El Regalo
Esta es la historia real de alguien bien normal como yo que, tras toda una vida, consiguió lo que mas anhelaba como regalo de su 50 cumpleaños. Un trío con mi esposa y mi amigo.Una experiencia mucho mas sensual que sexual, pero es que así fue como sucedió.Y fue brutal.
La mayoría de relatos que he leído en mi vida de carácter erótico han comenzado siempre de la misma forma, “os voy a contar una historia real..” Siempre he pensado que no era mas que un recurso literario para añadir mas morbo a lo contado. Y ahora me encuentro yo, describiendo aquí lo que sucedió aquella noche de finales de Septiembre en una maravillosa ciudad del sur de europa.
Esta historia, no comienza esa noche sino que lo hace varios meses antes. Mi mujer, Nika, es una criatura realmente espectacular y tremendamente sensible y atractiva. La contemplan 43 años pero no aparenta mas allá de 35, pelo negro bajando hasta media espalda, pecho precioso y una figura, a mi modo de ver y al de la mayoría de hombres, maravillosa.
Desde hacía muchos años, en nuestras relaciones íntimas, fantaseábamos con la idea de meter a alguien mas en nuestro dormitorio. Casi siempre eran personas desconocidas o donde no distinguíamos con claridad los rostros, pero de un tiempo a esta parte yo notaba como mi mujer, cada vez disfrutaba mas con el relato y entrecerraba los ojos imaginando algo que a mi se me escapaba. Una noche me confesó, muerta de vergüenza, que había alguien que le atraía mucho desde un punto de vista sexual, aunque no entendía muy bien el porqué ya que no lo encontraba guapo, pero si tremendamente atractivo. Me costó dios y ayuda conseguir que confesara el nombre de su amante imaginario, hasta que una noche, totalmente ruborizada, me confesó tras disfrutar de una de nuestras fantasías que la persona que compartía lecho y cuerpo con nosotros en su mente era Alberto.
Se trataba de un compañero mío de trabajo que vivía en otro país y que en algunas ocasiones había coincidido con mi esposa en alguna cena de mi empresa, un auténtico Guasón que no cesaba de decirle piropos a todas las chicas con que se cruzaba con mucha gracia. Alguien que a mi me apreciaba mucho. Al escuchar la confesión de mi mujer, ni por un segundo sentí celos, sino un sentimiento de comprensión porqué sabía que Alberto producía esa atracción en muchas mujeres. Yo mismo lo había visto en infinidad de ocasiones. Esa noche se encendió en mi una poderosa mezcla de sensaciones, todas sensuales. A partir de aquella velada ya era yo el que verbalizaba en cada relato las situaciones mas diversas donde los tres acabábamos fundidos en sensuales abrazos que nos llevaban al éxtasis. Semana tras semana comencé a insinuar a Nika que por mi 50 cumpleaños, que era a final de ese año, mi mejor regalo sería hacer un trío con mi esposa y alguien mas.. y esa persona debía ser Alberto. Alguien a quien yo tenía en gran estima y que no me hacia sentir celoso. De las primeras negativas en redondo, pasamos a un “estas loco..” Pero cada vez más hablábamos fuera de la cama de que ocurriría si se hiciese real nuestra historia mental. Yo intentaba convencerla de lo mucho que aportaría a nuestra vida sexual, pero me daba cuenta de que cada vez ella necesitaba menos argumentos. Mi insistencia subió mucho en en el mes de mayo; Nika se ponía roja como un tomate y siempre repetía “ no podría, “no podría..” ,“ Que vergüenza”… , pero a la par me reconocía que tras hablar del tema terminaba tremendamente excitada e incluso había llegado a tener sueños eróticos imaginándonos a los tres. Un día en un mensaje de whatsapp me dijo, “adelante, propónselo”!!!
Ufff, ahora era yo el me que quedé de piedra, íbamos a pasar de la mente a la realidad.Y me tocaba la parte dura de verdad; llamarle y contarle algo de lo que él no tenía ni la mas remota idea. Me recuerdo a mi mismo dando vueltas por el comedor y haciendo un teatrillo de como le iba a contar algo tan íntimo por teléfono, dado que vivía a miles de quilómetros de nuestra ciudad. Y encima en inglés.
Nika, conocedora de que iba proponer a mi amigo ser partícipe de lo que tantas veces habíamos hablado me tenía frito el movil con mensajes preguntando que si ya había contactado, si tenía respuesta.Estaba atacada de los nervios. Y no era para menos.
Cuando Alberto descolgó el teléfono comenzó a soltar las bromas de siempre como si fuese a preguntarle la cosa mas trivial de nuestro día a día laboral. Mas de dos segundos de silencio se sucedieron al plantearle directamente si le apetecía ser parte de mi regalo de cumpleaños. Tras balbucear algo así como que era una persona moderna, abierta, que entendía el sexo como algo divertido…, me pidió tiempo para reflexionar. “Es tu mujer, y tu mi amigo; dame unos días y te cuento”. Se le notaba algo incómodo. No se lo esperaba.Colgué atónito.Nunca presupuse dudas en él. Es la magia de lo inexplorado, jamás sabes que va a ocurrir.
