El regalo de cumpleaños

Una amiga decide darme de regalo de cumpleaños la noche de placer con ella que he deseado por tanto tiempo.

El regalo de cumpleaños.

Es raro, pero eres unas de las personas que siempre van a mi cumpleaños; desde que nos conocimos sólo has faltado a los cumpleaños que pasé en España y aunque fueras con alguien, siempre estabas presente; será el cariño que nos tenemos, será una especie de promesa sin palabras que en esta ocacsión está a punto de cumplirse.

Como hacía muy poco había vuelto a Chile no había tenido aún el placer de verte, habíamos hablado, si, siempre lo hacíamos pero de ti tenía mis recuerdos, recuerdos que el deseo amplifica y te hacían más bella en la construcción de mi memoria, más apetecible.

Dos semanas antes del sábado de la celebración hablamos en el teléfono. El domingo era el día y el sábado nos juntaríamos todos, amigos y familia a esperar la medianoche de los treinta y un años; desde luego, te dije, que te quería en la fiesta, que sin ti no haría nada y que prefería pasármelo en un bar bebiendo en la barra. Te ríes de mi ocurrencia, que eres loco me dices. Loco, si, es verdad.

¿Qué quieres que te regale? Lo he pensado y no se me ocurre nada.

No sé, un disco o algo así, una corbata, no sé.

Pero esos regalos son muy fomes, apuesto que más de alguien te lleva eso; yo quiero darte algo especial. Piensa en algo que quieras y te lo compro, pero no te pases con el precio...

Jajaja, no, no te preocupes, si no puedes o no se te ocurre nada no importa, sólo quiero que vengas.

Que eres fome, ya pide algo.

Se me pasan algunas ideas por la cabeza pero no se pueden envolver. ¿Cómo estarás? ¿cuánto habrás cambiado en estos dos años sin vernos? ¿seguirás siendo la mujer intensa y atractiva que conozco? ¿será tu cuerpo todavía ese mar en el que quiero echar mis naves a buscar un nuevo mundo de placer?

Ya poh, dime algo- me dices ante mi silencio, pero en realidad hay un ruido entre mis sienes, el palpitar del ansia.

He pensado en algo pero seguro que no quieres.

Dime.

Te lo diré en una adivinanza, ¿vale?

Bueno, eso está entretenido, dime.

Primero, no te costará un peso.

Ya.

Segundo, el regalo no será sólo para mí, también será para ti.

¿Para mí? ¿qué es?

Tercero, por las características del regalo no es algo que podamos mostrar a los demás.

Mmmm, mira, no sé, pero ya me estoy imaginando que quieres, pero dime ya.

¿No te enojas?

No tonto si somos amigos, yo te digo si te puedo hacer el regalo.

Quiero que el día de la fiesta te quedes en mi casa y hagamos el amor, te quiero a ti de regalo.

Te quedas en silencio unos momentos, tal vez imaginabas algo así, pero entre lo que se imagina y lo que se realiza siempre habrá una distancia sorprendente.

Uh, no sé, es algo muy especial, no sé si...., no, no sé.

Mira, no me digas nada ahora, te lo piensas, me llamas en unos días más y me lo dices; ahora si decides que no, igual quiero que estés acá ese día, no será lo mismo si no vienes.

Bueno, no sé por qué te digo esto, pero lo pensaré, no te prometo nada, pero lo pensaré.

La conversación quedó ahí, tratamos de hablar de otras cosas, de mi tiempo en Europa, pero la verdad es que lanzada esta piedra la conversación quedó rota; me dijiste que llamarías en unos días más y me dirías que habías decidido. No te noté muy entusiasmada al final y pensé que tal vez ni siquiera vendrías el sábado. Los días pasaban y no llamabas, me sentí tentado de llamar yo, pero no quería presionarte, al fin y la cabo no es habitual que le diga estas cosas a nadie, es contigo cuando ocurre esta extraña sensación que me hace querer tu intimidad junto a la mía y tomo valor para decirte aquellas palabras, hacer esa invitación, esa trampa para tenerte para mí y recorrer tu piel con mis manos y mi boca, conocer los sabores de tu cuerpo. Los días seguían pasando, martes, miércoles, jueves, viernes y nada. El día viernes ya tocaba a su fin, la noche se venía sobre la ciudad y de pronto el teléfono llama, levanto el auricular anticipando tu voz y una muy distinta suena al otro lado de la línea; un amigo me llamaba y preguntaba si llevaba alguna cosa para beber ese día. Lo que quieras compadre, vino, pisco, wisky si puedes, Jack Daniel's sería ideal. Corto, qué lata, no eras tú. No alcanzo a terminar la lamentación y suena otra vez el teléfono, debe ser este amigo otra vez, ya lo escucho de nuevo, ¿no te gusta el Ballantine's? Porque tengo de ese. Pongo el auricular en la oreja y escucho.

