El Refugio (2)
Yo intentaba ir alargando la carrera, total tampoco tenía muchas cosas que hacer y pocas ganas de acabarla...
CAPITULO II: “El Refugio”
Yo intentaba ir alargando la carrera, total tampoco tenía muchas cosas que hacer y pocas ganas de acabarla para volver a discutir con el “marqués” donde trabajar y qué hacer con mi vida, en el último curso y con ya veintiséis años solo tenía que aprobar dos asignaturas y presentar un trabajo, una de ellas la había suspendido pudiéndola aprobar tranquilamente, para estar otro año “estudiando” tranquilo sin que nadie me tocara los cojones.
Un día cuando salí de la universidad me desvié del camino habitual para dar un rodeo y tardar más para no llegar a casa tan temprano, pasé por barrios de la ciudad que no había estado en mi vida, giré una esquina y vi una especie de bar con la fachada toda de madera que llamó mi atención, paré el coche justo delante mirando un letrero en letras negras que ponía, “El Refugio”, era como si aquel lugar me atrajera y necesitara entrar para tomarme algo y ver cómo era, aparqué el coche y entré abriendo una pesada puerta de madera, me quedé de pie solo entrar mirando el local, todo forrado de madera con apariencia de bar irlandés, a un lado había una especie de sillones con mesitas delante, en el otro unas mesas con sus sillas, más adentro a la izquierda una larga barra también de madera con sus taburetes delante, y al fondo una mesa de billar americano y una diana de dardos, aquello me pareció el paraíso y eso que todavía no me había enterado del tipo de lugar que era, de entrada el único cliente que había era yo, me senté en la barra y salió de una puerta que parecía un almacén un chica vestida de cuero negro, en la parte de arriba llevaba una especie de chaleco que le marcaba unas tetas y un canalillo que se me fijaron los ojos en él sin poder apartarlos.
CAMARERA: ¿Vas a tomar algo o con mirarme las tetas ya tienes bastante?
Me despertó de golpe mirándole los ojos.
YO: Una cerveza por favor.
CAMARERA: Rubia o negra.
YO: Yo que sé, normal supongo.
CAMARERA: Pues si no lo sabes tú lo tenemos claro.
Puso una copa debajo del surtidor que se fue llenando poco a poco.
CAMARERA: ¿Estás por aquí de paso?
YO: Si y no, nunca había pasado por esta calle y he visto el bar animándome a entrar.
CAMARERA: Perdona, pero esto es algo más que un bar.
YO: Sí, un bar con unos dardos y una mesa de billar.
Acabó de llenar la copa y me la puso delante mirándome fijamente, le aguanté la mirada esperando que me dijera algo.
CAMARERA: Me da en la nariz que no será la última vez que te vea por aquí.
YO: La verdad que el local me gusta mucho, pero no hay mucha gente.
CAMARERA: Porque has venido muy pronto hombre, si te esperas un rato por aquí verás cómo se va animando.
En ese momento pasaron por detrás de mí un par de chicas cogidas de la mano.
UNA DE LAS CHICAS: Hola Mar ¿cómo va la tarde?
MAR: Pues ya ves, dándole conversación a un nuevo cliente.
Las chicas se sentaron en uno de los sofás y Mar, la camarera, llenó dos copas de cerveza negra llevándoselas, volvió detrás de la barra.
YO: Así que te llamas Mar.
MAR: Sí, ¿y tú?
YO: Mark.
MAR: Un nombre poco corriente si no eres catalán.
YO: No, no lo soy, cosas de mi padre, que me puso Marcos para acabar llamándome Mark con K final.
MAR: Pues muy bien, encantada.
YO: Igualmente.
MAR (levantando la voz): Chicas, el nuevo cliente se llama Mark, ellas son Carla y Elena.
Levantaron la mano desde donde estaban sentadas para saludar, le devolví el saludo y miré a Mar.
YO: Siempre presentas a todos los clientes.
En ese momento las chicas se empezaron a besar llamando mi atención.
