El rapto (5: El ratón)

Las historias se mezclan unas con otras...

Salio de su casa y se dirigió, una vez mas solo, al barrio de Chueca.

Mientras los grupos de jóvenes se emborrachaban y divertían en las calles del centro, el las recorría cabizbajo y afligido: se acordaba de su ciudad, su gente, el mar

Había llegado hacía ya dos meses, y no había encontrado ni trabajo, ni un hombro donde llorar. Los chicos que había podido conocer solo le veían como un trozo de carne bonito, con el que follar una vez y no volverle a ver mas.

El sin embargo buscaba un grupo de amigos al que poder pertenecer, o un novio.

Ya se estaba planteando que haber salido de Tenerife había sido todo un error, y debería de volver.

Cuando alguna vez hablaba con sus padres intentaba disimular sus penas, y se inventaba nombres de gente, amigos hipotéticos, con los que vivía historias a cada cual mas divertida y mas falsa.

Mientras pensaba en todo esto entro en un bar cualquiera y pidió una copa.

Noto como desde distintas partes del bar le miraban y susurraban sobre el, su cuerpo, sus labios

Después de esa copa, pidió una mas, y después, otra mas. Empezaba a notar los efectos del alcohol.

El camarero le trae entonces una copa que el no ha pedido, invitación del chico del fondo de la barra.

Aunque el siempre beba rón, y eso haya sido lo que ha estado bebiendo toda la noche, no piensa decir que no a esa copa de whiskey, y haciendo un gesto de agradecimiento con la copa, empieza a bebérsela.

Debe reconocer que su benefactor parece muy guapo, o eso es lo que le parece a su vista nublada por el alcohol.

En ese momento se le acerca, y empiezan una conversación amable y distendida.

¿Es cosa suya o ese tío bueno le esta tirando fichas?

Ahora es el el que le invita a una copa a su nuevo amigo, que pide una copa de tequila.

El viendo ya lo borracho que esta se decanta de nuevo por el whiskey para no mezclar mas, sin darse cuenta como su acompañante cambia las copas en un momento de descuido. Que raro le resulta el sabor de su copa, pero supone que tras haber bebido tanto debe ser cosa suya.

Cuando se terminan la copa van a otro bar, mas pequeño, lleno de humo y lleno de gente.

Su nuevo amigo, Cristian, empieza a bailar con el, y el le sigue el ritmo, le mira a los ojos, parece que le quiere besar, pero no se atreve, y el no quiere dar el primer paso.

Le conduce a la barra y pide dos chupitos de tequila.

Le pone el trozo de limón en su boca, le chupa el cuello, le echa la sal, se lo vuelve a chupar, se bebe el chupito y le coge el limón de sus labios. Aunque el intenta aprovechar el momento para besarle, Cristian se quita y no lo consigue.

Ahora es su turno, y no lo desaprovecha: una vez que se ha comido ya el limón, vuelve a juntar sus labios con los de el, y lo besa mientras con su mano le agarra la cabeza y con la otra le agarra el culo. El beso se prolonga durante varios minutos. Después de esto, Cristian le convence para tomar una copa mas. El ya no quiere, no puede beber mas, esta cansado, y muy borracho. Pero el le vuelve a besar, y no puede decirle que no.

No sabe que hora es, y todo le da vueltas. Le pide a Cristian que le pida un taxi para ir a casa, pero se niega: el le lleva. Le parece tan majo este chico

Lo último que recuerda es subirse en un coche y quedarse dormido por la borrachera.

Cuando se despierta le duele tremendamente la cabeza. No sabe cuanto tiempo ha pasado, y esta totalmente desorientado. La ropa que lleva puesta huele tremendamente mal, como si hubiera pasado la noche en una destilería.

Pero lo mas importante, y lo que mas le inquieta es, no poder mover las piernas, no poder mover los brazos ni las manos, no poder abrir los ojos, ni poder articular palabra. Siente como grilletes aprisionan sus miembros, como unos buenos trozos de cinta aislante cierran sus labios, y como un trozo de tela ciega sus ojos.

Intenta gritar, pero lo único que logra es una queja ahogada.

No sabe como ha llegado hasta aquí, y solo recuerda un chico, una figura, una silueta,

un nombre, Cristian.

Intentando ordenar sus sentimientos esta cuando nota como una mano le agarra de los pelos y le dice al oído:

Parece que mi príncipe ya se he despertado

Y empieza a reír a carcajadas, mientras le despega los labios, y comienza a besar su boca con autentica locura mientras frota con la mano el pantalón de su victima a la altura de su polla, que empieza a presentar un estado de erección.