¿Sergio? Soy la Cata.

¿Cata?- el corazón me da una vuelta al día en ochenta mundos- que rico escucharte...

Mira estuve pensando en lo que me pediste, ¿sabes? Y la verdad es que somos amigos y hacerlo contigo....

No te preocupes Cata, no sé por qué te dije eso, perdona- ya tu respuesta me parece clara, a veces las palabras caminan más rápido que la prudencia.

Pero déjame terminar... mira, me lo pensé, no te había llamado antes porque me dejaste confundida con esto, pero creo que si somos amigos y nos tenemos este cariño tan lindo...

Cata, no es necesario que te justifiques, yo entiendo...

... me gustaría darte ese regalo que me pides.

Por algunos segundos las palabras quedan vacías de significado, en un fallo semántico total, el sentido de las palabras se ha perdido y no entiendo lo que me dices, siento sólo la melodía de la prosodia como si escuchara un idioma completamente nuevo cuyas palabras son sólo sonido.

.........

Que quiero darte ese regalo que me pides, me entregaré a ti, quiero que lo hagamos.

Todavía no consigo conectarme con lo que dices, necesito la confirmación de haber entendido, de saber que esto va para donde pienso que avanza.

Cata,......... espera, me estás diciendo que...... harás el amor conmigo mañana en la noche, ¿es eso lo que me dices, verdad?

Hay que ver que eres tonto, si no quieres llamo a otro que esté de cumpleaños ese día.

Espera, es que no me puedo creer, ¿no te estás burlando?

No, te daré mi regalo, será el mejor que hayas tenido en la vida, pero sólo será esa vez, después seguiremos tan amigos como siempre, como si nada hubiera pasado. Son las únicas condiciones que quiero y claro, que no le cuentes a nadie, entiendes, a nadie.

A nadie- repito como un tonto- si, claro, a nadie.

Y sólo por esta vez...

Bueno, está bien, sólo por esta vez.... bueno a lo mejor para mi otro cumpleaños...

Te ríes.

Patudo, nos vemos mañana, ya, tengo cosas que hacer, chaito- en tu voz hay un tono de malicia, de impudicia, de lujuria mezclada con inocencia que me excita.

Ah, claro, chao, hasta mañana- y cortas.

Me quedo mirando el teléfono quizás esperando que llames de nuevo y me digas que todo es una broma, que como se me ocurre que dormirás conmigo, desnuda, y que haremos lo que llevo años deseando de ti. Pero el teléfono no suena más, al menos no con tu voz. Y así se termina este viernes extraño con una promesa que se hace más cercana.

Y llega el día; conforme avanza la tarde y se hace la noche llegan los amigos y las amigas, a algunos no los veía desde mi partida y todo se hace un abrazo y el relato de mis peripecias de estos dos años. La gente no ha cambiado tanto, pero los años le hacen mella a un par de ellos. Mis amigas están más parecidas a como las recordaba. Entre tantos abrazos y parabienes me he olvidado de que estás por llegar, llevo toda la tarde imaginando el momento en que llegues, ¿cómo vendrás vestida? ¿faldita o jeans? Suena el timbre por enésima vez, no me puedo creer toda a gente que ha venido. De pronto mi hermano me dice, Sergio, es la Cata. Me volteo y te veo al fin. Estás..... estás.... bella, la palabra es bella. Quizás te recordaba hermosa pero me he quedado corto en mis recuerdos. Llevas una faldita blanca corta que llega a la mitad de tus muslos, una blusa ajustada azul pálido con un escote que sugiere pero que oculta y una chaqueta negra. Te ves... bella, discreta pero maravillosa y no soy el único que lo ve, algunos de mis amigos te miran más de lo que quisiera; tu pelo es corto, una melena suave que ondea con cada paso que das, te acercas a mí con un paquetito en las manos y me abrazas, me das un beso en la mejilla con los labios húmedos y nos quedamos tomados unos momentos, mis manos en tu cintura y las tuyas en mi pecho, nuestras sonrisas están a breves centímetros de hacerse un beso. Te separas de mi y alargas tu mano con el paquetito envuelto en papel de regalo. Lo miro extrañado.

