El regalo de Pablo (2)

Pablo comienza a conocer y explotar el "regalo" de su tío y se encuentra una mamá muy adicta a muchas perversiones.

Los planes inmediatos de Pablo se frustraron. No había tenido en cuenta que su hermano Tomás partía al día siguiente de campamento y estaría quince días en él.

Por otro lado su padre sufrió un esguince en un tobillo y hubiera sido descortés marcharse madre e hijo de excursión al campo dejando al viejo en una silla.

La mañana siguiente del regalo, éste ya comenzó a ser usado. Pablo llamó a su madre a su habitación y mostrándole su verga con la erección mañanera la ordenó mamársela y tragar el semen. Pero recordando su intención de preñarla cambió de agujero antes de eyacular y depositó el esperma en el coño de su madre. De inmediato se dio cuenta de que aún no le había retirado los anticonceptivos y la ordenó ir a por ellos y tirarlos a la basura.

Elena fue consciente de lo que se le venía encima y del incremento de las posibilidades de ser descubierta por su marido o por la asistenta.

Con la vagina escurriendo el semen de su hijo, ya que éste no había modificado la prohibición de su cuñado sobre el uso de ropa interior, la condujo con él al baño donde se encerraron. Otro peligro más.

Pablo se sentó en la taza y defecó sin pudor delante de su propiedad. Cuando terminó de hacerlo la ordenó limpiarle el ano con la lengua.

  • Esto será todas las mañanas.

  • Como mandes Pablito.

  • De Pablito nada. Pablo en público, si desconocen tu situación, y Don Pablo o Amo en privado o ante quienes sepan de tu esclavitud. Acércate, te he comprado un regalo que debes llevar siempre.

Elena se acercó a su hijo y éste manoseó su coño metiendo dos dedos dentro hasta que la golfa se humedeció como le ocurría invariablemente. Empujaba con su pelvis hacia los dedos del muchacho para que profundizasen más en su interior.

Pero se quedó con las ganas. Pablo le pellizcó sin piedad el clítoris y malogró la oleada de placer que le estaba llegando. Una vez lubricada la entrada Pablo le introdujo dos gordas y pesadas bolas chinas.

  • Solo las sacarás para follar. Descubrirás enseguida que tienen truco. Ahora siéntate en el lavabo y abre bien tus jamones.

Elena obedeció creyendo que su hijo le iba a comer el pelado y atractivo coño, pero sufrió otra frustración. El chico descubrió el clítoris fuera de su capuchón y pasó alrededor un hilo de nylon con un nudo marinero que apretó considerablemente.

  • Voy a la facultad. Te llamaré por el móvil para decirte cuando te lo quitas. Si lo haces antes vas a conocer lo que es pasarlo mal realmente.

Elena debió sufrir el molesto y doloroso nudo aprisionando su órgano durante dos horas. Cuando Pablo llamó para que se lo quitase ya pensaba que estaría gangrenado. Fue complicado cortar el hilo de nylon, sobre todo por el dolor del roce de la punta de las tijeras con el delicado bultito.

La llamada de su hijo la pilló ante su marido y al pelma de él, aburrido de estar sentado, se le ocurrió preguntar quien era y por qué llamaba. Salió airosamente del trance.

  • Nada, Pablo, que se le olvidó recargar la batería de la cámara digital, que se la enchufe porque le hace falta esta misma tarde.

Y tanto que le hacía falta. Lo comprobaría después de comer. Entretanto su problema de la mañana era estar apretando continuamente el esfínter de la vagina para evitar que se saliesen las pesadas bolas chinas que llevaba dentro. Además el movimiento la excitaba y no tuvo más remedio que masturbarse dos veces a pesar de la irritación del clítoris. Una señal de alarma fue que tanto su marido como la asistenta comentasen que esa mañana estaba muy poco dinámica, contra su costumbre. Adujo algo de cansancio para justificar tanto tiempo sentada. Pero es que retener las pesadas bolas era realmente fatigoso.

Sentados a la mesa para comer tras el regreso de Pablo, Elena encontró que su traspaso de propietario le planteaba ciertos problemas. Debía disimular ante su marido para que éste no percibiese el súbito respeto por el hijo mayor.

El chico era un bromista y se le ocurrió ese momento para accionar el mando a distancia de las bolas que las hacía vibrar. Elena se desconcertó al principio de notar la agradable sensación en su cavidad genital, pero pronto se dio cuenta de lo que sucedía al ver la mirada irónica del chico.

Poco rato después estaba al borde del orgasmo. Apresuradamente abandonó la mesa.

  • Perdón, creo que he olvidado una cazuela al fuego en la cocina.

  • Voy a ayudar a mamá.

Ante la mirada sarcástica de su hijo y tras la puerta de la cocina, Elena se entregó al climax entre sordos gemidos e irrefrenables convulsiones que hicieron salir las bolas y golpear en el suelo.

  • ¿Qué sucede?

  • Nada papá, se ha caído el almirez al suelo.

Y susurró: - hablando de mortero ...

  • Vuelve a meter las bolas en su sitio y date la vuelta.

Elena obedeció y notó como el grueso tarugo del almirez penetraba en su ano hasta el reborde del final del mango.

  • Ala, al comedor.

  • Querida, estás sofocada.

