El Rebaño (4)

Continúa la historia de este grupo tan especial ….

Mientras hablaban, Lena, que ya había acercado a todos los esclavos del grupo, entraba en la cuadra ocupada por Julia y comprobaba que la muchacha no solo no estaba en la posición requerida, sino que se había acurrucado en una esquina de la cuadra, encogida sobre sí misma y temblando de miedo, al ver que la esclava abría la puerta y entraba en la cuadra con la correa en la mano se puso a gritar: “¡¡No, socorro, yo no tengo que estar aquí, soltadme!!”

Al ver la oposición que mostraba la muchacha, sin voluntad para tomar decisiones por sí misma, Lena volvió sobre sus pasos para informar al criado y que le diera las órdenes oportunas:

Mi señor, la nueva esclava no estaba en la posición de sumisión ordenada, además, se resiste a ser enganchada a la correa y está gritando como una cerda; ¿qué ordena el señor que haga?

Sin mostrar la mínima sorpresa, ni por la resistencia de la muchacha ni por la actitud de la esclava, reaccionando conforme el adiestramiento recibido y obedeciendo las órdenes que le habían sido impartidas, Oscar asumió el control de la situación:

Basilio, ahora tenemos que cumplir otras órdenes y no podemos dedicarnos a iniciar el tratamiento de la nueva esclava, así que, coge una de las pistolas inyectoras de la mesa y haz que se calle esa cerda chillona; cuando la hayas sedado, le pones los auriculares y así, de paso, empezamos ya con su condicionamiento mental.

Y tú, Lena, ven aquí y acércame esas preciosas tetas, me apetece sobarlas un rato, mientras examinamos a los animales.

Mientras Basilio se levantaba para inyectar a la asustada joven la dosis de tranquilizante que la mantendría inmóvil y en silencio, pero receptiva a los mensajes emitidos desde los auriculares, Lena se acercó a Oscar, desabrochó el cordón que mantenía cerrado el escote de la blusa e, inclinándose, a su lado, adoptó la postura necesaria para que sus tetas, ya libres y expuestas, quedaran a la altura más adecuada para que pudieran ser acariciadas de manera cómoda y accesible por parte del criado quien, estirando un poco la mano y sin necesidad de cambiar siquiera de posición en la silla, las acarició y sobó a su antojo.

Por su parte, Lisa se había acercado a la mesa y recogido la carpeta que contenía la lista de integrantes del grupo y, volviendo donde estaba Oscar, se arrodilló estirando los brazos para ejercer como atril y que el criado pudiera examinar la lista de cerca; Oscar, una vez más, como ya hiciera el día anterior, ajustó la altura y la posición de los brazos de la esclava y le ordenó “así, quieta”. Por su parte, Basilio, una vez que hubo aplicado la sedación a la chica y colocado los auriculares, volvió a sentarse al lado de Oscar y comentó:

Cuando quieras podemos empezar, aunque me parece injusto que tú puedas distraerte y yo no ...

Eso tiene fácil solución, le contestó Oscar, y volviéndose hacia Lena, le ordenó, ve a la casa y si Nala está desocupada, te la traes, pero si alguien la está usando, le dices a Miss Sara que te he ordenado que nos traigas un coño para relajarnos y que nos distraiga, ella conoce mis gustos, así que te traes lo que te de, pero no tardes.

Obediente, la muchacha, abandonó su incómoda y forzada postura, poniéndose en pie mientras se metía el pecho en la blusa; al ver su gesto, antes de que fuera hacia la puerta para cumplir la orden, Oscar la cogió del brazo, obligándola a girarse y, dándole un fuerte bofetón, le gritó:

Serás estúpida, ¿quién te ha dado permiso para taparte las tetas? ¿acaso pretendes ser tú la que decides como tienes que circular por la granja? Vuelve a qa colocar tus tetas como estaban, bien a la vista, colócate la blusa de forma que todos podamos ver como se bambolean cuando andas, y ahora, ve a recoger el coño para Basilio, ya hablaremos después del castigo que te mereces ...