¿Qué es esto?

Tu regalo de cumpleaños. Feliz cumpleaños.

Lo recibo en mi mano.

Pero...

Te acercas a mi oído suavemente.

Hay que disimular, tonto, y no me mires tanto que la gente puede darse cuenta.

Me dejas y partes a saludar la gente. Te miro mientras repartes besos y sonrisas. Que encantadora es, pienso. Se me acerca un amigo y me hace un comentario sobre tu falda, sobre lo rica que estás; si, pienso yo, está increíble. Voy a mi dormitorio a dejar tu regalo con los demás, quiero ver que hay dentro, pero escucho mi nombre, alguien me llama y salgo a ver. La fiesta parece que hubiera comenzado cuando llegaste, todos nos divertimos mucho, tomamos unos tragos y bailamos. Te veo al otro lado del living con tu copa vacía y me acerco para ofrecerte otro pisco sour.

No, gracias lindo, no quiero estar mareada para más tarde.... y tú tampoco tomes tanto.

A su orden mi capitana. Hace rato que tengo una erección que consigo ocultar al estar sentado o con una mano en un bolsillo, pero tú te das cuenta y me miras como una gata con tu copa en la mano. La hora avanza y algunas personas se van, lentamente la casa se va quedando sin el ruido del comienzo, mucha de la gente ya no tiene el aguante de otras ocasiones y en esta oportunidad lo agradezco. La casa se despobla, mi hermano se va con su polola a dormir, un par de amigos, muy curados, duermen en los sillones, un tercero sale a la calle y toma un taxi. Nos quedamos los dos, solos en medio del silencio. Te tomo de la mano sin decir palabra y te llevo a mi pieza, enciendo una vela aromática que hay en un rincón y cierro con pestillo. Estás sentada en la cama con las manos cruzadas sobre el regazo, me miras con tu sonrisa habitual, entonces te pones de pie caminas los breves pasos que nos separan, me das un beso en los labios y me dices:

Bueno, ya estamos acá, ¿qué quieres que haga?

Quiero que te quites lentamente toda la ropa y que te quedes solamente con el colaless.

¿Cómo sabes que llevo colaless?

Algo vi por ahí- y me río casi en silencio, me sigues en la risa.

Me acuesto vestido, me acomodo, un almohadón en la espalda, las manos en la nuca, no todos los días tiene uno este tipo de espectçaculos. Te quitas los zapatos de taco bajo y los dejas a un lado de la cama, te abres el primer botón de la blusa y luego otro y otro, parece que no terminas nunca; me acaricio el pene por encima del pantalón, mi erección es notable, me urge sacarlo fuera pero prefiero aguantar. Por fin llegas al último botón, pero a penas he podido ver algo, acaso tu vientre; te me quedas mirando con la cabeza baja, la vista levantada y una sonrisa que me anticipa el placer. Abres la blusa y la dejas caer por tus hombros desnudos, el sostén retiene tus redondas tetas, grandes, firmes, veo tus pezones marcados contra la tela beige y los acaricias, entonces te volteas y te empiezas a bajar la falda suavemente, tus caderas impiden que la tela caiga con mayor facilidad y las meneas para que la prenda baje; te inclinas y tus nalgas, perfectas, redondas empiezan a emerger ante mi. El hilo de tu ropa interior se pierde entre tus nalgas y me quedo sin aliento; te quedas de espaldas sólo con tu ropa íntima, levantas tu culo y lo acaricias con tus manos mientras me miras volteando.

Cata, te ves preciosa, me imaginaba que estabas rica pero.... estás......

¿Te gusta mi cuerpo?- me dices y te giras sobre tus talones para quedar frente a mí. Tu colaless es especial, es muy pequeño, del mismo color que el sostén pero tiene dos amarritas en las cadaras, o sea, si suelto los nudos quedas sin nada.

