El rapto (y 11: La prueba)

El final de la historia

HOY:

Cristian entró en la furgoneta y vio en su interior el saco de dormir.

Cargándolo sobre sus hombros lo llevo al interior de la casa.

Estaba realmente nervioso, y muy excitado. No pudo más que andar unos metros, y deposito el gran paquete en el suelo.

Cogió unas tijeras, y empezó a cortar las cuerdas que rodeaban el saco confiriéndole la forma de una figura humana, bien formada, con un buen cuerpo parece.

Le saca del saco, casi impaciente, y descubre entonces, ya si, la figura de su victima, esposada de pies y manos. Entre protestas le toca el paquete y el torso, duro, ancho...

Ya sólo queda verle la cara. Para esto le retira la capucha.

No puede reprimir un gesto de sorpresa y de asombro en su cara.

Sólo alcanza a decir:

  • Has ganado tu

Se levanta del suelo, y se dirige hacia el, que también le mira, desnudo como le fue ordenado, y se une a el en un beso profundo y largo...

UN PAR DE DIAS ANTES:

No sabía que hora era, pero debía ponerse las pilas: tenia mucho trabajo que hacer ese día.

La noche anterior, tras narcotizar a Javi le había llevado al centro, y le dejo en una calle segura, pero vacía a esas horas de la noche. Espero en el coche hasta que empezó a despertar, y entonces arranco y se dirigió a su casa. Durante el camino de vuelta estuvo pensando que hacer, y como hacerlo. Tras mucho pensar creía tener la respuesta.

Lo primero que hizo al llegar fue comprobar como estaban sus esclavos: yacían dormidos placidamente tal y como el les había ordenado. Dormían en calzoncillos y sin nada por la parte de arriba, por lo que observó que no tenían ya ni rastro de pelo.

Después subió a su habitación, se dio una ducha, y se acostó.

Abrió la puerta del sótano y fue a recoger a sus dos presas, que ya le esperaban ansiosos. Les ordeno que subieran, e hicieran el desayuno, el volvería enseguida. Como bien sabían, mientras permanecieran en su casa, debían ir completamente desnudos, solo permitiéndoseles la correa de cuero en torno al cuello.

Cuando ya hubieron desayunado, preparó todo para el plan que tenía en mente, y que esperaba le reportara mucha diversión.

Una hora y pico mas tarde les llevó a una estancia que no conocían de antes, y que era un gran salón con muebles antiguos de madera, y grandes sillones de cuero. El se sentó en uno, con grandes reposamanos, y ordenó a sus esclavos que se pusieran de rodillas, cada uno a un lado suyo. Les empezó a hablar:

He estado pensando, y no quiero dos esclavos conmigo. Sólo uno de los dos tendrá la opción de quedarse conmigo. El otro se tendrá que marchar.

Disfrutaba realmente viendo la cara de disgusto, frustración, procupación y pena en la cara de los muchachos.

Sin embargo, no dependerá de mi la elección de cual, sino de vosotros mismos, y de la resolución de una prueba. El que mejor la realice, gana, y se quedara conmigo. Consiste en lo siguiente. Entregare a cada uno de vosotros una furgoneta. Dentro de cada furgoneta ya he introducido lo que podríamos llamar un "Equipo de secuestro". Se compone entre otras cosas de cuerdas, cinta americana, esposas, capuchas, guantes, mascaras, sacos de dormir... y por supuesto, un bote de cloroformo. Os doy dos días para que me traigáis la mejor victima, la que mas os llame la atención o la mejor que podáis conseguir. Quien traiga al que mas me guste, gana. ¿Está claro?

Los dos chavales asintieron, mudos de la sorpresa.

Ahora os conduciré al centro, donde he dejado las dos furgonetas estacionadas esperándoos.

Aunque uno de ellos ya conocía el camino, le vendo como al otro y les condujo en silencio a una calle de Madrid. Cuando llegaron les señalo los dos vehículos, dos furgonetas, y les entregó las llaves.

