El rapto (9: El rescate)

El pago del rescate para recuperar a su novio, tal vez le cueste a Javi mas que unos ahorrillos.

Un chico con una venda sobre los ojos.

La polla de alguien que se introduce en su boca abierta.

Una mano que empuja su cabeza por detrás.

Cuando Rodri recibe ese sms en su movil con esa foto, no puede sentirse mas culpable. No es para menos. En la foto se distingue claramente como Javi, su novio, esta siendo forzado a chuparle la polla a alguien. El sabe claramente quien es ese alguien. Y sabe claramente como han llegado hasta ese punto.

Acompañando a la foto, un mensaje corto, pero muy conciso:

"Cuando te haga una perdida quiero que salgas de tu casa, y dejes todo preparado para pasar la noche fuera. Sin trucos, o habrá consecuencias."

Sabe que Cristian es incapaz de hacer daño a una hormiga, y que su novio no está, de ninguna manera en peligro. De todas maneras sabe que no puede dejar así a Javi, porque para empezar, el ha sido el causante de todo.

Ausente en sus pensamientos siente como su móvil vibra en la mesa. Sabe que ha llegado la hora. Como sus padres no están en casa no necesita avisarles que no dormirá en casa ni nada parecido. Mira por la ventana esperando ver el coche de su secuestrador, pero no ve ni luces, ni siluetas, ni nada parecido que le de pistas sobre su situación.

Sin embargo el móvil empieza de nuevo a vibrar, y sabe que no debe hacerle esperar.

Se pone su chaqueta y sale al camino solitario donde empezó su aventura esa misma mañana.

Se pone a caminar, no sabe bien en que dirección. Las farolas ya están encendidas, pero no alumbran mucho en ese camino secundario y solitario, que sólo le sirve de atajo en su camino al metro.

Cuando lleva andados unos metros, sin rastro de vehículo o persona, y pensando que debe estar yendo en dirección contraria una mano enguantado le tapa la boca. De la sola impresión que se ha llevado, no puede mas que intentar gritar, e intenta apartar las manos de su captor.

¿Sabes que? Me gusta mucho mas que te resistas.

Mientras aparta las manos de Rodri de un pequeño golpe, dirige sus manos al paquete de su victima, donde nota un gran bulto.

Y parece que a ti también te gusta, ¿eh?

En cuestión de segundos saca un gran rollo de cinta aislante, con el que da varias vueltas sobre su boca. Después le pone una venda en los ojos, y da también varias vueltas con la cinta sobre ella.

Es forzado a andar unos pocos metros. El estar andando sin saber hacia donde va, sin poder ver nada, le pone un poco nervioso y empieza a forcejear de nuevo, pero nada puede hacer frente a su agresor.

Se paran al llegar a un punto. Cristian le ayuda a sentarse a horcajadas. Al principio no sabe sobre que se esta sentando, pero al poco puede adivinar que es una gran moto.

Por eso no ha visto ni luces ni siluetas ni nada parecido. Su captor le coloca también un casco, le pone unos guantes de cuero, y le sujeta los pies a los reposa pies con unas tiras de plástico

Cristian se sienta delante suyo, y le esposa las manos rodeándole la cintura, de tal forma que las cadenas casi ni se ven por los mismos guantes.

Le parece que esta vez tardan mas tiempo que la ultima vez que le llevo en el maletero, y oye mas jaleo. Piensa que tal vez le esta llevando por el centro de Madrid o algo así, por el simple hecho de que le pone mas que le vean, que la gente no note como esta siendo secuestrado. En una par de paradas, tal vez por semáforos, intenta moverse y protestar, y lo único que logra son las risas de Cristian que le acaricia el paquete antes de arrancar.

Al entrar en lo que cree la autopista recorren algunos kilómetros a gran velocidad durante mas de una hora. Esta claro que le esta dando un gran paseo triunfal de exhibición.

En un mismo día le ha secuestrado tres veces, y una a su novio por su culpa.

Por fin se detiene la moto, y oye como se abre la verja que da acceso a la casa.

Suelta sus esposas, y le corta las tiras de los pies con una pequeña navaja que lleva consigo. Así mismo le quita las cintas que rodean sus ojos y boca y puede ver por vez primera la casa donde ha estado sido llevado durante ese día. Una casa de dos pisos, con un gran jardín, en el que se adivina una piscina.

