El Rastro II

Continuación , aunque independiente, de mi anterior relato "El Rastro". Ana es una chica dominante que disfruta usando a la gente para obtener su propio placer.Dominación/Sumisión

EL RASTRO II


Gracias a todos los que os habéis molestado en valorar y comentar la primera parte de mi primer relato. Intento mejorar sin perder, lo que quiero que sea, mi propio estilo. ¡Sé que no voy a ganarme la vida escribiendo! :-)  A los nuevos lectores, les recomiendo leer “El Rastro” para comprender mejor esta segunda parte, aunque, quizás, no es imprescindible. Me encantaría que siguierais dando vuestra opinión y valoración.

Un saludo a todos, y que lo disfrutéis…


Era increíble como me temblaban los muslos de forma inconsciente. Mis piernas apenas conseguían mantenerme en equilibrio al subir cada escalón, mi grado de excitación era extremo. No comprendía demasiado bien qué es lo que acababa de pasar en ese baño, pero había sido una de las experiencias más morbosas de toda mi vida. ¡Me había corrido como una auténtica puta! ¡Que poder tan extraordinario tenía Ana! ¿Como conseguía siempre conectar con la parte más pervertida de todo el mundo? ¿Por qué nunca se equivocaba?

Cuando llegamos arriba, como era de esperar, mi cerveza ya estaba caliente, las chicas comentaron que cómo es que habíamos tardado tanto y yo, para ignorar la pregunta, me giré hacia la barra y le pedí a Martín otra ronda de cervezas para todos.

-         Mira, mira, no te lo pierdas – me susurro Ana mientras me hacia girar la vista agarrándome del hombro – ¡Parece que sale de un pozo de mierda! jajaja - El niñato subía por las escaleras. Tenía las bermudas y la camiseta empapada. Supongo que se había mojado la cara y todo un poco mas, para disimular que llevaba por todo su cuerpo nuestros fluidos y los orines de media clientela femenina. Daba un poco de pena… y un mucho de morbo pensar que habíamos sido nosotras las responsables de tal estado – A ver que se inventa ahora. ¿Te imaginas que le cuenta la verdad a sus hermanas? – me dijo al oído.

-         Seguro que a ti, incluso te gustaría – repliqué entre dientes.

-         ¿Qué te ha pasado? - Preguntó Olga preocupada, a su hermano pequeño.

-         ¿Te has caído? – Vanesa, la hermana mayor y compañera de la universidad de Ana - ¿Estás bien?

-         ¡Si! Me he resbalado y me he caído en el servicio – el niñato hablaba atropelladamente, estaba mas rojo que el logo de la coca-cola. Nunca me había fijado demasiado en él hasta hoy. Hacía mucho tiempo que conocía su familia, a los cinco hermanos y a sus padres. Este era el pequeño, sus hermanas decían que era un pichanzo. El otro hermano si estaba buenorro, pero este crío nunca me había parecido guapo. Es cierto que había crecido mucho y tenía cuerpo de hombre ya, pero nunca se me habría pasado por la cabeza. Es lo que tiene Ana, que nunca deja de sorprenderme. Nunca me había fijado en el niñato, y ahora estoy deseando que Ana me meta esa polla gorda que gasta el muy cerdo, por el culo…

-         ¿Pero como te has puesto así muchacho, que parece que te has revolcado? – Vanesa ejerciendo de primogénita.

-         Es que al intentarme levantar, me he vuelto a resbalar y me he caído de culo también – se había mojado de agua en el lavabo, intentando disimular las manchas, pero en su camiseta podía apreciar perfectamente las huellas de nuestras corridas – Luego me ha dado asco y me he empapado de agua, así que me voy a casa a ducharme y a cambiarme.

-         Si anda vete para casa que estas hecho un asco, y dile a Mamá que Olga y yo nos quedamos a comer con nuestras amigas.

-         ¡Le hemos dejado hecho un asquito! Jajaja – Ana casi me estaba lamiendo el lóbulo mientras me pellizcaba el culo, siempre me ponía cuando jugaba conmigo en público. Me moriría de vergüenza si la gente se enterase de que soy su perra, ella lo sabía y abusaba de ello… – Pero no se lo ha montado mal, ¡me voy a divertir con el Pepito!  - un mordisquito suave en la ternilla de mi oreja izquierda, dio un paso al frente… - Estooo Pepe, ¿no te iras a meter así en el metro no? Porque das un poco de asquito…- La mirada del niñato se clavó en el suelo, no tenía valor para mirarla a la cara. Pude reconocer el sentimiento de sumiso en su expresión. Los perros nos olemos, y Ana nos detecta a kilómetros.

