El regalo

Un matrimonio feliz. Podrá un regalo del marido mejorar la relación o por el contrario acabar con ella

EL REGALO

Hola, me llamo Inés y tengo 40 años. Llevo casada con Juan desde hace 14 años. Nos conocimos en la facultad, y al poco de acabar los estudios  nos casamos. De momento no nos hemos decidido a tener hijos por lo que vivimos la vida plenamente.

Nuestra vida sexual sigue siendo fantástica y he de admitir que después de 14 años sigo totalmente enamorada de él. Siempre tiene algún detalle conmigo, me apoya en los momentos difíciles, me hace reír y cuando hacemos el amor siempre pone muchas ganas para hacerme  llegar al orgasmo, aunque a veces no lo consiga jajaja. Como quiero a mi Juan ♥♥♥.

Juan es unos meses más joven y con los años ha perdido pelo pero a cambio ha ganado unos quilitos y al ser bajito…, tiene algún que otro complejo, pero la verdad, yo creo que está muy mono jajaja

Si he notado que con la falta de deporte y sus quilitos ha perdido un poco de ímpetu en la cama y aunque a mí no me importe, hace que se siente un poco mal.

A mí también me han afectado los años, tanto mi culo como mis pechos, digamos que no soportan tan bien la gravedad como antaño, pero creo que sigo estando de muy buen ver, ya que al pasar por la calle siempre atraigo alguna que otra mirada, pues aunque como él no soy muy aficionada al deporte si hago un poco de yoga y esto me ayuda a seguir bien guapa.

Hace un par de semanas fue mi 40 aniversario y Juan preparo un fin de semana en un spa de montaña, no creáis el se lo curro bastante. El sábado por la mañana cogimos el coche y nos dirigimos a la montaña donde Juan me conto que un amigo le dejaba un pisito, pero en lugar de pisito me llevo a un spa de lujo, al entrar en el spa nos dieron la tarjeta de la habitación a la que nos fuimos directos.  Al abrir la puerta me encontré con una botella de champan francés dos copas y una pequeña tarta con “40” escrito en chocolate dorado y un pequeño sobre al  lado.

Salte a sus brazos y le di un fuerte beso, abrimos el champan y nos comimos la pequeña tarta. Juan abrió el sobre y me leyó el plan del día.

Primero Spa, seguido de masaje relajante, facial ….  Cena en el restaurante de lujo del spa y….

No sé si decirlo

Si, lo digo los postres de chef Juan jajaja

Nos pusimos el bañador y nos fuimos directos al spa para después ir a la sesión de masajes. De la que salí como nueva; Sobre todo por el masaje en la espalda que me dio un dios de ébano, con unas grandes pero muy habilidosas manos, después nos fuimos a la ducha y nos vestimos para la cena. El restaurante era maravilloso y la comida exquisita. Después de comer fuimos al jardín del hotel donde tenían montado un bar con música. Después de un coctel bastante cargadito bailamos un poco y nos fuimos a la habitación.

Al momento en el que Juan cerró la puerta, le salte encima besándole con ímpetu, el me agarro y nos fuimos hacia la cama, nos desnudamos uno al otro con prisa, yo le desabrochaba la camisa mientras el intentaba quitarme el vestido con poco éxito. Mientras él se quitaba la camisa, me quite los tirantes del vestido y deje que cayera al suelo para empezar  a desabrochar sus pantalones mientras él me quitaba el sujetador. Con los pantalones en el suelo, me tumbo sobre la cama y empezó a lamer mi coño a través de las braguitas para ir apartándolas como podía. Al final me las quito y empezó a lamerme con ímpetu y gran maestría, mientras me estremecía de placer.

Me mordía mi dedo para no gritar.

Al levantarse baje de la cama para ponerme de rodillas y quitarle los calzoncillos y empezar a chupar mientras sentía sus manos en mi cabeza acompañando el movimiento.

Me ayudo a levantarme y tumbarme en la cama para penetrarme con su miembro con mucho ímpetu hasta correrse.

Fue corto pero muy intenso. He de decir que estaba muy excitada y llegue al orgasmo fácilmente y estuve a puntito de tener el segundo, pero que muy apuntito.

Jadeantes nos tumbamos en la cama un rato, desnudos y cogidos de la mano, sentía la mano de Juan un poco inquieta después de un  polvazo como ese. Estuvimos un rato hablando y riendo sobretodo del “dios de ébano”  de si debería tener la polla grande como las manos.