Te miro y te devoro con la vista, mi pico está duro como una estaca y lo notas porque tus ojos golosos van hacia él y te lames los labios como prometiéndome que harás lo mismo con mi sexo. Te tocas desde las tetas bajando por tu cintura y llagando a tus caderas; una de tus manos se va entre tus piernas y te acaricias levemente la entrada de la vagina. Tus manos suben a tus senos y con los dedos haces círculos sobre tus pezones, tus dedos van hasta la unión de tus pechos y desabrochas el sostén por delante y lo abres con una lenta sonrisa que me excita más. Cuando te lo sacas completamente veo tu cuerpo casi desnudo, me toco el pene por sobre la ropa y con tus manos llevas una de las tetas a tu boca y chupas tu pezón, gimes un poco y restriegas tus piernas una contra la otra para excitarte; me siento en la cama y te tomo de las caderas para acercarte, beso tu vientre y mi lengua va hacia tu ombligo redondo, mientras mis manos aprisionan tu senos y los acarician, retengo tus pezones entre mis dedos ensalivados y los giro con delicadeza, se te escapa otro gemido, te gusta que te toque. Te sientas en una de mis rodillas y puedo chupar al fin esas bellas tetas, redondas y duritas; tus pezones están paraditos y con mi lengua hago círculos sobre ellos, los mordisqueo con suavidad y amaso tus formas de hembra generosa y bella. Nos besamos en la boca y nuestras lenguas se retuercen como serpientes húmedas, mis manos recorren tus suaves piernas, entonces te pido que te pongas de pie frente a mí otra vez. Tu pubis cubierto por el pequeño colaless queda ante mi nariz y la hundo entre tus muslos; hay un delicioso aroma a sexo en ti, un aroma hembra que desea ser tomada. Tus suaves caderas reciben mis caricias y con mis dedos desato las amarritas de tu ropita interior; el nudo se deshace lentamente y tus caderas quedan desnudas, bajo con suavidad la tela para quitártela de entre las piernas.... quiero ver tu sexo, tus ocultas formas, la delicada curva de tus labios prohibidos hasta ahora, sentir el sabor de la miel que resuma tu concha. Al fin te los quito y te quedas completamente desnuda ante mí; estás casi completamente depilada, salvo por un suave plumón de vellos en tu pubis; los beso al fin y siento el aroma de tu vagina, entre dulce y salado, como el que deja en la boca el sabor de un ostión. Tu sexo huele deliciosamente y siento que mi pico bota gotas de jugo por la punta, mi boxer está húmedo y quiero ver más de tu intimidad.

Feliz cumpleaños, soy tu regalo y quiero que me hagas todo lo que quieras, todo.

Te voy a hacer gozar Cata y después me lo vas a chupar..., dime que quieres chuparme el pico, dímelo.

Quiero chuparte el pico y probar tu semen, mi amor.

Te acuesto mientras me quito la ropa, me miras mientras me quito la camisa y los pantalones pero decido dejarme el boxer para que me los quites tú más tarde. Me acuesto junto a ti y nos besamos en medio de caricias cada vez más calientes; chupo tus tetas, tu cuello y mi lengua va dejando un camino de saliva caliente bajando por tu cuerpo; te abro las piernas y miro tu hermosa vagina, los labios están hinchados y cerraditos, redondos y sonrosados; entre ellos hay una pequeña hendidura oscura que delata la humedad de su zorra, beso tu sexo con suavidad, una vez y dos y tres, ahora la beso como si tus labios fueran los de tu boca, los recorro con mi lengua, apretándolos entre los dientes con delicada pasión y meto mi lengua entre ellos para senir el sabor de hembra caliente que ocultas. Tu conchita se mantiene cerrada a pesar que que mi legua la recorre de abajo a arriba, desde las cercanías de tu apretado ano hasta el escondido pliegue de tu clítoris. Mi lengua separa tus labios y tu humedad sale a la luz, la lengua se mete más dentro de ti y arqueas tu espalda mientras gimes más alto; gozas, gozas con mi manera de comerte el sexo; con los dedos abro tus labios y te chupo el interior de la concha, cada recóndito lugar de tu placer, hasta que de tantos besos y lamidas tu clítoris aparece pequeño en la cima de tu vagina; está redondito y mojado, mi lengua va hacia él como un aserpiente a un ratoncito, me lo quiero comer, lo aprisiono entre los labios y con mi lengua lo acaricio rápidamente por encima y ahora haciendo círculos sobre él. Gimes más fuerte y tus manos toman mi cabeza.