Aquella reacción si que no entraba en nuestros planes. Nika se quedó de una pieza al saber que no había obtenido un si de inmediato. Los dos dábamos por hecho que un tipo como Alberto, tan lanzado en tantas cosas, lo vería como una regalo del cielo. Siempre había alabado la belleza de mi chica, siempre. Aquello, lejos de enfurecer a mi esposa, estoy convencido de que aún añadió mas morbo a la situación.
Pasaron muchos días sin noticias, hasta que una tarde entró un mensaje con su nombre en la pantalla. Era una frase corta.Decía “amigo mío, luz verde a la crazy night”. Ay madre! aquello ya estaba en marcha y a mi me parecía que nos encontrábamos dentro de un tren que ha iniciado su marcha y pararlo es casi imposible. Nika se quedó blanca cuando supo que estábamos ya los tres de acuerdo. Ella volvió a sus miedos, con frases del estilo de “estáis locos”, “que va a pensar tu amigo de mi” y otras muletillas que le repetía en bucle su cerebro.Acababa de comenzar el verano y solo quedaba marcar una fecha.
Desde ese mismo día empecé a percibir un cambio en mi esposa en lo referente a sus hábitos diarios. Comenzó a practicar ejercicio y tonificar su cuerpo, cosa que antes hacía de manera esporádica, tratamientos intensos de belleza… Nuestras relaciones sexuales iban ganando en intensidad, con la historia habitual como fantasía protagonista y con charlas al acabar de como sería el día que pasásemos la línea de lo imaginario a lo real. Cada vez mas, mi mujer se mostraba menos tímida. Una tarde, mientras esperábamos para abordar un avión en un aeropuerto de una capital europea empezamos a imaginarlo juntos y nos pusimos como motos. “Proponle una fecha”, me dijo ella. “Cobarde”, me decía entre risas al ver como yo la miraba con alguna duda. En la misma sala de embarque le envié un mensaje al móvil de Alberto proponiendo una cena en su ciudad al acabar el verano. Su respuesta fue rápida,. Adelante. “Quedemos para cenar en mi ciudad. Os espero.”
Nika estaba de los nervios. Los días se tachaban en el calendario y no paraba de repetirme “tengo el corazón en la boca. Mi educación, mi familia… que estoy haciendo?” Cuando ,mirándole a los ojos, le decía. Paramos? Me respondía NO.
Mi esposa entró en una vorágine de visitar tiendas y comprarse ropa sin parar, moldear su figura, acudir a la peluquería ,manicura.. Yo percibía que ella estaba envuelta en la euforia de la novedad. Básicamente porque ese hombre la atraía y la idea a de ser deseada y poseída por dos personas simultáneamente y ambas superexcitantes para ella la llevaba en volandas en su día a día.
El destino quiso que pocos día antes de la fecha señalada, Alberto tuviese que venir a nuestro país para una reunión en otra ciudad distante en 300 kilómetros de la nuestra. Me pidió prestado el coche y quedamos para el trasvase de las llaves. Desayunamos juntos, tras divagar sobre materias laborales y viendo que no me sacaba el tema , fui yo el que lo puso encima de ella mesa. Me confesó que tenía cierto temor a que aquello afectase a nuestra relación personal. Le hice ver que no, pero lo cierto es que no tenía ni la mas remota idea de como iba a salir todo ni como nos sentiríamos los tres antes, durante y después de la tal “crazy night”. Al día siguiente debía devolverme el coche y yo partía ese mismo día de viaje , así que arreglé todo para que se encontrase durante 15 minutos la mañana siguiente con Nika, para devolverle el auto.
Recuerdo ver entrar un mensaje de vídeo en mi celular de los dos juntos deseándome los buenos días. Nika estaba espectacular en esa grabación. Se había puesto para la ocasión unos tejanos azul claro superceñidos que le hacían un tipo de infarto, unos zapatos de tacón alto y una camiseta blanca ajustada que permitía adivinar su generoso pecho. En aquel vídeo sentí que aquello no lo paraba nadie ya que emanaba una enorme complicidad entre los dos y a mí una buena erección espontánea a distancia. No sentía celos. En absoluto. Según me contó mi esposa en días posteriores, fueron 15 minutos un tanto embarazosos ya que ninguno de los dos abordó el tema. Era Tabú para todos menos para mí.La relación entre ellos ,ese día, fue un tanto fría.Ya me encargaría yo de hacer de conector, me dije para mis adentros cuando me lo contaba mi esposa.
Los días previos a viajar a recoger “ mi regalo” al sur de europa se vivieron en mi hogar envueltos en un manojo de nervios. Especialmente Nika. Me hizo prometer que le diría a Alberto que ella solo se comprometía a una cena. Luego ya veríamos. Le torturaba la idea de que él pudiese pensar que era demasiado ligera. Cada jornada luchaba contra sus miedos internos. Pero los días caían en el calendario.
Las tres últimas noches, aquello parecía un desfile se Woman Secret. Nika compró cuatro conjuntos de ropa íntima, a cual mas sugerente, y cada noche era un mar de dudas de como iría vestida la noche elegida. Pero no solo estaba obsesionada con su atuendo interior, también compró diversos vestidos y me hizo elegir el que luciría aquella velada. Me decanté por uno, precioso, de la firma Carolina Herrera. Cuando se lo probó para mí tuve la sensación que lo habían fabricado para ella. Le moldeaba cada parte de su cuerpo y costaba saber donde acababa la tela y comenzaba la piel de lo bien que le quedaba.Todo estaba listo.