Al rato me levante y me fui al baño, al salir me encontré a Juan sentado en la cama con un sobre en las manos

I - Que es esto? Otro masaje?

J – Este es mi regalo querida. Lo he estado pensando mucho, no sé si la vas a querer o no, pero a mí me haría muy feliz que lo aceptaras, pero entiendo que puedas decir que no

I – Que miedo me das

J – Toma querida feliz cuarenta aniversario

Me dio el sobre y al abrirlo, había una carta que empecé a leer.

Querida Inés me complace hacerte un regalo como nunca pensé hacerlo, te regalo una noche de placer con un gigoló de lujo, en la suite del Hotel Imperial ……

Para la noche del próximo sábado día ……”

Al acabar de leer la carta me quede asombrada y sin decir palabra me senté a su lado, le cogí la mano  temblorosa…

J- Espero que no te enfades conmigo, sé puede anular…..

I – Como quieres que me enfade? Si la verdad, esto me ha sorprendió mucho y nunca me lo hubiera podido imaginar, pero nunca me enfadaría contigo por esto, pues yo te quiero con locura y al ver esta carta veo que tú estás loco pero me quieres mucho, pero de verdad que quieres que acepte estar con otro hombre?

J – Jo te quiero muchísimo Inés, no quiero que estés con otro hombre, pero si quiero que puedas probar una experiencia con un profesional que se dedica a esto. Alguien joven, guapo y bien dotado. Un maestro en hacer sentir placer a las mujeres, alguien  que no tenga barriga. Jo quiero que seas feliz. No me respondas ahora piénsatelo y me dices.

Me dio un beso y se fue a dormir.

Ni decir que aquella noche no dormí nada pensado en el regalo dándole vueltas y más vueltas del porque me lo habría dado, hasta que sin resolver el problema, me dormí.

Por la mañana Juan seguía durmiendo y yo me levante y me fui a la ducha aún dándole vueltas y creo que al final lo entendí.

Juan me quiere con locura y yo a él por lo que puedo asegurar, es que lo ha hecho con buena intensión. Sé que sobrepasa de mucho el concepto de ”probar cosas nuevas” referentes al sexo que nos gusta, pero es una nueva experiencia.

Aún recuerdo nuestra primera vez. Que desastre ese día. Pero a partir de allí cuantas cosas buenas hemos hecho juntos, juegos, estriptis... Recuerdo cuando compre ese par de esposas y deje que me esposara a la cama y de cuando lo espose yo a el jajaja que divertido fue. Recuerdo las primeras experiencias anales, nuestros juguetitos, masajes y cuando nos grabábamos en videos para ponerlos las próxima vez. Porque no aceptar este regalo y aprender cosas nuevas con las que divertirnos después.

Demostrar que nuestro amor va más allá

I – Lo hare!!!

En ese momento Juan entro en el baño y lo invite a entrar en la ducha. Entro y con mi cuerpo enjabonado me lance sobre él  para besarle

I – Lo hare!

J – Hacer el que Inés?

I – Venga despierta cariño, hare lo del gigoló

En ese momento me cogió y empezó a besarme y a meterme mano cosa que respondí cogiéndole el miembro y empezar a pajearlo, al poco me tenia estampada al lateral de la ducha y me penetraba mientras me agarraba los pechos… por poco echamos abajo la mampara de la ducha. Yo me agachaba mientras cogía fuertemente los mandos de la ducha y él seguía follándome fuertemente hasta que en medio del orgasmo sentí como me llenaba con su esperma.

Paso la semana rápidamente. Una semana en la que me surgieron  dudas y nervios, pero  Juan me apoyó. Hablamos, reímos y como no, follamos.

El sábado me duche, maquille y me arregle. Estaba nerviosa y Juan estaba tranquilizándome.

J – Tranquila cariño. Estarás bien, además estas exuberante

I – Por cierto, esto como funciona? Debo elegir?

J – No, elegí yo, conozco tus gustos y tus fantasías y creo que elegí al chico perfecto

I – Y cómo es?

J – Será una sorpresa, él te espera a las 20:00h en el salón del Hotel. Se llama Héctor y va a llevar una camisa blanca con corbata amarilla, para que puedas reconocerlo, a partir de allí eres tu quien decide lo que quieres o no quiere hacer. La cena esta pagada al igual que la habitación y el  chico.