MAR: ¿Qué pasa, nunca has visto a dos chicas estar enamoradas y besarse?
YO: Perdona Mar, supongo que no me lo esperaba pero es lo más normal de mundo ¿no?
MAR: Mira, te voy a explicar cómo funcionamos aquí para que lo tengas claro, cuando se traspasa esa puerta, (señalándome la puerta de entrada), da igual que tengas mucho dinero o poco, que seas mujer o hombre, el color de tú piel, la condición sexual que tengas, del equipo de futbol que seas, el partido político que votes o al Dios que le reces, aquí dentro todos somos iguales y solo pedimos una cosa…
Hizo un silencio mirándome a los ojos, yo le aguanté la mirada abriendo los míos esperando que siguiera hablando.
MAR: Respeto.
YO: ¿Respeto?
MAR: Sí, que todos respetemos a los demás, si un día no tienes dinero para pagar ya me lo darás en otro momento, pero cómo pierdas el respeto por cualquier otro cliente no te dejaremos entrar nunca más.
YO: Coño, ahora entiendo porque es más que un bar.
MAR: Exacto, ¿crees que podrás ser cliente de el Refugio?
YO: Me parece que esto me va a gustar.
En ese momento un hombre que debería estar sobre los treinta años se paró en la barra a mi lado.
MAR: Hola Dani guapo, te presento a Mark.
Nos estrechamos la mano mientras Mar sacaba de una nevera una botella de cerveza y se la ponía delante.
DANI (mirándome): ¿Nos jugamos las cervezas en una partida de dardos?
YO: Vale, pero estás las pago yo, nos jugamos la siguiente ronda que seguro que acabaré pagando yo también porque nunca he jugado a los dardos.
Se empezó a reír cogiendo unos dardos de dentro de un vaso que Mar le estaba ofreciendo.
DANI: Mar, me parece que has hecho un buen fichaje con este chico.
Cogimos las cervezas y nos dirigimos al final del bar donde estaba la diana, al pasar por delante de las chicas que no paraban de besarse Dani las saludó, me explicó cómo funcionaba el tema de los dardos y empezamos la partida.
DANI: ¿Cómo has venido a parar aquí?, no hay mucha gente que conozca este sitio.
YO: Pues por casualidad, he pasado por delante y parecía que el local me estaba llamando para que entrara.
DANI (riendo levantando la voz): Chicas, Mark también ha sentido la llamada de él Refugio.
Las tres se pusieron a reír levantando el dedo pulgar, en ese momento entraron unas cuantas personas más que se fueron distribuyendo por el local saludándose entre todos.
YO: ¿Pero es que aquí todos los clientes os conocéis?
DANI: Sí, ya te darás cuenta en poco tiempo de lo especial que es este sitio.
Cada vez que se acercaba alguien Dani me lo presentaba, a la media hora aquello parecía otra cosa, estaba casi lleno de gente y se hablaban unos a otros como si se conocieran de siempre, en las mesas había gente hablando y en los sillones a demás de hablar la mayoría se besaban y hasta se metían mano, habían todo tipo de parejas, chicas, chicos y heteros.
YO: Este lugar es mucho más interesante de lo que parecía.
DANI: Es totalmente liberal, ¿tú tienes pareja?
YO: No, estoy acabando la carrera y todavía no me he planteado el futuro.
DANI: Pues si ves a una chica o chico que te guste y te quieres enrollar solo tienes que pedírselo.
YO: A mí me gustan las chicas, pero eso que dices es muy raro, y si se molesta, Mar me ha dicho que lo más importante es respetar a la gente.
DANI: Claro, pero pedirle algo a alguien no es faltarle el respeto, te responderán que sí o que no y ya está.
YO: ¿Tú lo has hecho alguna vez?
DANI: No porque estoy casado, es una buena mujer y no le haría daño nunca.
Acabamos las dos rondas de cervezas que pagué yo y nos despedimos con Dani en la puerta de él Refugio, después de que me presentara a un montón de gente de la que no me acordaba de la mayoría de los nombres.