Y llegó el día.
Nos marchamos un viernes tarde para regresar el domingo por la mañana.Estaríamos fuera menos de 48 horas. A Nika le temblaba todo y a mi también me venían a visitar los nervios. Mis miedos se centraban, básicamente, en saber si sería capaz de aguantarlo; de no sentir celos de mi amigo, de mantenerme excitado todo el tiempo, de no tener un orgasmo demasiado rápido y dejarlos solos en la cama..Era parte del morbo, sin duda, pero la mente no dejaba de jugar con posibles causas de desastres de alcoba
Habíamos quedado para cenar el sábado, pero algo cambió súbitamente los planes. Alberto insistió en recogernos el viernes, a nuestra llegada, en el centro de la ciudad y llevarnos a nuestro hotel No era lo que yo tenía en mente, pero aceptamos.A las siete de la tarde nos encontramos con él en una abarrotada plaza del centro de una gran urbe como era la suya. Ella le dio dos besos y yo un fuerte abrazo.
En esos primeros instantes se mascaba un poco de tensión el el auto. Sacábamos temas de conversación banales para no mantener un silencio incómodo. Alberto reservó un restaurante muy próximo al lugar donde nos alojábamos y dijo que le apetecía cenar con nosotros.Se autoinvitó. A mi ,al principio, no me hizo mucha gracia. No estaba en mis planes, pero a Nika le pareció una idea genial, necesitaba hablar con el ,cuanto mas mejor, decía que le ayudaría a generar más química con el. Ella no funciona en la cama si no hay algo de conexión previa.
Recogimos las llaves de las habitaciones. Dos habitaciones. Una en la planta cuarta donde pasaríamos el fin de semana Nika y yo y otra en la sexta planta, con cama extragrande donde jugar si, llegado el caso, consumábamos lo que tantas veces había ocurrido en nuestras mentes. La 612. Lo recuerdo perfectamente.
Sin tiempo que perder nos cambiamos de ropa y nos fuimos prestos a cenar con él. El idioma era en algunas ocasiones un freno pero manejábamos con cierta fluidez los tres el inglés y pudimos charlar de una manera distendida. Fue una velada extraordinaria. Había escogido Alberto un restaurante italiano con mucha historia en la ciudad. Los primeros veinte minutos fueron verdaderamente soporíferos. Alberto, tímido, hablaba de cosas de trabajo y Nika parecía algo ausente.Yo barruntaba como cambiar el curso de los acontecimientos. Agarré una copa y les propuse un brindis. “por mi regalo de cumpleaños”, exclamé.Aquella frase fue el inicio. Mi esposa empezó a reír de manera nerviosa y a partir de ahí no dejamos de fantasear en toda la cena sobre que pasaría la noche siguiente. Recuerdo perfectamente como Alberto miró a los ojos a mi mujer y le dijo “Nika, tu quieres acostarte con nosotros?” “No lo sé”, dijo ella ,algo incómoda, no tengo aún la respuesta. Mas tarde el propio Alberto le preguntó si la situación le parecía incómoda o excitante.Ella le miró, dejó transcurrir dos segundos para que el silencio planease por la mesa y le respondió “excitante”. Alberto, en un impulso irracional, cogió su mano derecha y besó sus dedos subiendo por el antebrazo. Aquel gesto me tensó la espalda.Lo reconozco. No me gustó. Soy de la opinión de que dentro de la cama todo vale pero que fuera de ella a mi mujer no la debía tocar nadie. Se que suena raro pero es como me sentí en aquél instante. El resto de la cena transcurrió entre bromas respecto a lo que podía pasar en 24 horas y una tortilla de arroz, especialidad de la casa, que a mi chica le extasió y mi no me acabó de convencer.
De regreso a la habitación mi mujer yo coincidimos en que había sido una noche muy divertida, morbosa y excitante. Cuando le pregunté que pensaba hacer al día siguiente, Nika me miró llena de determinación y me dijo: “yo voy con los dos para adelante”. Hicimos el amor. Tremendos orgasmos fueron los que alcanzamos los dos. Dormí fatal por los nervios esa noche y me recuerdo desnudo, en el baño, viendo una serie de Netflix a las 4 de la mañana esperando la luz del alba.
Amaneció el sábado y Nika estaba como flan. Desayunamos en el centro y estuvimos aún mas cariñosos entre nosotros que de costumbre. Yo estaba muy agotado por no haber dormido muchas horas. Paseamos por el casco antiguo pero no estábamos pendientes de nada. Se trataba de dejar correr el tiempo. Después de comer algo liviano nos marchamos a descansar al hotel. A las nueve y media nos pasaba a recoger mi amigo.
