El reencuentro

Cuando se flexibilizó el aislamiento social obligatorio, nos volvimos a reencontrar con el amigo de mi esposo, con quien expirementamos un trío; pero, la velada, estuvo llena de sorpresas; algunas de cuales, resultaron muy incómodas para mí

Esperando que se encuentren bien, cuidándose; antes que nada.

Además, agradezco a todos los lectores, que me han enviado un correo electrónico; pero, absténganse de pedirme cosas, no soy una prostituta, simplemente soy una mujer de 50 años, felizmente casada, y que encuentra en este espacio, la libertad de poder escribir sobre mi vida íntima, en la esperanza de contactar a otras parejas, en similares experiencias.

Es verdad, soy media vaga para escribir; pero, una vez que me lanzo, me encanta hacerlo.

La última publicación “Gracias a la pandemia”: https://www.todorelatos.com/relato/158673/ , les describía, como mi marido hizo para que tuviera mi primer encuentro con dos hombres a la vez; y, como me lo imaginaba, en esas dos semanas de encierro obligatorio, me convertí en la puta de ellos; fue la temporada de sexo más intensa de toda mi vida. Pensé que a mis 50 años no sentiría el sexo, como algo esencial.

Al cabo de las dos semanas, Sergio, el amigo de mi marido, Marcos, regresó a su hogar, pasando varias semanas, sin saber de él.

Hasta que un día, mi esposo me dijo que Sergio, nos invita a cenar, el próximo sábado; y yo pregunté:

Liluska: ¿y podremos ir? ¿necesitaremos algún permiso especial para circular?

Marcos: No mi amor, la circulación en la calle se flexibilizó; lo que está prohibido es reunirse con más de diez personas, y nosotros somos tres. Ja Ja Ja

Liluska: ¿Qué te causa tanta risa?

Marcos: Nada, parece que lo extrañas.

Liluska: No seas tonto, te preguntaba para que le confirmaras. Después de todo, la pasamos bien los tres ¿verdad?

Marcos: Claro que sí, la pasamos súper.

Con el correr de los días, me sentía como una quinceañera, en su primera vez, ansiosa, con deseos de tenerlos a ambos, encima de mí.

Al llegar el sábado, le pregunto a mi marido:

Liluska: ¿Qué me pongo para la noche? Estoy indecisa

Marcos: Sólo el tapado, te desnudaremos enseguida.

Liluska: Uff, ¿me ayudas a decidirme? Hace tiempo que no salimos.

Marcos: Las medias negras de liga y los tacos, sí o sí; luego, podrías usar la pollera negra de cuero; y, te pido por favor, que uses la blusa negra transparente de lunares. Quiero que cenemos apreciando tus senos.

Liluska: ¿te volviste loco? No voy a salir a la calle así.

Marcos: ¿Por qué no? Te colocas el tapado encima, y ya está.

Liluska: Mmm, no sé.

Con el correr de las horas, al final, le hice caso a mi marido; pero, me daba vergüenza vestirme así, tan sexy, tan puta diría yo. Sé que pasamos dos semanas cogiendo, por lo que sobraba confianza; pero, después de no vernos algún tiempo, me parecía muy atrevido, aunque sabía lo que ocurriría, después de la cena.

A las 20:30 horas, ya estaba lista; y, Marcos me decía admirándome:

Marcos: Eres una mujer hermosa, no veo la hora que te tengamos en medio de los dos.

Liluska: ¿estás listo? ¿a qué hora quedaste de ir?

Marcos: Sí, ya estoy, estamos en hora; pero, mejor vamos en taxi.

Liluska: Ok, vamos entonces.

Al llegar al departamento de Sergio, él nos recibió efusivamente, invitándonos a pasar. Adentro, Marcos me retiró el tapado, y los ojos de ambos se depositaron en mis senos; lo cual, provocó una erección de mis pezones.

Sergio: ¡Qué hermosa estas! ¡Qué sensual! Esa blusa es muy insinuante, a pesar de la transparencia, hay que hacer un esfuerzo para ver tus pezones.

Me sonrojé con sus palabras; pero, además, me alegraba que les resultaba sexy.

Liluska: Gracias. Son muy amables; pero, dejen de mirarme así, por favor.

De pronto, irrumpe en la sala, un chico de unos dieciséis años, y automáticamente, por auto reflejo, me tapo el pecho con mis brazos.

Sergio: les presento a mi hijo Esteban.

