El que no se entera de nada (1)
Relato que puede correlacionarse con otros dos anteriores, pero si no quieres lo puedes leer aislado. Va de crímenes y peculiares investigaciones policiales.
El que no se entera de nada (1)
Relato que puede correlacionarse con otros dos anteriores, pero si no quieres lo puedes leer aislado. Va de crímenes y peculiares investigaciones policiales.
El policía se hurgo con un dedo en las orejas. Era uno de sus ritos para intentar concentrarse cuando los problemas se le resistían. Aquel caso, bueno aquellos dos casos se le enredaban, dando vueltas y giros, poniendo a prueba una vez más todos sus años de oficio.
Los dos fallecidos, una joven y un hombre se habían dado de baja en esta vida a relativamente poca distancia, los dos tenían en sus manos fragmentos de un libro viejo y cochambroso, y eso era lo único que los unía, ya era suficiente, pero bueno habría que esperar la identificación del hombre pues lo que hubiera matado a ese individuo lo había dejado hecho un asquito.
A punto de jubilarse y todavía con problemas que se le atoraban. Hubiera sido más fácil seguir perteneciendo a la agrupación de tráfico y dedicarse a condonar multas a las bellas mujeres a cambio de sus favores. Pero no, a el le atraían las historias de polis listos y ladrones inteligentes y se había metido en este rollo, a joderse, y para colmo con las féminas que trataba no era muy placentero yacer, o bien eran fiambres o eran más malas que el sebo. El sabía de algún compañero, ahora ya jefecillo, que se había beneficiado por el morro de esta manera en su juventud a unas cuantas mozas, y ahora seguro que se tiraba a las agentes novatas.
Le llamaron los forenses, malas noticias. Por un lado la chica, no se aclaraban si había habido relaciones sexuales recientes o no, había algunos signos pero nada definitorio. Del finado, habían logrado sacar mediante las huellas digitales la identidad, pero seguían perdidos respecto a lo que le había producido las heridas, comentaban sardónicamente que si hubiera pequeños dinosaurios sueltos por la ciudad, tendrían la solución. Joder, estos buitres tienen un humor negro .
Bueno, Algo es algo, con la identidad, ya tenemos algo, la dirección, orden judicial y vamos para allí. No vive nadie aquí, el conserje me cuenta que el tío este vive solo y que lleva unos días de baja, que no le ve. Los vecinos que pasan están felices, sospechan que hay carnaza, van a tardar poco en relacionar mi visita con los crímenes cercanos. Seguro que dentro de nada llaman a algún programa de la tele sensacionalista para tener su minuto de gloria. Con la ayuda de un cerrajero, abrimos la puerta del domicilio, noto que la mirilla de la puerta de enfrente tiene vida, luego investigare por ese lado.
La casa del individuo es la típica vivienda de un hombre moderno, pocas cosas, algo desordenadas y cocina sucia, como la mía. Descubro un telescopio, miro por su ocular y descubro lo que ya había intuido, apunta directamente a la terraza de la chica fallecida. Me imagino al pájaro este, cotilleando a la chica, poniéndose caliente cuando la muchacha confiada en su ático se paseara con poca ropa, y luego cascándosela, algo debió ver esa noche que le cortó el rollo. El rollo y algo más, pues le dejaron cual hamburguesa poco hecha.
Doy órdenes de que recojan algunas cosas, y que no se olviden del ordenador, los tíos de informática seguro que nos pueden informar si tenía mensajes o que paginas visitaba. El último curso que hice de formación hablaba de esos rollos, y luego ya lo liaban con la pornografía infantil y no se que rollo de servidores, ahí ya me dormí, a mis años no aguanto ciertas historias.
Salgo de la vivienda, me despido del agente judicial así como de los compañeros que me han ayudado en el registro. La puerta de enfrente, la de la mirilla cotilla, se me abre ante mi llamada. Hay una mujer, paso sin muchos reparos, tras identificarme le pregunto por su vecino. La mujer, una mujer aún joven , pero despeinada y descuidada, envuelta en una bata barata, que permite intuir el inicio de unos pechos derrengados por múltiples lactancias, me cuenta que no sabe mucho, que con su marido y sus tres hijos no tiene tiempo para nada. Tendré que sacarle la información con cuchara, a veces la habilidad y la paciencia son las únicas armas validas.
La pobre es la imagen de la antilujuria, y seguro que estaba buena cuando se caso, mira ahí esta la foto de la boda, efectivamente y no debió ser hace mucho, ¿Diez, doce años? La pobre mujer me ofrece un café, seguro que es lo que ha visto en los telefilmes, lo de ofrecer café al poli bueno. Ese soy yo, aprovechemos, estoy harto de mis desayunos de Nescafé rápido. Se va confiando, me cuenta que efectivamente el hombre de enfrente vivía solo, que no recibía visitas, y que tenía unos horarios muy rutinarios, si bien llevaba algunos día de baja, y que no salía, si bien ella se había fijado por la luz del patio que .Me apabulla con datos sobre el tiempo que el vecino tenía encendida la luz del baño, la basura que sacaba o los calzoncillos que tendía. Esta pobre mujer domestica estaba obsesionada con su vecino, seguro que tenía sueños eróticos con él. Me la imagino en su cama, pergeñando pasiones pecadoras con su esquivo vecino, con alguien que apreciara su cuerpo como algo más que un electrodoméstico servicial. Y cuando en pleno clímax intentara que su marido le calmara los ardores de la entrepierna, el cónyuge de forma rutinaria y mecánica se la follaría con aliento de tabaco y cerveza, y luego a dormir pensando en el culo de la secretaria del jefe, o mejor aún en el partido del siglo que habría el próximo miércoles.