No podía conciliar el sueño tampoco por la tarde. “ no es mi día”, pensaba para mis adentros. Nika estaba desatada! ,le apetecía mucho consumar el trío.Lo adivinaba en sus ojos.Mi esposa me confesó que, si bien fisicamente nos estaba Alberto tan bien como recordaba, ya que se le adivinaba una barriguita poco erótica, ese chico la seguía excitando. Cuando se acercaba a ella, las hormonas se le revolucionaban, era algo que no podía dominar. Y eso no lo había ocurrido jamás. Ahora era yo el que estaba mas nervioso. A eso de las cinco de la tarde comencé a temblar. No lo podía creer; me dolía todo el cuerpo y comenzó a subirme algo de fiebre. Nika me decía que no era nada, que era fruto de los nervios, pero yo cada vez me encontraba peor. Tomé un ibuprofeno. A eso de las 7 de la tarde aún no había descansado nada, y me mareaba al levantarme. Recurrí a un poco de melatonina para intentar dormir y le dije a Nika que no podría ir, que no estaba en condiciones.Me dolía todo el cuerpo.“Nooo”! me dijo. Adiviné en sus ojos una sensación de incredulidad y de rabia al pensar que no podría ser la dueña de nuestros cuerpos. Nika estaba como un volcán a punto de entrar en erupción. A las 9 de la noche me levanté de la cama tomé un segundo ibuprofeno y entré en la ducha.
Me encontraba algo mejor, sin fiebre, probablemente fruto de la medicación, así que le dije, “vamos, cenamos y nos venimos”. No me encuentro nada bien, compréndelo cariño. Ella ,ya ni me escuchaba. Estaba continuamente delante del espejo de nuestra habitación probándose todos los conjuntos de ropa interior que había traído y todos los atuendos que había adquirido para una ocasión así.Finalmente se maquilló, se perfumó y se embutió en el maravilloso vestido negro que a mi me parecía su segunda piel. Recuerdo que uno de los motivos de mi preferencia por esa prenda era lo fácil que parecía el poder quitarlo de ese cuerpo celestial. Y no me equivocaba.
Yo, mas por intuición que por otra cosa, antes de abandonar la habitación metí en mi bolsillo la llave de la habitación de la sexta planta, y de manera un tanto sigilosa coloqué un paquete de preservativos en el bolso de mi esposa y me dispuse a tratar de pasar la noche de la manera mas digna.No quería que se hiciese ilusiones. Que rabia! parecía que el destino no estaba conforme con que ese fuese mi regalo de aniversario.
Al llegar al restaurante, noté una gran mejoría en mi estado de salud. Era un sitio de moda plagado de gente joven. Empezó la noche igual que la anterior. Temas banales, principalmente laborales. Volví a aplicar la misma receta. “Chicos”, dije ,” yo cumplo en poco tiempo 50 años y solo vosotros me podéis dar el regalo que mas quiero”. Nika se sonrojó por completo. Balbuceó algo así como “no se, ya veremos..” . Debía apretar el acelerador.Puse toda la atención en mi amigo y sin apartar mi mirada de la suya le pregunté de la manera mas directa que supe “Te apetece hacerme este regalo?”. Si! afirmó rotundamente, me apetece mucho.Entonces giré mi cabeza hacia ella, que lucía espectacular de negro ,y le dije; “ahora es tu momento. Hemos llegado juntos hasta aquí, Nika”. “¿Te apetece hacerme este regalo, cariño?” Sonrió, fijó los ojos en el protagonista de nuestras fantasías y dijo “venga , vamos! Si. Por mi adelante, pero no esperes mucho de mi, Alberto, ya no tengo 20 años”. Todos reímos. Yo propuse una regla básica para nuestro encuentro sexual. Si cualquiera de los tres se sentía incómodo o no quería continuar una vez nos encontrásemos a solas tan solo debía decirlo y no hacía falta argumentar causa alguna. Allí acababa todo. Asentimos los tres, nos dimos las manos para sellar nuestro acuerdo y tras pagar la cuenta, exclamé: Vamos al hotel! una habitación preciosa nos espera. La suerte estaba echada.
Menos de 15 minutos separaban nuestro hotel de aquel restaurante de moda. Poco antes de salir de él y en un momento en el que Nika se ausentó para ir al baño, Alberto me miró algo confuso y me dijo,” pero yo ¿como me comporto? ¿Que hago? Es mi primera vez y no sé bien como actuar”. “Déjame a mi llevar el ritmo, Alberto”, le respondí, tratando de inspirarle la mayor calma posible. “De entrada yo rompo el hielo con mi esposa y en seguida te hago una señal para que te unas a nosotros” afirmé con toda la seguridad de que fui capaz. Siempre lo había vivido así en mi fantasía. Qué poco me imaginaba cuan distinta sería la realidad.
En el trayecto en coche de camino al hotel se habló de todo menos de sexo. Mi chica iba en el asiento trasero muy callada. probablemente con el corazón en la boca. O eso imaginaba yo. Estacionamos el vehículo y los tres nos encaminamos a la recepción del hotel , saludamos como el que llega bien relajado después de una apacible cena y entramos en el ascensor. Ya no había vuelta atrás. Sexta planta.Se respiraba una mezcla de tensión y excitación. Estuve mas que tentado de besar el cuello de Nika allí mismo con Alberto a pocos centímetros, pero me contuve. Ya comenzaba a notar cierto cosquilleo en mis partes bajas y también, porque no decirlo, cierto miedo. El ascensor se detuvo. El pasillo que discurría por la sexta planta se nos hizo eterno. Nika empezó a reír, con una risa nerviosa, murmurando en voz baja.. “estamos locos, estamos locos”.El reloj marcaba las doce de la noche, cuando alcanzamos la habitación 612.