Ohh, que bien...... ahhh,..... ahhhhh,.... ahh,... ahh, chupa,.... chúpame.

Te estiras los pezones endurecidos y mientras te como, uno de mis dedos va hasta tu escondida y caliente cueva, se desliza hasta perderse y lo hago girar mientras sigo sobre tu porotito de amor. Tus jugos son diferentes a los de otras hembras que he tomado, son más espesos, más abundantes y más sabrosos, los degusto con hambre. Ahora son dos los dedos los que te exploran entrando y saliendo de tu concha mojada, en tanto no abandono tu clítoris rico. Te estremeces, te revuelcas, estás gozando mi amor, mi amiga, mi puta. Los labios de tu vagina se han abierto como los pétalos de una flor dejando a la vista las mieles de tu excitación. Te siento gemir más rápido y tus palabras delantan tu inminente orgasmo. Mis dedos en tu interior giran lenta y voluptuosamente sintiendo los músculos de tu vagina latir ante el final inevitable.

Sigue...... sigue...... sigue...... uh... uh... uh..... ah.... ah... ah.. ah. Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhh..

De tu vagina baja una espumita suave y embriagadora que me bebo con sed, acabaste deliciosamente en mi boca y ahora tu cuerpo yace agotado y cubierto de perlas de sudor en tus tetas, en tu cuello y en tu frente. Te abrazo y te beso en la boca, en mis labios sientes el sabor de tu sexo rico.

¿Estás bien Cata?

Uhhh, ha sido tan rico..... te.....ahh.... pasaste, me encantó.... pero ahora te toca gozar a ti.

Quiero que me lo chupes mi amor.

Mmm, me voy a comer tu pico- y mientras decías esto lo sobabas por sobre el boxer mojado.

Quiero que te pongas de rodillas y me lo chupes Cata.

¿De rodillas?

Si mi amor, quiero que mames mi pico como una puta.

Me levanto y me pongo contra la muralla junto a la puerta y tomo una botellita de Kuntsmann helada que hay en el velador. El pene erecto levanta la tela del boxer y una mancha brillante delata que ha estado escupiendo gotas de espeso esperma mientras te comía.

Te pones de rodillas, que hermosa visión verte postrada ante mi, como ante un tótem al que rendirás tributo con tu belleza. Con tu mano acaricias al pene y chupas la tela de la ropa interior para saborear los líquidos que he dejado en él; empiezas a bajar el boxer pero la erección que tengo te hace difícil la tarea, al fin lo logras y mi pene arrastrado por la tela recupera de un salto su orgullosa posición salpicándote en la mejilla unas gotas de la leche que tenía en el glande. La piel tensa de mi miembro te regala la visón de un glande gordo y rojo, excitado ante esta espera tremenda, cubierto por blancas y guesas huellas de semen que forman una espesa espuma que moja la cabeza y parte del tronco, tus labios dan un leve beso en la punta y quedan mojados por mis jugos, sacas tu lengua y pruebas el sabor amargo y salado, entonces empiezas a lamer, a limpiar mi pico hinchado con tu lengua, la cabeza, el tronco y tus lamidas van desde la base del pene hasta la corona, la pasas alrededor de la cabeza en una caricia deliciosa.

Ahh... límpialo bien,...... uuuhhh,....... cómete mi moco Cata, ...... así,....... así.

Tu boca comienza a tragar mi pene y con tu mano acaricias el grueso tronco en un vaivén que me enloquece; tu lengua da vueltas sobre mi glande, ladeas la cabeza para mirarme mientras chupas. Sé que puedes sentir las venas inflamadas en tus labios delicados y en la oscuridad que ha dejado la vela apagada veo como brilla tu saliva en mi pene; subes y bajas por el pene, lamiendo, chupando, mordiendo y besando mi sexo.

Uuuhhh,... ahhh,.... uuhh,... ahhh,.... chupa,.... chupa el pico a tu hombre,... chupa... ahhh.