  • Sssi. El calor de la cocina.

Pero al sentarse le creció el agobio. El tarugo del almirez se le metió dentro del recto completamente. No tuvo Elena una comida agradable ese día. Ni tampoco pasó una buena tarde. Después de comer Pablo le dijo que bajase al sótano.

Al poco bajó él. Colocó una silla ante una de las desnudas paredes.

  • Quítate todas las joyas, suéltate el pelo y ponte esta ropa.

  • Pablo, el palo ese se me ha metido entero en el culo. Te lo ruego sácamelo.

El chico se acercó a ella, le acarició por encima de la blusa su pecho y de pronto la tomó un tremendo pellizco del pezón.

  • Don Pablo, Amo o Señor.

  • Don Pablo, por favor sáqueme eso.

  • Ahora no es prioritario. Quítate las joyas menos la alianza de matrimonio y ponte la ropa zorra.

Elena se despojó de todas sus joyas, se desnudó y se puso la ropa que había llevado Pablo. Un sujetador sin copas un poco apretado para ella, un liguero, unas bragas de látex sin entrepierna, unas medias de malla ancha, unos zapatos de largo tacón y una máscara. Todo ello rojo.

  • Pon una pierna sobre la silla abriendo bien el coño con tus dedos.

Pablo le hizo varias fotos con su cámara digital y la fue ordenando adoptar otras posturas a cual más descarada, insinuante y procaz.

  • Don Pablo, disculpe mi atrevimiento: Y estas fotos ¿para qué son?.

  • Mira perra, la asignación que me da el viejo es insuficiente para mis necesidades. Por otra parte tengo planes para mejorar tu cuerpo y tus habilidades que requieren dinero. La forma más fácil de conseguirlo es precisamente con el cuerpo que quiero mejorar. ¿Lo vas captando?.

Elena se aterrorizó barruntando lo que seguía.

  • El tío Eduardo no te ha sabido explotar debidamente, pero yo si. Te voy a abrir una web para anunciar tus servicios como prostituta de lujo. Ahí estarán estas fotos y la tabla de tarifas. Todas las mañanas mirarás el correo para ver qué clientes tienes y concertar las citas. Tienes que ser selecta. Poco trabajo pero de calidad. Abriré una cuenta corriente a nombre de los dos donde ingresarás los beneficios.

  • ¡ Por Dios, Pablito, eso no, cariño soy tu madre. Esto era un desliz con Eduardo, pero contigo es una locura.

Pablo le arreó un violento patadón en las nalgas que hundió más el tarugo en el recto de la pobre mamá.

  • Haberlo pensado antes, furcia incontinente.

Le sacó con escaso miramiento el palo del culo comentando que ese agujero también debía ser adiestrado debidamente.

En los días que siguieron Elena no se acostumbraba a la idea de que ya no podía reñir a su hijo por quedarse en la cama sin ir a la facultad. Mucho menos abroncarlo por el desorden de su habitación.

Pablo además no le dio muchas facilidades. Su anterior propietario, Eduardo, la utilizaba a fondo una vez por semana de ordinario, y al no residir en la misma casa y no tener convivencia habitual era fácil disimular su condición de esclava sexual.

Eduardo le había entregado a Pablo el contrato de esclavitud que no imponía otra restricción que no inflingirla castigos que dejasen marcas que pudiera percibir su marido. Por tanto Pablo se aprovechó de las otras ilimitadas posibilidades que le otorgaba el contrato. Se podía torturar muy bien a alguien sin necesidad de lacerar la carne. Y Pablo disfrutaba de una inmensa imaginación.

No había ocasión en que su hijo no la utilizase de una u otra forma, sobremanera depositando su semen en su coño para preñarla. Y menos mal que las ocasiones no eran demasiadas, porque su padre estaba en la casa continuamente.

Elena estaba segura de que su hijo no aguantaría hasta el parto, aunque quedara preñada ya mismo, sin forzar el divorcio. Estaba desbocado con su regalo y las ganas de jugar con él como un niño al día siguiente de la fiesta de Reyes. Tenía al menos la esperanza de que, tal como los niños, se aburriese del regalo y la arrinconase o al menos la disfrutase con menos frecuencia.

Pablo se enfrascó en el diseño de la página web de oferta de prostitución de su madre y en algo que lo tenía lejos de casa. Pero eso no impedía el protocolo matinal ni la imposición de las bolas chinas en su coño y otras, no mucho más pequeñas y pesadas, en el ano.

Antes de una semana Elena ya dominaba la retención de las bolas de uno y otro orificio. Se sorprendió de la facilidad con que sus esfínteres se adaptaron al trabajo de sujetarlas dentro. Regularmente su hijo la anudaba el hilo de nylon tanto en el clítoris como en los pezones, aunque no se excedía en el tiempo como la primera vez.

Con la excusa de buscar en el sótano un juguete de la infancia que había recordado, Eduardo les visitó una tarde y bajaron a buscarlo. Era el mejor sitio porque las empinadas escaleras disuadían a su marido de bajar con ellos dado el estado de su pié.

Allí la hicieron desnudar y Eduardo examinó con sus dedos la presión de los esfínteres de su ex esclava y el avance en la elongación de los pezones y el clítoris. Alabó la pericia de su sobrino con la modificación de la perra pero le recriminó que quizá iba demasiado aprisa y su hermano se daría cuenta.