La llave magnética abrió la puerta a la primera, pasamos los tres y cerré tras de mi, convencido de lo que hacía. Nadie decía nada. Silencio incómodo.”Debo destensar la situación” pensé para mí, de modo que empecé a recitar en voz alta lo que mi mente me gritaba. “Aquí ninguno lo va a pasar mal. Si no sale, no sale, sin problema” y sin esperar respuesta me dirigí a la mesita de noche que se encontraba junto a la enorme cama de la habitación. El lecho era tamaño King Size. Menos mal, pensé, Alberto mide casi 1,90 metros. Atenué la luz de la estancia hasta que Nika me dijo que se sentía cómoda. Para ella el tema de la luz era crucial; Quería ver, así me lo había dicho, pero que no fuese todo evidente. Sensualidad mas que sexualidad. Mi esposa se despojó de una chaqueta de piel que ocultaba el maravilloso vestido negro y se acercó a mi. Me miró, rió y empezó a dar pequeños saltitos. “No puedo chicos, no puedo…“, exclamó mientas reía de manera agitada. Desplacé mi mano suavemente por su cuello y empecé a besar sus labios. No duró ni 20 segundos la escena. “Uyyyyy”, gritó.Estaba como un flan. Mi amigo nos miraba sin saber bien que hacer, a un metro de distancia. Comencé a temer que aquello no tuviese el final que todos anhelábamos.Era uno de los riesgos! Senté a mi esposa en la cama y busqué su cuello de nuevo, esta vez con mis labios. Nada! se levantó a los 15 segundos con la respiración entrecortada. Volvió a dar los saltitos que , debo decirlo, no hacían mas que aumentar mi excitación. Mis sensaciones eran diametralmente opuestas a las suyas. Me sentía totalmente sereno, mis nervios y miedos habían desaparecido. Nika se quedó de nuevo de pié, apoyada en un mueble “vintage” que se encontraba frente a la enorme cama. Algo distinto adiviné entonces en su mirada. Me miró y acercó su labios a los míos envolviéndome en un beso corto, se giró, fijó la mirada en Alberto y sonriéndole le dijo, “anda! ven”, atrayéndolo hacia ella. Acarició Nika sensualmente la espalda de su amante esa noche y dejó que él acercase sus labios a su cuello. Fue la señal.Con toda la sensualidad de la que fui capaz comencé a besar a mi esposa mientras él recorría su cuello. La noté estremecerse bajo mis brazos. Aumentó la intensidad de mi beso y Alberto aprovechó para empezar a recorrer con su mano uno de los pechos de Nika mientras apretaba contra ella toda su excitación. Sin duda estaba totalmente erecto. Igual que yo. Era el momento de dar un paso mas, así que mirando a mi mujer comencé a girarla lentamente hasta tenerla totalmente de espaldas a mi y de cara a mi amigo.
Alberto la miró, sonrió y desde atrás fui testigo de como comenzaron a besarse por primera vez. Fue un beso a cámara lenta. Era la primera vez que contemplaba una escena así.Siempre albergué la duda de, si llegado un momento como este, tendría ganas de gritar, de llorar o de hacerle el amor a mi mujer. Resultó ser, sin lugar a dudas, la tercera opción la que se mas se acercó a lo que sentí entonces. Mientras se besaban, Nika le levantó la camiseta blanca con dibujos que llevaba Alberto y empezó a acariciarle el pecho por la parte del costado. Yo entretanto tenía mis manos abrazando sus senos y notando como se endurecían sus pezones entre mis dedos. Todo se desarrollaba en un ambiente de extrema sensualidad, sin movimientos bruscos. Mi esposa se giró de nuevo hacia mí. Comenzó a acariciar mi cuello mientras su lengua se fundía con la mía y dejaba que Alberto empezase a explorar su cuerpo con una de sus enormes manos buscando algo mas que sus pechos. Aquello ya era imparable .Y lo fue del todo cuando mi mujer se hizo atrás unos centímetros, nos miró a los dos y sin mediar palabra se quitó de un solo movimiento aquel maravilloso vestido para quedarse como una diosa, alzada en unos tacones de vértigo, y envuelta tan solo en aquel conjunto de ropa interior negro con mil y un encajes. Alberto se quedó blanco. “Madre mía”! balbuceó en su lengua. “Tienes el cuerpo de una mujer de 25 años”, acertó a decir. Ella agradeció aquellas palabras introduciendo su lengua en la boca de mi amigo. Aproveché ese instante para despojarme de mi camiseta, como hacía unos momentos había hecho mi compañero de alcoba. Nika, durante uno de sus besos con él, hizo algo que me pareció tremendamente excitante. De espaldas a mí como estaba, con una de sus manos buscó mi pene con rapidez, buceó con sus dedos dentro de mi pantalón y al encontrar mi miembro totalmente erecto lo apretó contra sí; levanté la vista y puede ver que Alberto había llevado la mano de mi esposa hasta el mismo sitio, de manera que por primera vez en su vida, mi esposa, se encontró con dos miembros viriles distintos en sus manos.Tenía todo el