El recuerdo de un semental (1)
No lo percibí de primeras pero aquel macho al que estaba esperando sabia dominar la situacion de principio a fin.
El caluroso verano de 2007 me dirigía a pasar una semana de vacaciones en las playas de Cádiz.
Me habían dicho que esta ciudad y esta provincia se caracterizaban por sus machos bien dotados. Y yo quería encontrar a algunos o varios para que me acompañaran durante la semana que iba a estar allí.
Ya instalado en el hotel le pedí al conserje de turno que me indicase los lugares de copas y ambiente más famosos de la ciudad. Llamó a un taxi y en quince minutos iba montado en dirección a uno de esos bares de ambiente que llamaré Xanadú.
Durante el trayecto me asaltaron infinidad de dudas y sentimientos encontrados. Había dejado en Madrid a mi novio Santi, tres años hacia que estábamos juntos, mi trabajo y mi vida. Él por motivos de trabajo no podía acompañarme y este verano se negaba rotundamente a que me quedase sin unas buenas vacaciones. Una semana sin vernos no sería malo y nos vendría bien a ambos para hacer otras cosas y salir con otras personas.
Tengo que decir que mi novio Santi al igual que yo es bisexual y ambos para nada somos celosos, toleramos todos los rollos sexuales que tengamos fuera de nuestra pareja. Pensamos y creemos que en nuestra forma de vivir, de pensar y actuar, ya sea entre nosotros o con otras parejas entorno al disfrute del sexo, somos muy liberales.
Conocí a Santi precisamente en una sala de Alcorcón de intercambio de parejas, hace ya casi cinco años. En aquel momento él tenia veintiocho años al igual que yo y ambos íbamos con nuestras respectivas parejas de entonces, el suyo era un hombre de cincuenta largos pero de muy buena presencia, alto, elegante, rasgos muy marcados en la cara, de aspecto atlético y que se le notaba el vicio a la legua. El mío era un jovenzuelo cachas al que quería iniciar en el arte del intercambio mixto de parejas.
Aquella noche de invierno tuvimos nuestra primera toma de contacto. Al entrar en el local hicimos lo habitual de otras veces, arrimarnos a la barra y pedir unas cervezas para entrar en ambiente. El local tenía una especial agitación ese día pese a ser bastante tranquilo habitualmente. A primera vista veía como las parejas se miraban unas a otras con una especie de deseo y recelo en busca de compañeros o compañeras fiables y libertinos para la ocasión. En esa búsqueda mi mirada se topó primero con aquel hombretón del que os he hablado hace un momento. Me miraba con intensidad y de primeras reconocí que me había echado el ojo. Le comenté a mi novio que tal le parecía el personaje. Asintió con gesto aprobativo. Decidí sin más miramientos cogerle de la mano como buenos amantes. Blas que así se llamaba mi chico me seguía allá donde yo le llevará, le gustaba ser siempre el pasivo de la relación y yo no quería negarle tal derecho.
Me presenté ante aquel caballero bien trajeado y su pareja en aquel mismo momento y tras un rápido intercambio de saludos los invité a tomar otra copa y ha sentarnos en un apartado del local mas privado.
No tardamos en empezar a tocarnos, Miguel que así se llamaba aquel hombre maduro comenzó por desabrocharse el botón del pantalón y después la cremallera, se la sacó delante de los tres y pidió que alguno fuera el primero. Blas se adelantó y rápidamente emprendió con su boca un enérgico movimiento de succión que hizo que la polla de miguel comenzara a ponerse cada vez mas dura.
Santi no quería quedarse atrás y se colocó justo debajo de Blas para empezar por menearle el nabo una vez lo sacó del pantalón que lo aprisionaba. Vi aquel culo de mi amigo y no pude reprimir mis ganas, empecé a lubricarle el ano con mucha saliva, le pedí a Santi que me ayudara y cuando vi que ya accedía a la penetración le clavé mi pene poco a poco y a ritmo tranquilo. Blas gemía mientras le mamaba la polla a Miguel que ya la tenía dura como un toro, era un semental, quizás por ello conseguía a atraer tanto a hombres a su alrededor, eso veinte centímetros de polla no era algo que uno quisiera perderse y la visión de aquel cipotón nos excitaba a los tres hipnotizándonos porque no podíamos dejar de mirarlo. Aquel cuarteto empezaba con muchas ganas, y miguel me dijo que tenía ganas de follarme por detrás si no me importaba. Acepté con mucho gusto. Mientras Santi se dedicó a lamer mi apreciado trasero, miguel decidió por su cuenta sodomizar a mi amigo Blas que pronto empezó a gemir cada vez con más fuerzas por las arremetidas de aquel atlético y bien preparado cincuentón madrileño.
No queríamos que nadie se quedara atrás y cuando Miguel se puso a mi espalda para metérmela por detrás, yo cogí el trasero de Blas que a su vez cogió a Santi para metérsela también por la puerta de atrás. Así empezamos una cabalgadura simultánea que nos condujo al éxtasis por las penetraciones hechas a unos y sentidas por otros. Terminamos los cuatro exhaustos.
Antes de despedirnos Santi me dio su número para que lo llamara algún día, le había gustado mucho pero sentía que nos hubiéramos rozado tan poco. Por su parte Miguel quería verme también y yo empezaba a tener la agenda demasiado saturada le dije que nos pondríamos en contacto por medio de Santi.
Este fue mi primer contacto con él.
A la siguiente semana y como tenía mono de aquel pene de Miguel tan penetrante, tan vigoroso, decidí llamar a Santi para que nos concertara una cita.
El lugar elegido fue un hotel céntrico de la capital de escasa vistas porque la mayoría de sus ventanas daban al interior pero que importaba eso yo quería lo que quería .