Os haré llamadas puntuales a los dos por si acabáis antes de lo previsto, y así pasaros a buscar en tal caso. Buena suerte.

Dicho esto bajaron del coche y Cristian les abandono.

UNAS HORAS ANTES

Cristian le había llamado varias veces ya, y su respuesta era siempre la misma, que aun no tenía nada.

La verdad que había estado dando vueltas con el coche sin parar, pero no veía a nadie que, valiera la pena, y que a la vez, estuviera solo y fuera fácil se raptar.

Todo sea dicho, estaba muerto de miedo. Tal vez esa fuese la causa de que estuviera analizando hasta el mas mínimo detalle. El problema era que ya casi no le quedaba tiempo, al día siguiente a estas horas, tenía que tener a alguien ya sometido. No sabía si su contrincante ya habría raptado a alguien, y Cristian ya lo estaba analizando.

De solo pensar en Cristian su polla se ponía tensa, y le entraban unas ganas enormes de masturbarse. Pero no tenía tiempo, y si no se daba prisa, follar con Cristian no sería mas que un sueño.

Así pues, se dirigió de nuevo a su furgoneta, y decidió dar una vuelta de nueva por Chueca.

Cuando estaba ya casi por la Calle Barquillo vio al que tenía que ser su victima: muy guapo, buen cuerpo, labios bonitos... además, iba solo en el coche, lo que significaba, mas posibilidades. No podía creer su suerte: estaba introduciendo el coche en el parking de la Plaza del Rey. Esta era su oportunidad.

Es decir, si entraba en el parking, a alguna hora tendría que salir. Además, recordaba que en ese parking no había cámaras, y que los letreritos de "Vigilen sus pertenencias. No nos hacemos cargo de los robos y sustracciones que los que pudieran ser victimas" En ese caso, el sería el ladrón, pero no de una pertenencia, sino de la voluntad de un hombre, de su personalidad, de su libertad.

Para no levantar sospechas, y que su futura victima tampoco sospechara nada, dio unas cuantas vueltas mas por el barrio, y volvió a la Plaza del Rey.

Una vez ya dentro del parking, estuvo buscando el coche del chico entre la gran multitud que había. Cuando lo localizo, se situó a una distancia bastante prudencial, pero en el mismo piso, para poder sorprenderle cuando el chaval fuera a recoger su coche. De momento todo estaba saliendo bien.

Sentado en la furgoneta abrió la caja que le había preparado Cristian y empezó a organizar todo: pasamontañas, toalla, frasco de cloroformo y guantes en el asiento de copiloto, y el saco, las cuerdas y demás en la parte de atrás de la furgoneta.

En una de estas le llamo Cristian. Le informo que en breve tendría ya un secuestrado en su poder, y que si le llamaba un par de horas mas tardes seguro que ya estaba en su poder. Sin embargo no fue así. Las horas pasaban, y no veía a nadie que fuese a recoger ese coche. No creía haberse equivocado de coche, y no tenía dudas de que el chaval era perfecto para el y para lo que quería. Le volvió a llamar Cristian, pero no pudo decirle nada nuevo. Sólo podía seguir esperando...

Unas horas mas tarde, y cuando estaba empezando a quedarse dormido, oyó unos pasos cerca. A la hora que era ya, no habían muchos coches a su alrededor. Se había tenido que esconder de las muchas personas que ya habían ido a recoger su coche durante esas horas, para que nadie sospechara nada raro, y ningún vigilante de seguridad había hecho acto de presencia.

Empezó a prepararse: el pasamontañas, los guantes, empapo la toallita en el cloroformo, y se metió el bote en el bolsillo por si hacia falta.

Miro de nuevo por el retrovisor, y lo confirmo a ciencia cierta: era su chico.