poder. Eso le produjo, estoy convencido, una excitación aún mayor. Mi turno; Nika se recostó un poco mas en el mueble y empezó succionar mi cuello, mientras comenzaba a gemir de excitación. El motivo no era otro que el que nuestro invitado ya estaba pasando uno de sus gruesos dedos por el exterior de la braguita de mi esposa. Yo devoraba a mi mujer, la encontraba tan deseable!. Durante uno de nuestros apasionados besos y consciente de que la mano de mi amigo intentaba abrirse paso bajo la ropa interior para alcanzar el húmedo pubis de mi chica, pude adivinar como ella movía rítmicamente sus caderas contra el recio pene que la presionaba con fuerza por detrás, sintiendo toda su erección. La mano derecha de mi esposa abrazada a mi cuerpo y la izquierda recorriendo el miembro de nuestro amigo.Yo era consciente de todo. No quería perder detalle. Es cierto que estaba muy excitado, pero me veía capaz de controlar el ritmo. Era lo mas parecido a ser el espectador de una película, pero formando parte de la trama. Nika no tardaba en enfocar su atención en él. La novedad la estaba conquistando. Ahora fue Alberto el que comenzó a recorrer su cuello , momento que yo aproveché para abrir el delicado broche del sujetador que oprimía unos pechos que querían se parte del juego. Siempre fue la parte de su cuerpo de la que se sintió mas orgullosa mi mujer. Y no era para menos. La prenda interior superior alcanzó mansamente el suelo y sus senos se apoyaron con gran delicadeza en las amplias manos de un extasiado Alberto. Los apretó contra si y ella dejó escapar un nuevo gemido, mientras acariciaba mi pecho. Todo parecía sincronizado como en una orquesta, no había un acorde mas fuerte que otro. Nika ya tenía el control de la situación y empezaba a marcar los tiempos y más aún cuando, al poco, intenté repetir la operación antes realizada con el sujetador, deslizando hacia abajo la braguita que tapaba el tesoro que nosotros dos ansiábamos alcanzar. “ Espera, cariño, no vayas tan rápido”, me dijo. Estaba al mando del trío.No cabía duda.
Mi mujer se apartó unos segundos de nosotros y con una sonrisa pícara dijo “ aquí hace mucho calor, no? Porque no os quitáis la ropa que os queda y me esperáis en la cama?”. Como dos esclavos, nos despojamos de nuestros pantalones. Alberto, sin quitar ojo a mi mujer, dejó caer su blanco slip al suelo, mientras yo hacía lo mismo con mi bóxer. Nika aprovechó para alcanzar la mesita de noche y reducir la intensidad de la luz. Cuando fijó la vista en el lecho, nos encontró a los dos totalmente desnudos en la cama, esperando a nuestra diosa. Habíamos dejado un espacio entre nosotros reservado para ella. Por un segundo, mi esposa permaneció en pie contemplando nuestros excitados cuerpos completamente depilados.También compartíamos esa afición por eliminar el vello de nuestro cuerpo.Se sintió tremendamente deseada, estoy convencido. Con mucha calma, Nika, se despojó de sus zapatos y dejó caer su escultural silueta en el estrecho espacio que habíamos destinado para ella.
Decidió comenzar conmigo. Recuerdo nuestras lenguas entrelazadas jugando sensualmente, mientras los besos de su amante de esa noche recorrían la espalda de mi esposa.Era una escena cargada de erotismo para alguien como yo. Una de las cosas que ella siempre tuvo claro era que debíamos ser tres actores en esta “película” y no dos mas uno, así que nunca dejaba que uno de nosotros se sintiese sin atención. Era ella la que decidía por quien estaba en cada instante. Y en la cama no fue una excepción.Mi mujer fijó su mirada en el techo, giró la cabeza y comenzó a devorar a Alberto, Un largo beso, que yo no desaproveché para introducir mi mano en el interior de su braguita y empezar a recorrer con mucha ternura su clítoris, mientras mi amigo no paraba de jugar con sus dedos con aquellos maravillosos pechos. Alberto dejó de besarla. Ahora ella encaró sus ojos a los míos y permitió recorrer su cuello a mis labios hasta llegar a los suyos. Mi amigo, al igual que yo, ya estaba preso de una gran excitación , así que dejó los rodeos para otro día, se incorporó de rodillas en la cama y lentamente procedió a retirar las braguitas de mi esposa hasta dejarla totalmente desnuda frente a nosotros. Nika dejó escapar un pequeño grito mezcla de nervios y excitación ;“Albertoooo, que verguenzaaa” exclamó, mientras pataleaba suavemente. Yo quise que su mente no pudiese darle vueltas al tema , así que mientras tapaba sus labios con los míos empecé a masturbarla a pocos centímetros de él.
Mi mujer hacía mas de 15 años que no se mostraba así ante nadie, pero estaba disfrutando mucho. Especialmente por lo excitante de la situación, era mucho mas que un simple placer sexual.