  • Le has elongado los pezones y el clítoris a esta bestia dos milímetros en menos de una semana. Él lo notará. Tienes que tener más paciencia. Lo de la presión de sus esfínteres está mejor. Buen trabajo si la zorra no le presiona demasiado la polla cuando se la folle.

Mientras hablaban de ella como una res en una feria, Eduardo la colocó contra la pared y le metió su verga en el culo bombeando sin consideración.

  • ¿Y como va lo del preñado?

  • En ello estamos, hazme el favor de no correrte en su culo, que no estamos para desperdiciar el tiempo. Este animal no es tan joven como para esperar años.

  • ¿Tienes establecidas las tarifas de sus servicios?

  • Si. Ya me he asesorado de cuanto puedo pedir y según la tarea por una puta de su edad. Las he subido un poco porque la ramera está bastante maciza, es mona, higiénica, culta y nada hortera.

  • Yaaa ya .. pfssss. Ya le he soltado la carga en el coño. Si no se queda preñada no será por mi culpa. La zorra de ella se ha corrido al mismo tiempo.

  • Es irremediable. Como haga lo mismo con los clientes nadie se va a creer que es una ramera, mejor, pediré más dinero.

  • Bueno, os dejo, que el cotilla de mi hermano va a bajar. Me llevo el juego Ezin este de construcciones para disimular.

Elena quedó satisfecha de la evaluación de su actual dueño y del anterior, y sobre todo de si misma, que había tenido un comportamiento impecable mientras la examinaban y la inseminaban. No había hablado nada y había mantenido la vista baja y las posturas requeridas a su condición.

. . . . .

  • Bueno. Ya está activada tu página profesional. El teléfono de contacto es mi móvil y la dirección de correo la mía. Yo seleccionaré tus clientes. No quiero basura ni servicios vulgares y poco productivos. Puta, tu vales mucho.

  • Gracias, Don Pablo. Para servirle a usted y a quien ordene con mucho gusto.

  • Dile al viejo que esta tarde vas de compras. Te espero en Pineda, en la plaza del ayuntamiento a las seis.

  • Disculpe señor, ¿Me va a prostituir ya o me va a ceder?. Si no tiene inconveniente desearía saber el tiempo que se me va a usar para buscar una disculpa ante su padre.

  • Solamente voy a presentarte a mi novia. Tres horas. Estarás de regreso a las nueve de la noche.

  • Bien, no es muy tarde. Puedo encontrar muchas justificaciones.

A la hora ordenada estaba puntualmente Elena en la puerta del Ayuntamiento. Apareció, también puntual, Pablo acompañado de una chiquita morena y regordeta, de carita redonda e infantil enmarcada en una melenita corta, gesto simpático en una boca de labios generosos y atractiva sonrisa. Con ellos venía una mujer negra, ya mayor, quizá 45 años o más. Era atractiva y muy corpulenta sin ser gorda.

  • En cuanto me ganes dinero voy a sacarme el carente de conducir. Silvia, mi novia es menor de edad y siempre tiene que llevarnos a todas partes Aurelia, que es su criada, o algún amigo. Un rollo. Al menos para mi tengo el ciclomotor pero no puedo llevara Silvia y el equipaje.

No hubo presentación de ella.

Se dirigieron a las afueras de Pineda a un chalet. Por lo que entendió Elena, el chalet era la casa de vacaciones familiar y la chiquita se había apoderado de las llaves para hacer lo que fuera que íbamos a hacer allí.

Ya en el interior, Pablo se arrellenó en un sofá mientras indicaba a su novia y su madre que se desnudasen. Entretanto la negra hurgaba en la bolsa de equipaje sacando cosas y ordenándolas.

Silvia se desnudó y con gran desparpajo, mientras que Elena volvía a sufrir la angustia que le invadía cuando tenía que estar desnuda en público. No comprendía la causa, porque sin embargo no le había importado nunca que la hubieran usado en la cama hasta tres hombres a la vez. Debía ser que, metida en faena, se le iba la vergüenza.

La pizpireta gordita tenía una piel blanca como la leche y de perfecta tersura. Tetas pequeñitas, que caían como perolitos sobre una barriguilla atractivamente prominente. Unas nalgas gordas sustentadas por anchas caderas contrastadas con estrecha y corta cintura daban paso a unos muslos verdaderamente rotundos y macizos.

Sin embargo lo que atraía de inmediato la mirada era que presentaba unos pezones muy largos y gruesos sobre unas aréolas extensísimas y anormalmente hinchadas. Los descomunales pezones estaban horadados por gruesos y grandes anillos dorados.

Su pubis era igualmente interesante. Depilado por completo, entre unos labios exteriores abultadísimos y sobresalientes de la ya de por si destacada carnosidad del monte de Venus asomaba un fenomenal clítoris de unos 4 cm de largo y 2 cm de grueso, perforado por una argolla de formidable tamaño y grosor. Tres argollas más se destacaban en cada labio y estaban unidas por parejas enfrentadas mediante sendos candados.

  • Qué esclava, qué te parece mi novia. Te la enseño para que veas como me gustan las mujeres y como quiero modificarte a ti, aparte de otras cosas, cuando te divorcies.