Lo saludamos; pero, yo me quería morir; y, buscaba a mi esposo, para reclamarle por la situación.

Al rato, quedamos a solas con Marcos, y le susurro al oído:

Liluska: ¿No era que Sergio era divorciado? Y vivía sólo.

Marcos: Sí, supongo que no pudo deshacerse del compromiso. No sé nada.

Liluska: Y ahora ¿qué hago yo vestida así? No puedo relajarme y ya está.

Marcos: No sé que decirte, no lo tenía en los planes.

Liluska: Pero ¿no era que Sergio nos invitó?

Marcos: Perdón, me auto invité, y sólo le envié un WhatsApp avisándole.

Liluska: Estas totalmente loco, lo arruinaste.

Marcos: Perdón.

De repente, Sergio regresó hacia nosotros, y le dije:

Liluska: ¿tendrás un abrigo para prestarme? Siento frío.

Sergio: No te preocupes, subo la calefacción.

Le hice una expresión, como significando que no podía estar así, frente a su hijo; pero, no se dio por aludido.

En pocos minutos, Sergio nos invitó a sentarnos a la mesa. Marcos se sentó a mi lado, y de frente, tenía a Sergio y a su hijo, Esteban; más incómoda, no podía estar; seguía con mis brazos entrecruzados.

Sergio sirvió una carne con verduras asadas; mientras, Marcos llenó las copas con Borgoña, y con Coca Cola, la de Esteban.

Yo seguía paralizada, cuando en los demás, se escuchaba el golpeteo de los cubiertos contra el plato.

Sergio: ¿No te gusta lo que preparé?

Liluska: Se me fue el apetito, disculpen.

Sergio: ¿Quieres que te prepare otra cosa?

Marcos: Prueba, está riquísimo.

Me dice, tomando un pedazo de carne, con un trozo de verdura, en su tenedor y acercándolo a mi boca. Lo pruebo, y realmente estaba delicioso. Cuando de repente, Sergio alza su copa.

Sergio: Propongo un brindis. Brindemos por que se pase pronto, esta pandemia.

Inmediatamente todos acercan sus copas; y, para no quedar como una ridícula, tomo la mía y la acerco. Al chocar las copas, las miradas de Sergio y de su hijo Esteban, se posan en mis senos, e inevitablemente me sonrojo.

Como no podía ya evitar más nada, tomo los cubiertos y me propongo cenar, sin mirarlos.

Marcos, por suerte, saca un tema de conversación, y se anima la cena.

La situación era contradictoria, a pesar de sentirme sumamente incómoda, porque sus ojos seguían posados en mis senos; lo cual, verificaba de reojo; sentía que mi entrepierna, se humedecía.

Así fue, toda la cena, que transcurrió por suerte, velozmente; aunque para mí, fuera una eternidad.

Con el último bocado del postre, y no sé cuantas copas de vino, que ya estaban haciendo de las suyas en mi cabeza; Sergio nos invitó a ir al living, a sentarnos en el sofá, para seguir conversando y tomando algo digestivo.

Su hijo Esteban, se despidió y se dirigió hacia su habitación.

Una vez que, con Marcos, nos acomodamos en el sillón de tres cuerpos, exclamé:

Liluska: ¡Por Dios!, por fin terminó la cena.

Marcos no se atrevió a decir nada, cuando de repente, se acerca Sergio, con tres copas de champagne, en sus manos.

Sergio: ¡sigamos brindando por esta ocasión! ¿Quieren que ponga una porno? Tengo una de un trío, espectacular.

Marcos: Dale.

Y mi esposo me mete una mano, acariciando la cara interna de mi muslo, levantando levemente, mi pollera; a lo que exclamo:

Liluska: Ustedes se volvieron completamente locos ¿verdad?

Marcos y Sergio: No podemos resistir tu belleza, ni pensar como coges.

Sonó al unísono, como si lo hubieran ensayado. Al tiempo que, en la TV de 52”, comienza la película que Sergio, había hecho referencia.

Sergio: ¿Se acuerdan? Así comenzó todo lo nuestro.

Liluska: Sí, ustedes se volvieron locos. Ni sueñen que pasará algo.

Ambos, ya tenían sus manos en mis muslos, intentando subir hacia mi entrepierna; y yo, sosteniendo e impidiendo que siguieran.

Liluska: Basta, no insistan. No puedo hacerlo.