-         No, había pensado irme andando – no era mas que un hilillo de voz.

-         Bueno ¿vale ya no tía?, deja a mi hermano que haga lo que quiera – Se notaba que Olga apenas la conocía - Que llevas todo el día metiéndote con él.

-         Perdona guapa sólo era una broma, no te enfades – respondió mientras la fusilaba con la mirada – como comprenderás a mi tu hermano me da completamente igual, como si se la pica un pollo.

-         ¡Bueno dejarlo ya! ¡Tengamos la fiesta en paz! – Vanesa era una mujer pequeñita pero muy bien proporcionada, era lo que se dice una muñequita, pero una muñequita con carácter – Venga Pepe, vete a casa, toma dinero para un taxi, vete andando hasta Acacias para secarte un poco y lo coges allí. Y vosotras dejaros de piques que ya somos mayorcitas, vamos a tomarnos la ronda que ha pedido Inma, y luego cogemos algo de comer y nos lo llevamos a tu casa ¿no?

-         Si claro, por mí, sin problema, era sólo una broma – respondió Ana con su mejor sonrisa.

-         ¡Venga chicas! Que hoy nos lo tenemos que pasar bien – dijo Laura en tono conciliador, mientras se colgaba de un brazo de Olga – que esta noche hemos quedado con Raúl y sus amigos – Laura sabía perfectamente que Olga andaba loquita por Manolo, uno de los colegas de su noviete de turno. Laura a pesar de ser una chica algo regordita, se las arreglaba muy bien con los tíos, no sé si porque era realmente encantadora y tenía una sonrisa que le iluminaba todo el rostro; o por la reputación de guarra y facilona que soportaba en el barrio.

-         Vale pues vamos a pasarlo bien – respondió Olga. El niñato se había escabullido con el rabo entre las piernas despidiéndose con  un lastimero…

-         Adiós a todas y gracias… por todo – nos miró con cara de cordero degollado, se dio la vuelta y se marchó como alma que lleva el diablo. La automática sonrisa de mala que puso Ana me hizo empapar de nuevo las bragas…

-         ¡Propongo un brindis! ¡Por la superioridad femenina! Jajaja – empezamos todas a reír, no pude evitar mirar al camarero de reojo mientras  lo decía, y el gesto no paso desapercibido para ninguna. ¡Reímos con más ganas!

Cuando terminamos de tomarnos las cañas cogimos un par de pollos asados con patatas, y subimos a comer a casa de Ana. Ana compartía piso con una chica, pero tenía la suerte de que se marchaba a su pueblo todos los fines de semana, porque tenía allí a su novio.

Después de comer recogimos la mesa, y estando solas en la cocina, Ana me dijo que cuando termináramos la copita y el café, la acompañara a su cuarto, que tenía una sorpresita guardada para su perrita favorita. Metió su lengua en mi oreja y tiro decididamente de la parte trasera de mi tanga hasta hincármelo bien entre los labios. Le encanta provocarme en público, sabe que me muero de vergüenza. Desde el día en el que me pidió en mi casa el portátil, y por un fallo que me dio el navegador, vio los videos de sadomaso lésbico que estaba viendo yo, en mi última sesión, me ha tratado como a una sucia perra. Y lo peor de todo es que a mí me encanta. No puedo evitar excitarme cuando pienso en su próxima perversión. Tiene una imaginación inagotable

La sobremesa se me hizo eterna y la conversación insulsa e inteligible. Mi cabeza no dejaba de intentar averiguar qué me tenía preparado Ana. Cuando habían caído ya dos o tres copitas Ana se levanto y dijo que iba a su cuarto a cambiarse, que había quedado un rato con su vecino de al lado, Hassan, para echar un buen polvo, que su mujer había salido y tenían un par de horas. Que nos tomáramos en su casa unas copitas más, que ella en una horita estaba de vuelta.