Si Pablo había esperado una reacción adversa de su madre, se equivocó de lleno. Elena estaba asombrada por las deformaciones, pero en ningún modo se sentía repelida. Por el contrario. le atraía el aspecto de los genitales y los pechos de la muchacha. Inconscientemente se delató.

  • ¿Cuanto se tarda en conseguir esos atributos?

  • Silvi tiene 16 años. La empecé a reformar a los 14. En una adulta se tardará más en conseguir efectos tan brillantes. Veo que te gusta mi novia. Silvi, agradece el halago de tu suegra aunque no lo haya pronunciado.

La gordita adolescente se acercó a Elena y comenzó a acariciar su pródigo cuerpazo con sus preciosas manitas de bien cuidada manicura y pintadas en rojo oscuro. No dejó un centímetro de las carnes de su suegra sin acariciar ni dejar de alabar su magnífica morfología.

  • Ya entiendo por qué mi novio es tan subyugador, por haber nacido de estas carnes tan apetitosas.

Como si fuera algo habitual para ella chupó los pezones de Elena, acarició su inevitablemente húmeda entrepierna, metió sus deditos en los agujeros.

  • Cariño, tu mami está taponada en los dos agujeros.

  • Ah, si, Silvi, quítale las bolas.

La nena sacó las bolas chinas de los dos orificios con lentitud y cariño mientras manipulaba el clítoris de su futura parienta. Como el peso de las bolas, en ambos lados, las colocaba inexorablemente taponando los orificios, cosa que era el objetivo para forzar a los músculos de los esfínteres a retenerlas y así obtener elasticidad de ellos, al sacar las esferas manaron por ambos lados cantidades de jugos retenidos.

Silvia aplicó su boca al coño de la suegra y se bebió los líquidos alabando su sabor y abundancia mientras le metía a Elena dos deditos en el ano. Ésta no pudo aguantarse y se entregó a un orgasmo que incrementó la abundancia de sus secreciones.

  • Aurelia, ayúdame, que esta guarrona nos va a manchar la alfombra y mami se dará cuenta.

La negra no dudó en aplicar la boca en el culo de Elena y sorber los fluídos excrementos que manaba mientras la nena se ocupaba de la secreción vaginal.

  • Bueno cariño, deja de jugar y enséñale a la puta que me parió tus habilidades.

  • Si, mi amorcito.

Silvia se levantó con donaire, se metió dos dedos de cada mano en el ano inclinándose de espaldas a Elena para que lo viese bien y, sin lubricante alguno y sin la menor molestia, se sentó en el regazo de su novio enfundándose su respetable verga en el agujero libre, ya que el otro estaba cerrado por los candados.

  • Homenajea a tu nuera en agradecimiento al orgasmo que te he proporcionado.

Elena se arrodilló ante la pareja observando extasiada la manera en que el esfínter anal de Silvia presionaba la polla de su chico. Ante la barrera que los candados suponía para acceder a la vagina de la niña, se dedicó a sus tetitas, aunque también un poco confundida por las argollas de los pezones.

  • ¿Para que crees que son las anillas, zorra?. Tira de ellas.

La mujer consiguió poco a poco adaptar los tirones de los pezones al movimiento de cabalgada de la chica. Escuchaba sonar mas abajo el entrechoque de los candados.

Poco después noto dos dedos invadiendo su vagina y de reojo vio una mano de la negra acariciar sus colgantes tetas. Más tarde se percató que tenía metidos tres de los dedos.

Repentinamente Pablo levantó a su chica sacándole la polla del ano, fue a la mesa donde estaban ordenados los objetos de la bolsa y regresó con tres plomadas. Dos las colgó de los pezones de la niña y la otra de la anilla del clítoris. La colocó a cuatro patas y la comenzó a sodomizar con una violencia tremenda.

Elena, follada por los tres dedos de la negra Aurelia que intentaba meter el cuarto, no quitaba ojo de los vaivenes de las pesas de la chica que debían atormentar indeciblemente los tres bultillos. Sorprendida escuchó a Silvia:

  • Más fuerte mi amor, más fuerte. Destrózame. Mi dolor es la prueba de mi amor. Cuanto más sufra más demostraré mi entrega.

Pablo no llegó a correrse y Aurelia desistió de meter el cuarto dedo en la vagina de Elena. Pero no por ello la mujer iba a dejar sus aventuras por ese día.

Silvia siguió a cuatro patas y pegó su cabeza al suelo levantando más si cabe sus dulces, gordas y compactas nalgas blanquitas. Aurelia se le acercó por detrás y comenzó a meter sus gruesos y largos dedos en el ano. Ya se explicaba Elena por qué su culo se negaba a admitir cuatro dedos.

Pero como alucinada observó que le entraban los cuatro sin problema, no en la vagina, sino en el ano, a aquella adolescente. Creía estar alucinando cuando las diestras manos de la negra comenzaron a meter los dedos de la otra mano hasta tener los otros cuatro.

Casi le fue indiferente que su hijo, a su lado apretase y retorciese sus jugosos pezones. Es más, casi lo agradecía por experimentar algo solidario con la niña.

Cuando Aurelia tuvo metidos los ocho dedos, apalancó el esfínter hacia los lados e introdujo los dos pulgares que faltaban. Llegar hasta las muñecas fue sencillo y un alivio para la chica que sudaba a mares.