Pero aún no me ha contado nada de esa noche, de la noche del crimen, de los crímenes, se resiste. Bueno, todo por la patria, eso dicen. La patria somos todos, hasta yo, el bien social es lo primero, y hay que sacrificarse, hacía tiempo que no me tocaba, pero que se le va a hacer.
La pobre mujer domestica domesticada esta sentada en un sillón, debe ser uno de los pocos momentos en que se sienta a lo largo del día. La bata se le entreabre, una pierna se le escapa, me levanto de la silla donde estaba sentado mientras me tomaba el café. He hundido mis morros entre sus pechos, ella suspira, hace un pequeño amago de rechazo, pero según mi cabeza va bajando por su cuerpo, ella se relaja. No sabe mal, bueno de hecho aún tengo el sabor del café en los labios, me arrodillo delante de ella, le abro la bata, a través de su braga empiezo a buscar su vulva, abre las piernas. Aunque uno sea un sesentón, uno es hábil en algunas cosas, y el llevar vida de soltero me ha permitido refinar mis técnicas. Mi lengua busca por debajo de su ropa, ella me pone las manos en la calva y me empuja hacia su interior, ya se esta ablandando, dentro de nada ella es la que va a soltar la lengua.
Cuando la noto lo suficientemente húmeda, corto bruscamente, me levanto y mirándola a los ojos, le digo que me cuente lo que paso esa noche, que si vio algo. Ella frustrada, me mira con ojos suplicantes, despatarrada, la bata abierta, las ubres con los pezones tiesos, y el pubis empapado. Me confiesa, que esa noche, había oído ruido de la puerta del vecino, que se había extrañado, y por la mirilla había distinguido como el vecino salía con la cara desencajada, pero el paquete abultado (desde luego era observadora), había cogido el ascensor y se había ido, no volviendo en toda la noche.
Poco más puedo sacar de la infeliz esta, me arreglo un poco la ropa y me voy, tropezando de paso con un camión amarillo de juguete, de reojo la veo como se mete mano y se restriega frenéticamente el coño, buscando consolar lo que yo había despertado. Bueno, al menos he roto su rutina. Luego a limpiar que esta todo hecho un asco.
Ya de nuevo en la comisaría, voy recomponiendo el puzzle. El tío salido que vigila a la chica, de la chica aún no se gran cosa, creo que era bióloga o algo así. El hombre ve algo raro, sale a la calle y llama desde la cabina a la policía. La cabina no la hemos podido estudiar pues el servicio de la compañía telefónica, ha decidido quitarla, quiere que todo el mundo use móviles, que no podamos usar teléfonos públicos, que cabrones. Luego algo pasa y lo que se ha cargado elegantemente a la joven, pasa como una trituradora por encima del fisgón este. Me lo paso en grande, no es como joder, pero tiene su gracia. En los dos casos queda el famoso papel de olor a algas y a mar ¿Qué pinta esto aquí? Esto es Madrid, en medio de la estepa manchega. Me llaman, serán los de informática seguro, a ver que dicen.
Los expertos en informática me ilustran profusamente, tras contarme no se que mixtificaciones técnicas sobre sus magníficos procedimientos me dicen que el finado y la fallecida visitaban habitualmente la misma página Web, una página de relatos eróticos, nada inusual, de hecho el técnico me ha dicho en confianza que el había mandado a esa pagina algunos cuentecillos. Desde luego como esta el mundo, la gente se entretiene con cualquier cosa. El resto de información de los respectivos ordenadores era la normal, y no coincidía, páginas de bancos, juegos, Carrefour, y porno el hombre, hojas de universidades, viajes, música, así como digresiones múltiples la mujer. De correo electrónico el fallecido solo tenía virus sin abrir, y la muchacha, correos de un tal Juan, que le pedía que contestase el teléfono y que quería saber de ella, algún novio despechado o algo así.
Me tendré que enchufar a eso de la pagina de relatos, creo que el ordenador que tengo en la comisaría tiene Internet, todos lo tienen, pero yo ni lo uso, no le veo la necesidad, yo pateo la calle, pregunto y al final consigo casi siempre aclarar el caso. No le he visto hasta ahora la necesidad de esto de Internet. Le diré a la inspectora esa nueva, la que ha venido trasladada de Barcelona, que me ayude a enterarme de a que tecla hay que darle. A lo mejor así puedo olisquearla, pues la catalufa esta bastante buena, ya tendrá sus cuarenta años, pero se conserva bien, tiene buenas formas. Creo que se ha separado, y por eso se ha venido para el foro, a lo mejor quiere que un zorro plateado como yo le consuele las penas y los deseos .
Otra pista que hay que seguir la de los papelitos de los cojones, bueno los que tenían en las manos, porque de cojones una obviamente nada, y de los del otro mejor no decir gran cosa, pues solo pensar en como han quedado, me bajan la libido hasta los suelos. Pensar que hay tíos que dicen que les excita que les den en los huevos. Los del laboratorio me han dicho que vaya a hablar con una catedrática de la universidad, dicen que es muy borde y cabrona, pero que es bastante erudita y que me puede ayudar a interpretar los signos de los papeles, que ellos ni puta idea. Joder, si es que al final se lo tiene que hacer uno todo. Aún me queda el sabor del café y del pubis de aquella ama de casa, tal vez haya que volver a interrogarla.