El regalo de mi novio
Un sábado por la tarde mi novio me dio un regalo lleno de sorpresas y morbo, nunca lo había pasado tan bien.
EL REGALO DE MI NOVIO
Era sábado por la mañana, alguien llamó al portero automático, era Carlos mi novio, había traído pasteles para desayunar, también traía un paquete enorme envuelto en papel de regalo. Pensé que era su forma de arreglar las cosas entre nosotros, ya que últimamente parecía que no hacíamos otra cosa más que pelearnos.
Hice café y desayunamos juntos los pasteles que trajo. Yo estaba impaciente por saber que habría en el regalo, pero aún no me lo había dado. No aguante más, así que le pregunté, que qué era ese paquete, que si era para mí. El me contesto que por qué pensaba eso, yo me levanté, me senté en sus rodillas poniendo cara de niña buena y le di un dulce e inocente beso en la mejilla "por que sabes que a tu niña le encantan los regalos" le dije, el dibujo una sonrisa pícara en su rostro y me dijo, "si nena es un regalo para ti, pero sólo te lo daré si me prometes no abrirlo hasta una hora después de que me valla". Insistí sin éxito para que me lo diera antes, pero nada no me salí con la mía.
A eso de las dos de la tarde se marchó, yo decidí cumplir mi promesa y espere paciente a que pasara esa hora, cuando el reloj marcó las tres justas corrí hacia mi habitación que es donde lo tenía guardado para que mis padres no lo vieran. Cuando lo abrí, pude ver que dentro había varios paquetitos pequeños con números y una nota que decía, "Hola nena, esta es la primera parte del juego, en esta caja hay varios paquetes cada uno con un número, abre el primero y hasta que no completes lo que dice la nota de su interior no puedes abrir el siente", valla, que original pensé yo, nunca dejará de sorprenderme mi chico. Es capaz de inventar lo que sea para que estemos bien.
Nerviosa e intrigada abrí el paquete número uno, dentro había una botellita de gel de baño para hacer espuma, unas sales de baño relajantes y dos perlas de baño con olor a rosas, también había una notita que ponía "preciosa date un baño relajante de una hora, saldrás oliendo a rosas" pero antes abre el paquete número dos.
Ummm, un baño con espuma, me encanta pensé, así que seguí con mi misión y emocionada abrí mi paquete número dos, este era más pequeño, cuando le quité el papel vi que era un libro de relatos eróticos, se titulaba "Pide un deseo: relatos eróticos sobre cumpleaños muy felices" míralo, que morboso él, ley la nota adjunta al libro, "Para que no te aburras en el baño".
En media hora todo estaba listo, mi bañera llena de burbujas, sales y un embriagador olor a rosas llenaba la habitación, me desnudé y me introduje en el agua caliente, las burbujas hacían que mi piel se erizase, en seguida comencé a relajarme en el agua caliente y entonces empecé a leer el libro que me había regalado. Estuve cerca de una hora en el baño, y durante ese tiempo pude leer tres relatos y a pesar de que nunca había leído este tipo de relatos, he de confesar que me excitaron y me gustaron bastante, nunca se sabe, es cierto lo que dicen, nunca puedes decir que algo no te gusta hasta que no lo pruebas por ti mismo.
Aún pensando en los relatos que acababa de leer me dispuse a abrir la caja número tres, ella contenía una maquinilla de afeitar y un bote de espuma para pieles sensibles, la nota ponía, "depílate enterita como sabes que me gusta". Valla, la cosa se ponía interesante, a decir verdad, este jueguecito tenia su morbo, la sola idea de la preparación para lo que pueda venir después y pensar en lo que puede pasar ya me excitaba suficiente, se lo estaba montando bien.
Me dirigí nuevamente al cuarto de baño, extendí la espuma por mi sexo y comencé lentamente para no cortarme a retirarla con la cuchilla, una vez termine, me di un pequeño masaje con crema para que quedara mas suavecito.
Ya totalmente depilada y tan sólo con mi toalla envuelta, fui a mi cuarto, impaciente por ver el número cuatro, era un sobre esta vez, "lee el capítulo número siete" decía dentro, me tumbé en mi cama para disfrutar lo más cómoda posible del relato que me esperaba. Esta historia trataba sobre un chico que para el cumpleaños de su novia, le había vendado los ojos y atado las manos y los pies a la cama para hacerla disfrutar durante horas y horas, haciendo infinidad de truquitos, la verdad es que este era el mejor relato que había leído, me había puesto fatal.
Aun así, y con unas ganas locas de que llegará ya mi novio .., abrí la caja número cinco, me quede muda cuando vi lo que había en su interior, eran unas bolas chinas fucsias, al igual que en los anteriores había una nota, que ponía "métetelas despacito y déjalas allí hasta que yo vaya a buscarlas, disfrútalas" en un principio la propuesta me enfadó, pero la verdad es que el último regalo me había gustado demasiado y pensé . ¿Por qué no ser mala por una vez? ¿Por qué no dejase llevar? ¿Cómo terminará este juego?