Me sentó como un cubo de agua fría. Me quede completamente alucinada. Se levantó y se fue a su cuarto, tirándome un pícaro besito al pasar. El resto de las chicas bromeaban con los polvos que le iba a echar el moro, y en la pedazo de polla que tenía que gastar para tenerla tan contenta. A mí se me tragaba el sillón. No sabía si formaba parte del juego o no. ¿Pasaba de mí por el cabrón de su vecino? Me dolía cada vez más que follara con otros y otras a mis espaldas. No éramos novias ni nada por el estilo, pero no podía evitar sentirme mal cuando no contaba conmigo.

-         ¡BRRR!!BRRR! – un mensaje en el teléfono me sacó de mis pensamientos - ¡¿A que esperas para venir a mi habitación?! ¡IDIOTA! ¡VEN AHORA! ¡YA! – ¡Casi se me cae el móvil de las manos! Me levante como un resorte y tropecé con la mesita de centro. Las chicas achacaron mi torpeza al alcohol, y me excusé diciendo que iba al baño. Entré en la habitación de Ana y estaba sentada en su cama con una cara de mala ostia importante. Se notaba de lejos su enfado.

-         ¡Perdóname! Pensé que habías…- ¡ZAS!- …cambiado, ¡Ay!, de planes – su bofetada interrumpió mi frase.

-         ¿A ti quien te ha dicho que pienses, basura? Si quisiera a alguien que pensara, me buscaría a alguien inteligente, no a ti – me agarró el pelo, me lo retorció y me hizo subir a cuatro patas a su cama – Mira, esto me lo ha dado Hassan para ti – Abrió la mano derecha y me mostró lo que parecía un doble huevo vibrador – está loco por follarte, dice que hasta sería capaz  de pagarme por metértela, y yo siempre ando mal de dinero jajaja.

-         ¡No por favor, no me obligues a follar con él, te lo suplico!

-         Estos huevos vibradores, son un poco especiales, porque funcionan en conjunto con estas bragas que llevo yo – señaló hacia su entrepierna donde llevaba unas bragas negras un poco extrañas y abiertas por los labios para no tener que quitarlas al follar – Lo que sientan mis bragas, lo sentirás tú. Y también funcionan a control remoto – empezó a meter uno de los dos huevos en mi boca, ambos huevos estaban unidos por una parte más fina y flexible de plástico – Son capaces de vibrar – y el huevo vibró en mi boca – Crecer de tamaño y dar pequeñas descargas eléctricas – el aumento de tamaño no fue excesivo, pero una descarga en la boca, por pequeña que sea siempre es dolorosa.

-         ¡Ahh! ¡Duele mucho!

-         ¡Cállate puta! Nadie te obliga a hacer nada, te he dicho un millón de veces que cuando tú quieras acabamos con todo esto. Tú continúas tu camino y yo el mío. No nos volvemos a ver nunca más y punto.

-         ¡No por favor eso no! ¡Haré todo lo que quieras pero no me dejes! – Una vez más pude observar en su rostro esa sonrisa triunfal que ponía cuando se sabía vencedora de otro pulso. Cuando doblegaba mi voluntad. Cuando me sometía.

-         Ábrete bien de piernas para mamá, zorrita. Quiero que abras bien tu sucio coño para tu dueña – aparté mi tanga hacia el lado izquierdo y con mis dedos separé mis labios, que me traicionaron con su humedad – ¡Pero si ya estás empapada y todavía ni te he tocado pedazo de guarra! – empezó a meter una de las partes del artilugio en mi coño, entrando con bastante facilidad, el otro huevo forzaba con violencia mi culo – ¡Vamos perra! Que tengo prisa, que me está esperando Hassan – se notó la prisa, porque me hizo bastante daño al meter el segundo huevo en mi ano sin haberme lubricado ni dilatado – Te explico, me voy a follar con mi vecino, el control remoto funciona perfectamente desde allí, las bragas que llevo, junto con este mando, son los que mandan los impulsos eléctricos a los huevos que llevas metidos en el culo y en el coño. Dependiendo de la velocidad a la que me folle Hassan pues así serán de intensas las sensaciones que tú experimentes, y aparte, con este mando puedo elegir y variar todos los ciclos y combinaciones de vibración, descarga y aumento de tamaño de los huevos – cuando pulsó el mando para hacer la demostración, pude sentir como mi coño se hinchaba y vibraba con una intensidad increíble. Hacía vibrar primero el del coño , después el del ano, hinchaba los dos a la vez y me hacía sentir llena, en segundos me llevó al borde del orgasmo, y en cuanto lo notó, me dio una doble descarga, no demasiado dolorosa, que me cortó de golpe el clímax – Ahora quiero que salgas ahí afuera con nuestras amigas, y te comportes como toda una señorita, mientras yo estoy ahí, a apenas quince metros de ti, follándome a mi vecino, y tú aquí, manteniendo el tipo, mientras sabes que todas y cada una de las sensaciones que tengas, están íntimamente relacionadas con cómo me este follando a mí el moro. Vamos, que es como si Hassan te estuviera follando a ti, además le dejaré un poquito el mando,  para que te disfrute bien – metió su lengua en mi boca. Siempre me besaba así. Con violencia, con posesión, violando mi boca sin ser necesario, sólo por el placer de forzarme. Me hizo salir de la habitación prácticamente a empujones. Pero me empujaba de las tetas, pellizcaba mis pezones y tiraba de mí hacia ella. Lo repitió varias veces hasta que alcancé la puerta.

