El Regalo de Cumpleaños
De como mi marido consiguió que disfrutara del sexo con otro hombre.
EL REGALO DE CUMPLEAÑOS
Mi nombre es Annais , y junto con mi marido Luis, formamos un matrimonio que comienza a acercarse peligrosamente a los 40 añitos.
Nuestra vida sexual, aunque satisfactoria, no se ha caracterizado nunca por grandes dosis de morbo y fantasía, debido en gran parte a mi escaso atrevimiento a adentrarme en nuevas experiencias.
Desde hacia algún tiempo, mi marido andaba proponiéndome la realización de un trío con otro hombre. Por supuesto, la idea al principio me pareció una aberración, y como es natural, acabamos discutiendo. El siguió martilleándome con la idea, y sin darme cuenta, poco a poco empecé a plantearla en mi cabeza, hasta que finalmente y debido a su insistencia, acepté. Por supuesto, le dejé claro que lo hacía por el, ya que a mi no me hacía falta para nada otro hombre y con la condición que de llevarse a cabo, habría de ser con un absoluto desconocido.
Pasaron los meses y parecía que el tema había quedado en el olvido hasta que llegó la fecha de mi cumpleaños.
Tres días antes de mi cumpleaños, Luis apareció con una reserva de hotel para ese fin de semana con el pretexto de celebrarlo solo nosotros dos, sin amigos ni familia. Fin de semana de CumpleSexo lo llamó.
He de reconocer que la idea me pareció muy buena, ya que suponía alejarnos de la monotonía por unos días.
Por fin llegó el esperado fin de semana. El hotel era una maravilla, grandes zonas ajardinadas, varias piscinas y hasta un balneario de entrada libre para los huéspedes.
El día pasó con gran rapidez, y casi sin darnos cuenta llegó la hora de la cena.
Durante la cena, Luis comenzó a insinuar que tenía una sorpresa especial para mí. Por más que lo intenté, no conseguí sonsacarle de que se trataba. Después de la cena, nos dirigimos a uno de los bares del hotel a tomar una copa. Insistí una y otra vez en sacarle alguna información sobre la sorpresa hasta que sacó un pequeño sobre de su bolsillo y me lo entregó.
Sin perder un segundo lo abrí. Había un papel doblado, lo saqué y comencé a leer su contenido. Había un único mensaje que decía que me dirigiera en solitario a nuestra habitación donde encontraría nuevas instrucciones.
Una mezcla de sensaciones se apoderaron de mí ser. Después de dudarlo unos segundos, decidí entrar en el juego, y hecha un manojo de nervios emprendí el camino hacia la habitación.
Una vez dentro, observe sobre la cama tres paquetes envueltos en papel de regalo y otra nota que decía que empezara por abrir el pequeño, continuara por el grande, y terminara con el mediano.
Seguí las instrucciones, y al abrir el primer paquete descubrí un conjunto de ropa interior de lo más sexy con sus medias y liguero a juego. Y como no, una notita que decía que me lo pusiera y continuara con el siguiente paquete.
Nuevamente seguí la instrucción al pié de la letra. He de decir que mi marido tiene muy buen gusto para estas cosas, y el conjunto me quedaba muy bien. Me sentía muy muy sexy.
Siguiendo con las instrucciones, abrí el segundo paquete. Había un traje negro muy escotado y que parecía bastante corto. Efectivamente, una vez puesto dejaba bastante a la vista mi generoso pecho y quedaba bastante por encima de la rodilla, lo justo para cubrir el liguero.
Sin perder tiempo fui a por el último paquete. Unos Zapatos negros de tacón interminable, y un ¡antifaz!.
Infinidad de posibilidades de lo que planeaba mi esposo pasaron por mi cabeza en pocos segundos. Tardé unos minutos en tranquilizarme y poder continuar con el ritual. Me calcé los zapatos, observé durante un rato lo sexy que mi marido había conseguido ponerme y colocándome el antifaz me senté en la cama a esperar.
Pasados unos minutos que me parecieron eternos, oí como se abría la puerta y sentí pasos acercándose hacia míi. Alguien me tomo de las manos e hizo que me levantara, me giró y sentí como sus brazos rodeaban mi cintura desde atrás. Por el olor de su perfume, descubrí que se trataba de Luis.
Un escalofrío de emoción recorrió mi cuerpo. Mi excitación aumentaba por momentos.
Luis comenzó a besar mi cuello haciendo que me estremeciera. De pronto noté como otras manos comenzaban a rodear también mi cintura pero esta vez desde adelante.
Por un momento se me cortó la respiración. Luis me susurro que me abandonara y disfrutara de las sensaciones. El antifaz no me dejaba ver nada, no sabía ni quien, ni como era ese otro hombre. De momento, solo notaba como acariciaba mis nalgas por encima del traje y su agradable y varonil aroma.