A las 19:30h después de darle un último beso cogí el taxi que me esperaba y me llevo al Imperial. Llegué cinco minutos antes de las ocho, cinco minutos que di como cincuenta vueltas, nerviosa por delante de la entrada y a las ocho en punto cogiendo una bocanada de aire entré.

Me dirigí al salón del hotel, era un salón amplio con varias mesas con butacas alrededor, empecé a buscar al hombre de la corbata amarilla. Había mucha gente pero en un rincón vi a un joven con camisa blanca y una horrible corbata amarillo chillón. Me acerque a él….

I – Héctor?

H – Si, yo mismo. Eres Inés?

I – Si

Se levanto y la verlo he de admitir que si me conoce Juan.

Héctor era un Joven de unos veintitantos, alto como de 1’90, muy guapo, con el pelo rubio un poco largo, con mechones que le caían por delante de la cara, donde dejaban entrever sus ojos azules y con una sonrisa aturdidora. Miraba su camisa que le estaba un poco estrecha marcando sus pectorales y su ancha espalda

H- Por favor Inés Tome asiento

Me ayudo a sentarme en el sillón.

H – Como está?

I – Trátame de tu por favor.

H –Ningún problema, como estas Inés?

I – Un poco nerviosa, pero bien

Mirándome y con una cálida sonrisa en los labios

H – No estés nerviosa, no pasara nada que no quieras que pase.

I – Pero esto como funciona?

H- Funciona como quieras que funcione, podemos hacer mucho o si quieres solo hablar, esto está en tus manos. Pero creo que lo mejor es pasito a pasito y vas viendo en cada momento. Te apetece una copa?

I – Si, estaría bien

Levantó la mano y vino un camarero tomo nota y nos trajo un par de Martinis.

H - A tu salud Inés.

Estuvimos hablando un ratito, mientras me fijaba en su mirada y su sonrisa, se le veía un hombre muy educado, pues tenía una buena conversación, era de ese tipo de gente que a los diez minutos parece que los conozcas de toda la vida. Muy agradable.

Al poco de estar hablando y riendo con él, se me olvidaba quien era, pero he de admitir que estaba muy a gusto allí charlando con él.

H- Tienes hambre? Qué te parece si pasamos a cenar?

I – Claro, pasemos al comedor

Entramos en el comedor del hotel, un lugar amplio y con una decoración exquisita, un camarero perfectamente uniformado nos acompaño a la mesa.

Nos sentamos y seguimos hablando hasta que trajeron las cartas, después de decidir lo que íbamos ha tomar

H- Inés quieres escoger el vino?

I – Mejor escoge tú, pues yo no entiendo de esto

Nos tomaron nota y nos trajeron los platos y un vino blanco que eligió Héctor y la verdad es que me gusto mucho. Parecía que entendía mucho de estas cosas de vinos.

Disfrutamos de la cena y del vino, pues el restaurante era bueno de verdad, los platos exquisitos y los postres estaban de muerte.

H- Te apetece, que vayamos al bar, es un sitio agradable donde tomar alguna copa

I – Si, perfecto

Salimos del comedor y atravesamos el hotel hacia el jardín trasero, donde tenía montando un bar con sillones y algunas mesas. Con música suave de fondo y luces bajas que hacían del lugar un sitio muy acogedor y tranquilo.

Al sentarnos aprecio un camarero que tomo nota y nos trajo un par de Gim Tonics, nos sentamos juntos en un gran sofá con una pequeña mesa delante, allí Héctor seguía con la conversación  y donde me cogió por primera vez la mano mientras me hacia uno de esos juegos tontos de bar. La verdad es que fue muy divertido y nos reímos un buen rato, mientras nos acercábamos más y mas. Tenía sus manos sobre mis hombros y las mías sobre su pierna.

I –Venga Héctor otro juego

H – A ver qué tal este.

Al igual que el primero el segundo fue también muy divertido por lo que nos pusimos a reír sin parar.

Al momento en que paramos de reír yo estaba apoyada en Héctor y el abrasándome por encima del hombro me dio un pequeño beso en la boca y se aparto un poco rápidamente, como esperando mi reacción pero dejándome espacio para poder salir. Después de una pequeña pausa le devolví el beso, pero esta vez un beso un poco más largo

H – Vamos a por otro pasito?

Mi respuesta no se hizo esperar y volví a besarlo, pero esta vez el beso fue largo y se fue transformando en un beso con lengua, a partir de ese momento poca mas conversación tuvimos, solo  nos besábamos y bebíamos. Al acabar el segundo Gin Tonic

H- Estas preparar para el gran paso?