-         Bueno, pórtate bien ahí afuera – me dijo sonriendo.

En el salón las chicas estaban las tres sentadas en el sofá. Charlaban, algo achispadas ya, sobre la última serie de moda de la tele. Me senté en el butacón intentando no llamar la atención. Mi minifalda cada vez me parecía mas corta. Menguaba con cada oscuro juego de Ana. Empecé a meter baza en la conversación, más que nada para distraerme un rato, y no pensar en el artilugio que invadía mis entrañas. Pasado un rato mi dueña apareció por la puerta. Estaba preciosa y despampanante. Iba vestida como una autentica puta. Medias de rejilla, botas hasta las rodillas y un mini vestido de encaje negro, que enseñaba más de lo que ocultaba.

-         ¿Qué chicas? ¿Qué os parezco? – Mirábamos todas boquiabiertas - ¿Creéis que triunfo? Jajaja – giró sobre si misma para que pudiéramos apreciarla en todo su esplendor.

-         ¡Si no triunfas, es qué tu vecino está ciego! – soltó Vanesa - ¡Pareces una porno star! Jajaja.

-         Sí, si no se vuelve loco por follarte, es que es maricón – Laura se partía de risa ante su propia ocurrencia. Olga y yo permanecimos calladas, aunque creo, que por distintos motivos. La mirada asesina que recibió Ana de la hermana del niñato, era muy distinta de mi propia miraba de ferviente adoradora. Era evidente que no se sentía cómoda con la anfitriona.

-         Bueno pues me voy ya, ahora vuelvo en un polvito, digo un poquito, jajaja.

-         Espera Ana, que yo también me voy – intervino Olga – Que voy a pasar por mi casa a ducharme y ya nos vemos para esta noche. ¿Tú que haces Vanesa?

-         Pues me voy contigo y así me doy una duchita yo también – en ese precioso momento Ana metió la mano en su bolso y pude sentir como mi culo empezaba a dilatarse y mi coño a vibrar, pegue un respingo, y me dio la sensación de que todas me miraron. Aprovechando la inercia, me puse también en pie, las hermanas cogieron sus bolsos y todas nos despedimos hasta la noche. Ana se entretenía cambiando las funciones del aparatito, alternando pequeñas descargas, vibraciones y dilataciones, mientras todas intercambiábamos besos. ¡Era tan humillante… y tan excitante!

-         Bueno chicas que me espera mi vecino – sonreía Ana mientras apagaba el cacharro infernal – os veo esta noche, y vosotras ¿esperáis aquí no? – clavo sus ojos en los míos.

-         Si, luego me doy una duchita si no te importa, y así no paso por mi casa – respondió Laura.

-         Si, si, aquí te esperamos – salió de mi seca boca.

-         Sin problema tía, mi ducha es tu ducha, y tú Inma, no bebas mucho, que luego haces cosas raras jajaja – soltó la muy cabrona mientras salía por la puerta.

