El reencuentro, 20 años después (final)
La mañana siguiente
Lía: Desperté bien entrada la mañana, el sol se colaba por la ventana. Te busqué a mi lado y no estabas, mi mente iba a mil por hora ¿te arrepentiste? ¿Te marchaste aprovechando que dormía? ¡No sabía dónde localizarte, no me diste dirección ni teléfono! Estaba entrando en pánico. Me levanté y vestí rápidamente ¿qué iba a hacer?
Salí de la habitación, fui a la estancia y no estabas; corrí a la cocina, sobre la barra estaba preparado el desayuno, pero ni señas de ti. Fui al baño y tu ropa ya no estaba tendida. Comencé a sollozar, me dejé caer en el piso y a llamarte.
Alicia: Desperté abrazada a tu cuerpo, desnuda. Tu cuerpo era todo firmeza, tu piel toda suavidad. El mío comenzaba a estar flácido. En un arranque de pudor me levanté y fui a buscar mi ropa. Me vestí y decidí preparar el desayuno, quién sabe a qué hora te levantarías, pero seguro tendrías hambre. Mientras lo hacía mi cabeza pensaba y pensaba ¿habré hecho bien?
Terminé y aún no despertabas, vagué por el departamento hasta que llegué al estudio. Vi tu librero y elegí algo para leer mientras te esperaba. No sé cuánto tiempo pasó, de repente oí sollozos en el pasillo y tu voz nombrándome. Me levanté y corrí a verte:
-¡Mi niña! ¿Qué te pasa?
-Alicia, Alicia.
No parabas de llorar, me abrazaste con fuerza.
-Amor ¿Qué tienes?
-Es que yo… tú… no te encontré… creía…
-Tranquila, ven –te levanté del piso y te llevé al sofá, intenté levantar tu cara para limpiar las lágrimas, pero no me soltabas- ¿Tuviste una pesadilla?
-No… yo…
-Calma - acariciaba tu cabello, te fuiste calmando y pude levantar tu rostro, con mi boca recogí tus lágrimas, besé tus ojos, tu boca- ¿Qué pasa bonita?
-Es que… desperté y no te vi, te busqué por todo el departamento y no estabas. Creí que te habías arrepentido y me habías dejado…
-No puedo hacer eso, te amo tanto que solo me iré cuando tú me lo pidas.
-¿Dónde estabas?
-En tu estudio, leyendo.
Estallaste en una carcajada y yo contigo.
-El único lugar que no revisé.
-¿Tienes hambre?
-¡Claro! ¿Qué hora es?
-La… una
-Deja llamo al trabajo para avisar que no voy, aunque por la hora ya deben de suponerlo –guiñaste un ojo y tomaste el teléfono. Yo fui a la cocina a calentar el desayuno- Todo listo -me abrazaste por la espalda, comenzaste a besar mi cuello. Suspiré:
-¡podría acostumbrarme a esto!
-Esa es la idea –metiste las manos bajo mi blusa y chocaron con mi sostén- ¿por qué te vestiste? ¿No te gustó mi pijama?
-Es que… francamente me da pena.
-¿Usar ropa prestada?
-No.
-¿Entonces? –me soltaste y me diste la vuelta. Yo miraba al piso.
-Lía… yo… Vamos a desayunar.
-Ok, pero no creas que lo olvidaré.
Desayunamos y platicamos de todo y nada.
-¡Qué bueno te quedó el desayuno! No te conocía la faceta de cocinera. Podría acostumbrarme.
-¡Esa es la idea!
-¿Qué otras sorpresas me tienes reservadas?
-Muchas, todas.
Te miré intensamente, no acababa de entender que quisieras estar conmigo, que tantos años hubieras esperado por mí; tenías razón, merecía ser feliz y tú serías parte de esa felicidad.
-¿Pasa algo? –preguntaste.
No contesté, me acerqué y te besé intensa y apasionadamente. Tus manos volaron otra vez hacia mí, intenté detenerlas pero eras más fuerte que yo. Intenté disimular que me apartaba.
-¿Qué sucede? ¿No te gusta como te toco?
-No es eso.
-¿Entonces? No creas que no he notado que te apartas cada vez que quiero acariciarte.
-Es que... yo…
-¿Qué pasa amor? ¡Confía en mí!
-Es que… tengo vergüenza.
-¿Otra vez con eso? Al: eres la mujer más bella del mundo, cada arruga, cada curva, cada centímetro de piel es una razón más para amarte, no menos; y entre más pase el tiempo más te amaré, no tengas miedo -me llevaste a la sala – Escucha por favor -pusiste una canción en tu componente y la cantaste para mí.
Víveme, Laura Pausini
No necesito más de nada ahora que
Me iluminó tu amor inmenso fuera y dentro.
Créeme esta vez
Créeme porque
Créeme y verás
No acabará, más.
Tengo un deseo escrito en alto que vuela ya
Mi pensamiento no depende de mi cuerpo.
Créeme esta vez
Créeme porque
Me haría daño ahora, ya lo sé.
Hay gran espacio y tú y yo
Cielo abierto que ya
No se cierra a los dos
Pues sabemos lo que es necesidad.
Víveme sin miedo ahora
Que sea una vida o sea una hora
No me dejes libre aquí desnudo
Mi nuevo espacio que ahora es tuyo, te ruego.
Víveme sin más vergüenza
Aunque esté todo el mundo en contra
Deja la apariencia y toma el sentido
Y siente lo que llevo dentro.
Y te transformas en un cuadro dentro de mí
Que cubre mis paredes blancas y cansadas.
Créeme esta vez
Créeme porque
Me haría daño una y otra vez.
Sí, entre mi realidad
Hoy yo tengo algo más
Que jamás tuve ayer
Necesitas vivirme un poco más.