Como estaba tumbada en mi cama y bastante húmeda por el libro y el morbo de las misiones, no le costaron mucho a las bolitas entrar. Allí estaba yo, sin saber muy bien qué hacer, desnuda, depilada y con dos bolas chinas chochándose en mi interior cada vez que me movía o que intentaba andar, pero la verdad es que a medida que mi cuerpo se iba acostumbrando a ellas, la sensación que producían cuando se movían me estaba poniendo a muy cachonda, más le valía a Carlos llegar antes de que las bolas hicieran todo el trabajo por él.
Miré la gran caja, ya casi vacía, solo quedaba un paquete, el número siete, la abrí sin esperar un segundo más, era el conjunto más sexy que había visto en mi vida, un sujetador a juego de un tanguita diminuto, liguero y medias, todo negro de encaje semitransparente, la nota que había sobre él decía "Este no es el último regalo de esta noche, ponte el conjunto para mí, que a las nueve pasaré a recogerte ". Me lo puse, la verdad es que me sentaba genial, realzaba mi figura y mis pechos, y con el liguero parecía una actriz porno. Sólo faltaba una hora para que viniese a buscarme, asi que me puse una minifalda cortísima súper pegada, una camiseta con muchísimo escote, y unos tacos de vértigo, yo también sabía jugar, si quería guerra esta noche la tendría.
A las nueve en punto llamó a mi casa, baje a la calle, si he de confesarlo, entre los escalones, los tacones altísimos y lo mojada que estaba, las bolas se movían dentro de mí aun más fuerte, no iba a aguantar así mucho tiempo más.
Cuando llegue a bajo, estaba apoyado en su coche burdeos, con una sonrisa maliciosa que le iluminaba el rostro, "¿Te han gustado mis regalitos" me preguntó. No contesté, sentía que ya no aguantaba más, me aferré a su cuello y le di un largo, húmedo y caluroso beso, no recuerdo haber estado nunca tan excitada, sólo quería que me quitase las bolas, para ponerse él en su lugar a hacer su trabajo. Me separó de él, y me dijo, "No tan rápido nena, ya veo que mis regalos te han gustado, pero antes de nada te invito a cenar"
Esta vez, la que sonreí fui yo cuando vi que el camino hacia el que nos dirigíamos era nuestra casa, que habíamos comprado juntos para un futuro y que hasta ahora nos servía de picadero. Cuando llegamos, no dijo nada, abrió la puerta, vi que en el salón había comida china, pétalos de rosas y velas por todas partes, apretó un botón de un mando a distancia, y una música muy relajante empezó a sonar, que romántico pensé, mientras las bolas seguían haciendo su efecto a cada movimiento que yo hacía.
Unas horas después y tres copas de vino habíamos terminado de cenar y yo de contare como había hecho una a una sus misiones impuestas y relatándole las más excitantes, sacó de un cajón otra caja, la miré dudosa e intrigada, la abrí y era una venda roja para los ojos, el se puso detrás de mí, me vendó los ojos y me besó, "Ahora te voy a dar el postre" dijo y yo pensé .. ahora viene lo interesante.
Algo se deslizó desde mis labios hasta mi boca, ¿era una fresa? Si lo era, el rio al ver mi cara extrañada, te prepongo un juego dijo, yo te doy a probar distintos postres, si adivinas cuales son, esta noche mandas tu, haremos sólo lo que tú quieras, pero si no aciertas alguno. Esta noche mandaré yo, y te haré lo que quiera sin que puedas ni rechistar. Era una proposición arriesgada, pero también muy interesante, ummm, hacer lo que quisiera con él era muy tentador, con lo cual accedí al reto.
Fresa dije entonces, como señal de que empezaba el juego, después me dio un trozo de plátano, lo adiviné, un bombón, un trozo de melón, kiwi, me dio nata, la cual venía en su dedo, la lamí casi con desesperación, hasta ahora lo había acertado todo, esta prueba tenía su encanto, después me dio otro trozo de fruta, era la más rara que había probado nunca en mi vida, empecé a decir todos los nombres de frutas exóticas que conocía, pero parecía que no acertaba con ninguno, después de un largo intento y las risas nerviosas me preguntó, ¿te rindes ya? A lo cual tuve que admitir que sí.
Todavía con los ojos vendados me condujo al dormitorio, y empezó muy suavemente a recorrer mi cuerpo con las llamas de sus dedos, eran caricias muy lentas, casi no me rozaban, lo cual, hacía que yo me excitara aun más. Muy lentamente me quito la camiseta y luego fue bajando sus manos por mi espalda hasta llegar a la cremallera de mi falda, me la bajo y me despojó de ella, después fue subiendo las manos por mi trasero, cogió el borde de mi caseta y me la sacó con cuidado. Allí medio desnuda, solo con mi nuevo conjunto de encaje negro me llevó hasta la cama y me tumbó boca abajo, me quitó el sujetador. Cogió unas esposas y poniendo mis dos manos por encima de mi cabeza me las ató. Escuche como su ropa caía al suelo, se había desnudado.