Espero que este estuviera dándole la espalda para atacarle. Dirigió su mano enguantada y con la toalla humeda a la nariz y boca del chico. Sin embargo, debió de hacer algún tipo de ruido que le alertó en el ultimo segundo y el chico se dio la vuelta. Por eso, aunque le pudo aplicar la toallita, y el otro empezó a respirar agitado y a sentir como su cabeza flotaba, al no estar completamente agarrado, pudo darle un codazo en el estomago.

Tras el golpe recibido, el pañuelo se le resbaló de las manos y cayo al suelo. Podía ver mientras como el chico se apoyaba contra el coche y jadeaba intentando mantenerse de pie. Intuía que estaba intentando recuperarse para salir corriendo e ir hacia el puesto de seguridad. Ya estaba dando algún que otro paso, pero los pies no le respondían.

Busco debajo del coche el pañuelo, y entre prisas, le echo un poco mas de cloroformo.

Se dirigió de nuevo al chaval, y le arrastro amordazándole con su mano enguantada detrás de los coches donde había menos visibilidad. Una vez allí, le volvió a poner tapar con el cloroformo la nariz y la boca, y noto como el chico, poco a poco, perdía estabilidad en sus piernas, y se iba apoyando mas en las suyas. Como iba respirando menos agitadamente. Poniéndose el de rodillas, sentó a su victima, y le dejo aún unos segundos mas el pañuelo, para cerciorarse que estuviese bien drogado.

Saliendo de la penumbra que le proporcionaban los coches, miro a ver que no hubiese nadie. Y menos mal que lo hizo, pues una pareja de chicos paso muy cerca dirigiéndose al piso de abajo. Cuando ya no hubo duda, cargo con su cuerpo y lo llevo hasta la parte de atrás de la furgoneta.

Lo primero, le vacía los bolsillos. Le coge el moví y ve que tiene varias llamadas perdidas. Decide silenciarlo para que no le den la lata si vuelven a llamarlo

Abrió el saco y lo apoyo allí. Primero le esposo las manos y las piernas, después cerro el saco con la cremallera, y dio varias vueltas con la cuerda para impedirle el movimiento. Con la cinta americana le amordaza y , le pone la capucha negra en la cabeza.

Ya esta listo.

Sale del parking, y se dirige a la calle. Espera ansioso la llamada de Cristian, que no tarda mucho. Le dice en una voz solemne que ya lo tiene, y que puede pasar a recogerlo cuando quiera. Quedan en Alonso Martínez, por lo que dirige la furgoneta hasta allí. Al rato ve como una moto con una figura majestuosa cabalgándola se dirige hacia el, pero no se detiene: da varias vueltas por las calles colindantes, para cerciorarse que no le hayan traicionado, y ahora si, se dirige a el.

Sin darle tiempo a hablar le ordena ayudarle a subir la moto a la furgoneta, que asegura con una cadena. Una vez se sienta en el puesto del conductor, vuelve a vendarle los ojos y conduce de nuevo hacia su casa.

HOY, UNOS MINUTOS DESPUES

Un rato después llegan a la casa, y entran en su jardín.

Cristian le quita la venda y entra en la furgoneta.

Tras sacar la moto, ve en su interior el saco de dormir.

Cargándolo sobre sus hombros lo lleva al interior de la casa.

Esta realmente nervioso, y muy excitado. No puede más que andar unos metros, y deposita el gran paquete en el suelo.

Cogiendo unas tijeras, empieza a cortar las cuerdas que rodean el saco confiriéndole la forma de una figura humana, bien formada, con un buen cuerpo parece.

Le saca del saco, casi impaciente, y descubre entonces, ya si, la figura de su victima, esposada de pies y manos. Entre protestas le toca el paquete y el torso, duro, ancho...

Ya sólo queda verle la cara. Para esto le retira la capucha.

No puede reprimir un gesto de sorpresa y de asombro en su cara.