Cristian comienza a andar, y le dice que le siga. Entran en la casa.

Sin decirle una sola palabra le desnuda completamente, y tira toda su ropa en un rincón.

A partir de ahora, cada vez que estés en mi presencia en esta casa, no tienes derecho a estar vestido. Nada mas entrar, deberás desnudarte, tirar toda tu ropa en un montón como he hecho yo, y esperar mis ordenes.

¿Sus ordenes? ¿Quién se cree que es? ¿Y como se atreve ni siquiera a pensar que quiera volverle a ver tan pronto le devuelva su vida y a su novio?

Cristian saca algo de un paquete que esta en el suelo, y del que no puede ver su contenido. Cuando se da la vuelta no puede creer lo que esta viendo. De ninguna de las maneras se va a dejar poner eso.

Una correa de cuero, con algunas argollas pronto rodea su cuello. Sus protestas, sus quejas, su rebeldía, sus suplicas... nada le ha servido para evitar tal humillación.

Con algunas lagrimas en los ojos sigue a Cristian hacia las escaleras que llevan al piso superior, donde sabe que ha sido llevado las otras veces. Sin embargo esta vez llegan a una puerta cerrada con llave en ese mismo piso, por la que bajan a un segundo piso.

Una sala grande, con distintas mesas y aparatos se vislumbran en la penumbra.

No parece haber una luz que pueda iluminar la sala entera, sino que pequeñas lámparas acompañan distintos espacios dentro de la habitación.

Al fondo, sentado en una gran silla, y con grilletes que le atan a ella protesta una figura.

Se dirige hacia allí sin importarle las represalias que este acto pudiese tener: que Javi le reconozca, que sepa que es suya la culpa de verse en esa situación, o que Cristian le castigue por ello. Sin embargo en esta ocasión le deja hacer.

Cuando llega a el contempla horrorizado como una mascara de cuero recubre su rostro, dejándole solo unos agujeros por los que respirar. Las cremalleras cierran sus ojos, su boca, y sólo alcanza a oír unos gemidos que le permiten adivinar que le ha reconocido.

Te voy a sacar de aquí muy pronto, no te preocupes, no va a pasar nada malo.

Mientras ha estado intentado sin éxito quitarle la mascara a su chico, esa mascara que tanto le asusta, no ha notado como Cristian se ha ido acercando, ya solo en calzoncillos, con un arnés de cuero y con unos guantes, y como le coge por detrás y acaricia su torso, su polla y su cara con ese tacto de cuero que le pone los pelos de punta. Le da la vuelta y empieza a agarrarle el culo, a pellizcárselo, a golpeárselo con suavidad. Puede notar sobre su pecho el aliento de su presa, tranquilo al principio, y cada vez mas agitado.

Siente como su esclavo levanta los brazos, poco a poco, y como se acerca a el, y le rodea el cuello con ellos.

Siente como su esclavo acerca sus labios a los suyos, y sonríe para sus adentros, pues el plan esta saliendo a la perfección.

Siento como su esclavo empieza a recorrer con la lengua su boca.

Durante cinco segundos se deja hacer, y se deja besar por el mientras le acaricia la espalda, pero después le empuja bruscamente y le tira al suelo.

Mirando al sorprendido Javi le mira con altivez, y le dice:

¡Nunca mas hagas eso!. Yo te besare a ti cuando me apetezca. ¿Esta claro?

De nuevo le embargaba la rabia. ¿Cómo se pensaba ese loco que pensaba obedecerle? ¡Ni de coña! Tan pronto le devolviese a su novio, todo se acabaría. Y ya vería además entonces si le denunciaría. Aunque no sepa donde vive, seguro que la policía puede hacer algo con las pruebas o lo que sea. A ver si era tan chulito después.

Se levanto del suelo y se limito a observar como Javi era liberado de sus ataduras.

Primero los pies, luego las manos, cuando ya estaba de pie, la mascara.

¡Ese no es mi novio, hijo de puta!

¿Y quien ha dicho que lo fuese? Has sido tu solo el que ha llegado a esa falsa conclusión.

El otro chico le mira callado, pero enseguida le retira la mirada. No dice nada, no habla, sólo le mira furtivamente y se deja hacer.

Este chico entró en mi casa a hurtadillas cuando estaba contigo esta mañana. Y ahora esta sufriendo el castigo correspondiente. Ha sido muy valiente, pero de nada ha servido, ¿verdad?

