El reencuentro con Jenny

Historia de como volví a caer en las redes de mi ex-novia tras un tormentoso proceso de olvido.

En primer lugar, gracias por interesarse en mi primer relato.

Mi nombre es Sandro. Tengo 23 años y soy natural de Palma de Mallorca. Físicamente destaco por mi altura, 1,90 metros, complexión mediana y melena morena, lisa.

Los sucesos que voy a relatar sucedieron la semana pasada. Actualmente estoy trabajando de técnico informático, por lo que me oficio me lleva a visitar innumerables hogares y tratar con personas de todos los tipos.

El jueves de la semana anterior me tocó ir a reparar un equipo y al preguntar por la dirección me quedé helado al comprobar que se trataba del piso donde vivía mi ex. Demasiados recuerdos, y el miedo obvio a encontrarla de nuevo y comprobar "in situ" que posiblemente aún no había superado la ruptura provocaron en mi interior un sentimiento de rabia, tristeza y confusión.

Pensé "bien, es mi trabajo, así que adelante". Tomé el coche y me dirigí hacia su casa. Quedaba a media hora de camino, así que me dio tiempo a pensar bastante tiempo en ella. Aunque no quisiera, no dejaba de recordar su cuerpo. Recorría sus generosas curvas y volvía a soñar en los días en que era mía. Cuando estuvimos juntos siempre me había sentido fuertemente atraído por ella, sexual y afectivamente. Y para ella el sexo lo era todo. Lo llegamos a hacer en un cine solitario, en los baños de una de las discotecas más famosas de Palma, en casa de unos amigos, en una cala desierta

Faltaban unos kilómetros para llegar y me imaginaba cuál sería su reacción al verme. Seguramente de extrema frialdad, pensé. Si bien ella ya me había olvidado por completo y ya tenía otro hombre que la disfrutara en el concepto más amplio del término. Mis pensamientos me habían llevado a un alto grado de excitación de modo que al aparcar su coche en su calle, traté de calmarme. No quería de ningún modo que al verme de nuevo notara mi erección. Me conocía lo suficientemente bien como para saber a qué era debido y yo sabía que para ella sería una forma de ridiculizarme.

Toqué al timbre y me recibió su madre. Por su gesto de asco comprobé que aun me la seguía teniendo jurada por haber desvirgado a su hija. – Maldita sea – pensé. Sólo te preocupa eso y no mucho que la he querido, estúpida.

¿A qué has venido Sandro? – Preguntó ella, clavando su mirada en mis ojos.

Soy el técnico que habéis solicitado. Vengo a reparar vuestro ordenador. – Contesté lo mas escuetamente que pude, devolviéndole la misma mirada de asco que ella me ofrecía de forma tan gratuita.

De modo que me fui hacia su habitación para hacer mi trabajo y largarme lo antes posible de ese infierno del pasado. Afortunadamente, mi ex – novia Jenny no se encontraba en casa. Ese hecho provocó en mí un sentimiento de alivio y malestar a la vez. Me sentía más tranquilo por no tener que verla de nuevo, pero en el fondo sentía el intenso deseo de volver a verla y hacerle el amor aunque fuera con la vista, la imaginación y el deseo.

Tras comprobar que el ordenador de mi ex se encontraba plagado de virus y que sería necesario un formateo a conciencia, me llamó la atención una carpeta que guardaba ella con mi nombre. La curiosidad pudo con mis ganas de terminar lo antes posible y decidí abrirla.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. Estaba llena de poemas que le había escrito y fotografías de cuando estábamos juntos. Demasiados recuerdos, sensaciones

Mientras terminaba de ver lo que tenía guardado, oí su voz al abrirse la puerta. Empecé a ponerme nervioso y más aun cuando escuché a su madre decirle que se iba y que me encontraba yo en la casa arreglando su ordenador.

Hola Sandro – dijo ella con la voz seria y la mirada perdida

¿Cómo estás? – respondí, con voz temblorosa sin poderme concentrar en absoluto en nada.

Ella dejó mi pregunta sin contestación. Nos habíamos quedado solos en la casa. Se sentó encima de la cama observando atentamente lo que estaba haciendo, de espaldas a mí. Me giré hacia ella instintivamente y la observé de arriba abajo, con una mezcla de cariño y deseo. Iba vestida con unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca, de tirantes. Sus generosos pechos se mostraban firmes bajo las prendas que los cubrían y para mi seguía siendo la mujer más sexy del mundo. Su pelo rubio, largo y rizado seguía brillando nunca y yo volvía a excitarme como siempre al verla.

Puse a reinstalar el sistema. Ahora quedaban unos minutos incómodos de no saber que hacer y decir mientras ella seguía con la mirada fija puesta en mí.

Ella clavó su mirada en mi entrepierna y notó descaradamente mi erección.

Veo que no me has olvidado, verdad?

No….Respondí tímidamente al tiempo que me sonrojaba

Ven, siéntate a mi lado.

Y así lo hice, prácticamente como si se tratara de un "zombie". Mecánicamente puso mis manos en sus pechos. Después de tanto tiempo volvía a sentir sus generosas curvas, aún por encima de su camiseta.

Tomé el gesto como una señal. – Ahora vas a ser mía de nuevo, pensé. – Dejé que la bestia que llevaba dentro saliera de una vez de su prisión. Me tumbé en la cama sobre ella y empecé a besarle el cuello con pasión, alternando mis besos con suaves mordiscos mientras mis manos se afanaban en desabrochar sus vaqueros.

