El reencuentro
Hacía mucho tiempo que no se veían y habían tenido ya un pasado común como amantes puntuales. Se perdieron la pista y por pura casualidad volvieron a retomar el contacto después de la pandemia. Hoy era el primer día que se encontraban para desayunar en una céntrica cafetería de Madrid.
Durante el desayuno hablaron de todo, seguían teniendo esa conexión y esos espacios comunes. Hablaron de la vida, del trabajo, de la pandemia y también de sexo, de cómo les iba y les había ido. Se encontraron muy cómodos juntos, casi como si no hubiera pasado ni un día desde la última vez que se vieron.
Cuando ya se despedían, después de pasar un largo rato juntos me atreví a decirte:
“¿Quieres venir a ver mi coche nuevo en el parking?”
,
tú inicialmente dudaste, pero después de un segundo, me miraste a los ojos y contestaste:
“Sí, claro”.
Bajamos juntos las escaleras, rozando nuestros cuerpos en pequeños golpes de cadera y hombros. Fuimos directos al coche, sin pagar aún, tu vestido veraniego te cubría los hombros y contaba con 3 botones que cerraban tu escote, yo vestía cómodo con una camiseta polo y un pantalón corto. Caminamos juntos casi sin tocarnos hasta que te cogí suavemente de la mano, respondiste al contacto apretando firmemente la mano. Al llegar a la zona donde estaba el coche tiré de tu mano, y te llevé a una zona oscura, sin posibilidad de ser vistos por las cámaras.
Rápidamente y por sorpresa te llevo contra la pared, cogiéndote ambas manos y llevándolas por encima de ti cabeza, aprisionándote contra la pared mientras mi pierna se encajaba entre tuyas y te beso intensamente.
Te muestras sorprendida, pero cierras los ojos y unes fuertemente los labios a los míos, buscando encontrar el sabor de los labios ya conocidos, comenzamos a besarnos mezclando nuestras salivas en un beso intenso. Nuestras lenguas comienzas a buscarse llegando a rozarse y jugando entre nuestras bocas.
Libero despacio el beso después de unos minutos que parecieron eternos. Abrimos los ojos y nos miramos directamente. Liberó tus manos y te digo:
“Estoy deseando ver tus pechos”.
Obedeciendo a mis deseos comienzas a desabotonar los botones, mientras tu boca esbozaba una sonrisa maliciosa y contestas a mi mirada de tus ojos azules con seguridad y provocación.
Mis manos se posan en tus caderas mientras muestras tu sujetador, con la respiración cada vez más acelerada. Tocas tu sujetador con ambas manos, como mostrando tus poderes y liberando tus pechos por encima del sujetador, sin llegar a liberarlos totalmente. Retuerces suavemente tus pezones mientras sacas tu lengua sensualmente entre tus labios. Esa actitud eleva mi deseo y me lanzo casi desesperado al ver tus pezones oscuros duros sobre la piel clara de tus pechos. Atrapo tus pechos entre mis manos mientras mi boca va mordiendo y chupando ambos pechos alternativamente. Agarras mi cabeza y la aprietas contra tus pechos mientras suspiras y notas como tu sexo se calienta y palpita.
Después de lamer y relamer tus pechos te doy la vuelta y te pongo cara a la pared, levantando de nuevo tus manos sobre tu cabeza, besando tu cuello desde atrás consiguiendo que suspires más aún. Una de mis manos recorre tus pechos y baja por ellos camino de tu sexo, notando el calor que emana a través de tu ropa. Mi otra mano recorre tu sensible espalda con mis uñas rascando tu piel y bajando poco a poco hasta llegar a tus caderas. Mi cadera pegada a tu culo, hace que puedas sentir la dureza de mi sexo que crece y aprieta contra tí. Mi mano baja y agarra tu vestido levantando poco a poco el mismo y dejando a la vista las braguitas con florecitas casi infantiles que llevas. Me pongo de rodillas y levanto del todo el vestido
, haciendo que esas bragas ya mojadas bajen inmediatamente hasta los tobillos y llenando el ambiente de tu olor a hembra caliente.
Aspiro directamente tu aroma, hundiendo mi nariz en tu sexo, te doy la vuelta para disfrutar de la visión de tu coño mojado, con sus labios empapados. Cambias tu papel pasivo y aprietas mi cabeza contra tu sexo haciendo que mi cara se empape de tus flujos. Comienzo a lamer tu coñito con fruición, mientras mojo mis dedos en tus fluidos y penetro suavemente tu sexo ávido de deseo y acción. Atrapo tu clítoris entre mis labios y comienzo a chuparlo con deleite, sacando mi lengua y moviéndola en círculos mientras tu aprietas cada vez más mi cabeza contra él. Primero un dedo y después otro buscan espacio dentro de tí, localizando tu punto G y rozándolo suavemente. Esto hace que casi grites, subiendo una pierna sobre mi hombro y dejándote llevar. Tras dos minutos estallas en un orgasmo intenso, comienzas a temblar apretando con más fuerza mi cabeza contra tu sexo, mientras yo acelero la intensidad de mi lengua y bebo tus flujos con
pasión.
Después de tu pequeño terremoto tu cabeza descolgada sobre tu hombro, exhausta yo me voy incorporando, con toda la boca húmeda por tu sabor salado. Me besas en la boca con pasión, probando tu propio sabor sin ningún asco o remordimiento.
“
¿ Cuanto tiempo sin correrte así? "- pregunto.
“
Años
”
- contestas con una sonrisa pícara.
“
Ahora me toca a mí
”, dices mientras te arrodillas. La oscuridad del parking nos protege de miradas y el deseo estalla.
Pasas tu mano sobre mi pantalón, notando la dureza de mi sexo, arriba y abajo mientras me miras a los ojos, sabedora del poder que tienes sobre mí.
Sueltas el botón y bajas la cremallera, teniendo acceso ahora a mis calzoncillos apretados. Muerdes suavemente mi polla endurecida, deseosa de ser liberada de su encierro. Bajas totalmente los pantalones y mis calzoncillos, y observas mi sexo como una leona mirando a su presa.
Mi polla totalmente horizontal te saluda encantada. Comienzas a darle lametones desde la base a la punta antes de atraparla entre tus manos y chupar con tus labios mis huevos afeitados. Suspiro y disfruto de cada una de tus acciones.
Ahora comienzas a descapullar mi polla lentamente mientras entra en tu boca y pruebas el sabor de mi sexo. Comienzas a pajearme con la mano mientras entra en tu boca y aprietas con la otra mano mis testículos.
“Así no voy a durar mucho”, acierto a decir entre dientes.
“Dame tu leche por favor”, dices mientras me miras a los ojos, “la quiero toda”.
Sigues follándome con tu boca mientras yo suspiro y el sudor ocupa mi cuerpo. Te pido que pares y comienzo a pajearme rápidamente mientras tú rozas con tu boquita, dando lengüetazos la punta de mi sexo. Cuando estoy a punto de correrme lo notas y agarras mi polla entre tus labios, atrapando todo mi semen dentro de tu boca, mientras yo grito en éxtasis.
Me quedo sin fuerzas, apoyando mi mano contra la pared, mientras te levantas y me miras a la cara. Tu boca llena de mi leche. Me miras y tragas con una sonrisa, mientras piensas que no será la última vez que sientas ese sabor en tu boca
Nos besamos intensamente, compartiendo así el sabor de mi semen aún en tu boca.