El regalo de aniversario

Para mi 50 cumpleaños le pido a mi esposa un regalo especial y al final resulta ser todavía más especial de lo esperado.

La historia que voy a contar pasó hace unos pocos años, y todavía hoy perdura en mi memoria, como un recuerdo diferente pero muy placentero.

Faltaban pocos días para mi 50 aniversario y mi esposa me repetía una y otra vez que qué quería que me regalase. Por suerte nuestra situación económica es cómoda y cuando necesito algo, sin irme a presupuestos exagerados, siempre me lo compro. Tengo que decir que en aquella época estábamos dados de alta en una página de intercambios de parejas e incluso habíamos quedado con alguna en un club liberal, no sin mucho esfuerzo por mi parte, ya que ella era bastante reacia y procuraba encontrar cualquier excusa que nos alargara un día más nuestra visita al club. Los días pasaban y se acercaba la fecha de mi cumpleaños, con lo que la presión para que dijese si me apetecía algún regalo en especial se iba incrementando. Después de mucho pensarlo una noche que estábamos solos en la cocina le dije.

-         Ya se lo que quiero de regalo.

A lo que ella se alegró.

  • Quiero que durante un día seas mi esclava sexual. Sin preguntas. Sin negativas, pero sobre todo sin objeciones. Solo obediencia. Que sepas que durante un día dispondré de ti a mi antojo.

Su cara cambió. No sabía que decir. Era lo último que se esperaba. Se hizo un silencio total, seguimos haciendo la cena y pasados unos minutos me dijo que ya me diría algo.

Durante 3 días el ambiente entre ella y yo, aún siendo muy correcto, era muy tenso, más por su parte que por la mía. Finalmente un día que estábamos solos en casa me dijo:

-         De acuerdo, seré tu esclava sexual por un día, aunque no hace falta que te diga que no me hace ninguna ilusión. Además te haré un regalo tapadera, ya que no quiero que los niños puedan llegar a pensar que ya no nos hacemos regalo de aniversario.

-         De acuerdo, pero si seguimos, ten en cuenta que será como dijimos, un día y sin ningún tipo de queja ni objeción.

-         No habrá quejas. Seré tuya para lo que quieras.

He de decir que mi mujer es físicamente muy normal, se cuida mucho, controla su peso aunque no lo necesite, siempre le gusta ir bastante arreglada y yo veo muchas veces que por la calle muchos hombres la miran, lo que por cierto me excita bastante.

Una vez tuve su visto bueno, empecé a pensar que haría. Me puse en la página de intercambios de pareja e intenté contactar con alguna de nuestra misma edad y características, lo que yo llamaría gente normal. Envié algunos mensajes para quedar el sábado, pero o no podían por alguna razón o simplemente no contestaron. Excepto una pareja que me dijeron que estarían encantados. Miré nuevamente su perfil, me gusto otra vez y quedamos para encontrarnos en la barra de un club el sábado por la noche. Para conocernos, ya que la cara no se nos veía a nadie en las fotos,  decidimos que los hombres llevaríamos un pañuelo en el cuello. He de decir que aquella semana no podía ni dormir de lo excitado que estaba. Mi esposa siguiendo su manera de ser,  se fue a arreglar el vello púbico. Todo iba normal, cuando el jueves me conecto a la página de intercambios y me encuentro un mensaje de nuestros futuros amigos con un número de móvil diciendo que por favor les llame. Por un momento todo pareció hundirse, pero llamé. Era el teléfono de él. Me presenté, le comenté que había recibido el mensaje y que si había algún problema.

-         No, no hay ningún problema. Lo que pasa es que nos han invitado a una fiesta particular swinger, donde habrá muchas parejas de nuestra edad, pero no te preocupes porqué como habíamos quedado con vosotros, lo que comentado y me han dicho que estarán encantados de acogeros.

-         Pero algún tipo de fiesta en especial? No habrá sado ni cosas raras, verdad? Comenté yo.

-         No que va, sencillamente es una fiesta de intercambio de parejas en una casa cerca de la ciudad. Para nosotros no es la primera y siempre han sido fantásticas.

-         Déjamelo pensar y mañana te digo algo.

-         OK. Mañana hablamos.

En todo el día no podía pensar en nada más que en esa fiesta. La verdad es que seguía muy excitado. Le di muchas vueltas, pero al final como tenía la total autorización de ella decidí que iríamos. Al día siguiente hablé nuevamente con él y le dije que iríamos, pero que nos conociésemos antes y que fuésemos juntos.

El sábado a eso de las 8 de la noche conocimos finalmente a la otra pareja. Estuve contento, había tenido buen ojo al escoger, era una pareja absolutamente normal y ella me pareció muy atractiva. Hemos de tener en cuenta que todos estamos en torno a los 50 años. Llegamos a la fiesta, detectaba muchos nervios en la cara de mi mujer, aunque siempre estuvo a la altura de su promesa,  nos fueron presentando. Parecía que media ciudad estuviese allí, por supuesto a los 2 minutos ya no recordaba ningún nombre, pero no importaba, se respiraba un gran respeto y amabilidad total en el ambiente. Rápidamente me di cuenta que algunos hombres miraban muy discretamente a mi esposa, pero con ojos de deseo. Al llegar nos dieron unos cartones a cada pareja de 1.000 € de dinero imaginario, según nos dijeron para hacer un juego. El dinero lo gastaban los hombres y lo ganaban las mujeres. La fiesta iba viento en popa, empezaba a haber roces, besos apasionados, caricias por debajo de las faldas, etc., cuando salió el dueño de la casa y empezó a explicar el juego. Enseño una sopera donde estaba el nombre en clave de cada pareja, sacaría un papel, la mujer de esa pareja subiría a un taburete de cocina y los hombres de las demás parejas pujarían por llevársela. El que más pujase la tendría para él toda la noche. Una vez hubiese pasado un rato y con el beneplácito de los 2 se podrían intercambiar con cualquier otra pareja de la fiesta.  Empezó a decir nombres y empezaron a salir mujeres, era de un morbo que superaba cualquier cosa que hubiese imaginado. Hasta que le tocó el turno a mi mujer. Se soltó de mi mano, subió al taburete y se empezaron a oír importes que iban subiendo rápidamente para tenerla toda una noche. Yo estaba fuera de mí, además de la excitación normal de la situación, mi vanidad estaba por los aires, era una de las mujeres por la que más estaban pujando. Ella además jugó con la situación, subiéndose la falda hasta casi enseñar sus bragas, pero sin  hacerlo. Finalmente un chico algo más joven que nosotros compró sus favores para esa noche. Ella bajó, me guiñó un ojo y se fue directa a él, quién le dio primero el dinero,  luego un beso en los labios y después de hablar un par de minutos, le sacó las bragas y se las guardó en el bolsillo. Yo tenía una erección como ya no recordaba y un rato después pujé por una chica muy atractiva con la que estuvimos muy bien toda la noche. Aquella noche vi a mi esposa un par de veces, una cuando estando ella de 4 patas la penetraba y otra en la piscina, totalmente desnuda acariciándose y besándose con su propietario. Yo por mi parte tampoco quedé descontento con mi elección, estuve con una fiel esposa que supongo que como la mía,  estaba allí por amor hacia su marido, y que fue un derroche de pasión.

Una vez en casa le comenté si quería que hablásemos, a lo que accedió diciéndome que si bien no hubiese ido jamás a un sitio así, para ser totalmente sincera tenía que decir que se había sentido cómoda, había gozado del sexo y que quedaría en su memoria. También me pregunto por mi experiencia, a lo que prácticamente respondí lo mismo.

Suave959.