Al día siguiente estaba a la misma hora entrando de nuevo, Mar estaba sirviendo a una chica y un chico sentados en una mesa, saludé a Mar y me presenté a la pareja colocándome en el mismo lugar en la barra que el día anterior, llegó Mar y me llenó un copa de cerveza poniéndomela delante.
MAR: Esta primera copa te invita la casa por haber cogido a la primera de lo que va este lugar, presentarte a esa pareja ha sido un punto para ti.
YO: Dime una cosa, ¿si algún día quiero tomar algo diferente que pasa?
MAR (riendo): Que me lo dirás antes de que te sirva o te beberás lo que te ponga. Hoy has vuelto a llegar muy pronto.
YO: Me gusta estar aquí mirándolo todo sin gente.
MAR: Ya.
YO: Y hablar contigo.
MAR: ¿Me estás tirando los trastos el segundo día que vienes por aquí?
YO (riendo): Un poquito sí, me encuentro a gusto hablando contigo.
Me sonrió y siguió con su trabajo sin decir nada, se iba parando de tanto en tanto hablando de algunas cosas hasta que llegó Dani y volvimos a jugar a los dardos.
Al cabo de un mes entraba en el Refugio como si fuera mi segunda casa, o la primera, porque pasaba más tiempo allí que en ningún sitio, conocía a la mayoría de clientes y era como mi rincón del mundo en el que me sentía yo mismo, sin tener que hacer parafernalias aguantando a gente que no me interesaba lo más mínimo, el único problema era que me había alejado de las chicas de la Universidad y de las amigas de mi hermana llevando un tiempecito que no me había comido una rosca, con Mar estaba bien pero ella no entraba en “jueguecitos” conmigo dejándome claro sin hablar que no tendría nada con ella. Un día llegué a primera hora con la intención de hablar con Mar, me senté en la barra con la cerveza delante de ella.
YO: Mar, tengo un pequeño problema.
MAR: ¿Tú un problema?, dime, qué te pasa.
YO: Llevo más de un mes viniendo a diario por aquí, conociendo todas las chicas que llego a conocer no me he comido una mierda con ninguna, ¿estaré haciendo algo mal?
MAR: ¿Pero tú les has preguntado si quieren liarse contigo?
YO: Mujer, así tan directamente no, me da como vergüenza, intento hacerme el simpático y tirar algún anzuelo a ver si pican.
MAR: Pues ya puedes ir tirando anzuelos que te vas a morir de hambre amigo.
Se dio media vuelta y desapareció en el almacén, llegaron Carla y Elena sentándose en el lugar de siempre, cogí mi cerveza y me senté con ellas.
YO: ¿Chicas os puedo preguntar algo?
En ese momento llegó Mar con las cervezas para ellas.
MAR (riendo): ¿Supongo que no serás tan tonto de preguntárselo a ellas?
YO: Tú sí que eres tonta tía, quieres dejar a tus clientes tranquilos coño.
Mar se alejo riendo los cuatro.
YO: Veréis, es que Mar me ha dicho que si quiero tener relaciones con alguna chica tengo que pedírselo directamente y me parece un poco raro, ¿cómo lo veis vosotras?
CARLA: Pues así fue como nos conocimos nosotras, ¿verdad Elena?
ELENA: Entré un día y la vi, no dude ni un momento en acercarme y decirle lo guapa que es y las ganas de conocerla que tenía.
Carla lo confirmaba con la cabeza mirando enamorada a su pareja.
YO: No me jodáis, ¿así tal cuál?
CARLA: Tal cuál Mark.
Charlamos un rato más hasta que llegó Dani y me fui con él a pasar el rato, media hora más tarde estábamos un grupo de cinco o seis jugando a los dardos y pasó una chica para ir al cuarto de baño que me llamó la atención, morena, muy guapa y con un tipo espectacular, esperé que saliera y me puse delante de ella como si fuera a tirar a la diana, ella se paró y nos miramos a los ojos, tiré los tres dardos a la vez clavándolos en la diana y la aparté un poco.