La esclava, al darse cuenta del error que acababa de cometer, volvió a sacarse las tetas de la blusa y, arrodillándose ante el criado, con la falda completamente abierta exhibiendo su coño y su culo, le suplicó:

Mi señor, la esclava pide humildemente disculpas por haber tenido el atrevimiento de tomar decisiones por su cuenta; la esclava exhibirá su cuerpo como el señor quiere, y suplica al señor que la castigue para corregir su falta y para enseñarle a no pensar ni actuar por sí misma. A la vez que le daba un fuerte pellizco en el pezón, Oscar le dijo: Date prisa, ve a hacer lo que te he ordenado y vuelve rápido, que quiero seguir sobando esas tetas, más tarde, cuando acabemos con esto, me recordarás que tienes pendiente el castigo y decidiré qué hacer contigo.

Mientras la esclava salía corriendo a cumplir la orden, Oscar le explicó a Basilio:

Perdona el numerito, pero hay que estar atento a los detalles, este es el problema más habitual en las esclavas, no es propiamente desobediencia, sino el hecho de que se acostumbran a actuar por su propia cuenta, a veces por inercia y otras por costumbre; pero no se les puede permitir que tomen ninguna iniciativa, por pequeña que sea, porque los Amos quieren que las esclavas no tengan ninguna capacidad de iniciativa propia, para eso se les elimina la voluntad, para que no se muevan, ni respiren siquiera, sino reciben la orden de hacerlo; lo que me cabrea es que me he ganado una reprimenda de mi Amo, al que no le va a gustar que le cuente este incidente, porque es mi responsabilidad conseguir el comportamiento adecuado de la esclava y tendré que informarle para ser corregido ...

Sorprendido por las palabras de su compañero, Basilio le comentó:

¿y por qué tiene que enterarse tu Amo?, realmente no creo que haya pasado nada grave; has corregido a una esclava por desobedecer y después la castigarás por su falta; no te entiendo ...

Oscar, sonriendo y en tono displicente, respondió:

Vaya, ya sé por qué tu Amo te ha puesto a mis órdenes, acabas de demostrarme que tu adiestramiento no está completo, todavía actúas como si tú o alguno de nosotros pudiese ocultar algo a nuestros dueños o peor aún, crees que puedes pensar por tu cuenta, porque no está tu Amo presente; ¿has olvidado que, aunque se nos use como criados, también somos esclavos y no tenemos derecho a pensar ni a tomar decisiones por nosotros mismos? Creo que voy a tener que recordarte que nuestra primera obligación sigue siendo cumplir las órdenes que se nos dan sirviendo a los Amos de la forma en la que estamos programados?

Voy a tener que informar a tu Amo de lo que acaba de suceder y de tus palabras, y sospecho que decidirá aplicarte un correctivo, o me va a ordenar que te lo aplique, para que aprendas que nosotros tampoco podemos ocultar nada de lo que pasa a nuestros dueños; la sumisión al Amo implica que no tenemos secretos ni nos guardamos nada, sea bueno o malo.

En cualquier caso, será tu Amo el que decida qué hacer contigo, mientras tanto seguiremos haciendo lo que se nos ha ordenado y para lo que hemos sido adiestrados.

Basilio, poniéndose serio, aceptó la reprimenda de su compañero:

Lo siento, tienes razón, acepta mis disculpas, me arrepiento de haberme comportado así y me doy cuenta de que es inadmisible e indigno que me haya atrevido a proponerte que le ocultaras algo a tu dueño. Asumo que vas a hacer lo necesario para mejorar mi adiestramiento y te agradeceré que se lo comuniques a mi Amo para que me corrija como disponga, porque en el fondo me doy cuenta de que no soy mejor que esa esclava, se nota lo sabio que es mi Amo al enviarme para completar mi doma contigo.

En ese momento, una respiración agitada hizo que ambos se volvieran hacia la puerta para comprobar como Lena entraba en el establo a toda velocidad, seguida por una esclava rubia que llevaba un vestido igual, también arremangado a la cintura, dejando a la vista las piernas y el sexo de la muchacha; tan pronto llegó a la altura de los criados, Lena volvió a adoptar la forzada posición en la que entregaba sus tetas a las caricias de Oscar mientras que la otra esclava, tomando aire para recuperar el resuello, y haciendo una reverencia, le dijo:

Mi señor Oscar, se presenta la esclava Nala, que ha sido requerida para ponerse al servicio de los señores y ser usada como distracción; con el permiso del señor, Miss Sara me ha ordenado que pida disculpas por el desaliñado aspecto que presenta la esclava, pero es debido a que, al ser requerida, la esclava se estaba introduciendo un dildo en el culo para acostumbrarse a ser enculada, así como para incrementar el tamaño de su agujero trasero y adaptarlo al deseo de mi Amo; Miss Sara ruega al señor que, cuando acabe de usar a la esclava y queden satisfechos, la devuelvan para seguir con la preparación de sus agujeros para que estén en disposición de ser usados cómodamente en la fiesta de los Amos.