Los siguientes minutos pasaron en calma. Pusimos una peli en la tele y Laura comento que le estaba entrado modorra, se recostó en una parte del sofá mientras yo estaba sentada en el otro lado. Tenía la cabeza sobrexcitada. Estaba deseando que mi amiga se durmiera por lo que podía pasar. Me mataba la incertidumbre de no saber cuando el odioso trasto iba a empezar a darme guerra, y a la misma vez mi empapado chocho parecía desearlo. Imaginaba a Ana entregándole el mando a Hassan, concediéndole lo que le había pedido, otorgándole el poder de hacerme gozar y sufrir desde su propia casa, mientras se la follaba a ella… ¡Uf! ¡Que cachonda me pone! ¡Que mente más retorcida! Podía imaginarlos comiéndose la boca. Él tenía unos gruesos labios y una cara de salido que me ponía, pero siempre olía fuerte, y era algo que me desagradaba. Pero Ana siempre decía que así es como olían los buenos machos, y que era culpa del exceso de testosterona. Seguro que ahora mismo estaría sobando esa polla que tanto le gusta, que apenas entra en su boca y que la folla hasta el fondo la garganta. Privándola de la respiración a su antojo. Le encantaba contarme como se la follaban todos sus amantes mientras le comía el coño. Se sentaba en mi cara y la usaba como consolador. Por eso sé que en este momento el moro le estará estrujando sus pezones arrodillada ella a sus pies, permitiendo que le folle la garganta. Que no le permite usar las manos para tragársela, y que suele agarrarla del pelo e imponerle el ritmo de la mamada a su antojo. El muy cabrón hace con ella lo que le place.

De reojo me di cuenta de que Laura parecía haberse dormido y sentí que me quitaba un peso de encima. La espera se me estaba haciendo ya algo incomoda, cuando sentí como mi compañera de sofá se acomodaba un poco más reposando sus pies sobre mis muslos. Me pegue un buen susto la verdad, y justo cuando empezaba a relajarme, pude sentir como mi culo vibraba suavemente. ¡Seguro que el maldito vecinito le estaba metiendo un dedo por el culo a mi Ama! Era agradable, poco a poco el huevo se fue hinchando, y vibraba más fuerte, ya serían dos o tres dedos en el culo. La veía a cuatro patas tragándose esa pedazo de polla, de la que incluso me ha enseñado alguna foto, y al muy cerdo enchufándole los tres dedos por el culo, sacándolos, metiéndoselos en la boca, acariciando su coño, porque a mí me empezó a vibrar el mío…

Estaba hipercachonda,  empecé a imaginar que nos follaba a las dos a la vez, que Ana y yo, éramos un mismo ser,  a sincronizar mis pensamientos con mis sensaciones. Así cuando de repente empecé a sentir alguna que otra leve descarga en mi culo, tuve la certeza de que Hassan azotaba a mi reina. Estaba cachonda como una cerda, y sentir como de vez en cuando los pies de Laura se rozaban contra mis medias a la altura a la que acababa mi minifalda, no me estaba ayudando para nada. El ritmo empezó a incrementarse y mi coño se hincho muchísimo. Me sorprendía que un aparato tan pequeño lograra alcanzar un tamaño tan respetable dentro de mi vagina. El coño de Ana estaría albergando ya ese pedazo de rabo que cada vez me ponía más perra. Cuando le metió un consolador en su culo completando la doble penetración, casi me muero del gusto. Me vibraba todo, sentía mis entrañas llenas a rebosar, tenía la respiración demasiado alterada, y todo esto mientras veía a Laura dormir placidamente con sus piececitos apoyados en mi regazo, acercándose cada vez más peligrosamente a mi histérico coño. Empecé a preguntarme si no notaría las vibraciones. Qué pasaría si se despertaba... estaba a punto de alcanzar un tremendo orgasmo.

-   ¡BRRR!- el sonido de mi móvil me asustó, aunque gracias a Dios estaba en vibración. Conseguí sacarlo del bolso sin molestar a la bella durmiente, por supuesto era un mensaje de Ana:

  • ¡Hola puta de mierda! ¿Qué tal funciona nuestro juguetito? ¿Qué estáis haciendo?

  • ¡El juguete es infernal! Laura se ha quedado dormida con los pies apoyados en mis muslos – respondí. Recibí una foto en primer plano del pollón de su macho.

  • Te voy a vender a mi macho, para que te meta este pedazo de polla por donde él quiera – mientras recibía este mensaje el maldito trasto empezó a alternar, a un ritmo diabólico, vibraciones, calambrazos y dilataciones. Me retorcí en mi asiento por todas las sensaciones. Mi acompañante se revolvió un poco al sentir mi movimiento.

Recibí otra foto en la que se veía el mando en manos masculinas, y las tetas de Ana en segundo plano, con un par de pinzas en cada pezón. El muy cabronazo estaba disfrutando a tope, seguro. Y Yo. Yo estaba disfrutando como una loca, me sentía sucia, entregada, usada. Un mero objeto para dar placer. Un animal en celo sin capacidad para elegir.

