetración. Sabía que esos agujeros los tenía mejor dominados y no tuvo mayores problemas para las penetraciones, salvo que fueron bastante dolorosas en ambos lados.

Con la gran verga aún metida en el coño, la dueña del negro les advirtió de no moverse y Elena, extrañada, vio como le untaba una crema lubricante en los antebrazos y los codos apoyados en la mesa y también en las rodillas.

  • Ahora, bestia, cierra los esfínteres a toda presión.

Elena obedeció y pronto notó cómo el negro la arrastraba deslizando por la mesa tirando únicamente de su polla retenida en el coño de la esclava. Llegados al extremo de la larga mesa, se hizo el trayecto de vuelta pero esta vez la verga tiraba del tenazmente cerrado ano de Elena. Los aplausos fueron estrepitosos y ella vio cómo su hijo sonreía orgullosamente. Elena se sintió muy feliz y más todavía cuando el presidente de la mesa aseveró que era la esclava mejor adiestrada que habían presentado en cinco años. Al menos en lo que se podía demostrar, añadió, sin duda en alusión a que no se podía examinar su resistencia a los castigos físicos.

Terminó la reunión con unos cuantos comisionados follando a Elena, entre los que se encontraba la dueña del negro, y otros, prefiriendo las abundantes carnes la gorda o su disponibilidad para ser flagelada, dedicando a ésta sus atenciones. El propietario de la niña negra había desaparecido avergonzado.

En la despedida, Pau acordó con la dueña del negro intercambiarse los esclavos tres horas a la semana. La intención de Pau era que el negro entrenase la garganta de su madre, agujero que era su punto débil.

  • Y pues señora. Ya sabe, puede usar mi esclava como quiera mientras no le deje marcas.

  • Había pensado, entre otros placeres que obtendré de ella y su barriga, que .... ejeeemm, que .... este ... ¿le importaría que atendiese también a mis dos perros?.

  • Por favor señora, faltaría más. Esta bestia está a la completa disposición de cualesquiera otras bestias. Verá qué espléndido comportamiento tiene con ellos. No necesita ayuda para follarlos y en poco tiempo será la hembra preferida de sus canes.

Cuando regresaban en el coche Elena se atrevió a preguntar a su hijo la razón de que no exigiese el condón cuando fue follada.

  • Con esta gente y toda la relacionada con ellos no es preciso. Tienen estrictas reglas sanitarias. Tu también te verás sometida a sus veterinarios.

CONTINUARÁ.