Tus caricias son suaves pero intensas, tus dedos suaves aprietan el pene con amor y tu boca, tu lengua hacen el resto. Bebo un poco de cerveza y echo un poco de su helado contenido en mi pico para que sientas su sabor mezclado con el de mis jugos y de mi piel. Chupas y lames deliciosamente. No podré aguantar esta tensión más tiempo, te tomo la cabeza y hundo mi sexo en lo profundo de tu boca, te hago tragar todo el pico y muevo mis caderas adelante y atrás penetrando en tu boca como si fuera una vagina; sigues mi juego y te dejas usar, lo saco y te golpeo con mi pico duro en la mejilla, lo aprisionas con tu boca y sigues chupando la cabeza y masturbando el tronco. Comienzas a sentir los palpitaciones de mi sexo perdido en tu boca, el glande late como un nuevo corazón anunciando mi placer; un escalofrío me recorre desde la base de la espalda pasando por el centro de mi cuerpo y terminando con la fuerza de un rayo y la lentitud de un atardecer en la punta de mi sexo. La palpitación de mi sexo lanza algunos espesos chorros de blanca leche caliente en tu boca; el primero te da en el paladar, el segundo inunda tu lengua, te lo saco de la boca que abres golosamente y el tercer chorro, espumoso, te cruza la cara desde la mejilla hasta el mentón, blancas y gruesas gotas resbalan hasta caer sobre tus tetas que se agitan con tu respiración.

Aaaaaaahh,... aahh,.... aahh,... aahh,.. ah,. ah.... que del... deliciaaaa.... uhhh.... toma la leche tibia mi amor..... tómala.

Que rica tu leche papito.... mmmmmhhh,.... dame más...... dame toda..... mmmmmm.

Te quedas algunos momentos lamiendo mi pene, limpiando y saboreando el semen que te lancé. Me arrodillo frente a ti y nos besamos largos minutos mientras me masajeas el sexo para evitar perder la erección que todavía mantengo. Mis besos limpian tu carita de ángel mansillada por la eyaculación que me regalaste.

Vamos a la cama Cata, te quiero penetrar.

Uy, que rico, sólo quiero sentirte dentro.

Nos metemos bajo las sábanas y en un abrazo comienzan las caricias y los besos, siento tu cuerpo que toma calor y el sudor en tu espalda, tu culo caliente, tu sexo mojado y sus bellos labios medio cerrados me esperan. Te pongo de espaldas en la cama, tienes las piernas juntas.

Ábrete Cata, ábrete para mí.

Separas las piernas y me acomodo entre ellas; te pones un cojín bajo las nalgas para tomar altura y recibir mi pico en tu caliente interior. Mi sexo está duro otra vez y lleno de jugo para hacer más dulce la invasión que se prepara. Te miro con devoción y deseo, estás bella, intensamente bella, sensual, eres una copa de vino que quiero beber, una miel que quiero degustar, un templo que ansío profanar. Mi pene acaricia todo lo largo de tu zorra, desde abajo hasta tocar tu clítoris, lo rozo con el glande y me demoro en saborear este momento; te mueves lentamente esperando que la meta, pero mi sexo busca un poco más de placer extra en la puerta de tu conchita; tus jugos cubren todo el tronco de mi pico y haces que resbale entre tus labios, una gota grande y espesa de moco sale de mi punta y se mezcla con tu miel.

¿Qué pasa mi amor?

Nada Cata, estoy disfrutando este momento, ¿sabes cuántos años he soñado con este minuto?

Oohh, mi amor, gózame, tómame,... mmmmm,..... méteme tu pico,...ah.... quiero sentirlo abriéndome entera,.... uhhh...

Pongo la cabeza gorda de mi pene entre tus labios y empujo con suavidad, el glande se pierde en tu cueva, tus labios parecen los de una boca y se cierran ante mi sexo, ajustados, apretados. Cierras los ojos, pero yo quiero mirar este momento y ver como te atravieso con mi pene. Puedo sentir los anillos de tu vagina a medida que entro en ella, abro cada uno de ellos con suaves embiones, empujando, abriendo tu concha estrecha, húmeda y caliente. Gimes con gusto, como si esperaras este momento tanto como yo. Al fin llego al fondo de tu concha, te has comido todo mi pico, mis testículos chocan con tus redondas nalgas, gotas de sudor caen de ellos y te mojan a ti y a las sábanas.

Mmmm,.... que rica y apretada estás,.... no sabes cuanto tiempo,.... no sabes que rico se siente,.... ahh,... uh....

Mmm,... que duro tienes el pico mi amor,.... ahhh,... que rico,.... dame,.... dame duro,... quiero sentirme tu puta,..... uh,.... aaaaahhhhh.