Estando como estaba mi chica entre los dos, no le costó mucho trabajo mirarme a los ojos para decirme suavemente “allá voy cariño” mientras dirigía una larga mirada al recio miembro de mi amigo. Fue como una petición intrínseca de mi autorización para hacer algo que ni siquiera ella tenía previsto.No sentí ninguna incomodidad. La besé y ella comenzó a mordisquear el pecho de mi amigo ,quien, boca arriba, no perdía detalle de como mi esposa continuaba deslizando su lengua por su ombligo, hasta llegar a la base de su pene. Alberto ,que adivinó lo que se le venía encima, lanzó un hondo suspiro. Yo me incorporé en la cama tratando de no perderme un detalle y Nika, tras recorrer con sus labios todo el tronco de su pene, abrió su boca y dejó que aquel altivo miembro se abriese paso mansamente en su boca. Ahora si que nuestro amigo empezó a gemir. Conocía perfectamente aquella sensación. La he vivido miles de veces. Como es habitual en ella, con parsimonia y sensualidad a partes iguales , mi esposa comenzó a lamer aquel pene, mientras él no paraba de murmurar el nombre de nuestra diosa de aquella noche, “Nika, oh Nika…”. Al poco Alberto apartó la cabeza a mi mujer con mucha dulzura de su miembro. Estaba a punto de alcanzar el orgasmo y no quería que aquello acabase ya.
Yo acaricié a mi esposa y la invité a que me hiciese a mi lo mismo.Para mi sorpresa, al principio se mostró un tanto reticente, retiraba la cara, no quería que él la viera haciendo eso. Fue algo que siempre le dio mucho pudor, la hacía sentir como una cualquiera, pero pronto cedió y comenzó a hacerme subir al mismísimo paraíso a mi también. Yo estaba con lo ojos cerrados, igual que Nika, pero noté perfectamente como se estremecía. Alberto, ya totalmente desatado, había aprovechado que estábamos enfrascados en lo nuestro para hundir su lengua en la cálida vagina de mi esposa. Era una línea roja para ella.La superaba. Retiró su cabeza de allí y le dijo, “eso no Alberto”, pero por unos segundos, que a ella se le antojaron eternos, fue imposible pararle. Estaba extasiado con lo que tenía entre sus labios. Y no me extraña. Me giré hacia nuestro invitado y le dije, mastúrbala amigo mío. Y así hizo. Comenzó a introducir su dedo de una manera enérgica y muy rápida en mi esposa.Entraba y salía de ella con su dedo índice sin compasión. Yo quise tomar ventaja de aquel momento y volví a introducir mi pene en su boca, mientras ella comenzaba a gemir. Al poco apartó su cara de mí mientras el dedo de Alberto la penetraba sin parar. Nika tapó con la almohada su cara y dejó que él siguiese en su tarea mientras yo devoraba su pecho izquierdo. Mi esposa comenzó a temblar hasta que al poco alcanzó el orgasmo. Tremendo.
Retiró entonces la almohada de su cara y agarró los dos miembros viriles a la vez para iniciar algo parecido a una suave masturbación. Era todo a fuego muy lento, una cascada de caricias genitales. “Te vamos a hace el amor, cariño” , le dije. Levanté la vista para buscar en la habitación su bolso , donde yo había metido previamente los preservativos horas antes, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando vi que el bolsito que había traído no era el que yo usé para camuflar los preservativos.Me equivoqué al colocarlos!. Eran las 12,30 de la noche y no teníamos protección. Comenzamos a reír , y no tardé en adivinar que me tocaba a mi bajar a la planta 4 del hotel si no quería que aquello acabase sin culminar como deseábamos los tres. Nika sugirió entre risas “ponte mi vestido y trae mi otro bolso”. Pero yo no estaba para bromas. No quería que aquello enfriase todo, de modo que ,sin perder tiempo, me puse los pantalones a toda prisa y y cuando los fui a abrochar me di cuenta de que… eran los de Alberto! parecía uno obra de Almodóvar. Decidí bajar descalzo para ganar tiempo y me puse solamente mis pantalones. No podía dejar enfriar el tema. Les pregunté” “Estáis bien?” Si, me dijeron los dos abrazados. Todo fluía tan bien… Cerré la puerta tras besar a nuestra musa y corrí como un poseso en busca de nuestra habitación.
Aquello si que era demasiado. Ya no era un trio, estaban solos e imaginaba que no precisamente hablando del tiempo.El ascensor no llegaba. Corrí escaleras abajo y como un fantasma volé por los pasillos. En menos de cuatro minutos ya estaba de vuelta y sin ropa entrando en la cama. Comenzamos de nuevo las caricias y Alberto volvió a intentar recorrer con su boca la vagina de Nika. A pesar de que ella abrió las piernas e intentó relajarse, de nuevo obtuvo mi amigo calabazas. Saqué los preservativos y le dije a Alberto:” vamos a hacerle el amor a esta preciosidad”, vas a flipar” afirmé. Tumbé a mi mujer de manera oblicua en la cama, y comencé suavemente a hundir mi pene en ella, que me recibió con una medio sonrisa. La encontré muy húmeda así que la pude recorrer con mucha comodidad, A pocos centímetros Alberto nos miraba mientras jugaba con su pene endurecido, esperando su turno. “Ponte un condón” le dije muy convencido. Así lo hizo y yo salí de mi esposa. El se incorporó, colocó el preservativo en su miembro para subirse en Nika, pero ella le detuvo súbitamente;le miró a él, me miró a mi y lo empujó hacia atrás con sus brazos, hasta dejarlo mirando hacia el Techo. Nuestra diosa hizo un movimiento rápido y se subió encima de Alberto, agarró con decisión su pene y en un visto y no visto permitió que aquel hombre la recorriese por dentro con tanta dulzura como supo. Me quedé extasiado siguiendo con mi vista los pechos de mi esposa moverse al ritmo que ella marcaba en la penetración, arriba y abajo.