Sólo alcanza a decir:

  • Has ganado tu

Se levanta del suelo, y se dirige hacia el, que también le mira, desnudo como le fue ordenado, y se une a el en un beso profundo y largo...

Desde el primer día, cuando le vio, supo que Rodri tenía potencial para ser, tanto un buen esclavo como un buen amo. Y esta era la prueba que lo confirmaba.

A sus pies, tan solo unos metros mas lejos, Nacho mira la escena.

Nacho sabe que ha perdido: tuvo el mismo reto que Rodri, su contrincante, el mismo equipo, el mismo tiempo, la misma meta, el mismo propósito.

La diferencia es que el no ha sido capaz de lograrlo.

Incluso, ha visto como su enemigo le ha secuestrado de nuevo.

Sin duda, el que fue elegido por su mismo amo para servirle, y que por ello fue emborrachado, drogado, narcotizado y violado, era la mejor victima posible. Y lo peor es, que a el ni siquiera se le ocurrió esa idea.

Estuvo vagando varias horas por las calles de Chueca, esperando a una posible victima, pero solo una vez se atrevió a sacar el cloroformo de la bolsa, y ni siquiera llego a utilizarlo.

Sin duda, ha sido derrotado.

Cristian le ayuda a levantarse, y le quita el esparadrapo y las esposas.

Cristian le mira con total indiferencia, y le abre la puerta mientras de dice:

Te digo lo mismo que a Javi el otro día. No tienes ninguna prueba contra mí, y yo tengo todas nuestras grabaciones, de esta vez, y de la pasada. Y ya que sabes el camino, espero que sepas encontrar la forma de volver a tu casa.

Rodri también le miraba impasible mientras Cristian le rodeaba con sus brazos, y cerraba la puerta. Oyeron como se abría la puerta del jardín, y los pasos alejándose del proyecto fracasado de esclavo.

Veo que has realizado bien tus deberes. Estas completamente depilado, sin un solo pelo en ningún sitio. Sin embargo, aún hay algo más que quiero que hagas por mí.

Le volvió a llevar al sótano, y le dejo unos segundos en mitad de la sala. Cuando volvió le ordeno, sin enseñarle lo que llevaba en las manos, que se pusiera de rodillas. Se encendió un cigarro y le encendió otro a Rodri, que no sabía a que estaba esperando realmente.

Un ruido le hizo imaginárselo, y no se equivocaba: primero un chasquido de un interruptor, y luego un zumbido incesante. Noto como las cuchillas de la maquinilla de afeitar atravesaban su maraña de pelo, ese pelo semilargo que tanto tiempo le había costado mantener, ese flequillo rebelde que a veces revoloteaba sobre sus ojos. Todo eso acababa en ese momento. No se daba cuenta, pero una nueva etapa estaba empezando en su vida. Mientras la maquina le rapaba el pelo, el se ceñía a la cintura de su año, y se dejaba hacer. De vez en cuando se atrevía a rozarle con sus labios el abdomen, y Cristian le revolvía el poco pelo que le iba quedando.

Cuando hubieron terminado, le ordeno darse una ducha para quitarse todo ese pelo. Cuando salió del baño se encontró que su ropa holgada había desaparecido, y en su lugar ahora había unos vaqueros ceñidos y una camiseta de tirantes. Se lo puso sin hacer preguntas, y siguió a Cristian al coche. Por primera vez, no le vendo los ojos, pero no le dejo incorporarse de su asiento, y fue la mayor parte del camino chapándole la polla a su amo. Aún siendo su esclavo, no le permitió ver aun donde se encontraban.

No sabia donde se dirigían, pero pronto lo averiguo: al parking de la plaza del Rey.

Allí le contó a su amo todas las peripecias para secuestrar a Nacho.

Se dirigieron a la Calle Fuencarral, donde entraron en una tienda de tatoos y piercings.

Cristian eligió un diseño de tatuaje que le gustaba, y cuatro piercings.