Hice caso a Luis y me dejé hacer. Entre los dos fueron desnudándome mientras besaban y acariciaban cada centímetro de mi piel. Una vez totalmente despojada de la ropa, y con los zapatos, medias y liguero como una vestimenta, Luis me ordenó que desnudara a nuestro acompañante.
Ayudándome del tacto, descubrí el primer botón de su camisa, mas tarde desabroché el cinturón y los pantalones hasta despojarlo totalmente de su vestimenta. Permanecí inmóvil indecisa de cual debía ser el siguiente paso. Nuevamente, Luis tomó la iniciativa sugiriendo que debía tocar y explorar el cuerpo de aquel hombre.
Instintivamente lleve mis manos hacia su cara. Perfectamente afeitado, cabello corto. Continué bajando mis manos. Hombros fuertes, pecho tonificado, abdomen duro y marcado. De momento podía hacerme una idea de que era un hombre fuerte y asiduo practicante de deporte.
Pase las manos hacia su espalda y continué bajando hasta tocar sus duras nalgas. Deliberadamente obvié su sexo y agachándome continué explorando sus piernas. Decididamente tenía un cuerpo bien trabajado.
Me incorporé permaneciendo de pié frente a él. Con una mano tomó mi cuello acercándome hacia el mientras con la otra me rodeó la cintura. Sus carnosos labios comenzaron a besar los míos suavemente. Cuando nuestros cuerpos se juntaron pude notar en mi vientre la dureza de su miembro.
Comenzamos a besarnos apasionadamente mientras Luis con su erecto miembro apretado contra mi retaguardia me ordenó que obsequiara a nuestro invitado con una felación. Al principio hice oídos sordos, pero entre los dos con mucha suavidad y respeto guiaron mi boca al encuentro de su miembro.
Comencé a besarlo tímidamente. Estaba realmente duro por lo cual me sentí enormemente alagada. Siempre es agradable para una mujer sentir que levanta pasiones en los hombres. Tomé su miembro entre mis manos, y fue entonces cuando pude apreciar realmente su potencia y dimensiones. No puedo decir cuanto medía ni su grosor, solo se que nunca había tenido nada igual en mis manos.
Decidida a hacerle disfrutar, paseé la lengua por cada centímetro de pene, lo introduje en mi boca , aprecié su grosor y lo engullí hasta donde fui capaz. Nunca creí que fuera capaz de poner tanta pasión en otro miembro que no fuera el de mi marido.
Entre los dos me tumbaron en la cama, y mientras Luis sumergía su cabeza entre mis piernas en busca de mi ya mas que húmedo sexo, yo continuaba saboreando aquel potente miembro.
Después de varios minutos en los que mi esposo me llevó al borde del orgasmo en un par de ocasiones, sonó en mis oídos la orden mas esperada. Esta vez Luis no se dirigió hacia mí, sino hacia el otro hombre. ¡ Penétrala!.
Nunca antes pensé que sería capaz, pero si, lo deseaba. Deseaba sentir aquel miembro abriéndose paso en mi interior. Intuía que aquel hombre iba a ser capaz de darme mucho placer, y estaba deseando comprobarlo.
Se colocó entre mis piernas y noté como frotaba su miembro contra mi sexo. Luis tumbado junto a mi, lo describía con todo lujo de detalles augurando lo bien que lo iba a pasar.
Poco a poco, y gracias a lo extremadamente húmeda que estaba, consiguió abrirse paso dentro de mi. Realmente me sentía llena. Podía notar su dureza, y hasta el palpitar de cada latido.
Le bastaron cuatro suaves embestidas para provocarme el primer orgasmo. Esperó a que recuperara el aliento y comenzó a moverse de nuevo. Que agradable sensación. Había tenido un primer orgasmo, y mi cuerpo pedía más. Me di cuenta y Luis también me lo hizo notar, que estaba gimiendo como nunca antes.
¡Dale mas fuerte! Le ordenó Luís. Mi eventual amante pidió mi aprobación, y yo asentí.
Comenzó a tomarme con vehemencia. Me estaba volviendo loca de placer. No paraba de jadear y suplicarle que continuara, oleadas de orgasmos se apoderaron de mi uno tras de otro hasta quedar exhausta y sin apenas aliento.
Mi sexo no podía ya más , por lo que no tuve mas remedio que compensarles con mi boca. Primero nuestro invitado, quien se tomó su tiempo y disfruto lo suyo hasta derramar todo su semen. Mas tarde Luis que confesando lo mucho que le había gustado verme disfrutar de aquella manera, no tardó en explotar en una fenomenal eyaculación.
Cuando me deshice del antifaz, aquel hombre ya había desaparecido. Nunca supe nada de él, ni tampoco me importaba. Lo importante era que entre el y mi marido, habían conseguido hacerme pasar un rato inolvidable.
Animo a todas las parejas a no dejarse invadir por la monotonía, a compartir sus fantasías, y por que no, como en nuestro caso, llevarlas a la práctica.