YO: Hola me llamo Mark.
ELLA (sonriendo): Yo Inma, ¿cómo estás?
YO: Intentando invitarte a algo para hablar un rato contigo.
INMA: ¿Quieres que vayamos a mi casa a follar?
YO: Ostia claro, perdona pero es que no llevo mucho tiempo por aquí y todavía me sorprenden estas cosas.
INMA: Llevo mucho rato mirándote y he tenido que pasar por delante de ti para que me hicieras caso coño.
YO: Joder, no me quedan cosas por aprender todavía de este lugar.
Me cogió de la mano y estiró de mi para sacarme de allí, pasamos por al lado de Mar que iba con una bandeja llena de vasos vacios guiñándome un ojo con una sonrisa, sabiendo que ya había conseguido mi objetivo.
Llegamos a la casa de Inma que vivía cerca de allí, cerró la puerta mirándome a los ojos, se acercó rodeándome el cuello con sus brazos besándome, pasándole los míos por la espalda, me fue quitando la camiseta a la vez que me llevaba a su habitación, nos paramos uno delante del otro al lado de la cama, ella se quitó la camisa dejándome ver un sujetador de color azul que le aguantaban unas buenas tetas, se quitó los pantalones llevando un tanga a juego, yo me iba desnudando a su ritmo, me quité los boxes a la vez que ella se deshacía del tanga quedando los dos en pelotas sin habernos dirigido la palabra, se arrodilló y me cogió la polla pajeándola mirándomela como esperando a ver a qué tamaño llegaba, rodeó la punta con sus labios pasándole la lengua metiéndosela poco a poco más profundamente, la sacó dejando caer encima saliva directamente de su boca volviendo a pajearla, me la estaba poniendo dura como una piedra, se la metió de nuevo hasta casi el final sacándola succionando repitiéndolo unas cuantas veces, se levantó volviéndome a besar con sabor a mi propia polla.
INMA (excitada): Demuéstrame que sabes hacer guapo.
Le estiré en la cama abriéndole las piernas, se las fui besando y lamiendo subiendo despacio hasta llegarle al chichi que empecé rodeándole con la lengua, para poco a poco ir lamiéndole los labios menores acabando con la lengua en medio pasándola entre el clítoris y el agujero de la vagina, lo hacía de forma suave con la punta de la lengua, hasta que ella me cogió la cabeza y me la apretó contra su coño llenándome media cara de flujos, le empecé a dar lametazos con fuerza haciéndole soltar unos gemidos enormes, me cogió de la cabeza estirándome en la cama sentándose encima, me besó a la vez que se metía mi polla hasta el fondo, levantó el tronco cabalgándome suavemente sujetándola por el culo, fue aumentando el ritmo hasta correrse pegando unos gritos que no había oído nunca a ninguna chica con las que había estado hasta ese momento, se estiró a mi lado cogiéndome la polla mientras recuperaba el resuello, cuando empezó a respirar con normalidad, bajó la cabeza volviendo a meterse el cipote en la boca, chupándolo con suavidad para ir aumentando la intensidad, la fuerza y la profundidad hasta que me hizo correrme dentro de su boca sin dejar ir nada tragándoselo todo al momento, me besó en los labios con una sonrisa.
INMA: ¿Qué hora es Mark?
YO: Casi las doce.
Se acurrucó con mi cuerpo pasándome un brazo por encima.
INMA: ¿Te quedas conmigo esta noche?
YO: Vale.
Le pasé el brazo por encima de su cintura y nos quedamos dormidos. A las siete de la mañana me despertó, me invitó a un café con leche, hablamos un rato y nos fuimos porque ella tenía que ir a trabajar y yo a casa, para ducharme y cambiarme antes de ir a la universidad.
Cuando entraba en casa me crucé con mi padre que me miró como si fuera un ladrón drogadicto que entraba de ocupa, no le hice ni puto caso metiéndome en mi habitación.