El rastro

La iniciacion de un chico en la dominación a cargo de una amiga de su hermana mayor

EL RASTRO


Buenas, después de ser durante algunos años un asiduo lector de esta página, me he decidido a publicar mi primer relato. Me encantaría recibir críticas y consejos para saber que os ha parecido, tanto si os ha gustado como si no, no dudéis en dejarme un comentario o un email. Si os gusta la historia tengo pensada una continuación. Un saludo a todos, y que lo disfrutéis…


Ese domingo nos levantamos temprano para ir al rastro. A mi me encantaba comprar cómics y que mejor sitio en Madrid. Además, me sentía mayor cuando mis hermanas me permitían ir con ellas y sus amigas. Después nos tomaríamos unas cañas con unos caracoles. Por aquel entonces contaba con 16 años, aunque aparentaba algunos mas, gracias a mis anchas espaldas, mi mas que decente altura y mi cerrada barba. Mis hermanas tenían 26 y 23. Habíamos quedado en la boca del metro con las amigas de mis hermanas. Allí estaban Laura, Inma, y una nueva chica a la que yo no conocía. Mi hermana la mayor, 1, la saludo efusivamente diciéndole que ya hacia tiempo que no se veían, desde que iban juntas al colegio. Mi otra hermana, 2, espero como yo a ser presentada…

-   Pepe, mira, esta es Ana- dijo 1

-   Encantado- mientras le daba dos besos

-   Igualmente- contesto Ana

Ella era una chica morena con unos deslumbrantes ojos verdes que te dejaban atrapado, recuerdo que me quede mirando tanto a sus labios, que sin querer, le di uno de los besos demasiado cerca de ellos, ella contesto al beso rozando los míos, pero aprovecho la ocasión para comentar:

-         ¡Vaya, vaya! ¿Pero de donde habéis sacado al salidillo este? ¡Si me acaba de conocer y ya me quiere comer la boca!- provocando la risa entre mis hermanas y sus amigas- ¡Niño, que  a mi me gustan los hombres!

-         Es mi hermano el pequeño- dijo 2 entre carcajadas

-         Pues se le ve grandote y con ganas jajaja

¡Yo me quería morir! Era una situación súper humillante, es verdad que seguramente cometí un error de cálculo por quedarme mirando esos preciosos labios. Pero no había tenido ninguna intencionalidad como quería hacer ver ella, de hecho las mujeres mayores me provocaban tanto respeto que rozaba el miedo.

Enrojecí hasta tal punto que se me pusieron los ojos vidriosos, estaba a punto de llorar. Ana lo vio y se acerco a mí:

-         ¡Perdona pequeño solo era una broma!- mientras me abrazaba, y ya al oído, sin que pudieran oírla nadie mas- jaja, me encantan los perritos sensibles que se ponen rojos- mientras con su mano derecha pellizcaba fuerte mi culo.

¡Me quede a cuadros! No pude evitar tener una erección instantánea. Ana me dio un beso bien sonoro en una mejilla, y al pasar hacia la otra, aprovecho que daba la espalda a las demás para lamerme ligeramente los labios, me dio el otro beso, y me guiño un ojo mientras miraba mi ya duro paquete. Me quede paralizado. Todo paso muy rápido, las chicas después de un rato, dejaron de reír.

Subimos al metro. Como todos los domingos estaba hasta el culo. Entramos como pudimos apretando y empujando. Yo me cuide bien de no acercarme demasiado a Ana, y conseguí apoyar mi espalda en una puerta al otro lado del vagón. Ana me miraba, cuchicheaba con Inma, me volvía a mirar y se reía. Se lo estaban pasando fenomenal a mi costa. Me sentía completamente humillado y jodido sin motivo. Pensé bajarme en la próxima parada poniendo cualquier escusa, pero eso seria darle la razón y comportarme como un niñato. Y a pesar de todo, de lo injusta de la situación, y de lo mal que me había caído Ana, mi polla no terminaba de retornar a su estado normal.

En la siguiente estación no solo no me baje yo, es que además entro bastante mas gente. Las apreturas aumentaron, y no se cómo, ella consiguió dejarme a su espalda, mientras hablaba animosamente con mi hermana la mayor. Ya nadie me miraba, parecía que el foco de atención había cambiado, de lo cual me alegraba soberanamente. Ana estaba contando a las chicas lo bien que se lo había pasado con un tal Hassan de vacaciones. Por lo que pude deducir de la conversación, un moro cuarentón y casado, con  mucha pasta y, textualmente, una polla como un brazo de gitano…

Era el centro de atención, y lo sabia. Era de esas personas, que aunque no te guste lo que dice, no puedes evitar quedarte mirando embobado mientras habla.