I – Si

Se levanto y ofreciéndome su mano me ayudo a levantarme del sofá, paso su brazo por encima de mi hombro y empezamos a andar hacia el interior del hotel, entramos en el hall y tomamos el ascensor hasta el último piso.

Salimos del ascensor y cruzamos un amplio pasillo hasta la habitación del fondo donde Héctor saco una tarjeta y abrió la puerta invitándome a entrar.

Era una habitación fantástica. Tenía una sala con un sofá y una mesa central frente a una gran pantalla de tv, unos grandes ventanales con vistas a la ciudad y una amplia puerta doble que conducía al dormitorio, con una gran cama de sabanas blancas.

Entramos a la habitación y me acerque a los ventanales para admirar la panorámica de la ciudad de noche, en ese momento Héctor se acerco a mi espalda y cogiéndome de los hombros empezó a besar mi cuello con mucha ternura, mientras yo intentaba  abrasarlo con dificultad…

H – Seguimos, Inés?

Me di a vuelta y empecé a besarlo mientras mis manos tocaban su fuerte espalda, solo pare para empezar a desabrochar la estúpida corbata y los botones de la camisa hasta llegar a ver su musculado torso desnudo, sus fuertes pectorales y sus marcadas abdominales, pasar mis manos sobre su torso y bajar por sus fuertes brazos.

Me giro y poniéndose a mi espalda empezó a darme un suave pero muy sensual masaje en la base del cuello, no sé muy bien que hacia pero era fantástico El suave movimiento de sus dedos por mi cuello y hombros me hacia relajarme, mientras notaba que mi coño empezaba a mojarse.

Pasando  los pulgares por debajo de mis tirantes me empezó a quitar el vestido,  mostrando mi juego de ropa interior negra con encajes.

H – Que guapa eres Inés, que bello cuerpo tienes.

Combinaba sus dulces palabras con caricias y besos

Me gire he empecé a desabrochar sus pantalones al tiempo que empezó a desabrochar mi sujetador, deje que los pantalones cayeran al suelo para dejar ver su slip negro ajustado, marcando un gran paquete. A la vez que me quito el sujetador dejando a mis generosos pechos a merced de la gravedad.

Seguía con los besos y caricias mientras tocaba su culo. Que culo!. Era duro y firme como si estuviera hecho de mármol. Era como estar con una de esas estatuas griegas. Todo en el era definido y duro.

H – ven

Me cogió en brazos y me tumbo lentamente sobre la cama, el se tumbo sobre mi siguió besándome mientras recorría mi cuerpo con sus fuertes manos, empezó a bajar besando cada parte de mi hasta llegar a mis bragas mojadas. Incorporándose un poco me las quito, dejando ver mi húmedo y depilado coño, chorreante de ganas.

Empezó a lamerlo lentamente abriendo y penetrando con la lengua mis labios con gran maestría, buscando mi clítoris para lamer y chupar. He de decir que muchas veces Juan me había chupado el coño pero eso estaba en otro nivel. El lamia y yo empecé a gemir, me mordía el dedo, para no gritar de placer pero él seguía mientras se me hacía insufrible el morder mi dedo, por lo que empecé a gemir, Gemí  más y más fuerte hasta que llegue al clímax.

En ese momento paro y subió besándome hasta llegar a mi boca. Se levanto de la cama y se bajo el slip, yo seguía tumbada exhausta de placer pero al quitarse el slip me incorpore de inmediato. Menuda polla tenía, nunca había visto nada parecido. Era enorme  y  muy gruesa, no sé lo que le mediría pero me quede asombrada. Si poder  resistirme empecé a tocársela con una mano pero al momento vi que iba a necesitar las dos, baje de la cama y me puse de rodillas delante de él mientras admiraba semejante monstruo y le pajeaba con las dos manos. Mis ganas no hacían más que aumentar por lo que empecé o mejor dicho intente chupar semejante polla, digo intente porque apenas me cabía en el boca, pero si al final empecé a chupársela con muchas ganas lamerla e ir bajando hacia sus huevos depilados recorrí su polla varias veces hasta que me levante y me tumbe sobre la cama abriendo mis piernas.