Señalando con la mano a Basilio, Oscar ordenó a la esclava:

El señor Basilio te va a usar un rato, pero no quiero que vuelvas a abrir la boca más que para acoger la polla del señor si decide metértela para que se la mames, y dirigiéndose a Basilio, le dijo: Después de lo que ha pasado, tengo mis dudas de que te merezcas disfrutar, pero no soy yo, sino el Amo el que decide, así que ya verás, pero eso sí, procura no hacer mucho ruido ..., luego, mirando la lista que le exhibía Lisa, se dirigió al rebaño situado frente a ellos: Cuando oigáis vuestro nombre, os pondréis en pie y os acercáis a nosotros, exhibiréis bien todo vuestro cuerpo para que lo veamos y lo examinemos si nos apetece y, si no os decimos lo contrario, explicareis quien es vuestro Amo, qué sois, cual ha sido vuestro adiestramiento, el uso que se hace de cada uno y la función que vuestro Amo os haya asignado para que hagáis en la vida normal.

Al mencionar el primero de los nombres de la lista (“Ernesto”) el esclavo que se había dirigido por la noche a Julia en el establo, se puso en pie y, acercándose a los criados, explicó:

Mis señores, soy propiedad del Amo Esteban, que ha decidido que mi adiestramiento ha sido completado y, ahora, estoy siendo sometido a revisión para perfeccionar mi doma y adaptarla mejor a los gustos de mi dueño; hasta ahora mi Amo me usaba como chofer y secretario particular, pero ahora ha dispuesto que mi uso preferente sea el de mayordomo doméstico, para lo que voy a ser adiestrado por el señor Oscar para mejorar mi docilidad y sumisión para convertirme en el animal servil que mi Amo desea.

En ocasiones, mi Amo decide entregarme a algunos de sus amigos para que se diviertan conmigo enculándome o haciéndome mamar sus pollas; hace meses que mi Amo no me permite follar un coño, pero, por orden de mi Amo, todas las noches debo sobar y masturbar a la que era mi esposa, la esclava Nuria, para ponerla caliente y excitada pero sin que le sea permitido correrse, ya que eso forma parte de su proceso de doma como muñeca sexual; igualmente, mi Amo ha dispuesto que, todas las mañanas, sea mi propia esposa, la esclava Nuria, la que me ordeñe y que use el semen que me saca para mezclarlo en el desayuno que tomamos tanto yo como ella y las dos cachorras que ha parido Nuria y que, por supuesto, también pertenecen al Amo.

Mientras daba estas explicaciones, y siguiendo un ritual que tenía bien aprendido, el esclavo fue exhibiendo las distintas partes de su cuerpo, desde la boca abierta y en la que enseñaba los dientes y la lengua, hasta una polla de bastante buen tamaño y unos testículos que aparecían enrojecidos y envueltos en un aro metálico que, al parecer los sujetaba; cuando se dio la vuelta, se inclinó y, con ambas manos, separó y abrió las nalgas con toda naturalidad, los criados pudieron apreciar que el culo del esclavo mostraba señales evidentes de haber sido abusado recientemente, así como algunas marcas de latigazos, ya cicatrizadas. Una vez concluida la exposición y mostrado su cuerpo, el esclavo volvió a su posición original, en pie y quieto hasta que Oscar le hizo una seña, volviendo al lugar que ocupaba y adoptando la posición de sumisión.