En Puerta de Toledo el metro traza una curva bastante pronunciada. Ana se hecho hacia atrás. Pude notar su duro culo contra mi polla, se quedo quieta, apretó, me incrusto contra la puerta y empezó un lento movimiento rotatorio, para que no me quedaran dudas de que lo estaba haciendo intencionadamente. Mientras seguía contando como el moro se la follaba como a una perra, que la hacia sentir muy puta, y que los españoles no sabíamos follar como los moros y los negros.

-         Tu no te ofendas -me dijo- ¡además seguro que tu ni siquiera has tocado chocho todavía!- dijo mientras todas se reían. No se me ocurrió respuesta alguna, la verdad es que si había tocado chocho, incluso me la habían chupado, pero todavía seguía siendo virgen. De todas formas, me hubiera quedado completamente mudo, cuando sentí como pasaba una mano hacia atrás, y me agarraba bien fuerte los cojones. Fueron dos segundos, apretó muy fuerte y soltó. No pude evitar que se me escapara un gemido.

-    ¡Mira se le escapan los gemidos solo de pensarlo!¡Que ricura!- risas generales,

Yo con ganas de que me tragara la tierra

-         Próxima estación La Latina -sonó por los altavoces del vagón.

Salimos del metro, el rastro estaba lleno de gente, yo estaba cortadísimo, las chicas miraban de un puesto a otro, mientras charlaban y reían. Bajando por una zona en la que apenas se podía andar, Ana se pego a mí, lateralmente.

-         Así, ¿que me ha dicho tu hermana que te gustan los cómics? - podía sentir como rozaba sus duras tetas contra mi brazo, me tocaba el culo, hablaba a escasos centímetros de mi oreja, me soplaba…

-         Si, si me gustan – me tenia completamente acojonado y cachondo –

-         Seguro que a ti te gustan los de Spiderman, y esos que les gustan a todos los crios - hizo especial énfasis en lo de críos –

-         Si, si me gustan esos, entre otros – conseguí responder mientras notaba que no llevaba sujetador debajo de esa camiseta de algodón fina y escotada –

-         A mí, hay algunos que me gustan, pero seguro que tu no los conoces – note el roce de sus uñas sobre mi ingle izquierda – Kiss Comix, Penthouse, Colección X – ¡Los conocía perfectamente! Eran los cómics que ocultaba debajo de la cama, los que compraba cuando iba yo solo. Algo de mi cara me debió de traicionar, porque recibí un duro apretón de huevos…

-         - ¡Ya veo que si los conoces! ¡tengo aquí todo un perrito virgen y vicioso! – aflojo la presión de  mis cojones, me empezó a frotar fuerte la polla de arriba abajo hasta ponerla bien dura. Retiro su mano de mi polla, se colocó detrás de mí restregando sus tetas por mi espalda y su coño por mi culo. Me agarro los dos cachetes y me empujo hacia delante. ¡Impacte con la polla por delante con el culo de Laura! ¡Tuvo que notarlo! Laura se volvió, me regaño, y me dijo que parecía que realmente estaba hoy torpe y con las hormonas revolucionadas. Mis hermanas me miraron mal, Ana e Inma se partían de risa, no se cuanto sabia Inma del jueguecito de Ana.

Estaba bloqueado, excitado, humillado… cualquier otro se hubiera largado en ese momento, se hubiera ido a casa, se hubiera hecho tres pajas y se hubiera olvidado de todo, pero yo no lo hice…

Seguimos caminando por el rastro, ella aprovechaba cualquier ocasión para, rozarse conmigo. Metía la mano por debajo de mis bermudas, me pellizcaba. A veces se ponía delante y frenaba de golpe, me restregaba un rato el culo en la polla, y seguía caminando. En una de las zonas mas atestada de gente, estando yo situado detrás de ella, cogio mi mano y la llevo a su teta derecha, mientras restregaba su culo por mi  polla a punto de reventar. Mis hermanas estaban apenas a unos metros. Inma nos miraba y se reía, me guiño un ojo, y saco obscenamente su lengua, relamiéndose los labios. ¡Me quede atónito! A Ana no la conocía, pero a Inma, la conocía prácticamente de toda la vida. ¡Estuve apunto de correrme en ese mismo instante! Pero recibí un tremendo tirón de huevos hacia abajo que me hizo tropezar. Estuve apunto de tirar a otras personas, no pude mas que disculparme y ponerme de nuevo rojo como un tomate.