-         ¡Me estais volviendo loca, Ummm! – envié.

-         Mándame una foto de cómo estáis en mi sofá – ¡Joder! Pensé… pero hice la foto y se la envié. Se podía observar como descansaban los pies en mis muslos, cada vez más cerca de mi coño. El  doble huevo se detuvo en seco, dejándome caliente como una perra, notaba mis pezones tan duros que me dolían, éste era el día mas retorcido que había tenido en toda mi vida. Me sentía mareada, borracha, fuera de control.

-         Hassan quiere ver sus tetas, así que ya sabes, le desabrochas un par de botones de la blusa, y nos mandas unas fotitos - ¡Joder que cabrones! ¿Cómo querían que le sacara las tetas a Laura? ¿Y si se despertaba? ¿Cómo se lo tomaría? Dude unos segundos si debía obedecer, esto ya se estaba pasando de la raya, era implicar a otra persona sin su consentimiento. Pero a la misma vez me di cuenta de que a mí también me apetecía ver de cerca esas pedazo de tetas que gastaba Laura. Era, con diferencia, la que las tenía más grandes de todas nosotras. Me quedé mirando cómo subía y bajaba su escote, con su respiración. Si conseguía desabrochar un par de botoncitos obtendría una muy buena vista. Recibí una doble descarga bastante intensa, supongo que debido a la tardanza, no pude evitar dar un buen bote. Laura se movió, dejando un poco más de sus pechos a la vista. Cuando cesó el calambrazo reuní valor y con sumo cuidado desabroché el primer botón. Laura se agitó un poco, mi respiración estaba muy acelerada, sentía que, de cintura para abajo, era más líquida que sólida en ese preciso momento. Sin esperar demasiado, desabroche otros dos botones, la blusa quedó abierta hasta mas abajo del sujetador, y aproveche para sacar un par de fotos. Laura giró un poco su cuerpo hacia mí, su pie derecho quedó apoyado en mi pubis, envié las dos fotos a mis torturadores, y como respuesta, el maldito cacharro empezó a funcionar a plena potencia. Me daba la impresión, de que hasta los deditos que descansaban sobre mi coño vibraban, me pareció notar que entreabría un poco los ojos, pero permanecía quieta y aparentemente dormida. Estaba acojonada y muy, muy cachonda. Me sentía como un juguete usado, encima a distancia. Recibí una foto en la que se apreciaba el enorme rabo entrando en el coño de mi dueña, y otra con una gran corrida sobre su hermoso trasero.

-         ¡Ahora te toca a ti correrte puta! Quiero que te corras con el pie de Laura entre tus piernas – lentamente, sin saber muy bien porqué, y con mi voluntad anulada por la excitación, abrí mis piernas y dejé que ese piececito resbalara a lo largo de mis labios. Si se despertaba, tenía que notar por narices las vibraciones que emitía mi coño. Estaba a punto de alcanzar el orgasmo cuando sonó el teléfono de la dueña del pie que acariciaba contra mis bragas. Laura se giró, me hincó un poco más sus dedos, clavó sus ojos en los míos y sonriendo abrió el mensaje. Su cara cambió completamente. Dejé de sentir su dulce contacto y recibí una buena patada en el coño. Empezó a apretar hundiéndome más el maldito aparato, y provocándome un auténtico grito de dolor y sorpresa. Seguro que los cabrones de la casa de al lado lo habían oído perfectamente.

