El reformatorio (4)

Ya no me reconozco ni a mi mismo, lo que he llegado a hacer ... Si el oficial Fernández ha disfrutado de nuestro primer encuentro a solas, no puedo negar que yo lo he disfrutado más que él.

EL REFORMATORIO (4)

Como les comentaba en el relato anterior, ni bien se habían marchado de mi despacho, el Oficial Fernández, el subalterno Ramírez y el recluso Martín, me dirigí inmediatamente al baño, a los efectos de descargar toda mi excitación; pero cuando me estaba bajando la cremallera de mi pantalón sentí unos golpes en la puerta que me obligaron a dejar pendiente lo que tenía en mente y salir del baño para ver quien era.

  • Quien llama?", pregunté, y del otro lado de la puerta se escuchó una voz que me decía, -soy yo señor Director, el oficial Fernández, tengo que hablar un momento con usted ...".-

Dado que no sabía de qué se trataba, le hice pasar inmediatamente y antes de que me dijera los motivos de su regreso tan repentino, aproveché la oportunidad para preguntarle sobre todo lo que había sucedido momentos antes y especialmente sacarme la duda sobre lo que era "la sala de descanso y la rutina posterior".

  • Miré señor, yo tengo 34 años edad y desde los 20 que estoy en la institución, he visto pasar por la misma a varios Directores y todos han aceptado las rutinas del reformatorio, incluso alguno han agregado algunas nuevas, de acuerdo a sus gustos personales.

Asimismo, me dijo, con voz calma y seguro de mi respuesta, -supongo que el señor Director, también seguirá, con las mismas rutinas, ya que son como algo innato a este instituto, no sé si le agradaría agregar algo nuevo; ... la verdad señor Director, que si usted las cambiara, todo el personal quedaría desorientado y es más ..., hasta decepcionado, porque ya las tenemos como incorporadas y es lo que nos motiva a seguir trabajando en esta institución.-

Le diré, señor Director, hasta los propios reclusos son concientes de ellas y por más que en algún momento se sientan incómodos, luego ellos mismos se encargan de hacerlas con otros, o indirectamente pedir, generalmente portándose mal, que se las vuelvan a hacer, porque le toman el gusto ....-

Si bien deseaba que Fernández se fuera lo antes posible, para tratar de bajar la excitación que me había dejado la escena con Martín, por otro lado quería saber de una vez por todas, a que se refería con las famosas rutinas del instituto.

  • Dígame Fernández, qué se suponía que yo debía haber hecho cuando trajeron a Martín?"

  • La rutina del Director anterior, era que cada vez que había un nuevo ingreso se le debía traer al joven a su despacho, sacarle las esposas y dejarlos a solas, mientras nosotros nos quedábamos en el corredor por cualquier cosa que el señor Director necesitara.-

  • Y sabe usted Fernández, qué era lo que hacía el señor Director cuando quedaba a solas con el internado?.-

En general, lo mismo que usted vio, pero además para demostrar más su autoridad, luego que el recluso había acabado, lo hacía arrodillar de forma tal que su cara quedara delante de la bragueta del señor Director y le hacía bajar el cierre con los dientes, luego que sacara su miembro y se lo mamara hasta acabarle en la boca, ya que con la escena del desnudo y la masturbación, el señor Director, quedaba, igual que como quedamos nosotros, incluyéndolo a usted, si me permite expresarlo, señor Director....- -señor Director, estoy a su disposición para ayudarlo ....-

  • Para ayudarme?,- le pregunto sorprendido. – para ayudarlo a sacarle esa excitación, que por lo que veo lo tiene muy molesto, calculo que, ... no debe ser algo normal para usted y estas son las consecuencia....-

  • ¿Qué dice Fernández?, - pregunté asombrado.

