El reencuentro.
Dedicado a Eva; Para que tu sonrisa nunca se borre y tu mirada nunca se olvide.
Al reflejar su rostro en el cristal, las gotas de lluvia descendían como si de sus lágrimas se tratasen. De niña, muchas veces, había permanecido horas contemplando el embravecido mar Cantábrico durante las frecuentes tormentas de verano. Su mirada melancólica se sumergía entre la espuma de las frecuentes olas. El intenso viento castigaba la mar, que respondía lanzándose furiosa sobre la arena de la playa. Eva permanecía de pies, protegida del aguacero, tras el gran ventanal de aquella moderna habitación de hotel. La luz del amanecer, se filtraba entre las gotas de agua, reflejándose sobre su cuerpo desnudo como un mosaico romano. Una cálida mano retiro su dorada melena hacia atrás y al instante una húmeda lengua recorrió su cuello, mientras unos dedos juguetones empezaron acariciar su pecho. Eva esbozo una media sonrisa, y cerrando los ojos se dejo dominar entre suspiros...
A pesar de haber repetido una y otra vez que su regreso, al pueblo, era tan solo unas pequeñas vacaciones, lo cierto es que tras su sonrisa se ocultaba un sentimiento de tristeza y añoranza. Estos últimos años en la gran ciudad, sin duda, habían sido determinantes para alcanzar ese grado de profesionalidad que tanto deseaba desde la universidad. Admirada, e incluso envidiada, no había parado de desmentir los numerosos romances y aventuras, que sus primas la atribuían. Sus cabellos dorados, su cuerpo esbelto y su carita de niña, eran sin ninguna duda para ellas la clave del éxito de Eva con los hombres y ninguna se quedaría satisfecha, hasta escuchar de su boca los relatos de sus aventuras sexuales por la ciudad.
Su regreso había sido celebrado, enormemente, por sus primas y amigas de la infancia, las cuales se apresuraban en invitarla a la fiesta que esa noche se celebraría en la plaza mayor para despedir el verano. Eva era consciente, de que la protagonista absoluta de esa fiesta seria ella, y reía divertida al recordar como en su adolescencia conquistaba los corazones de los mozos bailando en la verbena. Su sonrisa se apago al recordar el ultimo año que acudió a esa fiesta, el recuerdo de Raúl y su posterior ausencia, aun perduraba a pesar de los años pasados. No sabia nada de el, muchas veces se había preguntado si aun pensaría en ella, si la seguiría recordando e incluso si aquella promesa de no dejarla de querer, seguiría todavía vigente. Seguramente, Raúl tendría pareja, estaría casado e incluso tendría hijos, que tendrían la misma voz varonil que su padre.
La música se mezclaba con el entusiasmo y a medida que la noche transcurría, la plaza se iba llenado. Eva bailaba en el interior de un corro, que sus amigas habían formado alrededor de ella. Gritando y batiendo las palmas, las chicas animaban a los hombres a entrar en el circulo para bailar con ella. Intimidados por su belleza, pocos fueron lo suficientemente valientes para acercarse a ella. Los cuales fueron recibidos por una sonrisa de Eva, y un gran griterío de los demás mozos, que la contemplaban con una mezcla de admiración y deseo.
A medida que las horas pasaban, el grupo de amigas fue menguando. Algunas acompañadas por sus novios y otros seducidas por jóvenes vecinos. Eva aprovecho ese momento y con la excusa de ir al cuarto de baño abandono la plaza y se dirigió hacia la playa.
La luna llena se reflejaba sobre el agua y la arena, creando un ambiente de penumbra y casi fantasía, Eva se quito los zapatos y comenzó a pasear cerca de la orilla, dejando que, de vez e cuando, el mar acariciase de manera mimosa sus dedos. Al acercarse al borde del acantilado el sonido de las olas al chocar con las piedras difuminaba la música de la verbena, hasta quedar prácticamente extinguida. Sus recuerdos afloraban con intensidad entre aquellas rocas, en ese mismo lugar, fue donde Eva se entrego por primera vez a un hombre, y desnudos al amanecer, salpicados por la espuma del mar, Raúl la prometió que la amaría siempre. Una lágrima resbaló por su mejilla, y sin apenas darla tiempo a girar la cabeza, dos brazos la abrazaron por detrás.
Sus labios nunca habían olvidado el sabor de los labios de Raúl. Durante muchos minutos sus lenguas bailaron juntas, descansando tan solo para mirarse a los ojos. El cielo se nublo, pero ellos no fueron conscientes hasta que la lluvia empezó a empapar su ropa. Huyendo de la lluvia y cogidos de la mano, como dos adolescentes que descubren el amor por primera vez. Atravesaron la playa en dirección al moderno hotel, que había sido inaugurado unos pocos meses antes. La claridad del alba empezaba a iluminar el horizonte.
La ropa mojada permanecía tirada en el suelo de la habitación, apoyada con las manos sobre el ventanal, Eva apenas podía permanecer de pies, mientras los labios de Raúl recorrían primero su cuello y después su espalda. Girándose bruscamente, se amarro a su cuello y tras besarle apasionadamente le empujo con fuerza, haciéndole caer de espaldas sobre la cama. Creía estar soñando, después de tantos años, el atlético cuerpo de Raúl se encontraba desnudo ante ella. Volvió a pensar que tal vez fuera un sueño, y mientras le acariciaba sus fornidas abdominales, decidió que no quería despertar.
La respiración de Raúl, al igual que la lluvia, se acrecentaba rápidamente. Eva con su lengua ,acariciaba intensamente la erecta verga de abajo a arriba, para continuación sumergirla en el interior de su boca. Tras un rato de placer del hombre, Eva se coloco de rodillas sobre la cabeza de Raúl. Ahora era el, quien con delicados movimientos circulares, lamía el clítoris de ella, mientras sus manos presionaban ligeramente los pezones de la joven. Era tal su excitación, que su primer orgasmo apenas tardo en llegar.
Ella quedo tendida sobre la cama, mientras observaba como se ponía un preservativo, se pregunto hasta que punto Raúl la había deseado durante su ausencia. Su vulva estaba completamente mojada y no pudo evitar lanzar un gemido al sentir como el durísimo miembro la penetraba. Con las piernas sobre los hombros de Raúl, a cada envite, Eva aumentaba su respiración, sus miradas se cruzaron. Observando fijamente los ojos verdes, llenos de deseo de Raúl. Eva recordó como años antes, el insistía una y otra vez en hacer el amor sin condón. Con un movimiento fuerte de piernas, le tiro hacia detrás, Raúl quedo tendido de espaldas sobre la cama, sorprendido por aquella reacción, y temeroso de haber hecho algo mal. Eva le miro fijamente, le beso en los labios, y sin decir ninguna palabra le quito el preservativo. Después, ante la asombrada mirada de Raúl, se sentó sobre su palpitante verga, mojándola por completo de la humedad de su vulva. Sus corazones latían al unísono, y sus respiraciones completamente aceleradas, se quebraron en un mismo gemido al notar Eva como el semen de su hombre la inundaba por completo.
La claridad del sol, se reflejo sobre las pupilas de Raúl, creando destellos verde esmeralda. Eva descansó la mano sobre el pecho del hombre, y mientras sentía los latidos del corazón, recordó aquella vez que se prometieron, que siempre se amarían.
Cerro sus ojos, y rezo para que al despertar, Raúl siguiera a su lado.