-         ¡Joder que torpe eres! ¡Casi me tiras, imbécil!- casi me escupió a la cara la muy cabrona, era increíble como actuaba de cara a la galería – Eso es para que no mires a otra – me susurro al oído mientras sonreía.

Por fin llegamos al bar donde nos tomaríamos unas cañitas, ya alejados de la zona mas concurrida del rastro. No sabía ni que hacer, tenía claro que estaban jugando conmigo, delante de mis hermanas. Eran dos mujeres mayores que yo, ambas muy atractivas, una de ellas con una vena sádica que me asustaba, pero que me tenía enganchadísimo.

Tomamos un par de cañas y parece que el ambiente se calmo un poco. Ana ni siquiera me miraba, charlaba alegremente sobre sus varios amantes. Cualquiera que la escuchara hablar, se daría cuenta de que se refería a los hombres de una manera vulgar, casi obscena, como si fuéramos todos muñecos tontos. Se notaba que se sentía superior, que nos manejaba a su antojo. A mí oírla hablar de esa manera, ignorando completamente el hecho de que había un varón presente, consiguió ponerme mas que  cachondo. No podía evitarlo. Me sentía mal. Estaba declarando abiertamente que solo estaba jugando conmigo por el simple hecho de que podía hacerlo.

Inma me miraba, se reía, la ví cuchichear algo con Ana. En ese momento mis hermanas bajaron al servicio. Laura se dirigió a mí:

-         ¡Que te pasa hoy Pepito! ¿Que estas mas callado de lo habitual?

-         Pues nada en particular, no se, estaré cansado.

-         No me digas, no será que te has enamorado- me dijo al oído – no le quitas el ojo de encima a Ana, ¡hazle una foto y te la llevas a casa!- reía mientras hacía el obvio gesto de masturbación masculina. ¡Joder! ¡Era el hazmerreír del día!

-         No, yo no estoy enamorado de nadie – dije en tono herido.

-         Pues quien lo diría por el empujón que me has dado antes… yo te he notado… ¡como duramente enamorado!, jajaja – señalo a mi perpetuamente hinchado bulto de la bragueta.

En un día Ana había conseguido que las amigas de mis hermanas me tuvieran por un niñato baboso y salido. Nunca me había sentido peor en mi vida. Nunca me había sentido tan humillado. Nunca había odiado a nadie de esa manera. Nunca me había excitado nadie de esa forma, y eso era lo que mas me jodía.

Cuando mis hermanas subieron del baño pedimos una nueva ronda, empezamos de nuevo a charlar todos, de esa forma tan típica de los bares, en que las conversaciones se mezclan y superponen.

-         ¡Bájate ahora mismo al servicio de mujeres, y espera a Ana en el cubículo de la izquierda, con las bermudas y los calzoncillos quitados!- susurro Inma en mi oído.

-         ¿Qué? ¿Cómo dices? – acerté a contestar mientras se me hinchaba de nuevo la polla – No, no se…

-         ¡Cállate idiota! ¿O quieres que se enteren tus hermanas y todo el mundo? A lo mejor eso te gusta, ¿No viciosillo? Me ha dicho Ana que quiere divertirse un rato contigo, y que te bajes ahora mismo al baño de tías y le esperes como ella ha ordenado. La verdad es que no se que ha visto en tí, pero mas te vale que la obedezcas – su actitud se transformó de una forma violenta, parecía ofendida y nerviosa.

Busqué con la mirada a Ana, allí estaba riéndose y clavando sus duros ojos verdes en los míos mientras hablaba con una de mis hermanas. Se notaba que estaba disfrutando de la morbosa situación. Hizo un gesto, el que hacía el Cesar en el Circo Romano cuando no le apetecía que un gladiador siguiera viviendo. Entendí perfectamente. Posé mis ojos en Inma y casi saltándoseme una lágrima claudique. Me dí cuenta de que era mi destino, era un impulso superior a mí.

-         Vale, ahora mismo bajo – contesté con una vocecita que a mí mismo me costo reconocer.

-         Pues venga, tira ya para abajo.