Aurelia comenzó un lento vaivén follándose a la nena con las dos manos dentro de su recto mientras su víctima sonreía forzadamente a su novio y su futura suegra. Incluso en una alarde de heroicidad comenzó ella misma a tironearse de la descomunal argolla de su no menos fenomenal clítoris.

Los dedos de Pablo torturaban ahora el clítoris de su madre ante la pasividad de ésta, que estaba intentando asimilar esa esotérica relación entre el sexo y el dolor que había barruntado, pero no descubierto nunca por completo.

Aurelia fue sacando sus manos del culo de Silvia quien quedó extenuada sobre el suelo.

  • Ven, puta madre. Te enseñaré como mi novia ha conseguido eso. Que, por supuesto tu también conseguirás.

En estado de ensoñación, Elena fue conducida por Aurelia a una mesa y colocada boca arriba pero no tumbada, sino apoyada en sus codos.

  • Gran ramera, ahora vas a experimentar la máquina que hará más atractivos, fuertes e insensibles al dolor, pero también al placer, tus pezones y tu clítoris.

Aurelia encendió un compresor eléctrico que, según su conexión podía emitir aire a presión o provocar succión. Por la parte de succión colocó a Elena en los pezones y en el clítoris unas cápsulas de vacío que absorbían sus delicados órganos provocando su dilatación. Por la parte de compresión introdujo dos penes hinchables en cada uno de sus agujeros inferiores que pronto comenzaron a dilatar los esfínteres.

Elena sentía una sensación rara por las cápsulas de vacío y otra dolorosa por la severa dilatación de sus orificios. En cualquier caso se sentía muy incómoda.

Sin embargo no estuvo mucho tiempo sometida al infernal aparato. Pablo solamente había querido que tuviese un adelanto de loa que la esperaba.

  • Mañana irás a comprar el aparato, junto con otras cosas al sex shop que te indicaré. Todos los días te aplicarás los dilatadores en los agujeros de acuerdo con la tabla de tiempos y presiones que viene en el manual de uso. De momento no te aplicarás la succión porque el viejo se daría cuenta. Para compensar el efecto de la dilatación seguirás portando las bolas chinas.

Elena gimió, pero no manifestó oposición a aquel designio.

  • Ponte a cuatro patas que vamos a follar un rato.

Si ella creía que la iba a follar su hijo se llevó un chasco. Tras ella se colocó la enorme negra con un buen falo soportado por un arnés mientras Pablo ponía a su novia en igual postura frente a ella. Las empalaron a ambas por el ano y las ordenaron besarse. A punto de eyacular el chaval, saco el pene del ano de su rechoncha novia y se derramó por la cara de ambas, a las que ordenó lamerse recíprocamente el esperma.

Después salieron los cuatro al jardín y arrodillaron a Elena. Los tres orinaron sobre ella, que fue invitada a degustar y tragar parte del dorado líquido. Cuando Pablo le pidió opinión aseguró que la orina mas sabrosa era la de su futura nuera.

Regresaron a Barcelona por separado. Aurelia se llevó a Silvia y Pablo se fue con su madre en el auto de esta.

  • ¿Qué te parece mi novia?

  • Muy atractiva y muy simpática. Me gusta. Por qué la tienes cerrada la vagina con candados.

  • Es un poco zorrilla y no me extrañaría que me pusiera los cuernos, sobre todo con su hermano, que anda intentando levársela al huerto. No me importa que folle por el culo, pero no quiero que la usen por el sitio de donde saldrán algún día mis hijos.

  • Ah, comprendo.

  • Cuando lleguemos a casa te daré las direcciones de tres clientes que quieren tus servicios. Te pones en contacto con ellos y te administras el tiempo. No me importa a cuantos atiendas ni de que manera - eso si siempre con condón- pero yo necesito 600 euros semanales aparte de la asignación del viejo y tu verás cuanto para pagarte el gimnasio y el salón de belleza especiales a los que te he apuntado.

. . . . .

Elena no encontró desagradable el ejercicio de la prostitución, aunque sí las maniobras necesarias para disimular ante su marido, que no percibió el incremento de las salidas de su mujer. La rara facilidad para una puta con que alcanzaba el orgasmo pronto la reportó unos entusiastas y fieles clientes escogidos y bastante generosos, lo que la tranquilizó bastante, pues había temido tener que enfrentarse a problemas con tipos violentos o depravados, aunque los depravados, visto lo de su cuñado, su hijo y ella misma no le asustaba demasiado.

Los ingresos superaban con creces los gatos de Pablo y los adicionales que se daban a menudo. La cuenta corriente común crecía, sosegada, pero sólidamente.

Hubo una bronca en casa el domingo cuando Elena le dijo a su marido que no iría a misa porque se estaba replanteando el sentido de su vida. Dos días más tarde, cuando Pablo ordenó que se dejase crecer un poco más las uñas de las manos y se las pintase de rojo los lunes, martes y miércoles, y el resto plateadas, hubo otra bronca aún mayor.

Para evitar que su padre indagase en la razón de su madre para pintarse las uñas, Pablo distrajo la atención a otro tema que sabía más delicado para su padre.