Empiezo a mover mi sexo dentro de ti, avanzo y retrocedo con ritmo creciente, tus piernas me rodean para no dejarme escapar, apoyo mis brazos a tus costados y te beso antes de perforar tu intimidad con movimientos intensos y profundos; te estremeces ante las embestidas y tus tetas danzan al ritmo de nuestros cuerpos; tu vagina me absorve, tus labios se cierran en torno al tronco de mi pico y pareces degustar su textura venosa y suave, su salada y amarga lubricación, no me quieres dejar ir. Gimes tratando de ahogar tus gritos más intensos, te estoy haciendo gozar, tus ojos están medio cerrados y tu boca dibuja una única letra que se pierde cortadamente en el aire, aaaaaaahhhhhh. Tu vagina se cierra en torno mío y la siento latir intensamente; gritas, te estremeces, abres los ojos y lvantas la cabeza para ver como te entra, ver cómo se mueve ese sexo que te hace flotar de placer.

Ahhh,... ahhh,.... ahhhh,.... dame,... dame,..... da...... meeeeee,... uuuuhhh.

Te volteo y te pongo de lado, elevo una de tus piernas y me sitúo tras de ti; indavo tu cueva caliente que aun late por el orgasmo interrumpido, apreto tus tetas y te beso en el cuello, mueves las caderas hacia atrás buscando más profundidad, sigues temblando y me dices que continue.

Culéame..... ahhh,.... ahhhh,.... fuerte,..... uuhhh,..uuhhh,.. uuhhh.

Pellizco tus pezones duros y parados y te desvaneces en un orgasmo intenso que te recorre desde los pechos hasta el clítoris que se tocabas ansiosamente. Siento mi pico embadurnado de tus jugos, pero no me detengo, te sigo penetrando; eres una muñeca en mis manos, agotada y llena de placer; te vuelvo a dar vuelta hasta dejarte a cuatro patas sobre la cama, te elevo las caderas y hundes tu carita de ángel en la almohada. Comienzo a bombear tu concha con fuerza, tus nalgas se estremecen y tiemblan con cada empujón ardiente. Los labios de tu vagina están hinchados por el roce y mojados por la excitación, veo el sudor en tu redondo culo y gotas de traspiración me bajan por el pecho y la espalda. Tu concha se abre y me recibe hasta el fondo, das unos gritos ahogados por la almohada.

Uhh,.... toma puta,.... te culeo,.... ricaaaaa,.... ahh,.... ahh.

Dame, mi amor, dame duro,...... soy una niña mala,.... ahh,.. ahh,... ahh,... ahh..... ricoooo.

Te cambio de posición, te pones de espaldas sobre la cama, frente a mí y te vuelvo a meter mi irritado pico que se hunde en tu concha como un cuchillo caliente en la mantequilla. Ya no podré aguantar más, tu vagina se vuelve a cerrar en torno mío y me abrazas gimiendo, me dices que acabas otra vez que no lo saque, que siga.

Sergioooo,... ahh,.... me vuelves locaaaaaa,..... aaaaaahhhhh,... aca.. aca... acabooooooo.

En ese mismo momento sientes los espasmos de mi pico que te taladra y los chorros de semen que te inundan dentro, muy dentro, la leche tibia y espesa te llena y se sale por los lados de tu vagina chorreando de llenita que la dejé. Acabo en medio de gemidos de amor y de calor.

Cata,... Cata,... Cata,.... uuuhhh,.. uuuhhh,.. uuuhhh,.. Aaaaaaahhhhhhh........

Todo,... todo,... dame todo...., mi amor,..... toooooooddoooooooo,..... mmmmm.

El placer nos derrumba y caigo sobre tu abrazo, débil y vencido por tu ardor, por el calor de hembra con que me has consumido. Ahora llegan los besos llenos de ternura y las caricias, las risas nerviosas después de tanta locura y pasión. Nos abrazamos y hablamos del placer que acabamos de recibir, te abrazas a mí, nos besamos y lentamente te duermes acurrucada contra mi pecho mientras te acaricio el pelo sudado y suave. Me quedo despierto (¿cómo dormir después de esto?) y miro el techo de mi habitación tocando tu piel con la suavidad necesaria para que sepas que sigo junto a ti.

Sobre el velador está tu regalo, el que me diste al llegar, alargo la mano para tomarlo y con silencioso cuidado lo abro mientras duermes. Es un CD. Virgen.