Al pronunciar el siguiente nombre de la lista, el segundo de los esclavos, se levantó e imitó los movimientos de Esteban exhibiendo su cuerpo, al tiempo que relataba:

Mis señores, mi propietario, el Amo Jaime, me ha bautizado como Imbecil, aunque ante la gente, me ha ordenado que responda por Luis; tengo 25 años y hace seis meses que se completó mi adiestramiento, aunque mi Amo todavía no está satisfecho del rendimiento de su esclavo y ha ido corrigiendo mi cuerpo y mi mente para mejorar mi sumisión y docilidad y hacer más fácil y cómodo mi uso; el Amo ha dispuesto mi doma como animal de compañía y, sobre todo, para servir como objeto de disfrute sexual, por eso he sido adiestrado especialmente para acoger y recibir su adorable y encantadora polla, y las de aquellos amigos a los que me presta de vez en cuando, tanto en mi boca como en el culo, esa es mi utilización preferente, pero, también, en alguna ocasión, mi Amo ordena que me empalme y me folle a alguna de sus esclavas, sobre todo a las reproductoras, para preñarlas y darle nuevos cachorros; en la vida normal, mi Amo ha dispuesto que sea un objeto de decoración en su casa, por lo que no estoy autorizado a salir a la calle excepto cuando me saca a pasear o me presta para ser usado por otro caballero.

Del joven esclavo, llamaba la atención su poderosa musculatura, así como la abultada desproporción de sus nalgas, lo que hizo que Basilio le preguntase por esa anomalía física, y el muchacho, girándose para permitir una vista completa del trasero abriendo sus nalgas con ambas manos, le contestó;

“Mi señor, el Amo ha modificado el diseño del culo del esclavo para configurarlo de forma que, cuando el Amo o cualquier otro caballero que el Amo disponga, me sodomizan, pueden apoyar su cuerpo con más comodidad sobre las nalgas del esclavo y de esa forma les sea más fácil penetrar a fondo y disfrutar más a gusto del uso que se hace del cuerpo del esclavo, también –y al decir esto se giró y abrió la boca- ha ordenado que me sean limados los dientes de manera que no incomoden ni molesten con su roce cuando decide usar la boca del esclavo para meter su adorada polla y que la mame; de esta forma puede introducírla más a fondo, hasta la garganta”. A una señal de Oscar, el muchacho volvió a su sitio, adoptando la postura de sumisión.

La siguiente en presentarse fue una esclava morena de impresionante aspecto de la que llamaba la atención la firmeza y perfección de unos grandes pechos que expuso:

Mis señores, se presenta la esclava Alisa, propiedad del Amo Jaime, como Imbecil; tengo 32 años y no recuerdo desde cuándo soy esclava porque he sido sometida al tratamiento de sumisión completo y, por decisión de mi Amo, carezco de recuerdos, de conocimiento, de voluntad y, por supuesto, de personalidad; mi Amo me usa como animal de compañía, pero me ha programado especialmente para que mi cuerpo se excite y entre en celo en cuanto veo la polla de un Amo; entonces me sube la temperatura, se me nubla la vista, el coño se humedece, las piernas me tiemblan, el culo se abre, las tetas se endurecen, los pezones se erizan y mi boca genera más saliva; al Amo le gusta que la esclava esté así de cachonda y, a veces, hace que me corra yo sola para que sus amistades sepan lo bien amaestrada que estoy.

Además, y aunque no he sido programada para excitarme con las pollas de otros esclavos o de los criados, el Amo me ha usado como animal de reproducción, me ha hecho preñar en varias ocasiones y me ha hecho parir algunos cachorros, porque además al Amo le gusta desayunar con la leche que fabrican las ubres de la esclava después de parir, por eso el Amo me ordeña o se amamanta tomando la leche directamente de mis tetas; en la vida normal el Amo me usa como esclava doméstica.

Igual que habían hecho los anteriores esclavos, Alisa fue exhibiendo las distintas partes de su cuerpo, doblándose para que los criados pudieran ver mejor el coño y el culo, agujeros que abrió con sus manos, e incluso mostró sus grandes tetas que exprimió ligeramente para que viesen como salía algo de leche que recogió con el dedo y se llevó a la boca y, obediente a la señal de Oscar, volvió a ocupar su posición en la fila.