  • Papá, me voy a afiliar a ERC y quiero que me llaméis Pau, en lugar de Pablo.

Como esperaba, el señor españolista centralista montó tal cisco que cualquier cosa relacionada con su esposa cayó en el olvido.

Una hora después de que su marido y padre, recuperado ya del esguince saliera rumbo a su trabajo, Pablo y Elena salieron rumbo al campo.

Arribaron a una granja donde les recibió una pareja que rondaba la cincuentena. Saludaron a su hijo ignorándola a ella y todos juntos se dirigieron a la casa.

  • Vamos a preparar a la perra -dijo la mujer comenzando a desnudar a Elena, tarea que poco duró, ya que llevaba exclusivamente un veraniego vestido de algodón que cayó al suelo al soltar los tirantes.

El hombre alabó los atributos de la perra mientras la mujer examinaba táctilmente todo el cuerpo, amasando pechos y nalgas y metiendo los dedos en los orificios, donde se topó con las bolas chinas. Pau la indicó que las sacase. Se le había olvidado extraerlas en casa.

  • Está bien dilatada, aunque cierra con fuerza. Buen ejercicio el de retener dentro esas bolas tan pesadas y sin llevar bragas que las contengan.

  • Si, lo ensayé con mi novia y dio un resultado espectacular. Se lo conté a su anterior propietario. Él iba ya a imponerle la disciplina cuando llegó el día de mi cumpleaños y se la pedí como regalo. De todas formas estaba a punto de venderla, ya que se había hecho con otra hembra más joven.

Elena se crispó de rabia al saber aquel detalle de su cuñado Eduardo. Si ya estaba sonrojada de la vergüenza que, como siempre, le provocaba la exhibición desnuda ante extraños, con la indignación se puso como un tomate.

La mujer le colocó un collar de cuero al que sujetó una cadena y sin más demora tiró de ella hacia fuera de la casa. Se dirigieron los cuatro a otra edificación atravesando el patio donde unos peones dejaron de trabajar para observar la escena y sobre todo el soberbio cuerpo desnudo de Elena ataviada tan solo con el collar y zapatos de tacón.

  • ¿Es la primera vez que la aparean con un animal?

  • Si. Quiero que empiece ahora, ya que la tengo en proceso de preñado y quiero que sea una experta para cuando se le abulte el vientre. Será todo un espectáculo.

  • ¿Espectáculo?. ¿La piensa exhibir en algún local follándose perros con su panza?

  • También la pondré a trabajar en películas.

  • Bueno, aquí será donde la apareemos. ¿Puedo usarla mientras la follan?

  • Si, claro. Pero la voy a filmar, no sé si usted o su esposa querrán salir en la cinta.

  • ¿No puede hacer borrosas nuestras caras?

  • Si, eso haré.

La mujer había salido y regresó al poco con Rottweiler que a Elena la espantó. No se había revelado con la decisión de Pau de someterla a aquella humillación, pero al ver aquel perro le entró pánico.

La hicieron apoyarse sobre un banquetin y le untaron el coño con un líquido. Después acercaron el hocico del chucho y éste se puso a lamer mientras la mujer manejaba el pene para animarlo. Pronto estuvo en disposición de coíto y sin la menor vacilación la mujer los colocó culo contra culo e introdujo su gran verga en el coño de Elena, procediendo ella misma a sacarlo y meterlo como si se tratase de un consolador. El perro se dejaba hacer tranquilamente y Elena se tranquilizó. La mujer manejaba el pene con una mano al tiempo que con la otra acariciaba el clítoris de la forzada perra que, dejándose llevar por su inagotable lujuria, empezó a sacarle gusto a la situación. No pudo llegar a un orgasmo ya que, primero el hombre se vació en su boca y poco después sintió su vagina inundada por el esperma del animal.

Pau había estado filmando toda la escena ante el disgusto de su madre, ya que ni tan siquiera se había privado de colocar el objetivo tomando primeros planos de su cara.

Terminada la coyunda la volvieron a conducir a la casa por medio del patio ante la vista de los peones y mientras a Elena le resbalaban por los hermosos y recios muslos los grandes cuajarones de esperma que de su vagina escapaban.

La mandaron irse a duchar y administrarse una irrigación vaginal para limpiarse el esperma y después comieron juntos. Ella, por supuesto, desnuda y con el collar.

La comida fue un verdadero suplicio ya que su hijo no se privó de contar cualquier intimidad de ella, incidiendo en lo depravada zorra que era y su éxito como ramera de lujo.

Les contó que tenía intención de modificar la página web ofreciéndola también como prostituta de mascotas.

No dudó en revelar que la perra era su propia madre ni en exponer sus intenciones de divorciarla en cuanto pariese la camada que estaban intentando generar en su útero él, su tío y, dentro de poco, su joven hermano. Tampoco se privó de comentar que, una vez divorciada, nada impediría un uso más agresivo del cuerpo de la puta que, asimismo, llevaría ya una vida menos regalada y placentera.

Les contó con detalle como iba a decorarla y hasta dibujó los tatuajes que le pondría. También describió la jaula que pensaba encargar para alojarla.

Después de comer, mientras tomaban café y unas copas, sacaron a la perra al exterior y la ataron de su cadena a una argolla de la pared. El hombre dijo a los peones:

  • Se mira pero no se toca.