Sin preguntarle nada a Rodri le dijo a los dependientes lo que tenían que hacer y donde, y abandono la tienda. Cuando volvió, lleno de bolsas, ya le habían puesto los cuatro piercings, uno en cada pezón, uno en la ceja y el ultimo en la oreja. Estaban ahora con el tatoo.

Una vez terminado se dirigieron al coche. Esta vez decidió atarle, por puro entretenimiento, con lo que había sobrado de Nacho, y le hizo viajar en la parte de atrás.

Una vez en casa le enseño todo lo que había comprado: el que debía ser su vestuario a partir de entonces. Ropa muy ceñida, gorras, zapas, vaqueros ajustados. También había lugar para algún pantalón mas ancho y sudaderas, pero lo mayor parte, ropa que havia vislumbrar su buen cuerpo.

Tras todo esto, le llevo hasta su casa, y le dio las instrucciones precisas.

Siempre que le llamara, a no ser que fuera imposible, debía estar disponible para el, 24 horas al día. El no podría ponerse en contacto con el, ni sms ni llamadas. Cuando quisiera verle se jodería. Sólo se verían cuando el se lo ordenara.

Y sin mas, le hizo bajar del coche y se marcho.

VARIOS MESES DESPUES

Rodri había tonificado, mas aun si cabe, su cuerpo.

No quedaba rastro de lo que había sido: ese chico medio grunge popero, con su media melenita, sus ropas anchas, sus vans, sus cinturones de tachuelas.

Ahora solía vestir siempre ropa ajustada, casi militar, botas, chaquetas de cuero, y con el pelo rapado, y con la piel morena, sin un rastro de pelo en ella.

Los piercings adornaban su cara, los tatoos su cuerpo: seguía siendo, pese al gran cambio, una de las envidias del barrio de Chueca.

A menudo se le veía con ese otro chico, de unos treinta años, que tan pronto iba con trajes hechos a medida de grandes marcas, como con un vestuario muy parecido al de su novio. Eran una de las parejas mas envidiadas del ambiente.

A menudo se les veía en moto recorriendo las calles, y hay quien dice que les ha visto por la autopista conduciendo a gran velocidad.

Son una pareja atípica, pues aunque nunca se les ha visto con otra pareja, se le puede ver observar a otros chicos impresionantes, e incluso parece que comenten algo de ellos, como si estuviesen interesados en el o algo.

Rodri recibia casi todos los días los mensajes de su amo ordenándole acudir a lugares específicos, donde era recogido y llevado a la mansión: a veces atado en el maletero, a veces ko sentado en el asiento, y a veces simplemente vendado. Durante todos esos meses, se dedico junto a Cristian a seguir secuestrando a chicos de muy diversas maneras: cloroformo, dardos, narcóticos, píldoras... Al principio sólo miraba, pero luego ya colaboraba e incluso lo hizo por su cuenta, siempre contando con su amo, que daba su aprobación y llevaba a los dos a su mansión. Allí también aprendió a atar de mil formas distintas, y a servir a su amo, y que le sirvieran a el.

Meses mas tarde, de repente, dejó de recibir mensajes.

Al principio no le extraño, pues no siempre le llamaba todos los días, pero nunca había mas de tres días. Sin embargo, no le llamo ni le mando un mensaje. Mas que nada porque, no sabía su número: siempre le llamaba desde un número oculto.

Al cabo de dos semanas intento averiguar su residencia, pero no fue capaz de dar con ella. Tampoco fue capaz de encontrar a Nacho para preguntarle a el.

Las semanas se convirtieron en un mes, y siguió sin tener noticias. Aunque lo intentaba, cada vez le costaba mas reprimir su tristeza, y alguna vez afloraron las lagrimas, pero sabía que a su amo no le gustarían.