Comenzó a darme suaves besitos por la nuca y a lamer esa zona, solo eso ya me estaba poniendo mojadísima, de repente se aparto, cogió un bote de aceite para masaje con olor a canela y la extendió por mi espalda, fue dándome un masaje durante un buen rato, cambiaba la intensidad y de vez en cuando rozaba los laterales de mis pechos, pero nunca pasaba de esa zona. Se volvió a separar de mi, nuevamente cogió el bote de aceite, esta vez, empezó a masajear mis tobillos y fue subiendo a lo largo de mis piernas, rozaba ya mi tanguita con sus manos y me apretaba el culito para bajar otra vez, estuvo masajeando mi cuerpo hasta que salió de la habitación.
De golpe, note como un hielo recorría mi espalda, la sensación hizo que todos los pelos de mi cuerpo se pusieran de punta pero inmediatamente después, el pasaba su boca recogiendo cada gotita que el hielo hubiera podido dejar en mi piel, el contraste el frío y el calor de su boca eran como descargas eléctricas por mi espalda, el hielo siguió bajando y con él su boca, hasta llegar a pasarlo por mi culito y por encima del tanguita hasta bajar entre mis piernas. Me cogió me dio la vuelta, me puso boca arriba, paso el hielo ahora por mi cuello y lo fue bajando lento hasta mis pechos, se detuvo un buen rato acariciando mis pezones con el hielo jugando, pasando de uno a otro, cuando se percató de que estaban bien duros, comenzó a comérselos y a darles calor y dentro de su boca seguía jugando con el hielo y el pezón, mientras que con su mano manoseaba el otro pecho que tenía libre.
Volvió a darme la vuelta pero esta vez bajo mi tripa colocó un cojín, bastante grueso hasta dejarme casi en pompa, entonces, tiro hacia abajo de mi tanga, quitándomelo, dejándome solo con el liguero y las medias, cogió un hielo y comenzó a pasármelo por el culito y a lamerlo, de repente, empezó a meterme un dedito dentro y a jugar con las bolas, yo creí que iba a correrme, siguió jugando y jugando pero paró, sólo para darme la vuelta de nuevo, esta vez, me abrió las piernas y me sacó las bolas, empezó a besarme el ombligo y a bajar lamiéndome las ingles y los labios externos, pero no iba a al grano yo intentaba moverme para ver si lo conducía pero entonces el se retiraba esquivamente, por lo que me quede mejor quieta.
Empecé a escuchar un ruido extraño, como un motorcillo, y una vibración empezó a recorrer mi clítoris y mis labios, era un vibrador, madre mía este hombre había comprado de todo, suavemente lo fue paseando por la entrada y después se paseo por la trasera, clítoris y labios de nuevo, cuando llego a la entrada me lo metió, no le costó nada, estaba mojadísima, juraría que estaba mojando hasta las sábanas. Entonces note como su lengua se apoderaba de mi clítoris y mis labios y en menos de un minuto yo estaba dando gritos gracias al orgasmo más grande que había tenido en mi vida, cuando terminé, me quito las esposas, y la venda y de un solo golpe me la metió, yo estaba aun vibrando por lo anterior, pero al sentirlo encima no pude evitarlo volví a tener otro orgasmo.
Me cogió en brazos y me llevó hasta la mesa del comedor, me recostó encima poniendo mi culo en pompa y siguió metiéndomela mientras hacía que el vibrador siguiese dándome en mi clítoris, me corrí nuevamente. Ahora fui yo la que lo condujo nuevamente en el dormitorio, lo tumbe y empecé a lamerle su polla desde la puntita dulce hasta el final pasando mi lengua por todo el tronco, mientras el metía un dedito en mi culito. No tardo mucho en pedirme que parase pues no quería terminar sin probar todo lo que yo tenía para él, cogió dos cojines y me colocó encima de ellos, y empezó a penetrarme con dos dedos mi coñito que rápidamente reacciono mojándose nuevamente, mientras tanto acerco su lengua a mi entrada trasera, y jugueteando con ella empezó a dar círculos, para después ir introduciendo la puntita, cogió un bote de vaselina y me puso bastante, y empezó a introducir sus dedos para después ser remplazados por el vibrador, cuando estuvo seguro de que estaba bastante abierto me susurro, "lo quiero todo, quiero correrme en tu culo que me encanta" dicho esto, quito el vibrador y muy lentamente fue poniendo su pene en su lugar, mientras tanto, metió el vibrador en mi coño a máxima potencia, lo dejo allí y condujo una de mis manos a mi clítoris para que me acariciara, yo me iba a morir, sentía placer por todos los sitios, el apretaba desde atrás mis pezones, no aguante más me corría, y era una corrida increíble la que se avecinaba, por sus fuertes metidas contra mi culo note que el también estaba a punto de correrse, con lo que me dejé llevar en un intenso y largo orgasmo, mientras el se corría a la vez que yo, lo que hizo que al sentir su semen caliente dentro de mi culo que corriera con más fuerza, así terminamos los dos sudando y satisfechos.
Cuando pasó un rato y nos repusimos le pregunté, ¿Cuál era la fruta? Una papaya me respondió, y yo le contesté, pues quiero comérmela muchas veces a sido la mejor fruta que he probado.