Elena quedó expuesta a la observación de aquellos hombres que no la tocaron, pero tampoco se privaron de hacer soeces comentarios sobre su anatomía y sobre su condición de sumisa.

Terminada la sobremesa la volvieron a conducir al mismo lugar anterior para aparearla con otro animal. Esta vez no sería auxiliada por la mujer. Se entendería ella sola con el bicho. Los peones solicitaron permiso para presenciar el coito y Pau se lo concedió generosamente, hecho que provocó la consabida oleada de rubor y vergüenza en Elena.

La mujer de la granja trajo un pastor alemán. Tan tranquilo como el otro perro –después supo que estaban adiestrados para cruzarlos con hembras humanas- pero de pene más pequeño. Tras untar el pelado coño de Elena con el líquido la dejaron a su ventura.

Elena se tumbó y se dejó lamer el coño mientras tomaba con su mano el pene para excitarlo como había hecho por la mañana la mujer. De motu propio se animó a hacer una mamada al animal que tuvo bastante éxito.

Se colocó a cuatro patas ofreciendo su sexo al bicho el cual la montó con maestría y experiencia. La pobre se sorprendió cuando el pene entró por el ano y no por la vagina como esperaba, pero no intentó cambiar la cosa y se resignó a la sodomización canina.

Su viciosa naturaleza hizo que, pese a la vergüenza por la pública exposición del trance que iba a pasar y su humillación, no tuviese reparo en llevar una mano a su clítoris y acariciarse ante el entusiasmo de los presentes, que comenzaron a aplaudir y jalear, salvo Pau, ocupado en grabar el vídeo.

Las enérgicas sacudidas del perro pronto la condujeron al borde del orgasmo manifestándolo con roncos gemidos de placer que agradaron a los espectadores por su parecido con los de un animal. La mujer se había acomodado, a su juicio con gran disposición, a su condición de bestia.

El orgasmo la llegó cuando sintió su vagina casi reventar por la caudalosa eyaculación del animal y lo manifestó con un bramido y fuertes convulsiones que alejaron al satisfecho perro dejándola agotada de placer en el suelo.

Cuando se recuperó, instintivamente, sin recordar a los espectadores, se llevó una mano al coño para recoger el semen que salía y llevárselo a la boca. El estruendo de aplausos de los presentes la sacó de su ensoñación retornándola al bochorno.

Los peones solicitaron a Pau que les permitiese mearla para limpiarla y el chico se lo concedió. Elena, de rodillas recibió la dorada lluvia de los tres peones y el encargado sobre la cara, tetas y coño. Poco después fue la mujer quien la orinó forzándola a abrir la boca.

Después de ducharse, esta vez en el patio ante todos, y con una manguera de agua fría que la mujer le metió dentro del coño y el recto para limpiarla, se dispusieron a regresar a casa.

  • Bueno, para la próxima vez le tendremos unos hermosos ejemplares de asno y de caballo. Tal y como se ha comportado no me cabe duda de que los acogerá muy bien. Es una perfecta ramera.

Elena superó con gran maestría su enfrentamiento a las dos enormes bestias dos días antes del regreso de su hijo Tomás. En la granja los peones relatan que nunca habían visto una mujer tan guarra que se pusiese ante ellos para soltar como un surtidor el esperma equino que inundó su vagina mientras se corría escandalosamente. Y eso que era tímida decían.

. . . . .

  • Mañana libra la asistenta y Tomás no irá a clase. Lo despiertas cuando el viejo salga para el curro y ya sabes qué sucederá. Así que quiero bien limpios esos intestinos.

  • Si, señor Pau, como disponga. Estaré preparada.

  • ¿Como andas con el período?

  • Ya tendría que haberme venido.

  • Si te viene esta noche o mañana por la mañana suspendemos el desvirgamiento de Tomás. No quiero que suceda en forma tan desagradable.

  • Disculpe Amo: ¿Tendré que seducirlo yo sola?

  • No, puta, ya está al tanto de que te va a follar. No será tan difícil. Es tan solo un acto animal sin ninguna implicación sentimental.

  • Gracias Amo Pau. No me veía muy capacitada para seducirlo.

  • He cancelado los dos servicios que ibas a hacer esta tarde para que te esmeres en tu limpieza y presentación y te mentalices en hacer bien la tarea, nada de prejuicios.

  • Ya no tengo casi prejuicios Amo Pau.

  • ¿Cuáles te quedan?

  • El que no supero es que me exhiba en público desnuda.

  • Pues en cuanto te divorcies del viejo eso va a ser lo habitual.

  • Ya me lo espero.

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  • Bueno Tomás, aquí tienes a la puta. Anda zorra, desnúdate para el chico y muéstrale detalladamente el género.

Elena, roja de vergüenza, y más ante su hijo pequeño, dejó caer el holgado vestido de algodón, ropa que siempre vestía cuando no estaba su marido que pudiera notar los pezones marcados. Después, con el arte adquirido de su sus prestaciones como prostituta, fue enseñando a su vástago sus colmados pechos, sus vasta nalgas y sus macizos muslos. Se movía con voluptuosidad para excitar al chaval y lo consiguió plenamente.