Marcos y Sergio: ¿Por qué?

Liluska: ¿Ustedes son tontos? ¡Está tu hijo! En cualquier momento, puede aparecer. Dejen de decir y hacer tonterías. ¿Vamos Marcos? Lo dejamos para otra ocasión.

Sergio: Por favor, no se vayan todavía.

Marcos: Tengo una idea.

Sergio: ¿Cuál?

Marcos: Está tu habitación. Sorteamos quien está primero con ella; y luego, el otro; mientras, siempre habrá alguien que haga de campana, por si tu hijo sale de la habitación.

Liluska: ¡Ya basta! Dejen de imaginar tonterías.

Mientras tanto, en la pantalla de la TV, se escucha gemir a los tres, que se entrelazan en un trío.

A pesar de todo, Marcos lanzó una moneda al aire.

Marcos: ¿Cara o seca?

Sergio: Cara

Marcos: ¡Uy! Que suertudo, vos te la llevas primero.

Sergio me tomó la mano.

Sergio: ¿Vamos?

Liluska: ¿Qué parte no te entendieron? Dije que ¡No!

De repente, Marcos me encaja un profundo beso, que me sorprende y distrae. Mientras tanto, Sergio, con suma precisión, me mete su dedo índice en la vagina, verificando la humedad de la región.

Sergio: Mira como estás, no me engañas, esa cuevita me extraño mucho.

Mi cuerpo se estremeció; y sentía, como su mano me jalaba; a la vez que, la lengua de Marcos, se enrollaba con la mía.

Estaba por dejar abandonarme, a los deseos de mi cuerpo, cuando dejé de besar a mi esposo; y, mirándolo fijamente a los ojos, busqué su aprobación.

Al guiñarme un ojo, dejé de ofrecer resistencia; y la fuerza de Sergio, hizo que me levantara del sillón; y sin abandonar la mirada de Marcos, dejé que Sergio me llevara del brazo, a su habitación.

Una vez allí, a mis espaldas oí el cierre de la puerta.

Liluska: ¿no será mejor echar llave?

Sergio: No tengo como. Tranquila, Marcos vigilará.

Y siento por detrás, que las manos de Sergio, se apoyan sobre mis senos; al rato, sus dedos comienzan a desabrochar los botones de mi blusa.

Liluska: Por favor, no me desnudes, ¿lo hacemos con ropa?

Sergio: ¡Cómo te extrañé! No te preocupes por mi hijo, debe estar masturbándose como loco.

Liluska: ¡Qué vergüenza que pasé!

Sergio: Para nada, ¡eres hermosa!

Sergio se detuvo; pero, la blusa quedó con la mitad de los botones desabrochados, cuando siento que sube sus manos, levantando mi pollera. Con la habilidad de un cirujano, deslizó mi tanga, hasta que cayó por gravedad. Mientras tanto, mi mano se había dirigido hacia atrás, para acariciar ese bulto, por encima de su pantalón. La ansiedad, hizo que rápidamente bajara la cremallera de su bragueta; deseaba sentir el latir y el calor de ese pedazo que, me había hecho pasar memorables momentos de placer.

Cuando nos arrojamos a la cama, quedamos de frente y rápidamente dirigí mi vagina, en búsqueda de ese pene, que tan bien le calzaba. Lo tomé con la mano y apoyé su glande sobre mis labios; mientras, nos propiciamos un profundo beso. Empujé de manera tal, que su gran cabeza se metió sin dificultad, gracias a lo mojada que estaba.

Sergio: Un día, tenemos que organizar algo.

Liluska: ¿Para qué?

Sergio: Para que esté mi hijo con vos; sería fantástico que Esteban, debute en el sexo con una mujer como vos.

Yo ya estaba concentrada y cabalgando en su verga.

Liluska: ¡Ni loca! ¿quién te crees que soy?

De repente, sentimos que se abrió la puerta; y a mí, el corazón se me detuvo; pero, a pesar del susto, no podía dejar de coger. Visualicé que se trataba de Marcos asomándose; levantando el pulgar, como señal de que, estaba todo bien. Se quedó mirando como me balanceaba hacia adelante, y hacia atrás. Parecía que Marcos disfrutaba de la escena.

Mi vagina, abrazando todo el miembro de Sergio, buscaba desesperadamente, el primer orgasmo; el cual, no se hizo esperar. Conteniendo los gemidos, siento una acabada fenomenal, que lubricaba más aún, el acto.