Víveme sin miedo ahora
Que sea una vida o sea una hora
No me dejes libre aquí desnudo
Mi nuevo espacio que ahora es tuyo, te ruego.
Víveme sin más vergüenza
Aunque esté todo el mundo en contra
Deja la apariencia y toma el sentido
Y siente lo que llevo dentro.
Has abierto en mí
La fantasía
Me esperan días de una ilimitada dicha
Es tu guion
La vida mía
Me enfocas, me diriges, pones las ideas.
Víveme sin miedo ahora
Aunque esté todo el mundo en contra
Deja la apariencia, toma el sentido
Y siente lo que llevo dentro.
Alicia: Estaba embobada, no había escuchado esa canción. Era hermosa.
Lía: Puede que yo no la haya escrito, pero expresa lo que exactamente lo que quiero decirte.
Alicia: Te acercaste y volviste a besarme, me dejé hacer; no opuse resistencia. Me abrazaste e iniciaste una especie de danza: tu cuerpo completamente pegado al mío, sentí el vaivén de tu cadera. Tus manos deslizándose por mi espalda y soltando mi sostén, me estremecí…
Lía: Te estremeciste, volví a tu boca casi a la misma altura que la mía; toqué milímetro a milímetro la piel de tu espalda y cintura, toqué tus caderas por encima de la ropa y las atraje aún más hacia mi, soltaste mi boca y al oído, muy bajito me dijiste ¿qué poder tienes en mi? –Solo el de mi amor –respondí y seguí acariciándote. Te di la vuelta, acaricié tu abdomen (no me pareció laxo) mientras besaba tu cuello y orejas, enlazaste tus manos con las mías –Te amo Al, te amo- susurré en tu oído. Soltaste mis manos, las llevé a tu pecho que subía y bajaba rítmicamente, tome ambos y sentí tus pezones reaccionar, los acaricié lento apenas rozándolos con las yemas de los dedos; echaste tu cabeza hacia atrás sobre mi hombro y buscaste mi boca. Tomé los botones de tu blusa y los desabroché uno a uno, con una calma que no sentía, en realidad hubiera querido arrancarte la ropa de un solo tirón. Te diste la vuelta.
-Abre los ojos Al, mírame, mírate- Los abriste y me miraste a los ojos; tomé mi camiseta y la saqué por la cabeza, mi short desapareció con la misma rapidez. Tus manos fueron hacia tu ropa, las tomé para evitarlo: -déjame hacerlo a mí.
Me acerqué a besar tu cuello, tus manos se posaron en mis hombros. Poco a poco mis labios fueron bajando y con ellos tu blusa, te saqué el sostén, me alejé un poco y contemplé tu cuerpo: -En verdad eres hermosa, tanto como siempre lo imaginé- te ruborizaste, bajaste los ojos pero ya no intentaste cubrirte. Volví a aproximarme, tomé cada uno de tus senos con mi boca, los besé con ternura, los succione hambrienta mientras con las manos bajé tu pantalón; te senté en el sofá, me arrodillé a tus pies para terminar de desnudarte. Subí por tus piernas hasta encontrar frente a mi tu sexo, aún cubierto por las bragas, lo besé por encima de ellas y seguí mi camino hasta volver a encontrar tu boca; acaricié tu cara, tus hombros, las espalda, el pecho, no me cansaba de la sensación de tu piel en mis manos. Te recosté y desnudé por completo, acurruqué mi cuerpo junto al tuyo. Me di un respiro.
Alicia: Era mi turno, me estaba conteniendo para dejarte hacer pero tu cuerpo era un imán, la noche anterior solo pude adivinar el contorno de tu cuerpo, pero ahora lo tenía completamente a la vista y aproveché para admirarlo: el lunar en tu seno izquierdo, la poca profundidad de tu ombligo, las cicatrices de tus rodillas, la redondez de tus nalgas, los músculos de tu espalda, el rosado de tu vulva. La besé, quise internarme en ella pero no lo permitiste “es mi turno” replicaste. Te montaste en mi y volviste a besarme toda, ya con más pasión que ternura, la calentura de tu piel era indicio de tu urgencia, llevaste tu mano a mi sexo…
Lía: Cerraste los ojos y gemiste, antes no habías hecho más que suspirar; clavaste tus dedos en mi espalda. Comencé un ritmo lento, quería que disfrutaras tanto como lo había hecho yo anoche. Saqué la mano y me dediqué a tu clítoris mientras con la boca y la otra mano iba de un seno al otro; te moviste, tu cadera fue al encuentro de la mía, tomaste mis nalgas y las pegaste más, tuve que sacar mi mano de entre tus piernas. Puse ambas bajo tus nalgas, enredé nuestras piernas y di ritmo a nuestra cadencia, besé tu boca y dije “Abre los ojos Al”, no querías, no podías, lo repetí y lo hiciste, sonreíste y me esforcé más en darte placer. Volví a penetrarte, tus ojos se agrandaron, se hicieron más dulces. Mi mano era guiada por ambas caderas, el ritmo se intensificó, sentí tu orgasmo se desencadenó el mio, descansamos abrazadas bajo el sol…
Me disculpo por la tardanza en la publicación, espero que la espera haya valido la pena.
Gracias a todos los que se tomaron un tiempo para leer mis relatos, en esepecial para los que lo comentaron: Aurora la Diosa, Karina, Hombre FX, Esther14, Absa, Natzi, Angeles 2875, Braguitas, Luna, Meguimi, Marie, Ambar, Amorplatónico, Lluppinna, Diana, Arianna, Butler, Zitamin, Nene93, Leti88, Arerwenarv, Sofi1592, Baker y Maritza. Mil gracias.