Cuando se acercó para mostrar sus agujeros con todo pormenor y para que probase sus caldos, el chico ya tenía la polla fuera y se masturbaba. Maternalmente se apoderó de ella con sus suaves y elegantes manos de uñas pintadas ese día de rojo y se hizo cargo de la labor de la masturbación.

Mientras su madre le acariciaba el miembro con dedicación, Pau comenzó a explicar al chaval las peculiaridades y utilidades de la anatomía femenina incitándole a tocar y amasar sin cuidado.

Elena era interrumpida frecuentemente en su tarea con la polla de Tomás ya que la forzaban a cambiar de posición a su antojo para examinar y palpar sus encantos.

  • Lo mejor de la puta es su coño depilado. Ya he conseguido que le quepa una mano entera. Espera que le saque las bolas y lo comprobarás.

  • ¿Para qué lleva las bolas dentro?

  • Son unas bolas de metal bastante pesadas que tienden a salirse del coño, como no lleva bragas por orden mía tiene que retenerlas dentro apretando sus músculos. Con eso se consigue que el coño siga prieto al follarlo, pero que se pueda jugar a muchas cosas con él porque al mismo tiempo se puede abrir mucho ya que la tengo sometida a un tratamiento de dilatación. Lo mismo pasa con el otro agujero.

  • ¿Ese bultito de arriba es el famoso clítoris?

  • Ese es. Acariciándolo les da placer a las zorras, pero si lo pellizcas les duele mucho. Mira.

Y Pau pellizcó sin piedad el clítoris de su madre que se retorció de dolor.

  • ¿Lo ves?. Lo mismo pasa con los pezones, prueba tu.

Esta vez fue el peque quien martirizó a su madre sin contemplaciones retorciendo sus jugosos pezones. También comenzó a amasar enérgicamente las tetas.

  • ¿No tienen leche?

  • Si no están recién paridas no sueltan leche. Estoy en la tarea de preñarla, aunque creo que ya lo está. Cuando haya parido nos beberemos su leche. De todas maneras, al folles por donde la folles quiero que termines en su vagina para asegurarnos la fecundación.

Por espacio de media hora duró la humillante conversación entre los dos hermanos sobre la calidad de Elena, que se sentía como un animal en la feria de ganado pero al mismo tiempo morbosamente satisfecha de la utilidad de sus carnes.

Cuando decidieron follarla tenía el coño ya empapado y los pezones y clítoris tan duros que parecía iban a reventarle. Primero mamó la verga de Tomás mientras Pau follaba sus culo con dos dedos que pronto pasaron a ser tres y terminaron en cuatro. No se atrevió a meter la mano entera por si estropeaba su propiedad. Tiempo habría para ello.

Donde si entró la más pequeña mano de Tomás fue en el coño de su madre a la que folló con el puño enérgicamente mientras su hermano ocupaba la vacía boca. La puta no pudo seguir sin entregarse a un merecido orgasmo que empapó la cama cuando Tomás sacó el puño. El chico quedó un poco desconcertado con los gritos de su madre y temió haberla hecho daño.

  • No te preocupes, esta ramera es tan calentorra que sus orgasmos son siempre como si fuera el ultimo que fuera a tener. Ha sido capaz de correrse como una loca follando con un perro y delante de cinco desconocidos. No te digo más.

  • ¿La han follado perros?

  • Y caballos. Ya te llevaré un día para que veas como se maneja con ellos..

Tomás pudo comprobar posteriormente que, pese haber tenido el puño dentro de su madre, cuando él metió la polla se encontró con una deliciosa presión durante el coito que logró vaciarle en poco rato coincidiendo con el nuevo orgasmo de la puta. Orgasmo si cabe más profundo por el morbo de sentir en su interior y por primera vez el semen de su otro hijo.

Sin cambiar de posición, Pau se la introdujo por el ano y Tomás se dedicó a manosearla, insistiendo en los pechos que le tenían fascinado. No paraba de amasarlos y estrujarlos, mordiendo y succionando los pezones. No tardó en tener su juvenil instrumento dispuesto otra vez y lo ofreció a la boca de Elena que comenzó a mamarlo con fruición.

Paú sugirió que se la volviese a meter en el coño y Elena se encontró gozosamente orgullosa de tener atiborrados sus orificios por las pollas de sus dos únicos vástagos.

Pau no terminó en el ano. Cuando estaba a punto la sacó y la metió en el agujero frontal junto con la de su hermano. Se corrieron los tres juntos. Tras el tercer orgasmo Elena quedo ensoñada. Nunca hubiera imaginado que le ocurriese algo tan dichoso como ser depositaria del adorado esperma de sus hijos al mismo tiempo. Deseó haberse quedado preñada en ese momento.

Esa mañana Elena fue utilizada por los chicos de todas las formas posibles, a las que se entregó con verdadera devoción, incluyendo las meadas en la boca con deglución incluida que le ofrecieron en el jardín. Menos mal que las altas tapias les ocultaban a la vista.

  • Bueno Tomás, ¿qué te parece mi esclava?.

  • Es una gran puta fogosa y muy complaciente.

  • Te la prestaré de cuando en cuando, pero como la uses sin mi permiso te corto un huevo. Eres muy dado a utilizar mis cosas sin permiso. Mi esclava no es como el ciclomotor, la cámara o el diskman. Este es un animal de uso muy reservado.

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continuará.