De un salto, me coloqué tras ella, aparté el negro y largo pelo de su espalda e intenté penetrarla simultáneamente por detrás, “mira como es la doble penetración, cariño” susurré a su oído. Pero ella no estaba cómoda con esa idea y me apartó con mucha sutileza, así que agarré desde su espalda sus senos mientras ella no dejaba de cabalgar encima de mi amigo y además empezó a masturbarse el clítoris.Eso era demasiado para Alberto que no paraba de gemir, hablar en su idioma palabras ininteligibles y agitar la cabeza hasta que preso de un placer extremo alcanzó el clímax y se corrió con mi mujer encima. Ella apoyó su cabeza en él, para descansar un instante y recuperarse.
Yo mismo la retiré de él y sin darle casi tiempo , la recosté de nuevo en la cama y comencé a penetrarla con tanta suavidad como supe. Ahora estábamos nosotros dos envueltos en una nube de erotismo máximo. Ella aprovechó para apretar fuerte la mano de mi amigo mientras yo hundía tiernamente mi miembro en ella. Era algo que le encantaba. Cuando alguno de los dos le hacía algo, necesitaba tocar al otro. Que no se sintiese nadie fuera de la acción. No tardé en alcanzar mi orgasmo. Nos quedamos exhaustos los dos chicos y Nika dijo. “me dejáis que me acabe yo solita? me apetece masturbarme.” Nosotros estábamos saciados, pero ella aún no.
Comenzó su dedo a jugar con ella misma y mi esposa gimió mas intensamente. Yo aproveché para jugar con mi pene en su trasero y Alberto para mimar con su boca uno de sus pezones. La intensidad de sus gemidos se incrementó por segundos, gritó, se estremeció y alcanzó un el clímax apretada entre nosotros dos.
Siempre me aterró la idea de que ocurriría al acabar el trío. Los minutos después de que todo llegase a su fin. Cuando fantaseábamos en nuestro dormitorio, me ocurría algo curioso. Todo lo que tanto morbo me producía unos minutos antes, se tornaba en algo extremamente desagradable para mi mente cuando había alcanzado el orgasmo. Sentiré ,lo mismo en la realidad? temía.Por ese motivo, una de las cosas que les pedí a los dos en el restaurante horas antes fue que, una vez satisfechos, abandonásemos prestos el “lugar del crimen”, ya que me atormentaba la idea de encontrarme a disgusto con ellos dos y estropear el recuerdo de lo acontecido. Pero no. Nada de eso sucedió. Cuando Nika quedó encima de la cama entrelazando las manos con nosotros dos, me di cuenta de que no sentía nada negativo.Estaba feliz, muy feliz.
La besé con extrema ternura, ella comenzó a cantarme “cumpleaños feliz”, con Alberto a los coros. Los tres nos reímos mucho, ya tenía mi regalo. Alberto se levantó y escuchamos el agua de la ducha correr. Nos quedamos mi mujer y yo a solas.” Ha sido una pasada”, murmuró. Yo no dejaba de saborear el momento. Toda mi vida con aquella fantasía… de pronto el mundo pareció desaparecer ante mis ojos. Al levantarme de la cama, me había clavado uno de los tacones de Nika en la planta del pié! Qué dolor. Ella rió a carcajadas. Creo que el humor fue una de las claves de que todo saliese tan a pedir de boca. Nos vestimos los tres. Hablamos de cosas divertidas sin valorar nada de lo sucedido, aunque los tres sabíamos que había sido brutal. Al cerrar tras de mi la puerta de la habitación, no pude dejar escapar una mirada al número 612. Difícilmente sería un número más para el resto de mi vida.
Llegamos al ascensor. Tocaba despedirse. Alberto, de nuevo, insistió, “por favor que no cambie nada entre nosotros , amigo mío”. Yo Le contesté ” ahora nos unen muchas mas cosas que antes”, y nos fundimos en un fuerte abrazo. No sabia nuestro invitado de esa noche si dar dos besos a mi esposa ó no por ver como yo reaccionaría yo. Ella intervino “ no seas tonto” le dijo y le dio dos sonoros besos en la mejilla.
Bajamos juntos hasta la cuarta planta, salimos mi esposa y yo del camarín del ascensor, nos giramos y nos quedamos mirando a Alberto mientras la puerta del ascensor se iba cerrando, y con ella, se cerraba también uno de los capítulos mas gratificantes y soñados de toda mi vida.