-         ¡Como eres tan hija de puta! – sin   dejar de aplastarme, se incorporó, y me dio una ostia que me cruzó la cara - ¿Cómo te atreves a mandarles fotos a estos sin mi permiso? ¡Te voy a partir la boca! – y de otro bofetón me giro de nuevo la cabeza. El maldito cacharro funcionaba a toda potencia llevándome a la locura. Laura frotaba mi coño con su pie, mientras con sus manos, me agarraba del cuello y me asfixiaba - ¿Qué tienes metido en el coño, puta? ¿Qué noto vibrar ahí? – apretaba mi cuello, con su cara a unos centímetros de la mía, impidiéndome respirar – Dice Ana en su mensaje que a descubierto que eres una sucia perra sin voluntad, y que sólo por que ella te lo ha pedido, le has enviado unas fotos de mis tetas. Que ahora, debería de castigarte por traidora – cada vez me costaba mas coger aire, y abrí por completo la boca. Mi torturadora aprovecho la ocasión para escupir varias veces dentro, por fin aflojó la presión de mi cuello – ¡Traga guarra! – otro bofetón - ¡Abre bien la boca! – empezó a meterme una mano, follándome hasta la garganta. Me hizo poner de pie, y con la otra mano, empezó a jugar con el dichoso huevo a través de mis bragas, que estaban totalmente encharcadas. Tenía unas arcadas terribles, y estaba al borde del orgasmo. Mi nueva torturadora era brusca y violenta, de un tirón me arranco la camiseta, y empezó a azotar mis pechos - ¿Te gusta verdad zorra? ¿Esto es lo que te hace Ana, y por eso la miras con esa carita de cordero?  ¿Verdad cerda? – me restregaba mis babas por toda la cara, y alternaba las bofetadas entre mi cuerpo y mi cara – Que lástima que no me gusten las tías, porque iba a abusar de ti todo lo que me diera la gana. Pero bueno, nunca viene mal alguien con quien desahogar la mala leche ¿no? – retorcía salvajemente mis pezones y tiraba de mis bragas hacia arriba, clavándomelo todo muy dentro.

-         ¡Vaya, vaya! ¿Pero que tenemos aquí? – cuando Ana entró con Hassan por la puerta, estaba acorralada contra una pared con las piernas bien abiertas. Tenía mis propias bragas metidas en la boca, y recibía azotes entre mi coño y mis tetas. Laura me tenía sujeta por el cuello y me insultaba y escupía – ¿Todavía estas castigando a mi perrita?

-         Si, porque es una zorra mala y traidora, y por cierto, tú cada día eres más hija de puta – la mirada de Laura delataba que realmente se lo estaba pasando muy bien, que disfrutaba de la posición de mando.

-         Yo sólo quiero que cada una disfrute de lo que más le gusta. A ella le entusiasma ser una perra sumisa. Estaba convencida de que a ti, te iba a encantar darle caña. Se te ve en la mirada de sádica que tienes, te gusta hacer daño a la gente, no lo puedes evitar. Y Hassan aquí presente…

-         Hola, buenas.

-         Pues él sólo quiere meter su polla en todos los agujeros que pueda, y por cierto Inma, he aceptado su oferta para usarte a su antojo. Me ha dado quince euros. Ya sé que es poco, pero eres una puta muyyy barata, tampoco le puedo cobrar mucho más, jajaja. Pero me pone mucho prostituirte. Así que esta tarde eres suya hasta que se canse. Deja en buen lugar a tu ama ¿eh? – en ese momento, mientras Laura retorcía con sus manos mis pezones, el moro se acercó por detrás colocándome en el culo la polla. Ana empezó a sacar y meter el doble huevo de mi coño y culo. Los rostros de las dos chicas estaban a centímetros de mi propia cara y entre ellas, y me miraban a los ojos. Él, restregaba su enorme monstruo por mi culo, lamía babosamente mi oreja y acariciaba mis senos, encontrándose de vez en cuando con los dedos que retorcían mis pezones. Sentí llegar el mayor orgasmo de mi vida…

-         ¡CORRETE PUTA! – me grito mi dueña a la cara - ¡Córrete mientras todos te usamos!

Obedecí. Me deje llevar. El rostro de mala de Ana .La cara de placer y satisfacción que reflejaba. La pedazo de polla que intentaba entrar en mi culo, sin dejar salir el huevo que lo ocupaba. Los fuertes apretones en las tetas, que más tarde se convertirían en grandes moratones… Me volví loca. Explote como un globo de agua. Me corrí de tal forma que parecía haberme meado. Los gemidos apenas quedaron amortiguados por las bragas empapadas que ocupaban mi boca.

-         ¡Sí! ¡Así me gusta mi pequeña zorrita! ¡Y la tarde no ha hecho más que empezar para ti! ¡Hoy te vamos a destrozar por todas partes entre todos!– es lo último que acerté a oír de la boca de Ana antes de sufrir una perdida de conocimiento. Todo se fundió a negro y sentí como las fuerzas me abandonaban. Recuerdo que mi último pensamiento fue confuso… ¿Qué me harán ahora estos sádicos pervertidos? ¿Y, estoy alucinando? o ¿Ana y Laura se han enganchado del pelo y se están comiendo la boca?

¿Fin?