Para bajar al servicio tenía que atravesar todo el grupo, ya que las escaleras de bajada se encontraba al otro lado del bar. Al pasar por delante de Ana, mientras me atravesaba con la mirada y rozaba con su mano mi paquete, el pánico se apoderó de mí. Por un momento sentí un ligero mareo, y por supuesto…

-         Mirar chicas, vuestro hermanito ya va borracho jajaja, si es que quien con niños se acuesta… - y mientras el paquete de este niño sufría un terrible magreo, por enésima vez en el día, era el objeto de todas las burlas y risas.

Llegué al servicio sumergido en una gran confusión. Todo tipo de pensamientos se agolpaban en mi cabeza. Excitación, humillación, confusión… Me sentía utilizado, y me asombraba lo cachondo que estaba a la vez por el trato recibido. Una parte de mí no quería perder la virginidad de esa manera, con alguien a quien no le importaba una mierda… Pero mi polla… mi polla anulaba cualquier otro pensamiento de mi otra cabeza… Solo de pensar que Ana iba a bajar y me iba a follar en ese mismo servicio de tías… Puff… se desvanecía cualquier racional pensamiento.

Me sorprendí al entrar en el servicio femenino, me esperaba que estuviera mas limpio la verdad. Había tres habitáculos, y recé para que el de la izquierda estuviera libre, empujé la puerta y pasé. Justo al cerrar el pestillo sentí como la puerta de al lado se abría. ¡Por los pelos! Pensé. Oí el característico ruido de el lavabo y segundos después la puerta de salida al abrirse. El suelo del baño estaba empapado de meados, tuve verdaderos problemas para quitarme las bermudas y los calzoncillos, con la polla dura como la tenía, sin que nada rozara el suelo. Doblé mi ropa, y la puse sobre la cisterna. Tenía el rabo apunto de reventar, con una gota de liquido preseminal asomando de la punta. ¿Que hacía allí? ¿Y si todo era solo una pesada broma? ¿Porque me ponía tan cachondo una tía que me trataba mal? ¿Porque la obedecía?

Un fuerte golpe en la puerta del habitáculo me asustó y sacó de mis pensamientos

-         Abre la puerta cerdo – era la voz de Ana al otro lado de la puerta, tuvo que aprovechar la salida de la otra señora para pasar sin que me diera cuenta. Temblando abrí – ¿Pero que perrito tan bien dotado tenemos aquí? – comentó al empujar la puerta y entrar con Inma al pequeño meadero, yo caí sentado sobre la taza, no salía de mi estupefacción  - ¿Has visto que pollón tiene el niño? ¿Te han metido por culo alguna vez una tan gorda Inma? – agarró mi polla con una fuerza excesiva, y tiro de ella hacia arriba.

-         Pues no se, la verdad, creo que por el culo no

-         ¿Quieres que te meta esta polla por el culo, zorrita? - ¡No lo podía creer! Ana estaba metiéndole la mano, por debajo de la minifalda, en pleno coño a Inma –Vamos seguro que lo estas deseando ¿verdad puta? – con la otra mano apretaba mi nabo con fuerza, haciéndome bastante daño, controlando mi excitación.

-         ¡Joder Ana! ¡Sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras!

-         Pues quiero ver como le comes el rabo a este pobre cerdito, pero eso si, como dejes que se corra recibirás un duro castigo - ¡ZAS! Una suave bofetada cruzo la cara de Inma - ¡Ahora de rodillas puta!

-         ¡Jo! Es que el suelo esta muy sucio

-         Por eso no te preocupes – le dijo Ana mientras cogía mi ropa de la cisterna y la tendía en el sucio suelo para que Inma se pudiera arrodillar – ¿Mejor así? – La agarro por la negra coleta e hizo que se hincara de rodillas sobre mis bermudas – ¡Abre bien la boca! – tirando de su pelo fue forzándola a acercar sus labios a mi capullo,  sujetaba bien fuerte mi rabo, estrangulándomelo con sus dedos casi a la altura de la base. No paro de meterle polla en la boca hasta que consiguió que tuviera la primera arcada, para ese momento la tenia metida casi hasta pegar los labios con su mano. Yo estaba alucinando. La presión que ejercía sobre mí, me causaba dolor, y no me permitía disfrutar de aquella mamada como me hubiese gustado. Por supuesto sabía que no me iba a permitir que me corriera en esa preciosa boca. Ana no dejaba de gritar y dar ordenes:

-         ¡Muy bien guarra! ¡Me encanta obligarte a comer pollas! ¡Eres tan puta que ni siquiera eliges las pollas que te comes! – decía mientras le marcaba el ritmo de la mamada –  ¿Y tú pedazo de cabrón? ¿Vaya pedazo de rabo que gastas para ser un niñato de mierda, no? ¡Desde que te vi, con esa cara de salido, supe que eras un perrito! – Me pegó un lengüetazo lento y muy húmedo desde mi barbilla,  hasta la frente, metiendo después su lengua hasta lo mas profundo de mi boca, proporcionándome el beso mas salvaje y violento que había recibido en mi vida. Me sentía sucio, usado, denigrado… Pero a la vez mas excitado que nunca. Me ponía saber que para ellas sólo era un juego, que era un juguete en su ¿relación?

-         ¡Bien ahora quiero que me comas todo el coño! – tiro de la coleta de Inma hacia atrás sin avisar, consiguiendo que se quejara del fuerte tirón de pelo, a la par hincó su mano en mi cabeza y empezó a apretar hacia abajo – ¡Vamos cabrón pon tu nuca en la taza! – mi cuerpo resbaló hacia el sucio suelo, en parte por la presión que ejercía Ana, en parte por el tirón de nabo que me dio Inma. Terminé con el culo sobre mis mojadas bermudas, la espalda pegada a la taza y la nuca en la tapa. Ana llevó la cabeza de Inma hacia la suya, y le metió la lengua hasta el gaznate, la apartó de un tirón y le dijo que le comiera el culo. Subió su falda y no llevaba bragas. Los labios de su coño brillaban, estaban muy mojados y completamente depilados, su pubis tenía el vello bien recortado  Se sentó en mi cara. Pude notar su humedad, su olor, su sabor… inundando todos mis sentidos, anulando todas mis defensas.

-         ¡Te voy a follar la cara! ¡Vamos saca la lengua y cómemelo! ¡Chupa mi coño Maricón! – restregaba todo su coño por mi cara, desde la barbilla hasta la frente, resultaba casi doloroso, me privaba de la respiración durante largos segundos - ¡Si cabrón ahógate! ¡Respira dentro de mi coño! ¡Y tú puta, méteme bien la lengua por el culo! ¡Me encanta teneros a los dos dándome placer! ¡Sólo servís para esto perros! – cada vez se movía mas rápido sobre nuestras caras, apretaba mi cabeza contra la tapa mientras me tiraba del pelo, y con la otra mano clavaba la cara de Inma en su culo. De vez en cuando notaba caer en mi cara la saliva de Inma mezclaba con los flujos que brotaban generosos del chocho de Ana. En mi tronco pude sentir el peso del cuerpo de Inma, estaba frotando todo su cuerpo contra el mío. Pude sentir como mi pecho se empapaba con su contacto.

-         ¡Me voy a correr! ¡Me voy a correr en vuestra puta cara! ¡No paréis, seguir comiéndome el coño perros! ¡VAMOS! ¡ME CORRO! ¡UMMMM! – Creía que me iba a asfixiar. Desde que empezó a decir que se iba a correr, hasta que se corrió, no tuve oportunidad de coger aire. Pensé que moriría asfixiado, además eyaculo de una manera bestial sobre mi boca, y al intentar coger aire, no pude evitar tragar gran parte de su corrida - ¡Oh que gusto! ¡Me encanta usaros! – se levanto de mi cara y tiró de mi pelo hasta que consiguió sentarme de nuevo en la taza. Empezó a comerle la boca a unos centímetros de mi cara. Sacaban las lenguas y se lamían todo. Sus salivas resbalaban y caían sobre mi boca abierta por la estupefacción y la falta de aire. Me sentía sucio, usado, humillado, degradado… pero en mi vida había estado tan excitado. Mi polla estaba a punto de reventar.

-         ¿Bueno perrito? ¿Te ha gustado? – me dijo mientras apenas rozaba mi polla.

-         Pero, pero… ¿me vais a dejar así? – acerté a decir

-         ¡Claro! Jajaja ¿que esperabas? – su mirada era diabólica, se notaba que estaba disfrutando de la situación, estaba realmente bella. Tiraba de los pezones de Inma mientras sonreía felinamente.