Sergio es quien ahora cabalga, como intentando llegar al fondo de mi vagina, con su miembro de considerable tamaño. En ese instante, veo a Marcos cerrar la puerta detrás de él, y con la otra mano, bajando el cierre de su bragueta.

En ese instante, pensé, esto se desmadró del todo.

Yo no puedo detenerme ante tanto placer, cuando siento a Marcos, acomodarse detrás mío, para penetrarme por el ano; lo ayudo con mi mano.

Un segundo orgasmo, explota dentro mío, al sentirlo a ambos, chocar con sus penes.

Era notorio, el deseo contenido en los tres, de las semanas que pasaron.

De repente, Marcos susurra:

Marcos: El próximo fin de semana, es largo. ¿La pasamos juntos?

Sergio: Sí, por favor.

Liluska: Ok, pero en nuestra casa.

Sergio: Sí, por favor, en donde sea.

Marcos: ¿Serás nuestra putita nuevamente?

Liluska: Sí, como quieran.

Marcos: Te pediremos más cositas.

Liluska: ¿Qué más me pueden pedir? Ojo, con lo que se les ocurre. Lo de hoy, podría haber sido una desilusión.

Marcos: ¿nos brindas un show? Quiero un strip - tease, y verte masturbarte con los vibradores.

Liluska: ¡Qué loco! Ok.

Siento mi tercer orgasmo, y a ellos, inundándome por delante, y por detrás.

Con el último resoplo, y habiéndonos sacado las ganas.

Liluska: Ahora podemos irnos Marcos.

Sergio: ¿uno más?

Marcos: Dale, otro más.

Liluska: No, ya está bien. Recuerden que quedamos pasar, el próximo fin de semana juntos.

Y comienzo a incorporarme, acomodándome la ropa.

Sergio: ¿No me darías una mamada antes de irte?

Liluska: Aguanta hasta el fin de semana.

Marcos: Dásela, no seas mala.

Entonces, ya vestida, tomo con mis manos su pene, ya erecto, y me agacho para comenzar a besarle en glande; mientras que, Marcos me observa de cerca. Luego, se lo lamo y succiono por el glande, haciendo ventosa. Cabe aclarar que la herramienta de Sergio, no me entraba completa en la boca. Al rato, las succiones resultan ser efectivas, y le arrancó su chorro, que impactan en mi paladar.

De regreso a casa, en el asiento trasero del taxi, Marcos me mete mano, susurrándome al oído:

Marcos: ¡Qué nochecita!

Liluska: Sí, fue una montaña rusa para mí.

Comienzo a resistirme, porque siento que Marcos, no se puede contener con sus manos, provocando que la pollera se subiera, dejando mostrar las ligas de mis medias. Me esfuerzo aún más, al descubrir que el taxista, nos observa por el espejo retrovisor.

Taxista: Hagan lo que desean, yo ya estoy acostumbrado. No se imaginan, las cosas que han hecho en ese asiento.

Marcos me dice al oído:

Marcos: Chupámela a mí, ahora.

Liluska: ¡Basta!, en casa hacemos lo que quieras.

Marcos saca su erecto pene, y pretende llevarme la cabeza hacia allí.

Taxista: ¡Dele Señora! No podré mirar, él está detrás de mi asiento. Y falta un buen rato, hasta que lleguemos.

El taxista tenía razón, no podría ver lo que yo hiciera; pero, pensé que era una locura, hasta que dejé de resistirme; ya que, la situación, también, me daba morbo.

Comencé a chupársela en todo su contorno; la de Marcos, sí me entraba en la boca. La calentura hace que olvide en donde estaba.

Pero, al rato, siento que el conductor, había pasado su mano, por el espacio entre los asientos delanteros, y estaba acariciando mi tobillo.

Lo dejo hacer; pero, acelero mi mamada, para hacerlo acabar a Marcos, cuanto antes; y salir de la situación incómoda.

Cuando logro arrancarle el chorro de semen a Marcos, el brazo del taxista estaba tan contorsionado, que la punta de sus dedos, apenas acariciaban mi vagina, por encima de la tanga. En ese instante, lo detengo, tomándole el ante brazo, y alejándolo. Por suerte, entendió y se acomodó en su puesto. Veo que se lamió la punta de sus dedos, mirándome por el espejo retrovisor; le sonrío, y en ese instante, llegamos a nuestro domicilio.