Después de ponerse un condón se tumbo sobre mí y empezó a penetrarme muy lentamente para no hacerme daño con semejante miembro. Sentía como me llenaba y poco a poco empezó a penetrarme más rápido. Sentía ese miembro descomunal dentro de mí, mientras el no paraba de embestirme con una energía infinita. No tarde en empezar a jadear y llegar a mí segundo orgasmo, pero él no paraba y llego el tercero y al llegar al cuarto sentí como me agarraba con gran fuerza y se corrió. Después de darme un beso se aparto y se tumbo en la cama a mi lado.

Yo estaba extenuada del placer recibido, estaba tumbada en la cama inmóvil y en silencio, solo notaba los latidos de mi corazón extenuado. Miraba el techo de la habitación, pero solo veía estrellas como si estuviera tumbada en el campo mirando el cielo en una noche despejada. Me quede callada e inmóvil. Él se levanto y fue un momento al baño para volver a tumbarse a mi lado. Tarde un rato en girarme y mirarlo allí tumbado y relajado, con sus mechones rubios por encima de la cara, en ese momento…

I – Ha si fantástico

H – me alegra que te haya gustado

I – Gustado es poco ha sido….. Genial, fantástico !!!

Seguí adulándolo un rato, mientras el se reía con gracia y modestia. Al rato me levante para ir al baño, al salir me lo encontré de pie delante de la puerta, me quede asombrada al ver que volvía a estar con la polla erecta. Se acerco de mí y cogiéndome en brazos me tumbo sobre la cama y empezamos a follar nuevamente, ya ni recuerdo los orgasmos que tuve, pero sí recuerdo que aquella noche lo hicimos cuatro veces.

Al final de la cuarta vez,  vi que yo seria incapaz de hacerla una quinta por lo que le pedí, que se quitara el condón y se corriera sobre mis tetas. Siempre me ha gustado que hagan eso. El me miro….

H – Como quiera Inés,

Siguió follándome hasta que se incorporo y se quito el condón, estaba sentado sobre mi pajeando su enorme polla hasta que incorporándose un poco se corrió sobre mi barriga y mis pechos, mientras yo me deleitaba con ello.

Al acabar nos tumbamos en la cama cogidos de la mano hasta quedarme dormida.

Por la mañana siguiente, Héctor me despertó, estaba ya vestido y con la camisa perfectamente cordada, pero sin la horrible corbata.

H – Bueno Inés yo ya tengo que irme, ha sido un placer conocerte y haber pasado esta noche juntos.

I – El placer ha sido mío

H – Te dejo una tarjeta con el número de la empresa de contactos

I – Héctor, esta noche ha sido increíble, pero no podría volver a hacerlo, solo era un regalo de mi marido para vivir una nueva experiencia en la vida y ya la he vivido.

H - Entiendo, pero esta tarjeta quizá te sirva para que algún día puedas devolver  este regalo a tu marido

Después de darme un último beso se marcho.

Me quede un rato tumbada en la cama pensando el lo que había dicho “devolver  este regalo a tu marido”, pues la verdad no se me había pasado por la cabeza. Pensar en mi Juan aquí en esta misma habitación con una chica de bandera, no sabía que pensar. Me encontraba con sentimientos contradictorios, sería ponerme los cuernos? Juan se sabría manejar? Que haría yo en casa ese día? Morderme la uñas …………..

Aaaaaaaah, que lio,

Al fin decidí levantarme y ducharme. Al salir de la ducha me vestí y salí del hotel para coger un taxi hasta mi casa, Al llegar allí, me encontré a Juan en la cocina con un gran desayuno: zumo de naranja, tostadas, café, unos croissants …….

J – Hola cariño, como estas? Has desayunado?

Me asombro la forma de hablar de Juan, sentado allí con su desayuno y hablándome tranquilamente. Tarde un momento en reaccionar y saltar a sus brazos haciendo que le cayera el croissant que tenía en la mano y darle el beso más grande que le he dado en la vida.

J – Entonces ha ido bien?

Yo le miraba con cara de admiración conteniendo mis lagrimas hasta…

I – Juan, ha sido fantástico, ha sido ……

J – Me alegro mucho que te haya gustado Inés, me siento muy feliz

En ese momento empecé a llorar mientras Juan se preocupaba por mis lágrimas. Tarde un rato en hacerle entender que mis lágrimas eran de felicidad, no solo de la experiencia vivida sino por tener un marido que le haya sido capaz de hacer un regalo como este  y más al ver su reacción como marido. He de decir que desde aquel día vi a mi marido de otra forma, como un Juan más intenso y aunque nunca pensé que fuera posible, más querido.

Y pensando en la tarjeta…

I – Juan, esto no va a quedar así.

FIN