-         Pensé que me ibais a follar – sonó lastimero, casi como una suplica. Las carcajadas de las dos fueron brutales. Apenas acariciaba mi polla con sus uñas, la otra mano desapareció por debajo de la minifalda de su amiga, por la cara que puso, le introdujo de golpe un par de dedos.

-         ¡Suplícamelo cerdo! ¡Quiero oírte suplicar que te folle! – metió mi cabeza entre sus tetas y me lancé a lamerlas como un desesperado, con la otra mano me agarro fuerte de los huevos - ¡Vamos maricón! ¡Suplica!

-         ¡Fóllame por favor!

-         ¿No crees que es una pena que pierdas la virginidad conmigo? yo no te quiero y nunca lo haré, a mí, solo me interesa divertirme contigo, porque tienes una buena polla, porque puedo hacer contigo lo que me de la gana, y me encanta la cara  de sufrimiento que pones cuando te humillo. ¿Aun así quieres perder la virginidad conmigo? – Inma se había remangado la falda, apartó sus bragas y empezó a masturbarse frenéticamente.

-         ¡Si por favor te lo suplico! – estaba apunto de correrme, la presión que ejercía en mis pelotas cesó, y el alivio que sentí, la falta de dolor, fue el placer mas intenso que había sentido en mi vida - ¡Fóllame por favor, haré lo que quieras, pero fóllame! ¡Seré tu perro! ¡Tu esclavo! ¡Fóllame por favor!

-         ¡Está bien, tú lo has querido perro! – empezó a lamerme la cara y a masturbarme frenéticamente - ¡Te voy a follar ahora, y siempre que quiera! – aproximo su coño a mi rabo sin dejar de masturbarlo. Empezó a frotarse con él el clítoris y a moverse como una loca – ¡A partir de ahora vas a ser mío! - Me corrí. Me corrí como un niñato. Me corrí como un perro, su perro. Le llené todo el coño de leche, solté cuatro inmensos chorros que fueron a parar casi todos a su coño y a su mano. Ella seguía masturbándome y frotándose el coño con mi rabo - ¡Sucio perro! ¡Te has corrido sin mi permiso, me has puesto perdida y encima no has hecho que me corriera otra vez! – hincaba sus uñas en mis mofletes - ¡De rodillas maricón! – En ese momento los gemidos de Inma anunciaban que ella alcanzaba su propio orgasmo. No tuvo que obligarme, yo sólo me arrodille. Me arrodille sobre mis bermudas empapadas. Me arrodille sobre el suelo sucio, Me arrodille sobre mi dignidad y mi orgullo. Me arrodille y saque mi lengua para darle placer. Lo demás no importaba en ese momento, solo darle placer. Metió su coño en mi boca por segunda vez. Subió una pierna en la taza y me inclinó hacia atrás, me estaba rompiendo la espalda. Estuvo cinco minutos usando mi cara como consolador mientras se morreaba con Inma. Le estrujaba las tetas, le mordía los pezones, le escupía en la boca…

-         ¡Dios! ¡Me corro! ¡Me corro en la cara de este niño Inma! ¡Me corro en tu puta cara, cerdo! ¡ahhh! – esta vez fue mas intenso aún que la anterior. Su orgasmo fue terrible, casi me ahoga. Tuve que apartarla por la fuerza de mi boca instantes antes de perder el conocimiento. No podía respirar. Tenía todo el cuerpo y la cara empapados de sudor, fluidos femeninos, mi propia leche… Me sentía muy sucio y arrepentido. Ellas mientras se morreaban sin prestarme ninguna atención. Era un espectador de lujo.

-         Bueno guapa vamos a subir que se nos calienta la cerveza- dijo Ana

-         ¡Ay es verdad! que nos las hemos dejado en la barra, además aquí ya no hay nada mas  que hacer, jajaja – respondió Inma mientras me miraba con cara de desprecio.

-         Bueno perrito, ahí te quedas. Ha sido todo un placer abusar de ti, aunque sufras eyaculación precoz, jajaja. Nosotras nos subimos. A ver que escusa te inventas para justificar que estas lleno de meados, jugos y semen por todo el cuerpo jajaja – las dos empezaron a reír con malicia, yo no sabía ni que decir, estaba completamente paralizado – y que sepas, que me debes tu virginidad, así que cuando yo quiera, vendré a cobrármela. Adiós perrito ahí te quedas jajaja – y adecentándose lo mejor que supieron salieron las dos riendo por la puerta, dejándome tirado en el suelo como a una colilla…

¿FIN?