  • No lo tome a mal señor Director, simplemente me estaba ofreciendo a hacerle un trabajito, para que no siga en la situación que se encuentra, para mi no es nada anormal, le digo más, incluso estaría gustoso de complacerlo, ya que me gusta mucho chuparla, pero no puedo hacerlo delante del resto de los guardias porque se reirían de mi como lo hacen de Pérez.-

Me quedé un momento pensativo y me dije para mí mismo, "la verdad que no me vendría nada mal", ya que los huevos parecía que me reventaban, necesita urgente un escape, pero no creía que fuera lo correcto y menos dejar ese flanco libre, en manos del oficial, luego podría chantajearme de alguna manera.

Hice de cuenta que el oficial Fernández nada hubiera dicho y seguí conversando, tratando de averiguar un poco más de esas famosas rutinas.

Fernández siguió respondiendo a mis preguntas y nuevamente, con la cabeza baja, me dijo, -señor no ha respondido a mi propuesta, no quiere realmente que lo ayude con su excitación?.-

  • La verdad Fernández, no me vendría nada mal, pero me da un poco de vergüenza, no estoy acostumbrado a estas cosas.-

No se preocupe señor Director, usted cierre los ojos, piense que está soñando, yo me encargo de todo- y acercándose a mí, me bajó el cierre de la bragueta, me desprendió el cinto, bajó mis pantalones y el slip y agarró mi verga con una mano y mis huevos con la otra. En ese momento mi cuerpo se estremeció, sentí un estado placentero, pero a la vez como una situación de nerviosismo general. –Qué estoy haciendo?; me he vuelto loco?; cómo puedo estar dejándome hacer esto?; si mi familia lo supiera ..., que diría?; si mis amigos se enteraran ..., seguirían siendo mis amigos?. Mientras iba pensando todo esto, disfrutaba de los labios de Fernández y de su boca totalmente húmeda por la saliva que me hacían sentir un placer indescriptible y estremecer todo el cuerpo cuando con su mano acariciaba mis huevos y de tanto en tanto le daba unos pequeños apretones.

Hasta ahora Fernández se había dedicado a pasar su lengua por toda su verga, pero cuando se la metió en la boca hasta el fondo, no pude aguantar y me dejé llevar por ese éxtasis. El placer que sentí creo que nunca lo había sentido, más con ese sabor a algo prohibido y que nunca había imaginado.

-Así Fernández, máaaaaas ..., asíiiiiiii ...., por favor. Estaba tan excitado, que casi al instante le dije -me vengoooo...- y el contestó, -disfrute señor Director, que yo también lo estoy disfrutando al máximo, acabe cuando quiera-; en eso salieron varios chorros de leche caliente que sentí como pegaban en su garganta y se fue tragando gota a gota hasta no dejar nada en mis huevos.

Luego de limpiarme bien toda la verga con su lengua, me subió la ropa y se puso a las órdenes para cuando lo necesitara nuevamente.

Quería decirle señor Director que usted tiene la posibilidad de ver la habitación de descanso-; y señalando una cortina me dice, -ahí detrás hay un vidrio que del otro lado es un espejo, ese botón le permite escuchar todo lo que se habla del otro lado.- Me llevó hasta la cortina y me mostró la habitación, donde se encontraba Martín ya vestido sentado en una silla.

La habitación era algo rara, tenía como una mesa angosta y deforme, un armario con una puerta entreabierta, de donde se veía que colgaban como unas correas y otros artefactos que no me detuve a mirar detenidamente que eran.

  • Sabe señor ..., ahora nos toca a nosotros divertirnos un poco, vienen todos los muchachos y durante un rato jugamos con el chico.-

  • Qué tipo de juegos pregunté- y Fernández me contesta, -para lo que de señor, lo que los muchachos tengan ganas y el pibe aguante.-

Cada vez entendía menos de lo que pasaba allí, pero me daba cuenta que era algo normal y que no estaba aún en condiciones de cambiar nada, iba a tener que aceptar las cosas como estaban, en base a lo que me había dicho Fernández, en cuanto a la desmoralización del personal.

El oficial Fernández me pide permiso para retirarse, así va a buscar a los muchachos para empezar a disfrutar de Martín, que había que reconocer que estaba muy bien físicamente.

Tengo que dar vuelta la hoja de mi diario, donde podré seguir recordando aquellos momento y compartirlos con ustedes; lean mi próxima entrega.