La siguiente en ser llamada fue la esclava Nuria, que se presentó de la siguiente forma:

Mis señores, la esclava atiende al nombre de Nuria, que mi Amo Esteban me ha permitido mantener, y soy la feliz esclava esposa del esclavo Ernesto. Tengo 25 años y soy un animal que está siendo programado para convertirse en mascota de uso sexual; porque mi Amo ha decidido que la principal actividad y ocupación de esta esclava será la de ofrecer el cuerpo para ser usado sexualmente, en cualquier circunstancia y situación, y por eso, estoy siendo amaestrada para que mi mente no tenga otra ocupación que la actividad sexual y aprenda a adaptarme y saber cumplir cualquier exigencia o uso que se me quiera dar en el terreno sexual; como parte del adiestramiento, la esclava tiene que usar el lenguaje más soez, ordinario y procaz que sea posible tanto describir su propio cuerpo como para explicar el uso que se puede hacer de ella, y le está completamente prohibido utilizar términos como vagina, trasero, clítoris, pechos y debe referirse a esas partes de su cuerpo con la denominación de coño, culo, botón del coño o tetas (si tienen leche se llaman ubres).

Además, mi Amo me ha domado para que, en cualquier situación en la que me encuentre, cuando sea requerida para ser usada por un macho autorizado, abandone todo lo que esté haciendo y me disponga a ofrecerme y facilitar el uso que se quiera hacer de mi cuerpo, excitándome y entrando en celo; especialmente mi Amo me ha programado para que responda de inmediato a las órdenes que su perro Dingo me comunica en forma de ladridos y que suelen consistir en montarme, encularme, chuparme o lamerme el coño y hacer que le chupe su polla o su culo; a veces, el Amo Dingo me usa simplemente como almohadón para acomodarse sobre mi cuerpo, apoyando su cabeza en mis tetas y relajándose mientras le acaricio o masturbo. Como parte de esa doma específica, el Amo ha enseñado a la esclava a interpretar los ladridos del amo Dingo y a ofrecerse para satisfacer sus deseos o caprichos.

Como demostración de su poder absoluto sobre la esclava, mi Amo me permite mantener algunos recuerdos de mi anterior vida, de cuando era una mujer libre y casada, e incluso me permite seguir enamorada de mi esposo y convivir con él como si fuéramos un matrimonio normal; eso sí, no nos está permitido follar entre nosotros, y el único contacto sexual que nos permite tener es para hacerle todas las mañanas una paja para ordeñarlo y usar su semen como parte del desayuno de la familia y, por su parte, las caricias, sobamientos y pajas que mi esposo me hace por las noches para mantenerme excitada y cachonda pero sin llegar a dejar que me corra; esas son sus órdenes

Cuando se complete el adiestramiento de la esclava como muñeca sexual, la esclava sólo se podrá correrse cuando el Amo quiera o me sea ordenado, incluso aunque no haya sido previamente excitada o masturbada.

En la vida normal, el Amo me tiene asignado el papel de buena, atenta, servil y sumisa esposa de Ernesto, que, por supuesto, cumplo a la perfección frente a toda la sociedad, junto con los dos cachorros de esclavas que he parido para el Amo; pero, para demostrar que el Amo es el dueño de mi voluntad y de mi persona, y que dispone de mi como le parece, me tiene ordenado que le cuente a mi esposo, con todos los detalles, el uso que se hace de mí, cada vez que sirvo a sus amigos, con algunas compañeras, y, por supuesto, con todos los señores o caballeros a los que mi Amo me presta o alquila.

Cuando Nuria acabó su presentación Oscar le hizo una seña para que se acercase, y la esclava se puso, inmediatamente, al alcance del criado, que dejó de sobar las tetas de Lena y acercó su mano al sexo de la esclava, que, entendiendo cual era la intención de Oscar, abrió y flexionó las piernas para facilitar el acceso y, con sus propias manos, separó los labios de su coño; enseguida, los expertos dedos del hombre encontraron el clítoris de la esclava y lo pinzaron en un pellizco doloroso, que provocó un respingo en la esclava que, sin embargo, no apartó su cuerpo ni un milímetro, al contrario, profirió las caderas para acercar un poco más su sexo a la mano que lo torturaba; Basilio estaba tan atento a las manipulaciones de su compañero como a las reacciones de la esclava, sorprendido por que ésta se ofreciera con tanta facilidad y no se quejara siquiera del dolor que le estaban produciendo los sucesivos pellizcos que le torturaban una parte tan sensible como el clítoris.