Diciendo esto le da un gran beso, que Javi mira con rabia, y no sabe si con envidia.

A cada uno de ellos le coloca unas muñequeras, tobilleras gordas de cuero, y unos guantes y les empuja hacia una gran superficie elevada y mullida, parecida a una cama, pero con distintos artilugios colgando.

Mientras a Javi le encadena a ella mediante un gancho, con una cadena bastante larga, al otro le encadena al techo mediante unas argollas que cuelgan, y que le tensan los brazos.

Cristian desaparece por una puerta, y aparece de nuevo con un cuerpo inerte descansando entre sus brazos.

El flequillo rebelde y revuelto sobre sus ojos, los labios sonrojados, los brazos colgando.

Lo deposita con exquisita dulzura sobre la cama.

A Javi se le escapan las lagrimas, pero no quiere llorar delante de su captor, no quiere darle esa satisfacción. Se lanza a abrazarle, aún sabiendo que drogado no va a poder sentirlo ni responderle.

La muestra de sensiblería no ablanda el corazón de Cristian, quien dando una vueltas a una palanca tensa la cadena de Javi y no le permite acercarse lo suficiente para poder tocarle.

Dormirá una hora mas por lo menos. Le he dado una dosis grande de somníferos. Es hora de preparar al nuevo esclavo.

De un cajón debajo de la cama saca unas tijeras.

Mejor dicho, es hora de que prepares al esclavo, que para eso es tu victima.

Desoyendo las protestas de Javi le da las tijeras, y empieza a darle instrucciones, que el cumple a rajatabla.

Primero le quita las deportivas y calcetines, le desabrocha el cinturón, y le quita el pantalón y la camiseta. El calzoncillo se lo corta, y lo coloca al lado, por si acaso tiene que amordazarle. Como tiene poco pelo no le van a afeitar, y para darle algo mas de morbo, le lubrica el cuerpo con un aceite balsámico con el que le masajea.

Esperando a que se despierte amo y esclavo fuman un cigarro.

Terminan justo cuando esta empezando a despertar. Le colocan también a el unas muñequeras y tobilleras encadenadas a la cama, así como los guantes de rigor, y obliga a ponerse a cada uno de los carceleros y a sí mismo, un pasamontañas negro con oberturas en los ojos y la boca. Coloca una cámara en medio de la escena y empieza a grabar.

A un lado de la cama, encadenado al techo, el esclavo uno, que sólo mira callado la escena

Al otro lado, el esclavo dos, al que ha adoctrinado durante ese día.

Tumbado en la cama, su esclavo tres, que es realmente esclavo del anterior.

Y el, dando las instrucciones, coordinando, y controlando la situación.

Cuando el efecto de la droga ya ha hecho efecto, Rodri se sienta sobre la cama sin entender nada, sin acordarse de nada. En menos de diez segundos ya esta protestando y agitándose compulsivamente.

De nuevo Cristian gira una palanca que tensa sus cadenas y que le deja prácticamente inmóvil.

Durante mas de dos horas Rodri es obligado a realizar cuantos actos sexuales se les ocurren a sus carceleros, y juegan con su cuerpo como nunca lo han hecho. Puede escuchar de vez en cuando como alguien susurra a alguien en lo que parecen ser consejos que no llega a distinguir.

Durante esas dos horas el no cesa en sus intentos inútiles de escapar.

Cuando han terminado con el, que yace también bañado en lefa, Cristian empieza a quitarle los grilletes tanto a Javi, primero, y a Rodri, después.

Cuando ha terminado con el ultimo de Rodri mira a Javi, y este le dice:

Me da igual que me lo ordenes o no. Pienso hacerlo de todas maneras.

Y quitándose el pasamontañas lo suficiente para que sus labios no encuentren ningún impedimento se lanza a sus labios que devora, mientras Cristian le agarra del pelo. Separándole durante uno segundos en los que parece dudar, y en los que el también se retira parte de la prenda que cubre su rostro, le responde el beso con mas fuerza e intensidad que antes.

No escuchan como el otro esclavo les esta avisando. No ven como Rodri se ha levantado de la cama. No notan que Rodri ha cogido las tijeras con las que horas antes le han cortado la ropa.

Sólo escuchan, demasiado tarde quizás, como se dirige a embestirles con ellas al grito de:

¡Yo no soy maricón, hijos de puta!