El reformatorio (3)
El recluso Martín ya conoció la disciplina del instituto desde el primer día, al igual que yo que me fui enterando de muchas cosas que sucedían en el y van a ir cambiando mi vida de heterosexual.
EL REFORMATORIO (3)
En la entrega anterior había recibido en mi despacho al nuevo recluso, Martín de 16 años, acompañado por el Oficial Pablo Fernández y un subalterno.
Cumpliendo con las rutinas del instituto habían hecho desnudar frente a mí a Martín y lo obligaron a masturbarse de una forma violenta, al punto que se notaba en su rostro el dolor que le producía el hecho de tener que empujar en cada movimiento su piel hacia lo más atrás posible.
El miembro de Martín empezó a crecer con los movimientos, y su tamaño era bastante considerable, lo que ya había notado cuando se desnudó, pero ahora estaba alcanzando aproximadamente los 20 centímetros, y me daba la sensación que aún no había llegado a su máximo tamaño y justamente así era; cuando los movimientos lo calentaron, su miembro creció más, cambió de color y sus venas parecían como que iban a reventar dado la brusquedad con que se estaba masturbando. Creo que su miembro mediría unos 22 centímetros y sus testículos no eran de despreciar, ya que con cada movimiento, estos se bamboleaban de un lado a otro, dejando claramente visible su gran tamaño.
Martín, pasados unos pocos minutos, y dada la brusquedad de los movimientos, tímidamente dice, -me estoy por venir, ¿dónde acabo?- y el oficial le dice, -no tan rápido...-, -es que me vengo", dice Martín. Entonces el oficial Fernández, hombre experimentado en estas actividades, le agarra el miembro a Martín, le da un apretón con un brusco movimiento, que le corta la eyaculación.
- Pasó...?-; pregunta Fernández. Martín no necesitó expresarse, se vio como su miembro perdió su tremenda erección y si bien siguió duro, ya no estaba listo para expeler la enorme cantidad de leche que guardaban esos huevos.
En el momento que el oficial Fernández hizo esa operación pude ver que se había excitado bastante con la escena y su pantalón daba muestras de ello; también me percaté de que de igual forma estaba Ramírez. Pero lo peor de todo fue que yo también estaba igual, al palo y todo mojado. Nunca imaginé que ver a un hombre desnudo masturbándose podía excitarme a tal punto, y sin darme cuenta, ya que nunca me había dado por fijarme en los hombres. Para los guardias se ve que era normal, ya que no hicieron nada por disimularlo, en tanto, yo que había permanecido parado con mis manos hacia atrás apoyado sobre el escritorio, me fui a sentar, para que no se notara mi erección, que a esta altura ya estaba al máximo y creo que de seguir un rato más esta escena, eyacularía; estaba totalmente excitado y más aún extrañado por la situación.
Mientras tanto, Martín se seguía masturbando y luego de unos minutos cuando dijo que se iba a correr, antes que el oficial Fernández hiciera nuevamente lo mismo, le dije, -Martín, cuando sientas que te viene, déjalo salir.- Frente a mi comentario, Martín preguntó, -y dónde acabo?.- Fernández adelantándose a cualquier respuesta mía, le dijo -adentro de una de tus zapatillas y luego se lo muestras al señor Director; no se te vaya a ocurrir tirar una gota al suelo....-
Casi al instante de lo dicho, Martín se agachó, agarró una de sus zapatillas que estaban en el suelo y empezó a largar grandes chorros de semen, uno tras otro, hasta que gran parte de la plantilla gastada de la zapatilla quedó bastante llena de un líquido blanco y espeso.
Martín, obedeciendo al oficial, acercó hasta mí su zapatilla, a los efectos de que observara toda esa enormidad de leche que había largado y Fernández manifestó -vio señor Director, estos grandes huevos quedaron totalmente vacíos, la técnica de no dejarlo eyacular da resultados positivos.-
No solo observe esa zapatilla casi llena de leche, sino que pude sentir claramente ese olor tan peculiar del semen, mezclado con el de transpiración de la zapatilla, lo cual produjo en mi aún una mayor excitación, ésta era tal, que no pude expresar palabra, porque creo que si hablaba, el solo movimiento de la expresión me haría acabar directamente y no podía dar ese espectáculo frente a los guardias y recluso.
En tanto, el oficial Fernández, me dice, -señor Director, llevamos a Martín a la sala de descanso así luego procedemos con la rutina.- Sin saber cual era la sala de descanso, ni la posterior rutina, con un movimiento de cabeza asentí afirmativamente, para que se fueran y pudiera correr al baño para no acabarme encima, ya que sentía como mi verga pulsaba por esparcir el semen de mis huevos, que hacía bastantes días que no salía ni una gota.
- Con la lengua saca toda la leche de tu zapatilla, agarra toda tu ropa Martín y vamos ...,- dijo el oficial Fernández y luego que Martín limpiara totalmente el interior de su zapatilla con la lengua, salieron de mi despacho, los tres personajes de este mi segundo día de trabajo, que marcó mi vida de futuro.
Inmediatamente que salieron del despacho fui al baño, mientras mi mente seguía dándome vueltas preguntándome, ¿qué sería la sala de descanso y la rutina posterior?. Lo peor de todo es que sin saber que era, lo había autorizado, había sido un acto fallido e irresponsable de mi parte-, me preguntaba, -o era lo que tenía que hacer dada la situación de desconocimiento de las rutinas del establecimiento.-
Tengo que dar vuelta la página de mi diario, qué dirá en ella, espero compartirla con ustedes en mi próxima entrega.