Paso otro mes mas, sin rastro ni señal... hasta que un día recibió la llamada desde un número que no conocía:

¡Buenos días! Mi nombre es Marta Ramos, le llamo de la Inmobiliaria Cuatro Pinos. ¿Es usted Rodrigo Santos?

Tras asentir la chica siguió hablando:

Rodrigo, le llamo en relación a la venta que se realizo de una casa en una urbanización a las afueras de Madrid. El vendedor dejo señalado que dos meses después de la venta nos pusiéramos en contacto con el y concertáramos una reunión. ¿Sería posible quedar con usted hoy a las cinco de la tarde por ejemplo?

Tras decir que si, no tenía nada mejor que hacer, se dirigió hacia la inmobiliaria, donde la tal Marta le condujo donde el ya sabía seria llevado.

Pro primera vez pudo ver el camino que tantas veces había recorrido a oscuras o narcotizado. Esta vez le pareció mas lejos que las múltiples otras veces.

No reconoció la entrada de la casa hasta que no oyó la verja de la entrada abriéndose.

El coche se introdujo en el jardín, con su piscina, sus estatuas, sus árboles y flores. Se dirigieron a la entrada de la casa, y sintió un gran escalofrío al notar la casa vacía. La chica le dejo ver todas las estancias de la casa: los cuartos de la parte de arriba, el sótano... todo le recordaba a el, y parecía conservar su olor.

Cuando hubo terminado la chica le dijo:

El antiguo propietario de la casa me pidió que le trajese aquí hoy, dos meses después de realizarse la venta También me pidió que le entregase esta caja, pero que me asegurara que no la abriese hasta que le llevase a su casa. Cuanto usted quiera señor, le llevo hasta allí...

Su amo tenía pensado hasta el mas mínimo detalles. No sabía que había en la caja, pero estaba claro que no quería que la chica lo viese. Así pues, abandonaron la casa, donde ya colgaba un cartel con la palabra "Vendido" y volvieron a la ciudad.

Una vez ya en su cuarto abrió el paquete: varias botellas de cloroformo, esposas, capuchas, esposas, cadenas, rollos de cinta americana, vendas, guantes... Cuando creía que eso era todo, al fondo vio un sobre, con el nombre de "Rodri" impreso en el.

Saco la carta que había dentro y la leyó varias veces:

"Querido Rodri:

Me voy de la ciudad. No trates de intentar contactar conmigo, pues será inutil. No volverás a saber de mi, a no ser que yo quiera. Espero que sepas utilizar y disfrutar los regalos que te hago.

Un gran beso

PD: has sido el mejor esclavo. Espero que seas ahora, el mejor amo

Firmado: Cristian"

La rabia le embargaba, y tenía unas ganas enormes de gritar y llorar a partes iguales.

Tras un momento de duda, cogió algunos de sus regalos y se dirigió al coche, camino de Madrid. Camino de dar esclavizar y dar placer a uno de tantos chicos que había fuera esperándole.

UN AÑO DESPUES:

Rodri llevaba en su maletero a un chico con un cuerpo estupendo, y muy guapo.

Se paro en la urbanización y abrió la puerta de su garaje.

Antes de abrir la puerta del maletero, y empezar a a oir los refunfuños que provenían de allí adentro, su otro esclavo ya había acudido a ayudarle.

Iba desnudo completamente, sólo llevaba un collar de cuero rodeando su cuello, y unos guantes de cuero. Recibió por parte de su amo un gran beso, y se llevó, cargando sobre sus hombros a la nueva victima que no paraba de protestar. "Será divertido" pensó para si mismo.

Tal vez si su nuevo esclavo no hubiera sido tan revoltoso, hubiera podido observar, prestar atención, a una moto que estaba detenida en la acera de enfrente de su casa.

Tal vez hubiera podido observar como el motorista se quito el casco y le observó detenidamente durante un par de minutos

Tal vez hubiera podido observar como, sin poder remediarlo, el motorista soltó una gran carcajada y se perdió en la distancia a gran velocidad

FIN