Ella se dejaba hacer, limitándose a acariciar fuertemente mi espalda por dentro de mi camiseta y clavar en ocasiones sus uñas.

Por mi parte, conseguí sacarle los vaqueros y romper su camiseta. Mi tremenda excitación y el deseo que tenía en ese momento hicieron que la destrozara en mi ansiada búsqueda por besar y morder sus generosos pechos. El sujetador corrió el mismo destino que su camiseta y en poco tiempo la tenía desnuda de cintura para arriba, tan sólo con un tanga diminuto, blanco, para proteger su ya escasa intimidad.

Sujetaba sus muñecas con mis manos mientras mi lengua recorría sus pechos y su cuello. Ella se limitaba a dar pequeños gemidos de placer, tratando de liberarse de un dulce cautiverio.

En mis pensamientos se hallaba la intención de proporcionarle un polvo que no olvidara en la vida. Quería demostrarle qué había perdido desde que aquél lejano mes de Agosto del 2002 había decidido dejarme por aquél que la chuleaba día sí, día también.

Mi sensual y particular tortura me llevó a someterla aún más a mis deseos. De modo que decidí atarla por ambas muñecas a los dos lados del somier de su cama. Ella se limitaba a observarme con mirada inocente y lasciva, esperando el desenlace final de los acontecimientos. Me encantaba la idea de tener sometida en esos momentos a quien me había partido el corazón de aquella manera tan brutal.

Bajé lentamente su tanga y su sexo quedó liberado ante mí. Ya desde el final de nuestra relación, uno de nuestros juegos sexuales había sido la depilación mutua, de modo que al contemplar que había continuado la tradición con su actual novio me excitó sobremanera el ver que ahora volvería a ser yo quien disfrutara de nuevo.

Jugué con mi lengua alrededor de su vagina, prolongando su ansiedad por ir más allá y explorar su zona más íntima. Si bien se acordaba de nuestras experiencias anteriores, sabía perfectamente que sus deseos iban a ser cumplidos en unos momentos que se le harían eternos.

Cuando por fin alcancé su clítoris los espasmos de mí aún amada Jenny se sucedían con más continuidad. Empezó a gritarme que por favor la penetrara de una vez. Quería acariciarme, tocarme y liberar mi sexo de mi ropa interior.

No Jenny. Tendrás que esperar como yo he hecho por ti tanto tiempo – Respondí, mientras devoraba su sexo con pasión y tomaba sus anhelados jugos.

Tras su segundo orgasmo, la liberé de sus cadenas que la impedían acariciarme. La ansiedad la llevó a romperme la ropa interior y la terrible ansiedad que la gobernaba le condujo a introducirse mi pene en su boca. Ella tumbada, y yo de rodillas frente a ella en una posición que me permitía disfrutar de su boca, sus pechos y su vagina; todo a mi alcance.

Esperé a llegar al orgasmo y en cuanto le avisé de que iba a terminar, me agarró fuertemente de las nalgas para que no arrojara ningún chorro de mi caliente esperma fuera de su boca. Sentí al correrme que todo aquel torrente de esperma había permanecido en mi interior durante los tres años que habían pasado desde la última vez que disfrutamos juntos del sexo. Fue para mí una liberación.

Tras ese instante, nos abrazamos cariñosamente como si no hubieran pasado los años y siguiéramos inmersos bajo el mismo manto de falso amor que nos había cubierto antaño. Buscó mis ojos con los suyos, y sin dejar de abrazarme me dijo:

Quiero que lo hagamos de nuevo, Sandro

Le repliqué la mirada con la misma ternura que ella hacia mí, y suavemente empecé mi penetración. Aquellos gemidos típicos en ella volvían a aparecer. Era señal de que era algo esperado este tiempo. Poco a poco fui aumentando el ritmo, devorando sus pechos al unísono mientras ella clavaba sus afiladas uñas en mi trasero y mi espalda.

En prolongados espacios de tiempo, frenaba el ritmo aguantándome la eyaculación hasta que no quise o no pude pararlo más y acabé corriéndome en su interior, una vez ella me comunicaba que llegaba al orgasmo.

Te quiero – Dijo ella, besándome en los labios y rodeando mi cuello con sus brazos.

Mi mirada esquivó la suya a partir de ese instante.

No puedo creerte – respondí, mientras una lágrima se deslizaba por mi rostro.- Sí, confundes amor y sexo como siempre has hecho, Jenny.

Me vestí lentamente, de espaldas a ella mientras, confundida, trataba de tenerme entre sus brazos y mi resistencia la superaba.

¿Y ahora, Sandro? ¿No ha significado nada ?

Significa lo mismo que cuando viniste a buscarme y lo hicimos por última vez, y me ocultaste que estabas con él. – Respondí con suma frialdad.

Tomé mis cosas y me despedí con un tímido "hasta luego". Me partió el corazón verla llorando encima de la cama, pidiéndome una oportunidad, de las que tanto quise yo y ella siempre me había negado.

¿Qué si utilicé el sexo como venganza? No lo sé. Es una pregunta de la cual no deseo obtener una respuesta.

Siempre la querré y desde el momento en que abandoné su casa aquél día y me dirigía hacia mi casa, las lágrimas que no podía ocultar sin esfuerzo así lo hacían presagiar.

Espero que os haya gustado. Si queréis intercambiar opiniones y consejos sobre escritura de relatos eróticos, no dudéis en contactar conmigo en mi dirección de Hotmail: molo_mazo_largo@hotmail.com

Muchas gracias